jueves, 24 de abril de 2008

MIRO DE TEJEDO Y BRAÑAS DE BUENVERDE - (Villablino) 23-04-08

 


1ª ASCENSIÓN AL “MIRO DE TEJEDO” Y 2ª TRAVESÍA “BRAÑAS DE BUENVERDE”.

23-04-08            (Miércoles)

Una vez mas la climatología nos ha hecho aplazar la ascensión a Peña Labra retrasada de este pasado domingo. También la del pico Cerroso, cumbre que no alcanzamos en enero pasado y que no tiene muy clara la ascensión sin ser conocida y con mal tiempo reinante como el que últimamente tenemos. Al final, como hicimos en la última excursión, improvisamos el destino en la salida resultando al final todo un éxito.
A las 7:30 horas nos reunimos en Guzmán los 7 participantes apuntados para esta salida: Cundi, Irene, Álvaro, Adelino, Vicente, Nati y yo. Viendo el cielo cubierto por completo y casi a punto de llover, decidimos allí mismo, entre varias posibilidades, ir hacia Villablino y hacer la travesía de las Brañas de Buenverde, ruta realizada en el Encuentro de Montañeros de 2006.
Emprendimos el viaje en mi coche y en el de Adelino. Por la carretera de Caboalles llegamos a La Magdalena donde cogimos el desvío hacia Omaña. A ratos llovía y otros parecía que quería abrir, aunque al llegar a Villablino a las 9:30 horas estaba cerrado y lloviendo copiosamente. En un bar decidimos tomar un café y hacer un poco de tiempo a ver como evolucionaba. Otra posibilidad era la ascensión al Cueto Nidio, también pendiente del pasado año.
Cuando salimos había cesado un poco la lluvia. Con los coches nos acercamos hasta el polideportivo donde habíamos comenzado y terminado la ruta del Encuentro de Montañeros. Allí nos encontramos con un camino cortado y decidimos dar la vuelta y acercarnos un poco mas al valle por el que se subía y evitar unos cuantos metros de camino hasta el mismo. Avanzamos por la carretera hacia el polígono industrial aparcando en las cercanías del matadero municipal. Aquí nos preparamos para la ruta mientras la lluvia seguía cayendo algo más suave. Eran las 10:00 horas.
De una rotonda salía un ramal que indicaba “Senderos de Laciana. Villablino – La Collada 15 Km.” Lo cogimos ya sabiendo que esa no era la ruta prevista, pero sí iba en la dirección correcta. Salimos a un camino por detrás del matadero llegando a un puente sobre el río Caboalles que atravesamos. Con dirección oeste continuamos por aquel camino paralelo al río hasta que nos fuimos metiendo en el valle del arroyo Reguera trasversal a éste. Dejamos atrás una fuente y el desvío de la ruta que antes habíamos visto. Por la izquierda caían numerosos chorros de agua de la ladera que atravesaban el camino para seguir su curso valle abajo. Aunque se abrían algunos claros, el valle se estaba ahora cerrando por la niebla.
Tras entrar en el valle lateral comenzó a empinarse la pendiente. El camino se volvió pedregoso con grandes losas lisas en algunos tramos. Ya habiendo cogido altura vimos en el cauce del arroyo que bajaba por nuestra derecha una gran cascada. Hacia ella bajaba un sendero estrecho y muy empinado por el que se decidió a bajar Vicente. Le dejé la cámara para que me sacase un vídeo de la misma. Las mujeres habían ido quedando atrás caminando muy tranquilamente. Estuvimos un rato allí mientras bajaba y subía Vicente y no nos alcanzaron. Unos metros más adelante el camino daba un zigzag para volver a empinarse cuesta arriba por el mismo firme de piedras enlosadas donde había que tener precaución para no resbalar.
Así alcanzamos las brañas de Chuburnial a las 11:30 horas. El podómetro marcaba 1,400 Km. Se trataba de un conjunto de seis o siete cabañas muchas de ellas en ruinas. Álvaro se había adelantado y estaba en una de ellas usada como cuadra para el ganado y pajar. En esos momentos llovía de nuevo y nos resguardamos en ella. Por el móvil contacté con las compañeras que ya nos estaban viendo desde el camino. Las esperamos y al llegar nos hicimos una fotos de grupo. Desde allí había una bonita vista del valle de subida con Villager al fondo. La cabaña en la que estábamos había un grabada una fecha de 1895 en el dintel de la puerta.
Retomamos la marcha 45 minutos mas tarde por el mismo camino que allí cambiaba de rumbo. A escasos metros encontramos una fuente con la inscripción “tseburnial” en letra muy rustica y un enorme árbol cuya especie no puedo concretar. Unos metros mas arriba nos cruzamos con un joven que llevaba un bonito perro y estuvimos un rato charlando con él. Retomando la marcha por el camino nos encontramos entre algunos ejemplares de acebos. Tras dar algunos giros más nos situamos en la ladera Este teniendo una bonita vista de Villablino bajo nosotros.
En el camino comenzamos a encontrar trozos nevados con nieve a medio derretir. Echando la vista atrás contemplamos a lo lejos la cumbre del Cueto Arbas, en el puerto de Leitariegos, en cuyas laderas podían distinguirse los remontes de la estación de ski. Ya con las brañas de Buenverde a la vista nos desviamos Adelino y yo unos metros hacia un mirador excepcional sobre Villablino. Allí nos sacamos unas fotos con esta villa de fondo y con las brañas por otro lado. Álvaro y Vicente ya se habían adelantado y les veíamos en una de las cabañas. Las compañeras se habían quedado un poco por detrás. Eran las 13:15 horas y llevábamos 1,800 Km.
Cuando llegamos a la cabaña cinco minutos después ya estaban preparando la chimenea para hacer lumbre. Álvaro se afanaba en desalojar el agua que se colaba justo por debajo de la chimenea al quedar el suelo por debajo del nivel trasero del terreno. Enseguida atroparon leña por los alrededores, aunque estaba mojada. Para prender usamos una pastilla enciende-fuegos y Adelino le echó aceite por encima. Con eso y algunos papeles conseguimos que prendiese. La cabaña era amplia y había víveres en las estanterías. Unas escaleras subían a una buhardilla que hacía de dormitorio. Abajo había una amplia mesa y bancos donde nos acomodamos para comer.
Mientras reponíamos fuerzas comprobamos como se iba despejando el día y los claros ya superaban a las nubes. Mirando por una ventana hacia el norte podíamos ver las cumbres del Muxiven y el Cornón. Las ventanas eran de madera con cierres exteriores también de madera. Pues bien, conseguí sacar una foto del Cornón con el cuarterón en primer plano quedando una imagen como las sacadas en los Alpes desde una típica cabaña montana.
Como vimos que el día abría, nos decidimos los cuatro “maridos”, como alguna nos denominó, a seguir subiendo unos metros más por el camino hacia la collada del Cordal. No llevábamos ningún mapa, aunque la ruta la había hecho yo al contrario en el ya nombrado Encuentro de Montañeros. Salimos a las 14:40 horas de las cabañas dejando a un lado un bonito lago. Apunto también que en aquella ocasión nos habíamos encontrado aquel lugar lleno de caballos pastando la verde hierba de aquel pequeño paraíso. Ahora se encontraba totalmente desierto y moteado por numerosos neveros.
El camino se encontraba totalmente cubierto de nieve con un espesor de unos 10 centímetros. A ambos lados teníamos un bosque que subía por la ladera izquierda y descendía hasta el arroyo de la Reguera, que nos volvía acompañar desde poco después de dejar las brañas. Los árboles tenían ramas y troncos cubiertos de musgo y líquenes y unas formas realmente retorcidas. La pendiente era mucho más suave que el primer tramo y poco a poco fuimos viendo la collada al fondo. Antes de llegar a ella salimos a un descampado donde, no sé por qué, abandonamos el camino y nos echamos por la ladera con fuerte pendiente y cargada de nieve. Al llegar a la collada vimos el hito geodésico en la cumbre del pico a nuestra izquierda. Eran las 15:45 horas y el podómetro marcaba 3,500 Km. Nos quedaban 200 metros de desnivel por subir y la pendiente no se veía muy fuerte. Desde Villablino habíamos subido unos 500 metros hasta las brañas y otros 150 m. al collado.
Cogimos entonces una loma nevada por la que fuimos ganando altura cómodamente entre algo de matorral bajo. Desde ella ya veíamos el valle contrario que baja a Tejedo del Sil con el pueblo al fondo. También numerosas cumbres hacia la zona de Ancares y el Bierzo. Al otro lado de la collada teníamos la peña Carraceo tras la cual asomaba ahora el Cueto Arbas de Leitariegos.
Tras subir un corto repecho de fuerte inclinación, solo nos restaban unos pocos metros para alcanzar la cumbre. A la misma llegamos cuando eran las 16:30 horas y marcando el podómetro 4,400 Km. La vista era espectacular desde aquella altitud de 1845 metros. Infinidad de cumbres nevadas rodeaban el amplio paisaje que abarcaba las comarcas de Babia, Omaña, Bierzo, Ancares y Laciana, donde nos emplazábamos. No se veía Villablino, oculto por el mismo macizo que bajaba coleando hacia él, aunque sí otros pueblos del mismo valle mas al Este. Justo por debajo de la falda de este lado, que caía casi vertical, vimos las Brañas de Arriba, a las que llegaba un camino desde la parte de Villablino. Precisamente el borde que caía por esa parte tenía una cornisa de nieve a la que convenía no acercarse demasiado.
En el buzón dejamos nuestra tarjeta y recogimos un par de ellas. En un cuaderno escribimos unas letras como testimonio. En una placa remachada al buzón se podía leer el nombre del pico, su altitud así como el grupo que la colocó, “Peña Rubia” en 1989. Nos sacamos unas fotos de grupo y a las 17:25 horas emprendimos el descenso.
Optamos ahora por hacerlo siguiendo el cordal hacia el norte para bajar a coger el camino que iba a las brañas. Pensábamos que nos llevaría mas directamente a Villablino. Si hubiésemos tenido mapa comprobaríamos que no era así.
Siguiendo el cordal cargado de nieve, en algunos lugares hasta un metro, fuimos perdiendo altura mientras teníamos una bonita vista hacia atrás con el sol reflejado en ella. Bajando esta pendiente hice una llamada a mi hermana. Los demás me cogieron ventaja y eché una carrera para alcanzarles. Así llegamos a un punto desde el que pudimos ver justo debajo de nosotros las brañas de Buenverde. Pocos minutos después llegamos al final del cordal desde donde bajaba la pendiente hacia el camino. La ladera estaba moteada por una plantación de árboles cubiertos por tubos plásticos como protección. Desde aquel punto veíamos todo Villablino y girando 180 grados el pico Miro. Frente a nosotros se alzaba también la cumbre del Cueto Nidio y toda la ruta de ascensión que hace años hicimos hasta él desde Rabanal de Arriba. Al lado de este pueblo se podía ver el embalse de Las Rozas.
Ya por el camino, también cubierto de nieve, fuimos bordeando el macizo por el norte. Por una parte íbamos convencidos de que podía ser el camino que marcaba la ruta “Villablino – La Collada”, que salía del que habíamos usado para subir. Había quien decía que terminaríamos en las brañas de Buenverde, lo que a mí no me convencía mucho. Atravesamos un bosque donde la nieve, el sol y la arboleda formaban una auténtica postal. Álvaro se enfiló y echó a correr cuesta abajo dejándonos atrás al resto.
Para sorpresa mía, vemos aparecer de pronto frente a nosotros y algo por debajo dichas brañas. Ahora, con el sol del atardecer, en medio de una pradera verde salpicada de neveros, creaban un marco de incomparable belleza. Yo atajé hacia ellas y estuve sacándome fotos aprovechando una estaca como base. No se parecía en nada al paisaje que habíamos visto por la mañana más nublado y casi todo cubierto de nieve. Eran las 18:50 horas y llevábamos 7,700 Km.
Enlazamos con el camino por el que habíamos subido y en el que apenas quedaba nieve tampoco. La pandilla con la que bajaba volvió a hacer de las suyas atajando en todos los recodos del camino siguiendo al cabecilla de la revolución: Álvaro, al que pedí su identificación para sancionarle posteriormente. El buen humor que no falte.
Así llegamos a las brañas de Chuburnial cuando eran las 19:10 horas. Allí nos dejó de dar el sol y el valle se oscureció considerablemente. La pendiente del camino se hizo más pronunciada y se llenó de piedras pizarrosas. Precisamente con una de ellas resbalé al girarme para sacar una foto dándome una buena culada y además mojándome todo el pantalón y la sudadera con el agua que corría camino abajo. Por debajo dejamos la gran cascada y luego el desvío del camino por el que pensábamos regresar.
Ya en valle principal de Villablino volvió a lucir el sol dando un bonito tono rojizo al paisaje. Atravesamos el caudaloso río Caboalles por un puente y en pocos minutos entramos en el polígono industrial de La Argaxada. A las 20:00 horas, tras 12,000 Km recorridos, llegamos a los coches. Allí nos cambiamos y por el móvil localicé a las compañeras que estaban en un bar cercano. Al lado de la furgoneta estaba una bolsa con plantas y flores que habían cogido.
Cuando llegaron al cabo de escasos minutos nos acomodamos en los coches y a las 20:25 horas emprendimos el regreso a León. A la salida de Villablino paré un momento para sacar una foto del macizo del Miro, ya que el pico no era visible desde allí. El viaje lo hicimos también por la carretera de Omaña. Ya en La Magdalena paramos en un hotel-restaurante que regenta el hermano de Vicente y allí tomamos una consumición e hicimos las cuentas. De nuevo en marcha fuimos avanzando hacia León donde llegamos poco antes de las 22:30 horas.
Finalizamos de esa forma una nueva actividad del club de montaña “Cumbres de León”. De nuevo la improvisación por causa de la climatología dio buen resultado ya que al final lo que cuenta es hacer algo aunque no esté programado.






























lunes, 21 de abril de 2008

VALLE DE ARBÁS 20-04-08

 


2ª TRAVESÍA “CASARES DE ARBÁS-COLLADO GISTREO-VIADANGOS-CASARES DE ARBÁS”.

20-04-08       (Domingo)

La climatología invernal de estos días no ha hecho modificar los planes que teníamos para esta jornada, que no eran otros que la ascensión a Peña Labra, en Palencia. Improvisamos entonces una ruta que les propuse y que había hecho yo hace cuatro años en la zona del Valle de Arbás marcada por “Cuatro Valles” y que transcurre entre Casares de Arbás y Viadangos.
A las 8:30 horas quedamos en reunirnos en Guzmán los seis participantes que íbamos. Poco antes de salir hacia allí recibí la llamada de Antonio para decirme que no iba, por lo que se reducía el número a cinco. En Guzmán me reuní con Adelino, Roberto, Álvaro y Vicente. A esa misma hora salía una excursión de la Delegación de Montañismo a la que iban algunos socios del club.
Con el cielo nublado y casi escapándose la lluvia emprendimos el viaje por la nacional hacia Villamanín. Aquí nos desviamos para entrar al Valle de Arbás llegando poco después a Casares donde aparcamos tras 60 Km. Allí estaba cerrado por completo y llovía. Las nieblas cubrían todas las cumbres del valle aunque no habían bajado al mismo. En el pórtico de la iglesia nos cambiamos y preparamos para la ruta decidiendo luego tomar un café en un bar cercano. En él tenía una bonita foto aérea de todo el valle.
Poco después de las 10:00 de la mañana emprendimos la marcha saliendo de Casares (1320 m), por una calle frente a la iglesia que desembocaba en un camino. En él vimos una señal de la ruta en la que indicaba a Viadangos 8,5 Km en 3 horas. El camino comenzó a ascender suavemente por encima del arroyo casares y paralelo a él. Junto al cauce vimos los restos de lo que podía ser un antiguo molino. El camino se encontraba embarrado por la lluvia que seguía cayendo incesantemente. Comenzamos a ver también algunos neveros en las laderas y cascadas en el arroyo, algunas considerables. Vicente bajó a sacar una foto de una de ellas. Algo por encima había un puente de cemento.
Sin abandonar el camino y siempre por la margen derecha del arroyo, fuimos ascendiendo por aquel estrecho valle acercándonos cada vez más al nivel de la niebla. Ya situados justo al final del macizo de Las Tres Marías por su parte Este, vimos las laderas completamente cubiertas por la nieve. También por la derecha, en la Sierra del Turrón, se acumulaba la misma. El camino zigzagueaba por el valle llevándonos hasta las inmediaciones de una caseta situada bajo las escarpadas laderas del macizo comentado. Allí el paisaje era totalmente invernal. La niebla casi se cerraba por completo y el terreno estaba cubierto por una capa de nieve no muy gruesa pero sí uniforme. Por un puente pasamos el arroyo para acercarnos al refugio cerca del cual vimos también un corral de ganado. Eran las 11:00 horas y llevábamos 1,800 Km.
Este refugio tenía unos 12 m2 y era de piedra y teja. En el interior había una chimenea con leños al lado y en unas estanterías vimos algunas latas de conservas y otros alimentos. Dos caballetes y un tablero hacían de mesa y había algunas sillas. En la puerta había un papel donde algunos visitantes habían dejado su reseña como también nosotros lo hicimos. Hasta una dentadura postiza encontramos en un bote.
Quince minutos después retomamos la marcha por el mismo camino cubierto de nieve. Entre la niebla comprobamos como eran de escarpadas las paredes que caían desde las Tres Marías hacia el valle. Algo mas arriba vimos una panorámica del valle totalmente cubierto por la niebla a media altura y nevado. Era una auténtica estampa invernal. Tras subir unos 300 metros desde la cabaña, el camino dio un giro completo cambiando de dirección de N a SE. La nieve ya abundaba en el mismo, aunque se avanzaba cómodamente. Por el lado izquierdo teníamos matorrales cubiertos también de nieve formando una foto navideña. Tras volver a cambiar el rumbo a norte, alcanzamos la collada de Gistreo, 1628 m, a las 11:40 horas y después de 2,300 Km. Ni que decir tiene que la vista era nula desde allí.
Hacia el norte comenzaba a extenderse un bonito pinar por el que teníamos que bajar. En esos momentos la lluvia se había convertido en nieve copiosa. Aprovechando una estaca de la ruta como base nos sacamos unas fotos de grupo allí mismo antes de internarnos en el bosque donde el camino sí que tenía abundante nieve. Como apunte anoto que la vez anterior estaba aún con más nieve y algunos se hundían tanto que no podían salir.
Aquel tramo resultó especialmente bonito por lo ya comentado. Era una auténtica postal navideña e invernal la que nos rodeaba. Entre los pinos corrían algunos riachuelos que mejoraban más si cabe dicha vista. Siguiendo el camino nos llevó a un cruce con otra pista que venía de abajo y seguía valle arriba. Una estaca en esta última dirección nos guió hacia allí viendo en ella otra flecha que nos metía de nuevo en pleno bosque. Por él, mas que seguir la ruta, íbamos guiándonos por la intuición. Las señales escaseaban y de vez en cuando encontrábamos alguna. En los troncos vimos pintadas que también nos iban guiando por la senda tapada de nieve. En este tramo tropezó Álvaro y cayó al suelo envuelto en el poncho que llevaba puesto. Hasta él se reía del suceso.
Ya bastante abajo nos situamos al lado del arroyo principal, el de Viadangos. En esos momentos se abrían algunos claros y pudimos ver las cumbres del fondo del valle. En el arroyo caía una cascada curiosa a la que nos acercamos en su parte alta. Allí mismo pasaba un sendero el arroyo, pero no le dimos importancia. Continuamos por el bosque sin encontrar ninguna marca más de la ruta. Tuvimos, eso sí, una bonita vista de la cascada desde la parte baja.
Así caminamos un rato hasta que Álvaro, que iba por delante, nos comentó que se cerraba el paso y no se podía seguir. Tampoco podíamos pasar allí el arroyo, ya que estaba encajonado y era muy complicado. Echando una vista a la parte contraria vimos un camino por encima y una estaca en él. Tuvimos que retroceder hasta lo alto de la cascada y pasar el arroyo subiendo el sendero que antes habíamos visto y que nos situó en el camino de la ruta.
El sol seguía luciendo entre las nubes que corrían del oeste. Ahora teníamos una bonita vista de la cabecera del valle con las cumbres despejadas. Por el norte cerraba el mismo la sierra del Cueto Negro, en la que se emplaza la estación de ski de Pajares y que es límite provincial con Asturias. Por el sur corría la de Chagos que se unía a la anterior en la cabecera del valle.
Por dicho camino descendimos suavemente con dirección a un refugio que ya veíamos y en el que también la vez anterior paramos a comer. A las 13:00 horas llegamos a la altura de éste marcando el podómetro 4,5 Km. Comparando las fotos de los dos refugios, podría decir que eran casi idénticos en tamaño y construcción. Dentro del mismo había una chimenea, varias sillas, una mesa, una especie de sofá y estanterías con latas de conserva, licores, y otros alimentos de larga duración. También algunos cuadernos con apuntes hechos por otros montañeros. Vimos igualmente una visera, un sombrero de cowboy, con el que nos sacamos unas fotos, unas gafas, y varias cosas mas de dudosa utilidad.
Enseguida atropamos leña aprovechando un matorral seco cercano y Adelino prendió lumbre. Yo me quité las polainas y el pantalón de agua para que secase. Colgada de un gancho había una cazadora totalmente destrozada que echamos al fuego dando un olor fuerte a “cerdo” quemado que por suerte se fue enseguida. Aprovechamos el calor para secar algunas prendas húmedas. Dejamos una tarjeta de cumbres bien visible pidiendo por favor su devolución. Antes de marchar, Vicente se acercó a por agua con un cubo y limpió el suelo con una vieja fregona que allí había. Dejamos también la leña sobrante dentro para que fuese secando.
Eran las 15:00 horas cuando retomamos la marcha tras comer y disfrutar un rato en aquel refugio. El camino pasaba el arroyo algo más abajo y lo tuvimos que hacer por las piedras. Por nuestra derecha subían las laderas de pinares. Apenas había nieve en el fondo del valle y solo pisamos algunos neveros. Mas adelante el camino se unió a otro que venía del pinar y que transcurría a media ladera. Por él habíamos visto pasar unos quad estando en la caseta.
Al otro lado del arroyo vimos pastando varios caballos. En un sendero me pareció ver una señal de la ruta, que no veíamos en el camino que llevábamos. Por la ladera contraria caía una gran cascada de cola de caballo. Allí daba un giro el valle de 90 grados dirigiéndose ahora al sur. Mas adelante el camino atravesaba un puente de cemento tan bajo que el agua se colaba mas por arriba que por abajo. Era imposible atravesarlo, por lo que tuvimos que volver a usar las piedras para pasarlo. Unos metros mas adelante encontramos una pequeña presa que hace cuatro años estaban construyendo. Unos metros más adelante vimos un curioso merendero. Tenía una mesa formada por dos piedras, una sobre otra, y cuatro más de sillas alrededor. Algunas de las nubes que pasaban dejaban escapar gotas de lluvia de vez en cuando.
No tardamos en contemplar de frente la bonita silueta blanca del Fontún. Era una vista realmente espectacular verlo completamente nevado y con un fondo de cielo oscuro. El camino transcurría ahora entre prados con acequias que recogían el agua para el riego estival. Llegamos a una bifurcación donde uno de los ramales atravesaba el arroyo y otro, menos marcado, seguía por la misma margen. Optamos por seguir este último y enseguida vimos una estaca de la ruta. Una de dos, o no pusieron las marcas donde debían, o las han ido quitando. De nuevo vimos cómo se cerraba el cielo de nubarrones encima de nosotros y comenzaba a llover de nuevo. Hacia atrás contemplábamos ahora la parte alta de la estación de ski de Pajares iluminada por el sol.
Así entramos en Viadangos de Arbás, (1300 m) cuando eran las 16:25 horas y tras 8,500 Km. Al otro lado del arroyo se veía el cementerio de la localidad. Nada más entrar vimos una señal que nos indicaba la dirección de la ruta que salía del pueblo sin apenas atravesarlo. En vez de seguir esta indicación, nos encaminamos hasta el centro del pueblo donde encontramos un centro de turismo rural donde entramos unos minutos para tomar un refrigerio. Reconozco que un poco como recochineo, llamé a Antonio para decirle lo que se estaba perdiendo por no ir.
Media hora estuvimos allí antes de retomar el último tramo de la ruta. Atravesamos el arroyo Viadangos y pasamos al lado del cementerio. Una señal nos indicaba a Casares 4,5 Km. en 1h 30m. El camino iba con dirección paralela al mismo por el que habíamos llegado al pueblo. Al lado del mismo había un pilón con una fuente. Unos metros más adelante se bifurcaba. Unos de ellos seguía por el valle siendo el ramal que a la ida nos habíamos encontrado mas más marcado. El otro comenzaba a ascender por la ladera siguiendo la ruta.
Poco a poco fuimos ganado altura entre las sierras del Turrón y la de Cangas, que daba paso al Valle de Arbás. El camino serpenteaba para evitar la fuerte pendiente de la vaguada. A los compañeros les dio por atajar en un recodo y al final les seguí, no sin antes llamarles de todo. Bueno, casi de todo. Eso sí, les dije que les iba a poner verdes en este resumen. Así que esos cacho........... me hicieron subir por una ladera de hierba empinada para al fin y al cabo ganar nada de tiempo.
Echando la vista atrás pudimos disfrutar de una vista espectacular de Viadangos con Peña Lasa detrás y el Fontún a la derecha. Bajo éste podíamos ver ahora también parte de Villamanín. A al Norte del Fontún salía la cumbre de otro pico que bien podía ser el Bodón de Cármenes. En medio de la ladera vimos otra fuente con pilón. En ese tramo estuve hablando con mi hermana por teléfono.
Así alcanzamos el collado Sierra del Turrón con 1430 metros entre los dos valles, el de Arbás y el de Viadangos. Eran las 17:45 horas, llevábamos 11 Km. y en esos momentos lucía el sol entre las nubes. La vista era amplia ahora y pudimos ver hacia atrás incluso creo que la cumbre del Brañacaballo. Hacia el Valle de Arbás teníamos una panorámica de postal. Todas las cumbres se mostraban despejadas, desde Las Tres Marías, Ortigal, La Brazosa y Barragana así también otras mas alejadas como la del Cerro Pedroso, Llamargones o el Feliciano. A nuestra derecha teníamos la cumbre de Peña Muerca y a la izquierda la del Turrón. En el fondo del valle podíamos ver Casares y Cubillas de Arbás.
Comenzamos a descender siguiendo el camino que antes se había perdido. La vista de Las Tres Marías allí al lado era realmente impresionante. De nuevo, no sé porqué, se fueron saliendo del camino marcado hacia las laderas. Poco más adelante se reunieron mirando al suelo. Habían visto un escarabajo de un color azul turquesa en cuyo vientre llevaba cientos de huevos pegados.
Retomamos el camino allí cerca y por él salimos a la carretera a un kilómetro escaso de Casares de Arbás. Antes de entrar en él nos sacamos una foto de grupo con las Tres Marías de fondo. Por el Oeste comenzaba a cerrarse de nuevo el cielo. A las 18:45 horas llegamos al pueblo tras haber recorrido 13 Km., los mismos que marcaba el mapa de ruta.
Justo en esos momentos se echaba a llover débilmente. Yo me acerqué hasta el portalón de la iglesia donde me cambié toda la ropa. Cuando emprendimos el viaje a las 19:10 horas llovía con fuerza y las cumbres estaban entre niebla. Optamos por subir hasta el túnel entre los dos valles para tener una vista amplia de Arbás. Pasamos por Cubillas y subimos hasta este punto donde ya no llovía. Allí nos detuvimos unos minutos para ver el valle y charlamos con un par de jóvenes de la zona. Continuamos el viaje y decidimos volver por la collada de Aralla en vez de por el pantano. En dicho puerto nos detuvimos y entramos en el bar a tomar un refrigerio. Allí estuvimos desde las 19:50 h. y las 20:15 h. A continuación emprendimos el descenso del puerto hacia La Pola de Gordón. Al lado de la carretera vimos un par de bonitos caballos. Ya por la nacional fuimos avanzando sin novedades hacia la capital. A las 21:15 horas entramos en León donde dejé a los compañeros y seguidamente llegué a casa.
Un acierto tuvimos con este cambio realizado de última hora. Sin que la climatología fuese totalmente apacible, nos dejó disfrutar de una grata jornada en una ruta improvisada.