lunes, 22 de marzo de 2010

CAMPRIONDO - PARDAL (CASTILLÓN) - PEÑA VILLA (La Mata de Monteagudo) - 21-03-10

 


1ª ASCENSIÓN AL “CAMPRIONDO”, “CASTILLÓN” Y “PEÑA VILLA”.

21-03-10             (Domingo)

Una vez más hemos salido a la montaña para realizar en esta ocasión una triple ascensión en un macizo situado en las inmediaciones de Cistierna, concretamente en La Mata de Monteagudo. La climatología nos ha dado una tregua y volvimos a conseguir alcanzar el objetivo tras la última actividad improvisada y cambiada.
A las 8:30 horas nos reunimos en Guzmán los diez participantes de esta excursión: José Antonio, Toño, Arancha, Gabriela, Mª Jesús, Cundi, Álvaro, Pedro y yo. El décimo componente no era si no Silvano, amigo y compañero mío en los comienzos del club Don Bosco, lo cual no dejó de hacerme cierta ilusión. En los coches de Toño, Arancha y el mío nos repartimos para salir de León por la nacional hacia Mansilla donde giramos para tomar la de Riaño. En Sahechores volvimos a cambiar el rumbo y pasamos luego por Almanza y Puente Almuhey antes de llegar a La Mata de Monteagudo, comienzo de la ruta, 1150 m.
Aparcamos los coches cerca de la iglesia y nos compusimos mientras las nieblas se cerraban en las cimas. A las 10:20 horas comenzamos la marcha saliendo del pueblo por un camino embarrado entre praderías y al lado del arroyo de Los Ríos que atravesamos poco después. Comenzamos enseguida a subir más directamente por la ladera entre algunos robles. Allí encontramos varios huesos de lo que parecía una vaca. Serpenteando fuimos acercándonos a una pista que también salía del pueblo y que daba un poco más de rodeo. El camino que llevábamos se iba perdiendo y por eso decidimos salir a la pista aquella.
Comenzamos a ver entonces la cima de Peña Corada hacia atrás y cerrada de nieblas. El camino transcurría entre robles con troncos cargados de verde musgo. Algo mas arriba llegamos a una bifurcación de la pista que atravesaba por la ladera con dirección Este hacia donde se encontraba el pueblo de Ferreras del Puerto en un valle paralelo. Nosotros cogimos el otro ramal que seguía subiendo y dejamos atrás una zona con pradera ya cerca de la collada de Los Abedules. A las 11:40 horas alcanzamos este paso con una altitud de 1421 metros.
El camino se volvía a bifurcar allí, y mientras uno bajaba por la ladera contraria, otro seguía subiendo hacia el Norte con dirección al Campriondo que comenzamos a ver enseguida. Las nieblas se habían ido disipando y nos dejaban ver la mayor parte de las cimas; incluso salía el sol a ratos. Unos metros más adelante se difuminó el camino en la pradera llena de escobas ya por debajo de las pedregosas laderas del pico. Allí vimos el quad que antes nos había adelantado subiendo.
Mientras unos trepaban por la roca, otros seguimos un sendero que la rodeaba un poco. Seguimos una vaguada por la que se subía cómodamente y enseguida nos reunimos con los compañeros que habían ido por la roca. A partir de allí se pronunció la pendiente pero se seguía subiendo sin dificultad alguna. En la parte alta ladeamos unos metros perpendicularmente sin apenas desnivel hasta llegar a una collada entre la cima del Campriondo y otra con algo menos de altitud cuyo nombre no se especifica en el mapa. Desde allí pudimos ver claramente las cimas del pico Moro, Peña Rionda y el Cerroso. Eran las 12:20 horas y la altitud era de unos 1550 metros.
Mientras algunos ya subían hacia el Campriondo cerca de la cumbre, otros decidieron subir a esta segunda cima. Los demás optamos por seguir hacia el primero para el que ya quedaban pocos metros. La ladera era pedregosa pero no de roca compacta. Tampoco de excesiva pendiente, por lo que subimos cómodamente por ella. A las 12:40 horas alcancé yo la misma en la que estaban ya los compañeros que se habían adelantado. La vista era espectacular ya que las nubes habían levantado casi por completo. En la parte baja se veía Ocejo de la Peña bajo la misma falda del pico. Al lado contrario estaba Ferreras del Puerto y también se divisaba un poco de La Mata de Monteagudo.
En esta cima del Campriondo con 1673 metros de altitud había un hito de piedras con dos hierros en medio. No había buzón alguno, ni placa ni cruz. La tarjeta la dejamos en un bote entre las rocas y nos sacamos una foto de grupo. Desde allí podíamos ver casi completa la ruta que hicimos hace dos años en la que intentamos subir al Cerroso desde Ocejo. Algunos comimos un pequeño pincho ya que teníamos pensado subir aún a la Peña Villa que nos quedaba al Sur y al otro lado de la collada de los Abedules. Cerca de la cumbre había unos pequeños neveros que nos sirvieron para comenzar una guerra de bolas de la que no se libró nadie. A las 13:35 horas emprendimos el descenso por la misma parte de subida. En algunos neveros que encontrábamos seguíamos con la guerra de bolazos. Aún me duele el brazo de tirarlas.
Entramos en el camino entre robles mientras el sol que salía entre las nubes calentaba lo suyo. En la collada de los Abedules hubo división de grupo. Toño y Cundi optaron por descender ya desde allí al pueblo por el mismo camino de subida. El resto nos metimos en la ladera contraria para dirigirnos a Peña Villa hacia la que ya se había adelantado Silvano hacía un rato. El sendero subía entre robles y escobas hasta alcanzar un alto que dividía el macizo. Al Suroeste se alzaba el Castillón, peña solitaria que debe su nombre a la semejanza con dicha fortaleza. Por el Sudeste corría la loma hacia la Peña Villa en la que vimos ya a Silvano. Cómo la primera era fácil de subir nos dirigimos a ella entre el matorral y atravesando una alambrada.
A las 14:41 horas llegamos a esta cima del Castillón de Fuentes con 1488 metros de altitud. Mientras que por el Oeste era una loma, por el Este tenía una paredes no muy altas pero verticales. La vista era espectacular hacia el Norte con el Campriondo, Cerroso, Peña Rionda y el Moro entre otros. Ahora veíamos también el Espigüete, Peñas Pintas, Arbillos, etc.
Apenas estuvimos unos minutos en la cima en la que no dejamos tarjeta alguna al no tener ni señal de cumbre. Emprendimos el descenso por la misma ladera hacia la collada desde la que comenzamos a subir hacia la Peña Villa, 1546 m, de la que ya veíamos bajar a Silvano, el cual se dio la vuelta con nosotros al cruzarnos. Ya cerca de la cima la cresta se complicaba un poco y algunos optamos por seguir bordeándola para cogerla más al sur. Aunque pendiente, subimos bien estos últimos metros hasta la cúspide a la que llegamos sobre las 15:15 horas.
En ella tampoco dejamos tarjeta aunque sí nos sacamos una foto de grupo. Nos acomodamos entonces para comer mientras veíamos como por el Oeste se cubría de negros nubarrones y se veían cortinas de lluvia que se acercaban. Hacia esa parte contemplábamos el pueblo de Fuentes de Peñacorada y a lo lejos el valle de Sabero. También se veía el mirador de Los Rejos. Hace dos años en el Encuentro de Montañeros se hizo una ruta por varios de los pueblos que ahora veíamos.
Poco a poco fueron escapándose gotas de lluvia que nos hicieron apurar el bocata y a las 15:50 horas, con lluvia ya constante, emprendimos el descenso. Lo hicimos por la ladera sur hacia la pista que une La Mata con Cistierna y que pasa por debajo de Peña Corada, aunque tampoco íbamos con esa idea clara. Si había otro lugar por donde bajar al pueblo podíamos desviarnos. En una collada pudimos haberlo hecho, pero no se veía muy clara la bajada por la vaguada llena de arboleda y matorral. En esta ladera vimos algunos árboles solitarios de bonitas formas. Poco a poco fue pasando el nublado y la lluvia fue cesando. En la pista vimos un par de vehículos parados. Hace varios años subimos desde allí a Peña Corada un domingo por la tarde improvisadamente mi hermana, otro amigo y yo. Esta collada se llama Las Vallejas y está a 1331 metros de altitud.
Tras el chaparrón salió el sol claro poco antes de llegar a esta collada cuando eran las 16:40 horas. José Antonio había comenzado a subir por la parte contraria hacia unos peñascos. El resto comenzamos a bajar por la pista pero enseguida la abandonamos para entrar en una vaguada que no se veía muy cerrada y que bajaba sin tanto rodeo al pueblo ya visible. Por praderas descendimos entre arboleda y matorral muy disperso al lado de un arroyo. Más abajo entramos en una zona más cerrada pero con sendero claro y muy transitable. En el arroyo vimos una bonita cascada entre rocas cargadas de musgo. Poco después atravesamos el mismo para seguir por el sendero que ahora estaba abnegado por el agua del arroyo. No tardamos en salir al camino ancho que suponemos era uno que habíamos visto al comienzo de la vaguada pero que no sabíamos si bajaría o no.
Por él seguimos descendiendo entre robles hasta llegar a una nave ganadera en la que se oían baladas de corderos y ovejas. El último tramo hasta el pueblo estaba totalmente embarrado y cubierto de abono y orines de ganado. Había que ir sorteando todo ello como se podía.
A las 17:25 horas entramos en La Mata de Monteagudo por otra calle diferente a la de salida. Ésta nos llevó directamente a la iglesia donde teníamos los coches aparcados. En una fuente cercana lavamos las botas y polainas embarradas. Allí estaba Toño esperando y Cundi que llegó al poco rato de dar un paseo por el pueblo. También José Antonio apareció enseguida. Al contrario que por la mañana, ahora se veía claramente la cima de Peña Corada y Peña Villa.
Tras cambiarnos y demás, decidimos acercarnos a ver el santuario de la Virgen de La Velilla, situado un kilómetro antes del pueblo. Toño y Cundi lo habían ido a ver y nos dijeron que estaba abierto hasta las siete. Pues bien, cuando llegamos lo encontramos ya cerrado aunque eran las seis. Aun así merece la pena su vista exterior y como fondo el Campriondo. Sacamos una fotos allí antes de comenzar el regreso.
Ya en Almanza nos detuvimos a tomar un refrigerio en un bar e hicimos las cuentas como es habitual. Estuvimos una hora allí antes de retomar la marcha hacia la capital donde llegamos sin novedades sobre las 20:30 horas.
Terminamos así una actividad más del calendario programado para esta año que está siendo un tanto irregular climatológicamente, pero que nos está dejando alcanzar la mayoría de los objetivos propuestos.         
           



















lunes, 8 de marzo de 2010

VALLE DEL PUERTO (Villafeliz de Babia) - 07-03-10

 


1ª TRAVESÍA “VILLAFELIZ-VALLE DEL PUERTO”.

07-03-10          (Domingo)

Dentro del calendario teníamos para este fin de semana la ascensión al Morronegro, en Babia, lo cual no pudo ser por la climatología adversa de este invierno que nos ha hecho modificar los planes previstos.
Nos levantamos este domingo con lluvia e incluso medio nieve. Tras recoger a Mª Jesús y a Arancha nos dirigimos a Guzmán donde fue llegando el resto de los 11 participantes: Mateo, Gabriela, José Antonio, Alejandro, Antonio, Álvaro, Adelino y Roberto. En los coches de Antonio, José Antonio y el mío nos distribuimos para comenzar la marcha sobre las 8:30 horas. Salimos por la carretera hacia La Magdalena viendo como nevaba cada vez más y se cubría el suelo de blanco. Tras bajar el portillín de Camposagrado nos detuvimos a deliberar. El panorama era feo con las cimas cubiertas de niebla y seguía nevando. Optamos por seguir hasta Villafeliz y detenernos a ver allí cómo estaba la cosa.
Por la autopista pasamos el tramo del pantano y salimos hacia Luna primero y Babia a continuación. Así llegamos a Villafeliz donde entramos con el mismo panorama que teníamos. Algunos conocían una ruta que transcurre por el valle del río Puerto y comunica con Casa Mieres. Nos preparamos para la misma y comenzamos a caminar sobre las 10:00 horas. Atravesamos el pueblo para salir por un estrecho camino hacia el Este por encima de las praderías. Poco a poco comenzamos a ascender por él hacia una collada en la que vimos una caseta de obras allí instalada.
Entre la niebla veíamos algunas cimas de esa parte con una ligera capa de nieve. El camino estaba embarrado y por él nos fuimos metiendo al propio valle del río del Puerto que no llegaba a pasar por el pueblo al desviarse antes hacia el Sur. Enseguida entramos en un angosto cañón por el que el camino iba a media ladera. En el fondo del mismo vimos una cascada de salto considerable. Allí el paisaje era muy abrupto y rocoso. De vez en cuando aparecía el sol medio eclipsado por las nieblas altas, pero seguía nevando débilmente. Algo más arriba se abrió un poco el cañón y comenzamos a ver las cimas que rodean todo este valle glaciar.
No tardando alcanzamos una nueva collada que daba paso a este impresionante valle de largura y anchura considerable. La vista del mismo era espectacular con las cumbres nevadas rodeando todo el perímetro. Al lado de una enorme roca estaban reunidos los compañeros que iban por delante y hacia ella nos dirigimos el resto. Eran entonces las 11:20 horas. Allí estuvimos sopesando las opciones de la ruta. Por una parte podíamos ascender a cualquiera de las cimas que teníamos alrededor nuestro y por otro continuar valle adelante hacia la collada que da paso a Casa Mieres y para la que aún faltaba un buen trecho. La primera de las opciones la descartamos ya que las laderas estaban cubiertas de nieve en un estado que no sabíamos. Además, aunque había abierto un poco, no se veía que ello pudiera evolucionar a mucho mejor.
Retomamos la marcha por el camino que atravesaba el valle de lado a lado bajando poco después al nivel del arroyo. Apenas había desnivel en todo este tramo de cerca de dos kilómetros, más o menos. Según avanzábamos íbamos encontrando más nieve en el terreno y la niebla se nos cerraba por delante. A nuestra izquierda vimos un refugio por debajo de las laderas de los picos y delante de él varios montones de rocas que no supimos el motivo de su existencia.
Poco a poco dejamos atrás esta gran vega y nos metimos en otra zona más angosta a la vez que íbamos girando al norte siguiendo el camino ya totalmente blanco. Al lado del mismo vimos un par de bañeras usadas como bebederos del ganado. Ahora ascendíamos más certeramente y cogimos un buen desnivel hacia el río apenas visible entre la niebla. Así alcanzamos otra especie de collado que dio paso a otra vega totalmente invisible. Siempre siguiendo a los que ya habían hecho la ruta, y que la niebla también llegaba a despistar, fuimos avanzando por el medio de aquel manto blanco rotulado de arroyos que tuvimos que atravesar una y otra vez. En uno de ellos vimos como una pequeña zona casi libre de nieve formaba a groso modo el mapa de España. Fue aquí donde José Antonio marchó “a su bola” mientras el resto seguíamos más o menos los arroyos como única referencia.
Al cabo de un rato dimos un giro visible abandonando el fondo del valle y entrando en la ladera de otra vaguada donde encontramos algo de matorral bajo y algunos árboles. De primero pensé que íbamos por el mismo valle y estábamos retrocediendo por la ladera hasta que comprobé que no era así. Claro, al ser una ruta improvisada no llevábamos mapa de la zona.
Allí el sendero ya había desaparecido y por lo visto el camino iba por la parte alta. Algunos tramos los subimos directamente hacia arriba, pero la nieve comenzaba a ser abundante y había trozos en los que metíamos las piernas hasta abajo. Así llegamos a unas rocas donde nos detuvimos a deliberar.
La niebla era cerrada del todo y no se veía absolutamente nada. Por otra parte, pérdida no había ya que en caso de apuro era seguir las huellas dejadas, siempre que no comenzase a nevar copiosamente y las borrase, aunque ahora incluso no caía nada. Según Mateo, en la collada había unas brañas a las que podíamos llegar aunque no bajásemos luego a Casa Mieres. La cuestión era encontrarlas en medio de la nada. Cómo había división de opiniones en seguir o no, se hizo una votación ganando la primera opción siempre y cuando no arriesgásemos más de la cuenta. Eran entonces las 13:30 horas.
Continuamos el avance por el medio de la ladera llegando poco después a una alambrada que atravesamos. Subimos entonces paralelos a ella hasta salir por fin al camino, aunque éste apenas si era perceptible entre la nieve. De hecho enseguida se nos perdió de nuevo en la ladera y seguimos como anteriormente avanzando hacia arriba pero sin rumbo fijo.
No tardaron en detenerse los primeros al ver que no se veía absolutamente nada y no había rastro de cabaña alguna. Es más, no sabíamos incluso si estábamos en la ladera ya por encima de la collada o no. De José Antonio no sabíamos nada tampoco. Eran las 14:05 horas.
Optamos entonces por emprender el regreso y detenernos en las rocas anteriores a comer. Volvimos sobre nuestras huellas hasta la zona del camino visible. Allí también hubo una pequeña discrepancia ya que algunos opinaban de seguirle, aunque la mayoría creímos que era mejor no arriesgar más y volver sobre las huellas dejadas. Bajamos el tramo de más pendiente y volvimos a cruzar la alambrada llegando enseguida a las rocas donde nos acomodamos para comer. Eran las 14:20 horas.
Durante la comida pasamos un buen rato de charla y bromas con el licor y el vino que Adelino llevaba. Seguíamos sin saber nada de José Antonio, lo cual nos preocupaba un poco, pero cómo es habitual en él que marche a su aire, esperábamos que supiese lo que hacía. Cuando ya estábamos terminando llegó él tras haber subido al alto de la sierra de Los Grajos, según nos dijo.
Una hora más tarde nos pusimos de nuevo en marcha todos juntos. En algunos momentos de la ruta nos habíamos ido sacando fotos de grupo, algunas de las cuales hice secuenciales para luego meter en los montajes con algo de humor. Cerca del arroyo podía verse la nieve acumulada que en algunos lugares era de un metro.
Ya en la parte baja abrió un poco la niebla dejándonos al menos ver un poco el valle aunque no la mayoría de cimas. No sé por qué los primeros se fueron desviando de las huellas y terminamos yendo cada uno por un lugar diferente. De pronto oí que me llamaban los de adelante, que habían parado en una pequeña hondonada con una pendiente hacia ella. Pues bien querían que sacase el plástico que siempre llevo para hacer “culoskí” en ella. Así lo hice y nos pusimos a resbalar en aquella pendiente sin peligro alguno estando allí una hora en la que lo pasamos realmente divertido. Con la cámara grabamos estas bajadas vertiginosas, tanto de espectador como en vivo mientras bajábamos sentados o tumbados de cabeza.
Ya eran las 17:00 horas cuando decidimos dejarlo ya que además la niebla comenzaba a cerrarse de nuevo. Retomamos la marcha comenzando a descender por el estrecho camino que nos metía en la parte angosta del cañón. Ahora sí se veía el fondo del mismo así como alguna vaguada lateral. Fuimos girando con el valle y salimos a la zona más amplia del mismo. En un roquedal por encima de la ruta había unas antiguas trincheras de la guerra y algunos decidieron subir a ellas. Mientras otros quedamos un rato esperando antes de continuar. Antonio y Mateo ya se habían adelantado mientras estábamos resbalando anteriormente. En el cielo vimos algunos claros azules que tardaron poco en desaparecer.
Sin más entramos en la enorme vega mientras se nos unían los que habían subido a las trincheras y así continuamos juntos atravesando la misma. De frente veíamos cómo se oscurecía el cielo y por detrás bajaba la niebla. También ahora nos desviamos del camino de ida y subimos unos metros por encima del fondo del valle. Más adelante algunos bajamos a retomar este camino mientras otros seguían por el sendero que al final se unía con el anterior. En la collada del fondo vimos dos siluetas y supusimos que eran las de Antonio y Mateo que ya había llegado a ella. Nosotros tuvimos que subir unos metros hasta la misma alcanzando ésta cuando eran las 18:30 horas.
El camino llaneaba unos metros antes de comenzar el descenso por la segunda parte angosta del cañón. Aquí comprobamos la pendiente considerable de algunos tramos de este recorrido. Por la mañana íbamos frescos y los subimos sin casi enterarnos. En las laderas vimos cómo se había ido bastante nieve desde por la mañana. La niebla habría contribuido a ello ya que la nieve caída era insignificante.
El camino serpenteaba por el cañón bajando de continuo. En medio de él había una gran roca en la que por la mañana no había reparado y no era reciente su caída. A las 19:00 horas llegué a la collada que dividía el cañón del valle de Villafeliz desde donde ya se divisaba el pueblo. En los prados bajo el camino pastaban varios caballos de negro pelaje. Cinco minutos después de pasar por la collada entraba en el pueblo pasando al lado de algunas casas en rehabilitación. Encima del muro de una de ella había un gran arca de madera antiguo. Antes de llegar a la plaza donde teníamos los coches pude disfrutar de otro bello paisaje formado por el contraluz del campanario de la iglesia con algunas cumbres de fondo.
A las 19:10 horas terminaba la ruta en dicha plaza donde los compañeros se arremolinaban en torno a la fuente limpiando ya el calzado, polainas, etc., lo cual hice yo también luego. Mientras nos cambiábamos comenzaron a escaparse algunas chispas de nieve. Por allí se acercaron dos perros, un enorme mastín y otro más pequeño de diferente raza.
Decidimos parar en Sena de Luna a tomar un refrigerio y hacer las cuentas. En el mesón estuvimos una media hora antes de emprender el regreso a León. Durante los primero kilómetros estuvo nevando y luego cesó. En La Magdalena salimos de la autopista continuamos el viaje por carretera hasta llegar a la capital sobre las 21:15 horas. Aquí fui dejando a Gabriela, Arancha y por último a Mª Jesús antes de llegar a casa.
Por segunda vez en este año no conseguimos el objetivo programado, incluso en esta ocasión ni lo intentamos. A ver si de aquí en adelante va cambiando el tiempo y podemos realizar las actividades sin tantos contratiempos, retrasos o aplazamientos.