lunes, 16 de junio de 2008

URDÓN - TRESVISO (La Hermida - Cantabria) 15-06-08

 


2ª TRAVESÍA “URDÓN-TRESVISO” (Cantabria).

15-06-08    (Domingo)

Una vez mas hemos improvisado una travesía dentro de las actividades del club. En esta ocasión fue una variante de otra prevista en la misma zona aunque de diferente estilo y dificultad.
Lo inicialmente programado era una travesía entre Urdón y Tresviso por el Tombu Robru, una zona de dificultad alta a la que solo algunos socios tenían intención de acceder, siendo ellos los proponedores de la misma. Pues bien, se acordó que el resto iríamos a hacer la ruta por el camino normal que hace cinco años ya realizamos dentro del club. Al final resultó que solo fuimos los que teníamos la intención de hacer esta última opción mientras que del resto no supimos nada. Las previsiones del tiempo no eran nada buenas y de hecho tuvimos mucha suerte después de cómo se presentaba el panorama ese mismo día.
En Guzmán nos reunimos los 8 participantes de la misma: Roberto, Adelino, Nati, Álvaro, José Antonio, Miguel Ángel, Javier, amigo de éste, y yo. Poco después de las 7:00 horas salimos de León en los coches de Adelino y el mío por la nacional hacia Mansilla. El cielo se mantenía nublado por completo y por la noche había llovido. Ya en el tramo de Cistierna a Riaño comenzó a llover copiosamente, lo cual nos desanimaba aún más si cabe. En éste último pueblo paramos a tomar un café y José Antonio intentó convencernos para cambiar la ruta por otra cercana marcada en un libro que llevaba y que no conocíamos. Ninguno estaba por la labor de hacer cambios ya que algunos no conocían la ruta prevista y además con el tiempo que estaba no era plan arriesgarse en otra desconocida.
Retomamos el viaje y dejó de llover. En el alto de San Glorio, 1609 m, entramos en Cantabria y comenzamos el descenso del puerto. Al llegar al mirador hicimos otra parada para disfrutar del paisaje del valle con algunas nubes rasgándolo. Álvaro se mareaba y estuvimos unos minutos allí hasta que se le pasó un poco. El puerto lleno de curvas no ayudaba en nada para despejarse. A mí se me taponaron los oídos por completo y no oía ni el motor de la furgoneta.
Así llegamos a la entrada de Potes donde hicimos otra parada. Fue aquí donde José Antonio, que iba en el otro coche, decidió que se quedaba él solo para hacer una ruta por las cercanías acordando recogerle por la tarde. A mí no me pareció normal, pero respeté la decisión dejándole claro que no tuviésemos que esperar por él a la vuelta mas de 15 minutos. Nos quedaban desde allí unos 17 kilómetros al punto de partida.
En este trayecto paralelo al río Deva se pasa el desfiladero de La Hermida, bonitas hoces algo deslucidas por el tiempo gris que teníamos. En medio de las mismas se encuentra el valle trasversal del río Urdón por el que se sube a Tresviso. Allí llegamos cuando eran las 11:10 horas tras 175 Km.
Al comienzo de dicho valle hay algo de aparcamiento que encontramos colapsado de vehículos. Yo me lo pasé y tuve que ir a dos kilómetros para dar la vuelta. Luego aparqué donde mejor vi que quedaba sin molestar la salida de los otros coches. Adelino tuvo que dejarlo en un pequeño saliente de la carretera algo mas adelante. Como referencia apuntaré que estábamos exactamente en el límite de Cantabria con Asturias a una altitud de tan solo 100 metros. La senda sale hacia el oeste entre los dos indicadores de la carretera. A las 11:30 horas, una mas tarde que la vez anterior, comenzamos la ruta de casi 6 Km hasta Tresviso con un desnivel de 825 metros.
Paralelos al río Urdón por su derecha llegamos enseguida a la central eléctrica situada en medio del cauce. Tras ella un panel nos indica algo de historia de la senda, los tiempos y desniveles. Según el mismo, la senda data del siglo XIX y se hizo para bajar zinc de la minas situadas en el macizo oriental de Picos de Europa donde nos encontrábamos.
Por un puente de piedra pasamos a la margen contraria metiéndonos entre arboleda. Así fuimos ganando altura suavemente sobre el río Urdón en el que veíamos numerosas pozas de agua cristalina. De frente teníamos el cerrado valle por el que transcurre la ruta en su mayoría. No tardando llegamos a otro puente similar sobre un arroyo que bajaba por nuestra izquierda y apenas traspasado éste encontramos otro sobre el río que nos colocó de nuevo en la margen derecha. Vimos algunos ejemplares de árboles creciendo de la misma roca y casi fundiéndose con ella. Algunos de ellos eran higueras en las que vimos gran cantidad de frutos aún verdes.
Llegamos al punto donde la senda abandona el valle principal para meterse en una vaguada de gran pendiente por la que serpentea la ruta en continuos zigzag. Desde la parte alta vemos bajar a mas personal siguiendo las eses del sendero. En los laterales vemos algunos murallones de caliza donde se agarran los arbustos. Cuando pensamos que la ruta sigue vaguada arriba, da un giro de 180 grados para meterse en la pared izquierda donde comenzamos a tener una buena caída hacia la parte que dejamos atrás. Una bonita vista hay del sendero serpenteante vaguada abajo hasta la confluencia con el valle principal. Aunque es difícil, hay que tener cuidado de no tirar piedras hacia dicho lugar por la que bajaban y subían mas personas, entre ellas Nati, que va a su paso. Por su parte, Miguel y Javier ya hace un rato que nos han dejado atrás y nos les vemos.
Alcanzamos poco después la zona de La Bargona, una punta desde la que vemos de nuevo el valle del Urdón extendiéndose a ambos lados bajo nosotros. En los riscos altos del mismo, bajo la cumbre del pico Cuetodave vemos una edificación, posiblemente perteneciente a la estación hidroeléctrica. También en una loma verde encima del último cañón que habíamos subido vimos un rebaño de ovejas. Viendo ahora unas fotos de la ruta del Tombu Robru compruebo que por encima de aquel lugar transcurre dicha ruta y que además comentamos en ese momento sobre un sendero que se veía. Eran las 12:45 horas.
La ruta dio otro brusco giro hacia una segunda vaguada mucho más abierta, en ella se trazaba un nuevo zigzag de gran desnivel que terminaba al lado de una torreta eléctrica. En esos momentos comenzaron a abrirse algunos claros por los que se colaba el sol, el mismo que nos haría sudar luego.
Nos dispusimos con calma a acometer este tramo donde vemos también el sendero armado en varios lugares. A éste le han echado piedras bastante irregulares por las que no es muy cómodo caminar. Poco a poco va despejando por completo el cielo y el sol hace mella en nosotros. Echando la vista arriba se hace aún más pesado el avance. Hacia atrás tenemos la vista del Cuetodave con 834 metros y más allá la alta cumbre del Virdio de Traslajara con 1214 metros de cota máxima. Teniendo en cuenta que la carretera está a 100 metros, es un desnivel considerable.
Según ganábamos altura crecía la caída desde el sendero llegando a ser de varios metros en vertical. En una de las cerradas curvas se emplaza el Mirador de Pilatos, balcón sobre el valle del Urdón donde hay un pequeño murete en el que nos detuvimos unos minutos para contemplar el paisaje, tomar un tentempié y descansar un poco. Al otro lado del valle se puede ver el canal del Río Urdón que transcurre a media ladera entre un gran bosque. Unos 15 minutos estuvimos allí sentados antes de retomar la subida cuando eran las 13:45 horas.
Nos quedaban aún algunas curvas antes de alcanzar la parte alta y yo iba ya reventado. El calor me estaba agotando por completo y me costaba bastante subir. Me lo tomaba con calma y de esa forma alcanzamos por fin la parte alta de aquel tramo, que no de la ruta ya que nos quedaban unos 200 metros de desnivel.
Pasamos al lado de la torreta eléctrica y por debajo de unas majadas. La senda iba ahora entre algo de pradera con matorral florido. Al lado de la misma también vimos una cueva excavada en la misma roca de unos 10 metros de largo. Ahora viendo una foto hecha dentro de dicha cavidad veo que tenía la cara completamente enrojecida del calor y el sol.
Escasos metros después divisamos el pueblo frente a nosotros y por encima. El camino dio un giro a la derecha y allí mismo nos encontramos en los invernales de Prías. Se trataba de unos edificios en ruinas situados bajo impresionantes paredes veteadas de gris, marrón y negro. En una fuente nos refrescamos, sobre todo Roberto, que llenó la visera y se la echó por encima. Eran las 14:20 horas.
Desde ellos subía serpenteante el sendero por una loma de verde hierba. No era muy larga, pero el cansancio ya se hacía notar y el calor seguía siendo sofocante. Tras alcanzar la parte alta volvimos a ver Tresviso del que ya nos separaban pocos metros y casi llanos. El sendero transcurría ahora entre matorrales y praderías, la Vega de Solmolino, hasta que llegamos a un pequeño merendero desde el cual se encontraba empedrado ya hasta el pueblo. En el merendero había un gran grupo de personas y una de ellas nos sacó una foto con Tresviso de fondo. Unos 200 metros nos separaban ya del pueblo en el que entramos cuando eran las 14:55 horas y con el podómetro marcando 4,600 Km.
Lo primero que comprobamos fue la cantidad de obras que se estaban realizando, tanto en casas como en las calles. En el centro del pueblo vimos un merendero cubierto en el que estaban Miguel y Javi comiendo. Allí nos acomodamos nosotros también para hacer lo mismo. En una de las vigas del techo de madera vimos pegado un caracol. Justo al lado había un muro de rocas con maleza abajo. A lo tonto me dio por buscar y entre los que cogí por allí y alguno mas durante el descenso, traje unos 40 ó 50 para probarlos este año, que no había tenido oportunidad de hacerlo y me encantan. Para llevarlos cortamos una botella de plástico y luego la tapamos con una bolsa.
Tras la comida y este rato de búsqueda del caracol, durante el cual vi una pequeña culebra, nos encaminamos hacia la parte alta del pueblo viendo sus calles y casas. Al lado del merendero está la gran iglesia. Algo por encima había un parque infantil donde alguno se estuvo columpiando. Por la parte norte del pueblo se elevaba el macizo de La Horcadura del Canto con 1268 metros de altitud. Tresviso se sitúa en los 848 metros.
Anduvimos por la parte alta por donde entra la única carretera que llega allí desde Sotres. También nos acercamos hasta el lugar desde donde se ve de nuevo el cañón del Urdón. Yo iba mirando las tapias y las zonas verdes buscando mas caracoles, aunque no abundaban. Bajamos de nuevo y nos acercamos hasta el bar. El cielo se había ido cubriendo y no tardó en comenzar a llover con fuerza, cosa que nos temíamos. En el bar tomamos un refrigerio y algunos compraron queso típico de allí. Yo llamé a José Antonio para ver donde andaba y decirle que comenzábamos a bajar ya. Me dijo que estaba metido en un monte entre maleza y con apenas sendero visible. Acordamos el lugar para recogerle en Potes.
Con la lluvia acompañándonos salimos del pueblo a las 17:00 horas. Las nieblas cubrían algunas de las cumbres más altas. Dejamos atrás el merendero y salimos al camino. Mas personal bajaba también ahora con capas y chubasqueros. Bajando el tramo hacia las majadas de Prías llamé a mi hermana Juli, la cual me dijo que también en León estaba medio nublado y había llovido nada más salir nosotros por la mañana.
Nada más pasar por las majadas comenzó a despejar y dejó de llover. Hacia el frente vimos el arco iris metido en el cañón bajo el Cuetodave. Yo llevaba la botella con los caracoles sujeta a la mochila y una bolsa a la cintura para coger los que fuese encontrando.
Llegamos así a la bajada zigzagueante del murallón. Dejamos atrás el Balcón de Pilatos donde habíamos parado a la subida y ahora nos acercamos hasta otro mirador de la parte contraria que caía hacia la vaguada baja. Allí había otra torreta eléctrica y un pequeño muro. Por no variar, estuvimos haciendo algunas fotos en plan cachondeo. Saltábamos del muro hacia arriba y sacábamos la foto en el aire. Quedaban unas posturas de lo más pintorescas.
Continuamos el descenso y llegamos a La Bargona donde se cambia de vaguada. Desde allí se tiene una amplia vista del cañón. Bajando hacia el siguiente tramo en zigzag estuvimos buscando caracoles entre la hierba al lado de la roca, pero apenas encontramos uno o un par de ellos. Durante el resto de la bajada pude encontrar unos cinco o seis. El sol ya no daba en aquella parte baja y había zonas oscuras. Miguel y Javi de nuevo se habían adelantado ya desde el pueblo y a Nati no la veíamos desde por la mañana subiendo esa misma zona. Ella siempre va a su aire hasta donde llegue.
Bajamos este empinado tramo serpenteando por la vaguada llena de pedreros hasta enlazar con el valle principal del Urdón. El sol se colaba entre las nubes que no habían desaparecido del todo. Sobre el río vimos los restos de un antiguo puente metálico. Enseguida pasamos el puente de piedra a la margen contraria y poco después el siguiente sobre el arroyo perpendicular. Por allí me quedé rezagado buscando caracoles. Como digo, no encontré muchos más, pero me dieron para probarlos.
No tardando divisé ya la central eléctrica y atravesé el último puente. Escasos metros mas adelante finalizaba la ruta donde ya estaba el resto de compañeros. Eran las 19:10 horas y el podómetro marcaba 12,710 Km.
Adelino fue por el coche y nos cambiamos tranquilamente. A las 19:30 horas nos pusimos en marcha hacia Potes por el bello desfiladero de La Hermida, pueblo que pasamos poco después. Cinco minutos antes de las ocho llegamos a Potes donde estaba José Antonio esperando. Se cambió en un momento y retomamos la marcha sin más. Decidimos hacer una parada ya después de subir San Glorio. Atravesando Potes me equivoqué y tuvimos que retroceder para coger la calle correcta.
Subiendo el puerto veíamos la parte alta completamente cubierta de nubes y niebla. Al llegar a esa altura se cerró ésta y comenzó a descargar una fuerte tromba de agua que nos hizo reducir la velocidad. A las 20:37 horas pasamos por el alto de San Glorio tras el cual comenzó a despejarse y dejó de llover. En el móvil recibí un mensaje de José Antonio para que parase en Portilla de la Reina y así lo hicimos. Estuvimos en el mismo bar de hacía una semana tomando un vaso e hicimos las cuentas de la salida. Unos 20 minutos después retomamos la marcha hacia León.
Sin novedades hicimos el trayecto hacia la capital donde llegamos poco después de las 23:00 horas. En Guzmán finalizamos el viaje de casi 180 Km. y nos despedimos hasta la siguiente salida en Julio.


























lunes, 9 de junio de 2008

CALAR DE LAS CORCADAS (Pandetrave) - 08-06-08

 


1ª ASCENSIÓN AL “CALAR DE LAS CORCADAS”.

08-06-08          (Domingo)

Siguiendo el calendario de actividades de este año, que viene siendo muy improvisado y con variaciones de última hora, realizamos esta ascensión programada para esta misma fecha. Tan solo 4 componentes participamos en la misma: Adelino, Roberto, Álvaro y yo. Los cuatro quedamos en Guzmán a las 8:00 horas de donde salimos en mi furgoneta hacia Portilla de la Reina. De camino hicimos una parada en Riaño donde nos encontramos con varios compañeros de otro club que iban a realizar otra actividad por la zona. Entre ellos se encontraba Roberto, el cual ha salido en alguna ocasión con nosotros. El panorama no era muy halagüeño ya que las cumbres se encontraban cubiertas de nieblas y llovía a ratos. Aún así optamos por no variar la ruta establecida y al menos acercarnos hasta su comienzo para ver como se presentaba. Tras pasar por Portilla de la Reina avanzamos por la carretera del puerto Pandetrave hasta llegar a un pequeño aparcamiento entre el kilómetro 4 y 5 de donde partía la ruta según el mapa. Poco antes habíamos visto lo que nos pareció la cumbre del Calar cubierta de niebla.
En dicho apartado dejamos la furgoneta y nos preparamos para la ruta cuando eran las 10:15 horas. En esos momentos se habían abierto grandes claros y lucía algo de sol, aunque por el norte se veían venir negros nubarrones. Ahora teníamos que encontrar el puente que atravesara el río Puerma que baja de Pandetrave y que nos metiese en el valle de Ceranzo, al otro lado del mismo. Por allí vimos un chozo al que llegaba un camino que tras retroceder unos 600 metros por la carretera vimos que salía directamente de la misma. Antes de llegar a él decidimos que podíamos traer la furgoneta y entrar por ella al camino a ver donde nos llevaba. Con el tiempo que estaba, un avance en la ruta no venía mal.
Retrocedí a por la furgoneta y recogí al resto para avanzar por dicho camino dejando atrás el chozo redondo de piedra con techumbre de paja. Entre prados y laderas subimos con cuidado por el camino lleno de piedras durante algo más de un kilómetro hasta llegar al cruce con el arroyo Ceranzo a partir del cual se empinaba y se estropeaba más el firme. Allí mismo había un puente de madera al lado del cual aparcamos la furgoneta en una pradera inclinada. Tras coger las mochilas comenzamos a caminar ya definitivamente cuando eran las 10:35 horas.
Atravesamos dicho puente y seguimos por el camino que se hizo algo más empinado entre arboleda. Por la parte izquierda, hacia el oeste, se veía el final de un macizo que no estábamos seguros si era o no el de las Corcadas y que así resultó ser luego. Por debajo estaba el hayedo que bajaba hasta nosotros y por el que se podía haber subido también, aunque desechamos la idea por si se cerraba y nos impedía subir cómodamente.
Algo mas arriba encontramos un todoterreno aparcado en otro prado y mas adelante atravesamos un paso canadiense para el ganado. El camino se encontraba embarrado por la lluvia caída y que podía caer, ya que se iba nublando cada vez más el cielo. No tardamos en llegar al segundo puente similar al anterior por el que pasamos al margen derecho del arroyo. Allí dejamos atrás el bosque y continuamos entre matorral cargado de flores amarillas. En el cauce vimos varios pequeños saltos.
No tardamos en llegar al tercer puente situado antes de una bifurcación del valle en medio de la cual vimos un refugio de piedra con chimenea. Decidimos acercarnos a él a la vuelta y tras atravesar el puente nos metimos en el ramal izquierdo. El camino continuaba ascendiendo suavemente mientras iba girando de norte a noroeste hasta que conseguimos ver por fin la vertiente norte del macizo del Calar de las Corcadas cubierto totalmente por las nieblas en la parte alta. Nada mas pasar el arroyo que bajaba por la vaguada desde las laderas del macizo y que cruzaba el camino, abandonamos éste para meternos en la verde loma hacia la montaña. Eran las 11:30 horas.
Al fondo del valle ya veíamos la cabecera del mismo desde la que también se podía subir, pero vimos bastante fácil el acceso subiendo por la loma derecha de la vaguada mencionada. En esos momentos se escapaban algunas gotas de lluvia que por suerte no tardaron en cesar sin aparecer el resto de la jornada.
Atravesamos unos prados de verdor exuberante en los que vimos varios ejemplares de setas de gran tamaño. Alcanzamos enseguida la parte alta de la loma entrando de nuevo entre escobas floridas. De frente se alzaba el macizo de las Corcadas sin que supiésemos de momento en que posición se encontraba la cumbre mas alta. Nosotros seguíamos un sendero que serpenteaba entre matorral bajo y nos cruzamos algunos mas trasversales.
Poco a poco vimos abrirse claros y de pronto se despejó por completo la cumbre de las Corcadas en la que incluso pudimos ver el hito geodésico sobre el cielo azul. Fue breve el deleite que tuvimos ya que enseguida volvió a cubrirse de nuevo con las nieblas que pasaban por lo alto. En la cresta vimos un enorme macho cabrío, o algo parecido, de cuernos enormes que se podían distinguir a simple vista desde la distancia a la que nos encontrábamos, que era considerable.
Así llegamos al final de la parte verde de la loma y entramos en la roca. En algunos lugares pudimos ver pequeños neveros pero de gran espesor. Sorteamos uno de ellos de camino a la cresta donde al llegar nos envolvió la niebla. Allí mismo vimos como por la parte contraria caía una fuerte canal también cargada de nieve. Con ella de fondo nos hicimos una serie de fotos seguidas en plan cachondeo. Eran las 13:15 horas.
Desde allí nos situamos en la misma cresta del macizo por la que avanzamos hacia el Este entre la niebla cerrada que no tardó en volver a abrirse dejándonos ver los valles próximos. Por la cara sur eran paredes casi verticales y con caídas de varios metros que nos recordaron un poco al último tramo del Gilbo. La pendiente era apenas perceptible y cómodamente alcanzamos la cima del Calar de las Corcadas cuando eran las 13:40 horas.
En esta cumbre de 2056 metros había un punto geodésico y un buzón con la placa encima. La temperatura era bastante fría y hubo que ponerse las cazadoras y algunos incluso guantes y gorro, que no sobraban. De vez en cuando se abría un pequeño claro por el que se colaba el sol, pero enseguida volvían las nieblas a cerrarse. Nos acomodamos a la abrigada para comer mientras disfrutábamos de las vistas de los valles cercanos e incluso algunas cumbres visibles entre las nieblas. Allí cerca teníamos Los Vallines, programada su ascensión para el próximo mes. Al norte se elevaba el Gabanceda y tras él hubiésemos visto en un día claro los macizos de Picos de Europa. Sí que veíamos ahora el tramo de carretera desde el cual habíamos divisado en el viaje la cumbre entre las nubes. También por debajo, al sur, se situaban los valles que bajaban hacia Portilla de la Reina y las colladas por las que hace 6 años pasamos en el Encuentro de Montañeros organizado por nosotros entre Casasuertes y Portilla.
Nos sacamos varias fotos y dejamos nuestra tarjeta recogiendo otra del buzón. Poco antes de emprender el descenso pudimos ver un bonito efecto que ya contemplamos en otras ocasiones. Mirando el macizo a lo largo se podía ver la niebla cubriendo la parte derecha mientras la izquierda estaba despejada por completo habiendo una línea definida en medio.
A las 15:05 horas emprendí yo el descenso mientras el resto ya lo había hecho minutos antes. Habíamos decidido bajar por la parte contraria donde antes habíamos visto un grupo de rebecos. Nos metimos en una canal ancha donde se acumulaba una gran lengua de nieve que llegaba hasta la parte baja. Por su derecha lo bordeamos hasta situarnos de nuevo en la cresta. De frente se alzaban los Vallines que se cubrían de nieblas a ratos. Por la derecha seguían las canales de fuerte desnivel y algunas hondas y cerradas donde apenas si cabía una persona. Comentamos que igual se podía acceder por ellas, pero que si caía alguna piedra era imposible librarse del impacto.
Nosotros además teníamos que bajar hacia la parte contraria para llegar a la misma vaguada por la que habíamos subido, pero esta vez por la loma contraria. Por debajo del largo nevero se podían ver numerosos hoyos de gran envergadura en la caliza. Álvaro y Adelino habían subido a un pequeño alto rocoso por encima de la collada a la que íbamos, la de la Hoya del Ceranzo. Desde aquel alto nos sacamos una foto con la cumbre de fondo, aunque no quedó bien por no poder colocar la cámara en condiciones.
Desde allí emprendimos el descenso ya por la vaguada atravesando varios pedreros. Encontramos algunos trozos pendientes de roca húmeda donde se podía resbalar fácilmente y otros con hierba con el mismo peligro. Algo mas abajo tuvimos que sortear una cascada en el arroyo Cacabiellos. Nosotros por la izquierda y Roberto por la derecha llegamos a su parte baja donde se reunía un gran rebaño de vacas con algunas crías y allí paramos unos minutos. De nuevo nos sacamos allí otra foto de grupo con la vaguada y la cumbre de fondo.
Ya en la parte baja Álvaro, gran conocedor de las setas, nos señaló los grandes corros en los que crecen las mismas y que eran visibles claramente. De hecho pudimos ver algunos ejemplares de gran tamaño al igual que en la subida. Poco antes de llegar al camino vimos por éste un todoterreno que entró en los prados y se dirigió hacia la zona del rebaño de vacas.
Eran las 16:45 horas cuando entramos en el camino. Desde allí podíamos contemplar toda la vaguada y la cumbre del pico claramente. Además, y para colmo de recochineo, ahora abundaban los claros y el sol lucía sobre los valles dando al verde un tono intenso y bonito. Eso sí, la cumbre seguía a la sombra y no conseguimos verla iluminada antes de desaparecer de la vista a los pocos minutos de caminar por la pista abajo.
Por dicho camino fuimos descendiendo suavemente mientras veíamos Los Vallines de frente. Enseguida tuvimos a la vista también el refugio al que decidimos acercarnos. Mientras Álvaro iba hasta el puente situado más adelante, los demás atravesamos el arroyo donde pudimos. Luego él tuvo que atravesar el del otro ramal del valle también por donde pudo. No vimos ningún puente que diese paso directo al refugio.
Dentro de este edificio de unos 15 metros cuadrados había una chimenea, un armario con algunas mantas, sillas, una cocina de gas, un banco, leña, y un somier con colchón. Al lado del mismo había mas leña tapada.
Unos 15 minutos estuvimos allí antes de reemprender la marcha a las 17:15 horas. Tuvimos que pasar el arroyo por piedras que antes había atravesado Álvaro y salimos al camino. Echando la vista atrás se podía ver una bonita postal del valle soleado con los verdes prados tapizados de flores amarillas. Por encima también relucía el bosque con los rayos solares. Ahora podíamos ver claramente el final del macizo que terminaba en este valle de Ceranzo.
Dejamos atrás el puente que antes habíamos pasado a la ida y enseguida llegamos al siguiente por el que pasamos a la margen contraria del arroyo. Todos estos puentes son peatonales ya que los vehículos pasan vadeando el arroyo. En esos momentos nos dejó detrás el todoterreno que había subido antes hacia arriba. Nos metimos nosotros entre la arboleda y no tardando atravesamos el paso canadiense. De frente entre los árboles seguíamos viendo las cumbres de Los Vallines.
A las 17:50 horas llegamos al final de la ruta donde teníamos la furgoneta. Pasamos el último puente para llegar a ella donde nos cambiamos. Allí cerca vimos un hormiguero con miles de hormigas rojas todas juntas. Diez minutos mas tarde emprendimos el regreso por el camino desde el que pudimos ver la cara norte del Espigüete y posiblemente el Tres Provincias y Peña Prieta. Con precaución avanzamos por el estrecho camino hasta llegar al chozo donde paramos. Se trataba de una especie de palloza de unos 15 metros de diámetro externo, de piedra y techo de paja. En el interior se podía ver un banco y restos de una hoguera pegada a la pared. La puerta era de madera y parecía nueva.
De nuevo en marcha pasamos otro puente, esta vez para vehículos también, y salimos a la carretera general. Estuvimos al tanto y paramos en el tramo recto desde el cual se veía la cumbre del pico. Sacamos unas fotos y retomamos el viaje. Ahora solo algunas nubes cubrían el cielo, lo cual daba algo de rabia.
Llegamos así a Portilla de la Reina donde decidimos parar a tomar un refrigerio. Entramos en el bar de la carretera donde estuvimos unos 20 minutos. A las 19:00 horas salimos y nos pusimos de camino a León. Sin novedades recorrimos los 120 Km. que nos separaban de la capital donde llegamos poco antes de las 21:00 horas. En Guzmán terminamos el viaje y poco después llegué a casa.
Nuevamente cumplimos otro objetivo marcado en el calendario del club “Cumbres de León”. Tras el pésimo panorama que se nos presentaba por la mañana, no tuvimos tan mala suerte y pudimos disfrutar al menos de algo de paisaje y sobre todo de los bonitos valles que rodean al Calar de Las Corcadas.