lunes, 30 de mayo de 2011

XV ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES - "EL PEÑÓN - VIZCODILLO -LAGO DE TRUCHILLAS - TRUCHAS" - 29-05-11

 


XV ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES.

MEMORIAL “FERNANDO ALGORRI”.

3ª ASCENSIÓN AL PICO “VIZCODILLO” Y 4ª TRAVESÍA AL “LAGO DE TRUCHILLAS”.

29-05-11       (Domingo)

Un año después del último Encuentro de Montañeros Leoneses, nos hemos vuelto a reunir la mayoría de los clubes provinciales para celebrar su decimoquinta edición. En esta ocasión el club anfitrión fue el Teleno, de La Bañeza, quien preparó la ruta y posterior fiesta que celebramos en Truchas. Ya avanzo que para mí ha sido de los peores encuentros a los que he ido, y no he faltado a ninguno. Si bien es cierto que algunas circunstancias fueron fortuitas, como la climatología o la avería de dos autocares, en cuanto a otros temas que más adelante resaltaré, dejó mucho que desear.
En Guzmán nos reunimos los participantes de la capital y entre ellos los 8 de nuestro club Cumbres de León: Mª Jesús, Pedro, Álvaro, Roberto, Adelino, Cundi, Juan y yo. Salimos de la ciudad por la nacional hacia Astorga. En Hospital de Orbigo cambiamos de dirección hacia La Bañeza y ya en Castrocontrigo nos detuvimos unos minutos a tomar café, chocolate o lo que cuadrase. Algunos lo tuvieron que tomar a carreras.
De nuevo en marcha nos dirigimos hacia Truchas y de éste a Truchillas donde comenzamos con los incidentes. El primer autocar se metió al pueblo llegando a una curva cerrada en la que no se atrevía a pasar. Con las mismas, todos marcha atrás hacia el desvío de una variante exterior medio asfaltada. Pues bien, ese mismo autocar se averío retrocediendo este tramo y los que en él iban tuvieron que distribuirse en el resto que no estaban llenos. Ya subiendo el puerto Peñón, otro de los autocares consiguió llegar arriba por lo visto ya traqueteando y allí “murió”. Íbamos unos 6 vehículos en total.
En este punto divisorio de León y Zamora comenzaríamos la marcha con dirección al pico Vizcodillo, al que siempre he subido desde Truchillas. El panorama hacia Zamora era invernal con nieblas y cielo oscuro. El viento fuerte además nos lo acercaba hacia nosotros.
Nos preparamos para la marcha mientras comenzaban a escaparse las primeras gotas de lluvia. Nos sacamos una foto de grupo los compañeros del club y a las 10:50 horas emprendimos la subida por la loma con dirección Este. Entre matorral florido de amarillos y morados fuimos ganando altura tras haber partido de una altitud de 1841 metros. Algunos enseguida cogieron carrerilla y nos les vimos casi hasta el final de la marcha. Según ganábamos altura el viento se hacía notar y la lluvia era más arreciante. Poco a poco la niebla nos fue cubriendo pasando entre nosotros con buena velocidad. Yo, que sigo sin pantalón impermeable, me estaba mojando el de montaña y además quedándome helado por el frío que además se notaba. Realmente parecía más un día invernal que de finales de mayo.
Bordeamos el Alto de Alamicos y siguiendo un sendero con vaivenes, pasamos varias colladas siempre por la parte alta o muy próximos a la misma por el lado norte, que al menos estaba un poco más resguardado. A partir de uno de los collados ya comenzamos a subir más notoriamente mientras se abrían algunos claros en la zona baja, dejando a la vista los valles circundantes. Ya con la cumbre a la vista, el matorral se hizo más bajo en el paraje de Valdelabraña.
Por delante se veía entre la niebla, que ahora no parecía tan espesa, la hilera de participantes. Los últimos metros antes de esta cima están totalmente cubiertos por grandes rocas que ahora mojadas eran un peligro real. Muchos eran los que decidían bordear esta cumbre sin subir a la misma. Lo cierto es que estaba bastante complicado con esa climatología.
Ya de los últimos alcanzamos la misma Mª Jesús, Álvaro y yo acompañados por un amigo de ésta con el que hicimos el resto de la travesía. Los demás habían marchado por delante, unos subiendo y otros bordeándola, como Cundi que hasta allí había ido con nosotros. Apenas estuvimos unos minutos allí y nos sacaron una foto a los cuatro. Uno de los miembros de GREIM, que iba cerrando, ya nos iba apurando. Eran las 12:25 horas.
El paisaje eran amplio por debajo de la negra capa de nubarrones que por suerte no nos envolvía en esos momentos. Al otro lado del puerto podíamos ver varias de las cumbres a las que hace ya unos años ascendimos en una marcha por Santa Eulalia de Cabrera. En esta cumbre de 2121 metros había un punto geodésico y un buzón en el que ni nos entretuvimos a dejar tarjeta.
Emprendimos sin más el descenso por la loma sur en la que se veía una vez más la serpiente de participantes. De nuevo mucho cuidado en la parte rocosa donde además del peligro de resbalar estaba el de las piedras que se movían. Era una verdadera postal todo el paisaje completamente cubierto de flores. Y una lástima que la lluvia lo desluciera y que con ella no pudiera sacar fotos bonitas del mismo. Había cambiado la cámara para evitar que se mojase la más nueva, que por cierto, va bien cuando le parece.
Bajamos entre las escobas abandonando luego la cresta y con ella el límite provincial por el que veníamos desde el mismo puerto. Poco a poco nos fuimos metiendo en la pendiente ladera que desciende hacia el Lago de Truchillas. Atravesamos algunos pedreros más bajando este tramo por el que ya se veía sendero más o menos claro. Poco a poco íbamos dando un giro de 180 grados que nos metía en el valle que baja hacia Truchillas y en cuya cabecera se encuentra dicho lago glaciar. Frente a nosotros teníamos la sierra que lo cierra por su parte Este.
En medio de un pedrero vimos numerosos huesos de un animal. Ya habiendo perdido bastante altura vimos el lago encajonado entre las faldas del pico Vizcodillo que formaba allí un cerrado circo glaciar. Este último tramo hasta él era también empinado por una pequeña vaguada por la que bajaba un arroyo. Al otro lado del embalse se podía ver una pequeña cascada precipitándose por las rocosas paredes. A las 14:00 horas llegamos nosotros al lago cuya altitud es de algo menos de 1800 metros.
Pocos eran ya los participantes que allí quedaban, algunos comiendo aprovechando que había dejado de llover. A eso mismo nos dispusimos nosotros cuando ya comenzaron a meternos prisas los organizadores. Ahora que ya no llovía y que podíamos disfrutar un poco, ya venían dando caña. Con todo ello decidimos comer, aunque a “tragalaperra”, y enseguida retomamos la marcha para recorrer los 12 kilómetros que nos quedaban hasta Truchas. Hasta allí llevábamos 7,5 Km.
El sendero pedregoso bajaba suavemente por la loma izquierda del valle entre más escobas cargadas de flores. En las laderas se comenzaba a ver también numerosos árboles de gran verdor que destacaban entre el multicolor mosaico. Atravesamos luego una zona de verdes praderías y entre unos matorrales vimos una especie de refugio de piedras. Poco a poco se fueron abriendo claros y cuando apareció el sol el paisaje dio un cambió impresionante. El contraste de colores que se ofrecía a la vista era simplemente indescriptible. Cambié la cámara de fotos y allí si que empezó a salir humo de ella. Varios riscos en la parte alta destacaban en las cresta de ambos lados.
Llegamos así a un puente de madera sobre un arroyo detrás del cual se cerraba más la maleza en torno al sendero. Los organizadores seguían detrás de nosotros cerrando la marcha, por lo que no podíamos ir parando mucho a disfrutar del entorno. Yo hacía comentarios como: “vamos, a ver si terminamos esta maratón” o “venga, que terminamos la segunda parte de la carrera del Lago Truchillas del otro día”. Más adelante pasamos otro puente similar cerca del cual comía personal a la sombra......tan campantes. Según el mapa llevábamos 12 Km y nos quedaban 7.
Sin detenernos dejamos atrás este lugar en el que había un panel explicativo del origen del valle y seguimos perdiendo altura ahora más a cielo abierto donde el sol incluso calentaba y “picaba”. Seguíamos los cuatro juntos, Álvaro, Mª Jesús, su amigo y yo. En el valle se seguían conjugando los colores de forma espectacular y yo no dejaba de dejarlo plasmado en fotos. En el lado derecho del camino encontramos unas formaciones rocosas de curiosas formas.
Por fin divisamos la carretera que sube al puerto y en la que había un autocar aparcado. En las cercanías del mismo había un merendero en el que se reunían numerosos montañeros comiendo a la sombra, o sol. Allí nos encontramos con nuestros compañeros. Eran las 16:00 horas y nos quedaban unos 5 Km.
Aunque cabía la posibilidad de aprovechar el autocar para hacer este último tramo, lo lógico era terminarlo a pie. Retomamos entonces la marcha casi todos por un camino paralelo a la carretera durante un trecho antes de salir a ésta poco antes de entrar en Truchillas a las 16:30 horas. En esta localidad vimos algunos rincones bonitos y pasamos por delante de la iglesia y una fuente. En el asfalto vimos un bache con una perfecta forma de corazón. Salimos por la misma carretera y caminamos por ella hasta un desvío curiosamente señalizado. Unas flechas hechas con pétalos de flores nos indicaban la dirección a seguir entrando en un camino entre arboleda y matorral alto durante los primeros metros. A la orilla de un árbol vimos una pequeña silla metálica a propósito para descansar a la sombra. Desde allí se salía a pleno sol, que de nuevo comenzaba a cubrirse de negros nubarrones. Por la carretera paralela vimos pasar el autocar hacia Truchas. También paralelo bajaba el río Truchillas entre nosotros y el asfalto.
Por fin vimos las primeras casas de Truchas aunque aún nos restaba un buen trecho. Por detrás, los nubarrones ganaban terreno al cielo despejado. En la loma vimos dos edificios similares, dos depósitos de agua. Uno estaba ya en desuso y el otro en buen estado por encima. Más arriba vimos un gran pinar.
A las 17:20 horas entrábamos en Truchas pasando delante de la biblioteca y el cuartel de la Guardia Civil. También más alejada vimos la iglesia. En la lejanía vimos el Cristo de Valdavido encaramado en lo alto de un peñasco de esa localidad. A las 17:30 horas, justo para la fiesta, llegábamos a los autocares aparcados en la travesía que sale hacia Corporales. Según el mapa habíamos recorrido 19 Km.
Sin más nos cambiamos y nos dirigimos hacia donde se suponía que estaba la fiesta de este encuentro. Al momento comenzó a descargar una fuerte tormenta de granizo, truenos y relámpagos que nos hizo resguardar en los aleros de las casas y el bar acordado para el evento. Unos minutos más tarde remitió y pudimos abandonar el resguardo. Un grupo de tamboriteros amenizaba el evento que no llegó a cuajar. Apenas se juntaba el personal, y como “merienda”, unas pocas pastas, cuatro refrescos y un poco de vino en un prado cercano. Nada de entrega de placas, palabras del delegado, etc, etc. Salvo que lo hubiesen hecho antes de la hora prevista, que tampoco me extraña. Eso no quitó para que nosotros lo pasásemos bien. Sacamos una secuencia de fotos que luego he montado con la música de los tamboriteros y Álvaro hizo de las suyas encima de un caballito de columbio del prado aquel. A las 18:30 horas, una hora antes de lo previsto, ya avisaron para emprender el regreso.
En los autocares restantes se acomodaron los participantes de los dos averiados. Durante el trayecto pasamos algunos ratos de risas en la parte trasera del nuestro. Con nosotros iba Constantino, que muy serio no es. Tras meternos en ganas parando en Castrocontrigo, emprendió la marcha sin apenas detenerse, por lo que hicimos una protesta general al grito de “Chocolate - chocolate”. Según nos acercábamos a la capital se veía una fuerte tormenta hacia el Este de la misma con buenos rayos. Entramos por la ronda sur atravesando el valle y Jano. A las 20:20 horas llegábamos a Guzmán donde terminaba esta actividad. En la furgoneta acerqué a María Jesús a casa y poco después llegaba yo a la mía.
Ya lo apunté al comienzo y lo reitero. Aparte de la climatología, contra la que nada cabe, el apremio durante algunos tramos de la marcha para no quedar rezagados y la fiesta final me hacen clasificar este XV Encuentro de Montañeros Leoneses como uno de los peores, y no he faltado a ninguno. Espero que sea una excepción y no comience a ser una constante en el futuro.


















lunes, 16 de mayo de 2011

LLERENES - CASTAÑO - LOS CANTOS (Ciguera) - 15-05-11

 


(Nota Aclaratoria: El pico considerado "Castaño" en esta ruta realmente se denomina "Las Peñeras" y la cumbre de "Los Cantos" sería el pico "Castaño"

1ª ASCENSIÓN A LOS PICOS “LLERENES”, “CASTAÑO” Y “LOS CANTOS”.

15-05-11                (Domingo)

Un domingo más hemos tenido que aplazar la ascensión a las cumbres de Peña Beza y el Canto Cabronero por la climatología tan irregular de esta primavera. Aunque en la zona sur de la Cordillera Cantábrica se preveía buen tiempo, como así sucedió, en la parte central y norte las nubes y nieblas podían cubrir el cielo y las cimas de toda esa zona. Así lo comprobamos desde las cumbres a las que ascendimos y desde las que eran visibles Los Picos de Europa.
Improvisamos una vez más la actividad de este domingo y elegí para ello la ascensión al pico Llerenes, cumbre no ascendida aún por el club. Tras el aviso a los socios, nos animamos 8 componentes a participar en la misma: Tiquio, Mª Jesús, José A., Álvaro, Nati, Antonio, Cundi y yo. Nos acompañaba Rex, el perro de Tiquio.
A las 8:00 horas nos reunimos en Guzmán de donde partimos en los coches de Tiquio y el mío por la nacional hacia Mansilla. Allí cambiamos de vía para enfocarnos con dirección a Riaño. Antes de éste se encuentra el desvío a Lois por el que giramos entrando en la estrecha carretera del valle. Sin darme cuenta entré a Ciguera cuando en realidad la ruta comenzaba en la misma carretera algo más adelante. Tras coger agua retrocedimos y pocos metros más adelante del cruce, y justo antes de un puente sobre el río Dueñas, aparcamos los coches a la sombra de unos árboles.
Nos preparamos para la ruta y a las 10:00 h. de la mañana emprendimos la marcha por el valle que partía de allí mismo hacia saliente. Pasamos una cerca de madera y entramos en un camino casi cegado por la hierba alta. Transcurría paralelo a un arroyo sin nombre en el mapa y a ambos lados crecían árboles y arbustos ya brotados por la primavera. Por la derecha ascendían las laderas de las Peñas del Castro y el Palombar por la parte contraria. Poco a poco nos fuimos metiendo bajo un hermoso y verde hayedo de ejemplares jóvenes. No tardamos en atravesar una parte del mismo donde algunas peñas contrastaban con el frondoso follaje formando bellos rincones. Allí sí había algunos troncos más gruesos y retorcidos. En el camino vimos varias alcantarillas de paso de agua no muy antiguas.
Salimos a las cercanías de un pilón con fuente por debajo del pico de Los Escobalines. El camino transcurría ahora por las praderías empinadas de este bonito valle moteado por miles de flores amarillas de las escobas. A ratos se nos perdía, o más bien lo perdíamos, al desviarnos de él en tramos en los que apenas era visible en la pradera. Atravesamos una amplia zona verde desde donde teníamos una verdadera postal del pico Escobalines con el bosque en su falda y las praderías como base. Nos sacamos allí una foto de grupo, o al menos algunos, con él de fondo. José Antonio y Antonio ya se habían adelantado mientras que Nati y Cundi quedaban por detrás.
Por los prados seguimos subiendo ahora siguiendo un sendero más o menos visible. Nos íbamos echando hacia la derecha del valle al final del cual se encontraba el pico. En otra terraza veíamos a los dos compañeros en una roca cercana a un árbol solitario. Antes de llegar a este lugar encontramos otra fuente con un pilón redondo.
A las 11:15 horas nos reunimos en este punto cercano de nuevo al hayedo al que nos acercamos avisados por Mª Jesús para ver unos bonitos rincones en su interior. Un tronco caído formaba un arco bajo el cual nos sacamos unas fotos. A través de otro hueco “nos veíamos las caras”. En algunos vimos algunas diminutas setas pegadas.
Retomamos la ascensión por la ladera que se empinaba cada vez más visiblemente. El paisaje se hacía más amplio hacia atrás contemplándose varias cumbres que luego enumeraré. El contraste de roca, bosque, hierba verde y flores era realmente espectacular. Ya me salía humo de la cámara de fotos.
Poco a poco nos fuimos situando por debajo del Pico Las Fuentes. Mientras unos decidían subir por encima del arroyo, Mª Jesús y yo optamos por seguir su cauce. Vimos unas pequeñas pero bonitas cascadas en el mismo antes de que desapareciese como por arte de magia. Parecía el Guadiana y los famosos “ojos”. Más arriba se abría un poco la vaguada ya con la collada a la vista. De nuevo José y Antonio se adelantaron y ya no les vimos más hasta la cumbre.
Nosotros cuatro seguimos a nuestro ritmo tranquilo disfrutando del día tan espléndido que teníamos. Al comenzar hacía bastante frío, pero se había ido suavizando algo. Así alcanzamos la collada de Los Colladrines, (1761 m), a las 12:30 horas. Habíamos partido de una altitud de 1120 metros.
Desde allí tuvimos una amplia panorámica del pantano de Riaño con parte del pueblo así como varias cumbres de la zona. Frente a nosotros se elevaba el pico Yordas y a nuestra derecha vimos la doble cumbre del pico Llerenes por cuyas laderas subían ya los dos compañeros. Al fondo destacaba también la pirámide del Espigüete con los relativamente cercanos Peña Prieta y Tres Provincias entre otros. Nos detuvimos a contemplar todo ello unos minutos y de paso reponer fuerzas con un tentempié.
Enfilamos el último tramo a la cumbre para la cual aún quedaba un desnivel de 130 metros. El sendero seguía la cara Noroeste de la sierra ya que la contraria, hacia el valle de Anciles, eran paredes casi verticales. Pasamos al lado de un picacho puntiagudo con caída vertical de varios metros y además haciendo algo de techo al vacío. Subiendo este tramo vimos un grupo de varias personas acercarse a todo meter por el cresteo desde atrás. Una de las cimas anteriores a la principal tenía una destrepada un tanto complicada y desde arriba los compañeros nos indicaron que la rodeásemos. Al poco de llegar a la parte contraria vimos aparecer al grupo anterior en la parte alta de esta pequeña cima. Pues bien, no tardé en identificarlos como compañeros nuestros del club que habían ido por su cuenta desde Lois, como luego supimos. Estaba Ramón, Corín, Ricardo, Amador y Fernando. Les acompañaba otro amigo suyo al que no reconocí, Tomas. En pocos minutos destreparon aquella bajada y nos alcanzaron ya subiendo los últimos metros a la cumbre. Encontramos en él algún paso de trepada que pasamos más o menos bien. La pendiente sí era pronunciada por la roca moteada con césped.
A las 13:25 horas alcanzamos nosotros la cumbre más occidental del pico Llerenes, 1892 m. La vista no podía ser más dilatada en cualquier dirección siendo imposible enumerar las cumbres visibles desde allí. Por nombrar algunas apuntaré Espigüete, Ubiña, Torres, Bodón, Peña Galicia, Valdorria o Teleno, entre las más lejanas. Mas cercanas teníamos, Mampodres, Yordas, Corral de los Diablos, Redondo, Cerroso o Las Pintas al alcance de la mano. En los valles veíamos los pueblos de Ciguera, Valbuena del Roblo, Salamón o Riaño así como el pantano de éste y el del Porma. Hacia los picos de Europa se veía completamente cerrado por nubes que apenas dejaban ver alguna pequeña cúspide que bien podía ser Torre Santa.
Aprovechando la estancia del grupo sacamos una foto de todos en la cima y además aproveché para ir sacando algunas individuales para la orla anual de los socios a los que menos se “les ve el pelo”. Mientras nosotros quedábamos a comer allí, ellos decidieron emprender el descenso. Luego les veríamos en el valle de Anciles. No sobraba la cazadora, pero se estaba bien allí. Algunos se tumbaron a intentar dormir la siesta un poco, aunque yo creo que sin éxito. Por encima de nosotros vimos volar unas rapaces de alas negras y blancas similares a las de las cigüeñas. En un tarro del que recogimos una tarjeta dejamos la nuestra entre el montón de rocas a modo de hito de la cumbre.
A las 15:25 horas emprendimos el descenso siguiendo la misma senda de subida. Destrepamos varios tramos con precaución y esta vez algunos decidimos subir a la cima que antes habíamos bordeado. Había que gatear por la roca, pero no era muy complicado. Arriba había que pasar un pequeño trozo algo estrecho y luego ya volvía a ser cómoda la marcha de bajada a la collada.
La idea era hacer ahora el cresteo y bajar hacia Lois. La siguiente cima era Las Peñeras, una pequeña cumbre que yo decidí bordear al ver que no era más que un cerro. El resto pasó por la parte alta y nos reunimos en la collada siguiente, una bonita pradera moteada con pequeñas escobas en corros. La loma de esta cumbre era terrosa y con piedra suelta. Yo me metí en una canaleta que no tenía buena salida y tuve que retroceder para coger la buena subida. En pocos minutos alcancé la cima cuando eran las 16:40 horas.
En ella nos encontramos un curioso buzón con una veleta de cubiletes que en su momento pudo haber girado perfectamente. Ahora le faltaban los rodamientos y por si sola era imposible. En el buzón en sí estaba grabado el nombre del pico, Castaño, y su altitud de 1861 m. Desde allí veíamos ahora Lois y su gran iglesia conocida como La Catedral de la Montaña. También del buzón recogimos otra tarjeta y dejamos una nuestra. Nos sacamos una foto de grupo en la cima y varias más al paisaje, que aunque parecido, no se veía igual que desde los Llerenes. Ahora se veían algunas cúspides más de los Picos de Europa, aunque la parte baja seguía cerrada de nieblas. Era curioso ver como las dos cumbres de los Llerenes se mimetizaban delante de Peñas Pintas confundiéndose con ellas totalmente.
Apenas media hora después retomamos la marcha para bajar hacia el Norte a otra cima cercana, Los Cantos. Al igual que la anterior, la ladera era pedregosa. Esta vez Antonio decidió no subir y quedar abajo un rato el solo. En pocos minutos alcanzamos esta cumbre de unos 1700 metros de altitud desde la que veíamos por detrás las que habíamos pasado. Por debajo de nosotros destacaba un verde bosque en el valle que ya bajaba a Lois. Entre un hito de piedras dejamos y recogimos otra tarjeta.
Apenas estuvimos unos minutos en ella y a las 18:00 horas emprendimos el descenso definitivo. La pendiente era pronunciada y había que bajar con cuidado. Llamamos a Antonio y no obtuvimos respuesta, por lo que supusimos que ya había comenzado a bajar también. Luego le vimos a contraluz en una cresta frente a nosotros
Desde allí podíamos bajar por dos valles, uno hacia Lois, pero dando más rodeo, y otro más directo a la carretera entre este pueblo y los coches. Decidimos hacerlo por este último ya que la tarde ya estaba bastante avanzada. Siguiendo un sendero llegamos a una colladina donde podíamos bifurcar las rutas. Entramos en la vaguada de la izquierda entre zonas verdes y rocas. No tardamos en ver un rebaño de rebecos en las laderas de nuestra izquierda. Uno de ellos salió “disparado” hacia abajo y pasó a velocidad realmente espectacular hacia la parte contraria unos metros por delante de nosotros. En la hierba vimos algunos corros de setas con pequeños ejemplares. Fuimos perdiendo altura por este precioso valle en el que las flores amarillas contrastaban entre la verde pradera y las rocas formando bonitos cuadros. Atravesamos una zona de arbustos en la que el sendero se perdía entre ellos, pero enseguida lo recuperamos.
Ya bastante abajo comenzó a verse Lois de nuevo. La arboleda en el fondo del valle formaba una hilera paralela al río Dueñas y a la carretera también visible. Algunos árboles tenían un curioso color ocre en sus hojas que contrastaban con el verde de la mayoría. Entramos entre ellos ya muy cerca de esta carretera a la que salimos cuando eran las 19:45 horas. Un momento antes habíamos visto pasar a los compañeros del otro grupo en los coches ya de regreso.
Estábamos a la mitad entre los coches y Lois. Antonio y Álvaro se habían adelantado. En esos momentos pasó un todoterreno hacia abajo y José Antonio le paró. Le pedimos si nos podía bajar a Tiquio y a mí hasta los coches, que estaban poco más de un kilómetro hacia abajo. Dejamos atrás a Antonio y a Álvaro ya cerca de los mismos y a su lado bajamos nosotros. Tiquio salió enseguida y yo esperé a por ellos dos. Nos dirigimos hacia Lois donde nos cambiamos tranquilamente cerca de la fuente.
Saque varias fotos de la iglesia de Lois a la que aún le daba el sol de frente, y fuimos hacia el bar donde estaban también Nati y Cundi. Allí tomamos un refrigerio y a la salida pudimos contemplar una bonita postal de la luna llena saliendo detrás de las cumbres por las que antes habíamos andado.
Sin más retrasos nos pusimos de regreso a León cuando eran las 21:10 horas. El regreso lo hemos hecho por Boñar, La Vecilla y Robles de la Valcueva llegando por el Torío a la capital a las 22:30 horas.
Buena jornada y muy completa la de este domingo primaveral. Acertamos una vez más no yendo a los Picos de Europa, que nos sigue quedando retrasado a la espera de mejores condiciones climáticas.

















lunes, 2 de mayo de 2011

FOLLEDO - GERAS DE GORDÓN 01-05-11

 


1ª TRAVESÍA “FOLLEDO – GERAS DE GORDÓN”.

01-05-11          (Domingo)

En esta ocasión la climatología nos ha jugado una mala pasada haciéndonos modificar los planes previstos para este fin de semana, los cuales no eran otros que la ascensión a Peña Beza y el Canto Cabronero, en Picos de Europa. La mala previsión del tiempo, que se cumplió a rajatabla, nos aconsejó aplazar esta salida y en su lugar hacer otra ruta más sencilla y cercana para aprovechar la jornada. Decidimos acercarnos hasta Folledo, pueblo de la comarca de Gordón en el que yo nunca había estado, y desde allí realizar una ascensión a las cumbres cercanas limítrofes con el cercano Valle de Arbás. Al final no compensó ni realizar la misma y sí una travesía entre dicho pueblo y Geras de Gordón que, aunque pasada por agua, mereció la pena por los paisajes de la zona.
A las 8:00 horas nos reunimos en Guzmán los cinco participantes: Nati, José Antonio, Álvaro, Mª Jesús y yo. En mi furgoneta emprendimos el viaje hacia Folledo, pueblo situado en el valle que sube al puerto de Aralla y unos seis kilómetros desviado de la carretera principal. En menos de una hora llegamos a dicho pueblo donde aparcamos la furgoneta en un camino de la parte alta. La niebla se cerraba por encima de nosotros y la lluvia caía unos ratos mas fuerte que otros.
Nos preparamos para la marcha emprendiendo la misma a las 9:10 horas por un ancho camino que ya subía zigzagueando por la ladera con dirección Oeste. Enseguida tuvimos una bonita panorámica del pueblo que por poco se libraba de las nieblas. Nos metimos entre altos matorrales y algo de arboleda que franqueaba el camino a ambos lados. Tras otra cerrada curva cambió un poco el paisaje y el matorral se hizo más bajo desapareciendo prácticamente los árboles. La niebla ya apenas nos dejaba ver el paisaje en pocos metros. José Antonio ya nos había abandonado mientras que Nati había quedado abajo. La lluvia ahora era arreciante y no tenía visos de parar. Yo no tenía pantalón impermeable y el trozo de las rodillas, entre la cazadora y las polainas, estaba empapado por completo, lo cual era realmente molesto.
Llegamos así a un punto donde desaparecía el camino. Hacia arriba se veía una especie de cortafuegos por donde vimos volver a José Antonio. Reunidos todos decidimos emprender el regreso y ver que otra ruta hacer y que mereciera la pena. José Antonio era de la opinión de volver directamente para casa, lo cual no nos parecía lógico tras habernos mojado ya y siendo las diez de la mañana aún. Al menos podíamos hacer algo de medio día.
Volvimos a bajar por el mismo camino desviándonos unos metros por un ramal que enseguida se cerró también. Allí encontramos un punto geodésico pintado de blanco y franjas de colores y con un tornillo incrustado en la parte alta para sujetar las herramientas de medición de alturas, lo cual no había visto en ningún otro de las numerosas cumbres que lo tienen. De regreso al camino principal seguimos descendiendo hacia el coche tras haber avisado a Nati para que estuviese por allí cerca y decidir que hacer.
A las 10:45 horas llegamos a éste con la lluvia aún acompañándonos. Entre las opciones que teníamos más plausibles estaba la ruta del Faedo, alguna por la zona de Geras o un bosque que había en Nocedo de Gordón que proponía José A. Por su parte Mª Jesús también comentaba la posibilidad de irnos desde allí mismo hasta Geras por una ruta que ella ya había hecho. La ventaja de ésta era no tener que mover los coches. José A. seguía también con la idea de no hacer nada más y a Nati la daba igual, pero no iba a hacer la ruta. Preguntamos a un vecino lo que se podía tardar al otro pueblo, diciéndonos que alrededor de una hora. Yo dejé la llave de la furgoneta a Nati y a las 10:55 horas emprendimos Álvaro, Mª Jesús y yo la marcha hacía dicho pueblo. Poco después pensamos que si José quisiera podía irnos a buscar a Geras y así no teníamos que hacer la ruta inversa. Le llamamos por teléfono y se comprometió a ello.
Entre praderías transcurría este otro camino que encontramos totalmente embarrado. El mismo lo atravesaba una canalización de gas natural señalizada por postes metálicos amarillos que ya habíamos visto en la parte alta. Las escobas se encontraban totalmente floridas con colores amarillos que destacaban entre el verdor primaveral. Pasamos un alambre electrificado para el ganado, aunque sin conectar, y seguimos ascendiendo suavemente hacia la collada entre ambos pueblos y sin nombre en el mapa. Así llegamos a la pradería donde se difuminaba el camino y donde había dos ramales poco marcados. Según nos había comentado abajo el vecino, había que seguir el de la derecha ya que el otro iba a una cabaña cerrada que ya habíamos visto allí cerca, al igual que una fuente. Decidimos acercarnos aún así a ella viendo que se trataba de un refugio de piedra con buen aspecto externo y con chimenea. Adyacente había un pequeño chamizo que aproveché de refugio para cambiar las pilas de la cámara de fotos. Eran las 11:30 horas y seguía lloviendo.
Decidimos no volver al otro ramal y atajar directamente a la collada de la que nos separaban escasos 100 metros. Un sendero entre escobas nos llevó a la misma en pocos minutos contemplando el valle contiguo que ya bajaba a Geras y por el que transcurre el arroyo Ardagüelo. Por la izquierda subían las laderas de Peña Rubia.
Enseguida vimos el ancho camino unos metros por debajo y a su encuentro fuimos entre el matorral que más no nos podía mojar. Por este camino bajaban verdaderos regueros de agua que agrandaban los surcos deformando el firme del mismo. El arroyo lo teníamos varios metros por debajo y a nuestra derecha, transcurriendo el camino por la ladera izquierda del valle según nuestra marcha. Frente a nosotros, difuminadas entre la niebla, salían varias cumbres de la zona del puerto de Aralla y entre ellas creímos adivinar la del Meloita en un momento que incluso vimos algo de cielo azul en esa zona. En la parte baja del valle se veían verdes prados con ganado pastando y perros que enseguida nos comenzaron a ladrar según perdíamos altura.
A las 12:20 horas llegamos a la confluencia de valles en la parte baja. Ahora no llovía e incluso por el sur se abrían algunos claros. Tras pasar un puente enlazamos con otro camino que bajaba del norte hacia Geras paralelo al río Casares que nace en el embalse del mismo nombre. Como aún era pronto, y había dejado de llover, decidimos subir por aquel camino para ver si nos llevaba a dar vista a este embalse en el Valle de Arbás.
Encontramos en él verdaderas piscinas que sorteamos como pudimos. Por aquel valle bajaba también una línea de alta tensión marcada en el mapa. Al otro lado del río vimos el ganado pastando y el mastín que seguía ladrándonos incansablemente. Menos mal que teníamos el cauce en medio.....
Atravesamos un puente sobre dicho río cerca del cual había un corral cercado con maderas para el ganado. También cerca del camino había tapiales bajos de rocas delimitando algunas fincas. Paralelos al río subimos suavemente por aquel camino que poco a poco se difuminaba en el terreno. Llegamos a la confluencia con el valle del arroyo de Matasiete donde otros dos mastines bajaban ladrando hacia nosotros quedando luego a una distancia prudente. Desde allí el camino ya se convertía en sendero que nos llevó al lado de una pared rocosa de bonitas formaciones de aspecto oval. En una roca encontramos una colorida salamandra que ni se inmutaba al tocarla con el bastón. Estaba “de domingo”.
No tardando comenzó a cerrarse este sendero entre escobas que antes habíamos visto desbrozadas. Intentamos encontrar salida sin éxito. Ni cerca del río ni por la parte alta donde se elevaba un picacho piramidal. Según el mapa estábamos enfrente del pico del Canto de la Arenera, situado a la parte contraria del río. La referencia más fiable era el paso de la línea eléctrica sobre éste.
Con las mismas, a las 13:00 horas, decidimos emprender el regreso desde allí. Vimos cómo la salamandra se había movido unos centímetros y se había cambiado de roca. Enlazamos con el ancho camino en la confluencia de valles y atravesamos el puente minutos más tarde. Se me había olvidado apuntar que había otro desvío de este camino y que el ramal se internaba por la ladera del valle de La Collada, que sale casi enfrente al de Matasiete tras pasar este puente, viniendo de arriba.
De nuevo hablamos con Nati, que ya estaba en Geras, y nos dijo que José Antonio había salido a nuestro encuentro. Al llegar al cruce con el camino de Folledo vimos algunas huellas recientes en esa dirección. Cuando iba a llamarle por el móvil le vio bajar Mª Jesús ya a pocos metros de donde estábamos. Ya juntos pasamos un tramo estrecho entre dos picachos y muy cerca del río Casares, que bajaba con bastante caudal. En este último trayecto antes del pueblo había algo de arboleda.
Por fin divisamos Geras cuando comenzaba a cerrarse de nuevo por encima de nosotros. A las 13:45 horas entrábamos en el pueblo deteniéndonos en una fuente con pilón a lavar un poco las botas y polainas. Estando allí comenzó de nuevo a pintear y sin demoras nos encaminamos hacia el bar donde estaba Nati y hacia el que ya había ido José. A las 14:00 horas terminamos la ruta en este lugar donde tenía la furgoneta.
En los servicios nos cambiamos y luego tomamos un refrigerio. Para comer decidimos también los tres acercarnos hasta el pórtico de la ermita del Cristo, a la entrada del pueblo, en la que ya otra vez habíamos estado. Allí tranquilamente comimos y sacamos unas fotos en secuencia a las que ya puse una música acorde en el videomontaje. Ah!, como tengo la cámara aún estropeada, tengo que sujetar el botón de encendido para que se mantenga, así que le pongo un celo con una pequeña piedra o similar haciendo presión. Como con el agua no me pegaba el celo, no podía hacer fotos con el automático, así que con la punta de un imperdible metido entre el botón me lo sujetaba. Con el móvil saqué una foto de la cámara. Mañoso que es uno. Estando allí comenzamos a escuchar los truenos de tormenta.
Terminada la comida regresamos al bar, abarrotado de gente que también va a comer, y allí tomamos un café relajadamente. Luego hicimos las cuentas de la salida y a las 15:50 horas emprendimos el regreso a la capital. La lluvia seguía cayendo y nos acompañó casi todo el camino de vuelta. Hacia León se veía más abierto, aunque no despejado. Era curioso ver grandes columnas de agua caer sobre el valle de Lorenzana, Cuadros, etc. A las 16:30 horas llegamos al punto de salida de la mañana. Allí quedaron los compañeros y acerqué a Mª Jesús a casa antes de terminar el viaje en la mía minutos más tarde.
Sin duda un día pasado por agua como pocos, pero que al final, y hablo personalmente, fue aprovechado al máximo y disfrutado todo lo que nosotros quisimos, al menos algunos. A ver si en las próximas semanas podemos hacer la de Peña Beza, siempre y cuando aseguremos buen tiempo.