lunes, 31 de mayo de 2010

XIV ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES - "POLVOREDA (CORRECILLAS) Y VIA BARDAYA" - 30-05-10

 


XIV ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES. MEMORIAL “FERNANDO ALGORRI”.

7ª ASCENSIÓN AL “CORRECILLAS” Y “VIA BARDAYA”.

30-05-10        (Domingo)

Como cada mes de mayo hemos celebrado el Encuentro de Montañeros Leoneses que llegó a la decimocuarta edición. En esta ocasión fue organizado, además de por la Delegación Leonesa de Montañismo, por la Sección de Montaña de la Casa Asturias en León. La zona escogida para el evento fue el valle del Torío y la actividad consistía en ascender al pico Correcillas o Polvoreda y regresar a La Estación de Matallana por la Vía Bardaya. La segunda opción era eliminar la ascensión y hacer una ruta de ida y vuelta hasta el pueblo de Correcillas para unirse luego en el regreso a Matallana.
Tras recoger a Arancha en casa nos dirigimos a Guzmán de donde salían los autocares a las 8:00 horas. De nuestro club íbamos 13 socios: Álvaro, José Luis, Adelino, Roberto, José Antonio, Juan, Piedad, Gabriela, Arancha, Miguel Ángel, Cundi, Mª Jesús y yo. Además vimos a numerosos conocidos con los que coincidimos en estos eventos regularmente.
Sin novedades hicimos el recorrido hacia Villalfeide, 1030 m, parando los autocares a la entrada del pueblo cerca de la iglesia de San Félix. Como es habitual, había unos seis o siete vehículos de toda la provincia. Nos sacamos una foto los compañeros de nuestro club y poco después de las 9:00 horas emprendimos la marcha por un camino que atravesaba la carretera por una pasarela sobre la misma. Enseguida contemplamos el pueblo con la cumbre de fondo. Recorrimos unos 300 metros antes de entrar en Villalfeide y comenzamos a atravesarlo por sus calles mientras sobre nosotros planeaba un parapente a motor. En el cruce de la carretera a Correcillas había una fuente donde algunos cargaron agua.
Dejamos atrás las últimas casas de Villalfeide saliendo por un camino entre algo de arboleda cuya sombra ya se agradecía. Frente a nosotros se alzaba la mole del pico casi a contraluz a esas horas. El camino estaba bastante embarrado en varios puntos y había que sortear el barro por donde se podía. Dejamos atrás un depósito de agua del que rebosaba el líquido por un tubo y más adelante llegamos a la bifurcación de caminos. Allí nos separábamos los participantes de la travesía y los de la ascensión. Los primeros continuaban de frente mientras el resto girábamos para seguir subiendo entre arboleda hacia la falda del pico.
No tardamos en dejar atrás este tramo y salir a cielo abierto a una zona de praderas pendientes por las que transcurría el sendero. De las seis veces anteriores que he subido esta cumbre, sólo las tres primeras lo he hecho por esta parte. Las demás fueron desde Rodillazo o Correcillas, una de ellas incluso nocturna.
Por la ladera íbamos subiendo la hilera de participantes acercándonos a las paredes rocosas que abundan en esta cumbre. Poco a poco fuimos teniendo una amplia y bonita vista del pueblo en el valle. Llegamos a la roca y comenzamos a subir por la misma siguiendo los hitos que marcaban la ruta. Tuvimos que hacer una breve parada ya que a Arancha le habían rozado las botas provocándole ampollas en el talón. Se puso una venda y pudo continuar más cómodamente.
Más arriba pasamos al lado de la Cueva de Los Pastores y dimos un giro por encima de los primeros riscos que forman las terrazas de la ladera del Correcillas. En algunos lugares había que echar la mano para medio “trepar” por ellas. A continuación llegó otro tramo de ladera pelada y herbosa que cuesta más subir. Allí comencé a notar el dolor en el muslo que ya he sufrido en más ocasiones y que me hace detenerme. Roberto abrió un bote de aceitunas y bebí el agua salada que ayuda a combatir estos tirones. No sé si fue ello o no, pero luego me noté mejor. Aún nos quedaba un buen trecho de ladera y ahora era pendiente y herbosa, lo cual a mí me revienta.
Sobre las doce del mediodía alcanzamos el collado que da paso al Valle del Marqués. Desde allí nos quedaban unos 150 metros de desnivel por la última loma a la cumbre de la que ya bajaba personal. Procuramos meternos un poco hacia la roca y así evitar la ladera de hierba. En media hora llegamos a la cima del Correcillas o Polvoreda cuya altura actualizada es de 2007 metros. En los antiguos mapas siempre marcó 1998 m. Según el gráfico de la ruta llevábamos 4,5 Km. recorridos.
En la cumbre se concentraban numerosos participantes disfrutando del espléndido día que teníamos. Allí soplaba un ligero viento y hubo que ponerse la sudadera. Nos acomodamos para comer tranquilamente sentados viendo todo el amplio y bonito paisaje que teníamos alrededor. Por el Norte aparecían nubes que iban cubriendo algunas cimas como la del Brañacaballo y otras cercanas. En los valles podíamos ver varios pueblos como Correcillas, Villalfeide, Coladilla, Vegacervera, Valporquero etc. Las cumbres eran infinitas y no voy a nombrarlas. Al Sur podíamos ver León difuminado entre la calima así como el Valle del Torío con varios pueblos, entre ellos la Estación de Matallana donde terminaríamos la ruta.
Poco a poco fue despejando la cima de personal que ya bajaba quedando un pequeño grupo solamente. Aprovechamos para sacarnos una foto de grupo y dejar nuestra tarjeta de cumbres. Sacamos una serie de fotos moviéndonos para sorpresa y deleite de los que allí estaban. A las 13:50 horas emprendimos también nosotros el descenso. Apunto aquí que en el grupo que habíamos subido y bajábamos juntos estábamos Roberto, Adelino, Álvaro, Arancha, Gabriela, Juan y yo.
Siguiendo la misma ruta de ascenso fuimos perdiendo altura con la vista del bonito Valle del Marqués a la derecha bajo nosotros. La pradera estaba plagada de flores blancas y azules que destacaban entre el verde. Así llegamos a la collada y comenzamos el descenso directo al valle. Haciendo zigzag perdimos altura hacia éste por el mismo lugar de subida. Siempre que bajo una pendiente así pienso en lo mucho que se tarda en subirla y lo poco que lleva bajarla.
Llegamos a la primera zona rocosa que bajamos destrepando hasta la siguiente terraza. Allí se nos unió Constantino, que había cresteado el macizo hacia la zona del Enrasadas y Fresneda. Nos comentó que alguien había sufrido un pequeño accidente en el pie y que venía el helicóptero del GREIM a buscarlo. No tardamos en divisarlo acercándose desde el sur. Vimos cómo venía hacia la ladera en la que estábamos algo por debajo de nosotros. Algunos nos desplazamos un poco del sendero y vimos cómo descendía sobre unas rocas cercanas a recoger al accidentado elevándose enseguida. Por el walkie que tenía Constantino supimos que lo llevaban hacia Matallana. Pocos minutos después regresaba al helicóptero a dejar a los miembros del GREIM en una pradera del fondo del valle. Aprovecho para señalar que este cuerpo de la Guardia Civil cumple un gran servicio a los montañeros que no dudamos en mostrar el agradecimiento que bien se merecen.
Gabriela, Constantino, Arancha y yo nos habíamos desviado de la ruta por esta incidencia y tuvimos que ladear entre rocas para evitar los cortados que más abajo teníamos. Esta cumbre es muy popular entre los montañeros leoneses ya que es fácil y cercana a la capital, pero es cierto que fuera de los senderos de subida y descenso puede ponerte en apuros por las caídas que tiene en las zonas rocosas.
Enseguida enlazamos con la ruta de ascenso a la altura de la cueva. Poco más abajo nos reunimos con los compañeros que estaban a la sombra de unos matorrales al acecho como el “aberroncho”. Siguiendo el sendero ahora bien marcado fuimos bajando hacia las praderas del fondo del valle en la zona conocida como Majabudo. A la sombra de otros arbustos vimos un gran grupo al que se le oía cantar desde bastante arriba. En otra sombra cercana hicimos nosotros una breve parada. Eran las 15:45 horas.
Enseguida nos metimos entre la rala arboleda ya por camino ancho. En una cerrada curva algunos tomamos un atajo sin pasar por el desvío hacia Correcillas. Las praderas seguían cargadas de flores formando un bonito manto multicolor. Entre la arboleda se veía la cumbre y la falda del Correcillas. Al llegar al depósito de agua cargamos las cantimploras del chorro que salía por el tubo.
Recorrimos los últimos metros hasta entrar en Villalfeide a las 16:15 horas. Aprovechamos otra fuente para refrescarnos y empapamos los gorros. Yo no me había echado crema protectora y llevaba los brazos rojos. Mas adelante nos pasamos una calle y seguimos por la carretera teniendo que retroceder unos metros para rectificar. Dejamos atrás el bar y salimos del pueblo por un camino que daba un pequeño rodeo y del que no me acordaba de haber pasado por la mañana. Eso me hizo dudar hasta ver a más participantes volver por el otro ramal tras dar un brusco giro más adelante. Así llegamos a la pasarela sobre la carretera donde nos sacamos una foto con el pueblo y la cumbre tras él. Eran las 16:40 horas.
Allí estaba la iglesia de San Félix de donde habíamos partido por la mañana. Ahora entrábamos en la Vía Bardaya para recorrer los 5 Km. restantes hasta la Estación de Matallana por ella. Esta ruta transcurre por una antigua vía ferroviaria y va paralela a la carretera. Varias veces he hecho el trayecto desde La Estación de Matallana a Villalfeide, Valporquero, etc. cuando íbamos en FEVE a hacer rutas por la zona y siempre lo recorrí por carretera, así que era la primera vez que hacía esta ruta.
En otra fuente volvimos a detenernos a cargar agua y refrescarnos. El calor era sofocante aquí en el valle y apenas había arboleda en la ruta. Al ser una antigua vía ferroviaria, apenas tiene desnivel y se caminaba cómodamente salvo por ese calor casi infernal. La vista del valle era realmente bella con el verdor de la primavera inundándolo todo. No tardamos en llegar a Matallana de Torío pasando el pueblo por su parte alta sin entrar en él. En la ladera contraria veíamos también el pueblo de Serrilla. Atravesamos una pasarela y dejamos atrás unos caserones antes de llegar a la altura de unas antiguas minas de carbón de las que quedan los barracones. Más adelante había otra fuente, todas ellas con nombre en carteles.
No tardamos en divisar las primeras casas de La Estación de Matallana, pueblo muy largo como comprobamos enseguida. En una zona de riscos otro cartel informaba del yacimiento de corales que se encuentra en esta ruta. Arancha y Gabriela se detuvieron a buscar entre las piedras algún resto fósil que abundan en el lugar. Ya en las laderas del pico Correcillas algunos habían encontrado piedras con restos fosilizados.
Yo continué poco a poco ya paralelo a las casas del pueblo cerca de las cuales transcurren varios tramos de la ruta. El grupo se había ido disgregando y quedábamos Juan, Gabriela, Arancha y yo por detrás. Encontramos otros restos de lo que parecía un cargadero de mineral poco antes de llegar al final de esta ruta que termina en la carretera a la altura del paso a nivel del pueblo. Allí pueden verse aún los raíles del tren en el tramo final. A las 17:45 horas salimos a la carretera viendo que un termómetro marcaba 30 º C. Pasamos el paso a nivel camino del polideportivo, que por no variar estaba a las afueras del pueblo.
A las seis de la tarde llegamos por fin a éste recinto cubierto donde terminaba la ruta que según el mapa era de 12,500 Km. En él ya se concentraba numeroso personal para celebrar la parte festiva de la jornada. Por parte de Buzzi, delegado de montañismo de León, se hizo entrega de la placa y trofeos conmemorativos al club organizador, la Sección de Montaña de la Casa de Asturias, y entidades colaboradoras, ayuntamiento de Matallana, el de León, Cuatro Valles, etc. También se entregó a los clubes una bolsa con varios libros de montaña. El sonido era malo y apenas se entendía lo que decían por los altavoces. La merienda consistió en un bocata de chorizo entrecallado con un huevo cocido acompañado por sidra natural escanciada o refrescos. Un joven con un equipo ponía la nota musical al evento. Según fuimos terminando el pincho nos fuimos animando a bailar al ritmo de la música que sonaba a petición popular. Hubo temas de todo tipo, desde rumbas a música disco pasando cómo no por el ya archiconocido “Paquito el Chocolatero”. A mi me sirvió de poco haberme cambiado antes de camiseta ya que sudé tanto o más que en toda la ruta. No faltó un “espontáneo” que salió al ruedo ataviado solamente con un delantal y en gayumbos. No digo la risa que pasamos en ese rato viéndolo bailar.
Poco antes de las 20:00 horas comenzamos a retirarnos hacia los autocares para emprender el regreso a León. En él también pasamos un rato divertido con las ocurrencias y tonterías que se dicen. En media hora llegamos a la capital dejando en Santa Ana a algunos compañeros. Ya en Guzmán bajamos el resto poco después de las 20:30 horas dando por finalizada esta grata jornada compartida por todos los clubes de la provincia de León. Según lo anunciado anteriormente, el próximo año será el Club Teleno de La Bañeza el encargado de organizar este evento anual.


























lunes, 24 de mayo de 2010

PEÑA PORTILLA (Portilla de Luna) - 23-05-10

 


1ª ASCENSIÓN A “PEÑA PORTILLA”.

23-05-10       (Domingo)

Tras recibir la llamada de Luis Antonio, antiguo compañero del club de montaña, para ver si me animaba a hacer algo este domingo, acordamos hacer una ruta de medio día a la zona de Piedrasecha y Luna. Decidimos ir después de comer, lo cual fue un error dado el día caluroso que tuvimos y que resultó agotador, en especial para mí.
Sobre las 15:00 horas vino a buscarme y salimos hacia La Magdalena con intención de ascender a la Peña Portilla. Dejamos atrás esta localidad y nos desviamos poco después hacia Portilla de Luna, 1180 m. Allí aparcamos el coche y echamos las mochilas al hombro con agua y poco más. El sol pegaba lo suyo y yo no iba convencido de subir la peña hasta arriba a esas horas.
Sobre las 16:30 horas emprendimos la marcha acompañados por un joven del pueblo y también montañero que nos indicó desde allí la mejor ruta para subirla. Luis ya lo había hecho en otras ocasiones, pero éste nos señaló otra opción mejor, según él. Desde la salida del pueblo se podía ver un hito de piedras en la misma cumbre.
Salimos por un sendero entre roca y praderas que nos fue metiendo en el valle del arroyo del Collado Tijeras que enseguida atravesamos. Frente a nosotros teníamos todo el cordal de la peña. Por la parte derecha de este arroyo fuimos ganando altura siguiendo un sendero entre matorral. El calor era casi sofocante y yo iba en muy baja forma. Las escobas floridas tapizaban las laderas formando bellas estampas que fotografié. Así nos situamos por encima de la vaguada en la que nacía el arroyo que en ocasiones transcurría bajo las piedras.
Según avanzábamos íbamos viendo el mejor lugar para atacar la peña. Por la izquierda teníamos un pedrero y por la derecha una pequeña canal que no se veía mal. Hacia ella nos dirigimos mientras la pendiente se acentuaba. Por suerte las nubes nos dieron una tregua unos minutos en este tramo. Hacia el noroeste se veía completamente oscuro de tormenta que no tardamos en escuchar. Yo seguía avanzando muy despacio por aquella loma interminable deseando llegar ya a la roca. Echando la vista atrás pudimos ver el pueblo al fondo del valle.
Algo más de una hora nos llevó llegar a la falda rocosa de la peña. Luego comprobamos que el tramo siguiente tampoco transcurría por ella si no que tuvimos que bordearla hacia el sur para seguir subiendo ladera similar a la anterior. Allí encontramos algunos pedreros y comenzamos a ver lo que parecía una caseta de rocas en lo alto. Al sur podíamos ver la ciudad de León difuminada entre la calima.
A las 18:15 horas alcanzamos la cumbre sur del macizo. En ella había restos de trincheras que tanto abundan en toda esa zona como anteriormente hemos comprobado en el Fontañán, Altico, Llamargones, etc. Precisamente lo que nos había parecido una caseta era parte de los muros de estas construcciones.
Al norte se emplaza la cumbre principal hacia la que nos dirigimos bajando unos pocos metros a una collada entre escobas muy espesas que nos llegaron a ralentizar el avance durante unos metros. Cómodamente, sin apenas pendiente, hicimos el último tramo a la cima principal que alcanzamos a las 18:25 horas.
En la misma vimos el gran hito de piedras que ya desde el pueblo se distingue. También en esta cumbre había numerosos restos de trincheras. La altura de la Peña Portilla, también llamada Biseca o Rucias, es de 1828 metros y entre unas piedras encontramos un bote con una tarjeta de cumbres dejada hace dos años largos por el Collado Jermoso de León. Allí dejamos nosotros la nuestra y nos sacamos una fotos. La vista era amplia, aunque hacia el oeste estaba totalmente cerrado y vimos incluso varios rayos. De momento se mantenía alejada la tormenta, pero estábamos pendientes que no se acercase y nos pillase allí arriba. Por otro lado, los efectos luminosos que formaba la misma eran realmente de postales. Saqué fotos de todo ello y lo grabé con la cámara.
Destacaba justo a una orilla de la masa ennegrecida la cumbre de Peña Ubiña. Muy cerca de nosotros se alzaban las cumbres de Llamargones, Altico, Santiago o Feliciano y las numerosas pistas que transcurren por sus laderas. Por ellas subimos el año pasado Álvaro y yo en la ruta nocturna que hicimos. Además se veían varios tramos de la autopista de Asturias por la zona de Luna y de Rioseco de Tapia.
A las siete de la tarde emprendimos el descenso, esta vez directamente al valle. El primer tramo era ladera con algunos pedreros y lo bajamos cómodamente. Poco a poco nos fuimos metiendo en la roca y allí encontramos los pasos complicados. En algunos lugares no había salida por los cortes que teníamos delante y tuvimos que rodearlos subiendo unos metros. La zona era totalmente abrupta con estratos de formas retorcidas y afiladas. En varias ocasiones tuvimos que echar el culo al suelo hasta que por fin dejamos atrás aquel tramo. De nuevo por ladera fuimos perdiendo altura por la parte contraria de la vaguada por la que habíamos subido. Hacia el oeste seguíamos viendo y disfrutando de unos efectos luminosos espectaculares.
Ya bastante abajo atravesamos la vaguada hacia el sendero de subida. Por el otro lado también habíamos visto otra senda, pero no vimos el comienzo de la misma y no nos arriesgamos ya que podíamos meternos entre la maleza. Ya por dicho sendero entramos entre las escobas descendiendo entre ellas. Con el sol del atardecer que a ratos aparecía entre los nubarrones el valle relucía con colores vivos. Así llegamos a la confluencia con el arroyo que atravesamos para recorrer los últimos metros hacia Portilla de Luna. En el valle que sube hacia la collada que pasa a Piedrasecha se alzaba una solitaria peña con forma piramidal que encuadraba en otra bella foto.
A las 20:25 horas entramos en el pueblo donde nos fijamos en una enorme piedra desprendida del terreno sobre el que se asentaba una vivienda. Dejamos atrás la iglesia, en la que hace años nos sacamos una foto en la ruta circular que hicimos desde allí a Sagüera, y en pocos minutos llegamos a la plaza donde habíamos dejado el coche.
Sin más retrasos emprendimos el viaje de regreso a León. Recorrimos los tres kilómetros largos hasta salir a la carretera general y por ella llegamos a La Magdalena. Tras subir el pequeño puerto antes de Camposagrado pudimos ver otro efecto de luces incluso más espectacular que los anteriores. Los rayos solares se colaban entre los nubarrones creando un cuadro digno de exposición. Desde el coche pude hacer varias fotos del mismo. A la entrada de la ciudad encontramos algunas retenciones y poco antes de las 21:30 horas me dejo Luis en casa.
De esta forma finalizamos esta improvisada excursión de medio día en la que ascendimos a esta peña con amplias vistas, un tanto empañadas por unas nubes que a la vez formaron verdaderas postales que lo compensaron.















lunes, 17 de mayo de 2010

MORRONEGRO, PIALDA Y LA LOMA (Torrestío) - 16-05-10

 


1ª ASCENSIÓN A LOS PICOS “PIALDA”, “MORRONEGRO” Y “LA LOMA”.

16-05-10       (Domingo)

Este fin de semana, libre en el calendario del club, hemos decidido intentar la ascensión al Morronegro, la cual quedó pendiente del mes de marzo por la climatología de aquel día. En esta ocasión resultó un éxito y alcanzamos el objetivo así cómo otras cimas del mismo macizo. Participamos en la misma 12 personas que enumero: Miguel Ángel, Toño, Gabriela, Arancha, Álvaro, Mª Jesús, Mateo, José Antonio, Roberto, Adelino, Félix y yo.
Poco después de las ocho pasó Toño a recogernos a Mª Jesús, Arancha y a mí. En Guzmán estaba el resto de participantes salvo Miguel al que recogeríamos de camino. En los coches de Toño, Adelino y José Antonio salimos por la carretera de Caboalles hacia La Magdalena donde entramos en la autopista para evitar el tramo del pantano. A la salida estaba Miguel Ángel al que recogimos para continuar el viaje hacia Torrestío, 1350 m, donde llegamos poco antes de las 10:00 horas.
Allí nos preparamos y ya cerca de las 10:30 horas emprendimos la marcha por las calles del pueblo desde las que ya se veía la cumbre nevada hacia el oeste. Al poco de dejar el asfalto encontramos la bifurcación que se mete hacia el valle de Valverde dejando el camino que sube a los lagos de Saliencia. Por éste comenzamos a ascender suavemente entre verdes prados cercados con pequeñas tapias de piedras. Hacía dos años que habíamos subido por allí a la Calabazosa con un panorama climatológico totalmente diferente. Ahora no se veía nube alguna aunque la nieve acumulada en las cimas no nos daba mucha confianza. El mismo día anterior había estado nevando en casi toda la montaña leonesa.
La vista del valle era espectacular y por él fuimos avanzando siguiendo el camino que subía por la parte derecha del arroyo. Frente a nosotros, además del Morronegro, podíamos ver varias cumbres más cómo la de Peña Redonda, Solarco, Congosto o Pialda. Por la izquierda, al otro lado del arroyo, se bifurcaba una vallina que subía hacia el cordal Este del Morronegro y por el que en principio habíamos comentado subir. Luego habíamos optado por llegar a la collada Quexeiro y subir por la loma Norte y hacia allí nos dirigíamos. José Antonio se fue a su aire por esta primera vaguada mientras el resto dejábamos atrás unos corrales y nos encaminábamos hacia dicho collado.
Poco a poco la ropa iba sobrando y de ella nos libramos al llegar a otra caseta de piedra emplazada más arriba. El camino terminaba en la misma y ahora avanzamos por la ladera moteada de nieve y ya con un poco mas de pendiente. Atravesamos varios neveros bajo las paredes de las peñas Corros y Redonda y por encima del arroyo Valverde hacia el cual caían algunos cortados en varios tramos. Fue en este tramo donde se dividió el grupo. Algunos decidieron no seguir hacia el pico, que realmente se veía pendiente, y hacer una travesía por el valle de la Majúa hacia la base de Peña Orniz.
Mientras ellos se dirigían a la collada de Quexeiro, el resto optamos por subir un poco mas directamente hacia otra collada más alta por debajo de La Pialda. Allí llegamos Adelino, Roberto, Gabriela, Álvaro, Mª Jesús y yo, Miguel Ángel ya estaba unos metros por encima. Estando allí parados, a las 12:30 horas, llegó otro joven con un perro que iba hacia Peña Orniz, pero que visto donde quedaba, decidió acompañarnos al Morronegro.
Nos pusimos en marcha por la cresta hacia el pico Pialda subiendo una pendiente más o menos pronunciada entre el valle de La Majúa y el de Valverde. Poco a poco fuimos disgregándonos y quedamos algunos más rezagados. A las 13:00 horas alcanzamos la cima del pico Pialda con 1965 metros de altitud. En él no había señal alguna de cima y sólo nos sacamos una foto los cuatro que íbamos juntos. Desde allí se veía la última pendiente al Morronegro, y esa sí que impresionaba. Además había que perder unos metros hasta otra collada, por lo que nos quedaban unos 250 metros de desnivel a la cima. En la cresta veíamos a los compañeros avanzar ya hacia la misma. Por la ladera oeste se veían grandes neveros con algunas terrazas.
Descendimos hasta la collada y comenzamos a subir aquella falda llena de rocas entre matojos bajos y con algo nieve. En ella había que tener precaución para no patinar en las piedras húmedas. Aunque la pendiente era realmente considerable, fuimos superándola cómodamente. El paisaje era amplio y bonito contemplando numerosas cimas de la zona, entre ellas la Calabazosa. En la parte alta comenzamos a ver el hito y algunos compañeros a su lado. Antes de ella atravesamos una zona de grandes rocas por las que subimos con cuidado ya que algunas se movían al pisar en ellas.
A las 13:50 horas llegamos los últimos a cima del Morronegro. La vista era espectacular viéndose infinidad de cumbres en cualquier dirección. Todo el macizo de Ubiña al Este, así como el Ferreirúa y Peña Rueda. Al Norte podíamos ver varias cimas de la zona de Saliencia: Torre Orniz, Calabazosa, Albos, etc. Por el Oeste el Montigüero y la laguna de Las Verdes bajo él y hacia el Sur teníamos las cumbres de Omaña. Bajo nosotros el valle por el que habíamos subido y Torrestío al fondo.
Allí nos encontrábamos Adelino, Roberto, Mª Jesús, José Antonio, Gabriela, Miguel Ángel, Álvaro, el joven que se nos había unido y yo. Nos sacamos una foto de grupo y nos acomodamos para comer disfrutando de las maravillosas vistas que se nos ofrecían. Por el norte iban apareciendo nubes que se cerraban sobre las cumbres más alejadas. Como no había buzón, colocamos unas rocas en torno al punto geodésico bajo las cuales dejamos la tarjeta en un bote.
Poco después de las tres de la tarde emprendimos el descenso tras despedirnos del joven que bajaba por el mismo lugar. Nosotros lo hicimos hacia la cumbre sur por una suave loma hasta llegar a la misma desde donde vimos La Majúa y algunos valles de esta zona. Desde allí partía otro cordal perpendicular hacia el que bajamos por una ladera rocosa de gran inclinación hasta que ésta se suavizó en medio de neveros. De nuevo se dividió el grupo quedando por detrás Roberto, Álvaro, Adelino, Mª Jesús y yo. El cordal era estrecho y a ambos lados caían fuertes desniveles hacia los valles. Pasamos una zona rocosa donde tuvimos que destrepar unos metros y comenzamos a subir entonces hacia el pico La Loma. Por allí encontramos algunas terrazas de nieve de las que había que separarse prudentemente.
Una hora después alcanzamos la cima de esta cumbre con 2062 metros de altitud en la que no había señal alguna. Desde allí podía verse gran parte del valle de Torrebarrio con todo el macizo de Ubiña detrás. Comenzamos a descender hacia el norte por una ladera pronunciada y cargada de nieve algo dura. Siguiendo las huellas de los compañeros, a los que ya no veíamos, fuimos descendiendo con cuidado de no resbalar. Antes de llegar a un collado nos separamos de las mismas para dirigirnos directamente al valle. En este tramo, un poco menos peligroso, disfrutamos haciendo culoskí por los largos neveros que seguíamos encontrando. Estábamos bajando por la cabecera del arroyo Morronegro que en el valle se une al de Valverde. En algunos lugares nos hundíamos un poco al pasar por encima de los arroyos que nacían allí mismo. Frente a nosotros teníamos una bonita estampa de Peña Redonda con forma casi piramidal y rasgada por canales llenas de nieve que contrastaban con la negra roca. A mitad de vaguada se suavizó la cuesta y atravesamos praderas por las que serpenteaban infinidad de arroyos de agua clara. En algunos de ellos vimos pequeños pero bonitos saltos.
Así llegamos a una especie de terraza sobre el fondo del valle atravesado por el camino por el que habíamos subido. Recibí la llamada de José Antonio diciendo que ellos habían seguido cresteando y estaban bajando directamente hacia el pueblo, pero que el terreno era malo. Por otro lado, no tardamos en ver en el camino a los compañeros que habían hecho la ruta por el valle de La Majúa. Estuvimos un rato allí tumbados disfrutando del paisaje antes de comenzar a bajar y unirnos poco después a ellos ya en dicho camino tras pasar el arroyo Valverde. Eran las 17:45 horas.
De nuevo tuvimos una amplia vista del Morronegro y todo el cordal por el que habíamos subido y bajado. Dejamos atrás la caseta de piedras y luego el corral. Hacia atrás teníamos una vista a contraluz de las cumbres que cerraban el valle y el collado Quexeiro. Enseguida entramos entre las cercas de piedras de los prados ya cercanos al pueblo que no tardamos en divisar bajo nosotros. Ahora con la luz de la tarde destacaba todo él con un tono totalmente distinto que por la mañana. El último tramo antes de enlazar con el camino de los lagos es pendiente y está cementado para evitar erosiones del agua.
A las 18:20 horas entramos en Torrestío parando en una fuente a lavar las botas y polainas embarradas. Escasos metros nos separaban de los coches donde terminamos la ruta. Allí nos cambiamos y nos dirigimos al bar cercano donde estaban los compañeros que hacía un rato habían llegado. En la terraza nos acomodamos a tomar un refrigerio y charlar un rato. Yo había agotado casi todas las tarjetas de fotos y al meter la última, una pequeña, vi que estaba bloqueada. Pues bien, se le había roto la palanca de bloqueo y no podía liberarla. Al final la desarmé al ver que no tenía arreglo alguno.
Una hora estuvimos allí sentados antes de emprender el viaje hacia León. Atravesamos el valle de Torrebarrio con las Ubiñas presidiendo el mismo y tras bordear parte del pantano de Luna cogimos de nuevo la autopista hasta La Magdalena. Por la comarcal hicimos el último trayecto a la capital donde llegamos sobre las 20:40 horas.
Con dos meses de retraso conseguimos alcanzar esta cumbre en un día realmente inmejorable. Las vistas desde ella merecieron el esfuerzo, como lo son en todas las hasta ahora ascendidas. La próxima actividad prevista es el día 30 de este mes cuando se celebra el Encuentro de Montañeros Leoneses, que este año ya sabemos que consiste en la ascensión al Correcillas y la travestía por la Vía Vardaya a Matallana.