lunes, 21 de junio de 2010

NOCTURNA "PARDAMAZA - PRIMOUT" - 19/20-06-10

 


XVII TRAVESÍA NOCTURNA.

2ª TRAVESÍA “PARDAMAZA- PRIMOUT – PARDAMAZA”.

19/20-06-10

Una vez más hemos realizado una marcha nocturna como ya es habitual en la época estival. En esta ocasión nos desplazamos a la zona berciana de Toreno, concretamente a Pardamaza, donde comenzamos la ruta hasta Primout por el valle del mismo nombre. Hace cinco años, en el II Encuentro del club, hicimos esta misma travesía un domingo.
Hasta última hora tuvimos la duda de poder hacerla o no ya que no había socios que se animasen para ello. Al final sólo cuatro fuimos los decididos a realizarla: Mª Jesús, Esteban, Álvaro, y yo, lo cual no fue impedimento para que resultase una grata experiencia llena de aventura.

SABADO 19
Poco antes de las 21:00 horas llegó Álvaro a mi casa de donde salimos en mi furgoneta algo más tarde en busca de Mª Jesús a la que recogimos cerca de su casa. Por último se nos unió Esteban en San Miguel del Camino y sin más emprendimos el viaje hacia el destino. Camino de Pardamaza pudimos disfrutar de una bella puesta de sol desde el puerto Manzanal. Tras pasar Bembibre nos desviamos hacia Toreno por donde pasamos minutos más tarde. Allí se encuentra el cruce hacia Librán donde tuvimos la primera incidencia. Entramos al pueblo de estrechas calles donde tuvimos que hacer maniobras para salir de alguna de ellas. Por fin cogimos la carretera a Pardamaza deteniéndonos unos minutos en un mirador sobre el cañón. En el cielo apenas quedaban ya los últimos resquicios de claridad. Eran las 23:00 horas. En el último tramo hasta el pueblo vimos por nuestra derecha un gran animal que se metía por la cuneta.
A las 23:15 horas llegamos a Pardamaza, 990 m, parando a la entrada donde unos carteles marcaban la ruta que íbamos a hacer. Hasta allí habíamos recorrido 120 Km. Entramos al pueblo en busca de una fuente donde coger agua y cenar. En la parte alta del barrio de arriba la encontramos y allí mismo nos acomodamos. Estábamos a las afueras donde solo vimos una casa solitaria.

DOMINGO 20
Al terminar nos preparamos para la ruta y volvimos a bajar con la furgoneta hasta el comienzo de la misma al lado de unos enormes castaños. Estábamos allí cuando llegó un vehículo con un matrimonio del pueblo con los que entablamos conversación. Nos indicaron el comienzo de a ruta desde allí y nos aconsejaron dejar la furgoneta más dentro del pueblo.
A la 1:00 h. emprendimos la marcha por el camino que bajaba cercano al cementerio de la localidad. Tras haber recorrido unos 500 metros tuve que retroceder y subir en busca de los bastones que habían quedado olvidados donde los árboles. De nuevo reunidos continuamos bajando hacia el río Pardamaza que atravesamos por un puente hacia la parte contraria en la que un indicador de madera nos marcaba la dirección a seguir.
Esta ruta está marcada como PR LE – 43 y a lo largo de la misma existen numerosas estacas que la van señalando, aunque no siempre en los lugares más necesarios, como enseguida comprobamos. Estábamos bordeando un cerro que daba paso al valle de Primout por el que trascurre la ruta. Pues bien, encontramos un cruce en el que la estaca estaba del lado del que íbamos y no del que había que seguir. Cómo sabíamos que había que bajar al río comenzamos a descender hasta que vimos que giraba de nuevo hacia el pueblo. Retrocedimos y subimos de nuevo cogiendo el otro ramal. Enseguida oímos a Manolo, el vecino con el que habíamos hablado, indicándonos con una voz que ahora sí íbamos bien. Nos estaba viendo desde su casa al llevar nosotros las linternas. No tardamos en encontrar una estaca donde realmente no hacía ya falta.
Giramos por la ladera del valle de Primout entrando entre algo de arboleda. Estuve intentando hacer una foto de la silueta del valle con la exposición larga, pero no salía nada. Ahora retocándola sí se ve pero muy distorsionado. No tardando pasamos una cancilla para el ganado y bajamos más bruscamente después de la misma. Así llegamos al puente sobre el río Primout con barandilla por un lado. Un indicador marcaba 2,500 Km. a Pardamaza y eran las 2:25 horas.
Seguimos caminando por el sendero pasando una zona de helechos y algunos arbustos. Por el lado izquierdo encontramos también pared de roca y algunos tramos de vegetación entre la que caían algunas pequeñas cascadas. Más adelante pasamos una pradera y enseguida hicimos una parada para descansar, sobre todo los hombros. Eran las 3:00 horas.
Tras unos minutos de relax retomamos la marcha encontrando poco después un prado con ganado acostado. Con los frontales se veían relucir los ojos de las reses. A las 3:20 horas llegamos a las Brañas de Santa Cruz situadas al otro lado de un puente que atravesamos. Se trataba de unas cuadras con un refugio adyacente en el que había literas y una chimenea. En esos momentos vimos cómo se escapaban unas diminutas gotas de lluvia de algunas nubes que habíamos visto rondando.
De nuevo en el sendero pasamos una zona de ramaje que se cerraba por encima de nosotros. Más adelante encontramos un puente sobre el río formado por dos troncos paralelos unidos y otro a modo de barandilla. Luego el río abnegaba parte del sendero y tuvimos que sortearlo agarrados a las ramas de los árboles cercanos. Encontramos una zona con tapiales de piedras con el camino encharcado y embarrado. Lo evitamos entrando en un prado y pasamos otra zona de arbustos entre ramaje bajo y entrelazado saliendo de nuevo al camino.
Por él caminamos un tramo antes de encontrarnos con que el río una vez más inundaba la ruta. Un sendero improvisado por la ladera permitía sortear este paso de unos 20 metros para seguir más cómodamente por la ruta que se iba alejando del río bruscamente quedando éste por debajo. La pendiente se hizo más evidente en algunos tramos y otros se mantenía más suave.
Así llegamos a un edificio de piedra dentro del cual se encuentra el cementerio de Primout. Allí se nos perdió el sendero y salimos a una pista ancha por la que nosotros no habíamos ido en aquella ocasión. Por debajo vimos resaltados los ojos de un animal que supusimos era un gato. A las 5:05 horas entramos en Primout tras atravesar una cancilla de ganado. Hasta allí hay 7,200 Km. y estábamos a 1240 m de altitud.
Por la calle principal avanzamos viendo los edificios de piedra, madera y pizarra. Había varios derruidos y otros en restauración. Dejamos atrás la iglesia y un puente de piedra en el que se podía leer el nombre del pueblo hecho con guijarros. Vimos algunos vehículos por allí aparcados. Llegamos a la zona del merendero donde buscamos un lugar para colocar la tienda. Al final nos pusimos allí mismo a montarla cerca de una barbacoa del merendero. Echando una mirada al cielo vimos como ya comenzaba a clarear por el Este. Tras terminar el montaje de la misma nos metimos dentro para intentar dormir unas horas al menos. Eran las 6:00 horas.
Yo pasé bastante bien el resto de la noche y me levanté poco antes de las 10:00 horas. El cielo estaba despejado salvo algunas nubes sueltas que no amenazaban lluvia. Desde allí teníamos una vista de parte del pueblo al otro lado del río.
Los planes para ese día eran la ascensión al pico Pedrosillo, situado justo encima del pueblo aunque no visible. Para ello teníamos que coger un sendero que salía de la pista por la que habíamos entrado en el pueblo y que llegaba desde Páramo del Sil, a 10 Km de allí. Al final nos liaron y no conseguimos subir ninguna cumbre, y lo explico.
Tras desayunar estuvimos buscando un lugar donde poder dejar la tienda, sacos y demás un poco escondidos para no cargar con ellos. Pues bien, un vecino del pueblo, el único que reside allí todo el año, nos dijo que podíamos dejarla montada allí sin problema alguno y dentro lo que quisiéramos. Hablando de los planes que teníamos con él y otro vecinos nos indicaron que era mejor seguir el valle aquel hasta casi su cabecera y luego por un cortafuegos alcanzar la cumbre del mismo. A mí me seguía sin convencer la situación que nos daban del pico ya que en el mapa se veía justo encima del pueblo, al Norte, y ellos nos lo indicaban mucho más al Este.
Lo recogimos todo y emprendimos la marcha con la comida y poco más en las mochilas. Ya eran las 12:15 horas cuando salimos del pueblo por un camino paralelo al Arroyo De La Pila. Enseguida dejamos atrás un par de cabañas y poco después otra edificación que nos pareció un antiguo molino. Poco a poco el camino se fue difuminando y terminó en el mismo cauce del río. Cerca vimos un tronco caído sobre él y con equilibrio lo atravesamos. Al final no resultó tan difícil e incluso algunos nos paseamos varias veces sobre él.
Ya por la margen izquierda del arroyo, mirando a su nacimiento, continuamos la marcha por el camino que traíamos. Pronto se convirtió en sendero y se metió por unas praderías en las que vimos numerosas reses pastando la verde hierba. El arroyo se alejaba y se acercaba de continuo y en él vimos algunos pequeños saltos. Las ladera derecha del valle estaba cubierta por bosque formado de diferentes especies arbóreas, lo cual hacía un mosaico de tonos verdes impresionante. En la contraria, por la que íbamos nosotros, solo se veían arbustos y escobas. Íbamos atentos para ver si encontrábamos el cortafuegos que se suponía subía hacia la cumbre, pero no había nada parecido. Poco a poco fuimos viendo la cabecera del valle con lo que bien podía ser la cumbre y unas pistas por debajo. Según el mapa la altitud de aquella cima era de 1834 metros y para nada se correspondía con la situación del Pedrosillo, de 1636 metros y emplazado encima del pueblo.
El sendero comenzó a subir por la ladera, lo cual nos animó un poco, aunque no tardamos en comprobar cómo se volvía a difuminar en unas rocas con fuertes cortados al arroyo. Las sorteamos por encima y bajamos de nuevo hasta llegar al arroyo una vez más. Por unos palos y ramas cruzamos el mismo a ver si seguía el sendero por allí y no vimos nada que lo indicase. Comenzamos a subir por otra zona rocosa viendo entonces al otro lado el sendero claramente. Aquí había discrepancias de opiniones. Álvaro y yo pensábamos que era mejor seguir subiendo por allí que parecía más despejado. Mientras Esteban había subido de nuevo al sendero y tras recorrerlo unos metros nos convenció al resto para seguirle. Volvimos a bajar y cruzar el arroyo para coger esta senda que entraba hacia una vaguada que según el mapa se conoce como Valgrán. El sendero se veía bien marcado de momento y subía por la misma paralelo a uno de los ramales del arroyo De la Pila. La alegría duró poco una vez más. Enseguida se nos volvió a cerrar la maleza en torno a nosotros sin lugar por donde continuar. Esteban y Mª Jesús exploraron algunos senderos medio marcados que subían pero sin éxito alguno. En contra nuestra teníamos el tiempo. Eran las dos de la tarde, teníamos que parar a comer, volver a Primout, desmontar la tienda y bajar a Pardamaza a una hora decente.
Optamos por emprender el regreso allí mismo ya que además a la cumbre nos quedaba un desnivel de no menos de 500 metros aún cogiendo un buen sendero. Retrocedimos por el mismo lugar hasta un punto donde la senda se bifurcaba. Allí cogimos el ramal alto ya que parecía que salía de la maleza de la vaguada. Por él, a media altura, fuimos siguiendo la orografía del terreno unos cuantos metros por encima del arroyo. Comprobamos desde allí que no muy por encima de donde habíamos estado en la parte contraria pasaba una pista debajo de un pinar. Ahora ya no servía de nada y continuamos avanzando por el sendero bien marcado que no tardó en complicarnos por enésima vez la marcha. Las escobas altas y cerradas hacían dificultoso el avance teniendo que agacharnos en numerosos lugares para sortearlas. El sendero estaba bien marcado, pero se veía que era de ganado que no tiene dificultad alguna en trotarlo. Estaríamos allí a unos 1400 metros de altitud.
Ya un poco cansados decidí adelantarme unos metros a ver el panorama. No era mejor que lo encontrado anteriormente y además se perdía aún más la senda entre los matojos. Sí que conseguí ver el pueblo a mucha distancia de allí y varios metros por debajo. A lo tonto habíamos subido unos 100 metros por encima del cauce hacia el cual no había bajada posible directamente.
A las 14:35 horas emprendimos una vez más otro regreso hacia el desvío mal tomado antes. Allí cogimos la senda buena que bajaba hacia el arroyo al que no llegamos ahora ya que antes pasamos de nuevo por encima de la zona rocosa. A las tres de la tarde nos situamos por fin a la vera del cauce en el sendero sin dificultad alguna.
Pues bien, si no había sido poca la aventura, aún nos faltaba otra por contar. Iba Mª Jesús delante cuando de pronto la oímos dar un grito y volverse. Yo conseguí ver algo por delante de ella y me pareció un perro grande. No tardé en ver ya de lejos una familia de jabalís con cinco miembros que subían por ladera arriba a toda prisa. Mª Jesús estaba aún con el susto en el cuerpo. Se los había encontrado de frente y a poca distancia de ella.
Seguimos avanzando por la senda entre arboleda y pasando algunos regatos. Al llegar a las verdes praderías donde pastaban las vacas decidimos parar a comer cerca del arroyo a la sombra de unos árboles. En la hierba nos dispusimos a ello cuando eran las 15:40 horas. Mª Jesús se dio un remojón en el río y otros nos tumbamos un rato tras la comida.
A las 16:20 horas retomamos la marcha pasando al lado de la ganadería en la que vimos un enorme toro. Poco más adelante esta el tronco por el que antes habíamos pasado, pero decidimos seguir el camino de esa otra parte del arroyo. Dejamos atrás unas cuadras en las que había unos perros que nos ladraron al paso y enseguida vimos las primeras casas de Primout. A las 16:35 horas entramos en éste y allí cerca estaba el merendero y la tienda.
Sin pérdida alguna nos dispusimos s a recogerlo todo y reorganizarlo en las mochilas que ya hacían mella en los hombros. Estuvimos un rato de charla con el vecino aquel y una hora después de llegar emprendimos el regreso hacia Pardamaza.
Antes de salir del pueblo nos acercamos hasta la fuente que había detrás de la iglesia. En ella cargamos agua en las cantimploras y minutos después, a las 17:45 horas, salimos de Primout para coger esta vez la senda en vez de la pista. Poco después llegamos al cementerio donde la senda pasaba al lado de la pista en el punto donde la habíamos abandonado la noche anterior. La senda comenzó a subir suavemente cogiendo altura sobre el río Primout y tuvimos una amplia vista del valle. Cerca del río podíamos ver algunas verdes vegas con arboleda. Hacia atrás se alzaban algunas de las cumbres bajo las cuales habíamos caminado por la mañana.
Tras un rato de ascenso comenzamos a descender visiblemente hacia el río. Cerca del mismo encontramos La Fuente de Las Mozas, un manantial que salía entre musgo y unas losas de piedras colocadas a tal efecto. Según nos habían contado, esa fuente debe su nombre a que antiguamente las jóvenes que subían desde Pardamaza a la fiesta de Primout, a finales de julio, se lavaban y adecentaban en ella antes de llegar al pueblo. Allí cerca se encontraba el paso superior que evitaba el tramo inundado por el río. Seguimos luego a su vera y más adelante salimos a un prado evitando otro trecho embarrado. El siguiente transcurría entre paredes de piedras a modo de tapiales y tuvimos que agarrarnos a un tronco sobre el río para salvar un paso también inundado.
Entre arboleda que nos salvaba del sol ardiente caminamos cerca del cauce y así llegamos al par de troncos unidos y con otro como barandilla sobre el río. Los tres tuvieron el capricho de pasar por ellos hacia un lado y otro. Como niños.....
Pasamos entre ramaje espeso y no tardamos en llegar a las Brañas de San Cruz a las 19:10 horas. En esta ocasión no entramos hacia ellas y las dejamos atrás siguiendo siempre el sendero bien marcado con algunas estacas que encontramos de vez en cuando. De nuevo subimos un poco y volvimos a tener una amplia vista del valle iluminado por el sol del atardecer. Atravesamos el tramo de helechos y roca y a las 19:45 horas llegamos al puente de madera.
Desde allí se asciende bruscamente por la ladera contraria del valle y cruzamos la cancilla que impide el paso de ganado. Álvaro y Esteban fueron cogiendo carrerilla y ya no les vimos más hasta el pueblo. Mª Jesús y yo lo tomamos con calma disfrutando de la vista del valle desde otra perspectiva. Tras un trecho más o menos llano entre arboleda salimos a cielo abierto entre escobas y matorrales. Allí ya teníamos cobertura de móvil y llamé a casa.
Poco a poco fuimos girando para meternos hacia el valle de Pardamaza que no tardamos en divisar en la ladera del mismo. De nuevo el sol le daba la iluminación perfecta para sacar unas cuantas fotos. Tras algunos zigzag del camino y ya descendiendo, llegamos al puente sobre el arroyo Pardamaza. Lo atravesamos y esta vez cogimos otro sendero hacia el pueblo para entrar por la parte contraria. Manolo nos había dicho que pasásemos por su casa al regreso y así lo hicimos. De los dos compañeros no sabían nada y nos acercamos hasta la furgoneta donde les encontramos. Eran las 20:50 horas.
Tras dejar las mochilas y cambiarnos volvimos hacia la casa de Manolo, quien nos había invitado a tomar un refrigerio y un pincho. Con él y la mujer, de cuyo nombre no me acuerdo, estuvimos de charla hasta pasadas las diez de la noche. Nos despedimos de ellos y sin más emprendimos el viaje de regreso a las 22:15 horas.
Por la estrecha carretera pasamos por Librán y llegamos a Toreno. Tras otros 12 Km entramos en la autovía por la que circulamos hasta Astorga. Ya por la nacional hicimos el siguiente tramo hasta llegar a San Miguel a las 23:50 horas. Allí nos despedimos de Esteban antes de proseguir hacia Armunia donde quedaba Mª Jesús y por fin Álvaro y yo en mi casa a las 00:10 horas. En el garaje tenía su coche con el que le quedaba el último tramo hasta Villaobispo.
Una vez más tenemos que calificar de grata experiencia la vivida este fin de semana. La marcha nocturna, principal objetivo de la actividad, transcurrió sin novedades y la diurna, a pesar de no alcanzar la cumbre elegida, no dejaba de ser algo secundario dentro de la actividad.























lunes, 7 de junio de 2010

LA POLINOSA (Redipollos) - 06-06-10

 


1ª ASCENSIÓN A “LA POLINOSA”.

06-06-10            (Domingo)

Comenzamos este mes de Junio con una ascensión programada dentro del calendario del club de montaña. En esta ocasión se trataba de una cumbre emplazada en el macizo del Mampodre, en la zona del Porma. Entre las diferentes rutas de ascenso habíamos optado por la que parte de Redipollos, muy cerca de Puebla de Lillo y del pantano del Porma. Desde cualquier punto de partida el desnivel a la cima es considerable llegando a los 1010 m desde este pueblo. Además la aproximación es también larga, lo que supone un tiempo añadido a sumar.
Tras recoger a Mª Jesús y a Arancha nos dirigimos a Guzmán, punto de partida habitual. La hora de salida la habíamos concretado para las 7:00 h. más teniendo en cuenta aprovechar “la fresca” que el tiempo de subida, que era sobrante en esta época del año. En este punto nos reunimos parte de los participantes mientras otros lo harían luego. De aquí partimos Mª Jesús, Arancha, Gabriela, José Antonio, Silvano, Vicente, Mateo, Cundi y yo. En el cruce de Solle se nos agregó Álvaro y por su cuenta fueron luego Ricardo y Cesar, con los que contabilizamos los 12 participantes de esta salida.
En mi coche y el de Vicente emprendimos el viaje por la nacional hacia Puente Villarente donde giramos hacia Boñar. Las nieblas se cerraban en las cumbres desde el norte. Bordeamos el pantano y en el cruce de Solle se nos agregó Álvaro en su coche. Llegamos luego al desvío de Redipollos, 1150 m, donde entramos poco después. Aparcamos cada uno en un punto del pueblo y nos preparamos para la marcha. Las cumbres seguían invisibles tras las nieblas bastante bajas.
A las 8:35 horas comenzamos a caminar por una pista que salía del pueblo por el valle de Murias. Entre prados fuimos avanzando dejando atrás un pilón de ganado. Enseguida nos metimos entre arboleda subiendo cómodamente entre la misma. Así llegamos a un desvío del camino donde giramos a la izquierda entrando de lleno en el Robledal de los Torcedos. En este paraje pueden verse numerosos ejemplares de gruesos troncos y grandes copas en pleno verdor primaveral. Esta postal la completaban las escobas floridas que moteaban la pradera entre ellos dándole un punto de colorido al paraje. Allí hay un merendero con una fuente en la que intentamos llenar las cantimploras sin éxito. El mínimo chorro de agua que salía nos podía tener allí toda la mañana para llenarla.
Nos sacamos una foto de grupo antes de continuar subiendo por el camino llegando enseguida a otro cruce. Giramos a la derecha siguiendo las marcas de la ruta del PR que venía desde el pueblo. Comenzamos a subir por la vertiente izquierda del valle dejando atrás y por la derecha un cerro en cuya cima vimos una caseta de guarda forestal. Echando la vista atrás se veía el pico Susarón con su cima tapada por las nieblas y bajo él Redipollos y Puebla de Lillo. Estábamos en el Alto de la Carrerina Blanca según un indicador de madera. Eran las 10:00 horas.
Poco a poco fuimos girando al norte metiéndonos en el valle del Bustil de Pepe. Por esta vaguada bajaba el arroyo muy cercano al camino formando pequeñas cascadas. El grupo ya se había disgregado y a algunos ya no se les veía por delante. Con el walkie que Silvano me había dejado teníamos comunicación con ellos.
No tardamos en divisar por fin la cumbre de La Polinosa aun entre nieblas. Poco después llegamos a la Fuente del Cardo donde pudimos cargar agua fresca. Al lado del manantial hay cardos que dan nombre a la fuente. Más arriba se veían ya los corrales en la zona de La Cervencia. A esa zona llegamos cuando eran las 10:35 horas tras unos 7 Km. recorridos. Estábamos ahora justo bajo la falda del pico y sus empinadas laderas. Habíamos subido unos 450 metros de desnivel y nos quedaban otros 550 en vertical.
Haré una reseña de cómo nos repartimos desde allí. Por delante, hacia la cabecera del valle y la collada de Fermosa, se habían adelantado Silvano, José Antonio, Gabriela y Arancha. Detrás quedábamos Mateo, Cundi, Mª Jesús, Vicente, Álvaro y yo. El primero nos dijo que él había subido otras veces desde allí mismo directamente por una loma, así que nos dirigimos hacia ella. Cundi estaba un poco por detrás y fue él en su busca mientras los demás comenzábamos a subir la ladera de pradera. Yo no estaba muy convencido de poder llegar a la cumbre. No iba ni en buena forma ni con ánimo aunque iba a intentarlo hasta donde pudiese. La pendiente que se veía por delante era realmente impresionante y larga. Pues bien, alcanzamos el alto de la loma donde había varios caballos con crías y sacamos unas fotos. Allí Vicente decidió abandonar ya que desde atrás ya no se veía con ánimos ni fuerzas. Cundi apareció poco después y comentó que Mateo tampoco se animaba a subir. Al final quedábamos en aquel segundo grupo Mª Jesús, Álvaro, Cundi y yo. Eran las 11:00 h.
Seguimos subiendo por la loma siguiendo un sendero entre matorral que se nos cerraba en algunos tramos y que tuvimos que bordear. Según el mapa era la zona de La Pradera de las Planas. Delante teníamos un bloque rocoso bajo el cual nos situamos para bordearlo por su izquierda. En el fondo del valle comenzamos a ver un grupo grande de personas que subían también por la ladera pero lo hacía directamente por una vaguada más empinada. Algo más arriba nos fuimos uniendo a ellos para comenzar a subir una pradera de pendiente casi vertical. Haciendo zigzag por la misma fuimos ganando altura poco a poco y con mucho esfuerzo. La niebla se nos cerró durante unos minutos aunque iba y venía sin estacionarse.
A las 11:40 h alcanzamos un pequeño collado al lado de un picacho que se alzaba en la falda del pico. Allí había varios participantes de este grupo de Torrelavega como ya nos habían informado. Aprovechamos este descanso para esperar a Cundi que venía unos metros por detrás de nosotros. De nuevo en marcha nos metimos en una zona con un poco más de roca aunque con la misma pendiente. En una cresta más arriba vimos con los prismáticos subir a Arancha. Del grupo cántabro subía una joven que ya no podía más y se agarraba con pies y manos para poder avanzar. El compañero y nosotros la animábamos a seguir indicándola los mejores lugares para ello. Por mi parte iba mejor de lo que esperaba, eso sí, con mucha calma y despacio. Cual fue la alegría al ver a un compañero de ellos que había bajado unos metros y nos indicó que ya teníamos la cumbre “a tiro de piedra”.
A las 12:35 horas coronamos la cumbre de La Polinosa con una altitud de 2160 metros. Allí estaban los compañeros nuestros desde hacía un rato y varios del otro club. Cundi lo hizo poco después. Al norte la visibilidad era prácticamente nula. Sólo se veía un poco la cumbre de La Cruz. No tardó en despejar algo más aunque los valles seguían sin verse. Nos sacamos una foto de grupo en la cima y dejamos nuestra tarjeta. Algunos querían hacer más cimas del macizo, así que emprendieron la marcha por el cordal hacia el sur. Allí quedamos Arancha, Álvaro, Cundi y yo.
Cómodamente comimos disfrutando del paisaje que se abría cada vez más. El calor era sofocante a pesar del poco viento que corría. Habíamos quedado solos en la cumbre pero enseguida llegaron cuatro jóvenes de León que también se sentaron más abajo a comer. Nosotros, unos tumbados y otros sentados, intentamos dormir un poco. Yo estuve sacando varias fotos aprovechando que las nieblas se habían disipado casi por completo. Podía verse desde allí la zona de San Isidro con la estación y las cumbres que lo rodean. Muy al fondo incluso podía verse Peña Ubiña, una cima que es visible desde casi todas las demás de la montaña leonesa así como otras más al Suroeste: Peña Galicia, Valdorria, Cueto Aucino o el Bodón. También al Noreste teníamos Peña Ten y Pileñes y el pico Lago más al Norte donde se distinguía el puerto de Las Señales. Por detrás de las cumbres de La Cruz, Convento y Cervunal está el valle de Maraña, pueblo oculto tras las mismas, aunque sí se veía otro que podía ser Acevedo. Al sur teníamos las lomas que dividen los valles de Solle y Redipollos con el pico Corral de los Diablos en su confluencia.
Por el walkie nos comunicábamos con los compañeros que veíamos en la cima del Cervunal primero y luego en La Cruz. De ella comenzaron a bajar Ricardo y César, que habían subido también desde Redipollos más tarde directamente hacia aquellas cumbres. Venían hacia La Polinosa y les esperamos mientras el paisaje seguía haciéndose cada vez más visible. A las 15:20 horas llegaron estos a la cumbre donde nos sacamos otra foto y 15 minutos después nos pusimos en marcha ladera abajo.
Lo hicimos por la parte por la que habían subido antes los compañeros, más pegados a la cresta norte. La misma inercia nos hacía descender la fuerte pendiente que teníamos por delante en la que sufrimos algunos resbalones sin consecuencias. Poco a poco fuimos echándonos hacia la parte por la que habíamos subido. En una pradera estuvimos sentados unos minutos antes de seguir el descenso del último tramo de roca. Tras el mismo llegamos a la collada en la que habíamos parado nosotros a la subida. Eran las 16:20 horas.
El siguiente tramo era la pradera también muy inclinada por la que bajamos más cómodamente. Al final de la misma encontramos de nuevo una yegua con el potro a su vera. En vez de echarnos a la loma, decidimos bajar por el medio de la vaguada por la que había subido el grupo cántabro. Entre las escobas había un estrecho corredor por el que se descendía sin dificultad. Cundi, que había bajado poco antes que nosotros, estaba haciéndolo por la parte alta de la loma. Ya en la parte baja encontramos otro gran grupo de equinos. Con ellos saqué una bella foto con la cumbre de fondo.
A las 16:50 horas salimos al camino que llega a los corrales y que continúa valle arriba hacia la collada de Fermosa. Hacia ella iban tres personas con las que nos cruzamos. Ya en el camino emprendimos la bajada por el valle del Bustil de Pepe llegando poco después a la Fuente del Cardo. En ella saciamos la sed y cargamos agua. Camino abajo encontramos otros cuatro caballos y enseguida atravesamos un puente sobre el arroyo y más adelante una cancilla. Poco a poco fuimos girando para meternos en el valle de Murias. Al llegar al alto de La Carrerina Blanca decidimos desviarnos un momento y subir hasta la caseta forestal situada en lo alto de un cerro cercano y sin mucho desnivel. Por otro camino llegamos a ella en pocos minutos y subimos a la misma por las pendientes escaleras de madera. Desde allí se podía divisar todo el valle de Murias con Redipollos, Puebla de Lillo y el Susarón así como el de Bustil con La Polinosa al fondo.
Retomamos la marcha y enlazamos de nuevo con el camino principal para seguir descendiendo hacia el pueblo. En las laderas del valle se podía ver un cuadro multicolor de matorrales verdes, pinos y flores de diversos colores y tonalidades. No tardamos en llegar al desvío del Robledal de Torcedos. Ahora iluminado con el sol del atardecer era totalmente diferente de cuando subimos. Yo me fui rezagando del resto y así hice el camino hasta el pueblo. En la fuente del robledal me pareció ver a alguien un momento, pero desapareció y supuse que habría sido una ilusión. Eran las 17:45 horas
Llegué así a la siguiente confluencia girando a la derecha ya hacia Redipollos. El camino va entre arboleda tras la cual pueden verse los prados cercanos al arroyo Murias. Dejé atrás el Caserío de la Vega de San Pedro y paulatinamente fui acercándome al pueblo que comencé a ver tras salir de la arboleda. Hacia el Oeste el cielo se cubría de negros nubarrones. Antes de llegar a él me encontré con Mateo que iba a ver si encontraba un grupo de tilos que había en la zona y de paso a ver si veía a Cundi, que no había llegado. Luego supe que era a ella a la que había visto en la fuente del robledal quedando allí por detrás de nosotros.
A las 18:35 horas entré en Redipollos ahora con una amplia y bonita vista de La Polinosa. Allí mismo tenía la furgoneta y aproveché para cambiarme antes de dirigirme al bar donde suponía acertadamente que estaban los compañeros que habían bajado conmigo y también Vicente. Tomamos allí un refrigerio esperando por el resto que aún tardaron un rato en llegar. Habían subido cinco cumbres: La Polinosa, Cervunal, Convento, La Cruz y La Uve.
Tras hacernos una foto con el macizo de fondo emprendimos el viaje de regreso a las 20:15 horas. Poco antes del pantano paré a sacar otra foto de la cumbre desde allí. Encontramos algunas retenciones antes de entrar en León pasadas las 21:30 horas. Aquí fueron bajando las compañeras que venían conmigo y a las diez de la noche llegaba yo a casa.
En el Mampodre ya he subido la Peña La Cruz en otras dos ocasiones y desde Maraña. También aquella requiere su esfuerzo por lo pendiente de sus faldas y laderas, pero creo que La Polinosa lo supera y personalmente fue un gran reto ascenderla.