lunes, 23 de noviembre de 2009

PEÑA SAN JUSTO (Isoba) - 22-11-09

 


1ª ASCENSIÓN AL “SAN JUSTO”.

22-11-09       (Domingo)

No puedo comenzar este resumen sin hacer un breve apunte sobre el accidente ocurrido durante esta actividad a nuestra compañera Nati. Sin resultar excesivamente grave, ha tenido la suficiente importancia como puede ser la rotura del tobillo derecho. Un desafortunado resbalón tuvo como consecuencia esta lesión.
Poco antes de las 8:00 horas nos recogía Toño a Mª Jesús y a mí cerca de la fuente del plus. Nos dirigimos a Guzmán donde nos reunimos con los otros 9 participantes: Adelino, José Antonio, Mateo, Álvaro, Nati, Irene, Piedad, Gabriela y Arancha, amiga de esta última. En los coches de Toño, Gabriela y Adelino emprendimos el viaje por la nacional hacia Puente Villarente. Nada más subir el Portillo se cerró la niebla completamente y despejó ya camino de Boñar. En esta villa hicimos una parada para tomar un café antes de retomar el viaje hacia Isoba, 1375 m, donde llegamos poco antes de las 10:00 horas. Aparcamos los coches y nos preparamos para la marcha que comenzamos a las 10:20 horas.
Salimos por una de las calles del pueblo hasta desviarnos a un camino que comenzaba la subida hacia el valle. Por el mismo habíamos subido en abril hacia la collada del Pinzón en la ascensión a la Rapaona. En aquella ocasión la nieve lo cubría todo y el paisaje era totalmente diferente. Ahora los charcos del camino los cubría una fina capa de hielo. El primer tramo era pendiente y el camino daba algunas curvas según ganaba altura. Cruzamos un arroyo que atravesaba éste teniendo delante la pirámide del pico San Justo. En unas estaquillas vimos señales de la ruta que seguíamos, el PR-LE 27.1 Entrevados- Valle de Pinzón. Hacia atrás comenzaban a sobresalir las cumbres del Toneo, Ausente y Requejines. Tras otra cerrada curva vimos la collada del Pinzón y las cumbres de La Rapaona y Páramo cubiertas de nieblas. En una bifurcación las señales nos indicaban la ruta a seguir por otro previsible. Entre altas escobas trascurría el camino cuya pendiente se había suavizado en este tramo. Hacia el sur se mantenía las nieblas que cubrían las cimas y algunos valles.
Los prados estaban encharcados y algunos arroyuelos los atravesaban. En ellos vimos una pequeña y bonita lagunilla. Ya cerca de la collada nos alcanzó un todoterreno en el que subía una forestal que nos avisó de la celebración de una cacería en toda esa zona por la parte baja. Tras ella llegaron otros vehículos con los cazadores.
No tardamos en meternos de lleno en la loma del pico por su parte norte abandonando el camino que pasaba hacia el valle del Pinzón. Estábamos a una altura de unos 1530 metros. Apunto aquí que íbamos todos en grupo salvo Nati, que como es habitual en ella, suele quedar en la parte baja a su aire llegando hasta donde la dicte su criterio.
Encaramado a unas rocas vimos un rebeco y no tardando un buen grupo de ellos subiendo por la cresta espantados por los disparos que ya se oían abajo. Ya en la ladera del San Justo cada uno fue subiendo por donde mejor lo vio conveniente. Algunos nos echamos hacia la derecha y yo me fui a meter en una canaleta que casi me pone en un apuro. Se comenzó a empinar de tal forma que casi era vertical. El problema era que la piedra y la hierba resbalaban. A los demás les veía por el medio de la vaguada y a José Antonio por la parte contraria donde la loma no era menos pendiente.
Por fin alcancé la parte alta de esta cresta a la que ya habían llegado algunos un poco más arriba. Hacia atrás ya podíamos ver la estación de San Isidro y el imponente pico Torres. Con esta vista continuamos avanzando hacia la cima aún invisible desde allí. En un pequeño collado pisamos el primer nevero de la temporada. Por delante nos quedaba otra loma moteada con algún nevero más. Llevaba las manos heladas y al final tuve que ponerme los guantes, lo cual no me hace gracia ya que es imposible usar la cámara de fotos con ellos. Ya he pensado comprar unos más finos pero térmicos.
Ya subiendo esta loma fue donde nos cubrió la niebla por primera vez, aunque no llegaba a estacionarse. Hacia adelante tenía una bella estampa del resto del grupo a contraluz y entre la niebla. En la parte alta pasamos por un nevero con una cornisa hacia el sur. La cresta giraba hacia esta dirección ya con la cumbre a la vista. El último tramo era muy escarpado y pedregoso pero de corta distancia y fuerte desnivel. Enseguida vimos el buzón y un mástil de hierro, suponemos que resto de una antigua cruz. Unos minutos después de llegar los primeros del grupo alcanzamos el resto esta cima de 1956 metros de altitud. Eran las 12:20 horas.
En la cumbre estuvimos hasta las dos de la tarde y resumo un poco lo que hicimos. Nos tomamos unos chupitos mientras “ensayábamos” unos villancicos para el belén de cumbres. Nos hicimos unas fotos en la cumbre y dejamos nuestra tarjeta. También comimos unas rosquillas que Toño había comprado en Boñar. No teníamos pensado comer allí, y de hecho algunos ya tenían la mochila puesta para bajar cuando cambiamos de opinión. En la cima había una especie de abrigo de piedras en las que algunos se resguardaron del viento frío. Yo me resbalé con una roca y me hice un poco de daño en la mano y brazo izquierdo. Creo que fue en ese momento cuando se pudo golpear el móvil que llevaba en la riñonera abollándose la batería. Noté que fallaba a lo largo del resto de la jornada cuando lo sacaba y estaba apagado. Ya en casa lo he visto más claro al desarmarlo.
Desde la cumbre podíamos ver un amplio panorama hacia la zona de San Isidro. Cumbres como el Torres, Toneo, Agujas o Ausente, bajo el cual podía verse una mínima parte del lago. Girando a Oeste apenas era visible paisaje algunos debido a las nieblas que cubrían la zona. En el valle estaba el lago de Isoba y el pueblo al norte. Al sur apenas conseguimos ver unos segundos la cima del Susarón. Sí se veía abajo Puebla de Lillo y también a ratos Cofiñal.
Pues bien, contemplando todo esto oímos una sirena en el valle y fijándonos vimos una ambulancia llegar a Cofiñal. Lo primero que pensamos fue que había ocurrido algún accidente en la cacería. Así quedó la cosa.
A las dos emprendimos el descenso envueltos ahora en la niebla. Había que tener cuidado en el tramo de roca por lo resbaladizo de la misma. Siguiendo la misma cresta llegamos a los neveros de la cornisa. De nuevo disfrutamos de unos contraluces espectaculares con la niebla que poco a poco dejábamos arriba. Al contrario que a la subida, esta vez comenzamos a bajar por el medio de otra vaguada. Fue bajando este tramo cuando recibí la llamada da la guardia civil de Puebla de Lillo comunicándome el accidente de Nati. Me comentaron que la habían recogido un poco por encima de la collada en la ladera del pico. La traían en la ambulancia hacia el hospital de León.
En la parte baja nos reunimos y se lo conté al resto del grupo. Por fin conseguimos comunicarnos con ella y fue cuando nos contó como había resbalado bajando por la hierba y quedó sentada con el pie totalmente retorcido. Intentó llamarnos y no había cobertura, por lo que llamó directamente al 112.
Ya por el camino fuimos bajando muy suavemente entre las escobas dejando atrás los coches de los cazadores, uno de los cuales vimos entre la maleza. Había que ir sorteando los charcos del camino que embarraban la ruta en muchos tramos. Ya con el pueblo a la vista se pronunció la cuesta abajo y en pocos minutos entramos en él cuando eran las 15:40 horas.
Como ya habíamos comentado anteriormente, queríamos acercarnos a ver unas cascadas en el desfiladero de Entrevados, según Mateo a media hora de allí. Pensamos que tampoco hacíamos nada viniendo para León ya que a Nati no le íbamos a ayudar con ello. A la vuelta sí que pasaríamos por allí.
Nos encaminamos hacia este paso por un camino entre praderías encontrando trozos encharcados que sorteamos por la hierba. Atravesamos una empalizada que curiosamente fue construida por Álvaro hace algunos años. Recuerdo que éste es de Solle, pueblo de la zona. Al lado nuestro bajaba el río Isoba en el que no tardamos en encontrar las primeras cascadas. Un puente de madera daba paso a la margen contraria, a la que no teníamos que pasar. Dejamos atrás un gran cercado de piedras tras el cual subían las laderas del pico San Justo que estábamos bordeando por el suroeste. Para ver el siguiente salto tuvimos que bajar unos metros hacia el río. Realmente era bonita esta cascada que caía entre rocas formando algunos toboganes. El sol nos daba de frente y para sacar fotos no era el mejor momento.
A los pocos metros nos metimos en la zona estrecha del desfiladero. Yo me había entretenido en este lugar y me sacaron una buena distancia. El camino comenzaba a bajar más visiblemente y llevábamos más de media hora. Pasamos algunos pedreros y algún tramo de bosque de roble y otras especies que no puedo reconocer. Fuimos girando y bajando aún más bruscamente, lo cual me mosqueaba ya que luego había que volver y llevábamos casi una hora.
Por fin llegamos a un desvío señalizado donde un indicador marcaba la situación del Pozo de la Leña. Bajando aún más hacia el cauce llegamos por fin al lugar desde donde se podían ver otras bonitas cascadas en hilera y con el agua bajando con toda su furia. Nos acercamos hasta otro punto situado encima mismo del salto donde era impresionante la fuerza con la que bajaba el caudal.
Eran casi las cinco cuando emprendimos el regreso. Ahora nos tocaba subir las pendientes hacia Isoba. Yo fui quedando rezagado y pude disfrutar de unos paisajes realmente alucinantes con las nubes iluminadas por el sol del atardecer y la cumbre del pico Torres de fondo. No sé las fotos que saqué de ello, pero algunas son verdaderas postales.
Mientras atardecía llegué al pueblo cuando eran las 18:00 horas. Ya en los coches nos cambiamos y entramos al cercano bar donde estuvimos tomando un refrigerio. Llamamos de nuevo a Nati y nos dijo que estaba a la espera de que la trasladasen del hospital a la clínica San Francisco, concertada por el seguro de montaña. Aún no sabía exactamente lo que tenía.
A las 19:00 horas emprendimos el regreso a León recorriendo sin novedades el trayecto hasta la ciudad. Habíamos acordado acercarnos algunos hasta la clínica a ver como estaba nuestra compañera. Al llegar nos encontramos con que aún no la habían trasladado. Toño me acercó a casa y regresé con la furgoneta. Ya la habían subido a la habitación y estando algunos allí con ella vino el medico para comunicarle que realmente tenía una fractura múltiple del tobillo.
Como anotación complementaria apunto que la operaron el martes y que en un artículo del periódico del lunes hay una breve referencia a su accidente y “rescate”. Le deseamos una pronta recuperación, aunque en principio tiene para una temporada.




















lunes, 16 de noviembre de 2009

POLANCO - MELEROS - BOYERIZA (Geras de Gordón) - 15-11-09

 


(Nota: La denominación correcta es "Arroyo Polanco", no "Arroyo Palanco".

1ª TRAVESÍA “GERAS DE GORDÓN- ARROYO PALANCO-

ARROYO MELEROS- GERAS DE GORDÓN”.

15-11-09       (Domingo)

Tras el intento fallido por la climatología del fin de semana pasado de la ascensión al pico Loto, en Remolina, excursión a la que no pude ir, este siguiente nos ha ocurrido otro tanto. En esta ocasión ni siquiera nos planteamos ir hasta allí y optamos por quedar más cerca y realizar una sencilla ruta improvisada en Geras de Gordón.
Amaneció este domingo totalmente cubierto y con lluvia constante. Recibí la llamada de José Antonio para ver si merecía la pena o no salir, pero ya preparados y demás, le respondí que me parecía mejor seguir con los planes y a lo que saliese.
Le recogí a él y a Mateo en el paseo de Salamanca y seguidamente a Antonio y a Álvaro en otros puntos cercanos a sus domicilios. Aquí fue donde decidimos la ruta a realizar tras algunas propuestas. Salimos de León por la carretera de Asturias poco después de las 9:00 horas. La lluvia seguía incesante y ya adelanto que con mas o menos intensidad, así se mantuvo el resto del día.
En Pola de Gordón nos desviamos hacia el puerto de Aralla en cuya carretera se encuentra Geras de Gordón, 1140 m. Entramos en el bar a tomar un café y prepararnos para la ruta. A las 10:35 horas la emprendimos saliendo del pueblo por la carretera hacia el puerto abandonándola enseguida para meternos en unos prados con laderas encharcadas. Atravesamos un arroyo y nos situamos en el alto de una de las lomas encaminándonos hacia el desfiladero de Palanco. Pasamos entre algunos árboles aislados y con hojas amarillentas que destacaban en los verdes prados.
Poco a poco nos fuimos acercando al paso estrecho con altas paredes a ambos lados. Allí encontramos el camino que transcurría unos metros por encima del arroyo Palanco. Éste estaba formado a trozos por una armadura de piedras sobre el cauce. El firme parecía una calzada romana empedrada y bien conservada en muchos tramos. Unos metros más adelante se abría un poco el desfiladero y comenzamos a ver altas paredes bajo las que crecían bosques de hayas. Numerosos pedreros caían por las empinadas laderas del cañón.
En un determinado punto tuvimos que atravesar el arroyo saltando sobre el cauce en una estrechez del mismo. El camino, convertido en sendero, seguía paralelo al arroyo, ahora por la parte derecha nuestra. Las zarzas y arbustos crecían a los lados del mismo. Así llegamos a una zona donde pudimos ver a nuestra izquierda tres altas agujas de roca alineadas y perpendiculares al sendero. Era impresionante la vista de las mismas desde abajo y entre la niebla, en la que poco a poco nos metíamos.
A las 11:45 horas llegamos al final del desfiladero donde el valle se abría y se bifurcaba. De frente se puede subir hacia el Cerro Pedroso, totalmente oculto entre la niebla. Nosotros nos echamos hacia la izquierda con dirección a una collada también invisible desde allí. Enseguida enlazamos con un ancho camino que venía precisamente de la cabecera del valle. Unos por él y otros por la pradera subimos cómodamente hacia dicho collado, 1480 m, al que llegamos en 15 minutos. Allí la niebla estaba muy cerrada impidiendo ver paisaje alguno. Nos hicimos una foto de grupo, que por cierto, como la mayoría, salió borrosa por culpa de las gotas de lluvia en la lente de la cámara, que ya previniendo era la “vieja”.
Emprendimos el descenso hacia el valle de La Boyeriza por el ancho camino embarrado. Aquí no disgregamos un poco y mientras algunos seguían por el camino otros nos metíamos al bonito hayedo, que aunque desprovisto de hojas en los árboles, tenía un encanto especial. Éstas, caídas en el suelo, formaban un amplio manto marrón en el que destacaban algunas matas de verde musgo o troncos caídos en medio. Por el bosque bajaban varios surcos de buena profundidad. También vimos un bonito tronco cubierto de musgo en el que nos sacamos unas fotos. En el linde había un avellano y recogimos frutos caídos bajo él. Igualmente vimos infinidad de setas de varias clases y tamaños.
Así llegamos a la confluencia con el arroyo Meleros, por el cual subimos unos metros hasta llegar a una estrecha zona donde el agua formaba bonitas cascadas entre las rocas del desfiladero. También las fotos que saqué allí quedaron borrosas por la lluvia. Al menos con los videos puede verse luego la belleza de aquel rincón. Eran las 13:10 horas.
Retomamos la marcha y regresamos al camino por el que continuamos bajando hasta desviarnos por un sendero que atajaba unos metros. Nos encontramos entonces con una alambrada y algunos la saltaron mientras otros bajábamos al camino donde una cancilla permitía el paso cómodamente. La vista del bosque desde la parte baja era realmente una postal a pesar de lo nublado del día.
Llegamos de esa forma al punto donde se bifurcaba el camino, y mientras un ramal seguía por la parte baja hacia el desfiladero del Meleros, otro subía hacia la collada a la que en diciembre pasado llegamos cuando hicimos otra ruta por la zona hasta la cabecera de éste arroyo. Nos encaminamos por el primero entrando en la zona angosta del mismo donde también pueden verse paredes de varios metros de altura. Es muy corto este trayecto y aquí quería parar Antonio a comer, pero no había resguardo de la lluvia. Enseguida llegamos al lugar donde había dejado la furgoneta en aquella ocasión. Ya veíamos la carretera a pocos metros de nosotros y a ella salimos cuando eran las 13:40 horas.
Nos restaba un kilómetro largo hasta Geras por la serpenteante carretera. Habíamos decidido comer en el pórtico de la iglesia, emplazada unos metros antes del pueblo. A las 13:50 horas llegamos a la misma y entramos bajo el soportal. Justo en ese momento llega un coche y aparca allí mismo delante. Nada más verlo lo reconocí, era el de Constantino, amigo y vecino mío de siempre que también practica montaña y de ello venía. Había estado en la zona de San Isidro y nos dijo que allí incluso estaba peor.
En un momento nos acercamos Álvaro y yo a por la furgoneta al centro del pueblo. De regreso nos cambiamos y nos pusimos a comer allí mismo al resguardo de la lluvia que no dejaba de caer, y ahora acompañada de fuerte viento.
A las tres de la tarde emprendimos el regreso nosotros. Nos detuvimos en Cabornera y entramos en el bar a tomar un café tranquilamente. Media hora después retomamos el viaje a León con la lluvia como acompañante hasta casi entrar en la ciudad, donde no llovía pero con las calles mojadas aún. Fui dejando a los compañeros en los respectivos puntos de recogida y a las 16:30 horas terminaba esta improvisada jornada en casa.
Con el panorama meteorológico que teníamos, no pudimos hacer una ruta más apropiada. La zona boscosa y la del arroyo fueron sin duda los puntos más bellos de esta marcha que aún con lluvia pudimos disfrutar. Esperemos que este panorama climatológico no sea un preludio de lo que nos espera el resto del invierno.















lunes, 2 de noviembre de 2009

RUTA DEL ALBA (Soto de Agues - Asturias) - 01-11-09

 


3ª TRAVESÍA “RUTA DEL ALBA”. (Asturias).

01-11-09          (Domingo)

Aprovechando este largo fin de semana de dos días, ya que el lunes es festivo por traslado de Los Santos, me he ido a Luanco con Juli y Luis. El sábado nos dimos un paseo por Gijón y el domingo, tras dejar a mi hermana en el trabajo y recoger los perros, nos encaminamos hacia Soto de Agues, a unos 80 Km. Dejamos la furgoneta en un aparcamiento a la entrada del pueblo y nos preparamos para la ruta. En el cielo se veían nubes y claros, pero no tenía aspecto de llover. Como además la temperatura era realmente cálida, no cogimos ni cazadora ni chubasqueros. Con una pequeña mochila en la que metimos unos bocatas y poco más emprendimos la marcha ya pasadas las 12:30 horas. Atravesamos el pueblo donde vimos varios hórreos y casas típicas hasta llegar al comienzo de la ruta en sí. Cargamos agua en una fuente de los lavaderos y salimos por un camino cementado entre arbustos y prados. Numeroso personal iba también haciendo la misma ruta.
En un corral vimos una piara de cerdos y algunos perros cerca. No tardamos en dejar atrás la piscifactoría y llegamos a un puente sobre el río Alba que daba paso a un ramal de la ruta. Tras el mismo llegamos a un desfiladero donde el río se encajonaba bajo nosotros. A él bajó Luis con los dos perros, Roi y Luna. Retomamos la marcha con el vallado de madera protegiendo la caída al cauce y con paredes de roca a la derecha llegando a un segundo puente tras el cual se veían los restos de un antiguo corral resguardado bajo un techo natural de piedra.
Nos cruzamos luego con varios caminantes que ya bajaban. Algunos traían perros también como acompañantes. Encontramos una piedra grabada al lado del camino y enseguida llegamos a un viejo cargadero de mineral de la mina El Carmen del que solo quedaba el muro. Mas adelante había unos verdes prados con una cabaña en medio. En otra piedra de aspecto reciente nos marcaba el kilómetro 3 de la ruta que constaba de 7 hasta la parte alta. No vimos ninguna marca más de esas. Atravesamos un paso canadiense para el ganado tras el cual había una fuente con pilón. En las laderas crecían los bosques que ya tenían tonos otoñales y pasamos un tramo entre ellos. Las hojas caídas cubrían prácticamente el suelo del camino. En otro prado vimos tres cabañas similares a la anterior así como otra en la ladera.
Entramos en otro desfiladero donde el camino transcurría bajo la piedra misma haciendo de medio túnel. Seguidamente salimos a otra zona boscosa con bellas estampas otoñales y a los pocos metros encontramos otro estrecho paso donde pudimos ver algunas cascadas en el río y otra muy alta que caía por las paredes. En una gran roca crecía un árbol de raíces retorcidas y varios troncos.
Así llegamos al puente de piedra La Pontona por el que había que pasar a la parte contraria del cauce comenzando a subir por unos escalones de piedra. En el río se podía ver otro gran salto de agua con un estanque natural en su parte baja. Allí nos paramos un momento y los perros se metieron al río. Un puente similar a pocos metros del anterior, el de Resquiebra, nos devolvía a la margen contraria. Tras él seguía el cañón aún más estrecho con paredes verticales que casi se tocaban. Al final del mismo se abría totalmente en el paraje de La Cruz de los Ríos donde termina la ruta en sí tras 7,100 Km. Eran las 14:40 Horas.
Allí se emplaza el refugio en cuyo porche dormimos en la ruta nocturna que hice con el club de montaña. En las mesas cercanas se acomodaba el personal comiendo y así lo hicimos nosotros también. Por encima del valle seguían los bosques de hayedos, el de Llaimo y el de Retriñón. La ruta entera está catalogada como Monumento Natural.
Cómodamente sentados comimos el pan y embutido que llevábamos con buen apetito. En ello estábamos cuando sentimos caer las primeras gotas de lluvia. El cielo se había ido cubriendo y la niebla bajaba a pasos agigantados. Recogimos y emprendimos el regreso a las 15:15 horas.
En un momento comenzó a arreciar la lluvia que nos empapó por completo rápidamente. Al menos no hacía frío. Del regreso poco puedo apuntar ya que lo hicimos sin apenas paradas. Yo tuve que guardar la cámara de fotos ya que de lo que llovía era imposible sacar fotos. Solo en algunas ocasiones la sacaba para fotografiar alguna cascada o detalle destacado. Con la lluvia, las piedras estaban resbaladizas y había que tener cuidado en esos tramos primeros más pendientes. Nos cruzamos con un pequeño grupo que subía y dejamos atrás una pareja que se resguardaba bajo uno de los techos de roca. Nosotros, ya calados hasta los huesos, nos daba igual todo. Hubo un momento que bajó la intensidad de la lluvia, pero enseguida remontó arreciendo de nuevo. La cimas se habían cubierto por completo.
A las 16:50 horas entramos en Soto de Agues atravesándolo hacia el aparcamiento donde estaba la furgoneta. De ella cogimos la ropa seca y en un polideportivo cubierto pudimos cambiarnos. Yo me puse un jersey y como pantalón el mono de trabajo que llevo en la furgoneta. Minutos más tarde emprendimos el regreso con la lluvia igual de arreciante.
Antes de llegar a casa recogimos a Juli y dejamos los perros en un cercado que tienen cerca de Perlora. A las 19:20 horas terminamos el viaje en Luanco. Así sumé otra excursión más en este año, que aunque pasada por agua, tuvo su encanto como suele ser habitual.