martes, 24 de abril de 2007

FERIA DO TRECE - CEDEIRA Y CAÑÓN DEL EUME (La Coruña - Galicia) 21/23-04-07

 

     

1ª TRAVESÍA “FERIA DO TRECE-VECIÑEIRA-CEDEIRA” Y “CAÑÓN DEL EUME”. (La Coruña).

21/23-04-07

Primera salida de fin de semana del año aprovechando la fiesta del lunes 23 para alargar el mismo a tres días casi completos. En el calendario venía denominada como “Acantilados Cantábricos de A Coruña”, pero dado que ninguna de las rutas realizadas al final transcurrieron por los mismos si no interiormente, eliminaré esta denominación del titulo ciñéndome a lo realmente hecho.
José Antonio fue quien propuso esta actividad y el que durante la Semana Santa pasada estudió in situ la primera de las rutas. Al final accedimos a ir seis personas: Álvaro, Luis, José Antonio, Javi F., y yo. El sexto componente era Jesús, un socio del Yordas que conocía de una excursión anterior y que nos llamó para apuntarse con nosotros a esta salida.
Tras el estudio por parte de José de la primera ruta descrita en el enunciado y una vez acordada la pernocta en un hostal de Cedeira, quedó todo concretado para la actividad.

SÁBADO 21
Acordamos la partida de León a las 17:00 horas de Guzmán. Allí nos fuimos reuniendo todos salvo Javi, el cual ya estaba en La Coruña con la familia desde el día antes. Con unos minutos de retraso emprendimos el viaje en el coche de Luis saliendo de león por la recién inaugurada segunda fase de la ronda sur. Decidimos enlazar directamente con la autopista de peaje a Astorga por la que yo no había ido nunca. Dejamos este tramo atrás en dicha ciudad y continuamos por la autovía hacia Ponferrada y Villafranca del Bierzo. En Piedrafita do Cebreiro entramos en Lugo y al llegar a Becerrea la abandonamos para llenar el depósito de combustible. Para ello dimos un buen rodeo por dicho pueblo antes de volver a la autovía.
Dejamos atrás Lugo sin llegar a verlo y en Baamonde entramos en una nacional hacia Villalba, y poco después entramos en La Coruña. Desde As Pontes encontramos algún tramo abierto de la nueva autovía a Ferrol y antes de llegar a éste nos desviamos hacia Cedeira. Siguiendo una carretera costera pasamos por Canteiros o Atios antes de llegar por fin a Cedeira cuando eran poco más de las nueve de la tarde y tras 351 Km recorridos.
Directamente atravesamos el pueblo y nos dirigimos al puerto donde aparcamos el coche. Queríamos ver la puesta de sol sobre el mar y para ello subimos corriendo unas escaleras y una ladera por encima de un antiguo fuerte o castillo hasta divisar dicha puesta de sol. Unas brumas impedían ver como se metía en el mismo mar, pero mereció la pena el esfuerzo que a mí me costó luego un buen ataque de tos. En esos momentos me llamó Juli y casi no podía hablar con ella por este motivo.
Bajamos luego a un faro donde hicimos unas fotos. En un prado cercano al castillo vimos montadas varias tiendas de campaña, cañones, etc., cerca de los cuales se reunía numeroso personal ataviado con trajes de soldados franceses. Por lo que supimos, estaban conmemorando una batalla en esta ría durante el fin de semana.
Sin más bajamos de nuevo al puerto donde recogimos el coche y nos dirigimos a la “Pensión Chelsea” donde nos distribuimos las tres habitaciones, dos dobles y otra sencilla en la que me quedé yo. Cogimos luego la cena y nos dirigimos hacia un parque cercano a la playa donde nos acomodamos para cenar. Terminado esto volvimos paseando a la pensión donde nos distribuimos en las habitaciones para pasar la noche. En las mismas teníamos baño y tv. Además, desde la mía y la de José y Álvaro podía verse la ría saliendo al balcón. Eran las 00:30 horas cuando me acosté.

DOMINGO 22 “FERIA DO TRECE-VECIÑEIRA-CEDEIRA”
A las 7:00 horas tocó el reloj y desperté al resto. Nos fuimos componiendo y desayunamos lo que cada uno llevó. Bajamos luego comprobando que estaba bastante fresca la mañana. Yo iba a subir a por una sudadera, pero no me acordaba que la llave de la puerta de abajo no abría y no pude entrar. El resto ya había comenzado a caminar hacia el coche.
Una hora después salimos hacia el comienzo de la ruta en O Carballo, más conocida la zona como Feira do Trece, en la parroquia de Sedes, a unos 25 Km de Cedeira con dirección a Ferrol. Mientras José y Luis iban al encuentro de Javi, que venía en su coche desde La Coruña, a un pueblo cercano, Jesús, Álvaro y yo comenzamos a caminar carretera arriba hacia la parte alta de una loma donde íbamos a comenzar la ruta en sí. Eran las 8:45 horas.
Desde allí mismo veíamos El Ferrol a unos 15 Km de distancia en línea recta. La pendiente era considerable, pero no llevábamos aún mochilas y el paso era bueno. Enseguida entramos en calor. A un kilómetro aproximadamente se encuentra la “Fonte de Moura” de propiedades conceptivas donde cambié el agua cogida del grifo de la cantimplora. Así llegamos poco después a un desvió donde una doble flecha roja y blanca, indicador de aquella ruta, nos señalaba hacia la izquierda por otra carretera. Por el lado contrario partía un camino hacia un mirador y de frente seguía la que traíamos. Al poco de entrar en este vimos pasar hacia arriba el coche de Luis y les llamé por el teléfono para indicarles que las marcas iban hacia esta parte. Pues bien, tras un rato de espera vimos que no llegaban y optamos por dar la vuelta y seguir en su dirección. Unos 200 metros mas arriba estaban parados en lo que era el comienzo de la ruta. Nosotros llevábamos 2 kilómetros desde abajo. Sin más nos preparamos y a las 9:30 horas emprendimos la marcha todos juntos desde el llamado Coto do Esperón.
Este recorrido que íbamos a hacer es parte de uno más largo que une El Ferrol con San Andrés de Teixido y que forma parte de una ruta de peregrinación a dicho lugar. El total de la misma son 50 Km y el club Ferrolano de Montaña la hace en un día completamente. Nosotros habíamos eliminado los 20 primeros kilómetros ya que los mismos eran muy urbanos. La ventaja para nosotros era que había varias carreteras en la ruta donde, en caso necesario, podíamos atajar hacia Cedeira o a la carretera principal por donde circulan varios autobuses que unen ésta con Ferrol. Precisamente a estos recurriríamos para recoger luego los coches.
El primer tramo de la ruta transcurre entre un bosque de eucaliptos, que nos iba a acompañar durante el 95 por ciento de la marcha. Por un ancho camino parecido a un cortafuego nos metimos entre la arboleda subiendo suavemente por encima veíamos como ya anteriormente, varios molinos eólicos que pueblan todo aquel monte. Algunos tramos bajábamos unos metros, pero en general se ascendía siguiendo una línea casi rectilínea por completo. Así salimos a una carretera cerca de Lobería ya en el concejo de San Sadurniño. Aquí recibí la llamada de Luis, que junto con José Antonio y Javi ya se habían perdido de vista. Me preguntó si íbamos a alcanzarles e ir a su paso o que ellos tiraban al suyo. Como yo no voy a hacer maratones y tras consultarlo con Jesús y con Álvaro, decidimos ir a nuestro paso disfrutando del paisaje.
Tras unos metros por dicha carretera nos desviamos de nuevo por un camino entre plantaciones jóvenes de eucaliptos. Siguiendo las marcas pasamos también entre verdes prados con ganado pastando en los mismos y algunas casas dispersas en las que vimos algunos jardines realmente esplendorosos. En uno de ellos había un enorme rosal cargado de flores formando una gran copa. Bajo un chamizo de uralita había un burro a la sombra. Nos metimos de nuevo entre altos ejemplares de eucaliptos atravesando un pequeño puente de piedra sobre un arroyo.
A las 11:30 horas llegamos a las inmediaciones de Loiba donde no entraba la ruta. Un indicador señalaba el embalse de Forcadas hacia el que nos dirigimos. Al pie de una casa contemplamos numerosas calas floridas. Por la carretera anduvimos unos metros y comenzamos a ver el embalse por nuestra derecha tras los árboles. En un punto donde se cruza una línea de alta tensión nos volvimos a desviar por un camino ascendente justo por debajo de los cables. Nos cruzamos allí con un par de moteros metiendo ruido con sus motos todoterreno. Tras bajar unos metros llegamos a la presa del embalse de Forcadas cuando eran las 12 del mediodía y tras 12 Km. andados.
En la presa vimos varios puestos de control de las compuertas y por debajo salía un buen chorro de agua a buena presión. De este pantano, que estaba al límite de su capacidad, se surte toda la comarca del Ferrol. Atravesamos la presa y continuamos por el asfalto unos 500 metros antes de llegar a Vilaboa, pueblo en el que tampoco llegamos a entrar ya que las señales nos desviaron por otra carretera. Al comienzo de la misma vimos un gran caserón con un hórreo antiguo cubierto de enredaderas. Echando la vista atrás pudimos ver una gran superficie del embalse de Forcadas.
No tardando alcanzamos la ermita de “Liñeiro” o “Da Fame e da Sede”, lugar de parada para la comida de los peregrinos que partían del Ferrol por la mañana. Eran las 12:35 horas y llevábamos unos 14 Km.
Al lado de la carretera se elevaba un enorme pino que competía en altura con los eucaliptos. Entre prados, fincas y sebes llegamos a la carretera de Vilarrube que atravesamos para continuar descendiendo entre más eucalipto hacia la carretera de Porto do Cabo que se empina hacia el valle con fuerte pendiente. Desde allí podemos contemplar una bonita vista del valle por el que transcurre la carretera por la que habíamos ido por la mañana a O Carballo. Unos metros andamos por el asfalto antes de desviarnos por un camino hacia Porto do Cabo en el que entramos a las 13:30 horas tras 17 Km recorridos.
Un letrero en un viejo edificio nos indica que fue un hospital de romeros. Unos metros más adelante vemos un puente de piedra medieval. Justo a su lado hay una casa donde preguntamos por una fuente. La amable vecina nos invita a pasar y coger agua en su casa, lo cual le agradecemos. El calor ya se hace notar casi como en época estival.
Por la carretera principal caminamos unos escasos metros y la atravesamos para emprender la fuerte subida de la cuesta de aro. Al comienzo de la misma vimos un pequeño recinto con gallinas y gallos. La pendiente ya se hace notar en el cuerpo y lo tomamos con calma. Los eucaliptos nos acompañan de nuevo, pero su sombra es muy rala. En sus troncos vemos numerosas marcas de diferentes pinturas señalando creemos algún tipo de propiedad. Encontramos luego unos verdes prados al lado de los cuales sigue el sendero subiendo. Nos lo tomamos con calma y tanto Jesús como yo vamos sacando fotos de todo ello. Como curiosidad apuntaré que llevaba una cámara idéntica a la mía.
Por encima de estos prados, en el Posto de Ferrar, nos encontramos con cuatro casas. Al lado de una de ellas había una mujer y un joven que nos indicaron que habían visto pasar a un hombre solo sobre las 13:15 horas. Por la descripción supusimos que era José Antonio y nos llevaba entonces una hora y cuarto.
Escasos 100 metros nos quedaban de subida antes de encontrarnos con otro curioso lugar. Se trataba de una antigua estructura de madera usada para el herraje de ganado o caballerías. Por carretera bajamos unos metros hasta llegar a Sisalde Menor donde, hablando con una vecina nos indicó las varias posibilidades para atravesar el pueblo y continuar la ruta hacia Veciñeira. Optamos por continuar recto y seguir la carretera en la que vimos una parada de bus. Al final del pueblo nos encontramos con un joven en un tractor que nos preguntó si íbamos a San Andrés de Teixido a echarle dinero al santo. Era tan cerrado su acento que nos costó entenderle lo que quería decirnos.
De nuevo en carretera se acentuó la pendiente de forma considerable. El sol le daba con todas sus fuerzas, las que ya me empezaban a faltar a mí. La ruta giró entonces hacia un camino entre el bosque que apenas si daba sombra. Por este anduvimos varios metros antes de regresar a la misma carretera que habíamos dejado. Por fin divisamos las primeras casas de Veciñeira al final de una cuesta abajo. En una panadería compró Jesús una barra de pan del día anterior, ya que los domingos no hacían pan. Bajo un tendejón vimos un viejo tractor ya en desuso. Preguntando a unos vecinos por un bar, nos indicaron que había una especie de tasca en el empalme con la carretera general que iba a Cedeira. Allí lo encontramos y cogimos unos refrescos fríos para la comida. Ya en la vía principal avanzamos por ella varios metros y nos desviamos por un camino hacia lo que creíamos que era la iglesia y que resultó ser una casa en construcción. A la poca sombra de una árbol nos acomodamos para comer cuando eran las cuatro de la tarde y tras 24 Km recorridos.
Como ya habíamos acordado, nos olvidamos del último tramo a San Andrés de Teixido para el que aun nos quedaban 12 Km con fuertes subidas y descensos y mucho asfalto. Además, desde allí a Cedeira había otros tantos y alguno de los adelantados tenía que irnos a recoger. Desde donde estábamos nos restaban solo cuatro por carretera.
Tras comer nos quedamos un rato traspuestos en la verde hierba. Alrededor de las cinco retomamos la marcha por la carretera con bastante circulación. No había en ella sombra alguna, pero iba bajando suavemente de continuo. En A Trave entramos en un bar a tomar otro refrigerio. Allí recibí la llamada de Javi que estaba con Luis ya en Cedeira tras haber hecho la ruta. Luego nos dijeron que el regreso desde San Andrés lo habían hecho en taxi. De José Antonio no sabían nada, por que variar.
Tras este pequeño relax retomamos el camino mientras pasábamos cerca de numerosos chalets con jardines floridos y setos recortados con curiosas formas. También en las cunetas florecían infinidad de especies. Poco a poco fuimos bajando y comenzamos a ver Cedeira y la ría. A las 18:15 horas entramos en este pueblo por una gran avenida. Álvaro y yo íbamos contrastando los podómetros con los puntos kilométricos para ver si coincidían, cosa que hacían casi a la perfección. A las 18:25 horas llegamos a la rotonda cercana al hostal donde vimos a Javi y a Luis esperando al autobús para subir a por los coches. El podómetro marcaba 28 Km.
Tras coger ellos el bus nos dirigimos al hostal para dejar las mochilas y demás. Luego salimos hacia la playa para dar un paseo. Nuestra intención era darnos un baño, pero desde hacía un rato se había levantado un ligero viento fresco que no invitaba precisamente al baño. De hecho, en la playa sí había personal, pero dentro del agua apenas unos pocos. Los pies sí los remojamos un poco, aunque yo iba con el catarro aún y no me apetecía mucho. Al final no tuve más remedio ya que en la playa desembocaban varios arroyos que no había forma de pasarlos si no era mojándose. Hacia la parte del paseo la arena formaba una especie de muralla con unas bonitas formaciones que asemejaban estratos de un gran cañón.
La incidencia del día ocurrió en ese momento. Recibí la llamada de Javi diciendo que se había olvidado las llaves del coche en el hostal. Nos pedía que se las recogiésemos y que fuésemos saliendo por la carretera a su encuentro. Mientras ellos tenían que subir andando a por el coche de Luis unos dos kilómetros y volver los 25 ó 30 desde O Carballo. Nos chafaron un poco los planes que teníamos para ver la puesta de sol en el mismo sitio del día antes, aunque luego la vimos incluso yo creo que mejor.
Regresamos entonces al hostal a por dichas llaves y emprendimos el paseo por una calle que salía de Cedeira hacia Ferrol. Dejamos atrás el pueblo y comenzamos a subir por el arcén de la carretera unos dos kilómetros desde el final del mismo. La vista desde allí era realmente espectacular. No tardamos en cruzarnos con ellos y les dimos las llaves para que de nuevo fuesen a por el coche de Javi. De José no sabíamos absolutamente nada. El móvil suyo estaba fuera de cobertura y no le localizábamos.
En vez de regresar por la carretera general, nos metimos por otras estrechas que bajaban directamente hacia la playa. Allí fue donde vimos una impresionante puesta de sol sobre el mar, aunque éste se metió antes tras uno de los montículos de la ría. Sacamos un buen número de fotos de este momento con el rojo sol ocultándose y dejando ese camino dorado sobre el agua. Eran las 21:20 horas.
En ese momento recibí una llamada de José que se cortó. Al instante le vimos venir por la playa hacia nosotros. Había vuelto también andando desde San Andrés. Por la playa regresamos a la pensión donde me di una ducha antes de salir a cenar al parque del día antes. Ya habían regresado Luis y Javi con los coches también. Durante la cena estuvimos opinando un poco sobre la ruta. En general nos pareció un poco “insulsa” aunque hubo quien despotricó bastante sobre ella. A mí también me pareció un tanto aburrida salvo algunos rincones y zonas específicas como las amplias praderas o alguna vista general durante ella. Yo me esperaba que fuese un poco más “aérea” y que se viese el mar, cosa que no vimos en ningún momento.
Tanto Luis como Javi habían acordado para el día siguiente hacer el cañón del Eume. El resto queríamos ver acantilados, que era lo que íbamos a ver realmente. Al final decidimos hacer caso a José de nuevo e irnos al norte y hacer algo por esa zona. Así quedó acordado antes de regresar al hostal. Cuando me acosté a las doce y media el podómetro marcaba 39 kilómetros.

LUNES 23 “VISITAS POR LA COSTA Y CAÑÓN DEL EUME”
A las 7:00 horas tocó de nuevo el reloj. La ría estaba cubierta por una suave bruma que le daba un aspecto un tanto misterioso. Antes de salir abonamos la estancia, 15 € por persona y día.
Con los coches emprendimos el viaje hacia el norte mientras íbamos subiendo y la niebla nos envolvía. Así llegamos al faro de Candelaria, a unos 12 Km de Cedeira. La niebla nos impedía ver los acantilados y solo por unos de los lados del faro pudimos ver un poco de paisaje. Estuvimos haciendo tiempo mientras algunos desayunábamos por ver si abría, pero no tuvimos suerte. Nos pusimos en marcha de nuevo y tras salir de la niebla lució un espléndido sol. Paramos entonces en unos peñascos desde los que contemplamos un gran mar de nubes sobre el Atlántico.
Sin más nos dirigimos entonces hacia San Andrés de Teixido donde José Antonio había propuesto hacer otra ruta. Al llegar lo encontramos envuelto de nuevo en niebla todo. Bajamos hasta la iglesia donde se venera al santo y a pesar de la hora temprana, las 10 de la mañana, estaba abierta. Como el paisaje era nulo y la ruta tampoco era muy costera, optamos por continuar el viaje hacia Cariño. Subimos de nuevo y salimos al radiante sol siguiendo la línea de costa. Yo iba con Javi en el coche al igual que Álvaro. Al llegar a un punto de esta carretera pudimos ver un impresionante paisaje en los acantilados. El mar de niebla cubría la superficie del mar y se pegaba a los riscos oyéndose por debajo el romper de las olas. Estuvimos esperando un rato por el otro coche que se retrasaba no sabíamos por qué. De nuevo juntos avanzamos hacia Cariño, pueblo costero que no tardamos en divisar desde lo alto. José Antonio quería ir hasta el cabo Ortigal donde teóricamente se divide el Cantábrico y el Atlántico. Pues bien, mientras nosotros nos desviamos por un camino, ellos continuaron por la carretera. Al final tuvimos que dar la vuelta, nos metimos por otro camino más adelante por el que nos dijeron ellos y resultó que venían de vuelta ya que no veían el final. Total que estábamos perdiendo la mañana sin ver nada decente.
Al final optamos por ir delante y bajamos a Cariño para coger directamente la carretera hacia Ferrol y Pontedeume para ver si podíamos ver al menos el cañón del Eume. Todavía recibimos la llamada de Luis para decirnos que José quería subir al cabo Ortigal desde el pueblo donde había una señal. Le dijimos que nosotros pasábamos ya de todo y que nos íbamos hacia el Eume. Así lo hicimos y tras atravesar Cariño nos encaminamos hacia Ferrol no tardando en verles detrás con el coche. Eran ya las once pasadas.
Tras varios kilómetros por carretera entramos en la autovía por la que habíamos llegado el sábado y que aún estaba en obras. Tuvimos muy cerca As Pontes de García Rodríguez y retrocedimos hacia As Neves donde giramos por una carretera particular que nos llevó a la central eléctrica de Eume. Allí nos preparamos un poco para hacer la ruta del cañón que Javi ya conocía.
A las 12:45 horas salimos de allí subiendo unas escaleras aledañas a los viejos edificios de la central. Al lado de ellas bajaba un arroyo secundario del río Eume. El primer tramo trascurre entre bosque y la senda sube haciendo zigzag empinados. Yo iba ya algo cansado tras la paliza del día anterior y con ayuda de los bastones iba avanzando. No era mucho el trozo que había que subir según Javi y así fue realmente. Enseguida se estabilizó el terreno y se allanó. Pocos metros después de alcanzar este punto nos encontramos con un antiguo canal siguiendo la ruta por el muro del mismo de apenas 30 cm de anchura.
Hay que puntualizar aquí que esta ruta no está señalada ya que no existe sendero como tal desde ese punto si no que el muro de este canal sirve en la mayoría del recorrido como base. Hay que decir también que hacia el canal hay poco más de un metro de caía pero hacia el cañón hay varios puntos en los que la caída es de unos cuantos metros en vertical. Alguien que padezca un poco de vértigo es imposible que la realice. Aún no teniéndolo hay que tener serenidad para caminar por esos 30 cm sin agarre alguno por los lados. Hay tramos en los que el canal se esconde bajo la montaña a través de túneles y entonces la ruta pasa por sendero con igual caída hacia el vacío que el canal.
Por detrás fuimos quedando Jesús y yo haciendo fotos del espectacular desfiladero que contemplábamos. Desde un determinado punto vimos el final del cañón donde se sitúa la presa del pantano. Así llegamos a un lugar donde ya estaba Javi de vuelta y donde el canal se había derruido teniendo que pasar por un estrecho paso de roca pegado a la pared vertical y con un buen desnivel de caída. Del mismo ya nos había hablado en varias ocasiones éste ya que esta ruta estuvo programada el pasado año en el club y no se llegó a realizar. Según nos había dicho, antes había una cuerda, pero estaba en tan mal estado que casi era preferible no tenerla. Yo desde luego no quise arriesgarme a pasar este tramo de unos 5 metros ya que además desde allí restaban pocos metros al final del cañón y la presa. Eran las 14:15 horas.
Retrocedimos entonces desde aquel punto por el mismo y único camino posible. Jesús se fue rezagando y Javi y yo continuamos solos adelante. Al resto les vimos poco después volviendo desde la presa. Ahora se veía el paisaje contrario ya que al ir tan pendientes del sendero no nos habíamos parado a mirar hacia atrás cuando íbamos. Le saqué algunas fotos a Javi en este tramo que fuimos descontando hacia la central. Más adelante nos cogió José Antonio y los tres juntos bajamos el trozo de bosque hasta llegar a los coches cuando eran las 15:30 horas y después de recorrer 8 Km.
Poco a poco fueron llegando todos y acordamos comer allí mismo sentados en las escaleras. Javi apostó a ver quien era capaz de pasar un puente colgante que había allí mismo sobre el río. Nadie salió voluntario, y con razón. Solo quedaba la estructura metálica sujeta eso sí por dos fuertes cables que a simple vista no parecía probable que rompiesen.
Tras la comida emprendimos el viaje de nuevo, esta vez hacia Pontedeume. Paramos a tomar café en un bar de As Neves y retomamos la marcha hacia esta población que atravesamos por un largo puente sobre la ría. Nos dirigimos entonces hacia el monasterio de Caaveiro, a 12 Km de allí. Siguiendo el mismo río Eume que forma las Fragas o riberas en su recorrido, transitamos los mismos por una estrecha carretera hasta llegar al final de la misma donde aparcamos. Un camino enlosado de pizarra nos subió unos metros hasta el monasterio. Por desgracia lo encontramos cerrado por obras y solo es accesible los festivos y fines de semana. Allí estaban los obreros rehabilitando el entorno del mismo. No lejos vimos los restos del antiguo molino de moler trigo por los que anduvimos un rato.
Desde la central eléctrica a este punto hay unos 30 Km por carretera, mientras que siguiendo la senda que parte desde allí mismo puede haber unos cuatro o cinco. De hecho, la ruta del cañón del Eume comienza en este punto donde estábamos y no en la central que es intermedio.
Tras andar por allí un rato nos pusimos ya de regreso hacia Pontedeume. Paramos al lado de un puente colgante para ver el río y las fragas. Habíamos visto que había otro puente más adelante pero no sabíamos a qué distancia, por lo que desistimos de caminar hacia él por la margen contraria por la que iba una senda. Además, ya no era pronto para emprender el regreso a León. Pues bien, Javi le dijo a José que fuese, que solo había un kilómetro, y como siempre, sin pensarlo marchó sin contar con nadie. Cuando con los coches fuimos avanzando y vimos que el otro puente no aparecía ya me empecé a mosquear en serio. Al final se encontraba a cinco kilómetros del otro. Con el móvil quisimos decirle que diese la vuelta, pero no tenía cobertura, por no variar. Volvimos con el coche de Javi mirando a ver si le veíamos en el sendero del margen contrario sin suerte alguna. Tampoco había regresado al primer puente. Al final con un buen mosqueo regresamos al segundo puente donde acababa de llegar corriendo. A punto estuvimos de dejarle allí con Javi y que viniese cuando fuera desde La Coruña. Perdimos media hora por su tontería.
Tras despedirnos de Javi, que volvía a La Coruña donde estaba su mujer y más familia, nos pusimos por fin en marcha a las siete de la tarde. El cuentakilómetros del coche de Luis marcaba 641 Km, por lo que habíamos andado por Galicia un total de 290 Km. De ellos pondremos unos 60 por el olvido de las llaves de Javi.
Sin más retrasos llegamos a Pontedeume donde cogimos la autovía hacia Betanzos enlazando luego, tras pasar un par de peajes, con la A-6 de La Coruña con dirección a León. Yo fui calculando un poco la velocidad media cada hora y salimos a 100 Km en el total del viaje. Al llegar a Piedrafita do Cebreiro nos desviamos para echar gasolina y estirar las piernas un momento.
Sin más retrasos avanzamos por dicha autovía entrando en la provincia leonesa y dejando atrás Ponferrada y Astorga donde no abandonamos la vía rápida y continuamos por la de peaje a León. Por la ronda sur llegamos a la salida de Villacedré y en pocos minutos llegamos a Armunia donde yo terminaba el viaje. Eran las 22:15 horas y habíamos recorrido un total de 973 Km, 331 desde las Fragas de Eume. Aquí hicimos cuentas de la salida y me despedí de los compañeros.
En conjunto no puedo decir que saliese mal la cosa, pero en próximas ocasiones hay que estudiar más a fondo las rutas y los planes a seguir durante las jornadas de que se dispongan. Hay que evitar tanta improvisación y pérdida de tiempo máxime cuando son viajes de muchos kilómetros que no se hacen cualquier día.











































lunes, 2 de abril de 2007

AGUASALIO Y LA RASA (Barniedo de la Reina) 01-04-07

 


1ª ASCENSIÓN A LOS PICOS “AGUASALIO” Y “LA RASA”.

01-04-07              (Domingo)

Una vez más no pudimos alcanzar el objetivo marcado, que no era otro que el pico Murcia, por causas que más adelante apuntaré. En cambio sí disfrutamos de una grata jornada en la que algunos alcanzaron una cumbre y otros agregamos una segunda.
Como digo, el objetivo principal de esta excursión era la ascensión al pico Murcia situado en el límite provincial de León y Palencia en la zona de San Glorio más o menos. Para la misma estábamos apuntadas nada menos que 12 personas, varias de ellas externas al club Cumbres de León y amigas de los socios. Del club de montaña íbamos los siguientes socios: Javi F., Corín, Ramón, Luis, José A., Piedad, Vicente y yo. Aparte nos acompañaron unas amigas de Piedad y otra de Luis cuyos nombres eran: Marisa, Emilia, Susana y Nati.
De Guzmán salimos a las 8:00 horas en los coches de Luis y el mío por la nacional hacia Mansilla donde nos desviamos en el nuevo cruce con paso interior hacia Cistierna. Pasado éste nos esperaban Ramón, Javi y Corín en otro coche y continuamos sin más hacia Riaño y posteriormente a Barniedo. En este último tramo de carretera nos encontramos con trozos algo helados donde redujimos la velocidad. Ya en el pueblo aparcamos los coches en una pradera cargada de nieve y nos preparamos para la marcha.
A las 10:00 horas emprendimos la marcha atravesando el pueblo por sus blancas calles. Al llegar a una plaza con una fuente cercana al río Valponguero preguntamos a unos vecinos por el itinerario que nos metiese en el valle del mismo nombre. Salimos de Barniedo de la Reina, (1136 m), por un camino paralelo a dicho río dejando éste a la izquierda. Desde el mismo pueblo comenzamos a disfrutar de un pasaje realmente espectacular. La nieve lo cubría todo y las ramas de los árboles aparecían completamente cargadas por la misma. Sin duda alguna era una auténtica estampa invernal e incluso navideña. Poco a poco fuimos avanzando y nos metiéndonos de lleno en el valle de Valponguero. Según nos habían indicado, teníamos que llegar a las segundas cabañas y desde ellas dirigirnos directamente a la cumbre, pero no antes de cuatro horas según ellos.
Yo iba el último ya que no dejaba de sacar fotos de aquella maravilla visual. Por su parte, Nati solo iba con intención de dar un paseo e iba tranquilamente a su paso hasta donde le pareciese y luego dar la vuelta. No tardé en llegar a una bifurcación siguiendo hacia arriba por donde continuaban las numerosas huellas. Ahora puedo decir que fue allí donde cometimos el error que nos costó alcanzar la cumbre del pico Murcia. Realmente había que haber seguido por el camino de la parte baja del valle y no habernos desviado hacia arriba. Como dato apuntaré que en dicho cruce había una señal de prohibición para circular vehículos que no fuesen agrícolas.
Por aquel camino comenzamos a subir un poco más notoriamente aunque se avanzaba cómodamente. Poco después nos metimos en la sombra de la misma ladera por la que íbamos subiendo encontrándonos entre escobas cargadas de nieve. El camino era ancho y bien delimitado, por lo que no cabía posibilidad de pérdida. Por la derecha cruzaban algunos arroyos que bajaban ladera abajo al encuentro del río principal. Más arriba cambiamos el matorral por la arboleda, que igualmente se mostraba con una belleza extraordinaria a la luz del radiante sol que aún lucía. En el bosque podían verse numerosos troncos retorcidos cargados de nieve.
Sin darnos cuenta el camino nos fue metiendo en una vaguada que nos separaba del arroyo principal. Fue allí cuando nos dimos cuenta del error cometido al no seguir el camino de la parte baja. La mayoría iba por delante y no se enteraron. Al final del camino aquel nos encontramos con un corral donde nos reunimos todos de nuevo y comentamos las posibilidades. Estábamos en la vaguada del arroyo Manganeves y ya muy metidos en ella. Bajar al arroyo principal de nuevo suponía perder bastante altitud y de retroceder ya ni hablamos. Delante teníamos todo este valle secundario con dos ramas al final del mismo y unas cumbres un tanto irregulares para subir. También podíamos subir por la ladera derecha, pero nos separaba aún más del rumbo que llevábamos. Eran las 11:30 horas.
Al final decidimos seguir por el medio del valle aquel hacia uno de los ramales que se dividían al final del mismo. Para ello tuvimos que perder unos metros hasta llegar a un pequeño refugio de piedra bastante nuevo por lo que se podía ver. Estaba cerrado y del tejado colgaban unos chupiteles de hielo formando una bonita estampa. Continuamos sin seguir senda alguna por el medio de un manto de nieve de unos 30 cm aunque había tramos donde se acumulaban unos cuantos más. Tuvimos que atravesar el arroyo antes de comenzar a subir por uno de los arroyos que bordeaban los peñascos, encima de los cuales vimos un grupo de rebecos encaramados.
Tras hacer una breve parada donde algunos tomaron un tentempié retomamos la marcha por una estrecha vaguada de pendiente considerable donde se acumulaba aún mas nieve. Por el sureste comenzaban a verse negros nubarrones que no nos gustaban nada por su aspecto. Pasando este tramo se volvió a ensanchar el valle y vimos algo a nuestra derecha la cumbre de La Rasa cuyo cordal se cerraba en torno a nosotros por el frente y la izquierda con las cumbres rocosas que estábamos rodeando.
Yo seguía de los últimos mientras por delante iba Luis abriendo camino. Siguiéndole a él fuimos ganando altura por la ladera del alto de Aguasalio sorteando los escasos matorrales que por allí vimos. Estábamos a una altura de unos 1800 metros y echando la vista atrás ya podíamos ver algunas cumbres de la zona de Riaño. No tardamos en alcanzar una collada desde la que tuvimos una impresionante vista del cercano Espigüete, ya en Palencia, con su cumbre cubierta por las nubes. Al contrario de lo que en principio creí, y que incluso deje erróneamente grabado con la cámara, no estábamos en el límite provincial, pasando esté por la misma ladera del Espigüete y del Pico Murcia. Eran las 14:00 horas y estábamos a unos 1950 metros de altitud.
Desde aquella collada retomamos la marcha por la ladera del alto de Aguasalio y en escasos minutos nos situamos en su cumbre de 2100 metros. Eran las 14:20 horas. Desde allí comprobamos lo que aún nos quedaba para la cumbre del pico Murcia situada tras varios picachos y colladas más. No le calculábamos menos de dos horas y media alcanzar dicha cumbre por lo menos. Además a ratos su cima quedaba oculta tras la niebla. Tampoco el cresteo hasta ella parecía cómodo por los altos de la Hoya de Martín Vaquero donde la nieve moteaba los escarpados riscos. Tras dilucidar las diferentes opciones optamos al fin por abandonar el intento de hacer dicha cumbre y como opción comentamos la de subir a La Rasa.
Tras hacernos unas fotos en esta cima, en la que no había ni buzón ni hito alguno, emprendimos el descenso. En el último momento se me ocurrió dejar una tarjeta en un bote entre unas piedras. Y sobre las 15:00 horas me encaminé hacia la parte baja siguiendo al resto. Al llegar de nuevo a la collada fue donde dividimos el grupo. Salvo Susana, José Antonio y yo, nadie se decidió a subir a La Rasa, por lo que los tres solos comenzamos el cresteo hacia ella. Lo que parecía un corto trayecto se convirtió en una travesía de dos horas hasta la cima. Entre las dos cumbres encontramos numerosos picachos, como el alto de Los Bildares, que sorteamos tanto por encima como lateralmente. En algunos tramos había hielo y tuvimos que extremar la precaución ya que llevábamos crampones pero no nos hicieron falta al final. En otras ocasiones pasamos entre grandes rocas donde la nieve tapaba los huecos entre ellas con el peligro de meter la pierna y hacernos daño.
El último tramo hacia la cumbre se empinó un poco pero al fin alcanzamos la misma cuando eran las cinco de la tarde. En ésta sí había hito y un bonito buzón con forma de casa del que recogimos una tarjeta helada dejada en octubre pasado por el club “Peña Torquilla” de Guardo. Como ya iba siendo hora, nos acomodamos para comer en torno al hito. Desde aquella altitud de 2090 m veíamos todo el cordal por el que habíamos pasado desde el Aguasalio así como el Espigüete completamente despejado de nubes. En el Murcia sí continuaban cerradas las nieblas.
Por la parte este teníamos la cumbre del pico Arbillos y al oeste aparecía una cola del pantano de Riaño con el viaducto e incluso un poco del pueblo. Eran numerosas las cimas que podíamos ver desde allí entre ellas las de Peña Corada o el pico Moro, La Pintas, Yordas, así como varias cumbres de Picos de Europa.
Una media hora después de llegar comenzamos a descender por la ladera noroeste hacia Barniedo que también veíamos en el valle. La nieve se acumulaba en la misma y había trozos en los que medía mas de un metro el espesor. Según bajábamos se fueron abriendo un poco las nubes hacia el norte apareciendo claramente las cimas de Peña Santa o la Torre del Friero. Por delante de ellas teníamos las Corcadas, el Cabanceda o más cercano el pico Redondo. Por la derecha salía el Murcia y más alejado peña Prieta.
Bajando aquel tramo recibí las llamadas de Luis y de Javi para decirme que ellos marchaban ya desde Barniedo y que ya quedaríamos para recoger las cosas que tenían en mi coche. José Antonio iba estudiando la mejor ruta para bajar ya que en una loma de la izquierda se veía una pista, pero había vaguadas hasta ella. Al final fuimos bajando directamente por la que íbamos y así nos metimos de lleno en un hayedo bastante despejado de maleza por el que no se bajaba mal. Nos cruzamos un par de caminos cargados de nieve cuya dirección no nos convencía, por lo que optamos por seguir bosque abajo. De pronto nubló el sol y comenzó a nevar mas o menos copiosamente. Ya arriba pasando hacia La Rasa se habían escapado algunos copos sueltos.
Como ya he apuntado en más ocasiones, uno de los paisajes que más me gustan son los bosques, por lo que este tramo lo disfruté realmente. Por el mismo transcurrían varios arroyos en los que vimos algunas pequeñas cascadas. José iba por delante marcando el camino y yo iba cerrando. Susana caía a cada paso en la nieve y tenía ya ganas de salir de allí. Lo cierto es que tardamos una hora en bajar aquel trozo de bosque hasta dejarlo atrás.
Ya fuera de él dimos con un camino medio perdido y también lleno de nieve. Cerca de él había algunos pinares y por debajo praderías cerca del arroyo. José Antonio nos avisó que no metiéramos ruido ya que había visto un zorro por debajo. Luego le vimos nosotros por una senda al otro lado del arroyo.
El camino seguía la forma de la ladera serpenteando por la misma y así enlazamos con otro más limpio por el que transcurría la ruta entre Barniedo de la Reina y Valverde de la Sierra marcada como PR-LE 54. El pueblo ya estaba cerca y poco antes de llegar recibí la llamada de mi hermana para saber sobre que hora llegaría. Como apenas tenía batería no pude hablar casi con ella.
A las 20:05 horas entramos en Barniedo por un camino que enlazó con el que habíamos salido por la mañana. Hacia tras contemplamos una bonita vista de La Rasa con su cumbre iluminada por el sol del atardecer. Nos hicimos unas fotos con ella de fondo. En la ladera podíamos incluso ver el rastro que habíamos dejado bajando por la nieve y con el zoom de la cámara saqué una nítida foto del mismo. Por las calles ahora limpias de nieve llegamos a la furgoneta cuando eran las 20:15 horas.
Con ella nos acercamos hasta el bar “Niedo”, en la carretera, donde tomamos un café y aproveché para cambiarme la ropa húmeda, ya que con el catarro que aún tengo podía amarrar una buena. Cuando salimos pudimos ver de nuevo la cima de La Rasa ahora iluminada por un sol rojizo formando una postal de gran belleza.
Sin más emprendimos el regreso a León ya cerca de las nueve de la tarde. La carretera estaba también limpia de nieve y hielo por lo que circulamos con comodidad. Poco antes de llegar a la presa del pantano nos encontramos con un animal muerto en medio de la carretera y no me dio tiempo a esquivarlo pasando por encima de él. Debía de ser un pequeño cervato o algo parecido.
Sin novedades nos metimos en el valle del Esla dejando atrás Cistierna y avanzando por el trayecto entre éste y Mansilla que siempre se me hace eterno. Poco antes de llegar a León me llamó de nuevo mi hermana y se me cortó la llamada por falta de batería. Con el de Susana la llamé yo y quedamos en Guzmán donde no tardamos en llegar nosotros cuando eran las 22:30 horas.
Finalizamos así otra actividad del club truncada por diferentes circunstancias pero con resultado bastante aceptable. Lo “malo” es que por detrás nos están quedando varias de las programadas: El pico “Lago”, la travesía de “Cofiñal-Tronisco” y ahora el pico “Murcia”. A ver si comenzamos a tener un poco más de suerte en ese sentido y vamos cumpliendo con lo programado a partir de ahora. Ah¡ esta es mi excursión número 300 en 21 años y medio que llevo saliendo.