2ª TRAVESÍA “URDÓN-TRESVISO” (Cantabria).
15-06-08 (Domingo)
Una vez mas hemos improvisado una travesía dentro de las actividades del club. En esta ocasión fue una variante de otra prevista en la misma zona aunque de diferente estilo y dificultad.
Lo inicialmente programado era una travesía entre Urdón y Tresviso por el Tombu Robru, una zona de dificultad alta a la que solo algunos socios tenían intención de acceder, siendo ellos los proponedores de la misma. Pues bien, se acordó que el resto iríamos a hacer la ruta por el camino normal que hace cinco años ya realizamos dentro del club. Al final resultó que solo fuimos los que teníamos la intención de hacer esta última opción mientras que del resto no supimos nada. Las previsiones del tiempo no eran nada buenas y de hecho tuvimos mucha suerte después de cómo se presentaba el panorama ese mismo día.
En Guzmán nos reunimos los 8 participantes de la misma: Roberto, Adelino, Nati, Álvaro, José Antonio, Miguel Ángel, Javier, amigo de éste, y yo. Poco después de las 7:00 horas salimos de León en los coches de Adelino y el mío por la nacional hacia Mansilla. El cielo se mantenía nublado por completo y por la noche había llovido. Ya en el tramo de Cistierna a Riaño comenzó a llover copiosamente, lo cual nos desanimaba aún más si cabe. En éste último pueblo paramos a tomar un café y José Antonio intentó convencernos para cambiar la ruta por otra cercana marcada en un libro que llevaba y que no conocíamos. Ninguno estaba por la labor de hacer cambios ya que algunos no conocían la ruta prevista y además con el tiempo que estaba no era plan arriesgarse en otra desconocida.
Retomamos el viaje y dejó de llover. En el alto de San Glorio, 1609 m, entramos en Cantabria y comenzamos el descenso del puerto. Al llegar al mirador hicimos otra parada para disfrutar del paisaje del valle con algunas nubes rasgándolo. Álvaro se mareaba y estuvimos unos minutos allí hasta que se le pasó un poco. El puerto lleno de curvas no ayudaba en nada para despejarse. A mí se me taponaron los oídos por completo y no oía ni el motor de la furgoneta.
Así llegamos a la entrada de Potes donde hicimos otra parada. Fue aquí donde José Antonio, que iba en el otro coche, decidió que se quedaba él solo para hacer una ruta por las cercanías acordando recogerle por la tarde. A mí no me pareció normal, pero respeté la decisión dejándole claro que no tuviésemos que esperar por él a la vuelta mas de 15 minutos. Nos quedaban desde allí unos 17 kilómetros al punto de partida.
En este trayecto paralelo al río Deva se pasa el desfiladero de La Hermida, bonitas hoces algo deslucidas por el tiempo gris que teníamos. En medio de las mismas se encuentra el valle trasversal del río Urdón por el que se sube a Tresviso. Allí llegamos cuando eran las 11:10 horas tras 175 Km.
Al comienzo de dicho valle hay algo de aparcamiento que encontramos colapsado de vehículos. Yo me lo pasé y tuve que ir a dos kilómetros para dar la vuelta. Luego aparqué donde mejor vi que quedaba sin molestar la salida de los otros coches. Adelino tuvo que dejarlo en un pequeño saliente de la carretera algo mas adelante. Como referencia apuntaré que estábamos exactamente en el límite de Cantabria con Asturias a una altitud de tan solo 100 metros. La senda sale hacia el oeste entre los dos indicadores de la carretera. A las 11:30 horas, una mas tarde que la vez anterior, comenzamos la ruta de casi 6 Km hasta Tresviso con un desnivel de 825 metros.
Paralelos al río Urdón por su derecha llegamos enseguida a la central eléctrica situada en medio del cauce. Tras ella un panel nos indica algo de historia de la senda, los tiempos y desniveles. Según el mismo, la senda data del siglo XIX y se hizo para bajar zinc de la minas situadas en el macizo oriental de Picos de Europa donde nos encontrábamos.
Por un puente de piedra pasamos a la margen contraria metiéndonos entre arboleda. Así fuimos ganando altura suavemente sobre el río Urdón en el que veíamos numerosas pozas de agua cristalina. De frente teníamos el cerrado valle por el que transcurre la ruta en su mayoría. No tardando llegamos a otro puente similar sobre un arroyo que bajaba por nuestra izquierda y apenas traspasado éste encontramos otro sobre el río que nos colocó de nuevo en la margen derecha. Vimos algunos ejemplares de árboles creciendo de la misma roca y casi fundiéndose con ella. Algunos de ellos eran higueras en las que vimos gran cantidad de frutos aún verdes.
Llegamos al punto donde la senda abandona el valle principal para meterse en una vaguada de gran pendiente por la que serpentea la ruta en continuos zigzag. Desde la parte alta vemos bajar a mas personal siguiendo las eses del sendero. En los laterales vemos algunos murallones de caliza donde se agarran los arbustos. Cuando pensamos que la ruta sigue vaguada arriba, da un giro de 180 grados para meterse en la pared izquierda donde comenzamos a tener una buena caída hacia la parte que dejamos atrás. Una bonita vista hay del sendero serpenteante vaguada abajo hasta la confluencia con el valle principal. Aunque es difícil, hay que tener cuidado de no tirar piedras hacia dicho lugar por la que bajaban y subían mas personas, entre ellas Nati, que va a su paso. Por su parte, Miguel y Javier ya hace un rato que nos han dejado atrás y nos les vemos.
Alcanzamos poco después la zona de La Bargona, una punta desde la que vemos de nuevo el valle del Urdón extendiéndose a ambos lados bajo nosotros. En los riscos altos del mismo, bajo la cumbre del pico Cuetodave vemos una edificación, posiblemente perteneciente a la estación hidroeléctrica. También en una loma verde encima del último cañón que habíamos subido vimos un rebaño de ovejas. Viendo ahora unas fotos de la ruta del Tombu Robru compruebo que por encima de aquel lugar transcurre dicha ruta y que además comentamos en ese momento sobre un sendero que se veía. Eran las 12:45 horas.
La ruta dio otro brusco giro hacia una segunda vaguada mucho más abierta, en ella se trazaba un nuevo zigzag de gran desnivel que terminaba al lado de una torreta eléctrica. En esos momentos comenzaron a abrirse algunos claros por los que se colaba el sol, el mismo que nos haría sudar luego.
Nos dispusimos con calma a acometer este tramo donde vemos también el sendero armado en varios lugares. A éste le han echado piedras bastante irregulares por las que no es muy cómodo caminar. Poco a poco va despejando por completo el cielo y el sol hace mella en nosotros. Echando la vista arriba se hace aún más pesado el avance. Hacia atrás tenemos la vista del Cuetodave con 834 metros y más allá la alta cumbre del Virdio de Traslajara con 1214 metros de cota máxima. Teniendo en cuenta que la carretera está a 100 metros, es un desnivel considerable.
Según ganábamos altura crecía la caída desde el sendero llegando a ser de varios metros en vertical. En una de las cerradas curvas se emplaza el Mirador de Pilatos, balcón sobre el valle del Urdón donde hay un pequeño murete en el que nos detuvimos unos minutos para contemplar el paisaje, tomar un tentempié y descansar un poco. Al otro lado del valle se puede ver el canal del Río Urdón que transcurre a media ladera entre un gran bosque. Unos 15 minutos estuvimos allí sentados antes de retomar la subida cuando eran las 13:45 horas.
Nos quedaban aún algunas curvas antes de alcanzar la parte alta y yo iba ya reventado. El calor me estaba agotando por completo y me costaba bastante subir. Me lo tomaba con calma y de esa forma alcanzamos por fin la parte alta de aquel tramo, que no de la ruta ya que nos quedaban unos 200 metros de desnivel.
Pasamos al lado de la torreta eléctrica y por debajo de unas majadas. La senda iba ahora entre algo de pradera con matorral florido. Al lado de la misma también vimos una cueva excavada en la misma roca de unos 10 metros de largo. Ahora viendo una foto hecha dentro de dicha cavidad veo que tenía la cara completamente enrojecida del calor y el sol.
Escasos metros después divisamos el pueblo frente a nosotros y por encima. El camino dio un giro a la derecha y allí mismo nos encontramos en los invernales de Prías. Se trataba de unos edificios en ruinas situados bajo impresionantes paredes veteadas de gris, marrón y negro. En una fuente nos refrescamos, sobre todo Roberto, que llenó la visera y se la echó por encima. Eran las 14:20 horas.
Desde ellos subía serpenteante el sendero por una loma de verde hierba. No era muy larga, pero el cansancio ya se hacía notar y el calor seguía siendo sofocante. Tras alcanzar la parte alta volvimos a ver Tresviso del que ya nos separaban pocos metros y casi llanos. El sendero transcurría ahora entre matorrales y praderías, la Vega de Solmolino, hasta que llegamos a un pequeño merendero desde el cual se encontraba empedrado ya hasta el pueblo. En el merendero había un gran grupo de personas y una de ellas nos sacó una foto con Tresviso de fondo. Unos 200 metros nos separaban ya del pueblo en el que entramos cuando eran las 14:55 horas y con el podómetro marcando 4,600 Km.
Lo primero que comprobamos fue la cantidad de obras que se estaban realizando, tanto en casas como en las calles. En el centro del pueblo vimos un merendero cubierto en el que estaban Miguel y Javi comiendo. Allí nos acomodamos nosotros también para hacer lo mismo. En una de las vigas del techo de madera vimos pegado un caracol. Justo al lado había un muro de rocas con maleza abajo. A lo tonto me dio por buscar y entre los que cogí por allí y alguno mas durante el descenso, traje unos 40 ó 50 para probarlos este año, que no había tenido oportunidad de hacerlo y me encantan. Para llevarlos cortamos una botella de plástico y luego la tapamos con una bolsa.
Tras la comida y este rato de búsqueda del caracol, durante el cual vi una pequeña culebra, nos encaminamos hacia la parte alta del pueblo viendo sus calles y casas. Al lado del merendero está la gran iglesia. Algo por encima había un parque infantil donde alguno se estuvo columpiando. Por la parte norte del pueblo se elevaba el macizo de La Horcadura del Canto con 1268 metros de altitud. Tresviso se sitúa en los 848 metros.
Anduvimos por la parte alta por donde entra la única carretera que llega allí desde Sotres. También nos acercamos hasta el lugar desde donde se ve de nuevo el cañón del Urdón. Yo iba mirando las tapias y las zonas verdes buscando mas caracoles, aunque no abundaban. Bajamos de nuevo y nos acercamos hasta el bar. El cielo se había ido cubriendo y no tardó en comenzar a llover con fuerza, cosa que nos temíamos. En el bar tomamos un refrigerio y algunos compraron queso típico de allí. Yo llamé a José Antonio para ver donde andaba y decirle que comenzábamos a bajar ya. Me dijo que estaba metido en un monte entre maleza y con apenas sendero visible. Acordamos el lugar para recogerle en Potes.
Con la lluvia acompañándonos salimos del pueblo a las 17:00 horas. Las nieblas cubrían algunas de las cumbres más altas. Dejamos atrás el merendero y salimos al camino. Mas personal bajaba también ahora con capas y chubasqueros. Bajando el tramo hacia las majadas de Prías llamé a mi hermana Juli, la cual me dijo que también en León estaba medio nublado y había llovido nada más salir nosotros por la mañana.
Nada más pasar por las majadas comenzó a despejar y dejó de llover. Hacia el frente vimos el arco iris metido en el cañón bajo el Cuetodave. Yo llevaba la botella con los caracoles sujeta a la mochila y una bolsa a la cintura para coger los que fuese encontrando.
Llegamos así a la bajada zigzagueante del murallón. Dejamos atrás el Balcón de Pilatos donde habíamos parado a la subida y ahora nos acercamos hasta otro mirador de la parte contraria que caía hacia la vaguada baja. Allí había otra torreta eléctrica y un pequeño muro. Por no variar, estuvimos haciendo algunas fotos en plan cachondeo. Saltábamos del muro hacia arriba y sacábamos la foto en el aire. Quedaban unas posturas de lo más pintorescas.
Continuamos el descenso y llegamos a La Bargona donde se cambia de vaguada. Desde allí se tiene una amplia vista del cañón. Bajando hacia el siguiente tramo en zigzag estuvimos buscando caracoles entre la hierba al lado de la roca, pero apenas encontramos uno o un par de ellos. Durante el resto de la bajada pude encontrar unos cinco o seis. El sol ya no daba en aquella parte baja y había zonas oscuras. Miguel y Javi de nuevo se habían adelantado ya desde el pueblo y a Nati no la veíamos desde por la mañana subiendo esa misma zona. Ella siempre va a su aire hasta donde llegue.
Bajamos este empinado tramo serpenteando por la vaguada llena de pedreros hasta enlazar con el valle principal del Urdón. El sol se colaba entre las nubes que no habían desaparecido del todo. Sobre el río vimos los restos de un antiguo puente metálico. Enseguida pasamos el puente de piedra a la margen contraria y poco después el siguiente sobre el arroyo perpendicular. Por allí me quedé rezagado buscando caracoles. Como digo, no encontré muchos más, pero me dieron para probarlos.
No tardando divisé ya la central eléctrica y atravesé el último puente. Escasos metros mas adelante finalizaba la ruta donde ya estaba el resto de compañeros. Eran las 19:10 horas y el podómetro marcaba 12,710 Km.
Adelino fue por el coche y nos cambiamos tranquilamente. A las 19:30 horas nos pusimos en marcha hacia Potes por el bello desfiladero de La Hermida, pueblo que pasamos poco después. Cinco minutos antes de las ocho llegamos a Potes donde estaba José Antonio esperando. Se cambió en un momento y retomamos la marcha sin más. Decidimos hacer una parada ya después de subir San Glorio. Atravesando Potes me equivoqué y tuvimos que retroceder para coger la calle correcta.
Subiendo el puerto veíamos la parte alta completamente cubierta de nubes y niebla. Al llegar a esa altura se cerró ésta y comenzó a descargar una fuerte tromba de agua que nos hizo reducir la velocidad. A las 20:37 horas pasamos por el alto de San Glorio tras el cual comenzó a despejarse y dejó de llover. En el móvil recibí un mensaje de José Antonio para que parase en Portilla de la Reina y así lo hicimos. Estuvimos en el mismo bar de hacía una semana tomando un vaso e hicimos las cuentas de la salida. Unos 20 minutos después retomamos la marcha hacia León.
Sin novedades hicimos el trayecto hacia la capital donde llegamos poco después de las 23:00 horas. En Guzmán finalizamos el viaje de casi 180 Km. y nos despedimos hasta la siguiente salida en Julio.