domingo, 30 de abril de 2006

"CUBIL" Y "BRAÑAS DE CALDAS DE LUNA" 30-04-06

 


1ª ASCENSIÓN AL PICO “CUBIL”. 1ª TRAVESÍA POR LAS “BRAÑAS DE CALDAS”.

30-04-06       (Domingo)

Segundo fin de semana consecutivo de salida a la montaña. En esta ocasión para realizar una actividad particular improvisada a última hora. En la misma participamos cuatro personas, José Antonio, Luis y yo acompañados por Antonio, un amigo del primero con quien ya salí en otra ocasión en una excursión del colegio de las Teresianas.
A las 8:00 horas del domingo nos reunimos los cuatro en Guzmán donde José Antonio nos propuso esta marcha que aceptamos. En mi furgoneta emprendimos el viaje hacia La Magdalena donde entramos en la autopista para evitar el pantano de Luna. Así llegamos a la salida de la gasolinera de Caldas de Luna donde abandonamos ésta para continuar por una pista de tierra hasta las cercanías de un depósito de agua a escasos metros de la entrada del túnel del Negrón que comunica la autopista entre León y Asturias. La altitud allí era de 1250 m.
A la sombra de este depósito aparqué la furgoneta y nos preparamos para la marcha que comenzamos poco después de las nueve de la mañana. Por el camino que llevábamos seguimos unos metros atravesando el arroyo de Cacabillos, encauzado muy estrechamente en un canal de piedras. No tardando se nos terminó la pista y no vimos por donde continuar. La ruta está señalizada como “Las Brañas de Caldas” dentro de la denominación de “Cuatro Valles”, pero comenzaba mucho antes de donde habíamos dejado el coche y seguramente transcurría por la parte alta de la izquierda. Sin pensarlo nos metimos de lleno en el bosque de robles con pendiente bastante pronunciada en busca del sendero que suponíamos iba por la parte alta. El contraste del verdor del suelo era alto comparado con los troncos aún sin brotar en esta tardía primavera.
Unos 15 minutos después de meternos en el bosque encontramos la senda bien marcada y no tardamos en llegar a una especie de paso pedregoso por el que “trepamos” hasta alcanzar una collada, (1350 m), donde tuvimos la gran panorámica del valle de Lavén en el cual vimos las primeras brañas. Allí paramos unos minutos para admirar este bello paisaje verdoso delante del cual nos sacamos una foto de grupo.
Por un empinado sendero entre piedras, al lado del cual vimos un nido de numerosos gusanos peludos, descendimos hacia dicho puerto. La vista era realmente bonita dado que estábamos además en la estación adecuada para disfrutar del colorido intenso de las praderías. Ya bastante abajo cruzamos un arroyo que formaba un rincón destacado en la ruta. Siguiendo la senda alcanzamos la primera braña marcada como Braña de Lavén. La edificación era grande y de piedra, pero la habían “estropeado” al reformarla con ladrillos en su parte alta quitándole todo el valor antiguo. Cerca de la misma vimos los restos de lo que había sido otra braña y de la que solo quedaban cuatro piedras en pie. No ocurría lo mismo con la siguiente que encontramos y en la que entramos para reconocer. Estaba dividida en cuatro habitáculos en los cuales había troncos y tablas de madera, un camastro, paja y varios cacharros ya envejecidos y rotos. Fuera se encontraba una friera, una pequeña cueva en el terreno con piedras alrededor y con agua en la que se ponía la leche para su conservación.
Continuamos caminando por la ladera izquierda del valle pocos metros por encima del fondo del mismo. José Antonio, como es habitual, comenzó a subir hacia la parte alta seguido por Luis. Este último volvió enseguida, pero José quedó por arriba. Tras un rato de espera nos pusimos de nuevo en marcha por el sendero señalado hasta salir a un ancho camino que venía de arriba y del cual salía un ramal hacia otra braña a la que nos acercamos. Ésta estaba cerrada y en bastante buen estado tras una reforma que se veía en el tejado con tejas nuevas y paredes con buenas piedras. A su orilla había una bañera a la que caía un chorro de agua por un tubo procedente de algún manantial de la parte alta. Allí nos unimos con José Antonio que venía por el camino mencionado antes. Por éste mismo avanzamos siguiendo las señales de madera que de vez en cuando encontrábamos. Así llegamos al cruce de la pista con el arroyo Cacabillos. Atravesamos éste por una piedras y abandonamos el camino que seguía dando la vuelta al valle hacia otra collada para bajar por otras brañas al comienzo de la ruta. Luego recorreríamos este tramo.
Como digo, dejamos el camino y entramos en un sendero paralelo al arroyo en cuyo cauce vimos una bonita cascada. La pendiente se había acentuado ligeramente pero se hacía cómoda de subir. Poco a poco fuimos ganando altura y salimos de la parte angosta hacia otro ancho valle rodeado de cumbres, entre ellas la del Cirbanal, oculto hasta ese momento por las lomas de nuestra izquierda. Por la derecha, y desde que comenzamos, nos venía acompañando el macizo del Negrón, cuya cumbre más alta, 1904 m, se encontraba por encima de nosotros en ese momento. Hacia una collada situada al final de dicho macizo nos dirigimos siguiendo el sendero entre matorral bajo, pradera y turberas de esponjosa hierba bajo la cual bajaban numerosos regatos. De nuevo la amplia vista del valle nos llenaba de plenamente de deleite y satisfacción.
Ascendiendo hacia dicha collada me rezagué un poco y algo más adelante vi a los compañeros parados y mirando al suelo. Pues bien, lo que observaban no era otra cosa que a una culebra de aproximadamente un metro de longitud enroscada entre el matorral. Al acercarle un palo se tiraba a morderlo. Esas culebras, aunque pequeñas, suelen ser venenosas. Continuamos avanzando sorteando numerosos arroyos y algunas lagunillas en las que vimos gran cantidad de huevos de ranas y renacuajos.
A las 11:25 horas alcanzamos el collado situado al final del Negrón, a una altura de 1600 m, y desde el cual se podía contemplar la salida del túnel de la autopista por la parte asturiana a varios metros por debajo de nosotros. Igualmente teníamos de frente la estación de ski de Pajares así como las cumbres del Tres Concejos, Cellón y otras varias cercanas a esta estación. En este collado estuvimos una media hora antes de ponernos en marcha de nuevo. Seguimos un sendero por la ladera norte de las cumbres que caían hacia Asturias, en cuyo límite nos encontrábamos. Viendo que éste bajaba, decidimos atajar por la empinada pendiente hacia la parte alta por la que seguía otra senda en la que entramos. Ésta continuaba circunvalando el valle entre escobas y trozos de terreno quemados. En este tramo nos cruzamos con un grupo de siete personas que venían desde la zona de Casa Mieres y el puerto de La Cubilla.
Cuando llegamos justo a la parte contraria de la entrada del valle vimos como se abría otro paso por el que bajaba el arroyo principal y el sendero se metía siguiendo el curso del mismo. En pocos minutos entramos en otra bonita vega desde la que también se podía contemplar el puerto de Pajares. En ella vimos como el agua había formado hondos surcos y algo bastante curioso digno de mencionar. De una ladera bajaban varios de estos cauces que, partiendo del mismo lugar, tomarían rumbos diferentes. Mientras que unos caían hacia la parte de Asturias y por ello su destino final sería el Cantábrico, otros seguía valle abajo por la vertiente leonesa para ir a parar al pantano de Luna y de éste, a través de varios enlaces más hasta el Atlántico. Observando esto se puede comprobar lo que hacen unos escasos centímetros de diferencia.
Tras pasar por unos floridos prados llegamos a lo alto de otra collada, 1700 m, desde la cual tuvimos una vista espectacular de las Ubiñas y su entorno. Como ya era la una de la tarde, optamos por buscar un lugar para comer. José Antonio, por no variar, se había separado a su bola. Nosotros continuamos ahora ladeando la cara noroeste del pico Cubil hasta que encontramos una pequeña pradera donde nos acomodamos para comer. A José le veíamos por encima de una loma al otro lado de la collada. Desde donde estábamos podíamos ver las dos Ubiñas con peña Cerreos y Piedra Nidia delante. También se veía la pista que va por el puerto de La Cut y La Cubilla hasta Casa Mieres.
Después de haber comido nosotros llegó José Antonio. Estuvimos un rato allí sentados y a las tres volvimos a ponernos en marcha. En principio había que continuar por la ladera para intentan alcanzar la collada entre estas cumbres y la del Cirbanal. En vez de ello comenzamos a subir suavemente y en diagonal hacia la parte alta de este macizo. A mí después de comer me cuesta mucho subir y me lo tomé con calma. De hecho había estado a punto de volver por el mismo lugar al ver que José Antonio, que se suponía iba como guía, se había separado.
Sin dificultad llegamos a la cumbre del Cubil, cima con 1936 metros de altitud en la que tan solo había un hierro clavado entre las rocas. Eran entonces las 15:20 horas. Entre las cumbres divisadas desde esa altura destacaré la del Montigüero, en la que habíamos estado el domingo anterior. En la del Cirbanal vimos con los prismáticos a un grupo de gente. En sus paredes se formaba un claro eco al vocear frente a ellas. Por la parte contraria, hacia Pajares, se podían ver las cimas del Brañacaballo, Estorvín, Cellón, etc. Siguiendo el macizo de Ubiña estaba el siete, el Prao y más alejada peña Rueda. En Ubiña ya hacía rato estábamos viendo como aparecían nieblas que se formaban en la misma cumbre. En un bote de plástico dejé una tarjeta nuestra y señalé el lugar con un rotulador negro indeleble. También sacamos una foto de grupo y José Antonio se dedicó a poner un hito con piedras en lo alto.
Así fue pasando el tiempo y a las 16:30 horas comenzamos a bajar hacia el collado entre ésta cumbre y el Cirbanal en él que había algunos neveros por los que pasamos. En vez de continuar hacia la parte baja, seguimos un sendero a media altura por la falda del Cirbanal. De frente se alzaba de nuevo la cumbre del Negrón con el collado en el que habíamos estado anteriormente. Bordeando este macizo llegamos a un alto que daba paso a una vaguada que caía directamente al camino de las brañas.
Desde allí salía un espolón hacia la garganta entre los dos valles y supuse que podía haber una vista guapa. Subí entonces hasta la misma acercándome por completo al borde. No me había equivocado. Desde allí se podía ver la ruta completa que habíamos hecho salvo el tramo del último puerto y la parte trasera del Cubil por la que habíamos subido al mismo. Retrocedí un poco para indicarles al resto que merecía la pena subir hasta allí y así lo hicieron.
Tras un rato allí sentados disfrutando de este panorama, y siendo ya las seis de la tarde, comenzamos a descender por la empinada vaguada entre matorral y al lado de un arroyo en el que se formaban bonitas cascadas. Ésta nos llevó al fondo del valle justo al lugar donde habíamos abandonado la pista que trascurre por las brañas. Entre la posibilidad de regresar al coche por la ruta hecha por la mañana y la de completarla circularmente, nos decantamos por esta última. La pista pasó al lado de otras brañas donde ya no nos detuvimos. En aquel camino ascendente nos cruzamos con un todoterreno que bajaba hacia el valle. José se quedó hablando con ellos mientras nosotros avanzábamos. Pasamos al lado de una fuente que yo vi luego, cuando miré atrás y estaba José en ella. En un cartel había una foto panorámica hecha desde un poco más arriba con los nombres de todo lo que se veía desde allí.
A las siete alcanzamos este collado de La Divisa en el macizo del Negrón. Justo debajo del terreno que pisábamos, a varios metros, transcurría la autopista. La altitud allí era de 1499 m. El camino terminaba unos metros antes de ésta y allí había otra cabaña y un corral. En el mismo alto había también una pequeña laguna.
Sin muchas demoras emprendimos el descenso hacia la parte contraria siguiendo unas veredas. En el fondo del valle distinguimos las brañas de El Pandiello, de las que solo quedan algunos restos. La pendiente era pronunciada en algunos tramos y en pocos minutos llegamos a la altura de dichas ruinas, 1300 m. Allí nos encontramos con una pareja de jóvenes que se habían despistado de la ruta metiéndose al fondo del valle sin salida practicable. Una señal en la senda nos indicaba que seguía a media altura subiendo ligeramente por el paraje de Las Muesas entre matorral y arboleda. Acompañados por esta pareja caminamos por el estrecho sendero que nos llevó por varios pedregales y estrechos pasos entre rocas hasta comenzar a descender ya entrando en otro valle, el que baja directamente de la parte norte de Las Tres Marías y el Ortigal, visibles desde allí.
En el fondo de esta vaguada se encuentran las brañas de Gameo, varias edificaciones en diferentes estados de conservación. Desde las mismas continúa el camino entre algo de arboleda y algunos muros de piedra hasta salir en pocos minutos justo encima de las bocas de los túneles de la parte leonesa. Ya con el depósito de agua a la vista nos despedimos de estos acompañantes que tenían el coche cerca de Caldas de Luna y seguían por el camino mientras nosotros optamos por atajar ladera abajo hacia el coche. A las 19:50 horas llegamos al final de la ruta tras haber recorrido unos 20 Km. mas o menos, ya que el podómetro se me descolgó en más de una ocasión y también se me borró.
Enseguida nos cambiamos y sin más demoras nos pusimos de regreso a León. En el camino antes de entrar a la autopista nos encontramos de nuevo con la pareja anterior que estaban llegando a su coche. Por la vía rápida llegamos a La Magdalena donde la abandonamos para continuar carretera adelante hacia la capital donde llegamos poco antes de las 21:00 horas. Aquí fui dejando a los compañeros en diferentes lugares antes llegar a mi casa terminando otra completa y grata jornada de montaña, en esta ocasión en plan particular.


























lunes, 24 de abril de 2006

"MONTIGÜERO" Y "SALGUEIRO" (Torre de Babia) 23-04-06

 


1ª ASCENSIÓN A LOS PICOS “MONTIGÜERO” Y “SALGUEIRO”. 2ª TRAVESÍA A LA “LAGUNA DE LAS VERDES”.

23-04-06       (Domingo)

Otro domingo más hemos salido a realizar una actividad del club de montaña Cumbres de León. Esta vez teníamos como objetivo la ascensión al pico Montigüero, en la comarca leonesa de Babia, y más concretamente en Torre de Babia. No solo alcanzamos esta cumbre, si no que por parte de algunos participantes la ampliamos con la cercana peña Salgueiro además del paso por la Laguna de las Verdes, situada en la base de dichas cumbres.
Un total de siete participantes fuimos los animados a realizar esta salida: José Antonio, Luis, Ricardo, Antonio, Fernando, Javi F. y yo. En Guzmán nos reunimos todos salvo Ricardo, al que recogeríamos luego. A las 8:00 horas emprendimos el viaje por la carretera de Caboalles en los coches de Fernando y de Luis. Ya en La Magdalena entramos en la autopista para evitar el tramo del pantano de Luna y tras pasar el puente colgante la abandonamos. Atravesamos la comarca de Luna y entramos en la de Babia desviándonos hacia San Emiliano. Aquí se nos unió Ricardo y ya los siete continuamos el último tramo hacia Torre de Babia donde llegamos sobre las 9:30 horas.
Aparcamos los coches y nos preparamos para la ruta. El cielo se mantenía despejado salvo alguna nube suelta. Así estaba cuando nos pusimos en marcha a las 9:45 horas por un camino entre huertas al lado del río Torre. Enlazamos luego con una calle cementada por la que salimos de Torre siguiendo el valle con dirección mas o menos norte. El sol reflejaba el verdor de los prados formando una bonita estampa del mismo. Durante un trecho caminamos justo al lado del río entre algo de arboleda. Al otro lado del cauce vimos varias edificaciones que bien podían ser cuadras algunas de ellas. Tras haber recorrido poco más de un kilómetro encontramos la fuente La Portiecha, manantial que sale a ras del camino entre unas piedras bien colocadas. Al lado del camino vimos un todoterreno aparcado.
Como nos apuntaba la descripción de la ruta y comprobamos in situ, pocos metros más adelante salía un ramal a la izquierda que se adentraba en la verde ladera moteada de rocas. Se trataba de un camino poco transitado dado que la hierba lo cubría en su mayor parte. Algunos atajaron por la ladera mientras otros lo cogíamos desde abajo y lo seguimos a través del zigzag que hacía. Así llegamos a una caseta de bloques de cemento donde este casi desaparecía y comenzaba una senda por la que alcanzamos una planicie. Fernando se había separado subía por la falda del pico yegüero mientras que a José Antonio tampoco le veía.
El resto emprendimos la subida por una vaguada por la que bajaba un arroyo que cruzamos para subir a lo alto de la loma. La vista iba siendo amplia y por debajo teníamos el pueblo por un lado y el fondo del valle hacia el otro. Yo me fui rezagando y continué por donde mejor lo iba viendo. Por su parte, Javi decidió seguir a Fernando y se metió en las canales del pico Yegüero. De pronto oímos como comenzaban a rodar piedras y resultó que se le habían desprendido a Fernando. Poco faltó para que tuviésemos un accidente ya que le pasaron a pocos metros de Javi que le seguía.
El resto pasaron al otro lado de una vaguada desde donde alcanzaron la collada situada entre el yegüero y el alto de la Vieja. Yo seguí la misma ladera hasta situarme en el mismo cordal un poco por encima. Desde allí se podía ver parte del valle de Babia con varios de sus pueblos. Por encima de las laderas del valle de Torre comenzaba a asomar la cumbre del Peña Ubiña y otras del mismo macizo. Por detrás de Yegüero salía otro, que yo pensé que era el Montigüero, siendo en realidad otra cumbre cercana por la que luego yo pasaría. No tardé en reunirme con Ricardo, José Antonio, Luis y Antonio que se habían sentado cerca de la collada. Eran las 11:30 horas.
Con nosotros había subido un mastín desde el pueblo que poco después nos abandonó. Nosotros comenzamos a ladear la parte suroeste del Yegüero, en cuya cima vimos a Fernando. Siguiendo un sendero fuimos bordeando el macizo hacia lo que parecía otra collada situada frente al valle que subía desde La Riera, otra de las opciones de subir al pico. Antes de llegar a este punto, los que me seguían decidieron subir un poco hacia la cresta. Yo opté por seguir el mismo sendero y así llegué a lo que creía era una collada y no era más que el comienzo de un estrecho paso hacia una vaguada. Me metí en él entre la roca hasta salir a la ladera del pico que antes habíamos visto. A los demás se les veía subir por la falda contraria.
Poco a poco fui ganando altura entre rocas siguiendo algunos hitos de piedras. La pendiente era considerable y lo tomé con calma. Así fui ganando altura hasta alcanzar la cúspide de esta otra cima de 2146 m sin nombre en los mapas. Allí llegó Javi que ya había pasado por el Montigüero ya cercano. Desde este punto se veía la cara sur del Salgueiro con unos curiosos pliegues de colorido variado.
Ya solo me restaba pasar una collada cargada de nieve para alcanzar la cima a la que ya habían llegado todos. Junto con Javi, que volvía conmigo, llegué a la cima del Montigüero, 2186 m, cuando eran las 12:45 horas. En ella, además de los compañeros, estaba una pareja que había subido desde la parte norte, por la laguna de Las Verdes, y que iban a bajar con esquís.
En la cumbre había un punto geodésico y una cruz con buzón del que recogimos una tarjeta de un club asturiano. Antes de nada dejamos la nuestra y sacamos una foto de grupo en torno a la cruz. La vista era realmente amplia y entre otras muchas cumbres podemos enumerar las siguientes. Por un lado el macizo de Peña Ubiña junto con el Prado, el Siete o el Colines, programado para el mes que viene. Entre Babia y Omaña destacaba el cordal de La Cañada y La Penouta. Algo más alejados estaban el Suspirón, Tambarón y otras cumbres del valle de Fasgar. Alejado sobresalía el pico Cornón justo detrás del cercano cordal de peña Chana, Salgueiro, Valgueiro, etc. Hacia el norte la cumbre de Peña Orniz se sobreponía a la de los Picos Albos y algo más a la derecha la de la Calabazosa.
Disfrutando de todo este paisaje comimos sentados en torno al hito. Poco a poco fuimos viendo como se nublaba el día y por varios lugares aparecían negros nubarrones. La opción para bajar era hacerlo por la laguna y todo el valle. El problema era que la pareja que había subido había necesitado crampones por la nieve que aún se acumulaba y la fuerte pendiente de la parte norte. Ante la duda, algunos se adelantaron por esta zona. Javi llevaba crampones y se metió en la ladera. Al poco le vimos como tenía que ponerlos para pasar un trozo helado. Ricardo, que le seguía, dio la vuelta. Al final comenzamos a bajar hacia la cresta entre el Montigüero y el Salgueiro. Desde allí se podía al menos ver la laguna.
Tras haber visto bajar a los esquiadores por otra vaguada cercana y subir a otro grupo mas o menos bien, nos acercamos hasta otro collado por debajo del Salgueiro. Viendo que la cumbre de éste estaba a escasos metros, continuamos hacia la misma y en unos diez minutos la alcanzamos Luis, Ricardo, José, Antonio y yo. Por su parte, Javi y Fernando ya habían bajado hacia la laguna.
En esta cumbre de 2136 m no había nada más que un hito de piedras entre el cual dejamos un bote con nuestra tarjeta. Sacamos igualmente unas fotos y enseguida comenzamos el descenso. Eran las 15:25 horas.
Nos metimos entonces en los neveros de una vaguada por los que bajamos bien ya que la nieve no estaba ni demasiado dura ni demasiado deshecha. Yo intenté hacer culoskí con una bolsa, pero no resbalaba. La línea de nieve y la del cielo ennegrecido formaba una bonita imagen y saqué unas bonitas fotos a José y a Antonio con ese fondo. En una pared cercana vimos otro curioso efecto. Había en medio de la misma una fisura que pasaba de lado a lado y al verse el cielo blanco a través de ella no se sabía si era un agujero o un nevero. Con los prismáticos salimos de dudas.
Poco a poco fuimos bajando hacia la laguna. Antonio quedó el último y yo, que iba delante, me metí tras unas rocas medio escondido a ver si me veía, por el día del Susarón que hizo lo mismo entre unas ramas. Pues bien, pasó y ni se enteró a pesar de que le siseaba.
A las 16:00 horas llegué a la laguna de las Verdes donde estaba el resto de compañeros que enseguida se pusieron en marcha. Antonio y yo quedamos un poco rezagados sacando fotos y demás. Esta laguna debe su nombre a que en primavera se cubre de vegetación alta y verde, aunque este año, como aún no ha hecho calor alguno, no se podía ver así.
Siguiendo un sendero emprendimos el regreso al pueblo por el valle por el que hace tres años había hecho yo esta travesía a la laguna. El arroyo que sale de la laguna serpentea entre verdes zonas formando bellas estampas. Algunas flores motean estos rincones, aunque como digo, la tardía primavera aún no las ha dejado salir en plenitud.
Los demás se habían adelantado siguiendo el valle mientras que nosotros atajamos por un sendero del que yo no me acordaba ya. Nos mantuvimos a media altura antes de llegar a un alto donde estuvimos un rato parados. Por las laderas del amplio valle bajaban multitud de cascadas que desembocaban en el río Torre. Por debajo vimos el camino por el que pasaron algunos compañeros nuestros y algunas otras personas. Después de un rato allí parados bajamos hacia este camino cerca del cual había una caseta de piedra donde nos sacamos una foto. Por la parte de la que bajamos se alzaba la cumbre del Montigüero con las paredes rocosas y abruptas.
Sin más reanudamos la marcha disfrutando de toda esa belleza. En el cielo se alternaban los negros nubarrones y algunos claros azules. La vez que habíamos hecho esa ruta habíamos subido por este lugar y bajamos por otro camino que iba por la parte contraria del arroyo y con el que enlazamos ya bastante adelante. Las señales de esta ruta integrada en la de Cuatro Valles marcan la subida por el camino que llevábamos nosotros. Saliendo del pueblo hay que seguir siempre los ramales de la izquierda.
De esa forma llegamos a un punto desde el cual tuvimos una amplia panorámica de la vaguada por la que antes habíamos subido. Pasamos entonces por la fuente Portiecha y enseguida divisamos las primeras edificaciones del pueblo. Pasamos al lado de una que posiblemente era un molino ya que entraba en ella una gran tubería. Ya cerca del pueblo, y en las paredes de la derecha, vimos una canal por la que se habían desprendido numerosos bloques de un color rojizo totalmente diferentes al resto de la roca. Fue algo que nos llamó la atención ya que casi llegaban las piedras hasta el camino cerca de una casa. En una pradera vimos un caballo pastando entre árboles floridos.
A las 18:00 horas llegamos a los coches donde el resto ya estaba desde hacía una hora, según nos dijeron. Yo ni me cambié y emprendimos el regreso. Volvimos a entrar en San Emiliano a dejar a Ricardo y en un bar cercano tomamos un refrigerio mientras hacíamos las cuentas de la salida. Poco después de las 19:00 horas salimos hacia León. Antes de entrar en la autopista cayeron las primeras y únicas gotas de lluvia de la jornada. En La Magdalena salimos y por la comarcal llegamos a la capital. Hacia la montaña se había oscurecido de forma espectacular toda la franja que se veía.
A las 20:00 horas cogía la moto en Guzmán para volver a casa directamente terminando con ello otra grata y completa jornada montañera.