lunes, 30 de septiembre de 2013

VOZMEDIANO - PICO EL SILLAR - ADRADOS 29-09-13

 



1ª TRAVESÍA “VOZMEDIANO – PICO EL SILLAR (1ª ASCENSIÓN) – ADRADOS - VOZMEDIANO”.
29-09-13    (Domingo)

Para este último domingo de septiembre teníamos programada la ascensión al pico Tapinón, en Asturias. La mala climatología de este fin de semana nos hizo cambiar los planes previstos dado que dicha cumbre no es muy adecuada para subirla con mal tiempo, además de desperdiciar las vistas amplias que desde la misma pueden contemplarse.
En su lugar hemos improvisado una sencilla ascensión al pico El Sillar, en las cercanías de Vozmediano, y completado la jornada cerrando la ruta por el trazado del “PRC-LE 58 Camino Tradicional de Adrados a Vozmediano”.
A las 8:30 horas nos reunimos en Guzmán los 7 participantes de esta salida partiendo de allí en los coches de José Luis y el mío. En ellos iban además: Nati, Álvaro, Antonio, Marcial y el hermano de José Luis, Juan. Por la autovía llegamos a Puente Villarente para desviarnos a Boñar en el que hicimos una parada. Allí concretamos del todo la ruta a realizar dirigiéndonos a Vozmediano, 1228 m, donde llegamos a las 10:00 horas.
A la salida del pueblo aparcamos los coches y nos preparamos para la ruta saliendo 20 minutos después por el camino del valle de El Río por el que en diciembre pasado ascendimos al pico del mismo nombre en el Belén de Cumbres. El cielo se mantenía cubierto y amenazante, pero de momento se contenía. En las márgenes del camino encontramos varias matas de zarzamoras con frutos maduros que recolectamos. Tras cruzar el río llegamos al desvío del camino que se dirige a la collada de Los Sillares cuyo ramal cogimos a la izquierda entrando en el valle del arroyo Romatío. Entre arboleda comenzamos a subir más bruscamente con las laderas del Sillar a la izquierda y del Caspio a la derecha. No tardamos en meternos a la vera de un gran pinar entre el cual vimos algunos servales llenos de frutos rojos y bajo los mismos, infinidad de helechos. Echando la vista atrás divisamos una gran bandera de España en lo alto del pico Caspio.
El camino serpenteaba por el valle entre altos pinos cuyas copas casi eran invisibles entre la niebla alta. En algunos lugares el terreno estaba embarrado por las lluvias caídas días antes e incluso de esa misma noche. Sin apenas darnos cuenta alcanzamos la collada de Los Sillares cuando eran las 11:15 horas. En aquella altitud de 1502 metros la niebla aún no era espesa, pero el paisaje estaba reducido por la misma. Apenas se podía ver parte del valle Arvejal que baja a Adrados y por el que seguía la ruta marcada.
Nosotros nos encaramamos a un picacho cercano 13 metros por encima del collado, en el que había un Belén de Cumbres colocado entre las rocas. Al Sur, tras otro colladín, comenzaba un cortafuegos que subía hasta perderse de vista en la niebla por la ladera del pico Los Sillares. Tras una foto en aquel punto descendimos esos pocos metros antes de comenzar a subir por dicho cortafuegos de fuerte pendiente. En su inicio encontramos una cruz metálica en memoria de alguien fallecido.
Nos tomamos con calma esta subida ya que la cumbre estaba tan solo 115 metros por encima. La franja limpia estaba escoltada por pinares a ambos lados y la hierba mojada que la cubría nos iba empapando las botas. Así se fue conformando la silueta de la parte alta en la que la niebla lo envolvía todo. Al llegar, el cortafuegos giraba por la cumbre hacia poniente por la margen del pinar que nos quedaba a la derecha. Seguimos subiendo más suavemente entrando poco a poco entre matorral de roble. Por el Sur bajaban las laderas cubiertas por los tubos plásticos de las plantaciones.
A las 12:10 horas alcanzamos lo que era la cumbre de Los Sillares que solo identificamos por ser la más alta de las que habíamos pasado y por que la sierra ya bajaba desde allí. En ella no había identificación alguna y estaba cubierta por las matas de roble y roca camufladas entre ellas. La vista era nula y nos detuvimos unos minutos para hacer unas fotos y comer un bocado. Hubo que abrigarse un poco ya que refrescaba en aquella altitud de 1939 metros que tiene esta cima. Había que tener cuidado para no patinar en la roca húmeda y escondida entre el ramaje.
Veinte minutos estuvimos allí antes de comenzar a descender mientras empezaba a lloviznar. Nos pusimos los chubasqueros y yo hice un cambio de cámaras de fotos. Con el pinar por la derecha trazamos algunos vaivenes de subidas y bajadas pasando al lado de un picacho que sí tenía un montículo de piedras pero sin otra señal. Estuve buscando entre ellas a ver si había alguna tarjeta o algo, pero como ya dije, este era más bajo que el anterior y me parecía raro.
Según perdíamos altura siguiendo la línea de cresta más o menos comenzó a abrir la niebla y pudimos disfrutar de una bonita vista del valle de Boñar con la villa en medio. Poco a poco fueron emergiendo cumbres como El Cueto de Boñar, Correcillas, Peña Galicia, Valdorria, Cueto Aucino o Bodón de Lugueros entre otros.
Llegamos al final de la parte alta de la sierra y seguimos cortafuegos abajo hasta cruzarnos con un camino perpendicular que subía por la ladera del valle de Arvejal hacia la collada de Los Sillares. Marcial tenía conexión a Internet e iba consultando el mapa en el que le aparecían dichos cortafuegos y caminos marcados. Sí tuvimos una duda en este punto al no ver claro si el cortafuegos seguía hasta la parte baja del valle, dilema que aclaramos al bajar yo unos metros hasta unos peñascos desde los que confirmamos que así era.
Nos echamos por el mismo con gran pendiente y algunos tramos resbaladizos en los que tuvimos algún patinazo que otro. Entre la hierba vi una chicharra, o cigarra, que intenté fotografiar con poco éxito al no estar quieta y meterse entre las ramas. En la parte baja se veía el camino que transcurre por el valle del Arvejal desde Adrados hasta la collada de Los Sillares y por el que hace unos años ascendimos al pico Relance. A las 13:55 horas salía yo al mismo tras cruzar el arroyó del mismo nombre.
Nos encaminamos hacia Adrados, distante algo más de un kilómetro, por el estrecho valle entre algunas formaciones rocosas que lo cerraban y volvimos a ver las estacas de la ruta PRC-58. Por las laderas caían grandes pedreros desde las partes altas. Encontramos algunos tramos del camino cementados en zonas en las que el agua podía hacer más estragos. Ya cercanos a Adrados aumentó la arboleda entre la que caminamos los últimos metros hasta llegar a una bifurcación en la que una tablilla marcaba 7,100 Km. hasta Vozmediano por la collada. En el otro ramal no había nada y me despistó, ya que no pensaba yo que era por el que se regresaba al mismo pueblo cerrando el circuito. Se me había quedado que salía del mismo Adrados. Fue un vecino del pueblo, al que curiosamente habíamos encontrado en el bar de Boñar por la mañana, el que nos sacó de dudas. Luego he visto en Internet que sí hubo otra tablilla similar allí indicando dicha dirección.
Decidimos comer en el pueblo y a las 14:40 horas entrábamos en éste acomodándonos en un merendero céntrico en cuya pradera había una máquina limpiadora de cereal antigua y de grandes dimensiones fabricada en madera, salvo el mecanismo metálico. Sentados en los bancos y mesas comimos cómodamente mientras el sol y las nubes se alternaban en el cielo. Allí cerca había unos ciruelos de los que caían frutos maduros que algunos probamos. Adrados está a 1155 metros de altitud.
A las 15:35 horas retomamos la marcha saliendo del pueblo por el tramo común hasta el desvío de los dos valles. Dejamos el del Arvejal a la izquierda para empezar a subir por la ladera del otro por un camino pizarroso en su primer tramo y lleno de surcos. No tardamos en meternos en la arboleda entre la que había manzanos silvestres cargados de frutas pequeñas, muchas de ellas en el suelo. El paisaje era bonito y se ascendía cómodamente. En el suelo encontramos parte de la quijada de un caballo. El valle caía hacia nuestra derecha y en las laderas contrarias se veían las repoblaciones de pinares así como grandes masas de hayas que ya comenzaban a coger el color otoñal. En los pastos vimos algunas vacas.
No tardando, cerca de la collada de Santa María, vi en el camino unas letras marcadas que enseguida comprobé que ponía “Nati”. Estando en la cumbre, y cuando ya comenzaba a lloviznar, había hablado con ella y me comentó que iba camino de Adrados pero que se daba la vuelta al ver como se cerraba de lluvia. Ahora vimos que había llegado hasta aquel punto.
Desde este primer collado se descienden unos metros por pradería abierta antes de emprender otra subida hacia el collado de Valdovida pasando por un collado intermedio apenas localizado. Eran las 17:00 horas cuando alcanzamos este paso de 1398 metros de altitud que da acceso al valle que ya baja a Vozmediano. Al Sur sube la ladera del pico Jarrota mientras que al Norte lo hace la del pico El Sillar. El acceso desde aquel punto es más complicado por la arboleda y arbustos que cubren esta cara de la sierra.
El camino se estrecha y poco a poco se va metiendo entre un bonito hayedo con bellos rincones cubiertos de musgo y raíces entrelazadas de los árboles. Vemos un curioso efecto en el suelo formado por infinidad de montoncitos de hojas que se apilan delante de las piedras y que han quedado allí arrastradas por las corrientes de agua que bajan por el camino cuando llueve. Llegados a un punto me decido a subir unos metros hasta un pequeño altozano desde el cual tuve una bonita vista del valle con Vozmediano en la confluencia con el principal y la cumbre del Soberón elevándose por detrás.
De nuevo en el camino hemos quedado Antonio y yo por detrás disfrutando del contraste impresionante que forma la verde arboleda con el suelo cubierto de hojarasca ocre y el musgo de la roca. Ya en la parte baja se suaviza la pendiente aún más y dejamos atrás un colmenar en una finca. Nos encontramos con otro manzano silvestre con frutos que Antonio se atreve a degustar poniendo cara poco agradable.
A las 17:35 horas entramos en Vozmediano recibidos por la iglesia del pueblo en cuya torre faltaba una campana. Allí cerca encontramos un cartel de la ruta “PRC LE-58” cuya longitud total es de 11,800 Km. Haciendo cálculos por ella, nosotros pudimos haber hecho unos 15 Km. Atravesamos el pueblo pasando al lado del bar que nosotros vemos cerrado. En los coches nos cambiamos y tiempo nos costó localizar por el móvil a Nati, que estaba en dicho bar. Hacia él nos dirigimos para tomar un merecido refrigerio y descansar un rato. Ya eran casi las siete cuando emprendimos el viaje de regreso a León llegando sin novedades a éste una hora más tarde.






















lunes, 16 de septiembre de 2013

VIEGO - PRIMAJAS - CORNIERO - VALBUENA DEL ROBLO 15-09-13

2ª TRAVESÍA “VIEGO – PRIMAJAS – CORNIERO – VALBUENA DEL ROBLO – VIEGO”.

15-09-13       (Domingo)

En mitad del mes de septiembre hemos recorrido la ruta marcada como “PR-LE 49 Cuatro Pueblos”. Hace ya 9 años que la hice por primera vez comenzando en aquella ocasión en Primajas. Ahora decidimos hacerlo en Viego dado que ese tramo llano entre ambos pueblos nos servía para ir calentando y a la vez evitarlo al final de la ruta.
Nos reunimos en Guzmán los 8 participantes de la misma: Nati, Mª Jesús, Álvaro, Juan, Marcial, Tiquio con Rex, Consuelo y yo. Consuelo me había llamado días antes para apuntarse a la misma con nosotros. A las 8:00 horas salimos de este punto de la ciudad en los coches de Marcial y el de Tiquio para coger enseguida la autovía a Puente Villarente. Allí la abandonamos para seguir por la carretera hacia Boñar en el que hicimos una parada para desayunar. Minutos mas tarde retomamos la marcha hacia el pantano del Porma en cuya margen se encuentra el desvío al valle de Reyero. En pocos minutos llegamos a Viego cuando eran las 9:30 horas. Este pueblo está situado a una altitud de 1220 metros.
Tras aparcar los coches nos preparamos para la ruta y cargamos agua en las fuentes cercanas. En una de ellas nos sacamos una foto de grupo antes de comenzar la marcha a las 9:55 horas. Tras recorrer varios metros me di cuenta que había olvidado los bastones encima del contenedor donde había puesto la cámara de fotos. No fue este el único descuido que tuve con ellos.
Nos encaminamos hacia la entrada del pueblo de donde salía un camino con dirección Sur hacia Primajas, distante 2 Km. Entre praderías y alguna huerta transcurre el camino carretero que cruza algún arroyo del valle y que va describiendo varias curvas y vaivenes del terreno en algunos lugares acotado por alambres. Enseguida aparece al Oeste la cima del Susarón que sigue cerrada de nieblas altas. Poco a poco el camino se camufla entre la pradera ya agostada hasta que nos saca a la carretera a medio kilómetro de Primajas. Una serie de altos chopos escoltan este tramo de asfalto en varios puntos. Echando la vista atrás vemos aparecer la cumbre de Peña Terrionda en la dirección de Viego.
A las 10:30 horas entramos en Primajas, 1253 m, en el cual encontramos otro cartel de la ruta con el mapa y desniveles. A lo largo de la misma nos encontraríamos numerosos indicadores, y algunos que echamos en falta en lugares estratégicos como suele ser habitual. Cruzamos sus calles y llegamos a la curiosa ermita sin campanario y cuyas campanas cuelgan del arco de una de las ventanas del pórtico. Coincidió que estaba abierta y entramos a verla.
Abandonamos este pueblo con la misma dirección que traíamos entre más praderías de color amarillento. Ahora el camino se encuentra cubierto por una capa de piedra prensada a modo de asfalto sin brea que permite el acceso de cualquier vehículo. Enseguida apareció delante de nosotros Peña Ramil, a cuya vera se encuentra la primera de las colladas de la ruta. En las praderas vemos algo de ganado que dejamos atrás antes de comenzar a ascender más visiblemente metiéndonos entre algo de arboleda de haya y roble.
La pista describe varias curvas y recurvas cerradas en las que nos deja atrás un grupo de motoristas y algún coche. Echando la vista atrás contemplamos ahora algunas cumbres de los Mampodres así como otras que rodean los valles de Reyero o Solle: Peña Terrionda, Peña Joya, etc. En el valle vemos Primajas y Viego con el camino que baja desde la última collada de la ruta.
Poco a poco nos aproximamos a la Peña Ramil que comenzamos a bordear por su cara Oeste. En algunos tramos en el que pasan arroyos o regatos hay empalizadas de protección a ellos. También nos encontramos con un desprendimiento de parte del firme convenientemente balizado.
A las 11:25 horas llegábamos al collado de Las Camperas, 1427 metros, entre el pico del mismo nombre y la Peña Ramil. Llevábamos unos 5 kilómetros recorridos. Cuando hablo de “llegamos” me refiero a mí y a los que me acompañan en ese momento, ya que el grupo durante el camino se va disgregando y agrupando en diferentes puntos y algunos llegan mas pronto que otros.
En este collado, paso de la vertiente del Porma a la del Esla, hacemos una breve parada y reponemos fuerzas antes de comenzar el largo descenso a Corniero. Sin abandonar la pista, al menos algunos, ya que otros comenzaron a atajar vaguada abajo, fuimos perdiendo altura gradualmente siguiendo el trazado serpenteante de la misma. El valle en el que se emplaza Corniero se llama Primajinas, por el pueblo de dicho nombre que antaño existió en él.
Al lado del camino encontramos las primeras zarzamoras de la ruta con algunos frutos comestibles. Los pastos y el bosque cubren las laderas de dicho valle por el que poco a poco vamos perdiendo altura hasta situarnos paralelos al arroyo Primajinas que baja por nuestra derecha. Allí se suaviza la pendiente considerablemente hasta casi llanear. La arboleda cubre las márgenes del arroyo y los pastos el resto. Dejamos atrás los restos de una edificación de piedra y una fuente que mana por un tubo metálico antes de llegar a un merendero cercado. En pocos minutos divisamos el pueblo al que llegamos a las 12:40 horas. Corniero es el pueblo más bajo de toda la ruta y está a 1080 metros de altitud. Hasta allí llevamos recorridos algo más de 9 Km.
A la entrada del mismo vemos un cercado con algunas ocas grises que se alteran al acercarnos. Con ellas había también gallinas y gallos. Cruzamos por las palles de este pueblo en el que la piedra es el principal elemento arquitectónico. Vemos una curiosa fachada recorrida por una frondosa parra cargada de racimos aún por madurar. En un muro cercano nos acomodamos para descansar un rato y reponer energía para la subida siguiente, la más fuerte. Allí entablamos una breve conversación con dos vecinos del pueblo, ocasionales, según nos comentan.
A las 13:00 horas nos ponemos de nuevo en marcha siguiendo las indicaciones de dicha pareja, ya que allí la señal de salida brilla por su ausencia. Tomamos dirección Norte, más o menos, para meternos en un camino que desde el comienzo ya sube con buen ímpetu. Lo hace de momento entre arboleda que nos libra del sol, atenuado por las brumas que lo cubren desde por la mañana. Entre la misma, y desviándonos unos metros del camino, divisamos una amplia y bonita vista de Corniero.
El firme ya no es regular como el tramo anterior, si no que se encuentra destrozado por rodadas de maquinas y otros vehículos. Según avanzamos se abre otro valle por la izquierda, el de Ricuerna, por cuya ladera Este continúa el camino que enseguida se desvía para salir del mismo por una collada que nos pasa de nuevo al valle que sube desde Crémenes a Corniero. Allí la arboleda da paso a los arbustos y robles jóvenes entre los que vemos de nuevo este pueblo. El sol calienta ahora lo suyo y vamos buscando las pocas sombras de dichas plantas. La pendiente también se hace notar en este tramo.
Al cabo de media hora desde el pueblo llegamos a una bifurcación, esta bien marcada, que nos desvía hacia la izquierda para entrar de lleno en el robledal con buena sombra. No nos dura mucho este aliento ya que no tardamos en encontrarnos con los vestigios del fuego que había arrasado toda la parte alta de la loma desde el camino.
Más adelante éste gira a la izquierda en el que vemos una marca cruzada de “mal camino”. De frente nos metemos de lleno en un prado en medio del cual se ve una especie de palo y una piedra encima. Mientras los compañeros siguen esa dirección, yo decido seguir el camino a ver donde me lleva. A los pocos metros cambia de dirección entrando también al prado donde terminamos juntándonos de nuevo. Lo que veíamos era una de las estacas de la ruta, pero, ¿dónde está la del comienzo?
Continuamos ahora por unas camperas con arboleda dispersa entre la que vemos una especie de choza muy destrozada de lona verde y ramas, montada alrededor de un tronco y sujeta con alambres clavados. El camino va subiendo suavemente por las majadas hasta alcanzar en pocos minutos la collada del Prado Pando cuando eran las 14:05 horas. Estábamos a 1400 metros de altitud y llevábamos 12 Km. recorridos.
Por la collada atravesaba una alambrada divisoria con una cancilla así como un camino paralelo. Tras ella seguía la ruta que enseguida giraba a la derecha. La estaca que marcaba la dirección estaba rota y algunos compañeros la sujetaron a un tronco cercano. La vista desde aquel punto aún no era extensa y me acerqué más al borde del collado para contemplar desde allí una amplia panorámica de Las Pintas, Llerenes, Los Cantos y Castaño entre otras cumbres así como parte del valle de bajada a Valbuena del Roblo.
Avisé al resto para que se acercase a disfrutar de aquellas vistas y allí mismo, a la sombra de un arbusto, nos acomodamos para comer. Tras ello nos tumbamos un rato y después de sacarnos una foto retomamos la marcha a las 15:40 horas.
No tardamos en meternos entre un verde hayedo con un manto de helechos bajo sus copas. En algún tronco había tablillas de coto de setas. También en este tramo encontramos zarzamoras con frutos que paramos a degustar. A media altura cruzamos el arroyo del Lutero con apenas un hilo de caudal. El bosque quedó ahora a nuestra derecha mientras que por la izquierda subía una empinada ladera medio rocosa. Poco a poco fueron apareciendo prados cercados entre los que bajaba el camino más suavemente y a través de la arboleda vimos las primeras casas del pueblo.
A las 16:30 horas entrábamos en Valbuena del Roblo, 1160 m, tras 15 Km. recorridos. En una fuente a la entrada del pueblo hicimos una parada y luego continuamos atravesando las calles en las que encontramos algunas curiosidades. Bajo un portalón había un viejo carro de madera y en la fachada de una casa, una veleta con gallo incluida. Cubriendo unas chimeneas tenían las siluetas recortadas de un toro y una cigüeña.
Pasamos al lado de la iglesia y salimos por la carretera que baja a Crémenes. Según el mapa, la ruta se desviaba unos metros más adelante. Pues bien, tras bajar ya lo que consideramos demasiado sin encontrar el desvío, retrocedimos hacia el pueblo. Fue en ese momento, al volver a subir, cuando me di cuenta que había olvidado los bastones en la fuente. No sé como descubrí que los llevaba Mª Jesús con ella y los escondía. A pesar de ello les seguí la corriente y les dije que volvía a por ellos, siendo entonces cuando se arrepintieron y me avisaron.
El camino salía a la par que la carretera, pero sin indicador alguno, siendo las 16:55 horas cuando cogíamos el mismo. Ascendía por la ladera entre arboleda y con dirección Nordeste con Peñas Pintas frente a nosotros. No tardamos en divisar Salamón en el fondo del valle mientras el camino iba girando paulatinamente hacia el Noroeste. La vista que tuvimos entonces fue espectacular con una panorámica de varias cumbres con Peñas Pintas en el centro por encima de Salamón.
El sol comenzó a darnos de frente mientras en los pastos de las laderas vacas y terneros pacían plácidamente. Encontramos una mata de brunos de la que Marcial cogió algunos frutos. Dejamos un refugio cerrado a la derecha del camino que desde aquel punto acentuaba su pendiente considerablemente. Un cable en el suelo servía de cierre de una cancilla metálica que cruzamos. A la derecha nuestra teníamos la mole de Peña Terrionda y mas alejada, en el mismo cordal, Peña Joya. Cruzamos otro cercado de madera y llegamos a una fuente con pilón de piedra circular. A las 18:15 horas llegábamos al collado de Viego situado a 1410 metros de altitud y a unos 18 Km. del inicio de ruta.
A la orilla del camino nos sentamos cómodamente a descansar un rato y algunos nos tomamos un tentempié. Luego subimos unos metros por la ladera para ver si aumentaba la perspectiva de una parte de Picos de Europa que veíamos y que no conseguimos localizar cual era. Hacia el Oeste contemplábamos parte del valle de Reyero con Primajas en él y detrás asomaba la cumbre del Susarón. Al lado de un árbol vimos algunas piedras de sal para el ganado.
Poco después de las 19:00 horas reiniciamos la ruta para descender los últimos 2 kilómetros hasta Viego. El camino bajaba por la vaguada zigzagueando por la ladera en la que también encontramos ganado pastando. Cruzamos otra portalada de un cercado y no tardamos en divisar Viego entre la arboleda del fondo del valle. Nos fuimos acercando al mismo mientras se suavizaba la pendiente hasta llegar al cementerio de la localidad. Tras dejarlo atrás nos encontramos en un prado a una vaca y el ternero que acababa de nacer hacía escasos minutos.
A las 19:45 horas entrábamos en Viego por la calle en la que teníamos los coches cerrando así el circuito de algo más de 20 kilómetros de la ruta. Allí mismo nos cambiamos el calzado para emprender el viaje de regreso poco después. Decidimos entrar a tomar un refrigerio en el bar de Pallide, en el que hace unos años celebramos un encuentro del club. En el mismo pueden admirarse numerosos trabajos artesanales de madera así como otros muchos con material reciclado. A las 20:45 horas nos poníamos en carretera hacia León donde llegamos sin novedades una hora más tarde.
Una larga pero bonita ruta en la que disfrutamos de bellos paisajes y de la arquitectura rural de los pueblos que cruzamos.
























lunes, 2 de septiembre de 2013

CURAVACAS (Vidrieros) 01-09-13

 


1ª ASCENSIÓN AL “CURAVACAS”. (Desde Vidrieros, Palencia).


01-09-13             (Domingo)

En este primer día de septiembre hemos coronado una de las cumbres más emblemáticas que tenemos en nuestro entorno, el Curavacas. Con sus 2524 metros de altitud, es uno de los picos más altos de la Cordillera Cantábrica. Su gran desnivel y fuertes pendientes a la cima hacen que sea una cima destacada y ansiada dentro del mundo montañero.
A las 7:00 horas de este primer domingo del mes hemos salido de Guzmán los siete participantes de esta marcha: Nati, Mª Jesús, Álvaro, José Antonio, José Carlos, José Luis y yo. En los coches de José Luis y el mío emprendimos el viaje hacia Vidrieros, en Palencia, de donde partiríamos. El trayecto que hicimos fue el que sigue: León, Mansilla, Sahechores de Rueda, Almanza, Puente Almuhey, Guardo y Vellilla del Río Carrión, en donde paramos a tomar un segundo desayuno. Tras el mismo retomamos el viaje por la zona de los pantanos palentinos para llegar a Vidrieros, 1300 m, sobre las 9:15 horas y tras 130 Km. recorridos.
Frente al bar aparcamos los coches y nos preparamos para la ascensión con cielo despejado por completo. En el pueblo había un gato que se nos acercó e incluso se atrevió a meterse en la furgoneta. Me arañó el asiento con las uñas.
Tras sacarnos una foto de grupo comenzamos a caminar a las 9:35 horas. Atravesamos sus calles para salir hacia el Noroeste por un ancho camino paralelo al arroyo Valdenievas. Al Norte comenzaba a emerger la gran mole del Curavacas con su cumbre 1200 metros por encima. Con la luz del sol destacaba su color verdoso debido a la capa de liquen que cubre la roca de conglomerado que lo forma.
Tras recorrer unos 300 metros por dicho camino encontramos otro por la derecha tras pasar un puente sobre el arroyo Cabriles al lado del cual comienza a subir éste. Yo vi a alguien que se metía antes de dicho arroyo por un sendero medio marcado y le seguí. Enseguida comprobamos que no se podía pasar el cauce y retrocedimos para coger ya correctamente el ancho camino de la margen contraria. En una piedra al lado del mismo había una inscripción marcando la dirección al Curavacas y su altitud.
Por aquella pista de tierra comenzamos a ganar altura en un fuerte repecho que nos hizo calentar. El sol lucía claro, pero corría un ligero viento fresco que se mantuvo el resto del día y que nos alivió en gran parte la subida que nos esperaba. Atrás dejamos un par de cancillas para el ganado antes de meternos en una zona arbolada en donde el firme se transformó casi en un canchal. Con el arroyo a nuestra derecha fuimos subiendo por el mismo dejando a la izquierda algunos pedreros de las estribaciones del pico El Resollar. Cruzamos también entre verdes helechos y escobas que nos dieron paso a una pradería ya amarillenta en este final de verano. Cerca dejamos un serbal cargado de frutos rojos. Allí dejamos atrás al único grupo de tres jóvenes, dos chicos y una chica, que subían como nosotros y que luego nos fuimos relevando hasta muy arriba que nos dejaron atrás.
Cruzamos aquella pradera en la que terminaba el camino para meternos en un sendero pedregoso entre matorral y que nos llevó al cruce con el arroyo muy cerca de un manantial del que bebimos. El sendero se metió en algunas vaguadas de gran pendiente y la piedra resbaladiza nos ralentizaba el paso, preludio de lo que luego nos encontraríamos, siendo uno de los obstáculos de esta cumbre. Yo me lo iba a tomar con calma si quería llegar a la cumbre, y así se lo dije al resto de compañeros. Llevaba 4 litros de líquido y fruta para ir reponiendo fuerzas. Mientras los demás tiraban por delante, Mª Jesús decidió seguir a mi ritmo.
Llegamos así a la zona de los grandes pedreros entre los cuales se distinguía bien el sendero muy trotado, aunque había varios más secundarios que atajaban y demás. Echando la vista atrás vimos ya la cola de uno de los pantanos que habíamos pasado. Vidrieros estaba oculto tras una loma del pico Coruño, 1866 m, con cuya cumbre íbamos calculando la altura a la que estábamos al igual que con la de El Resollar, 1957 m.
Con calma fuimos ganando altura viendo por encima a los compañeros. José Luis se había ido muy a la izquierda y ahora tenía que cruzar hacia el camino bueno. Por lo que nos comentó luego, al final se metió por una de las fuertes canales de dicha zona y no pudo llegar a la cumbre, aunque estuvo cerca. De ésta ya bajaba numeroso personal, algunos incluso corriendo.
Sobre las 11:50 horas llegamos a los contrafuertes de la montaña, una serie de picachos, algunos puntiagudos, que dividían las canales. La altitud allí podría ser de unos 2100 m. El acceso fácil se hace por el llamado Callejo Grande, un canalizo entre rocas por el que el sendero muy marcado y zigzagueante asciende con gran inclinación. El terreno medio arenoso era resbaladizo y había que ir buscando los mejores lugares para sortearlo. A la sombra de una de las formaciones rocosas nos sentamos unos minutos a reponer fuerzas. Yo llevaba varios plátanos, que dicen dan energía rápida. Lo cierto es que entre eso, el isotónico y también, como no, la calma para subir, lo iba llevando muy bien.
De nuevo en marcha continuamos en la misma línea ganando altura rápidamente y con vistas cada vez más amplias. Incluso ya veíamos parte de Vidrieros asomar tras la loma. El sol calentaba, pero el aire fresco que corría lo compensaba de sobra. Echando la vista atrás ya impresionaba el fuerte desnivel alcanzado y la pendiente que había. No era menos impactante lo que nos quedaba hacia arriba.
Llegamos así a un punto en el que el sendero, en vez de seguir directo a un collado cercano que se veía, giraba totalmente a la izquierda para casi allanarse durante unos metros. Nos situamos entonces frente a otro canalizo muy rocoso en el que se encuentra el tramo más complicado de la ascensión, y que ya adelanto, pasamos sin apenas inmutarnos. Se trata de una serie de trepadas que, sin separarse del sendero o sendero ya transitados, no tienen mayor dificultad que la de asegurar bien los pies y agarrar bien las manos para no resbalar. Hablamos, claro, para montañeros con un mínimo de práctica. No hay cortados en ningún lugar que den vértigo y solo la mochila puede molestar un poco por echar el peso atrás. Alcanzamos así el estrecho paso que, a modo de portilla, nos dio vista a la vertiente Norte. Eran las 13:40 horas y estábamos a unos 2300 metros, aproximadamente.
Desde ese punto, y ya por la ladera Norte, retomamos de nuevo la subida por La Llana, una loma pedregosa pero de menor pendiente y fácil de atacar. El sendero hitado, como hasta ahora, nos fue guiando con dirección Oeste. Por debajo de nosotros apareció la laguna del Pozo Curavacas destacando negra entre el amarillento paisaje. Poco a poco fuimos girando a Sur y enseguida vimos la silueta de alguien en la zona alta. Un último esfuerzo y a las 14:05 horas alcanzamos Mª Jesús y yo la cumbre del Curavacas con sus 2524 metros de altitud.
En ella, además de los compañeros, estaban los tres jóvenes que en el paso de la ventana, al que ellos llegaron por otro sendero diferente, nos habían dejado atrás. Luego llegaron dos jóvenes con sendos perros. En esta cumbre hay un par de buzones y una cruz. Entre ellos había una especie de cadeneta de banderolas de colores. En torno al hito nos acomodamos para comer no sin antes abrigarnos un poco por el viento del Norte que corría y que ahora se notaba incluso fresco. Por el walkie nos comunicamos con José Luis, al que vimos bajar ya por la canal que habíamos traído nosotros.
Sería largo de enumerar la cantidad de cumbres divisadas desde aquella atalaya. Por anotar algunas de las más destacadas comenzaré por los tres macizos de Picos de Europa, delante de ellos, Peña Prieta y Tres Provincias, Murcia y por supuesto, el Espigüete. Peña Corada, Peñas Pintas y muy alejada, Peña Ubiña. Hacia Cantabria contamos las cumbres de Peña Labra, Peña Sagra o el Vistruey, al que hace poco ascendieron los compañeros del club, entre otros. Precisamente por esa zona aparecían nieblas que iban cubriendo dichas cumbres más alejadas.
Estando comiendo se nos acercaron un par de pajarillos a escasos metros de nosotros. Pero fue más tarde cuando vimos asomar por la parte Sur de la cumbre un grupo de rebecos que también se nos fueron acercando bastante pero sin llegar a dejarse tocar. Luego les vimos como ágilmente cruzaban por las rocas hacia el lado Norte desde donde se echaron ladera abajo hacia las canales para cruzar a otra cumbre de la parte contraria en escasos minutos.
José Antonio había decidido bajar hacia el Pozo Curavacas, en la parte Norte del macizo. Nosotros emprendimos el descenso a las 16:45 horas siguiendo el mismo sendero de subida. Con el zoom de la cámara logre sacar unas foto en las que se distingue el refugio de Cabaña Verónica y la parte alta de Fuente De así como parte de Potes.
Descendimos por la pala hacia el paso de cambio de vertiente entrando en la zona que ahora tocaba destrepar. Con tiento, pero sin dificultad, fuimos dejando atrás los diferentes pasos hasta llegar a la zona “llana”. Por ella pasamos a la otra canal por la que seguimos perdiendo altura con buenas vistas hacia la parte baja. La luz de aquella hora resaltaba aún más el colorido y los contrastes. Llegados a un punto decidimos cambiar de nuevo de canal a otra por la que había subido alguno del nuestro grupo, no me acuerdo quien. El sendero también estaba muy marcado y algo más abajo enlazaba con la principal de nuevo. Este tramo era más herboso y a Álvaro le resbalaban las botas. Llegamos de esa forma al punto en el que quedaban atrás las formaciones rocosas y entramos en los pedreros. Eran las 17:50 horas.
Pues bien, aprovechando que eran la mayoría de piedra pequeña, nos echamos patinando por ellos olvidándonos de los senderos. De esa forma perdimos altura mucho más rápido y disfrutamos un buen rato. Lo malo, que se me despegaron un poco las suelas de las botas.
Enlazamos tras ellos con el sendero también pedregoso entre matorral. En este tramo me despisté y no sabía si habíamos subido o no por allí. Fue al llegar al manantial cuando lo confirmé. En él bebimos agua, aunque nos quedaba aun. Cruzamos luego el arroyo Cabriles para llegar enseguida la pradería en la que nos sentamos unos minutos a descansar y tomar un tentempié. De nuevo en marcha entramos en el ancho camino pedregoso paralelo al arroyo entre arboleda y vegetación. Sobre el cauce cruzaba un puente de madera estrecho en el que sacamos unas fotos. Un sendero continuaba por la parte contraria, no sabemos dónde.
Las piedras fueron sustituidas por la tierra según perdíamos altura llegando a las cancillas de ganado en pocos minutos. La luz del sol, ya muy bajo, apenas nos dio unos minutos en este tramo antes de enlazar con el camino hacia Vidrieros cerca de la confluencia del arroyo Cabriles y el Valdenievas. Detrás del pueblo se alza la cumbre del pico Santa Lucia con 1853 metros y en la cual vimos una especie de refugio.
A las 20:08 horas entrábamos en Vidrieros en el que encontramos un tractor “pascualín” encima del cual saqué una foto a Álvaro, como ya es tradición. Mª Jesús y José Carlos quedaron esperando y al final, como salimos por otra calle, tuvimos que avisarles luego. A las 20:15 horas terminábamos la ruta en el lugar donde teníamos los coches. Allí estaba Nati y José Antonio en la terraza de un bar y no lejos, José Luis. Nati había subido por el camino principal hasta una collada mientras que José Antonio había bajado rodeando todo el macizo del Curavacas por el valle de Pineda.
Nos cambiamos y entramos a tomar un refrigerio en aquel bar en el que hicimos las cuentas de la salida. A las 21:00 horas emprendíamos el viaje de regreso a León. De nuevo bordeamos los pantanos, en cuyas carreteras encontramos varias vacas en medio del asfalto, y llegamos a Velilla. De allí a Guardo para entrar poco después en la provincia leonesa. Sin novedades llegamos a la capital cuando eran las 23:15 horas. En Guzmán quedaron algunos compañeros y acerqué a Mª Jesús a casa. Pasadas las 23:30 horas llegaba yo a la mía. Sin duda ha sido una de las jornadas más significativas, en el sentido puramente montañero. La ascensión a esta cumbre no deja de ser, al menos para mí, una proeza destacable, sin quitar merito para nada al resto de ascensiones o travesías que he realizado.