lunes, 6 de diciembre de 2010

BELÉN DE CUMBRES - REFUGIO DE LLANOLESPIN (Pola de Gordón) 05-12-10

 

BELÉN DE CUMBRES EN EL REFUGIO “LLANOLESPIN”. (POLA DE GORDÓN).

05-12-10      (Domingo)

Ultima salida oficial del club de este 2010. Como ya es habitual, finalizamos el calendario de excursiones con la colocación del Belén de Cumbres, actividad que en esta ocasión tuvimos “gafada” por la climatología, pero que no nos impidió disfrutar de la jornada de manera amena y divertida. Al mal tiempo, buena cara.
Tras la baja de ultima hora de casi la mitad de los participantes por diferentes causas, siete fuimos los que finalmente participamos en esta destacada actividad del año que prácticamente todos los clubes realizan. Roberto, Álvaro, Nati, Alex, Alba, Toño y yo formábamos el grupo al que se nos unió Miguel Ángel a la hora de la comida en Pola de Gordón y que debido a un leve problema de salud no pudo acompañarnos en la excursión. La previsión para este día era la ascensión al Cueto San Mateo, pero la nieve, lluvia y niebla nos aconsejaron no intentarlo tan siquiera. Con ésta ya son dos veces las que programamos el Belén en esta cima y el mal tiempo nos lo impide, la anterior hace dos años.
A las 8:30 horas nos reunimos en Guzmán dichos participantes y José Antonio, que se retiró allí mismo, mientras la lluvia caía incesante. En los coches de Alex y el mío emprendimos la marcha por la carretera de Asturias en la que enseguida empeoró el panorama. La lluvia se convirtió en nieve “helada” tipo granizo que formaba una película resbaladiza en el asfalto que nos obligó a circular con la máxima precaución. No en vano, ya a la altura de Pola de Gordón, encontramos un coche en la cuneta.
Aparcamos en la zona del camping, donde ya se acumulaba nieve en el asfalto, y nos preparamos para la marcha mientras nevaba copiosamente. En la localidad se celebraba un mercado tradicional y vimos como bajaban un carro engalanado tirado por un todoterreno. Repartimos entre todos las bolsas con turrones, cavas y sidra así como el belén, panderetas, etc. y a las 9:50 horas emprendimos la ruta por el camino del valle del arroyo de Santas Martas. Dejamos atrás el camping con algunos bungalows y más adelante una casa por debajo del camino.
Subimos suavemente mientras por delante iba apareciendo entre la niebla la cima del Cueto San Mateo. Enseguida nos metimos entre arboleda ya casi desprovista de hoja mientras comprobamos como la nieve se convertía en lluvia. Entre robles en su mayoría transcurre esta parte de la ruta que va serpenteando por la parte izquierda del valle. Algunos indicadores nos iban marcando el tiempo restante a la cima del pico, al que ya casi habíamos desistido de subir. Lo que sí íbamos dilucidando era si hacer la ruta completa o no. La intención era llegar al refugio, al que en una hora desde el camping se accede por el camino directo, o desviarnos por la zona de los Llanos, en donde colocamos el Belén hace dos años, y regresar por dicho refugio. Al llegar a la bifurcación tomamos la decisión de hacer la opción corta de momento y luego el regreso ya veríamos.
Tras dejar atrás este desvío comenzamos a subir un fuerte repecho mientras girábamos hacia Sureste siguiendo ahora el arroyo Cerezales. En el camino se acumulaba algo más de nieve en esta zona, aunque la lluvia la estaba deshaciendo. Los jirones de niebla formaban bonitas figuras en los bosques de las laderas. Tras otro recodo del camino vimos ya mismo el refugio de Llanolespin.
A las 11:10 horas alcanzábamos ese edificio en el que ya hemos estado en alguna ocasión más y en el que hay una chimenea, mesa, bancos e incluso un fregadero con grifo. En esta época se encuentra helado y no echaba agua, pero sí hemos comprobado que lo hace en otras.
Hicimos tiempo para que llegase Nati, que venía siguiéndonos a pocos metros, y tras abandonar la idea de seguir más e incluso subir a la cueva de la falda del pico, opción que también habíamos contemplado, optamos por colocar el Belén en unas rocas un poco por encima del refugio. Hacia ellas subimos éste, las bebidas y turrones que colocamos en torno al mismo para sacar la foto oficial de esta actividad, como es tradición. La lluvia nos estaba dando una tregua que aprovechamos para allí mismo comenzar la celebración. Descorchamos la sidra y cava y abrimos el turrón degustando todo ello entre cánticos de villancicos y algunos desvaríos más.
Como nos quedábamos un poco fríos allí, lo recogimos todo y bajamos al refugio a seguir la fiesta. Álvaro recogió varias ramas que hasta que prendieron dieron más humo que calor. Parecíamos chorizos ahumados allí dentro. Encima de la chimenea colocamos el Belén, que luego decidimos dejar allí mismo con una tarjeta nuestra debajo.
El turrón y la bebida pasaba de mano en mano mientras (des)entonábamos villancicos y otras canciones populares a ritmo de las panderetas de plástico, que por cierto ya tienen 8 belenes encima. El tema que más se llevaba este año era el de “Nos vamos a la Pola- Nos vamos a la Pola” con el que incluso hicimos coooongaaaa. La mezcla de sidra y cava ya hacía estragos. Con mi gorro de balón, ya tradicional en esta salida, nos sacamos una foto cada uno.
A las 13:40 horas emprendimos el descenso entre niebla cerrada y de nuevo lluvia. La nieve estaba ya un poco “paposa” y se deshacía bajo las pisadas. Según descendíamos abría la niebla un poco más. El paisaje, aunque nebuloso, tenía un especial encanto. Dejamos atrás el merendero con bancos, mesas y una fuente cercana así como un depósito de agua. Por encima del camino estaba la majada de donde por la mañana habían sacado el carro engalanado y cerca vimos una excavadora. En pocos minutos divisamos el camping y a las 14:35 horas llegábamos a los coches. Como llovía no nos entretuvimos y bajamos hacia el centro de Pola de Gordón.
Este año habíamos decidido celebrar este día con una comida sencilla en plan de pinchos en un establecimiento cercano a la ruta. Pues bien, quien si no Miguel Ángel, vecino de Pola y compañero nuestro, el que nos sugirió el restaurante “La Casona” para realizar la misma. Nada más llegar nos dejaron un salón para cambiarnos cómodamente y enseguida pasamos al comedor. La sencilla comida que habíamos pedido, y que dejamos a gusto de la anfitriona, resultó con creces mucho mejor de lo que esperábamos. Pimientos rellenos, cecina, mejillones en salsa, patatas fritas, ensalada, calamares en su tinta con patatas, chorizo a la sidra y carne guisada componía la comida en sí. Vino, agua, natillas o arroz dulce de postre y café. Todo ello por 12 €/persona. ¿Se puede pedir mas?
Sin prisas degustamos todas estas viandas y tras una foto de grupo y despedirnos de Miguel Ángel, emprendimos el regreso a León cuando eran las 18:00 horas aproximadamente. Seguía lloviendo cuando salimos de La Pola y así continuaba al entrar en la capital. La carretera estaba mejor que por la mañana al haberse derretido el hielo, aún así había que venir con precaución. Llegamos a Guzmán a las 18:45 horas y de nuevo contemplamos la nueva iluminación de la fuente en la que cada pocos segundos los chorros cambian de color provocando un bonito efecto.
Y con esta vista dimos por finalizada la última excursión del club Cumbres de León por este año 2010. Nos falta la cena de Navidad del día 11 con la que terminaremos el calendario previsto de actividades. El día 9 de enero comenzaremos las del 2011 con la ascensión al Brañacaballo desde Piedrafita.














lunes, 22 de noviembre de 2010

ADRADOS - PICO RELANCE - VOZMEDIANO - ADRADOS 21-11-10

 


1ª TRAVESÍA “ADRADOS – PICO RELANCE (1ª ASCENSIÓN) – VOZMEDIANO - ADRADOS”.

21-11-10      (Domingo)

En esta ocasión hemos modificado un poco la ruta prevista, que según el calendario transcurría desde Cerecedo al Collado de Los Muertos, y en su lugar recorrimos unos valles contiguos y ascendimos al pico Relace, situado un poco por encima de dicho collado. A pesar de las condiciones climatológicas adversas que tuvimos durante la jornada, en la que nevó como pleno invierno, resultó todo un éxito y disfrutamos de la misma plenamente.
De Guzmán salimos los siete componentes de esta actividad en los coches de José Luis y de Alejandro en los que además íbamos Mª Jesús, Mateo, Álvaro, Nati y yo. Por su cuenta iba Javi F. y dos amigos a los que encontramos después.
A las 8:00 horas salimos de la ciudad por la carretera hacia Puente Villarente donde nos desviamos hacia Boñar. En esta localidad nos detuvimos unos minutos a tomar un café antes de recorrer los poco más de tres kilómetros hasta Adrados, 1150 m, donde aparcamos los coches en los escasos lugares que había. Bajo un soportal nos preparamos para la ruta resguardados de la lluvia que caía.
Poco después de las nueve y media emprendimos la marcha saliendo del pueblo por un camino entre prados y arboleda ascendiendo suavemente. Tras haber recorrido unos 500 metros me di cuenta que había olvidado los bastones en el pueblo. José Luis se ofreció a volver a por ellos mientras nosotros continuábamos caminando poco a poco. Dejamos atrás un puente de madera que daba paso al ramal por el que se pasaba a Vozmediano y por el que luego volveríamos.
Paralelo al arroyo Arvejal subía el ancho camino por el que nos adelantó un todoterreno de guardas forestales. En las laderas del valle podíamos ver numerosos canchales que se precipitaban entre matorrales y escobas. Algo más arriba encontramos una bonita fuente de piedras con un enorme pilón y escudo en él. Tras el mismo comenzamos a ver pinares entre los cuales entramos minutos más tarde. Poco a poco fuimos viendo corros de nieve al lado del camino y como la lluvia que caía se iba convirtiendo en ese elemento.
Encontramos varios desvíos del camino que dejamos atrás guiándonos por una foto de satélite que llevábamos impresa y que realmente nos sirvió para coger las direcciones correctas en más de una ocasión. La pista se desvió del arroyo y serpenteaba por las laderas del valle cogiendo altura sobre el mismo con dirección a la collada de Los Sillares a la cual llegamos a las 11:25 horas. Esta collada se sitúa a una altitud de 1515 metros y da paso del valle de Arvejal al del arroyo de Romatío que abajo se une a El Río que pasa por Vozmediano. De allí partían varios caminos escogiendo el que mejor dirección nos llevaba al pico oculto tras la niebla y la nieve que seguía cayendo.
Ascendimos suavemente entre pinares cubiertos parcialmente por la nieve que le daba un aspecto totalmente invernal y un tanto navideño. Dicho camino daba rodeos amplios siguiendo la orografía del terreno. En este tramo nos encontramos de frente con los dos compañeros de Javi. Se habían separado y ellos habían llegado hasta una collada más adelante donde habían encontrado un cartel que prohibía el paso, lo cual nos extrañó. Por lo visto Javi había cogido otro camino diferente desde la collada y habían hablado con él por teléfono. Nosotros pensábamos que íbamos bien por allí y decidimos seguir sin más. No tardamos en divisar Vozmediano en el fondo del valle. Poco a poco la nieve fue cubriendo el camino por completo y seguía cayendo. Lo que abajo era lluvia allí había sido nieve, y no era solo de ese día por la capa que ya había.
De esa forma alcanzamos por fin la collada en la que vimos el cartel que antes nos habían comentado. Efectivamente prohibía el paso a vehículos y personas, pero era al bosque de Pardomino en cuyo límite nos encontrábamos. En principio creemos que era la Collada del Lobo, aunque luego bajando pasamos por otra más alta y lo dudamos. En el mapa vienen las dos y el nombre está en medio. La altitud sí que era de 1662 m siendo la otra de 1682 m. Eran las 12:40 horas en esos momentos.
Consultando el mapa y la foto satélite vimos que un cortafuegos que partía de allí nos llevaba directamente a la cumbre y por él comenzamos a subir sin más dilaciones. La pendiente era pronunciada en aquel tramo que por otra parte no se veía largo. Seguía nevando, aunque menos. La niebla sí era cerrada impidiendo la visión en pocos metros. Atravesamos otro camino perpendicular y enseguida vimos una gran antena en lo alto. A las 12:50 horas alcanzábamos esta cumbre del pico Relance con una altitud de 1720 metros.
En la misma había un punto geodésico y un hito de piedras entre las que encontramos un buen número de mariquitas aletargadas por el frío. No había tarjeta alguna y dejamos la nuestra en un bote. Detrás de nosotros llegó Javi que apenas paró un momento antes de bajar hacia la collada de Los Muertos. Los compañeros llegaron minutos más tarde y él volvió a subir enseguida. Aprovechamos para sacarnos una foto de grupo en la cumbre. Aunque no hacía un frío excesivo, al estar parados se notaba más. Al quitarse la mochila se suele notar mucho más en la espalda.
Escasa media hora paramos allí ya que, como digo, la visibilidad era nula. Mientras Javi y los compañeros bajaron por el mismo cortafuegos de subida nosotros decidimos bajar por otro a la collada de Los Muertos, hacia el norte. Antes de alcanzar ésta llegamos al camino que habíamos abandonado antes y que pasaba por encima de la collada. Como no merecía la pena bajar a ella, retomamos la marcha por el camino subiendo suavemente por él bajo la cumbre del Relance y dando vista al valle de Pardomino, el cual ni se distinguía tras la niebla. Así alcanzamos la collada de 1682 metros dudando cual de las dos es la del Lobo.
Comenzamos a descender entre robles y pinos cubiertos igualmente de nieve mientras el sol hacía guiños entre las nubes. Íbamos escrutando el camino en busca de algún lugar apropiado para comer aunque sin éxito. La niebla había abierto un poco y el contraste de colores era espectacular. El blanco de la nieve se mezclaba con los vedes pinos y los robles marrones en un auténtico cuadro.
Aún nos quedaba un tramo para llegar a la collada de Los Sillares cuando alguien vio en el suelo el nombre de Nati marcado con algún palo. Estábamos en frente de un cortafuegos que bajaba hacia el valle de Vozmediano y lo primero que pensamos es que se la había ocurrido bajar a él por allí. Ya cuando salimos tenía intención de ir a ese pueblo y al final nos siguió, por eso pensamos que podía haber bajado por allí. Como aún eran las dos y cuarto decidimos que nosotros sí íbamos a bajar hacia el pueblo desde el cual hay unos 4,5 Km. hasta Adrados. Luego supimos que ella había dado la vuelta por el mismo lugar.
Emprendimos el descenso por aquel cortafuegos empinado hasta llegar a una zona de rocas que encontramos muy apropiada para comer. Además en esos momentos no llovía ni nevaba, por lo que nos acomodamos a su abrigada para comer tranquilamente. A las 15:10 horas retomamos el descenso hacia lo que parecía un camino. La maleza nos impidió llegar a él y buscamos lugares más limpios para bajar ladera abajo ya que el cortafuegos también había desaparecido. A José Luis se le perdió un guante y lo vimos retrocediendo unos pocos metros.
En 20 minutos llegamos a la parte baja del valle por el que transcurre El Río, nombre del río en sí. Lo cruzamos saltando por las piedras y enlazamos con otro camino que venía de la cabecera. Pasamos al lado de una recogida de aguas y entre grandes escobas fuimos bajando suavemente. Más adelante lo volvimos a pasar, aunque esta vez estaba entubado bajo el camino. En el cauce vimos unas pequeñas pero bonitas cascadas. Ya cerca de Vozmediano estaba el depósito de agua.
A las 15:45 horas entrábamos en el pueblo, situado a unos 1200 metros de altitud. Tres perros nos salieron a recibir cordialmente. Vimos un hórreo de construcción más o menos reciente y llegamos a la fuente en la que hace varios años paramos José Barrientos y yo tras haber hecho la ruta nocturna desde Valdoré a la collada de Bosvil. En ella dormimos antes de bajar a este pueblo y pasar luego a Boñar por Adrados. Por cierto, en la fuente de Adrados en la que por la mañana nos habíamos sacado la foto también tengo una de ese día en junio del 2000.
Nos indicaron una especie de cantina para tomar café y la encontramos cerrada. Por un camino que salía frente a la iglesia abandonamos Vozmediano a las 16:00 horas. Comenzamos a subir por el mismo entre prados y laderas en las que abundaban los hayedos. En varios de ellos pudimos ver los troncos cubiertos de verde musgo contrastando con las hojas marrones que aún les quedaban. Mª Jesús encontró un pequeño cuerno de un ciervo o similar. Hacia atrás veíamos la cresta y cumbre del pico Soberón que habíamos tenido a la vista buena parte de la ruta. La lluvia seguía cayendo a ratos no muy fuerte. Perecía además que se estaba riendo de mí. Si llevaba la gorra puesta paraba y si la quitaba se echaba a llover.
Así llegamos a la collada de Valdavida situada a 1400 metros. Desde la misma divisamos el pico Cueto por encima de Boñar y otras cumbres más lejanas. Nos metimos más de lleno entre arboleda mientras el camino se estrechaba en muchos tramos convertido casi en sendero. Más adelante subimos unos metros para pasar otra colladina antes de emprender la bajada constante hacia Adrados. Fue en este paso donde se me salió la cámara de la funda y cayó al suelo dándose cuenta Álvaro. Menos mal que cayó en la hierba y no pasó nada. Por lo demás, como a cada paso saco fotos, no hubiese recorrido mucho antes de darme cuenta.
No tardamos en divisar Adrados entre la arboleda. Por los walkies que nos había dejado José Luis nos dijo que él ya estaba en el pueblo. Al lado del camino encontramos un gran corro lleno de arbustos cargados de brunos que algunos comieron. En algunos tramos salíamos del camino al estar encharcado e íbamos por los prados.
Por fin enlazamos con el camino de subida tras pasar un puente de madera sobre el arroyo Arvejal. Escasos 300 metros nos separaban del pueblo en el que entramos a las 17:50 horas. De nuevo vimos en una finca media docena de gatos resguardados bajo unas tablas.
Tras llegar al coche nos cambiamos la ropa húmeda y sin más emprendimos el regreso. Paramos en un bar cercano a Vegaquemada, si no me equivoco, y allí tomamos un refrigerio e hicimos las cuentas. El resto del viaje lo hicimos sin novedades llegando a León a las 19:30 horas.
Podemos considerar esta salida como la primera excursión invernal de la temporada. Salvo por la temperatura, que no fue muy baja, los demás criterios los cumplió todos: nieve, lluvia y niebla. Solamente nos queda, como club, el Belén de Cumbres programado para el día 5 de diciembre y la cena de Navidad para el sábado 11 del mismo mes, finalizando así un año más cargado de actividades y ya con las del próximo programadas.
















lunes, 8 de noviembre de 2010

VI MAGOSTO MONTAÑERO - QUINTANA DE FUSEROS - NOCEDA DEL BIERZO 07-11-10

 


VI MAGOSTO MONTAÑERO PROVINCIAL DE LEÓN.

1ª TRAVESÍA “QUINTANA DE FUSEROS - CAMPO DE BATALLA – CIUDAD DE LAS ABEJAS- NOCEDA DEL BIERZO”.

07-11-10           (Domingo)

Dentro de las actividades previstas para este año tuvimos en cuenta el Magosto que la Delegación Leonesa de Montañismo celebra anualmente en esta época otoñal. En esta ocasión se trataba de una travesía entre los pueblos bercianos de Quintana de Fuseros y Noceda del Bierzo. En la misma participamos unos 150 montañeros, siendo cinco los socios de nuestro club que nos animamos y quedando en cuatro tras la baja de Antonio. Arancha, Álvaro, Nati y yo completábamos el reducido grupo.
Tras pasar a recoger a Arancha nos cercamos a Guzmán de donde salían los autocares a las 8:00 horas. Allí mismo pudimos ver un bello amanecer de tonos rojizos que fotografié con la estatua de Guzmán a contraluz.
Camino del comienzo de la ruta se oscurecía el cielo a cada paso terminando por nublarse por completo tras el puerto Manzanal. En poco más de hora y cuarto llegamos a dicha localidad a cuya entrada vimos una bonita fuente decorada con un arado, un botijo y un pequeño carro encima de la roca de la que manaba el chorro.
Nos preparamos para la ruta con el cielo amenazante de lluvia pero conteniéndose de momento. Mientras Nati decidía irse en el autocar a Noceda y Arancha se unía a unos amigos, Álvaro y yo hicimos todo el recorrido de unos 17 Km. en mutua compañía. A las 9:40 horas comenzamos a caminar hacia el centro de Quintana de Fuseros, (940 m), atravesando el mismo por sus calles en las que vimos una ermita, la del Cristo, y la iglesia con un antiguo reloj bajo el campanario. Enseguida salimos del pueblo por camino entre castaños, pinos y otras especies arbóreas. La vista del valle era espectacular con los tonos otoñales en sus laderas. Tras un trecho recorrido giramos casi 180 grados subiendo un poco más empinadamente hasta situarnos encima del pueblo del que tuvimos una amplia vista. Enseguida comenzamos otro giro hacia el Oeste contemplando delante un gran pinar cuyo verdor contrastaba con el marrón de las hayas y robles. Por la izquierda teníamos el valle por el que pasa la carretera de un pueblo a otro atravesando algunas localidades más. En la lejanía se elevaban las cumbres de la zona de Los Montes de León.
Enseguida llegamos a la bifurcación de las dos rutas opcionales de la marcha, la corta y la larga. Una de ellas tenía 17 Km. y la otra unos 10 Km. Yo no estaba convencido para hacer la larga, y no por falta de forma física, que este día parecía que la tenía plena, si no por el tiempo ajustado que normalmente hay para terminarla tranquilamente. Eran las 10:30 horas y había que estar en Noceda a las 16:30 horas. Animado por Álvaro e Ivo, el organizador que estaba en este punto controlando, emprendimos la subida por el ramal largo.
Entre robles, escobas y pinos comenzamos a subir con pendiente más pronunciada que la anterior. Como digo, me encontraba bien de forma e íbamos a paso bastante ligero. El contraste de colores de la arboleda era todo un espectáculo visual. En los cruces había cintas señalizando el ramal correcto a seguir sin posibilidad de despistes. El ancho camino serpenteaba por las laderas del Monte Grande hasta alcanzar la collada de La Era de la Batalla o Campo de Batalla. Esta campera se sitúa a 1287 metros de altitud y a 5,500 Km. del pueblo. Eran las 11:05 horas cuando llegamos los dos a la misma.
Continuamos ahora por el cordal siguiendo dicha pista y en pocos minutos dimos vista al alto de La Ciudad de Las Abejas, formación rocosa cerca de la cual pasaba el camino. La última pendiente se veía inclinada de verdad y “metía miedo”. Este siguiente tramo era bastante suave y largo. Transcurría por el medio de la loma con vistas a dos valles, el del arroyo Oceo por la derecha y al amplio valle principal por el que iba la carretera en su fondo por la izquierda.
Llegamos así a un punto en el que la ruta se desviaba de la loma para meterse por la ladera izquierda entre los pinares. Nos dijeron que siguiendo de frente por el cortafuegos se llegaba al mismo punto con menos rodeo, pero con pendiente muy fuerte, la que antes veníamos viendo. Decidimos cogerlo a hecho con todas las consecuencias.
Realmente comprobamos la inclinación que tenía dicho cortafuegos cuando íbamos avanzando por él. El suelo era pizarroso y con algunos surcos de la lluvia. Los bastones era una gran ayuda en este momento. Poco a poco vimos como oscurecía frente a nosotros y las cumbres se cerraban de nieblas. No tardó en echarse a llover y tuvimos que colocarnos la cazadora que antes nos sobraba. No duró mucho en pasar este nublado aunque seguía amenazando por el norte.
Álvaro alcanzó la parte alta poco antes que yo lo hiciera a las 12:00 horas del mediodía. Esta zona con el curioso nombre de Ciudad de las Abejas está a 1570 metros de altitud. Habíamos recorrido 7,500 Km. desde Quintana de Fuseros.
En este punto, el más alto de la ruta, se unía el cortafuegos con el camino que rodeaba un poco más evitando la fuerte subida. Aquí nos reunimos varios participantes y algunos tomamos un pequeño tentempié. Algo por encima estaba la cumbre rocosa con 90 metros más de desnivel. La vista era muy amplia desde allí a pesar de las nubes y neblinas.
El camino comenzaba a descender por debajo de las rocas hacia el Norte entre piornos que dan nombre a la siguiente collada. A la misma llegamos en pocos minutos cuando eran las 12:20 horas. Está situada a una altitud de 1540 metros y divide los términos de Noceda y Quintana. Enseguida comenzamos el descenso por el medio de un gran pinar en el que no tardamos en encontrar numerosas setas de color rojo vivo. A una de ellas le faltaba un trozo del tamaño de un mordisco y Arancha bromeaba con ella acercándola a la boca como si la comiese. Les habíamos alcanzado en este última bajada y enseguida les perdimos de nuevo de vista.
Una vez más el bosque multicolor nos alegraba la vista con sus contrastes entre las diferentes especies. Ahora teníamos por la izquierda el valle de La Silva por cuyas laderas íbamos a bajar un buen trecho hasta unirnos con el de Noceda. Al poco de comenzar a descender por el mismo se cerró de nuevo el cielo y vimos como incluso caía agua-nieve. De frente vimos subir un todoterreno de la Guardia Civil que se cruzó con nosotros y que luego volvió a bajar.
El camino serpenteaba una vez más por la laderas de aquel valle en continuos zigzag. No me canso de repetir la belleza de las lomas cubiertas por el bosque formando parcelas de diferentes colores dependiendo de la especie de árbol que lo formase. Pasamos por encima del arroyo que bajaba de la collada y cerca de un depósito cuadrado lleno de agua. Tras un tramo de camino enlazamos con otro ya en el valle de Noceda. Un indicador de madera nos marcaba la dirección de la ruta de las fuentes medicinales. La misma transcurre por el valle varios metros por debajo, casi al lado del río. Eran las 13:30 horas.
A los pocos metros encontramos nosotros una fuente, no sabemos si medicinal o no, pero de ella bebimos. Enseguida vimos en la cabecera del valle principal las Peñas de La Gualta, en las que está el mirador, y la cascada por debajo de ellas. Por el contrario, en la parte baja del mismo destacaba una pradería verde iluminada por el sol que salía entre algunos claros que se abrían.
Salvo algún corto tramo de suave subida, desde que habíamos dejado La Ciudad de las Abejas era todo descenso. Como veíamos que nos daba tiempo de sobra para llegar a la hora fijada, decidimos parar tranquilamente a comer aprovechando que no llovía en esos momentos. Encontramos un pequeño escampado al lado del camino con restos de una hoguera cerca de la cual había dos rocas y un tronco. Lo colocamos sobre las mismas a modo de banco y allí mismo nos acomodamos para comer cuando eran las dos en punto de la tarde. Los que pasaban nos decían que qué buen sitio habíamos encontrado, replicándoles nosotros que lo habíamos reservado con antelación.
Una media hora después retomamos la marcha por el mismo camino que seguía descendiendo hacia Noceda. No tardamos en divisar la piscifactoría al lado de la cual se pasa al regreso en la Ruta de las Fuentes. Una vez más comenzamos a ver castaños de grandes proporciones cerca del camino y en las laderas. En algunos desvíos del mismo habíamos encontrado indicadores hacia la parte alta en los que ponía “Despegue el Cervatín”. Luego Álvaro preguntó por ello y nos dijeron que era una zona en la parte alta de aquel monte desde la cual se tiran en parapente. Otras señales marcaban la zona como coto de setas.
Ya con el pueblo bajo nosotros comenzó a llover en serio. Enlazamos no tardando con la Ruta de las Fuentes y al poco nos encontramos un castaño de tronco descomunal en el que nos sacamos unas fotos. En un recinto cerrado vimos varias colmenas y a los pocos metros dimos con el comienzo de la ruta y el cartel cerca del cual dejamos los coches cuando la hicimos la última vez.
En una zona de merendero había un grupo comiendo tapados con paraguas. A las 15:10 horas entrábamos en el Barrio del Río de Noceda del Bierzo. En esos momentos salía el sol, aunque seguía lloviendo. Álvaro no pudo por menos de subirse a un “Pascualín” en el que le saqué una foto. Un día me tomé la molestia de recopilar todas las fotos suyas encima de tractores, y no son pocas. Es una costumbre que tiene cuando encontramos algún curioso vehículo de esos en los pueblos. Por sus calles dejamos atrás una pequeña iglesia en la plaza y en el bar en el que también habíamos estado en aquella ocasión entramos a tomar un café. A la salida retomamos la marcha hacia el polideportivo en el que estaban los autocares. Éste se encuentra en el Barrio de San Pedro, el del medio de los tres que forman Noceda del Bierzo. El primero, en el que está la cooperativa es el de La Vega.
Siguiendo las indicaciones de un vecino nos desviamos por una carretera que va por la parte externa del pueblo, aunque bien podíamos haber ido por el medio del mismo. En esos momentos comenzó a llover de nuevo con fuerza, lo justo para mojarnos bien en el último tramo. A las 15:50 horas llegábamos Álvaro y yo a los autocares tras 17 Km. recorridos según la hoja de rutas. Al lado del pabellón deportivo, en el que se celebró la primera edición de este magosto, estaban aparcados los autocares. De ellos recogimos la ropa para cambiarnos allí mismo. Nati llegó al poco rato de hacer parte de la ruta de las fuentes y también Arancha y los amigos. A la hora prevista emprendimos el corto trayecto en los autocares hasta la cooperativa situada a la entrada del Barrio de La Vega.
En la misma ya estaban algunos empleados asando las castañas en los bidones giratorios preparados a tal efecto bajo techo. En esta época están trabajando a todo ritmo y pudimos ver in situ todo el proceso desde que se recoge la castaña traída por los socios cooperativistas, la selección y el envasado. Todo este proceso se hace por medio de maquinaria y también manualmente con personal que selecciona el producto que pasa por las cintas transportadoras. Estando allí llegaron algunos recolectores a dejar el producto y más tarde un gran trailer a cargar. Numerosos fuimos los que compramos sacos de castañas de diferentes tamaños y precios. 3 € costaron 2,5 Kg.
Cuando estuvieron listas las castañas asadas comenzaron a repartirlas. En cucuruchos de papel que nosotros mismos hacíamos nos iban echando un puñado de ellas teniendo para acompañar vino y refrescos. ¡que ricas estaban!. Hubo hasta para repetir. En un momento que salió el sol formó un bonito y nítido arco iris hacia la montaña.
Poco antes de las 18:30 horas comenzamos a retirarnos hacia los autocares que a esa hora en punto comenzaban el regreso a León. Sin novedades recorrimos los algo más de 100 Km. entre los dos puntos llegando a la capital a las 20:00 horas. Allí cerca tenía la furgoneta en la que acerqué a Arancha a casa llegando a la mía poco después.
Después de las previsiones que había con un tiempo pésimo en toda la montaña leonesa, no podemos quejarnos de lo relativamente poco que llovió durante la marcha. Como ya apunté en la anterior salida, los paisajes que pudimos ver compensan con creces ese contratiempo.