miércoles, 25 de mayo de 2022

CORRAL DE LOS DIABLOS Y SEXTILÓN - SOLLE 21-05-22

 


2ª ASCENSIÓN AL “CORRAL DE LOS DIABLOS”. 4ª ASCENSIÓN AL “SEXTILÓN”. (Solle).

21-05-22 (Sábado)

Volvemos a nuestra provincia tras las últimas rutas hechas hace un par de semanas en tierras riojanas y burgalesas. En esta ocasión quedamos mucho más cerca, concretamente en Solle, pueblo de nuestro compañero Álvaro, que nos acompañó en esta ruta con dos ascensiones a cumbres del entorno como son el Corral de los Diablos y el Sextilón. Durante la jornada disfrutamos de unos bellos parajes primaverales que quedan reflejados tanto en nuestra memoria como en las fotos captadas por la cámara.
El grupo se redujo a cinco en esta ruta: Álvaro, José Luis, Juan, Silvano y yo. 7º C marcaba un termómetro cercano cuando salía de casa a las 8:10 horas en busca de José Luis para reunirnos poco después en las inmediaciones de Mercaleón con el resto de compañeros. De allí salimos a las 8:30 horas con dirección al punto inicial de la ruta. Por la autovía llegamos a Puente Villarente donde la abandonamos hacia Boñar. En esta localidad paramos unos minutos a desayunar antes de retomar el viaje hacia el pantano del Porma. Por su vera avanzamos comprobando el lleno total de su capacidad. Así llegamos al desvío de San Cibrián y Solle y allí giramos hacia ese segundo pueblo.
A las 9:55 horas aparcamos en una plaza de Solle, cerca del río del mismo nombre, y nos preparamos para la ruta que iniciamos a las 10:10 horas a una altitud de 1160 metros. Pues bien, José Luis y yo quedamos unos metros por detrás y no cogimos la calle correcta de salida, teniendo que retroceder un trecho para desviarnos a la que sí nos metía al valle que se dirige al collado de Vioba y por el que baja el Río del Valle. En la iglesia de San Pedro estaban los demás compañeros, que sí habían cogido el camino correcto, y ya todos juntos entramos al valle por un ancho camino entre arboleda y praderías con algo de ganado en ellas. La primavera en pleno esplendor se mostraba en el verdor de la vegetación y lo florido de las laderas cubiertas por escobas y otros arbustos. Cruzamos un par de puentes sobre el río y llegamos a un desvío en el que el camino se bifurcaba. Por una parte continuaba paralelo al cauce y un segundo ramal iniciaba una ascensión directa por la loma de la izquierda, al Norte, hacia donde nos echamos nosotros. Cruzamos los restos de una cancilla ya oxidados para seguir ganando altura hacia la cresta de la sierra, a la que sin embargo no íbamos a llegar, ya que este camino daba un brusco giro al Este para situarse paralelo a la misma y el fondo del valle.
Nos fuimos metiendo entre el hayedo mientras trazábamos curvas siguiendo la orografía de las vaguadas del valle. Tras el río, al Sur, se elevaban algunos picachos rocosos, como el Alto del Pando, Peña de Llavio y Peñas de las Llanas. Tras las mismas, y más elevado, asomaba el Sextilón. Dejamos a la derecha otra bifurcación que descendía hacia el valle para seguir nosotros el que subía por encima de ella. El firme se volvió más irregular con gravilla y piedras pequeñas en el mismo, dando la impresión de que no hacía mucho lo habían limpiado. Comparando las fotos de la ruta de hace 7 años en esa misma zona, se ve con algo más de maleza.
Cuando llevábamos 5,000 km hechos llegamos al punto en el que en esa ocasión Álvaro y yo nos desviamos por un pendiente sendero a la cresta para seguir por ella hasta la cumbre del Corral de los Diablos, cometiendo un gran error. En la misma nos encontramos con mucha maleza cerrada con la que tuvimos que pelear en numerosos tramos. Ahora optamos por no abandonar el camino que se mantenía a media ladera y que se dirigía hacia el collado de Vioba, aún lejano. Bajo las peñas que antes mencioné, en la otra parte de valle, crecía un espectacular hayedo de verdor impresionante. En las lomas por la que iba el camino además podíamos disfrutar de un bello contraste de colores de las escobas y retamas, sobre todo morados y amarillos. Los pinos repoblados fueron también moteando el paisaje de esa ladera. El cielo se había ido cubriendo por brumas que ahora ya lo cerraban por completo. La temperatura era alta y solo una ligera brisa mitigaba el calor.
No sé por qué, ese día no iba en muy buenas condiciones físicas y cada vez me costaba más subir a pesar de lo cómoda y tendida que era pendiente. Paré a reponer un poco de energía con unas barritas que algo de resultado mostraron luego. Con calma fui avanzando dudando en esos momentos si llegaría o no a la cumbre, para la cual quedaba lo peor desde el collado. Por su parte, José Luis se iba resintiendo también de una pierna e íbamos los dos a la par en este tramo.
Antes de alcanzar este collado de Vioba encontramos un sendero que ascendía algo más pendiente atajando hacia la loma del pico. Por él nos echamos a la pradería entre algunas escobas hasta llegar a la línea entre la cumbre y el collado y desde la cual se iniciaba la subida ya directa a la cima. Estábamos a 1775 metros, habíamos recorrido 7,200 km y eran las 13:00 horas.
Por debajo veíamos el refugio de Vioba, cerca del collado, y situado a 1724 metros de altitud. Juan y su hermano José Luis decidieron abandonar la idea de subir a esta cima y comenzaron a bajar hacia el mismo por una especie de cortafuegos que nacía allí mismo. Por mi parte, iba a intentar llegar a la cumbre tras tomar un pequeño tentempié. La pendiente desde ese punto ya era considerable y no había senda definida para sortear las escobas y los pinos repoblados que cubrían toda esta ladera hasta arriba. Por ello fuimos remontando ese desnivel en el que serpenteamos buscando los “claros” entre el matorral, a veces algo espeso. Encontramos numerosos tubos plásticos usados en la repoblación del pinar y durante un rato nos situamos a la vera de un cercado cuyos postes de madera y el mismo alambre ya estaban caídos en el suelo. Había que ir con precaución para no tropezar con ellos o rasparse con los espinos del alambre. Otros tramos nos metíamos por pequeñas vaguadas que parecían estar más limpias.
A las 13:52 horas alcanzamos la cresta superior de la sierra al Este de la cima. Desde la misma divisamos al Norte las imponentes cumbres de los Mampodres. Entre medias bajaba al Este el valle del arroyo Cea hacia Acebedo. Escasos minutos nos llevó a Álvaro y a mi llegar a la cima del Corral de los Diablos, en la que ya estaba Silvano, cuando eran las 14:00 horas. El GPS nos daba 8,000 km hechos y un desnivel de subida de 837 m.
El Corral de los Diablos tiene una altitud de 1978 metros y en su cumbre hay un monolito de rocas con una varilla metálica entre ellas. La cresta corría de Este a Oeste dividiendo algunos valles. La calima y brumas impedían ver en la lejanía, aunque aún permitían disfrutar del paisaje más cercano. Al Oeste se vislumbraba parte del embalse del Porma y la presa así como varias cumbres, entre las que contamos el Susarón, Bodón, Morala, Ausente, Torres, Peña San Justo, etc. etc. Al Norte, como adelanté, varias de las cimas del macizo de los Mampodres con la Polinosa, Peña la Cruz, Valjarto, Mediodía y algunas más. Girando al Este, y entre la bruma, los macizos Occidental y Central de Picos de Europa o el Espigüete y delante, el Pozúa, Gildar y otros tantos que no identifico. Cerrando por el Sur, el Yordas, Peñas Pintas, Llerenes, Cerroso, Moro, Peña Corada o el Cueto de Boñar. A 2,800 km en línea recta al Suroeste veíamos el pequeño peñón que corona el pico Sextilón hacia el que luego nos dirigiríamos. Acebedo y Lario asomaban al final del valle del arroyo Cea mientras en la orientación contraria, tras la cresta de este macizo, una parte de Puebla de Lillo.
Nos acomodamos bajo la cumbre para comer mientras por el móvil hablábamos con José Luis, al que veíamos junto al refugio igual que a Juan. Luego, tras una foto de grupo y dejar nuestra tarjeta en un bote entre las rocas de la cima, iniciamos el descenso a las 15:15 horas. Nos echamos hacia la misma loma de subida buscando de nuevo sortear la maleza, que bajando suele resultar más fácil. En media hora bajamos los 250 metros hasta el refugio, cerrado, cerca del cual estaban los compañeros. Se trata de un edificio de piedra y teja con una cerca alrededor y un cartel de madera en el que indica “Majadavieja Vioba”. Se emplaza a 1724 metros de altitud, en la ladera del Corral de los Diablos, unos pocos metros por encima del collado de Vioba, 1714 m.
Retomamos la marcha por el camino que se dirige hacia el Sur pasando bajo este collado y rodeando luego una pequeña cima posterior para meterse en la ladera del valle del arroyo Tras del Castro, cuyo circo cerraba el pico Carbonera tras este arroyo. El camino va ascendiendo paralelo al arroyo por esta ladera alcanzando la cresta de la misma en el collado del Lobo, 1713 m, para meterse de nuevo a media altura. En la parte alta había un todoterreno de un ganadero que estaba reparando la cerca que transcurría por dicha línea cimera. Fuimos ganando altura por el ancho camino y alcanzamos el collado de la cabecera del valle, sin nombre en los mapas, y con una altitud de 1766 metros. Eran las 16:25 horas y llevábamos 10,800 km hechos.
Enlazamos allí con un sendero que subía por la loma Norte y que salía a otro camino en la parte alta de la cresta por la que en ese momento pasaba el todoterreno. José Luis y yo quedamos de nuevo por detrás mientras el resto ya estaban casi en la cumbre del Sextilón. Las laderas floridas seguían creando verdaderas postales, incluso con la “mala” luz que había del día nublado. Estábamos ahora entre el valle del Río del Valle por el que habíamos subido, al Norte, y el valle del arroyo Remolina que baja al principal de Reyero, al Sur. Bajo nosotros, en esa orientación, veíamos la gran nave ganadera y refugio de Linares en el que hace varios años dormimos un rato durante una ruta nocturna.
El camino llegó al collado de los Carros, 1739 m, desde el cual se metía a este valle del Sur. Nosotros iniciamos la última subida a la cumbre por un sendero de la loma entre escobas hasta situarnos bajo el peñón rocoso del Sextilón. Los compañeros estaban unos metros por debajo de la cumbre, ya que ésta estaba plagada de mosquitos según nos dijeron. Yo alcancé la misma a las 16:50 horas tras un total de 12,100 km.
Efectivamente, esta cumbre de 1751 metros de altitud, estaba llena de mosquitos. Entre las rocas quedaban los restos del Belén de Cumbres que hace año y medio habíamos colocado nosotros. Por el Norte corría el valle por el que habíamos subido y en él veíamos el camino en la ladera contraria, pero no el refugio de Vioba ni el collado. El pantano del Porma estaba ahora más cercano en la falda del Susarón. Reyero asomaba en el gran valle al Sur por debajo de la sierra del pico La Hoya, peña Toya y peña Terrionda, que corría por el Sudeste.
Subimos todos un momento para sacar una foto de grupo y dejamos una nueva tarjeta antes de emprender el descenso a las 17:10 horas. Nada más bajar la zona rocosa Juan vio entre unas escobas un pequeño cervatillo tumbado en el suelo. No parecía herido, estaba vivo, pero tampoco reaccionaba. Por encima, y en las mismas rocas, habíamos visto buitres al acecho y temíamos que ya lo hubiesen localizado. Hemos conseguido contactar con un organismo de protección de la naturaleza para comunicárselo, por si era conveniente que lo recogiesen y demás, pero nos dijeron que lo dejásemos allí. Le echamos algo de agua en el hocico y boca, pero no hacía nada y apenas movía las orejas. Todos creemos que de esa noche no pasaba.
Con un poco de pesadumbre retomamos la bajada que hicimos hacia el collado de los Carros, ya que la ladera directa al camino estaba bastante cerrada. En el collado enlazamos con éste y cambiamos de rumbo para seguir por él, por el mismo trayecto del día del Belén de Cumbres en diciembre de 2020. Pasamos cerca de una enorme roca, que ya en aquella ocasión nos pareció la cabeza y torso de un gran gigante, y nos desviamos por un sendero que atajaba hacia el refugio de la Peña del Valle, 1443 m. Al mismo llegamos a las 18:10 horas tomando de nuevo el ancho camino cerca del cual se encuentra la fuente del Recogedero. En ella paramos a refrescar y repostar agua unos minutos antes de seguir el descenso.
El plan inicial era bajar por La Viesca, el bosque de avellanos mas grande de toda la Cordillera Cantábrica, cuyo desvío estaba pocos metros más adelante, pero la mayoría no estábamos por la labor. El cansancio, el calor y otras molestias particulares nos hicieron desechar esa alternativa. Además del rodeo que daba esta variante, había que bajar y subir de nuevo algunos tramos y eso no nos motivaba. Tomamos entonces el desvío directo al pueblo por el valle del arroyo La Llosa, o Valdesolle, perdiendo altura por el ancho camino entre vegetación.
El arroyo cruzó bajo el camino en un determinado punto pasando ahora a nuestra izquierda. El valle se estrechaba según nos acercábamos a Solle y en algunos lugares formaciones rocosas escoltaban este camino. Dejamos atrás otro desvío que subía por la Viesca hacia el collado de Orones donde un indicador marcaba 1,300 km al mismo y otro en la dirección contraria, la que nosotros traíamos, con una distancia de 4,400 km al mismo punto.
A las 19:05 horas entramos en Solle donde nos “recibió” una fuente con agua fresca en la que volvimos a saciar la sed. No mucho nos restaba al final de la ruta donde teníamos la furgoneta y a la que llegamos tras cruzar parte del pueblo. Las 19:12 horas marcaba el reloj cuando terminamos esta ruta de la que el GPS nos daba como datos principales, 16,900 km hechos con un desnivel acumulado de 950 metros.
Acomodados en unos bancos cercanos nos cambiamos tranquilamente mientras el cielo parecía oscurecerse cada vez más, debido a la caída de la tarde y también por las sombrías nubes que rondaban por encima. En unos 20 minutos nos “adecentamos” y emprendimos el regreso. Hicimos una parada a la vera del pantano para sacar una bonita panorámica del mismo. El Susarón se reflejaba en su superficie de forma perfectamente simétrica creando una bella postal.
Retomamos la marcha dejando atrás este embalse y llegamos a Boñar donde de nuevo hicimos una parada para tomar un merecido refrigerio. Sin novedades recorrimos el siguiente tramo ya hasta la capital donde entramos a las 21:10 horas. Fueron quedando los compañeros en los lugares de recogida y a las 21:35 horas finalizaba yo esta jornada montañera en casa.

    

MAPA ESQUEMA     

ENLACE RUTA WIKILOC:


VISTA SATÉLITE

ARMUNIA

TRAYECTO



PEÑA ARMADA

SOLLE (1160 m)







SALIENDO POR EL VALLE





HAYEDO

VEMOS LA CUMBRE AL FONDO

POR LA PISTA

EXPLOSIÓN DE COLORES EN EL VALLE




COLLADO DE VIOBA BAJO NOSOTROS

HACIA LA CUMBRE DEL CORRAL DE LOS DIABLOS


ENTRE ESCOBAS Y PINOS

POR LA CRESTA



CORRAL DE LOS DIABLOS (1978 m)

PANORÁMICA AL SUR

EMBALSE DEL PORMA

LOS MAMPODRES AL NORTE

COLLADO DE VIOBA Y CUMBRES AL SUDESTE

EL SEXTILÓN AL SUROESTE

ACEBEDO Y LARIO

DESCENSO




REFUGIO DE VIOBA



VALLE DEL ARROYO TRAS DEL CASTRO





COLLADO


LOMA DEL SEXTILÓN

LA PRIMAVERA EN PLENO APOGEO



EL CORRAL DE LOS DIABLOS Y OTRAS CUMBRES AL NORTE Y OESTE

SEXTILÓN (1751 m)


HACIA EL SUR

DESCENSO




EL "GRAN GIGANTE"


REFUGIO PEÑA DEL VALLE

FUENTE DEL RECOGEDERO

VALLE DE VALDESOLLE



¿MARIPOSA O POLILLA?

LLEGANDO A SOLLE

FUENTE

ERMITA DE LA VIRGEN DEL CAMINO

FIN DE RUTA

PANTANO DEL PORMA


BONITA SIMETRÍA DEL SUSARÓN EN EL AGUA

PRESA EL PANTANO


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