lunes, 26 de mayo de 2008

XII ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES / SANTA OLAJA DE LA VARGA - CISTIERNA - 25-05-08


XII ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES.

MEMORIAL “FERNANDO ALGORRI”.

1ª TRAVESÍA “SANTA OLAJA DE LA VARGA- OCEJO DE LA PEÑA- FUENTES DE PEÑACORADA- CISTIERNA”.

25-05-08    (Domingo)

Como ya es habitual en este mes de mayo, se ha celebrado el tradicional Encuentro de Montañeros Leoneses, que pretende reunir a la mayor parte de montañeros de toda la provincia de León. Unos 300 participantes nos dimos cita en esta ocasión para tal evento que tuvo lugar en la comarca del Alto Esla y concretamente en las inmediaciones de Cistierna, en cuya localidad tiene la sede el club Los Rejos, organizador de la presente edición junto con la Delegación Leonesa de Montañismo.
A las 8:00 horas teníamos la salida de los autocares de la capital. De aquí partían dos vehículos grandes y un micro bus en el que nos tocó ir a parte de nuestro club. Al frente de este vehículo iba Constantino como organizador. Del club Cumbres de León íbamos las siguientes personas: Vicente, Álvaro, José Antonio, Roberto, Adelino, Nati, Piedad y yo.
Con media hora de retraso emprendimos el viaje hacia Santa Olaja de la Varga donde comenzaba la ruta. En Cistierna nos detuvimos unos minutos para tomar un café y esperar a que fuesen llegando los autocares de los demás puntos de la provincia. Poco después continuamos el escaso recorrido hasta la localidad citada deteniendo los autocares en un camino distante un kilómetro de Santa Olaja. (1000 m).
A las 10:00 horas comenzamos a andar por un camino atravesando poco después la carretera que entra a este valle. Paralela a ésta transcurre otro camino que pasa por encima del pueblo. En los tramos rectos podía verse la gran columna de participantes que ahora íbamos aún juntos. Por lo que habían comentado, había una ruta alternativa más corta, pero no supe al final por donde transcurría.
En varias estacas se indicaba que la ruta estaba catalogada como “CR- 2- Ruta de los Castillos” Tramo Santa Olaja – Ocejo y con el club Los Rejos como marcador de la misma. El camino ascendía muy suave entre praderas y las laderas del valle. En las cumbres quedaban muchas nieblas y el cielo se mantenía nublado. Hacia atrás se podía ver el montículo donde se emplaza el mirador de Los Rejos, por el que pasaríamos al final de la ruta como optativo. Dejamos atrás una fuente y un depósito de agua antes de meternos entre la arboleda. Aquí el camino dio un brusco giro hacia atrás para volver enseguida al mismo sentido. En numerosos lugares podía verse el rastro de la limpieza hecha de la ruta por dicho club. Al final del bosque salimos a una campera donde había un vehículo de la Cruz Roja y varios miembros en las cercanías. Tanto ésta como el GREIM eran los encargados de la seguridad de dicha actividad. En esos momentos lucía un poco el sol.
Esta pradera, en la que había una fuente con pilón, daba paso a la parte contraria del macizo quedando ahora a la vista el valle del Esla con la carretera principal en medio. Atravesamos unos metros más entre bosque antes de meternos bajo las rocosas paredes. Allí la pendiente se hizo más pronunciada mientras serpenteábamos por el medio de la roca y los arbustos. De esa forma alcanzamos la parte alta de la cresta por la que transcurriría la siguiente parte del trazado. Hacia el SE podíamos ver todo el macizo de Peña Corada en cuya cumbre se cerraban las nieblas. En el valle del Esla se veía el pueblo de Aleje y en el de Sabero, Sotillos. Entre robles y encinas fuimos avanzando mas o menos siguiendo el cresteo pocos metros por debajo del mismo. De nuestro grupo íbamos juntos Adelino, Roberto, Álvaro yo y así hicimos el resto de la ruta.
Tras un tramo por dicha parte alta, comenzamos a descender hacia el NE por una vaguada que nos llevó casi a la entrada de una bonita cueva. Alguien de la organización indicaba su situación para que no pasásemos de largo. No era muy profunda, pero las paredes tenían unos tonos curiosos. Tras visitarla continuamos el descenso por la ladera hacia la cabecera del Valle de Nuestra Señora donde se supone que están los restos de una ermita que no vimos. En las verdes praderías de este valle pastaban numerosas reses de vacuno entre las que se encontraba un enorme toro. El valle se encuentra entre el Castillón y la Peña Quebrada.
Pasamos por la parte baja de este valle trasversal al que sube desde Santa Olaja a Ocejo y nos encaminamos hacia otra collada por el norte del Castillón. En este punto estaba reunido numeroso personal haciendo un descanso y paramos unos minutos nosotros también. Eran las 11.50 horas.
Retomando la marcha subimos bruscamente por la pradera entre arbustos floridos viendo por detrás el valle que habíamos pasado. Atravesamos luego un estrecho canal entre rocas y una alambrada donde dos organizadores ayudaban a pasar para no liarse con los espinos. Según la descripción de la ruta, en este tramo se conserva parte de una calzada romana, aunque no sabría precisar donde está concretamente. Bien podía ser el tramo entre rocas que estábamos pasando en esos momentos. Al final del mismo había una pequeña campera, punto mas alto de este tramo con 1400 metros de altitud, desde la que comenzamos a descender siguiendo un sendero entre prados y arbustos. De frente se alzaba la cumbre del Campriondo, situado al Este de Ocejo de la Peña. Pasamos al lado de otro pilón de agua donde el camino se ensanchaba un poco ya con dirección a dicho pueblo. Este tramo le habíamos recorrido nosotros en enero cuando intentamos el pico Cerroso desde Ocejo. Hacia el sur vimos la ladera por la que ya estaban subiendo los participantes mas adelantados. Nos sacaban mas de dos kilómetros y no eran los primeros. Acercándonos al borde de la loma vimos enseguida Ocejo encajonado en el estrecho valle. Escasos metros nos separaban ya del mismo a través del ancho camino con fuerte pendiente que nos metió directamente en él cuando eran las 12:50 horas y tras 7 Km recorridos. 6 según el mapa.
Como anécdota apunto la “broma” que le gastamos a uno de la organización. Mientras Roberto me grababa con la cámara, yo le “increpé” preguntando cómo nos habían enviado por toda la roca, laderas y cuestas cuando había una bonita carretera por el valle. De primero se quedó un poco cortado hasta darse cuenta del tema.
Allí cerca se encontraba la iglesia del pueblo dedicada a San Facundo y San Primitivo. Entramos a visitarla y de paso algunos compramos un calendario como donativo. Continuamos la marcha atravesando Ocejo de la Peña, (1150 m), por sus calles saliendo luego por la carretera que llega al mismo desde Santa Olaja. El cielo se había ido cubriendo de nuevo y no tardó en ponerse a llover teniendo que sacar las cazadoras, chubasqueros o paraguas, como Álvaro. En un prado al lado de la carretera vimos la mitad de una vieja furgoneta citroën.
Tras recorrer unos 500 metros por el asfalto abandonamos éste y nos metimos en un camino al lado del cual nos encontramos un “pascualín” con remolque ya todo oxidado. Comenzamos entonces a subir por aquel camino que tenía varios tramos totalmente embarrados. El agua caía por cualquier lugar encontrando fuentes a cada paso. La vegetación tenía un color verde intenso.
Al final de este camino se encontraba la ladera de fuerte pendiente por la que habíamos visto subir antes a los adelantados. Desde allí comenzamos a ver hacia atrás el valle y Ocejo al fondo. Por encima emergían ya las cumbres del Cerroso, Rionda y Moro. El cielo iba poco a poco despejándose y comenzaba a lucir el sol entre las nubes. Con calma fuimos ganando altura por aquella pradera empinada y pesada de subir. Los que ya estaban en la collada Sestil de las Vacas nos daban ánimos a los que íbamos hacia ella.
A las 14:20 horas alcanzamos este nuevo alto, el de mayor altitud de toda la ruta con unos 1430 metros. El podómetro marcaba 9,100 Km y el mapa 10 Km. Desde allí se veía todo el valle por el que habíamos subido así como parte del primer tramo de la ruta. Hacia el sur volvíamos a ver el macizo de Peña Corada. La intención nuestra era comer allí, pero los organizadores nos indicaron que el punto de encuentro estaba abajo mas cerca de Fuentes de Peñacorada. A título personal sí comento que son esos detalles por los que prefiero, salvo en estas ocasiones especiales, salir en un grupo pequeño y no con aglomeraciones donde tienes que ceñirte a horarios estipulados y demás.
Seguimos entonces un sendero por la ladera sur del Sestil en el que encontramos señales con la inscripción “CR- 3- Ruta de los Castillos” Tramo Ocejo-Fuentes”. Atravesamos praderas de verde intenso antes de entrar en un camino mas marcado entre arboleda. A través de ella podíamos ver otra vez el montículo donde se emplazaba el mirador de Los Rejos. Al lado mismo del camino encontramos algunas curiosas fuentes donde se veía manar el agua que a intervalos salía a borbotones con mucha fuerza pareciendo que hervía. De esa forma llegamos al punto donde se reunía numeroso personal comiendo en los prados entre los árboles. Allí mismo teníamos otra fuente con pilón. Eran las 14:50 horas y llevábamos 10,270 Km.
Nos acomodamos al lado de unos arbustos para comer tranquilamente rodeados de los demás compañeros de marcha. Por allí estaba Vicente, que ya retomaba la marcha, y José Antonio. El sol calentaba y se estaba bien en manga corta.
A las 15:20 horas emprendimos de nuevo la marcha por los prados que, no me canso de comentar, estaban tapizados por una impresionante alfombra verde. Pasamos un corto bosque tras el cual entramos en un pequeño cañón a media altura en el que un arroyo formaba una cascada en las peñas. Después de bajar una fuerte pendiente salimos a un ancho camino que subía por el valle principal o bajaba hacia el pueblo, dirección que tomamos nosotros. Tras una curva unos metros mas adelante tuvimos a la vista Fuentes de Peñacorada. Formaba una bonita postal entre el paisaje verde y con varias cumbres de fondo así como de nuevo el mirador de Los Rejos. Antes de entrar me detuve un momento para sacarme una foto con el pueblo de fondo.
A las 15:45 horas y tras 11 Km. entré en Fuentes de Peñacorada, (1180 m), encontrándome con varias gallinas correteando por las calles y coloridas flores en los huertos. Mas adelante había una fuente por encima de la cual se veía una especie de cavidad de la que salía el agua. En el medio del pueblo estaban dos de los microbuses para todo aquel que no pudiese terminar la marcha y según habíamos oído, para todos los que llegasen mas tarde de las 16:00 horas, hora calculada por los organizadores para que se pudiese llegar a Cistierna con tiempo para la fiesta. Nosotros estábamos casi en el límite.
Al rezagarme con la foto, perdí a los compañeros de vista. A la salida de pueblo abandonamos la carretera y entramos en un camino de cemento que bajaba hacia el fondo del valle. Entre huertas y prados fui avanzando sin saber si estaban por delante o habían quedado por detrás en el pueblo. Terminado el cemento caminamos sobre tierra embarrada y sorteando los charcos de agua. Unos metros más adelante el camino daba un brusco giro hacia la parte contraria del valle. Allí estaban ya Álvaro, Roberto y Adelino, a los que hice señas para que me esperasen. En la curva cerrada pasé sobre el arroyo De Fuentes que unos metros por encima bajaba encajonado entre rocas.
Ya juntos volvimos a cambiar de rumbo abandonando el camino para echarnos a la ladera situada frente al pueblo. Siguiendo un sendero íbamos ganando altura hacia el último punto alto de la ruta. Éste nos metió en unos enormes surcos entre arboleda baja. Subimos varios metros antes de salir a un ancho camino por el que caminamos un trecho antes de que se difuminase en la ladera convirtiéndose en senda. Por encima se veían grandes masas de bosque verde destacando sobre la roca gris. Volvimos a pasar otro tramo entre matorrales y escobas floridas antes de enlazar con una nueva pista ancha que venía de La Mata de Monteagudo y se bifurcaba allí mismo. Por un lado continuaba el descenso por el valle hacia la carretera general y otro ramal, que cogimos, subía hacia el alto del Valle de Santa Marina.
Por esta collada pasaba otro camino que bajaba por dicho valle pero nosotros seguimos una senda a media ladera hacia el suroeste. Continuábamos ganando altura suavemente entre matorral y praderías. Mas adelante se hizo rocoso el terreno bajo algunos riscos cubiertos también de bosque. Poco a poco nos fuimos metiendo en medio de un pinar. Echando la vista a la derecha vimos alineado el valle de Sabero. Por detrás continuábamos viendo claramente las cumbres del Moro, Rionda, Cerroso y Campriondo.
A las cinco de la tarde llegamos por fin al camino del Mirador de los Rejos. El mismo se situaba a unos 800 metros de allí en dirección contraria a la ruta. Ya en el folleto de la misma indicaba que era alternativo acercarse o no a él. Desde allí nos quedaban 3 Km. a Cistierna donde teníamos que estar a las 18:00 horas. La fiesta empezaba media hora después.
Optamos por ir hasta éste y de camino nos cruzamos con Piedad, Vicente y Miguel Ángel. En este corto trayecto hay un árbol con el tronco hueco en el que ya la vez anterior de la subida nocturna a Peña Corada nos hicimos una foto dentro. Ahora repetimos el gesto y nos hicimos una cada uno que luego he montado en una sola imagen. Entre enormes pinos caminamos hacia esta atalaya a la que llegamos a las 17:20 horas. El podómetro marcaba 14,180 Km y según la ruta 16.
Desde este punto, el más alto de este último tramo de la ruta situado a 1300 metros, se puede contemplar gran parte del valle del Esla con pueblos como Aleje, y Santa Olaja de la Varga, de donde habíamos partido por la mañana. Se podía ver desde allí gran parte de la ruta hecha durante la jornada ya que, como he apuntado, desde diferentes puntos también era visible este mirador. También el valle de Sabero con dicho pueblo en primer plano. No era visible en cambio Cistierna, oculto tras otras lomas cercanas.
Diez minutos estuvimos allí tan solo ya que no andábamos sobrados de tiempo. Bajamos de nuevo al camino, ya que el último tramo al mirador es rocoso, y retrocedimos hacia el punto de bifurcación. Un pequeño indicador señalaba a Cistierna 40 minutos, a lo cual yo siempre objeto que mejor que los tiempos es la distancia que nunca va a variar. Nos cruzamos con un vehículo del GREIM que ya antes estaba en la bifurcación y emprendimos el último tramo de la ruta.
No tardando llegamos a un cruce con otra pista que utilizamos en la nocturna para subir al pico. Por ella recorrimos algunos metros antes de dejar a la izquierda el desvío a Peña Corada. Entre altos pinos transcurría esta pista de cómoda bajada en la que ahora nos dejó detrás el mismo todoterreno del GREIM. En el cielo veíamos algunos negros nubarrones que no tenían buen aspecto. De todas formas, la fiesta la habían preparado bajo cubierto.
Así salimos del pinar pasando bajo el monte Murrial donde había antiguamente un castillo y en el que ahora vimos unas antenas repetidoras. Allí mismo abandonamos el camino para bajar por una verde vaguada ya con algunos edificios de Cistierna a la vista. Todavía pasamos otro tramo entre pinos y algunas praderas antes de entrar en Cistierna al lado de un gran edificio de viviendas aislado. Eran las 18:20 horas.
Enseguida vimos algo mas abajo los autocares en La Fuentona de Cistierna. De primero no reconocí el lugar, pero luego me di cuenta de que allí habíamos estado cenando el día de la ya comentada ascensión nocturna a Peña Corada.
A las 18:35 horas, y tras 18,680 Km recorridos según el podómetro, 19,500 según mapa de ruta, terminamos la marcha al lado de los autocares. Las mochilas las teníamos en uno de los grandes y allí mismo nos cambiamos. Luego nos dirigimos hacia el centro del pueblo donde tenían montada la fiesta en una plaza cubierta. En la misma ya se agrupaba la mayor parte de los participantes en torno a las mesas llenas de viandas para merendar. Chorizo cocido, empanada, morcilla y queso regado con refrescos, cerveza y agua. De postre, lazos de San Guillermo, típico dulce de la villa. Amenizado todo ello con música variada.
Como es habitual, se entregó al club Los Rejos una placa conmemorativa por parte de la Delegación Leonesa de Montañismo a través de un representante del club Susarón, organizador del próximo Encuentro. Hubo palabras de Buzzi, delegado de montaña en León, así como del alcalde de Cistierna Nicanor Sen, también presente. Se entregó a cada club una bolsa con varios libros y folletos y coincidió que comenzaron por el nuestro, por lo que no me dio tiempo a grabar el momento. También al final nos entregaron a cada uno un libro y una visera recuerdo de esta jornada.
A las ocho de la tarde comenzamos a desalojar el recinto para dirigirnos a los autocares mientras el club anfitrión nos despedía con el “Adiós con el corazón.....”. Escasos minutos después emprendíamos el regreso a León. En el microbús veníamos todavía menos personas que a la ida. Ahora solo 8 mas el chofer; 5 de nuestro club. En el viaje veíamos negros nubarrones hacia el sur. Sin novedades hicimos el trayecto hasta llegar a la capital sobre las nueve de la tarde. En Guzmán terminamos este viaje y de regreso a casa acerqué a María Jesús a la suya.
Un año mas celebramos este gran evento, el “Encuentro de Montañeros Leoneses, Memorial Fernando Algorri”, que pretende reunir al mayor número de participantes de León y provincia en una jornada de montaña y convivencia a la vez que recordamos en el título el nombre del fundador del tal evento.
































 

lunes, 19 de mayo de 2008

CERROSO Y HAYEDOS DE ARGOVEJO - 18-05-08

 


1ª ASCENSIÓN AL “CERROSO”.
18-05-08          (Domingo)

Tras el aplazamiento a última hora de la excursión a las Hoces del Duratón, en Segovia, por problemas de acceso a la zona de reserva natural, optamos por intentar de nuevo esta actividad pendiente de hace cinco meses. Tras no poder ascender a esta cumbre en aquella ocasión por causas climatológicas, alcanzamos por fin la misma a pesar de volver a sufrir los efectos adversos del tiempo.
A las 8:00 de la mañana, con la lluvia cayendo, nos reunimos los cuatro participantes en Guzmán: Adelino, Vicente, Álvaro y yo. En mi furgoneta salimos de León por la carretera hacia Mansilla de las Mulas donde nos desviamos hacia Cistierna. Según avanzábamos hacia éste comprobamos como las cumbres iban despejando desde el norte, lo que nos animaba tras el panorama de la ciudad. Durante el viaje decidimos intentar el ascenso desde Argovejo en vez de hacerlo desde Ocejo de la Peña como lo hicimos el pasado enero. Al llegar a Crémenes quisimos tomar un café y no encontramos ningún bar abierto. De allí parte la estrecha carretera hacia Argovejo al lado de la cual se encuentra una ermita.
A las 9:20 horas llegamos a dicho pueblo donde encontramos también cerrados los bares. Nos preparamos para la ruta mientras el sol aparecía entre las nubes que se disipaban. En 20 minutos emprendimos la andadura por las calles del pueblo encontrándonos con una vecina con la que conversamos unos minutos. A la salida vimos como en el arroyo Lampas había sido construida una piscina regulada con portillas de apertura y cierre del caudal. Según supimos luego por otro vecino, apenas si se usó la misma ya que el agua del río era tan fría que nadie se atrevía a meterse en ella.
Salimos entre prados y huertas por la margen derecha del arroyo dejando por encima un depósito de aguas. El camino serpenteaba por el valle de La Trapa y atravesamos un puente sobre el arroyo poco después. Pasamos un medio desfiladero y en un hueco de una de las paredes del mismo encontramos una imagen de la Virgen de Covadonga. Por la pared arriba subía una gran mata de enredaderas. Desde allí el valle se abrió un poco mientras comenzamos a bordear la Peña Esquilicia, en cuyas paredes podíamos ver numerosas sabinas.
Con el arroyo a nuestra derecha íbamos subiendo suavemente contemplando los verdes bosques que resaltaban en la ribera del río y que ascendían por las laderas del valle. Las escobas se encontraban floridas con un color amarillo que destacaba en medio de tanto verdor. Al otro lado del valle vimos un desfiladero trasversal por el que bajaba otro arroyo y un sendero cercano. El camino por el que subíamos era bastante ancho y muy cómodo de andar. La pendiente era muy suave sin repecho brusco alguno.
De pronto nos encontramos con un derrumbe de enormes rocas en medio de la pista desprendidas allí mismo. El paso con vehículos era imposible desde ese punto. Enseguida nos metimos entre el verde bosque durante varios metros antes de abandonarlo de nuevo. Por encima de nosotros vimos una especie de saliente de piedras colocadas artificialmente no sabiendo de que restos se trataba. Vicente subió hasta ellos colocándose encima a modo de púlpito. Echando la vista al frente vimos una collada al final del valle y supusimos en aquel momento que podía tratarse de La Canalina hacia la que nos dirigíamos. En esos momentos se escapaban algunas gotas de lluvia.
Unos metros mas arriba comenzamos a encontrarnos restos de lo que parecían ser minas de carbón y que luego supimos que así era. Cerca del cauce había algunos canales de agua, tuberías y algunas bases de cemento. Enseguida vimos por delante un pequeño refugio al que llegamos cuando eran las 10:45 horas y tras 3 Km. recorridos. En el mismo había solamente una mesa y un banco así como una chimenea. La puerta metálica se sujetaba con un madero desde fuera ya que las bisagras estaban rotas. El exterior era de piedra con tejado de tejas rojas y tendría unos 15 metros cuadrados.
Allí se dividía el valle en dos, de frente subía hacia la collada que veíamos y por la derecha continuaba el camino que volvía a entrar en el bosque. La pendiente se hizo un poco más pronunciada en aquel tramo desde el que tuvimos una amplia vista hacia atrás. Al final del bosque vimos como el camino se difuminaba de manera clara. Subía entonces por una pendiente al lado de varios canalizos de pedreros por encima de los cuales veíamos una peña que podía ser el Cerroso. Habíamos supuesto que el camino se mantenía en buen estado ya que comunicaba Argovejo con Ocejo, pero comprobamos que no era así. Además no sabíamos concretamente cual era la collada la Canalina.
Mientras Vicente subía por una parte, el resto lo hicimos por otra hacia la falda del macizo aquel. Hacia el oeste pudimos ver entonces Argovejo al fondo de otro valle paralelo al que habíamos subido nosotros. Por el sur comenzaba entonces a cerrarse la niebla de forma inminente y tapaba ya las cumbres hacia esa parte. Un sendero se dirigía hacia nuestra izquierda a una collada que daba paso al valle de Ocejo de la Peña, pero decidimos caminar hacia el lado contrario ya que nos parecía mejor la subida. Teníamos intención de llegar a la cumbre y comprobar si era o no el Cerroso teniendo en cuenta que era el de mayor altura de la zona. Así emprendimos la subida por una canal de fuerte pendiente mientras la niebla avanzaba hacia nosotros.
Fue Álvaro el que primero alcanzó la cumbre comprobando que no había señal alguna en ella cuando sí la tenía que haber según él que ya lo había subido anteriormente. Hacia el sur se veía una collada que daba paso a un cresteo que sí supusimos que era el del Cerroso. La niebla ya nos envolvía totalmente y dejamos un hito como señal para saber el lugar por donde bajar en caso de despiste. Bajamos unos metros hacia la collada, que podía ser La Canalina, y comenzamos el ascenso hacia la otra cumbre. Siguiendo siempre el cresteo entre los dos valles, el de Argovejo y el de Ocejo, fuimos subiendo cómodamente mientras comenzaban a escaparse copos de nieve. Subiendo este tramo recibí la llamada de mi hermana para felicitarme en el día de mi 38º cumpleaños. Mas tarde recibí algunos mensajes más con la misma intención.
De nuevo Álvaro se adelantó unos metros y alcanzó la cumbre avisándonos de ello con una voz. A las 12:55 horas llegamos a esta cumbre de 1834 metros de altitud desde la que no se veía paisaje alguno. En la misma había nada menos que tres cruces con sendas placas y buzones y el hito geodésico. En esos momentos nevaba copiosamente aunque la temperatura no era fría. Nos sacamos una foto de grupo y dejamos nuestra tarjeta en uno de los buzones, en los que no había ninguna otra. El podómetro marcaba allí 4,600 Km.
Como veíamos que no estaba para abrir, no tardamos en emprender el descenso al cabo de media hora. Nos habían comentado que por debajo de la cumbre, a escasos metros, podían verse unas lápidas recuerdo del accidente de avión ocurrido hace varios años allí mismo, pero con aquel panorama no era prudente buscarlas sin saber exactamente su ubicación.
Siguiendo el mismo trazado de subida fuimos perdiendo altura mientras seguía nevando. Por supuesto que no era tanto para que llegase a cuajar máxime con la temperatura que hacía y las alturas de la temporada en que estábamos. Según bajábamos se iban abriendo claros y pudimos ver el camino por el que habíamos bajado a Ocejo de la Peña en el intento de Enero. Ahora bajando teníamos que tener precaución con las peñas húmedas y resbaladizas.
Al llegar a la collada decidimos bajar por allí mismo teniendo en cuenta cambiar de valle al llegar a la altura desde donde antes habíamos subido por la canal. Comprobamos luego que no había problema alguno ya que la niebla iba quedando detrás y por encima. Además teníamos como referencia los restos de otra mina donde se había acumulado agua en una pequeña laguna que ya se veía desde la collada. Hacia ella nos fuimos dirigiendo hasta llegar al punto desde el que habíamos comenzado a subir la canal comentada. Vicente había encontrado un enorme pluma de buitre que llevaba consigo como recuerdo. A partir de allí seguimos más o menos la misma ruta que subiendo. Vicente encontró el cráneo de un animal que fotografiamos. Algunos bajamos por el medio de los enormes surcos formados en los restos de las minas llegando de esa forma al camino. La nieve de arriba era ahora lluvia.
No tardamos en entrar al bosque donde disfrutamos de nuevo de un contraste impresionante de los verdes árboles con el suelo cubierto de hojarasca marrón. También en las laderas se fundía este verdor con el gris de las peñas que rodeaban el valle. Teniendo pensado comer en la cabaña, fuimos recogiendo algunos matojos de leña para encender la chimenea. A ésta llegamos a las 14:45 horas tras 8 Km recorridos.
Nos costó encender fuego con la leña mojada, pero a base de papel y echando aceite que llevaba Adelino conseguimos que prendiera y tirase. Luego nos acomodamos en la mesa para comer tranquilamente mientras veíamos como se abrían algunos claros por los que se colaba el sol. Éste se reflejaba en la arboleda húmeda dando un tono verdoso de gran intensidad.
A las 16:10 horas retomamos la marcha hacia Argovejo. El sol seguía luciendo entre las nubes cambiando el paisaje por completo. Por encima de los riscos vimos volar varios buitres y en las laderas también ahora resaltaban las escobas floridas de amarillo entre las sabinas.
Al llegar a un determinado punto habíamos dejado un hito en medio ya que cerca Vicente había visto a la ida unos diminutos cerezos silvestres que quería traer. Arrancó un par de ellos y los metió en una bolsa con tierra en la raíz. Según él, se podían injertar con cerezos comestibles.
Poco después dejamos atrás el derrumbe mientras pasaba por encima un oscuro nubarrón que dejó escapar algunas gotas de lluvia sin más. Al llegar a la altura de la Virgen echamos una vista atrás y vimos desde allí la canal y la collada por la que habíamos subido. Le seguía una peña que debido a la perspectiva parecía tratarse de la cumbre del Cerroso y convencidos nos quedamos de ello. Ya en el último tramo vimos una cascada en el río y Vicente bajó a fotografiarla. Mientras, Adelino y Álvaro le escondían la bolsa con los cerezos, pero no se olvidó de ella.
Así nos fuimos metiendo entre huertas y prados ya cercanos al pueblo. Al llegar a la altura del depósito de agua me desvié a él y subí por la ladera hasta situarme encima del techo. Conseguí entonces una bonita fotografía aérea del pueblo soleado que mereció la pena. El resto continuó para adelante pero Vicente retrocedió a lo mismo que yo.
Eran las 17:20 horas cuando entramos en Argovejo donde encontramos numerosas casas llenas de macetas cargadas de flores. Ya por la mañana habíamos visto en una fachada un rústico cartel que ponía: “Territorio de Lucky Luck”. La mujer con la que habíamos hablado nos dijo que se trataba de la casa de un vecino peculiar que tenía un semblante vaquero tanto en el vestir como en su aspecto. Ahora esa misma vecina fue a llamarle para que le conociésemos en persona y con él estuvimos charlando unos minutos. Por lo que nos dijo, salen varios artículos suyos en el periódico sobre el pueblo y la zona aquella. Con otro joven estuvimos también hablando un rato y por él conocimos varios temas de pueblo mientras tomábamos una consumición en el bar. Nos dijo que el pico que se veía desde el valle no era el Cerroso y que éste se podía ver desde Crémenes.
Cerca de una hora estuvimos allí antes de emprender el regreso a casa. A las siete de la tarde salimos de Argovejo parando un momento en la ermita a sacar una foto. Ya en Crémenes preguntamos por el lugar desde donde se podía ver el pico y nos indicaron que saliendo hacia Corniero era fácil divisarlo. Efectivamente así fue como comprobamos que la peña que veíamos desde el valle estaba por delante del Cerroso, ahora totalmente libre de nieblas.
Sacamos una foto del mismo y retornamos a Crémenes para salir a la nacional con dirección a Cistierna donde paramos. En una pastelería cogí unos pasteles y en una cafetería adjunta los tomamos con un café. Sin novedades realizamos el resto del trayecto hacia la capital donde llegamos a las nueve de la tarde.
Conseguimos de esta forma alcanzar este objetivo pendiente desde enero cerrando así una pagina en el calendario del club de este año.