1ª TRAVESÍA “PLAYA DE MERÓN – MOLINOS DEL RÍO MERÓN – ARGÜERU – CASCADA DE LA MEXONA – MIRADOR DE BUSTIELLU – PLAYA DE MERÓN”. (Asturias).
17-08-24 (Sábado)
Segunda ruta consecutiva en la vecina Asturias, esta vez en zona más costera. En la misma hemos recorrido el curso del río Merón, encontrando a lo largo de su recorrido los restos más o menos conservados de 14 molinos de triturar cereal. Ampliamos la ruta a través de algunos pueblos cercanos para llegar a la Cascada de la Mexona y el Mirador de Bustiellu, ambos en los acantilados sobre el mar Cantábrico. El conjunto de la ruta resultó de lo más atractivo y el transcurso de la misma, como a continuación se relata.
A las 8:00 horas salimos de mi casa, Juan, Silvano, Álvaro y yo en mi furgoneta para recoger seguidamente a José Luis. 16º C marcaba un termómetro cercano a esas horas. El último componente del grupo era Javi F., que ya estaba en Asturias, como la vez anterior.
Tras recoger a José Luis nos dirigimos hacia La Magdalena ya que había decidido ir por la autopista AP-66 y evitar el puerto de Pajares, incluso ahora a la ida. Salvo algunas brumas, el cielo se mantenía despejado. Tras cruzar el túnel del Negrón entramos en la comunidad vecina, al valle del Huerna, donde se mantenía esa tendencia veraniega. Durante un tramo la autopista transcurre por la falda Oeste de la sierra en la que se elevan las cumbres que hace dos semanas coronamos desde el paralelo valle de Pajares. Ya en Campomanes se suaviza la pendiente para seguir hasta Mieres donde se enlaza con la AS-I. Decidimos entonces salir antes de coger esa siguiente vía a tomar un rápido café en Mieres. No nos demoramos mucho antes de volver a avanzar por esa autovía “Minera” hasta enlazar con la A-64 primero y la A-8 después. En la salida de Villaviciosa la abandonamos para dirigirnos ya hacia el punto de inicio de la ruta, la Playa Merón. Por carreteras secundarias recorrimos los 13,000 últimos kilómetros hasta dicho lugar, siendo el último tramo muy angosto y con numerosas curvas. A las 10:25 horas llegamos a dicha playa tras 161,300 km hechos desde casa y marcando en ella 23º C. Allí estaba ya Javi esperando en el cercano aparcamiento donde dejamos también nosotros la furgoneta. Varios vehículos más ocupaban parte de dicho espacio acondicionado para ello.
En pocos minutos nos preparamos para la marcha que iniciamos a las 10:45 horas y a una altitud de 9 metros. Por un camino entre pradería hacia el Norte avanzamos unos metros dejando a la vera del mismo un pozo de agua con brocal tapado. Llegamos entonces a un puente sobre el río Merón que aprovechamos como base para sacarnos una foto de grupo. Un cartel informaba de la Ruta de los Molinos del Río Merón que íbamos a realizar, y que como ya avancé, luego ampliamos nosotros para hacerla circular por la cascada y el mirador. Esta ruta lineal tiene 7,200 km y termina en la carretera por la que antes habíamos llegado nosotros.
Atravesamos la amplia pasarela de madera sobre el estrecho y escaso cauce del río Merón para meternos ya en el sendero que no tardando nos introdujo en el bosque que nos acompañaría durante todo este tramo a la vera del río. En dicho bosque nos fuimos encontrando luego numerosas espacies arbóreas, desde el eucalipto, presente en todo ese valle, pasando por avellanos, aliso, arces, helechos, hayas, etc. Entre todo ello nos metimos, como bien apunto, paralelos al cauce del río por su margen derecha y en sentido contrario a la corriente. Dejamos a un lado el primero de los aproximadamente 18 puentes y pasarelas que lo cruzan a lo largo del recorrido, éste de piedra. Por la senda entre vegetación avanzamos hasta llegar al primero de los molinos tras 517 metros recorridos, el Molín Bastiona. De este primer molino apenas si quedan unas piedras en la vera del río sin apreciarse ya ningún tipo de construcción. Al igual que vimos luego en todos los demás, una estaca sostenía una tablilla en la que estaba grabado el nombre del molino correspondiente junto a un símbolo, que semejaba un pulpo, y que era el anagrama de la “Asociación Vecinal San Mamés - Agüeru”, suponemos que la encargada de dicha señalización.
Seguimos el avance por la cómoda senda fluvial entre la verde arboleda mientras serpenteaba el trazado y ganaba altura muy paulatinamente. Al llegar a la segunda pasarela, también de piedra, coincidimos con un grupo que subía acompañado de un par de perros. Aprovechamos para que nos hiciesen una foto de grupo en dicho puente por el que ahora pasamos a la margen contraria. Algunas brumas ocultaban parcialmente el sol quitando el brillo al bosque, aunque de nuevo volvía a brillar tras unos minutos. Una nueva pasarela, esta vez de tablas de madera, nos llevó una vez más a la margen derecha del cauce. Este puente se elevaba algunos metros sobre el río Merón y las tablas estaban recubiertas por una malla de alambre, creemos que para evitar resbalar con ellas mojadas. Encontramos varias más con dicho recubrimiento, como la siguiente un tramo más adelante.
A las 11:20 horas llegamos al segundo molino, el Molín Hevia, habiendo hecho 1,300 km. Este molino estaba muy enterrado y engullido por la maleza, acertándose a ver solamente parte de un muro y el túnel de desagüe. Como la ganancia de altura total de todo este tramo de la ruta es muy poco destacable, no iré especificando en cada uno de ellos a que cota se encuentra, solamente la distancia y hora de llegada a esos puntos.
Seguíamos acompañados por los perrines del grupo aquel que iba casi a la par en este tramo. Entre la arboleda y arbustos más cercanos se acertaba a distinguir por encima los altos eucaliptos. Nueva pasarela de madera sobre el río para meternos entre una gran cantidad de grandes helechos que escoltaban casi todo el trazado de la ruta. El siguiente puente estaba un tanto inclinado hacia uno de los lados y un poco inestable, ayudando esa alambrada al agarre para no patinar sobre las tablas. Tras ella se encuentra el Molín La Peña, al que llegamos a las 11:25 horas y tras 1,700 km.
Se trata de un molino del que quedan varios muretes de piedra maciza y al que se accede por un estrecho sendero entre los mismos. A la vera, en el cauce, hay una cascada, la mayor de este río, donde sacamos unas fotos antes de retomar la marcha. Cruzamos de nuevo la pasarela anterior ya que el sendero subía ahora por la margen que traíamos antes y que por enésima vez....cruzó otro puente. Escasos metros más adelante se encuentra el Molín Nuevo, al que llegamos a las 11:39 horas y tras 1,900 km. Este molino aún conserva una estructura más completa, dentro de lo ruinoso que estaba. Con planta rectangular y de piedra, no tenía tejado y la maleza se apoderaba de esa zona alta y el interior. Una parte de los muros estaba derruida. Allí al lado, en el río, se pueden ver unas curiosas piedras rojizas que destacaban en el lecho del mismo.
Avanzamos por la senda escasos 400 metros para llegar al Molín Posada a las 11:54 horas. De nuevo encontramos un edificio rectangular de grandes muros con una salida de agua con forma de arco en la parte baja de una de las paredes y algunos ventanucos. En otro muro, la entrada con una inscripción en el dintel que medio se podía intuir lo que ponía. Sí se leía una fecha, 1839. Dentro, las enredaderas cubrían todas las paredes.
Seguimos caminata cruzando enseguida una nueva pasarela tras la cual quedamos Silvano y yo algo por detrás. Por encima del cauce del río revoloteaban infinidad de libélulas, la mayoría de un color azul brillante impresionante. Pues bien, con el zoom de la cámara conseguí sacar varias fotos decentes de ellas cuando se posaban en las hojas de los árboles y arbustos.
El sendero se ensanchó algo y nos metimos a la vera de algunas praderías con frutales en las mismas. Enlazamos entonces con un ancho camino que abandonamos a los pocos metros siguiendo las indicaciones de las señales de la ruta que nos metieron hacia una finca con una casa en medio. Pues bien, la mayoría pasamos por el sendero dejándola a un lado sin más hasta que, mirando el track del GPS, nos dimos cuenta que dicha casa era también uno de los molinos, el Molín Vayu. Yo retrocedí entonces para verlo más detenidamente junto a José Luis. En la parte trasera de esa edificación se podía ver la entrada del canal de agua y la salida, estando el molino en la zona soterrada. Esa casa se mantenía en bastantes buenas condiciones. Llevábamos hechos 3,000 km hasta ese punto de la ruta siendo las 12:25 horas.
El río transcurría ahora por nuestra izquierda y en el cauce vimos algunas hortensias floridas. Caminamos un tramo hasta llegar al Molín Carbonera a las 12:35 horas y tras 3,800 km. Se trata de una edificación muy ruinosa sobre la cual incluso hay caídos algunos árboles. Las vigas del tejado están desplomadas en el interior donde también la maleza cubre buena parte del espacio. Según la descripción de los paneles de la ruta, este molino tenía vivienda y dos plantas. Un cartel indicador bajo el del nombre del molino marcaba la dirección a Careñes por otro ramal del camino.
Dejamos atrás este molino para seguir a la vera del río y encontrando ahora algunos troncos que habían caído sobre el sendero, pero que habían cortado para despejar el paso. Atravesamos el cauce sobre unas grandes rocas a modo de puente y pasamos un prado con manzanos cuyos frutos algunos probamos. No muy lejos se encuentra el Molín Cerilo, al que llegamos a las 12:45 horas y habiendo hecho 4,300 km. Este molino tenía un gran tamaño, y al igual que el Molín Posada, en uno de los muros tenía una arcada y varios ventanucos. En el lateral, una puerta daba acceso al interior, de nuevo invadido por la maleza. Por lo leído en la descripción del mismo en los paneles, este molino tenía también dos plantas y un corredor mirando al Sur. Igualmente disponía de una presa cercana que suministraba el agua.
A la vera de la senda fuimos encontrando zarzamoras con algunos frutos maduros, pero muy pequeños. Con el zoom de la cámara saqué ahora una foto de una mariposa posada en un helecho. A las 13:00 horas llegamos al Molín Ferbeyón tras 4,700 km, éste más pequeño y muy derruido. Parece ser que tenía la fama de ser el que mejor molía de la zona. Cerca del mismo, en el río, se formaba unas pequeñas cascaditas al cruzar una zona de rocas escalonadas. Una simple tabla de buen grosor hacía de pasarela en ese punto donde casi saltando se cruzaba. Al Molín Campu llegamos 10 minutos y 300 metros después del anterior. Estaba al otro lado del río y tan envuelto en la vegetación que ni pasamos a verlo más de cerca.
Cruzamos luego un tramo algo más “abierto” y el sol lucía entonces. Las enredaderas cubrían numerosos troncos de los árboles camuflándolos por completo. Por una estrecha y corta pasarela de cemento llegamos al Molín Requexau a las 13:24 horas y habiendo hecho 5,400 km. Según la descripción leída, este molino fue el último que se utilizó de todos los ubicados en el río Merón. Se conserva en bastante buenas condiciones, tanto exteriormente, con todos los muros y tejado, como interiormente, donde se puede ver aún parte de los útiles e instalaciones del molino en sí.
Pocos metros más adelante nos encontramos con tres paneles explicativos de la ruta. Uno de ellos con el mapa y descripción, otro con información de la flora y un tercero de las razas de animales ganaderos. Por encima vimos las primeras casas de los pueblos y aldeas cercanas. De nuevo nos cruzamos con el grupo y los dos perrines, que volvían tras haber llegado al final de la ruta en la carretera. En una finca vimos numerosos caballos y pasamos a la vera de una pradería con frutales.
A las 13:38 horas, tras 5,800 km, llegamos a otro de los lugares destacados, la gran secuoya solitaria que hay en esta ruta. En la base de la misma nos sacamos algunas fotos con el cartel que hay en el tronco. Cruzamos luego otra pasarela para seguir avanzando entre zarzamoras y algunos eucaliptos. Por encima, al Norte, seguíamos viendo cada vez más viviendas y fincas. Así llegamos al Molín Perote, otro molino medio derruido bajo el cual sale un gran canal. 6,200 km llevábamos hasta ese punto, siendo las 13:50 horas.
Escasos metros más adelante encontramos un enorme tronco caído en el que hicimos una parada de relax. Apunto aquí que Javi hacia ya rato se había adelantado por su cuenta. Nosotros paramos en ese punto varios minutos antes de continuar la marcha para enlazar poco después con un ancho camino entre fincas, aunque fue escaso el tramo que anduvimos por él. Enseguida cruzamos una cancilla de madera y llegamos al Molín L´Aturiellu a las 14:05 horas y tras 6,500 km. Las paredes del mismo estaban bastante bien conservadas, aunque el tejado no tanto. Se podía ver un canal bajo el mismo y tenía agua estancada. En la fachada había grabada una fecha, 1787, sabiéndose que se restauró 200 años después, en 1987. Una de las estancias estaba abierta a modo de porche. Delante del mismo se cruzaba un puente y en la barandilla de troncos de madera había lo que parecía un aro de una rueda de carro.
Salvamos una pasarela de madera con alambrada y más adelante vimos un curioso árbol cuya raíz crecía en parte sobre una gran piedra que a la vez estaba suspendida a modo de techo sobre el camino. La senda avanzaba entre la arboleda, helechos y más vegetación variopinta hasta llevarnos al último molino de la ruta, el Molín Modesto Tanganu. A éste llegamos cuando eran las 14:15 horas y habiendo hecho 6,800 km. Esta edificación se encontraba en bastante mal estado de conservación con el tejado y muros medio derruidos y engullido por la maleza. Solo vimos una puerta en uno de los muros que quedaban en pie y un murete de piedras hacía de parapeto para el camino que llegaba a la entrada.
Dejamos este último vestigio hidráulico atrás y no tardando cruzamos una cancilla que nos sacó a unas praderías por las que la senda ascendía paralela a una cinta de pastor eléctrico. En las márgenes del río que ahora transcurría varios metros por debajo vimos más hortensias, unas moradas y otras de color rosa. Cruzamos una última pasarela sobre el cauce y llegamos a las inmediaciones de una finca con gran chalet por cuyo mismo límite han labrado unos escalones en la pendiente ladera que nos sacó a un ancho camino. Paralelos a la valla de la finca recorrimos poco más de 50 metros antes de salir a la carretera cuando eran las 14:27 horas y tras un total de 7,200 km hechos hasta allí, justo los que marcaba la información de la ruta.
En ese punto, situado a 140 metros de altitud, estaba la señal de entrada al término de Manzaneu por el Sur. Escasos metros más adelante esta carretera cruzaba el río Merón, cuyo nacimiento se encuentra a poco más de un kilómetro hacia el Sudeste de allí, en la Fuente de los Carreteros. Por una acera en la margen de la carretera, por la que habíamos llegado por la mañana con la furgoneta, avanzamos hacia el Norte antes de cambiar el rumbo en un desvío que nos marcaba la dirección a la Playa Merón. En una finca vimos un curioso “estanque” hecho con un gran neumático de goma.
No mucho más adelante vimos un merendero en la margen derecha de esta carretera, y hacia esa pradera nos metimos para acomodarnos y comer sentados en una de las mesas con bancos del mismo. De Javi sabíamos que había parado en un bar más adelante, en el centro de Manzaneu, aunque luego nos comentó que continuaba ruta. Las brumas cubrían el cielo a ratos, pero cada vez eran más tupidas. La previsión era de lluvia al final de la tarde. ¿Se cumpliría?
Tras la comida y un buen rato de relax, retomamos la marcha una hora después, a las 15:30 horas. Como en casi todo Asturias, y en general el Norte de la península, las poblaciones se encuentran muy dispersas, encontrando edificaciones de casas, chalets, naves o cuadras a cada paso. A la par, el nombre de los diferentes pueblos y barrios aparecen en las carreteras de forma casi continua. En este caso, aunque el término en el que estábamos era el de Manzaneu, el merendero estaba en Llavandera y luego también encontramos señales de El Perote. Grandes prados escoltaban la carretera separados por muretes de piedras o vallas de alambre y también algunos chalets.
Entramos luego en el término de Argüeru donde se encontraba el bar en el que había parado Javi, en el barrio de Manzanéu.
A las 15:40 horas llegamos a este bar tras hacer 8,800 km. Nos tomamos en él un merecido refrigerio antes de retomar la marcha 20 minutos más tarde por una calle hacia el Norte. Pocos metros más adelante pasamos por el punto más alto de la ruta situado a 180 metros de altitud. Entre innumerables fincas con chalets, algunos de bonita arquitectura y otros casi en ruina, avanzamos para entrar enseguida en otro de los barrios, Argüerín, aunque en los mapas indican antes Argüero. Como bien digo, al final se “confunden” los límites de unos y otros y en este caso no es relevante el dato.
Aquí, además de esas fincas “urbanitas”, pasamos entre praderías con ganado pastando. Vimos perales, limoneros, naranjos, higueras y algunos tipos de frutales más. Pasamos a la vera de la bonita iglesia con gran pórtico a la que me acerqué para fotografiarla. En su fachada Sur se puede ver además un reloj incrustado en medio de un rosetón labrado en cemento. En medio de otra finca, un hórreo cerrado con madera, tanto la parte baja como la superior.
Nada más dejar atrás esta población de Argüero, a las 16:25 horas, abandonamos el asfalto en un desvío al Oeste situado a 150 metros de altitud y en el punto kilométrico 10,200 de la ruta. Desde ese punto se veía ya una buena extensión del Cantábrico al Norte. El firme de tierra sustituyó a dicho asfalto iniciando un descenso más evidente por dicho camino entre prados de hierba. Algunos árboles escoltaban el mismo, aunque de momento escasos. Mas adelante fue cuando nos metimos a la vera de un bosque de eucaliptos y entre muchos helechos, llegando así a una pasarela de madera sobre el arroyo Berguerana. Ya vimos allí que el mismo apenas llevaba caudal, por lo que supusimos que la cascada no iba a ser muy destacada. Tras este puente, situado a 90 metros de altitud, se encuentra el desvío a la cascada de La Mexona. Por un sendero al Norte que tomamos entre más arbustos y arboleda a lo largo de unos 200 metros llegamos a la parte alta de este salto a unos 80 metros de altitud. Llevábamos 11,100 km hechos y eran las 16:42 horas.
La cascada de La Mexona se forma al final del arroyo Berguerana, precipitándose hacia el mar tras algunos saltos desde varias terrazas calizas. El último salto es de unos 50 metros directo a las aguas del Cantábrico. Desde esa parte alta desciende un sendero muy pendiente, pero algo escalonado y con una cuerda de apoyo, hasta una gran terraza de roca a la que bajamos. Apenas un pequeño regato de agua pasaba por una de las orillas de la misma antes de precipitarse directamente al mar esos 50 metros. Nos sacamos algunas fotos al lado de este precipicio, del que yo me separé prudentemente. Reconozco que me puse muy nervioso cuando me coloqué yo, y eso que dejé al menos medio metro hasta la caída vertical. Lo pasé mal, al contrario que alguno, que se puso casi al borde mismo. Desde esa última terraza veíamos el salto superior, ahora como digo con apenas unos hilillos de agua que se deslizaban por el musgo y hierba que cubría buena parte de la roca.
Volvimos a subir el tramo hasta la parte alta y desandamos el pequeño trecho al puente de madera. Allí se cogía el desvío para seguir la ruta, desvío que busqué cuando llegamos anteriormente y que no encontré. Resulta que era un estrecho sendero que subía medio camuflado entre la vegetación y que nos metió entre más eucaliptos y helechos antes de salir a unas praderías a campo abierto y un ancho camino. En estos prados vimos pastando unos caballos que luego se nos acercaron al vernos. Él día se había ido nublando por completo sin apenas darnos cuenta y vimos ahora como las nieblas cubrían totalmente todos los cerros al Norte. Por el contrario, al Sur, se nos ofreció una espectacular vista de la costa con unos reflejos en el agua de postal.
El camino nos llevó al desvío hacia el último punto destacado de la ruta, el mirador de Bustiellu, situado a poco más de 100 metros de esa bifurcación hacia el Norte. En pocos minutos llegamos a este lugar cuando eran las 17:30 horas y habiendo hecho 12,200 km. Desde esta atalaya, a 133 metros de altitud, se tiene una amplia panorámica sobre el Cantábrico y una parte de la costa al Oeste. Algunos barcos surcaban esta aguas.
Una escultura un tanto abstracta, el “pozu d'se@s”, homenajea a los pescadores que pescaban al pedreu, modalidad que se realiza en la parte baja de los acantilados y zonas rocosas de la costa. También a su vera, algo por encima, hay un solitario banco. Se inauguró este conjunto en el verano de 2019. El nombre de Bustiellu se lo da la localidad homónima cercana.
Retrocedimos esos 100 metros hasta el camino principal por el que continuamos ahora a la vera de un gran maizal y otro prado con numerosas reses. Un indicador nos marcaba la dirección a la playa Merón y al inicio de la Ruta de Los Molinos que habíamos hecho. Pasamos entre algunas fincas con chalets mientras se oscurecía cada vez más el día. Entramos entonces de nuevo en un sendero entre otro bosque de eucaliptos y helechales. El grupo se dividió y quedamos por detrás Álvaro y yo. La pendiente de bajada se fue haciendo a cada paso más pronunciada mientras el sendero trazaba algunos zigzag entre todo este vergel. Poco a poco nos fuimos situando encima de la playa de Merón y durante unos minutos la vegetación más baja nos dejó disfrutar de una bonita panorámica de la misma. El agua se veía en ella con una precioso azul turquesa. Con el zoom de la cámara acerté a distinguir a José Luis llegando al aparcamiento.
A las 18:12 horas salimos Álvaro y yo a la carretera, escasos 200 metros antes de dicho aparcamiento. A la vera del asfalto, por encima de esta explanada, se encuentra una escultura de madera con la forma de un calamar y un banco adjunto de igual material en el que está grabada la palabra “Villaviciosa”. Recorrimos este corto trayecto y entramos al mismo, terminando la ruta en la furgoneta a las 18:20 horas con un total de 14,400 km hechos y un desnivel acumulado de 343 m. Por allí estaba Javi, que ya se había dado un buen chapuzón en el mar.
Nos quitamos algo de ropa y nos acercamos a la playa, en la que aún quedaba bastante gente a pesar de que el día estaba nublado ya por completo. Yo en principio iba a mojar solo los pies un poco, aunque al final fue algo más que los pies y terminé metiéndome por completo. Estaba el mar un poco revuelto y no había que arriesgar demasiado entrando muy adentro. Además, estaba lleno de medusas transparentes y gelatinosas, por lo que se veía en las que quedaban en la arena. Algunos pasamos un buen en el agua mientras comenzaba a llover muy débilmente, orbayar.
Tras este baño nos dimos una ducha fuera y nos cambiamos antes de emprender el viaje de regreso a las 19:10 horas mientras continuaba lloviznando y con 23º C de temperatura. Acordamos parar de nuevo en el mismo bar de Manzaneu donde habíamos estado en la ruta. En 15 minutos llegamos a dicho lugar donde tomamos otro merecido refrigerio. Alargamos la estancia en el mismo hasta las 21:15 horas que ya nos pusimos en ruta directa hacia León. 21º C marcaba el termómetro de la furgoneta a esa hora.
Al igual que el viaje de ida, volvimos a hacer éste por las autovías y la autopista de peaje. En el tramo más alto de la misma encontramos niebla cerrada que se mantuvo hasta salir en la parte leonesa tras el Negrón. Desde La Magdalena ya nos restaba el último tramo por carretera convencional hasta la capital donde llegamos a las 23:15 horas. Dejé a José Luis antes de llegar el resto a Armunia a las 23:25 horas y con 23º C en el exterior. Desde aquí marcharon los compañeros en el coche que habían traído por la mañana.
Con ello finalizamos esta grata jornada de ¿montaña?, durante la cual disfrutamos de bonitos parajes y paisajes, tanto costeros como de interior. Además de ello, un reconfortante baño en la playa de Merón aprovechando aún esta época estival en la que nos encontramos.
MAPA ESQUEMA
MAPA RASTER
ENLACE RUTA WIKILOC:
ARMUNIA
TRAYECTO
MIERES
PLAYA DE MERÓN
DESCRIPCIÓN DE LA RUTA
INICIO DE LA RUTA (9 m)
MAPA Y PANEL
PASARELA
RÍO MERÓN
PUENTE DE PIEDRAS
EN EL BOSQUE
PEQUEÑOS VESTIGIOS EN EL RÍO DEL MOLÍN BASTIANA
PASARELAS DE MADERA
MOLÍN HEVIA
MOLÍN LA PEÑA
CASCADA EN EL RÍO MERÓN
MOLÍN NUEVO
MARIPOSA Y LIBÉLULAS
PANEL INFORMATIVO DE LAS RAZAS AUTÓCTONAS DE GANADO
MOLÍN POSADA
LIBÉLULAS
PRADERÍAS
MOLÍN EL VAYU
PANEL INFORMATIVO DE LA FLORA
MOLÍN CARBONERA
MOLÍN CERILO
MOLÍN FERBEYÓN
PEQUEÑAS CASCADAS
MOLÍN CAMPU
SENDA POR EL BOSQUE
MOLÍN REQUEXAU
FRUTALES
SECUOYA
ENTRE ZARZAMORAS Y OTROS ARBUSTOS
URBANIZACIONES EN LAS PRADERÍAS SUPERIORES
MOLÍN PEROTE
MOLÍN L´ATURIELLU
MOLÍN MODESTO TANGANU
CHALET
SALIDA A LA CARRETERA
COMIDA EN EL MERENDERO
PRADOS Y FINCAS EN LA RUTA
MANZANEU
ARGÜERU Y ARGÜERÍN
AL FONDO EL CANTÁBRICO
DESVÍO HACIA EL CAMINO DE LA CASCADA
PASARELA EN EL DESVÍO A LA CASCADA
PARTE SUPERIOR DE LA CASCADA DE LA MEXONA (80 m)
LA CASCADA DESDE EL SENDERO LATERAL DE BAJADA
EN LA ÚLTIMA TERRAZA SOBRE EL ACANTILADO (50 m)
LA CASCADA DESDE LA TERRAZA
EN RUTA HACIA EL MIRADOR DE BUSTIELLU
EL MAR CANTÁBRICO BAJO LAS NUBES
CABALLOS EN LAS PRADERÍAS
MIRADOR DE BUSTIELLU (133 m)
BARCOS EN EL MAR
MAIZALES Y FINCAS
LAS NIEBLAS SE CIERRAN AL NOROESTE
BOSQUE DE EUCALIPTOS BAJANDO A LA PLAYA
PLAYA DE MERÓN
TERMINANDO LA RUTA EN LA PLAYA
PLAYA DE MERÓN Y BAÑITO EN EL MAR
ORBAYA EN LA PLAYA
BAR EN MANZANEU. ¿QUÉ SE DILUCIDA ALLÍ......?
REGRESO
TÚNEL DEL NEGRÓN
LUNA EN LEÓN
ARMUNIA