lunes, 22 de julio de 2013

PICÓN (La Baña) - 21-07-13

 



2ª ASCENSIÓN AL “PICÓN” Y 1ª TRAVESÍA A LA “CASCADA DE LA FERVIENZA”. (Desde La Baña).

21-07-13       (Domingo)

Continuamos en la línea de completar el calendario de actividades a fecha pasada. En esta ocasión le ha tocado al pico Picón, aplazada desde el mes de marzo por la gran cantidad de nieve acumulada en esas fechas. Por otro lado, para este domingo teníamos la cumbre del Cabeza de Mesa, en Picos de Europa, que también hemos descartado por la alta probabilidad de fuertes tormentas en la zona.

A las 7:00 horas salíamos de Armunia: José Antonio, Álvaro, Nati, Mª Jesús y yo en mi furgoneta. Un error mío de orientación en una rotonda nos metió en la autovía de Benavente abandonándola en la salida de Valdevimbre para enlazar poco después con la de La Bañeza que teníamos que haber cogido antes. Por ella circulamos dejando atrás Santa María del Páramo y luego La Bañeza. Con dirección a Castrocontrigo vimos aún los vestigios del gran incendio que asoló la zona el verano pasado.

Ya en el Alto de Carvajal hicimos una parada y contemplamos el valle y la cumbre del Picón al fondo. En Quintanilla de Losada hemos hecho otra parada en una cafetería para tomarnos un segundo desayuno. Eran las 9:30 horas cuando llegamos a La Baña, 1020 m, tras 140 kilómetros recorridos. Mi idea era subir con la furgoneta por el camino del lago hasta donde se pudiese, pero al final optamos por dejarla en el pueblo. Allí unos vecinos nos indicaron una ruta para subir al pico mejor que por el valle. La cumbre se veía desde allí un tanto alejada y 1000 metros por encima.

Eran las 10:10 horas cuando emprendimos la marcha guiados en los primeros metros por uno de aquellos lugareños. Con él salimos del pueblo por un camino que sirve de recorrido marcado a la cascada de La Fervienza y a la cual se dirigía Nati por otro ramal también señalizado. Nosotros comenzamos a ganar altura por la loma entre los valles del arroyo Cadabal y otro regato más pequeño y sin nombre. El día se presentaba despejado por completo y caluroso.

No tardando llegamos a una bifurcación en la que abandonamos la ruta de la cascada para meternos en otro camino hacia el valle “sin nombre”. Por detrás quedaba La Baña y la pizarreras que abundan en dicho pueblo. Comenzamos a descender hacia dicho valle con la cumbre del Picón en la lejanía. Entre escobas y arbustos bajamos un tramo bueno hasta el cauce seco del arroyo que cruzamos para subir por la ladera contraria otro trecho considerable hacia la parte alta de este segundo altozano. Por la derecha teníamos ahora el valle del Cuadro hacia el cual emprendimos una nueva bajada sin abandonar el camino que llevábamos. Aquí sí encontramos agua en el arroyo y un pequeño puente de cemento por el que se podía pasar. Yo lo hice de piedra en piedra.

Una vez más tuvimos que remontar la ladera contraria en la que nos encontramos con otra bifurcación que bajaba por dicho valle hacia el pueblo. A las 11:25 horas alcanzábamos la cresta de la loma que baja directa desde el Picón entre los valles de El Cuadro y Cebas. En éste último vimos ya una gran cantidad de explotaciones pizarreras que minan la mayor parte de la laderas del valle.

Un poco por la parte Oeste de la loma subía un camino medio abandonado y por él ganamos altura hasta que enlazaba con otros de las explotaciones. Cambiamos a la loma oriental con vistas al valle de El Cuadro teniendo al otro lado la mole del pico Camello, que luego en el pueblo denominaron de otra forma que no me acuerdo. Por allí transcurría dicho camino que ya no parecía tal. El firme inclinado y la gran cantidad de piedras nos hicieron pensar que era una especie de cata de las minas. En la cabecera del valle se veían algunos neveros. En el fondo vimos un todoterreno en un camino, en una pradería un rebaño de vacas y oímos ladrar a los perros. Echando la vista atrás se comenzaban a ver las cumbres más lejanas de la zona del Teleno y los Aquilanos. El calor se hacía notar a pesar de algunas ráfagas de viento fresco que corrían muy de vez en cuando. Yo me comí una fruta para apaciguar un poco la sed y reservar el agua para mas tarde.

Llegamos a un punto en el que un sendero trepaba por la ladera hacia la parte alta mientras que el que llevábamos perdía algo de altura, lo cual ya no nos interesaba. Nos metimos en él mientras nos sobrevolaba una gran ave rapaz que no identificamos. De esa forma nos situamos en pocos minutos en la parte alta de la loma viendo por delante varios picachos anteriores al objetivo. En ellos la pendiente se acentuaba y bajábamos el ritmo. En general estaba resultando una ascensión muy cómoda a pesar del gran desnivel y la distancia desde La Baña.

Llegados a la cima anterior optamos por rodearla, salvo Mª Jesús, que decidió subir por ella. Por allí cruzamos unas verdes praderas con numerosas plantas de genciana floridas. Buscamos algún vestigio de fuente, pero sin éxito. Por encima, a la vera de un roquedal, veíamos un nevero al que nos encaminamos. De él, y tras escarbar un poco la superficie, sacamos nieve “limpia” y llené la cantimplora que llevaba demediada.

Nos restaba desde allí el último repecho a la cumbre a la que ya llegaba Mª Jesús. Álvaro también se había adelantado y estaba a pocos metros. Una zona de canchales rodea dicha cima a la que llegué cuando eran las 14:22 horas. José Antonio lo hizo casi a la par mía.

En la cumbre del Picón, con sus 2081 metros de altitud, hay un gran monolito de piedras apiladas formando un prisma rectangular. Cercano a éste se encuentra el punto geodésico, pero ni rastro de buzón. Desde allí no puede verse el lago de La Baña, oculto por la panza de la loma. Por ello decidimos bajar unos metros hasta un punto desde el cual sí se veía. Nos sacamos unas fotos y volvimos a remontar ese trecho, no sin esfuerzo ya.

A la sombra del hito nos acomodamos para comer mientras contemplábamos el amplio paisaje en redondo. Al Norte podíamos ver La Baña y de fondo el Teleno y los Aquilanos. Al Suroeste emergía Peña Trevinca detrás de la peña Surbia, ambos ya ascendidos por mí. Al Sur se perdía la vista en la zona zamorana de Sanabria, cuyo límite corría pocos metros más hacia dicho punto cardinal.

En el cielo habían ido apareciendo algunas nubes sueltas sin aspecto amenazante. Tras la comida, y como ya es habitual en esos casos, nos pusimos a montar un buzón en el que dejar nuestra tarjeta. Lo hicimos al lado del vértice geodésico usando losas de pizarra y piedras. Con un rotulador señalamos lo que era.

Eran las 16:00 horas cuando nos pusimos en marcha para el descenso. Lo hicimos hacia el Sur por la misma cresta de la loma que poco a poco fue allanándose. De nuevo encontramos un campo lleno de gencianas totalmente naranjas. Situados a la altura de la cabecera del valle de lago vimos unas grandes lenguas de tierra y pizarra que caían hacia éste por efecto de la erosión. Siguiendo la línea de cumbres al Oeste se encuentra el pico Vidulante, una cumbre muy llana sin aspecto de cima. No tardamos en divisar en el valle del Tera, y ya en tierras zamoranas, el embalse de la Vega del Conde. Ahora ya íbamos por la divisoria provincial.

Caminábamos hacia el Este en busca de la bajada hacia el valle de Cadabal. Mª Jesús subió por la loma hacia una pequeña cima, el Acillino según el mapa, para unirse poco después a nosotros. Al Sur vimos unas verdes praderías en la cabecera del Tera y algunos regatos de agua. No teníamos mucha necesidad de ella, si no hubiésemos bajado a cargar las cantimploras. Tras buscar el sendero de descenso lo encontramos en una collada a la vera de las peñas de Bulante y por él nos echamos cuando daban las cinco de la tarde. Estábamos a unos 2000 metros de altitud.

Entre escobas perdimos altura rápidamente rodeados de enormes picachos rocosos con algunas paredes casi verticales. A mí se me descosió una correa de la riñonera y la reparé con unos imperdibles que tenía Mª Jesús. Tras varios metros descendidos comenzamos a ver algunos regatos de agua, aunque algo estancados. El terreno estaba muy húmedo y nos hundíamos en algunos lugares. Mas abajo ya corría el agua más clara y cargué la cantimplora.

Llegamos a un punto de gran inclinación y difícil acceso que tuvimos que sortear ladeando un poco hacia nuestra derecha por la pendiente y agarrándonos a las escobas para más seguridad. Así llegamos a otro regato lateral en el que el agua se veía más clara y limpia y cambiamos la que traíamos. El sol nos daba de espaldas y calentaba bien, por lo que me puse una camiseta que llevo de repuesto sujeta con la gorra para proteger el cuello.

Según perdíamos altura las escobas eran mas altas y abundantes. No había sendero definido e íbamos buscando el mejor lugar de bajada entre ellas. De pronto hemos visto un pequeño corzo en unos pedregales por encima de nosotros y conseguí sacarle algunas fotos y grabarle. Poco a poco nos colocamos paralelos al valle unos metros por encima del fondo. Entre las escobas intuíamos ahora una senda que se nos perdía de vez en cuando. Por fin salimos de la maleza en la parte baja teniendo que cruzar el arroyo Cadabal. Tras él hemos encontrado unos hitos de piedras que nos fueron guiando hacia abajo hasta que el sendero se hizo más evidente. Subimos unos metros por éste antes de volver a perder altura paralelos al arroyo que bajaba por la derecha nuestra.

Llegamos a una zona de gran pendiente en la que vimos unos saltos de agua en el arroyo entre la arboleda. Poco después también vislumbramos un merendero en la parte baja deduciendo que era la zona de la cascada de La Fervienza. El acceso desde allí no era sencillo y seguimos el sendero que nos llevó a las inmediaciones de un antiguo corral con majada, todo ello de piedra y pizarra. Unos metros más adelante salimos a un ancho camino en el que una señal de madera nos indicaba la distancia a la cascada, 570 m. Eran las 19:30 horas.

Decidimos entonces acercarnos a ella cambiando el sentido de la marcha por el ancho camino. En cinco minutos llegamos al merendero en el que había varias mesas con bancos de pizarra. En ellos dejamos las mochilas y en otros tres minutos llegamos al bonito salto entre vegetación y roca. Allí nos sacamos varias fotos y nos refrescamos. Una caseta de piedra cercana sirve para la captación de agua del pueblo de La Baña.

De regreso al merendero nos acomodamos unos minutos a descansar y nos tomamos un tentempié. A las 20:20 horas retomamos la marcha desandando el tramo hasta en enlace con la senda de bajada. Sin abandonar el ancho camino llegamos a otro desvío de un camino que también llegaba al pueblo por la parte baja del valle. Lo desechamos y comenzamos a subir unos metros sobre el mismo teniendo de nuevo una amplia vista del valle. Al llegar a la parte alta se abrió más el paisaje y vimos de nuevo la cumbre del Picón y cercanas, ahora con el contraluz del atardecer.

No tardamos en cerrar la ruta circular en el punto en el que nos habíamos separado por la mañana hacia el valle “sin nombre”. Ya por el tramo común descendimos hacia el pueblo que poco a poco se iba mostrando. En esos momentos, las 21:22 horas, se ocultaba el último rayo de sol detrás de las montañas del Oeste.

Siguiendo el camino serpenteante entramos en La Baña a las 21:30 horas. Allí nos detuvimos unos minutos a charlar con unos vecinos retomando poco después la marcha hacia la plaza en la que teníamos la furgoneta. Cercana había una fuente que casi secamos. Nos cambiamos tranquilamente y a las 22:00 horas emprendíamos el viaje de regreso.

Mientras anochecía recorrimos los kilómetros hasta llegar a Castrocontrigo donde decidimos parar a tomar un refrigerio. Lo hicimos en “Santocildes” donde además compré chocolate para hacer. Sin novedades llegamos a La Bañeza decidiendo venir ahora por Hospital de Órbigo. En esta población enlazamos con la nacional hacia la capital. Eran las 00:25 horas cuando llegábamos a Armunia. Aquí dejamos a Mª Jesús en casa y ya en la mía me despedí del resto que marchó en el coche de Álvaro hacia el centro. Cerramos así otra ruta atrasada de este año en una jornada agradable e idónea para practicar este bello deporte.