sábado, 12 de septiembre de 2009

NOCTURNA "DESFILADERO DE LAS XANAS" (Villanueva - Asturias) - 10/11-09-09

 


XVI TRAVESÍA NOCTURNA.

3ª TRAVESÍA “DESFILADERO DE LAS XANAS”. (Asturias).

10/11-09-09

A menos de un mes de la última excursión nocturna realizada, he hecho la tercera de este año. En esta ocasión se trató de una salida particular aprovechando el periodo vacacional del que disfruto en este mes de septiembre. Cómo ya habíamos acordado mi hermana Juli, su novio Luis y yo, teníamos que hacer una marcha nocturna sencilla que no supusiera gran esfuerzo ni complicaciones. Ya desde un principio salió como mejor opción el Desfiladero de Las Xanas, en Asturias, ruta que hicimos también de noche en el club hace dos años. Al igual que en aquella ocasión, se animó a acompañarnos Álvaro, compañero del mismo y también disfrutando de las vacaciones. El único día de la semana posible para realizarla era la noche del jueves al viernes, día de descanso de Juli.
Ya todo concretado y hablado, llegó la fecha prevista.

JUEVES 10
A las 15:30 horas recogí a Álvaro en Villobispo para emprender el viaje a Proaza, donde habíamos quedado con Juli y Luis. Decidí hacerlo por Ventana ya que no llevábamos prisa y es más ameno. En La Magdalena entramos en la autopista para salvar el tramo del pantano y salimos tras el puente colgante. Allí nos detuvimos unos minutos para sacar unas fotos del pantano de Luna totalmente seco en ese lugar. Continuamos el viaje y entramos en la comarca de Babia pasando por Torrebarrio desde donde vimos la cumbre ascendida el pasado domingo en el macizo de Ubiña. Subiendo el puerto de Ventana nos detuvimos y saqué unas fotos de todo este macizo desde una bonita perspectiva. Sólo algunas nubes surcaban el cielo.
Ya en Asturias comenzamos el descenso del puerto entre bonitos bosques y dejando atrás el comienzo de la ruta de la Cascada del Xiblu. Pasamos luego algunos desfiladeros camino de Entrago, ya en la parte baja y por Caranga de Abajo, donde se une la carretera que viene de Pola de Lena por la que alguna vez hemos ido también.
Pasadas las 17:30 horas llegamos a Proaza tras 130 Km. recorridos. Allí llamé a Juli para ver donde estaban, comentándome que aún no habían salido de Luanco. Álvaro y yo entramos en un bar a tomar un refrigerio para hacer tiempo. Luego salimos a dar un paseo por el pueblo donde comenzaban las fiestas. Nos acercamos hasta el torreón circular y caminamos por varias calles del pueblo. En las cumbres se veían algunas nieblas altas pero de escasa incidencia.
Decidimos entonces ponernos en marcha por la carretera hacia Villanueva, a dos Km. de Proaza. Por teléfono me dijo Juli que estaban de camino y les comenté que nos recogieran al vernos. Ya estábamos entrando en Villanueva cuando se cruzaron con nosotros y nos vieron. Al ver que no paraban dimos la vuelta y enseguida venían hacia nosotros andando habiendo dejado el coche en un aparcamiento cercano. Eran las 19:30 horas.
En el coche volvimos hacia Proaza de donde es Luis y por donde dimos un gran paseo de nuevo llegando a la casa que fue de sus abuelos. Se emplaza en la zona alta del pueblo desde donde se tiene una bonita vista del mismo.
Ya eran las 20:45 horas cuando cogimos los coches para dirigirnos hacia Villanueva, donde comenzaríamos la ruta. Aparcamos cerca del río y para hacer tiempo dimos otro paseo por este pueblo. Pasamos el puente medieval y pudimos ver gran cantidad de hórreos y algunas casonas abandonadas pero de bonitas fachadas. Ya había oscurecido cuando volvimos a los coches para cenar. Cogimos las mochilas y nos acercamos a un pequeño merendero por encima del río donde nos acomodamos. Al lado teníamos una bonita fuente donde cogimos agua. Estando en ello se nos acercó por allí un gato al que le dimo algo de comida. Eran las 21:40 horas.
Tras la cena dejamos las mochilas y entramos en un bar cercano donde tomamos un café. Luego comenzamos a prepararnos para la ruta repartiendo la tienda, sacos, esterillas y demás en las mochilas. De comida sólo íbamos a subir el desayuno ya que la intención era bajar por la mañana y comer abajo. A las 23:40 horas comenzamos la marcha allí mismo en Villanueva.

VIERNES 11
Salimos por la calle en la que se emplaza el ayuntamiento y la fuente donde nos sacamos una foto. En una de las calles tuvimos que retroceder al no tener salida. Así salimos a la carretera por la que caminamos unos 300 metros antes de llegar al aparcamiento de la ruta en el que las veces anteriores habíamos dejado los coches. En él pasamos parte de la noche la vez anterior esperando a que parase de llover. En el resumen de la misma se puede leer. En la carretera un indicador marcaba 38 Km. al puerto Ventana. Por el desvío que sube a Tenebredo caminamos otros 400 metros más o menos hasta llegar al desvío de la ruta en sí labrado en una piedra y varios carteles. Eran las 00:07 horas.
Se sube ahora por un camino de piedras paralelo a la carretera pero en sentido contrario. En el mismo pasamos un pedregal en el que han colocado desde la última vez una valla de madera que contiene las piedras para que no obstaculicen el sendero. Enseguida llegamos a un estrecho paso entre rocas en el que coloqué la cámara para sacar una foto de grupo. A los pocos metros pasamos uno de los tres o cuatro pequeños túneles de la ruta. Aquí entramos en lo que es el desfiladero en sí. La caída hacia nuestra derecha era impresionante no viéndose el fondo ahora de noche. En un pequeño tramo hay colocada una pasarela para salvar unos metros sin firme bajo nosotros. Por la izquierda se elevan las paredes también verticales del cañón. En ellas hay incluso ancladas unas cuerdas para los caminantes más impresionables por la caída. El sendero tiene una media de metro y medio de ancho, y aunque yendo atentos no hay peligro, no se puede uno despistar lo más mínimo.
Atravesamos otro pedregal con una valla similar a la anterior y luego un tramo entre helechos. Aquí se abría un poco el desfiladero con laderas menos inclinadas. En la travesía nocturna de hace dos años encontramos varias cabras por esta zona y ahora no vimos ni un animal. Tan solo alguna babosa y caracoles.
A simple vista no se veía mucho, pero en las fotos con flash es impresionante ver la senda labrada en la roca con la bóveda por encima y el desfiladero hacia abajo. Sujetando el trípode en la cuerda nos sacamos varias fotos en estos tramos. Por encima de nosotros encontramos una gran cavidad con una enorme roca dentro casi en equilibrio. Dejamos atrás otro túnel y con él la parte más abrupta del desfiladero. Nos metíamos ahora en la zona boscosa de la ruta.
Cómo ya me acordaba yo, encontramos una cueva cerrada con una empalizada de madera que han convertido en un basurero. Caminábamos ahora entre arboleda y arbustos con el arroyo de Las Xanas a pocos metros bajo nosotros. En él vimos y oímos algunas cascadas. Yo bajé unos metros a él para sacar una foto. De regreso en el sendero no tardamos en llegar a un puente de madera sobre el mismo por el que pasamos a la margen contraria. Eran las 1:25 horas.
Aquí nos sacamos otras fotos y estuvimos unos minutos parados bebiendo agua antes de proseguir la marcha. Desde hacía unos minutos veíamos una luz por delante y arriba y estábamos creídos que era ya del pueblo. Pues bien, ahora comprobamos que se trataba de la luna que aparecía entre la arboleda. No tardando llegamos a una pequeña bifurcación que nos hizo dudar un poco. Un sendero seguía de frente mientras otro subía por la ladera. Yo me metí unos metros por el primero comprobando que llegaba al arroyo que no había que atravesar más. Siguiendo por el otro no tardamos en encontrarnos con los escalones hechos para evitar la erosión del sendero. Varios troncos y tablas lo atraviesan evitando que la lluvia arrastre la tierra y lo llene de surcos. La pendiente allí se acentuó bastante. Yo tuve que cambiar las pilas al frontal y quedé un poco rezagado.
Por encima de nosotros comenzamos a ver algunas alambradas de prados cercados. En otro desvío había un poste con las inscripción “Les Xanes”, pero le faltaba la parte indicadora. Uno de los ramales estaba totalmente abnegado de barro mientras que el otro seguía subiendo por los escalones. Solo una pequeña flecha que indicaba al primero nos hizo dudar un momento, pero enseguida lo vimos claro. Cada vez veíamos más cerramientos de prados y huertas a los lados del camino que se empinaba bruscamente. De esa forma llegamos al desvío señalizado del sendero hacia La Rebollada, otro de los pueblos del valle. Eran las 2:00 horas.
A partir de aquel punto la ruta se ensancha un poco y en algunos tramos está cementada hasta Pedroveya. Sí que comenzamos a bajar muy bruscamente llegando a un puente de cemento que atravesamos antes de subir de nuevo. Comenzamos a ver entonces las luces de Dosango, el tercer pueblo del valle, y minutos después la silueta de la iglesia de Pedroveya, en la que terminamos la ruta a las 2:12 horas de la madrugada. Desde abajo hay 4 Km. escasos de recorrido según los carteles de la ruta.
Sin perder tiempo buscamos un lugar para colocar la tienda de campaña. Por las fotos yo había visto que cerca de la iglesia podía colocarse, y así fue. Delante de la fachada hay un par de terrazas de hierba y en la mas baja encontramos el lugar apropiado. La hierba estaba totalmente empapada de rocío y nos mojaba el calzado. Sin perder un momento nos pusimos a montar la tienda que nos trajo un contratiempo inesperado. Una de las varillas estaba rota y no lo sabía. Se la había dejado a una amiga hace dos meses y se les debió de romper al montarla y no me lo comentó. Como pudimos la encintamos, pero no aguantaba al doblarla, por lo que la tienda quedó retorcida del todo. Menos mal que no había previsión de lluvia.
Tras terminar de instalarla decidimos acercarnos hasta el pueblo, a unos 700 metros de allí. Juli tenía sueño y no opinaba igual, pero tampoco quería quedar sola allí. Por la carretera que une éste con La Rebollada bajamos unos metros para subir luego otro tramo hasta entrar en Pedroveya. El recibimiento no pudo ser menos oportuno. Varios perros nos salieron ladrando y metiendo un escándalo impresionante por las calles. Apenas pudimos disfrutar de la vista nocturna del mismo donde pueden verse varios hórreos en la plaza en la que hace dos años habían celebrado la fiesta la noche que llegamos. El Corpús. Evitando que saliesen los vecinos por los ladridos incesantes de los canes tuvimos que emprender la vuelta sin más premisas. A la salida vimos la casa ya terminada en cuyo porche en obras estuvimos en aquella ocasión desayunando y alguno durmiendo un rato.
Aun tardamos un rato en acostarnos cuando llegamos a la tienda. Nos sacamos una foto con ella y la iglesia detrás. Aledaño a ella estaba también el cementerio del pueblo. Eran las 3:45 horas cuando entramos dentro para acostarnos. Álvaro se había colocado en un lateral donde la tienda estaba caída y le tocaba la cara. Con una cuerda até la varilla por fuera y la estiré un poco, aunque no había lugares donde agarrarla bien y no hizo mucho. Yo dormí mas o menos bien y por lo visto incluso hablé algo en sueños. Dicen..........
Sobre las 10:00 horas me levanté y salí de la tienda disfrutando de un día soleado y ya cálido. Había que ver el estado de la tienda de campaña. En lo alto de la torre había un grajo graznando desde hacía ya una hora. El verde valle relucía al sol y tenía unas vistas realmente bonitas. Media hora después se fue levantando el resto y desmontamos el techo para que secase el rocío. Mientras, fuimos desayunando sentados en unos bancos y mesa de piedra del recinto. Allí llegaron un par de coches con dos parejas con una de las cuales entablamos conversación.
Tras el desayuno terminamos de desmontar la tienda y la recogimos. Nos sacamos unas fotos con el valle y el pueblo de fondo y a las 12:00 horas del mediodía nos encaminamos de nuevo al pueblo para verlo de día. En un bar del mismo tomamos unos café y otros refresco. En la fuente cercana cargamos las cantimploras y sacamos unas fotos antes de emprender el regreso. Subimos otra vez más hasta la iglesia y esta vez decidimos bajar el primer tramo por el atajo. Eran las 12:55 horas.
Por el medio de un prado por el que ya hay marcado sendero comenzamos a bajar hacia el desfiladero. De hecho, hace seis años, la primera vez que hice yo la ruta, subimos y bajamos por aquella ladera. Como apunte anecdótico añado que fue la excursión de montaña en la que estrené la primera cámara digital que tuve y la mochila que tengo ahora.
El verde valle resplandecía a la luz del sol y formaba una auténtica estampa. Tras unos metros de descenso por la pradera nos metimos al bosque. El sendero estaba muy marcado pero con tramos de firme muy irregular con escalones y zonas pedregosas algo resbaladizas. Atravesamos un rústico puente de troncos y subimos unos metros tras él. Cerca del arroyo encontramos algunos restos de edificaciones que por el aspecto podían ser antiguos molinos.
De esa forma enlazamos con la ruta “oficial” en el punto donde la noche anterior me había desviado yo unos metros hacia el arroyo, el primer desvío que nos encontramos antes de los escalones. Ahora ya habíamos dejado estos atrás y por el ancho sendero entre arboleda llegamos enseguida al puente de madera en el que nos habíamos sacado las fotos. Lo atravesamos para continuar bajando paralelos al arroyo en el que vimos las cascadas a la luz del día. En este tramo es donde coge el desnivel que luego mantiene durante el resto de la ruta.
Poco a poco fuimos dejando la arboleda atrás y nos metimos en el desfiladero en sí. Pasamos el primer túnel donde ya la caída era de varios metros al arroyo. La ruta continúa serpenteando a media altura de las paredes verticales. En su mayor parte transcurre bajo la bóveda de roca en la que se excavó la misma. Según los carteles que informan de ella, el proyecto inicial era la construcción de una carretera desde Villanueva a Pedroveya y los demás pueblos de dicho valle. La orografía del terreno impidió su construcción quedando como ruta a pié.
Aunque ahora de día era propicio para sacar varias fotos del paisaje, los contraluces por la posición del sol impedían hacer buenas instantáneas. Además los tres cogieron carrerilla y apenas pude sacar alguna foto de grupo. Yo la colocaba con el disparador y me sacaba alguna yo mismo.
Llegamos a la zona de helechos y pedregales donde subía la ladera más suave hacia los riscos volviendo enseguida a meternos en el estrecho sendero con caídas verticales. Luego pasamos otro tramo similar, este con la empalizada de retención de las piedras, y tras el siguiente giro vimos ya Villanueva en el valle principal. Nos cruzamos por allí con algunos caminantes que subían. Pasamos la pasarela de madera y luego los túneles que dejan atrás el desfiladero. Eran las 14:10 horas.
Nos restaban unos 300 metros de bajada por el sendero hacia la carretera que recorrimos en cinco minutos escasos. A las 14:17 horas salimos a ésta donde se sitúa el comienzo y final de la ruta en sí. Ya caminábamos por la carretera cuando me pareció adecuado sacarnos una foto en este punto. Nos colocamos bajo los carteles y nos sacamos unas instantáneas antes de proseguir la marcha hacia Villanueva. Pasamos el aparcamiento y enlazamos con la carretera general. Por ella anduvimos los más o menos 300 metros antes de desviarnos hacia el pueblo. Atravesamos el mismo por sus calles y en la fuente nos sacamos una foto como la noche anterior. A las 14:48 horas terminamos la ruta donde teníamos aparcados los coches.
El sol seguía calentando y nos cambiamos. Decidimos ir a comer a Trubia, a 9 Km. de allí, en un bar restaurante que conocía Luis y en el que comimos tranquilamente hasta las 16:15 horas. Luego nos dirigimos ya hacia Luanco, aunque antes pasamos por Prendes, donde Juli y Luis han cogido un prado en el que han cercado un trozo para los dos perros que tienen. Allí llegamos a las cinco de la tarde y salimos a dar un paseo con ellos por allí cerca. Bajamos a por agua a una bonita fuente por debajo de las praderías. Allí el cielo estaba casi cubierto por completo.
Una hora más tarde retomamos el viaje deteniéndonos en Candás donde saqué unas fotos de la playa con las fuertes olas que había. Sin entrar en Luanco continuamos hacia el Cabo Peñas, espacio protegido y de gran belleza. Yo ya lo conocía, pero quería que lo hiciese Álvaro. Allí se encuentra un gran faro con un museo marítimo, pero lo más interesante es el cabo en sí con los riscos y acantilados a plomo. Un sendero se interna hacia la punta en la que hay una cruz como en las cimas de los picos y bajo ella dos curiosos belenes, uno en un portal de madera y otro en una botella de leche. En una placa por encima de ellos puede leerse: “Senda del Cabo Peñas- PR AS 25- Peña La Gaviera- Alt. 94 m. Grupo de Montaña Peñes- 21-12-97”. En un buzón dejamos nuestra tarjeta como la vez que estuve con Luis, y que me devolvieron. Allí estuvimos unos minutos disfrutando del bello paisaje con el mar rompiendo en los riscos bajos y el paisaje a contraluz del faro.
A las 19:20 horas, 50 minutos después de llegar, emprendimos el trayecto a Luanco, a 10 Km. de allí. Dejamos los coches donde el piso de Luis y nos encaminamos hacia la playa paseando por varias calles del pueblo. Apenas un “puñado” de personas estaba en ella y solo dos o tres más atrevidos se metían en el mar algo picado. Aunque no hacía frío, la temperatura había bajado a esa hora. El regreso a casa lo hicimos por el paseo del puerto y por una plaza con bonitos edificios multicolor. A las 20:30 horas marcaba un termómetro 21 grados.
En casa de Luis estuvimos un rato y tomamos un refrigerio. Mientras, él se dedicaba a regar el jardín que tiene en la terraza. Antes de emprender Álvaro y yo el regreso metí la furgoneta al garaje para sacar de ella varias cosas de Juli que iba a dejar allí.
Sobre las 21:45 horas nos despedimos de la pareja y salimos hacia León. Por la carrera comarcal enlazamos con la autovía hacia Oviedo. Sin novedades dejamos atrás éste y ya en Campomanes la abandonamos para subir por Pajares. En la parte alta del puerto encontramos algunos bancos de niebla no muy espesos que ya de bajada se disiparon. Sin prisa recorrimos los últimos kilómetros a la capital donde entramos poco antes de la media noche. En Villaobispo me despedí de Álvaro y en pocos minutos terminaba yo el viaje en casa. Habíamos recorrido unos 350 Km. en total.
Realmente es increíble lo que se puede hacer en poco más de una jornada. Bien aprovechada, con buen tiempo, y sin incidencias que destacar, resultó toda una grata experiencia para repetir en más ocasiones.


































lunes, 7 de septiembre de 2009

PUERTA DE ARCO (Torrebarrio) - 06-09-09

 


1ª ASCENSIÓN A “LA PUERTA DE ARCO”.

06-09-09           (Domingo)

Comenzamos las marchas este mes de septiembre con una ascensión frustrada por las circunstancias de la ruta, la ascensión al pico Fariñentu, en Asturias. La excesiva distancia a su situación y el tiempo justo para realizarla nos hicieron cambiar los planes durante la marcha terminando por ascender a otra cumbre del macizo de Ubiña, La Puerta de Arco, que incluso tiene más altura que el programado.
A las 8:00 horas nos reunimos en Guzmán los participantes de esta salida salvo Ricardo, al que recogimos en Eras de Renueva. En total 11 éramos los animados a la misma: Mª Jesús, José Antonio, Nati, Piedad, Ricardo, José Luis, Toño, Roberto, Adelino, Pedro y yo. En los coches de José Luis, Toño y el mío nos repartimos y emprendimos el viaje por la carretera de La Magdalena. En ésta entramos en la autopista para evitar el tramo del pantano, muy mermado de agua, saliendo tras el puente colgante. Dejamos atrás Luna y entramos en Babia dirigiéndonos hacia San Emiliano y Torrebarrio. Aquí subimos hasta la ermita donde aparcamos los coches en la campa cercana. Eran las 9:10 horas.
Nos preparamos para la marcha y nos sacamos una foto delante de la iglesia. A las 9:38 horas emprendimos la caminata saliendo por un sendero detrás de la ermita y el cementerio aledaño. Delante se elevaban las moles de Peña Ubiña Grande y Pequeña así como el murallón que continúa hacia el norte. Atravesamos una alambrada y pasamos cerca de unas colmenas. Nos metimos entonces en lo alto de una loma por la que seguía bien marcada la senda. Poco a poco fuimos cogiendo altura suavemente viendo por debajo una pista paralela y el barrio alto de la Cubilla o Cubiechas. El sol que salía tras Ubiña nos daba casi de frente y ya comenzaba a calentar lo suyo, por lo que comenzamos a desprendernos de ropa. No se veía ni una nube y así se mantuvo el resto del día. Por delante iban cogiendo distancia algunos compañeros, aunque tengo que apuntar en esta ocasión en su favor que nos fueron esperando durante toda la ruta.
Salimos luego a la pista que se cruzaba por encima haciendo zigzag. Por ella anduvimos unos metros abandonándola enseguida siguiendo una indicación de una marca de la ruta de Cuatro Valles denominada “Por el Entorno de Ubiña”. A partir de aquí comenzaba lo más duro de este tramo hasta el collado Ronzón. El sendero seguía más o menos bien marcado, pero la pendiente se acentuó lo suyo en algunos tramos. Pasamos algunas zonas de pedreros y otras donde subíamos directamente por la loma arriba. El paisaje hacia atrás era cada vez más amplio y bonito pudiéndose contemplar numerosas cumbres de la zona de Somiedo y el valle de Babia. Abajo se emplazaba Torrebarrio cada vez más diminuto a la vista.
Por fin dimos vista al collado propiamente dicho. Aún nos quedaban unos metros de subida por el sendero en el que nos cruzamos con tres montañeros de un club de León que ya bajaban de Peña Ubiña. Siguiendo las indicaciones de Ricardo, proponedor y conocedor de la ruta, nos desviamos del sendero que iba hacia el Ronzón y nos echamos a la izquierda para llegar a un punto algo por encima de éste desde donde salía la senda hacia el Fariñentu. De esa forma alcanzamos este alto de 2000 metros cuando eran las 11:55 horas. Entre nosotros y el collado, situado a unos 1935 metros, se levantaba la Peña La Carba, a cuya sombra nos acomodamos unos minutos. Estando allí llegaron tres jóvenes por la parte de Casa Mieres y que subían hacia Ubiña. Aquí hago el inciso que de nuestro grupo faltaba Nati, que no iba a subir, y José Luis, al que no veíamos desde el comienzo, por no variar.
A las 12:10 horas retomamos la marcha por un sendero a media ladera por la falda Este de Peña Ubiña. Hacia esta parte podíamos ver el valle que baja a Casa Mieres y la peña Cerreos, unida al macizo de Ubiña por un collado, el alto de Terreros, por el que en principio teníamos que volver. Hacia el Este se podían ver numerosas cumbres de la zona de Pajares, Luna y Arbás. Una gran humareda se levantaba precisamente hacia esa zona.
El sendero transcurría en su mayor parte por el medio de un gran pedregal. En este tramo vimos bajar a José Luis por la ladera Este de Ubiña. Nosotros llegamos a una alambrada que hubo que atravesar y allí perdimos unos metros hacia el alto Terreros sin llegar a él, para coger bien la senda más abajo. Desde este punto divisamos por fin la cumbre del Fariñentu, para el que nos faltaba un tramo bastante largo. Delante de él se emplazaban las cumbres del Tapinón y Siegalavá, programadas para este año y aplazadas por el temporal de nieve de esos días. Bajo ellos teníamos la vega en la que veíamos el refugio del Meicín, por el que también había que pasar de regreso. Otra adversidad añadida, ya que desde éste teníamos que subir 400 metros hasta el Ronzón.
Retomamos el Sendero de Las Merinas, que así se denominaba el mismo, y fuimos bordeando el macizo más o menos a una altura estable, aunque en algunos tramos subimos bruscamente. Fue en uno de estos repechos donde Adelino, Roberto y Pedro decidieron abandonar. El problema era que Adelino aún estaba algo convaleciente del brazo y no quería arriesgarse a una caída sobre él. Yo también me lo pensé tras ver el paso que teníamos delante. Era una terraza estrecha en la que nada más meterme no lo vi nada claro. Ricardo me dijo que podía subir más arriba y pasar por allí evitándolo. Tras unos metros de fuerte subida me encontré con los mismos de bajada casi vertical. Respiré cuando llegué de nuevo al sendero tras dejar atrás este paso. Eran las 12:55 horas.
La ruta continuaba ahora subiendo constantemente pero más suave. Las numerosas marcas amarillas ayudaban a seguir la senda que podía despistarse en algunos tramos. Por la izquierda seguíamos teniendo las paredes y laderas rocosas de Peña Ubiña mientras por la derecha bajaba el valle del refugio y en el que también se sitúa Tuiza de Arriba.
Fue al dar una curva cerrada cuando más me desmoralizó lo que vi. No es que fuese complicado, si no la vuelta que teníamos que dar aún y que no la veíamos desde atrás. Nos metíamos ahora por otra zona de pedreros entre Peña Ubiña y el Cueto de las Cabras. Este tramo era bastante cómodo de andar, pero a mí me comenzaban a dar los calambres en el muslo izquierdo y me paralizaban. Al llegar donde estaban los compañeros parados ya les dije que yo abandonaba la idea de llegar al Fariñentu. Tampoco ellos lo tenían muy claro entonces. Le calculábamos no menos de dos horas y media aún y siendo ya las 13:15 horas, y el regreso que luego nos quedaba, al final acordamos todos el cambio de planes.
Ricardo propuso entonces la subida a la cresta desde allí y el paso hacia Torrebarrio por la Pasada de la Puerta de Arco, una collada entre La Puerta de Arco y el Siete. José Luis también había sufrido un tirón y decidió regresar por el mismo sitio, además ya había subido Ubiña. Por mi parte no veía muy complicado llegar a la cresta y luego todo era descenso, aunque si sé en ese momento como era esa bajada igual me hubiese dado la vuelta con él.
El resto: Mª Jesús, José Antonio, Ricardo, Piedad, Toño y yo comenzamos a subir por otro sendero que también tenía sus tramos fuertes y además resbaladizos por la grava suelta. En la pared de Ubiña vimos una gran cavidad en la base de la roca. Yo me lo tomé con calma y no forzar la pierna.
En media hora alcanzamos la cresta del macizo entre Peña Ubiña y La Puerta de Arco. Continuamos caminando un poco por debajo de la misma hasta llegar a otro paso en la parte sur de este último pico. Algunos buscaron desde allí una forma de subida al mismo, pero no estaba nada fácil. El sol calentaba bien y solo había una pequeña sombra de una roca cercana. De nuevo nos pusimos en marcha hacia la canal de la Pasada de la Puerta de Arco por la que sí era posible el paso del macizo a la parte contraria.
Así llegamos por fin a la canal mencionada y comenzamos a subir por ella. El sendero estaba bien marcado pero era pendiente. Al menos la subida era menor que la del otro paso del que veníamos. Alcanzamos de esa forma el collado que daba paso a la canal de descenso hacia el valle de Torrebarrio. Decidieron entonces, ya de estar allí, subir al pico, para el que nos restaban escasos 50 metros de desnivel. No eran tampoco fáciles algunos tramos de esta subida por las caídas que tenía, algunas de varios metros.
A las 14:45 horas llegamos al fin a esta cumbre de La Puerta de Arco con una altitud de 2221 metros, 45 metros por encima del Fariñentu al que íbamos. En la misma había un buzón con una libreta en la que escribimos una pequeña reseña de la ruta y dejamos nuestra tarjeta. La cumbre era tan angosta que no pudimos sacarnos una foto en ella misma y lo hicimos un poco por debajo. Había que andarse con cuidado por los cortes y caídas a plomo que tenía. La vista que había era realmente espectacular hacia cualquier punto cardinal. Al sur se elevaba la cumbre de Peña Ubiña y al norte la del Siete. Por el Oeste teníamos el valle de Torrebarrio y al Este el de Tuiza. El cielo se mantenía totalmente libre de nubes y el sol le pegaba fuerte, por lo que habíamos decidido bajar a comer abajo. Tras 15 minutos escasos en la cima emprendimos el descenso. Yo me entretuve un poco sacando unas fotos del buzón para lo cual como digo había que hacer algún número que otro.
Llegamos a la collada y comenzamos el descenso de la canal. Unos metros por debajo se encuentran dos huecos en la roca, uno grande y otro más reducido. En el primero hay una pequeña cueva en la que vimos rastros de animales. Por éste no se pasa, pero sí por el pequeño en el que hay que destrepar un pequeño tramo. A partir de él, la fuerte pendiente y las piedras sueltas hicieron de este tramo un auténtico calvario.
En vez de ir juntos, se fueron adelantando algunos y los de atrás teníamos que llevar los pies de plomo para no tirar piedras que inevitablemente caían. Pues bien, una de ellas terminó dándole a Piedad y gracias a la mochila solo le hizo un rasguño en la espalda. El último tramo fue el peor. Toño, Ricardo y Piedad lo pasaron y en vez de esperar e indicarnos, continuaron valle abajo hasta la fuente donde habíamos quedado en comer. José Antonio, Mª Jesús y yo quedamos “colgados” y buscando los mejores pasos para bajar. Había algunos destrepes y sobre todo era la fuerte pendiente que te echaba hacia delante con riesgo de caer rodando. Veíamos un hito abajo, pero lo complicado era llegar a él. José iba guiando a Mª Jesús para ir colocando los pies en los salientes mientras yo cerraba la marcha como podía. Los bastones era un incordio y al final los tuve que recoger y atar a la mochila, aunque en ella también iban rozando y molestando cuando bajábamos de culo. Por fin dejamos atrás este “infierno” y nos encontramos con un largo pedrero por el que me tiré rodando buscando la zona de piedras pequeñas.
A las 16:15 horas llegamos donde estaba el resto esperando a comer, de lo cual yo no tenía ninguna gana. En el arroyo que manaba allí mismo llené la cantimplora y sacié la sed que tenía. Comí una naranja y bebí un refresco que puse a enfriar en el arroyo. Luego me tumbé un rato a relajarme.
A las cinco de la tarde retomamos la marcha. Dejamos atrás unas pequeñas lagunillas y atravesamos Los Llanos del Fontán. Desde allí tuvimos una buena vista de la cumbre y la canal de bajada. Enseguida enlazamos con un camino que cambió de dirección y se metió bajo Peña Ubiña. Por detrás quedamos de nuevo José, Mª Jesús y yo. No tardamos en llegar al punto donde lo habíamos abandonado por la mañana hacia la ladera. Continuamos unos metros más por él antes de hacer lo mismo y entrar en la loma que bajaba directamente hacia la ermita. A los tres compañeros les veíamos en esa misma loma mucho más adelante. Recibí la llamada de Roberto que quería saber donde andábamos y le dije que en unos 30 ó 40 minutos estábamos nosotros abajo.
Pasamos entre algunas zonas de grandes rocas siempre siguiendo el mismo sendero de ascenso. A la derecha abajo dejamos el Barrio de La Cubilla y luego las colmenas al lado del sendero. Habíamos quedado Mª Jesús y yo solos y decidimos bordear la ermita por el lado contrario y sorprender al resto. Les espiamos unos minutos antes de aparecer por esa parte, aunque Ricardo ya nos había visto antes. Eran las 18:15 horas.
Nos cambiamos y nos relajamos un rato allí antes de emprender el regreso. En la carretera recogimos a Nati y ya en San Emiliano nos detuvimos en el bar a tomar un refrigerio y en la terraza charlamos un rato e hicimos las cuentas. Faltaban 10 minutos para las ocho cuando nos pusimos en marcha hacia León. En la entrada de la autopista encontramos retenciones y tras bordear el pantano la abandonamos en La Magdalena. Ya por la comarcal nos encaminamos hacia la capital donde entramos sobre las 21:00 horas. En Guzmán terminamos el viaje y antes de venir a casa dejé a Mª Jesús en la suya.
Finalizamos así esta jornada de montaña marcada a última hora por la improvisación casi obligada y algunos momentos tensos de los que salimos airosos al menos.