lunes, 24 de septiembre de 2007

"LAGOS DE COVADONGA , VEGA DE ARIO Y PICO JULTAYU" 23-09-07

 


1ª TRAVESÍA “LAGOS DE COVADONGA- VEGA DE ARIO”.

1ª ASCENSIÓN AL “JULTAYU”. (Asturias).

23-09-07               (Domingo)

No puedo comenzar este resumen sin hacer una obligada referencia al fallecimiento ese mismo día y tras una larga enfermedad, de nuestro compañero del club, Roberto Pérez. Del mismo nos enteramos de camino al lugar de la ruta pillándonos por sorpresa la noticia ya que no sabíamos de su empeoramiento en los últimos días. Con ese “peso” encima hicimos la ruta José Antonio y yo, ya que a continuación relato los cambios de planes que hubo por ese y otros motivos.
A las 6:45 horas quedamos para salir de Guzmán: José Antonio, Luis, un amigo de éste que fue al Mahón con nosotros y también de nombre Luis y yo. Pues bien, tras reunirnos todos allí y por problemas personales entre Luis y José Antonio que no vienen al caso, el primero de ellos decide que no va a la excursión. Lógicamente, el amigo que va con él tampoco, por lo que sin más emprendemos José y yo el viaje hacia Covadonga en su coche.
Optamos por la autopista que cogemos en La Magdalena aún de noche. Encontramos niebla antes del Negrón pero despejó según bajábamos hacia Asturias. En Mieres nos desviamos por la autovía directa a Gijón saliendo luego en Pola de Siero para enlazar poco después con la de Santander en la que también había bancos de nubes bajas. En el desvío indicado a Cangas de Onís y Covadonga abandonamos esta vía rápida y fue en este tramo donde recibí un mensaje de Amador, otro compañero del club, comunicándonos la fatal noticia. En Cangas de Onís nos detuvimos unos minutos a tomar un café y le llamé para saber algo de la misma, aunque no me pudo decir mucho más. También, no sé si antes o después, recibí la llamada de Javi Fernández, que junto a Isabel, su mujer, estaban en Asturias ya e iban a hacer la ruta con nosotros. Dado que él tenía incluso más trato con Roberto, ya que salían a menudo juntos para hacer rutas por los Picos de Europa y demás, nos dijo que volvían directamente a León por que, lógicamente, no tenía muchos ánimos para hacer la ruta. José Antonio y yo decidimos seguir adelante, ya que volviendo a casa no íbamos a solucionar nada ya que además el funeral no iba a ser ese mismo día.
Sin mas retomamos la marcha hacia los Lagos de Covadonga, o Enol, dejando atrás poco después la basílica de La Santina. Al poco, el cielo que se había mantenido nublado desde hacía un rato, se convirtió en un mar de nubes impresionante por debajo de nosotros. Paramos unos segundos para sacar una foto del mismo y enseguida alcanzamos la cota más alta desde la que se pasa a la vega de los lagos. El primero que se ve es el de Enol, que bordeamos para subir hacia el de la Ercina, (1100 m), en cuyo aparcamiento paramos cuando eran las 10:20 horas y tras 226 Km.
En él había mas coches aparcados y personal paseando por la orilla del lago. Nos preparamos para la ruta que emprendimos a las 10:30 horas saliendo por una senda entre prados que bordeaba dicho lago por su parte izquierda hacia unas rocas cercanas. Por debajo de las mismas continuaba ésta al lado de la cual un indicador señalaba al refugio de la Vega de Ario 3:00 horas.
No tardando pasamos al lado de unas cabañas de piedra entre arboleda. Mientras comenzábamos a subir dejando el lago por detrás de nosotros con una bonita vista. Poco a poco fuimos cambiando de dirección metiéndonos en una estrecha vaguada donde el sendero estaba anegado de barro y agua, por lo que había que salirse de él a cada paso. Entre rocas y verde prado fuimos subiendo suavemente hasta alcanzar un pequeño collado donde nos encontramos con un numerosos grupo de jóvenes desde allí ya pudimos ver varias cumbres por delante de nosotros, así como por detrás la sierra del Sueve con el pico Pienzu, al que ascendimos Álvaro y yo hacía dos semanas. Desde aquel collado comenzamos a bajar por unas vegas con poco desnivel hasta que sin darnos cuenta alcanzamos las cabañas de Las Bobias, un bonito rincón de asombroso verdor. En las cercanías nos cruzamos con un burro al que todos los del otro grupo pararon a fotografiar. Yo también, claro. Eran las 11:20 horas y llevábamos 3,150 Km.
Pasamos aquella bonita vega y empezamos a subir metiéndonos entre una zona de rocas y arboleda que crecía entre las mismas. Hacia nuestra vimos laderas rocosas y un alto pico que no identifico. Tras dejar atrás este tramo bajamos de nuevo unos metros por la senda siguiendo la orografía de una ladera desde la que vimos, en el valle que bajaba, otro numeroso grupo de cabañas, que podían ser según el mapa las Brañas de Rendondiella. No tardamos en volver a subir dejando por encima de nosotros un hoyo donde no hacía tanto aún podía quedar una laguna, en el mapa indicaba el lugar como Llaguiellu.
Nos metimos de nuevo en otra zona más estrecha y de fuerte pendiente, las Reblagas, donde la senda transcurría entre pedreros y matojos bajos. Así alcanzamos otra especie de collado, aunque a partir del mismo se continuaba subiendo más suavemente por el Llano de los Jitos. Por la derecha se alzaban las cumbres rocosas típicas de Picos de Europa, en cuyo Macizo Occidental nos encontrábamos. Más adelante se encuentra una fuente con pilón algo por debajo del sendero y a la derecha del mismo. José Antonio bajó hasta él mientras yo desistí ya que aún llevaba agua suficiente. Allí pararon también varios componentes del grupo entre los que íbamos caminando nosotros a la vez. Eran las 12:15 horas y el podómetro marcaba 5,700 Km.
Desde la misma ya se emprendía el último tramo de pendiente de la ruta hacia el collado del Jito. De nuevo el sendero se introdujo entre algunos estrechos pasos de piedras mientras ya vislumbrábamos el collado por delante y arriba. El último trayecto hasta el mismo se hace por una serie de zigzag ya que la pendiente es considerable. Por fin, cuando eran las 12:45 horas, alcanzamos la cota de este collado del Jito con una altitud de 1619 metros. La distancia desde el lago era de 7,000 Km.
La vista era espectacular teniendo al frente buena parte de las cumbres del Macizo Central como la del Llambrión, La Palanca, Torrecerredo o Cabrones, así como la cumbre del Jultayu a la derecha de la Vega de Ario, a la cual da paso este collado. Aprovechando una losa redonda en la cual estaban labradas varias direcciones de las cumbres que se podían ver, nos sacamos una foto los dos con el Jultayu y los picos de fondo. Hablando con uno de los jóvenes del grupo, que hacía de guía, supimos que eran de Cataluña y estudiaban topografía, o algo parecido.
Tras unos minuto allí retomamos la marcha por el sendero con dirección al refugio Marqués de Villaviciosa, situado a la izquierda de la vega. De camino a él, y ya a la vista, comentamos la posibilidad de ascender al pico Jultayu. El desnivel desde allí es de unos 300 metros de cómoda subida, pero teniendo en cuenta que ya llevábamos 7 kilómetros andados. Al final nos decidimos a ello y antes de llegar al refugio dimos un giro por la pradera hacia el sendero que venía de él y en el que encontramos señales de la Canal del Trea. Unas marcas amarillas de pintura en las rocas nos iban guiando entre las rocas con dirección al comienzo de dicha canal y de la subida al Jultayu. José Antonio iba arreglando las señales medio caídas y rotas a pesar de verse nuevas. En cambio otras de hierro y pintadas rudimentariamente aguantaban en pie estoicamente.
Dejamos atrás el comienzo de la canal de Trea y comenzamos a subir por la ladera del Jultayu cuando eran las 13:40 horas. Por la misma veíamos bajar a varias personas con las que nos cruzamos, algunos niños entre ellas. La pendiente era llevadera y poco a poco fuimos ganando altura. El sendero estaba marcado con hitos de piedras en las zonas de rocas, aunque tampoco había pérdida alguna. Sacamos alguna foto ascendiendo con las cumbres del oeste como el Cuvicente o Peña Blanca de fondo.
A las 14:40 horas alcanzamos esta cumbre de 1940 metros, baja respecto a las principales de Picos de Europa, pero con unas vistas espectaculares. Por el norte se podía ver parte de Valdeón con Cordiñanes en el valle. Al fondo de éste el pico Gabanceda y tras él el Espigüete. Siguiendo al este nos metemos en el Macizo Central de Picos de Europa con la Torre del Friero, el Llambrión, La Palanca, Torre Cerredo, Tesorero o Cabrones así como numerosas canales verticales que caen del mismo hacia el río Cares, parte del cual veíamos con la senda paralela hacia Poncebos. Algunas cumbres de la zona de Sotres también sobresalían hacia el nordeste y mucho más al fondo y al norte la línea del Cantábrico. Siguiendo el giro hacia el este se podía ver la sierra del pico Mofrecho o la del Sueve con el Pienzu como cumbre principal. En el mismo Macizo Occidental veíamos las cumbres de Peña Blanca, La Jorcada, La Robliza y como no, Peña Santa de Castilla que con sus 2596 metros es la más alta del macizo. En su cara norte aún se podía ver un nevero entre las canales.
Justo debajo de nosotros teníamos el pueblo de Caín, tanto el barrio de arriba como el de abajo. Hacia él caían en vertical 1500 metros de desnivel. Desde la falda de Peña Santa hacia este mismo baja la canal de Mesones por la que ya hace 20 años bajamos en una ruta por este mismo macizo con Pepe Castro como guía.
En la cumbre había un hito de piedras entre el cual encontré un bote de cristal vacío donde dejamos nuestra tarjeta de cumbres con una referencia a nuestro compañero Roberto como recuerdo. Disfrutando de todo este bello entorno comimos tras darnos un poco de protector solar, que ya teníamos que haberlo usado antes. La temperatura era la ideal, ya que aunque calentaba el sol, ya no era como en pleno verano. Apunto aquí que ese mismo día, a las 11:50 horas, había comenzado oficialmente el otoño. A la cumbre llegó también una pareja de asturianos con los que conversamos un rato y nos sacaron unas fotos antes de emprender nosotros el descenso.
A las 15:45 horas comenzamos a bajar por la cresta oeste del pico pegados a la caída vertical de la canal de Mesones. Algo más abajo nos separamos y yo me “tiré” más directamente hacia la vega mientras José seguía por el cordal unos metros. La pendiente allí era realmente pronunciada y no fácil de bajar por las piedras sueltas y la hierba resbaladiza. Sorteando como se podía todo ello fuimos perdiendo altitud hacia un sendero que veíamos en la parte baja. De pronto vimos un gran grupo de rebecos corriendo ladera abajo entre los riscos y las rocas. Era gratificante verlos sortear los pasos sin ningún tipo de dificultad con una rapidez pasmosa. Me dio tiempo aún así a sacarles varias fotos y grabarlos.
Ya abajo nos fuimos metiendo de lleno en la zona de dolinas entra las que subimos y bajamos siguiendo siempre un pequeño sendero que pasaba a veces al lado de alguna sima u hoyo. Por delante y arriba, veíamos a un grupo de montañeros en hilera dirigiéndose hacia la collada del Jito a la que también nosotros íbamos. Como referencia apunto que estábamos completando la vuelta a toda la Vega de Ario por la parte contraria al refugio.
Enlazamos luego con el sendero que traían aquellos caminantes aunque lo dejamos antes de llegar a la collada para salir del valle por otros pasos diferentes. Además nos separamos los dos yendo cada uno por un sendero distinto. Yo me dirigí todo lo que pude hacia la collada apareciendo ya por debajo de ella en el sendero por el que habíamos llegado por la mañana. Eran las 17:30 horas y llevábamos 14,500 Km. Ahora esta distancia no es muy real ya que en ascensiones y descensos pronunciados no es fiable el podómetro.
A José le perdí de vista y no sabía si iba a parecer por detrás o ya por delante. Opté por continuar el descenso tranquilamente por el sendero cuando al poco tiempo me hizo señas desde un pequeño alto cercano al sendero algo por delante de mí. En quince minutos llegamos a la fuente con pilón a la que esta vez sí me acerqué para llenar la cantimplora. Luego descendimos el tramo mas o menos pendiente y de frente vimos las brañas de las Bobias y las de Rendondiella. Ladeamos Piedra Llana y pasamos el tramo entre piedra y arboleda donde vimos algunos troncos retorcidos y pegados a la roca. También pegada a la roca había otra fuente con pilón que a la ida no vi.
Escasos metros más adelante se encuentran Las Bobias por donde pasamos a las 18:50 horas. El sol del atardecer resaltaba los tonos convirtiendo el paisaje en imagen de postal. Subimos luego hacia el pequeño collado que daba paso a otra vega llana desde el final de la cual ya veíamos una caseta situada en la loma entre los lagos de La Ercina y Enol. Ahora lo que nos quedaba, sobre un kilómetro y medio, era todo bajada.
Desde hacía un rato veníamos acompañados por varios de los del grupo que habíamos visto pasar por la senda desde la ladera del Jultayu. Ellos habían partido del lago y habían hecho una ruta circular. Eran de allí mismo de Asturias. Con ellos bajamos este tramo donde el sendero continuaba embarrado en muchos lugares. Al llegar a la zona de cabañas, un poco por encima del lago de La Ercina, encontramos a unos jóvenes que estaban viendo una vaca y al ternero nacido unos momentos antes. Allí estuvimos unos minutos esperando a ver si se levantaba y viendo como le lamía y le limpiaba con la lengua. Al final no hacía intentos de levantarse y continuamos la marcha para recorrer los escasos 400 ó 500 metros que nos quedaban para el aparcamiento donde teníamos el coche. Atravesamos parte de vega del lago antes de llegar al mismo cuando eran las 19:40 horas. Hacia los picos el sol se reflejaba con un bello tono rojizo mientras que la vega estaba ya en la sombra totalmente.
Antes incluso de llegar al coche me acerqué al bar cercano y saqué un refresco de una máquina. Sin más retrasos nos cambiamos y emprendimos el viaje de regreso sobre las ocho. Bordeamos el lago de Enol y no tardamos en comenzar el descenso hacia Covadonga. Hacia el oeste se podía ver una puesta de sol realmente bonita. Paramos un momento para sacar una foto, pero ya era muy abajo y no quedó bien.
Como durante la jornada apenas había tenido cobertura con el móvil, no había podido hacer llamadas. Solo hablé con Guiomar, que también tenían intención de hacer la ruta, pero que no les había sido posible al final, y con Javi, que me informó de la hora del funeral de Roberto para el día siguiente por la mañana. Como íbamos a llegar tarde, durante el trayecto llamé a la mayoría de los compañeros del club para darles la noticia.
En vez de coger la autovía, continuamos por la nacional hacia Oviedo entrando en ella unos kilómetros antes. Luego enlazamos con la de Mieres, después de otro tramo por carretera, y ya en éste con la A-66 hacia León. Paramos en los peajes de entrada de Campomanes y el de salida en La Magdalena antes de recorrer el último tramo por la comarcal hacia León. A las 22:50 horas me dejaba José Antonio a la puerta de casa en Armunia tras un total de 425 Km.
De esa forma terminamos esta jornada marcada en todo momento por esa amarga noticia de la muerte de nuestro compañero y amigo Roberto, que siempre nos acompañará en cada una de las excursiones que sigamos haciendo. En su memoria.






























lunes, 10 de septiembre de 2007

"PIENZU" (Collado del Fito - Asturias) - 09-09-07

 

1ª ASCENSIÓN AL “PIENZU” (Asturias)

09-09-07   (Domingo)

Después del cambio de la última salida prevista precisamente a esta cumbre asturiana, este domingo nos hemos decidido a realizarla tan solo dos personas, Álvaro y yo, dado la excelente previsión climatológica que teníamos para ese día. Adelanto ya que resultó todo un éxito en todos los sentidos como luego se comprobará.
Tras la baja de última hora de José Antonio por un pequeño accidente el día antes, quedamos como digo Álvaro y yo únicamente para realizar esta salida. De antemano habíamos acordado la partida para las 7:00 horas, momento en que le recogí en el cruce de Villaobispo. Cuando comenzaba a clarear el día por el Este salimos de León por la carretera de Asturias hacia el puerto de Pajares. Apenas había tráfico en esos momentos, por lo que se circulaba cómodamente. El cielo completamente despejado nos daba ánimos temprano, aunque ya cerca de Oviedo cambió radicalmente metiéndonos de lleno entre la niebla “meona” y oscura que nos hizo pensar lo peor. Dejamos atrás la capital y en el desvío de la autovía a Santander abandonamos la que traíamos desde Campomanes. Poco a poco fuimos viendo de frente como se abría de nuevo el día dándonos un aliento de esperanza. Así fuimos avanzando por dicha autovía, cuya numeración han debido de cambiar recientemente ya que no coincidía con la del mapa.
Después de dejar atrás el Villaviciosa llegamos a la salida de Colunga y Arriondas donde salimos. En una rotonda, un indicador nos señalaba ésta última localidad así como el mirador del Fitu a 11 Km, punto inicial de la ruta. En esa glorieta paramos a sacar una foto de la sierra del Sueve con la cumbre del pico Pienzu en la que se podía distinguir a simple vista la enorme cruz que hay en ella. Retomamos la marcha sin más por la “AS-260” comenzando a subir poco después el puerto hacia el collado del Fitu. A mitad de éste volvimos a detenernos para contemplar ya parte de la costa situada a escasos cinco Km. de allí.
Cuando eran las 9:20 horas alcanzamos la collada del Fitu, o Alto de la Cruz de Llames, situada a una altitud de 538 m. En la misma había un aparcamiento con un par de casetas que luego comprobaríamos que se trataba de un bar y una tienda de recuerdos. Por unas escaleras subimos a una estructura de hormigón desde la cual tuvimos una impresionante vista de Picos de Europa así como los valles de Arriondas al sur completamente cubiertos por un mar de nubes indescriptible. Así mismo, hacia el oeste se podía ver gran parte de la sierra del Sueve, aunque no la cumbre del Pienzu oculta por otra más cercana. Sí se distinguía un trecho amplio de la subida al mismo. Al norte teníamos la costa cercana de Colunga un poco oculta por el bosque cercano al mirador. Realmente era espectacular el paisaje que se contemplaba. Sacamos varias fotos con la luz medio rojiza aún del amanecer. Bajamos de nuevo a aparcamiento y nos preparamos para la marcha. Antes de nada cambié la furgoneta de sitio para que el sol la diese por detrás, ya que no había sombra alguna allí.
A las 9:45 horas emprendimos la marcha por un camino entre pinos que partía frente al aparcamiento al lado contrario de la carretera. Poco más adelante el mismo daba un brusco giro a la derecha hacia un edificio de piedra por encima de nosotros al que de regreso decidimos acercarnos. Nosotros nos metimos entonces en un sendero con suave pendiente entre matorral bajo situado en la ladera sur por encima de la carretera que bajaba del puerto hacia Arriondas. Los espacios de pinares se alternaban con otros abiertos donde el sol ya comenzaba a calentar. Entre la arboleda vimos numerosos troncos secos por lo que supusimos que hace tiempo hubo un incendio en la zona.
Alcanzamos luego la cresta desde la que volvimos a ver la costa. Desde allí bajamos unos metros hasta un collado por el que atravesaba una línea eléctrica. En la falda norte se veía un gran bosque de pinos entre los que pasaba dicha línea. Al fondo, en los valles, comenzaba a levantar la niebla dejando ver los numerosos pueblos. Tras bordear otra loma llegamos a un nuevo collado donde había una vaca entre algo de arboleda. Por debajo, a la izquierda, vimos un pilón con agua. A partir de allí pasamos a la loma norte para bordear otro alto. Al fondo veíamos una collada cercana aun pico hasta la que se dirigía un sendero por el que intuíamos que había que subir. Por la parte izquierda bajaba ahora un gran barranco cargado de vegetación y por la parte contraria se elevaban laderas muy verticales de la sierra.
Alcanzamos de nuevo otra altiplanicie donde se situaba un depósito de hormigón con forma cúbica del que rebosaba un pequeño chorro de agua. Por delante ya veíamos en una collada más baja las cabañas de Bustacu. Echando la vista hacia la parte alta pudimos ver por primera vez en la ruta la cumbre del Pienzu con la gran cruz en ella. Se situaba a la izquierda de la collada que veíamos desde atrás y había estado oculta por el resto de la sierra. Eran entonces las 10:30 horas.
Antes de llegar a las majadas nos cruzamos con un pastor que estaba buscando una vaca parida de esa noche. A las 10:50 horas alcanzamos este collado donde solo quedaba medio en pié una caseta sin techo y llena de maleza. En el entorno pastaban varias vacas y caballos en las verdes praderías. Estábamos ahora enfrente mismo de la vaguada principal que bajaba hacia el norte. Por detrás de nosotros vimos llegar un grupo de jóvenes que luego se metieron por el valle que bajaba hacia el norte. Algunos otros nos adelantaron poco después hacia arriba. Un poco por encima de esta majada encontramos los restos de otras y una en mejor estado y con material de construcción cerca, lo que daba a entender que iban a rehabilitarla.
A partir de aquel punto la pendiente se hizo más pronunciada a través de una vaguada y siguiendo un sendero por la parte izquierda de la misma. Por el medio de la canal subía una línea eléctrica hasta un transformador situado más arriba. Entre helechales subía la senda muy trotada con dirección a la collada. Un poco por encima del transformador, y algo separada de la senda, encontramos la fuente Mergullines que el pastor nos había indicado antes. Tenía un pilón al que caían dos chorros de agua de dos tubos. Una inscripción en la misma indicaba el año 1958 como fecha de construcción. Me hizo gracia ver como, cuando iba Álvaro a llenar la cantimplora, se acercó corriendo una vaca para beber del pilón a la vez. A su lado había algunos árboles que nos dieron sombra unos minutos. Retomamos la marcha cruzándonos con algunos caminantes que ya bajaban de la cumbre. Pasamos al lado de algunos hoyos antes de alcanzar por fin la collada donde había otro pilón de agua y ganado pastando cerca. Eran las 11:30 horas.
Desde allí pudimos ver de nuevo la cruz en la cumbre para la que nos quedaban unos 250 metros de desnivel a través de senderos por la misma ladera rocosa del pico. La pendiente volvió a endurecerse, pero haciendo zigzag se llevaba bien el avance. Al poco de dejar atrás la collada encontramos una bifurcación y optamos al azar por tirar a la izquierda. Buscando el verde entre la roca fuimos ganando altura mientras el paisaje se hacía cada vez más amplio. Al ir por la cara norte no veíamos la costa, pero sí los Picos de Europa y los valles de Arriondas. Nos cruzamos con un joven de la zona que subía casi a diario y nos estuvo indicando un poco la situación de Covadonga así como nos confirmó que un pico que veíamos desde hacía un rato era Peña Ubiña. Nos fuimos metiendo hacia la izquierda poco a poco hasta llegar a la cresta desde la que vimos la costa. Escasos metros nos quedaban por la ladera para alcanzar la cumbre cercana donde se imponía la enorme cruz de hierro y una caseta al lado.
A las 12:05 horas y tras 6,500 Km, alcanzamos la cumbre del pico Pienzu con 1149 metros de altitud sobre el nivel de mar. Como ya digo, lo más impresionante de la misma es la gran cruz de estructura metálica de unos 12 metros en cuyos extremos superiores había varias antenas de palo instaladas. A su lado un par de casetas para los equipos alimentados suponemos que desde el trasformador que habíamos visto a través de una línea soterrada y unos paneles solares. Así mismo, en cuatro tablas de la cruz podían verse las imágenes de la Virgen de Covadonga, Santiago Apóstol, un Sagrado Corazón y un obispo de Asturias. También había en la cima un vértice geodésico y un buzón, que tardamos en ver tras las casetas, en un mástil metálico. De él recogimos una tarjeta y dejamos la nuestra.
Por supuesto, la vista era imponente. A pesar de la calima que había, se acertaba a ver la costa desde mas allá de Villaviciosa hasta varios kilómetros hacia el Este. Incluso nos dijeron que en días claros podía verse Gijón y Llanes. Por el norte todo eran cumbres tras el valle por el que transcurría la carretera de Arriondas, población que ahora veíamos claramente. A ambos lados se extendía toda la sierra de Sueve, en cuya cumbre más alta nos encontrábamos.
Al resguardo del fortísimo viento que soplaba del sur nos acomodamos para comer no sin antes sacarnos varias fotos con todos estos fondos. Si ya impresionantes son las vistas habituales en una cumbre, la particularidad de ver la costa a escasos cinco kilómetros no tiene descripción. Yo ya había tenido esa experiencia cuando hace años subí con Pepe Castro al Galiñeiro, en Vigo, aunque la costa estaba mucho más alejada entonces.
Allí llegó un joven que apenas paró unos minutos y luego una familia con tres niñas que también se acomodó para comer allí. Una de ellas nos sacó una foto a los dos con la cruz entera. Por el norte comenzamos a ver como las nieblas se formaban tras los montículos cercanos a la cumbre.
A las 13:30 horas comenzamos a bajar siguiendo un sendero diferente al de subida pero también con dirección a la collada. Pudimos ver varios caballos en la ladera y una rapaz volando sobre nosotros. Ya en la parte baja pasamos una zona de praderas antes de llegar al mismo collado en unos 20 minutos. Desde allí retomamos otro sendero diferente al de subida que nos llevó directamente a la fuente de los dos caños. Cerca nos quedaba el pendiente camino de bajada hacia las cabañas que ya veíamos desde allí. Las orillas de éste se encontraban cubiertas por helechos y matorrales. Por la izquierda caían las paredes rocosas de la sierra.
Ya cerca de las cabañas pasamos de nuevo al lado de otra fuente, ésta completamente seca y con una placa en la que figuraba esta inscripción: “Puerto de Sueve - Nº 105 - plan de mejoras 1979”. Tras un corto descenso llegamos al collado donde estaba la majada derruida y donde terminaba la fuerte pendiente en sí. El podómetro marcaba 9,480 Km y eran las 14:50 horas.
Nos sacamos una foto con la vaguada principal al fondo y retomamos la marcha hacia el depósito de agua que ahora vimos algo por encima comprobando que no tenía cubierta alguna. Álvaro comentó que podía tratarse de una reserva para caso de incendio. Desde aquel punto la senda bordeaba de nuevo una loma ahora por la izquierda. Nos llevó hasta otro collado con arboleda y numerosas vacas pastando en el mismo. Entre un gran helechal avanzamos por la parte alta unos metros antes de volver a ladear los cerros. Poco después vimos una bifurcación del camino y una senda por la que anteriormente habíamos ido. Optamos por seguir el primero de ellos ya que la dirección era la misma y realmente desde allí no había pérdida alguna. No tardando tuvimos una amplia vista de la costa y parte de la ladera norte de la sierra de Sueve.
Enseguida entramos en un pinar algo espeso tras el cual se situaba el edificio que habíamos visto por la mañana al subir. Nos acercamos a él comprobando que estaba cerrado y con un letrero que prohibía el paso. Era de piedra y tenía una especie de cúpula del mismo material. Por debajo vimos el sendero por el que habíamos partido por la mañana y bajamos a él a través de una corta pero pendiente ladera. Escasos 100 metros nos separaban de la carretera y el aparcamiento del mirador donde ahora se veían varios vehículos aparcados y los dos chiringuitos abiertos.
Eran las 15:40 horas cuando llegamos a este punto final de la ruta tras 12,500 Km recorridos según el podómetro. Como teníamos pensado ir a la playa, no nos cambiamos de ropa de momento. En una de las casetas compramos unas postales y en la otra pedimos unos refrescos. Unos 15 minutos más tarde nos pusimos en marcha hacia alguna playa cercana. Bajamos el puerto y nos dirigimos a la playa de Lastres. De camino vimos el desvío a la de La Griega, pero lo dejamos atrás. En Lastres nos pasamos la entrada a la misma y cuando estábamos en la parte alta del pueblo vimos que la playa no era de arena fina si no de gravilla. Optamos entonces por continuar hacia Villaviciosa por una carretera secundaria y así llegamos al desvío de la playa de Rodiles hacia la que nos dirigimos. De camino íbamos viendo como la sierra se iba tapando con nieblas que ya nos habían dicho que eran comunes al atardecer. Las inmediaciones de la playa estaban plagadas de coches y lo dejamos en un prado habilitado como aparcamiento. Eran las 16:45 horas.
Nos cambiamos dentro de la furgoneta y nos encaminamos a la playa llena de personal, aunque pocos eran los que se metían al agua. No tardamos en comprobar por qué. Creo que ninguna vez de las muchas que he ido a la playa en Asturias he pillado el agua tan fría como ese día. Todo lo que tenía de clara y limpia lo tenía de helada. A pesar de ello, y con mucho esfuerzo, nos metimos los dos completamente. Ondeaba la bandera amarilla y había unas boyas delimitando la zona de baño hacia dentro mientras una lancha de salvamento patrullaba por las cercanías. Aún estando dentro un buen rato se seguía sintiendo el frío del agua.
Eran las seis de la tarde cuando salimos de la playa mientras el cielo se iba cubriendo con algunas nubes. De nuevo nos cambiamos en el coche antes de emprender ya el regreso a León. Nos dirigimos a Villaviciosa con intención de parar un rato allí, pero estaban en fiestas y nos fue imposible encontrar donde aparcar tras varias vueltas por el centro. Sin más entramos en la autovía hacia Oviedo mientras las cumbres se iban cerrando por las nieblas. Enlazamos luego con la de Campomanes donde salimos para subir el puerto de Pajares ya que veníamos con tiempo de sobra.
Ya muy cerca de la parte alta paramos para sacar una foto realmente bonita de unos contraluces sobre las Ubiñas. Las nieblas lo cubrían todo cuando entramos en León aunque enseguida se disiparon según avanzábamos. Al llegar a Vega De Gordón paramos en un parque cercano a la carretera para merendar un poco. Eran las 20:35 horas. Antes habíamos sacado unos refrescos en una máquina de la gasolinera de Villamanín.
Unos 15 minutos estuvimos allí parados antes de retomar la marcha a León mientras anochecía. Eran las 21:20 horas cuando entramos en la capital y nos dirigimos a Villaobispo donde quedaba Álvaro. Subí un momento para ver el piso que tiene allí y en ello estaba cuando llamó José Antonio para ver que tal nos había ido. Sin más retrasos continué la marcha hacia Armunia donde llegué poco antes de las diez de la noche.
Como ya adelanté al comienzo, no pudo resultar mejor la experiencia del día después de todo. Las buenas previsiones de tiempo se cumplieron y la ruta resultó de lo más interesante sobre todo por las vistas contempladas desde la cumbre del Pienzu. Además lo completamos con un baño en la playa. ¿Qué más podemos pedir?