domingo, 24 de enero de 2010

VALLE DE VEGAPUJÍN - 24-01-10

 


1ª TRAVESÍA POR EL “VALLE DE VEGAPUJÍN”.

24-01-10         (Domingo)

La segunda actividad programada por el club de montaña no salió como esperábamos. En esta ocasión nos lo impidió la gran cantidad de nieve blanda que encontramos y que nos ralentizaba la marcha. El objetivo era llegar a las lagunas de Baucín, en la base de Peña Cefera y el Arcos de Agua, que se podían ascender como complemento a la ruta. Por lo demás, lo poco o mucho que hicimos lo disfrutamos viendo paisajes que merecieron la pena.
Ocho fuimos los animados a esta excursión: Arancha, Gabriela, José Antonio, Álvaro, Ricardo, Cesar, Antonio y yo. Tras recoger a Arancha nos acercamos a Guzmán donde nos reunimos con el resto. En los coches de Gabriela y el de José Antonio nos acomodamos saliendo de León poco después de las 8:30 horas por la carretera de Caboalles.
En poco más de una hora llegamos a Vegapujín, pueblo situado en el Valle Gordo. La gran cantidad de nieve acumulada en sus calles nos complicaba el aparcamiento. Al final lo hicimos en las cercanías de la iglesia. Allí nos preparamos para la ruta mientras el cielo se mantenía azulado pero con nubarrones al norte.
A las 10:00 horas comenzamos la marcha por las calles del pueblo saliendo luego de él tras atravesar un puente sobre el río Vallegordo. Enseguida nos metimos en un camino cargado de nieve paralelo al río y con sentido contrario. Nos sacamos una foto de grupo allí mismo antes de retomar la marcha ascendiendo suavemente pisando 30 ó 40 cm de nieve. A ambos lados se veían tapias bajas de piedras delimitando algunas fincas. Por la izquierda subían las laderas y algunos riscos rocosos elevados. Poco antes de comenzar a girar hacia una vaguada lateral vislumbramos Fasgar al final del Valle Gordo y unos 3 Km. por encima de Vegapujín.
Ya metimos en el valle lateral continuaba el camino lleno de nieve blanda con algunos tramos limpios por un pequeño reguero que bajaba por el lado izquierdo y que se desbordaba al camino. Para evitar la nieve subimos varios trozos metidos por el arroyuelo, aunque numerosas ramas se interponían en la marcha. Por la margen derecha, abajo, transcurría otro arroyo del que en ningún mapa viene nombre. Como referencia apunto que baja desde la misma base norte de Peña Cefera.
El paisaje era realmente bonito con el sol iluminando las laderas nevadas por completo. Por el norte seguían apareciendo nubarrones que no tardaron en tapar el cielo casi totalmente. De pronto apareció por delante de nosotros, al final del valle, la piramidal cumbre de Peña Cefera. La nieve era cada vez más abundante y no estaba nada dura, por lo que nos hundíamos varios cm en ella. Los de delante que abrían camino eran los que más se cansaban.
Así llegamos al punto donde el camino atravesaba el arroyo sin puente alguno. Por piedras lo saltamos para meternos en una explanada donde no era visible ya el camino. Durante un rato dilucidamos por donde seguir hasta que siguiendo a José Antonio nos metimos en un bosque de abedules por donde parecía seguir este camino. La pendiente era algo más pronunciada, aunque encontramos trozos limpios de nieve que se agradecían. Poco a poco fuimos ganando bastante altura hasta alcanzar la parte alta donde de nuevo tuvimos que atravesar el cauce. Desde allí se veía la ladera nevada hacia una collada a la izquierda de Peña Cefera a la que se podía llegar poco a poco. Por el contrario, José Antonio decidió retroceder unos metros para comenzar a subir de nuevo entre el bosque. Aquí fue donde se comenzó a fraguar el abandono.
A lo tonto fueron comentando lo bien que sería bajar a comer un cabrito en algún bar del valle. Lo cierto es que la nieve no daba tregua y cada vez había más y más blanda. Las nubes del norte no llegaban a cerrarse del todo, pero dejaban escapar chispas de nieve. José Antonio seguía a su bola por delante sin detenerse. Al final decidimos seguirle por la ladera unos metros hasta alcanzar la cima de un cerro cercano. Las lagunas a las que íbamos suponíamos que aún estaban a un buen trecho de allí por detrás de otro cresteo que bajaba de la Peña Cefera.
Tras alcanzar este alto comprobamos que José Antonio seguía adelante sin parar a deliberar entre todos las opciones. Tras unos minutos decidiendo que hacer, decidimos abandonar la ascensión y bajar de nuevo tranquilamente dejando que él hiciese lo que le pareciera, teniendo en cuenta que uno de los coches era el suyo.
A las 13:15 horas emprendimos el regreso mientras Antonio quedaba esperando por José que no sabíamos que iba a hacer. Bajamos siguiendo las huellas dejadas anteriormente hasta el arroyo que atravesamos. Nos metimos luego en el bosque de abedules aún deshojados donde el camino estaba encajonado. Pasamos después la explanada donde este desaparecía para volver a reaparecer tras pasar el arroyo más adelante. A mí se me había despegado la base de uno de los bastones y al intentar arreglarlo se me soltó uno de los tramos que tardé en poder apretar al resbalar las piezas entre sí.
Echando la vista atrás vi aún en la parte alta a los dos compañeros que bajaban por el camino entre el bosque. Nosotros continuamos bajando por el mismo camino de ascenso cuya nieve estaba aún más reblandecida colándose por entre polainas, botas, etc. Llegamos de esa forma al final de la vaguada comenzando a girar hacia Vegapujín por el valle principal. Una vez más contemplamos Fasgar a la parte contraria. El valle iluminado por el sol que se colaba entre las nubes tenía un bonito tono moteado por la nieve de las laderas del sur algo menos cargadas de ésta.
Así nos fuimos acercando al pueblo que también formaba una bella postal en el valle. Un poco por encima de éste podía verse un pequeño corro de pinos en el que antes no había reparado. Atravesamos el puente sobre el río y entramos en Vegapujín cuando eran las 14:30 horas. Nos dirigimos hacia los coches donde Álvaro y yo tuvimos que esperar a que llegasen Antonio y José que lo hicieron 15 minutos más tarde.
Al final decidimos bajar a comer en un bar de camino de vuelta. En Vegarienza nos detuvimos y tras cambiarnos entramos en el “Mesón Maxi” donde decidimos hacerlo. Allí degustamos un rico y abundante menú casero mientras charlábamos relajadamente. Así de a gusto nos dieron las 18:15 horas cuando nos pusimos en marcha de regreso a León. Durante el viaje pudimos disfrutar de una bonita puesta de sol con vivos colores rojizos. Poco después de las 19:00 horas terminamos el viaje en Guzmán y poco después, tras dejar a Arancha en casa, llegué la mía.
Así finalizamos esta segunda excursión del año. No fue todo lo bien que deseábamos, pero nos dejó disfrutar de bonitos paisajes y la ruta tampoco fue tan corta, tres horas hacia arriba y otra hacia abajo con nieve blanda. Ya se intentará en mejor época.













lunes, 18 de enero de 2010

JEJE Y NOGALES (Puerto de Vegarada) - 17-01-10

 


2ª ASCENSIÓN A LOS PICOS “JE JE” Y “NOGALES”.

17-01-10              (Domingo)

Comenzamos este año 2010 con la primera excursión programada en el calendario, pero con una semana de retraso debido a las inclemencias meteorológicas del domingo anterior. En esta ocasión, aunque tampoco eran las más optimas, nos dejó conseguir los objetivos previstos.
Los animados a esta salida fuimos estos 9 socios: Ricardo, Gabriela, Arancha, Mateo, Mª Jesús, Javi F., Fernando, Álvaro y yo. En Guzmán nos reunimos la mayoría de ellos y Javi se nos unió en Navatejera. Él y Fernando iban un poco a su aire aunque con la misma intención. En su coche, el de Ricardo y el mío emprendimos el viaje hacia el puerto de Vegarada encontrándonos cada vez más nieve aunque con la carretera limpia. En los laterales había algunos tramos con más de un metro de muralla blanca recortada por los quitanieves. La niebla apareció en algunos lugares y en el puerto también había bajado, aunque no estaba muy cerrada. A las 9:50 horas llegamos a este puerto con una altitud de 1560 metros aparcando al lado del mesón en reforma.
Nos cambiamos y nos preparamos para la marcha. Mientras Javi y Fernando iban a subir desde allí mismo, el resto comenzamos a caminar por la carretera por la que habíamos llegado hasta llegar al desvío hacia los remontes de Riopinos. Nos metimos en él caminando unos metros antes de abandonarlo a la ladera llena de nieve y repoblada de pequeños pinos. La pendiente era pronunciada y poco a poco nos situamos en la ladera del valle en cuya cabecera se emplaza el pico Nogales. La cuesta era algo menos pronunciada pero la nieve dificultaba el avance. Los de delante iban abriendo huella por la que el resto les seguíamos.
A las polainas mías les faltaban los cables inferiores, por lo que se subían y la nieve me entraba por encima de las botas, que por cierto estrenaba ese día. Paré unos minutos y ayudado por Mateo y Álvaro me até unas cuerdas que realmente me dieron resultado el resto de la marcha. Mientras los demás se habían adelantado y habían cruzado el valle hacia el otro lado. Una vez más la inclinación se hizo patente en esta ladera y algo más arriba nos reunimos todos cuando nos esperaron. En una de las huellas dejadas vi una pequeña araña que fotografié con el macro de la cámara. Por debajo de nosotros, en el fondo del valle, vimos un poste metálico con varios aparatos de control meteorológico, suponemos.
Continuamos avanzando entre la espesa niebla que apenas nos dejaba ver unos metros por delante. Sabíamos que el pico se encontraba en la cabecera, como ya apunté, y hacia ella íbamos un poco por intuición. Los fuertes repechos se alternaban con algunos más llevaderos. La cantidad de nieve era menor al estar muy inclinada la ladera, pero comenzamos a encontrar trozos helados. De pronto vimos bajar un par de rebecos corriendo ladera abajo en la nieve.
Poco a poco fuimos ganando altura hasta que por fin, entre los jirones de niebla, apareció la cumbre del pico Nogales. Transversalmente nos dirigimos hacia la collada anterior a la misma con precaución extrema para no patinar en los tramos helados de la nieve. Buscábamos las motas de matorral para amarrarnos mejor y así llegamos a esta collada de algo más de 2000 metros de altitud.
Justo en ese momento, sobre las 12:30 horas, vimos aparecer por detrás, en la cresta, a Fernando y Javi. Estaban en la cima de una cumbre que yo estaba seguro que era el Je Je, pero que a Ricardo no le convencía. Nos encaminamos por la cresta cargada de nieve y con una terraza hacia el norte de la que era conveniente separarse. Estábamos en el mismo limite provincial con Asturias, hacia donde el paisaje era oscuro y gris. Por el contrario, hacia el Suroeste se habían disipado algo las nieblas y se veían las diferentes cimas de la otra parte de Vegarada: Faro, Huevo, Morala, etc.
Atravesamos una zona rocosa donde el viento había moldeado unas bonitas figuras de hielo sobra la piedra. Nada más hacerlo surgió la duda en el grupo si era más conveniente retroceder y subir primero al Je Je antes del Nogales. Ricardo se convenció que sí era aquel el pico y decidimos que era mejor subir ahora que aún estábamos en la collada. Retrocedimos entonces hacia esta cumbre de la que ya bajaban Javi y Fernando y con los que nos cruzamos subiendo la ladera.
A las 13:00 horas alcanzamos esta cumbre del pico Je Je con 2064 metros de altitud desde la cual teníamos una amplia vista de las cumbres que la niebla nos dejaba ver alrededor. El disco solar destacaba entre ellas formando una bonita postal. Apenas estuvimos allí unos minutos en los que nos sacamos unas fotos y dejamos nuestra tarjeta de cumbres en el buzón casi enterrado en la nieve.
Comenzamos a descender de nuevo a la collada una vez más con cuidado de no resbalar. Dejamos atrás las rocas heladas y enseguida comenzamos a subir la ladera del Nogales. En las huellas de la nieve, como algunas veces más habíamos notado, podía verse un curioso efecto luminoso al aparecer azulado el fondo de las mismas. De nuevo nos cruzamos con los dos compañeros que ya bajaban de esta segunda cima.
A las 13:35 horas llegué a la cima del pico Nogales donde ya estaban algunos compañeros más. La niebla nos seguía dando tregua dejándonos ver aún algo de paisaje. En esta cumbre de 2076 m había una cruz con buzón en el que dejamos otra tarjeta. También sacamos una foto de grupo. Algunos decidieron seguir la ruta y acercarse hasta el pico el Oso. Álvaro, Mateo y yo optamos por quedar allí y comer tranquilamente. A mí me habían dado algunos calambres en los muslos subiendo y no quería arriesgarme.
Nos sentamos en las rocas cubiertas de nieve que aislamos con plásticos y nos dispusimos a comer mientras la niebla se volvía a cerrar en torno a nosotros y se escapaban copos de nieve. Tras ello tomamos un chupito que Álvaro había llevado del que sobró en el Belén de Cumbres.
A las 14:30 horas emprendimos el descenso de la cumbre entre una espesa niebla. Habíamos decidido bajar al valle por una vaguada más directamente hacia el fondo del mismo. En la primera colladina nos echamos directamente hacia la pronunciada ladera sur cubierta de nieve que por suerte no se encontraba muy helada. Llegó un momento en el que la niebla y la nieve se fundían de tal forma que era realmente molesto a la vista. Era tal la sensación de vacío que no se veía detalle alguno fuera del blanco. Yo iba por delante y tenía que tener la precaución para no meternos en los cortados que podíamos encontrar en la loma. Ya en la parte baja nos metimos en un pequeño hoyo que nos hizo dudar un momento la dirección a seguir. La intuición y una pequeña hondonada nos dieron la pista para seguir hacia delante. En ese momento recibí la llamada de Javi que había perdido unas gafas para que fuésemos pendientes por si las veíamos, pero le dije que no íbamos por el mismo lugar. Ellos habían bajado siguiendo el cresteo de nuevo.
Enseguida vislumbramos el poste meteorológico que nos dio un respiro de tranquilidad. Pasamos a su lado y continuamos valle abajo encontrándonos ya algunas plantas de pinos moteando el paisaje. La niebla no era tan espesa y enseguida atravesamos unas huellas de animales, que podían ser de los rebecos que habíamos visto al subir, y luego las nuestras atravesando el valle perpendicularmente. Para no arriesgar más decidimos seguirlas y nos metimos a la ladera izquierda entre los pinos. Aun tardamos un rato en tener a la vista la carretera al final del valle. El último tramo era pendiente y nos hundíamos en la nieve algo más reblandecida que por la mañana. En más de una ocasión caímos al meter la pierna hasta el fondo. En esos momentos llovía débilmente.
Una hora después de dejar la cumbre salíamos a la carretera. A su lado vimos un par de pequeños muñecos de nieve originales. En la parte alta seguía la niebla cerrada por completo. En cinco minutos terminamos la marcha en el mesón cerca del cual había algunos coches más. Javi y Fernando ya habían bajado a Redipuertas donde tenían pensado comer. Del resto no sabíamos nada y sus móviles no tenían cobertura. Nosotros nos cambiamos y Mateo sugirió subir hasta Riopinos mientras llegaban los demás. Tras dejarles una nota en el coche, y cuando ya emprendíamos la marcha, aparecieron por la carretera. Como algunos no querían subir, en la furgoneta lo hicimos Mª Jesús, Mateo, Álvaro y yo hasta la base de esos remontes de esquí que forman parte de la estación de San isidro situada al otro lado de la sierra aquella. Según subíamos se cerraba la niebla y la lluvia se convertía en nieve. Aparcamos en el aparcamiento de estas instalaciones, que ya abandonaban la mayoría de los esquiadores, y Mateo y Mª Jesús se acercaron hasta la zona de los remontes. Álvaro y yo no lo hicimos ya que había nieve y estábamos ya cambiados.
No tardaron en regresar y emprendimos el descenso de los tres kilómetros que puede haber hasta allí. En el cruce giramos ahora hacia Redipuertas donde llegamos sobre las 16:45 horas. En el bar ya no estaban los dos compañeros y allí nos tomamos un refrigerio. Pues bien, por un comentario hecho supimos que estaban intentando sacar el coche encallado en la nieve en una calle cercana. Habían intentado salir por una sin salida y al dar la vuelta quedaron atrapados. Ya lo tenían casi fuera y con un empujón salió del todo.
Antes de emprender el regreso nosotros nos acercamos a ver una pequeña cascada allí mismo en las afueras del pueblo. Al final tuvimos que pisar nieve y algo se me coló por las playeras.
Ya eran las 17:30 horas cuando retomamos el viaje a León. Las nubes seguían tapando el cielo que sin embargo dejaban entrever el azul en algunos corros. Al llegar a la altura de la cascada de Nocedo decidimos parar nosotros a verla. Por las pasarelas de metal nos acercamos hasta la cueva del salto donde el agua caía con una fuerza espectacular. El “vapor” desprendido en su caída nos mojaba como auténtica lluvia. Me era casi imposible sacar fotos o grabar con la cámara por esa causa. Sin más retomamos el viaje de regreso que sin novedades transcurrió hasta llegar a la capital cuando eran las 18:45 horas.
Terminamos con ello esta primera salida del año del club Cumbres de León, que aunque retrasada, resultó todo un éxito. Que todas salgan al menos como ésta.