lunes, 26 de julio de 2010

BRAÑAS DE LA SEITA Y ZARAMEO (Cuevas del Sil) - 25-07-10

 

1ª TRAVESÍA “CUEVAS DEL SIL – BRAÑAS DE LA SEITA – BRAÑAS DE ZARAMEO”.

25-07-10       (Domingo)

De nuevo hemos suspendido una actividad programada por el club de montaña, esta vez por falta de participantes. Dentro del calendario estaba prevista una travesía desde Oriñón a Laredo, en Cantabria, una ruta costera con tramos de montaña y algo de playa. Como apunto, la falta de participantes nos la hizo suspender y en su lugar improvisamos esta ruta de solo un día en la zona del Sil.
Seis fuimos los que realizamos esta excursión: Adelino, Roberto, Álvaro, Mª Jesús, José Antonio y yo. Tras recoger a Mª Jesús nos dirigimos hacia Guzmán donde nos reunimos con el resto. En mi coche y el de Adelino emprendimos el viaje pasadas las 8:30 horas. En La Magdalena nos metimos hacia Omaña encontrándonos la carretera cortada en Los Bayos cuyas obras ya duran años. Eso nos hizo dar un buen rodeo hacia Cabrillanes para proseguir luego a Villablino. Atravesamos éste y salimos por la carretera de Ponferrada en la que, a pocos kilómetros, se encuentra Cuevas del Sil, 886 m.
En este pueblo, tras preguntar a algunos vecinos, nos indicaron un lugar donde dejar los coches cerca del apeadero del ferrocarril. Aquí, paralelos a la vía estrecha, aparcamos los dos vehículos en un camino sin salida. Nos preparamos para la ruta que comenzaba allí mismo al lado del paso a nivel. Ya eran las 10:50 horas cuando nos pusimos en marcha por aquel camino que comenzaba subiendo suavemente y que enseguida nos situó en medio de huertas plagadas de hortalizas realmente exuberantes.
Paseamos un rato entre ellas mientras nos íbamos metiendo en el valle del Reguero de La Seita. En un prado cercano encontramos un viejo tractor en el que nos sacamos unas fotos. Álvaro ya tiene unas cuantas en varios vehículos de ese tipo y un rato tengo que recopilarlas. Nos metimos de lleno en el valle y la arboleda comenzó a aliviarnos el calor sofocante que ya sufríamos. La pendiente se hizo visible y rebajamos la velocidad. El arroyo bajaba por nuestra izquierda varios metros por debajo. En la ladera contraria se podían ver algunas afiladas agujas en zonas de riscos.
Nos dejó atrás un todoterreno y enseguida atravesamos un regato que cruzaba el camino. Nos metimos después en una zona de helechos de grandes hojas y verdor destacable. Así llegamos a un estrecho puente de madera que cruzaba sobre el río evitando el paso de peatones por el camino ancho que en ese punto era atravesado por el mismo arroyo. En este puente nos sacamos unas fotos de grupo, todos salvo José Antonio, que se había ido a investigar por un ramal lateral que salía poco antes.
Enseguida divisamos las brañas de La Seita a pocos metros de nosotros y cuando eran las doce del mediodía llegamos a ellas. Encontramos varias edificaciones de piedra y pizarra, muchas de ellas en buen estado y restauradas. Nos metimos en el pórtico de una y nos sentamos a descansar un rato y comer un pequeño bocado. Allí estábamos a unos 1200 metros de altitud y se podían divisar las brañas de Zarameo al final del valle a unos 400 metros por encima de éstas. Tras unos minutos allí llegó José Antonio por la parte alta. Nos pusimos en marcha atravesando entre los edificios y llegamos a la fuente donde cargamos agua ya que algunos no llevábamos. Al lado de la fuente caía otro chorro y vimos un hueco de piedras, la fresquera, utilizado antiguamente como nevera. Estando allí llegó el matrimonio dueño de la casa cercana y precisamente nos dijo la señora que seguía utilizando ese hueco para conservar algunos alimentos durante la estancia allí. Nos invitó a tomar un café a la vuelta si estaban aún en casa.
A las 12:40 horas emprendimos de nuevo la caminata hacia las siguientes brañas. El camino se inclinó entre prados regados por arroyos que bajaban por la ladera izquierda. En uno de ellos vimos regando al joven que había subido en el todoterreno. Dejamos atrás estas praderías y nos metimos entre arboleda que agradecimos. Encontramos varios acebos y comenzamos a ver en la loma contraria los oscuros tejos destacando en el bosque. Atravesamos algunos helechales y dimos varios zigzag antes de divisar las brañas escasos metros por encima. En las mismas vimos varias personas y vehículos.
El camino entonces tomó rumbo al alto de la loma en dirección contraria mientras un sendero continuaba hacia las brañas. En medio del mismo nos encontramos un rebaño de vacas entre las cuales pasamos. A las 13:50 horas llegamos a las Brañas de Zarameo situadas a una altitud de unos 1600 metros. Allí nos encontramos varias familias que habían subido a pasar el día o el fin de semana completo en las numerosas cabañas del recinto. Había unas cuantas en buen estado, pero también muchas en ruinas o en restauración. El acceso a ellas con vehículo todoterreno se hace por una pista desde Matalavilla. Preguntado por el acceso a la braña de La Degollada cada uno nos daba una opinión diferente. Mientras unos decían que no tenía pérdida alguna, otros apuntaban que el sendero se extraviaba y que estaban lejos.
En principio teníamos pensado comer allí, pero con tanto personal decidimos seguir para adelante y llegar a un refugio situado un kilómetro camino arriba. Hacia él salimos tras pocos minutos en aquel paraje. Al igual que en las anteriores, un cartel de madera indicaba el nombre de las brañas a la entrada de las mismas. El camino subía suavemente sin sombra alguna que nos refugiara del sol abrasador. Tras dar una curva cerrada comenzamos a bajar y enseguida divisamos el refugio a unos 500 metros.
A las 14:25 horas llegamos al mismo viendo que se trataba de una reciente edificación circular de pared de piedra y techo de pizarra exterior y madera interior. Tenía unos 5 metros de diámetro con una puerta, dos pequeñas ventanas y chimenea de leña. Por debajo pasaba la pista y por encima subía un bosque cuya sombra aprovechamos para sentarnos a comer cómodamente. Tras ello nos tumbamos a dormir la siesta o descansar tranquilamente sin prisa. Mª Jesús quería hacer algo más y decidió seguir por la pista hacia la collada que da paso a las otras brañas y desde la que se sube al pico Cuerno del Sil, cuya cumbre era visible casi desde allí y con una altitud de 1928 metros. De haber madrugado más y no haber cogido aquel calor hubiésemos subido todos. Ella sí lo hizo mientras nosotros estábamos allí relajados. Había quedado que bajaría a las cinco, pero llegó esa hora y no estaba allí. Por el móvil nos dijo que estaba bajando del pico y que nos cogería de camino.
A las 17:20 horas emprendimos el regreso nosotros. Desde la pista eran visibles a la vez el Cueto Arbás, Miro de Tejedo, Cornón y Muxiven entre otros. Antes de llegar a las brañas de Zarameo divisamos también las de La Seita en el fondo del valle. Al encuentro nuestro salió uno de los hombres que estaban en las mismas y nos indicó el sendero que bajaba por el medio del bosque para no volver por el mismo camino. Mientras José Antonio y Mª Jesús quedaban de charla con él, el resto emprendimos el descenso por el mismo atravesando unos prados y siguiendo las indicaciones que nos había dado en los desvíos que encontramos. Así nos metimos enseguida en medio del bonito bosque en el que vimos numerosos árboles de troncos retorcidos y formas caprichosas. Cómo ya he apuntado más veces, no me quedo con las especies, pero sí distinguimos algunos tejos y acebos así como bastante helecho. Los líquenes y el musgo cubría muchos de ellos dándoles un aire místico. En el tronco de uno de ellos nos sacamos una foto subidos en él.
Estábamos parados en medio de la arboleda cortando un recto palo de avellano cuando vimos pasar a los dos compañeros por encima de nosotros en un tramo donde habíamos dado una curva cerrada. Decidimos escondernos y dejarlos pasar para seguirles, así que subimos unos metros entre la maleza y nos ocultamos. Pues bien, inexplicablemente, y tras más de cinco minutos de espera, no aparecieron. Bajamos de nuevo al sendero pensando dónde se habrían metido. Al poco los vemos venir y echamos a correr para hacer lo mismo más adelante, pero vieron a Álvaro que iba detrás. Decidí entonces esconderme yo y el resto les dijo que no sabían nada de mí desde hacía un rato. Cuando pasaron les comencé a seguir viendo como miraban hacia atrás a ver si llegaba.
El sendero descendía bruscamente y enlazamos al final con el camino de ascenso. Por él seguimos bajando y decidí entonces alcanzarles aprovechando que habían parado para no bajar yo solo todo el resto del camino. No se supo cómo me habían dejado atrás.
Ya juntos retomamos la marcha mientras el sol seguía pegando fuerte a esa hora, las siete de la tarde. Enseguida divisamos las brañas por debajo de nosotros. Hasta ellas se baja bruscamente y en diez minutos estábamos entrando en las mismas. Allí mismo encontramos la fuente en la que nos refrescamos y cargamos agua. En la casa del matrimonio no había nadie, aunque tenían el coche. Nos quedamos sin café..............
Retomamos la marcha sin más atravesando entre las cabañas. En una de ellas ya se había acoplado José Antonio con algunas personas que estaban fuera. Nosotros pasamos por debajo y salimos del paraje a las 19:30 horas. Enseguida llegamos al puente de madera, aunque esta vez algunos atravesamos el arroyo por unas piedras en el camino, por variar. Por última vez, y echando la vista atrás, divisamos aún las brañas de Zarameo en lo alto del valle.
Ahora la sombra era constante y se agradecía. Pasamos entre helechales y dejamos atrás algunas entradas a prados. Ahora los riscos de la parte contraria se iluminaban con la luz amarillenta del atardecer. En medio del camino vimos una roca que había caído hacía poco, pero no supimos de que lado a pesar de las indagaciones del “CSI LEÓN”. No tardamos en llegar al prado donde estaba el tractor. De frente destacaba Peña Negra, una cumbre situada encima de Mataotero, o La Peñona, encima de Cuevas del Sil.
Entramos entre las huertas que no dejaron de maravillarme una vez más por su esplendor. En ellas se veían pimientos, patatas, berza, judías, etc, etc. Todo ello alineado y cuidado al extremo. Tras una curva cerrada hicimos el último descenso hasta terminar en el paso a nivel donde teníamos los coches. Eran las 20:20 horas.
Nos cambiamos tranquilamente esperando por el rezagado que llegó 25 minutos más tarde. Además se metió entre la maleza y le costó salir de allí sin tener que dar la vuelta por el camino. Estaba cerrado de arbustos y además había un salto que no podía sortear. Después de unos minutos lo consiguió.
Emprendimos el regreso a las 20:50 horas. En el pueblo no hay bar y decidimos parar de camino. Atravesamos Villablino y paramos al llegar a Piedrafita de Babia. Allí nos acomodamos en la terraza de un bar a tomar un refrigerio. Se estaba de maravilla pero tuvimos que retomar el regreso ya a las 22:00 horas. Antes de llegar al desvío de San Emiliano hice una breve parada para sacar una bonita foto de la luna llena sobre las cumbres y el cielo morado del crepúsculo.
Por la mañana habíamos ido por Omaña, pero al encontrarnos las obras decidimos volver por Babia. Entramos en la autopista para salvar el tramo del pantano de Luna y salimos de ella en La Magdalena. Sin novedades recorrimos los últimos kilómetros por la carretera hasta entrar en León pasadas las 23:15 horas. Dejé a José Antonio y luego a Mª Jesús llegando a casa sobre las 23:30 horas.
Finalizamos esta improvisada ruta de bonitos paisajes que ya bajando decidimos que podía ser ideal como marcha nocturna. La única pega de este día fue el no haber madrugado más y haber podido subir a la cumbre sin sufrir los efectos del sol. Para repetir.
















lunes, 12 de julio de 2010

LAGUNAS DE BAUCÍN - ARCOS DE AGUA Y PEÑA CEFERA (Fasgar) 11-07-10

 


1ª TRAVESÍA “LAS LAGUNAS DE BAUCÍN”. 2ª ASCENSIÓN AL “ARCOS DE AGUA” Y 1º ASCENSIÓN A “PEÑA CEFERA”.

11-07-10           (Domingo)

A una semana de la última excursión, y tras aplazar la programada a La Palanca en Picos de Europa, hemos vuelto al Valle Gordo para subir a las lagunas de Baucín y ampliarlo con la ascensión al Arcos de Agua y Peña Cefera. Pendiente desde el mes de enero, donde la nieve nos impidió alcanzar el objetivo, en esta ocasión no tuvimos obstáculo alguno para llegar a estos tres puntos. En vez de hacerlo desde Vegapujín, lo hicimos ahora desde Fasgar.
Siete nos animamos para hacer esta ruta: Álvaro, Mª Jesús, José Antonio, Esteban, Alejandro, Luisa y yo. Con Luisa habíamos coincidido en la pasada excursión a La Conia y nos llamó para unirse a nosotros en ésta. Recogí a Mª Jesús y nos dirigimos hacia Guzmán donde nos reunimos con el resto de compañeros. A las 7:30 horas salimos de León por la carretera de Caboalles hacia Fasgar, último pueblo del Valle Gordo. En Riello paramos a comprar pan y continuamos hacia dicha localidad a la que llegamos a las 9:10 horas.
En la plaza del pueblo aparcamos el coche de Álvaro y el mío y delante de la fuente nos sacamos una foto de grupo. Con el cielo completamente despejado emprendimos la marcha a las 9:20 horas saliendo de Fasgar, 1340 m, por el camino que sube hacia la Collada de Ocidiello y el Campo de Santiago. Pasamos al lado de la ermita con una amplia vista del pueblo bajo nosotros y dejamos atrás un depósito de agua. Tras unos pocos metros recorridos por esta pista la hemos abandonado para coger un antiguo camino a la cantera que nos salía por la izquierda. Este camino lo han desbrozado hace un par de años, según nos comentó José Antonio, guía de esta ruta.
Entre vegetación fuimos ascendiendo por el mismo encontrando tramos embarrados por algunos arroyos que lo cruzaban. A través de los claros en la arboleda veíamos las cabeceras del valle y la pista que habíamos abandonado anteriormente. Asimismo comenzamos a divisar la cumbre del Tambarón al fondo de una de las vallinas.
Tras un buen rato subiendo por este camino salimos a cielo abierto y éste se difuminaba en la pradera hasta casi perderse. Ascendimos por una pendiente ladera y fuimos girando hacia la izquierda con dirección a unos peñascos en los que se emplazaba la cantera. Éstos son un buen punto de referencia para alguien que no conozca la ruta y que en este lugar se pueda despistar. Poco antes de los mismos se retoma el camino marcado entre vegetación espesa bajo la cual había que agacharse. Pasamos enseguida al lado de la antigua cantera donde se veían los peñascos desmoronados. No tardamos en meternos en un bonito bosque de hayas con una hierba ondulada que formaba un gran manto en el suelo. Allí nos tumbamos unos minutos e hicimos alguna foto de grupo. Eran las 10:20 horas.
Retomamos la marcha y salimos de la arboleda hacia unas praderas atravesadas por una alambrada bajo la cual pasamos. Nos encontrábamos ahora en medio de la loma que divide los valles que bajan a Vegapujín y a Fasgar. Por encima se veía más bosque y más arriba la cima que equivocamos con Peña Cefera y que resultó ser la primera cumbre del Arcos de Agua.
Entramos a este bosque en el que pudimos disfrutar de más rincones de gran belleza iluminados por el sol que se colaba entre el ramaje. El sendero transcurría por el mismo a veces paralelo a la alambrada y otras casi invisible. Fue en uno de esos puntos donde apenas se divisaba donde hicimos una parada mientras José Antonio se adelantaba en su busca. Allí le esperamos un buen rato hasta que, como no aparecía, retomamos la marcha por donde mejor nos pareció. No tardamos en verle por encima y hacia allí nos dirigimos para meternos al sendero que poco a poco abandonaba el bosque.
Entre matorral bajo y a pleno sol continuamos avanzando hacia la cresta encontrando unos hoyos con piedras por las que subimos. Poco a poco fue apareciendo otra cumbre más al Este y entonces fue cuando comenzamos a verlo un poco más claro. Esto se confirmó al ver por primera vez algunas de las Lagunas de Baucín, situadas en medio de las dos faldas de las cumbres y a una altura media de unos 1900 metros. No tardamos en alcanzar otro alto desde el cual divisamos una más. Eran las 11:30 horas.
Por encima de ella nos detuvimos unos minutos y algunos comieron un bocado. Decidimos, ya de estar allí, ascender al Arcos de Agua. Lo previsto eran las lagunas y la Peña Cefera, pero teníamos más cerca esta otra cumbre y el paso entre ellas era más fácil luego al ser mas baja Peña Cefera. La pendiente que teníamos delante no era muy larga, pero de fuerte inclinación. Algunos entramos en otro pedrero de grandes losas por las que se subía más o menos cómodamente. Tras él salimos a la ladera de matorral por la que subimos haciendo zigzag evitando la exagerada inclinación que tenía.
A las 12:20 horas alcanzamos la cresta teniendo a la vista el valle del río Boeza que baja desde el Campo de Santiago a Colinas del Campo de Martín Moro Toledano, por cierto, el pueblo con el nombre más largo de España. Por la loma pedregosa continuamos la subida hacia la cima que se veía cercana, aunque al alcanzar la misma comprobamos que aún nos quedaba un tramo más hasta certera. Por la izquierda caían paredes verticales hacia las hondonadas donde se encontraban las lagunas.
A las 12:45 horas llegamos a la verdadera cumbre del Arcos de Agua, 2058 metros. En la misma había un monolito de piedras entre las cuales encontramos un bote con una tarjeta dentro. La vista era espectacular en varios kilómetros a la redonda. Cumbres tan alejadas como el Teleno, Trevinca, Ubiña, Brañacaballo, Peña Corada e incluso Peña Santa eran visibles desde aquella atalaya. También otras mucho más cercanas como el Catoute, Valdeiglesias, Peña Rebeza, Tambarón, Suspirón o La Campona. Por debajo de nosotros teníamos los valles de Boeza, Cascaro, y los que bajaban a Fasgar o Vegapujín. Saqué varias fotos panorámicas y en el bote dejamos nuestra tarjeta recogiendo la que había. También nos acercamos hasta el extremo sur de la cumbre. De regreso a la cima nos sacamos la foto de grupo, todos menos José Antonio, que tenía mucha prisa y ya estaba bajando hacia el collado anterior a Peña Cefera.
Emprendimos el descenso a las 13:40 horas hacia este collado por una pronunciada pendiente de esta vertiente. En pocos minutos llegamos al mismo comenzando la subida hacia Peña Cefera. En el suave cresteo hacia la misma se alternaban los pedreros y la loma verde. Media hora nos llevó el paso de una cumbre a otra. En esta cima de 2028 metros de altitud encontramos otro hito similar de piedras entre el cual había un bote con otra tarjeta que recogimos. Por allí encontramos la cuna de lo que había sido un belén de cumbres.
Sin más nos sacamos unas fotos y en torno a la cumbre nos acomodamos para comer. A pesar del reluciente sol que brillaba, un suave viento refrescaba el ambiente. Desde allí eran visibles dos de las tres lagunas así como la ruta de subida desde el primer claro que habíamos alcanzado en la loma. Mientras algunos se tumbaban después de comer, José Antonio y yo bajamos hacia la parte Este donde había unos cortados verticales de infarto. El sendero descendía muy pendiente a su misma orilla y realmente daba vértigo.
A las 16:10 horas emprendimos el descenso directamente hacia las lagunas. De nuevo pasamos algunos pedreros en esta ladera de pendiente más moderada. En la parte baja había una manada de caballos a los que nos acercamos antes de bajar al fondo de la hondonada donde encontramos la pradera abnegada de agua. La atravesamos y subimos unos pocos metros hasta una de las lagunas. Desde allí saqué una panorámica de la misma con ambas cimas formando un circo.
Emprendimos la marcha de nuevo por el medio de la loma llena de matorral que a veces entorpecía el avance. Álvaro y José Antonio, que no se habían acercado a la laguna, ya estaban por delante. Tuvimos que buscar el sendero que nos sacara del laberinto de matorrales y así conseguimos dejar atrás este tramo. Ya reunidos todos retomamos la marcha, esta vez variando la ruta de ascenso. Nos dirigimos al bosque por la ladera del valle de Fasgar en vez de hacerlo por la parte alta. Dejamos atrás más pedreros y poco después entramos a la arboleda. Una vez más el sol, un poco atenuado por brumas altas que habían ido apareciendo del Oeste, se colaba entre las ramas formando bellos efectos de luces y sombras.
El sendero había desaparecido casi por completo, aunque no había pérdida alguna. Continuamos bajando entre el bosque y de esa forma enlazamos poco después con la senda por la que habíamos subido. A Mª Jesús se le posó una mariposa en la mochila y se mantuvo en ella unos minutos mientras caminaba. Paralelos a la alambrada seguimos bajando hasta salir al descampado donde la atravesamos.
Recorrimos escasos metros a cielo abierto antes de girar y entrar de nuevo en el bosque donde el suelo estaba tapizado por aquella hierba ondulada y verde. Yo casi me despisto y continúo por otra senda que se metía de frente. Por la correcta fuimos perdiendo altura con dirección a la cantera que dejamos atrás poco después. Salimos del bosque y comenzamos a bajar por la ladera pelada donde el sendero se perdía una vez más. Algo más abajo una entrada a un prado se equivocaba con el camino paralelo. Ya metidos en éste entre más arbustos, avanzamos cómodamente. El camino dio un par de giros y a su orilla encontramos un manantial que salía bajo unas raíces. En el bebí unos tragos de agua. Mª Jesús se refrescó los pies en otro arroyo unos metros mas adelante. Por allí ya se veían algunos tapiales de piedras en los prados.
A las 18:20 horas enlazamos con la pista que sube hacia el Campo de Santiago. Por ella nos restaban unos metros hasta el pueblo. Dejamos atrás la caseta de agua y a las 18:35 horas entramos en Fasgar. Algunos que quedamos por detrás nos desviamos hacia un puente de piedra y en el exterior de un edificio vimos un par de curiosos cañones hechos con maderos y herrajes. Escasos metros nos separaban de la plaza donde teníamos los coches.
Nos cambiamos el calzado y ropa sudada y nos acercamos al bar en el que tomamos un refrigerio e hicimos las cuentas relajadamente. Poco antes de las 19:30 horas abandonamos el lugar y sin más retrasos emprendimos el viaje de regreso. Al pasar por Cirujales me detuve unos segundos y saqué una foto de la torre de la iglesia con una cigüeña posada en la cruz de la espiga. Sin más novedades recorrimos el resto del trayecto hasta la capital donde entramos poco después de las 20:30 horas. Aquí fuimos despidiéndonos y minutos más tarde terminaba yo el viaje en casa.
Una vez más, “a la segunda va la vencida”. Igual que ya nos pasó con el pico Morronegro, las inclemencias del invierno pasado nos había impedido alcanzar el objetivo. Poco a poco vamos cerrando el calendario previsto, aunque ahora nos ha quedado pendiente la programada para este fin de semana, La Palanca. Aplazada por falta de tiempo material para realizarla, esperamos hacerla en septiembre.



















lunes, 5 de julio de 2010

VII MARCHA PROVINCIAL POR PICOS DE EUROPA - PICO LACONIA (Soto de Sajambre) - 04-07-10

 


VII MARCHA PROVINCIAL POR PICOS DE EUROPA.

2ª ASCENSIÓN A “LA CONIA”.

04-07-10       (Domingo)

Como viene siendo habitual en este mes de julio, la Delegación Leonesa de Montaña organiza una ruta por los Picos de Europa. En esta ocasión se trataba de la ascensión al pico La Conia y como alternativa una travesía circular desde Soto de Sajambre por Vegabaño. Teniendo en cuenta esta actividad, la incluimos de nuevo en nuestro calendario anual. Siete fuimos los socios de nuestro club animados a participar: Antonio, Mª Jesús, Álvaro, Miguel Ángel, Mateo, Alejandro y yo. También iba Esteban y muchos más conocidos de estas ocasiones.
De Guzmán salimos la mayoría de participantes en tres microbuses a las 7:00 horas ya algo pasadas. Tras otra parada en Santa Ana salimos de la ciudad casi con media hora de retraso. Circulamos hasta Mansilla donde cambiamos de carretera dirigiéndonos hacia Cistierna donde se unirían más compañeros. Ya camino del pantano comenzó a cerrarse la niebla por completo acompañándonos el resto del viaje hasta Soto de Sajambre, 930 m, donde llegamos pasadas las 9:30 horas.
Incluido en el precio de la actividad teníamos un desayuno en un restaurante de la localidad. En el autocar nos habían entregado un vale para canjear por esta consumición que nos sirvieron en mesas ya preparadas a tal efecto en la terraza.
Tras coger agua en una bonita fuente cercana emprendimos la marcha cuando eran las 10:20 horas. Pasamos al lado de las escuelas, que luego visitaríamos, y la iglesia con reloj en la torre. Pronto abandonamos el pueblo saliendo del mismo por la Ruta del Arcediano que se empina en este primer tramo. La misma transcurre entre arboleda y da varios giros bruscos hasta situarse encima del pueblo. Se tiene entonces una amplia vista del mismo y el valle. Dejamos atrás las ruinas de una braña y otra en buen estado más adelante. Tras la misma se sale a cielo abierto y tras unos pocos metros más llegamos a la bifurcación donde las dos alternativas de la actividad se separaban. De frente continuaba la ruta que se dirigía a Vegabaño a través de varios parajes anteriores. Por el contrario, dando un brusco giro, comenzamos a subir los que íbamos hacia la cumbre de La Conia. Este paraje se conoce como Valdelosciegos.
Con la niebla por encima de nosotros continuamos ascendiendo con un calor inusual con ese panorama de tiempo. Yo iba sudando la gota gorda, literalmente. El paisaje era realmente bonito. Las laderas estaban plagadas de verdes helechos y otros arbustos y moteada por flores de varios colores. En las ramas vimos numerosas telas de araña con forma de cuencos y cargadas de gotitas de rocío que fotografié. También vimos un enorme tronco de haya con raíces retorcidas.
Poco a poco se fueron abriendo claros y por fin salimos de la niebla que quedó por debajo de nosotros. Así nos fuimos acercando a Los Collados, 1400 m, donde llegamos a las 11:30 horas. Allí ya calentaba el sol y el paisaje era espectacular. Ya veíamos Peña Beza y el Jorcueto, pico que teníamos que rodear así como la cresta y cumbre de La Conia. En las praderas pastaban numerosas reses cerca de las cuales pasamos.
Allí se termina el camino ancho, cerca del cual había dos vehículos, y entramos en la senda que rodea el Jorcueto. Por la izquierda bajaba el valle hacia Los Bellos, que al igual que la vez anterior, estaban cerrados por la niebla. El sendero da un par de zigzag subiendo por la ladera y continua luego hacia una canal más cerrada. Mas arriba encontramos otro gran rebaño de vacas y el ganadero con ellas. En el mismo vimos varios terneros de pocos días y mamando de las madres.
Seguimos subiendo con dirección al collado de Beza llegando a una fuente con pilón donde nos detuvimos a beber y coger agua. Si alcanzar este alto giramos hacia norte donde se encuentra la Portillera de Beza, 1595 m, límite provincial con Asturias. A este punto llegamos cuando eran las 12:20 horas.
Un pequeño muro de piedras con una cancilla en medio limita las dos provincias en este punto de la Ruta del Arcediano. La misma continua bajando hacia Amieva mientras nosotros la abandonamos allí mismo para comenzar a subir por la cresta de La Conia. Paralelos a dicho muro, por la parte asturiana, fuimos ganando altura contemplando el mar de nubes hacia ambos lados. Poco a poco fue emergiendo al noroeste la cumbre del Canto Cabronero y de nuevo Peña Beza. Pasamos al lado de una torreta eléctrica donde vimos más reses vacunas. Al sur se veían también varias cumbres conocidas que luego enumeraré.
Cómodamente ascendimos por la sierra aquella dejando atrás los altos de El Morrón y La Silla en los que se hacen algunos vaivenes. A las 13:15 horas alcanzamos la cumbre de este pico, La Conia, con una altitud de 1650 metros. En la misma se concentraba numeroso personal que había llegado antes, entre ellos algunos compañeros nuestros.
La vista desde aquella atalaya era espectacular. A pesar de la poca altitud que tiene esta cumbre, en comparación con la mayoría allí en Picos de Europa, es un mirador excepcional al estar aislada. Por el oeste, y de norte a sur, se alejaba un impresionante mar de nubes sobre Los Bellos, que una vez más no pudimos ver por ello. Por encima de él salían cumbres como Peña Ten, Pileñes, Los Mampodres, Lago, Pozúa, Redondo, Jario y un sin fin de ellas más. Hacia el mismo macizo de Picos De Europa podían verse Los Moledizos por la derecha de Peña Beza. Entre ésta y el Canto Cabronero salía una pequeña punta que bien podía ser Torre Santa y a la izquierda del Canto Cabronero, el Cotalba y el Mirador de Ordiales bajo él. Por el norte emergía del mar de nubes la cumbre del Valdepino. Con todo ello nos sacamos algunas fotos.
Nos acomodamos en la trinchera que se forma en la cima del pico para comer mientras el sol era un verdadero soplete. Además no corría viento alguno, lo que contribuía aún más a ese sopor. Poco a poco fue bajando todo el personal, incluidos Miguel Ángel y Mª Jesús, que querían subir el Jorcuato. Allí quedamos Antonio, Álvaro, Alejandro y yo. Luego llegó un compañero de otro club que se nos unió en la bajada. En el buzón dejamos nuestra tarjeta de cumbres.
Comenzamos ésta a las 15:00 horas viendo cómo la niebla se iba metiendo hacia la Portillera de Beza por ambas vertientes. En uno de los varios hoyos que hay en la parte norte del cresteo vimos un pequeño nevero. A mitad de ladera nos envolvió la niebla también a nosotros. Antes de cerrarse del todo pudimos disfrutar de unos bonitos efectos de luces y sombras originadas por el sol y los jirones de niebla. Dejamos atrás la torreta y en media hora llegamos a la Portillera de Beza.
En medio de la niebla, que se había vuelto “meona”, seguimos el descenso hacia la fuente a la que llegamos en pocos minutos. Por los walkies de Alejandro nos comunicamos con Miguel y Mª Jesús que estaban comiendo en el Jorcueto. Esta cumbre de fácil acceso tiene 1582 metros de altitud. Quedamos en esperarles allí sentados en la pradera descansando cómodamente. Por allí estaba también Mateo. Eran las 15:35 horas.
Charlando fue pasando el rato y a las cuatro bajaron los dos compañeros con los que retomamos el descenso tras cargar agua. Nos metimos en la canaleta con algo de roca y salimos a la ladera por la cual seguía el sendero a media altura. En una roca por encima de nosotros nos vigilaba un rebeco o similar que no nos quitó ojo durante un buen rato. Entre la niebla solo se veía la silueta.
A las 16:35 horas llegamos a Las Colladinas donde pastaban ahora también un par de caballos. A ellos nos acercamos y Antonio les daba pan de comer y no lo quisieron.
Allí nos metimos al camino ancho, salvo Álvaro y Antonio que bajaron un tramo por un atajo. De nuevo contemplamos las verdes laderas cubiertas por los helechos también entre la niebla que iba quedando por encima como en la subida. Aun así era espectacular el verdor que tenían las mismas hasta la falda de la roca. El camino zigzagueaba y se veía más personas caminar por debajo. En él había alguno tramos un poco cementados donde el agua lo atravesaba.
Así llegamos a Valdelosciegos donde se bifurcaba el camino. Esta Senda del Arcediano está marcada como GR-201 y así lo indican las numerosas señales que por ella se encuentran como en este punto. Una vez más pasamos al lado de la casa de piedra y de las ruinas posteriores entrando entre arboleda. Tras dar varias curvas cerradas tuvimos a la vista el pueblo. Al lado del camino vimos una gran seta roja y un guindal o cerezo donde algunos recolectaron algunos frutos.
A las 17:25 horas entramos en Soto de Sajambre desviándonos a un bar allí cercano. En él estuvimos tomando unas sidras que con estilo “tiramos”................... al suelo. A mí me apetecía más una cerveza fresquita y sí la tomé, pero no estaba en su punto. Un cuarto de hora después nos pusimos de nuevo en marcha encaminándonos hacia el autocar. Al llegar a la altura de las escuelas las encontramos abiertas para visitarlas y entramos ya un poco apurados de tiempo. Mereció la pena. En una de las aulas podía verse material didáctico variado de hace 50 años y más. La segunda se encuentra acondicionada con los muebles originales, armarios, pupitres de madera como los que yo mismo usé en la escuela, una estufa de leña, encerados, etc. todo ello restaurado o bien conservado. Incluso la instalación eléctrica está exterior con enchufes e interruptores similares a los de la época. Repito, mereció la pena esa rápida visita.
Escasos tres minutos faltaban para las 18:00 horas cuando llegamos a los autocares que tenían prevista la salida para esa hora. No nos dio tiempo ni de cambiarnos. Metimos las mochilas y sin más emprendimos el regreso a León. Por la estrecha carretera, con una caída de varios metros por la derecha, fuimos bajando hacia Oseja casi rezando para no cruzarnos con otros vehículos como pasó a la llegada. Solo uno subía esta vez y coincidió en una zona algo ancha. Ya subiendo hacia el Pontón entramos en la niebla cerrada que no nos abandonó hasta ya cerca del pantano de Riaño, embalse al límite de capacidad. A la luz del sol se veían verdaderas postales paisajísticas.
Poco antes de Cistierna bajaron algunos compañeros y en el pueblo otros. Apunto aquí que están haciendo una ronda exterior para evitar el paso por esta villa. Sin novedades avanzamos hacia Mansilla donde giramos hacia la capital entrando aquí a las 20:20 horas. En pocos minutos llegamos a Guzmán donde terminamos el viaje. Allí tenía la furgoneta en la cual acerqué a Mª Jesús a casa y luego llegué yo a la mía.