lunes, 26 de septiembre de 2005

II ENCUENTRO "CUMBRES DE LEÓN" - "PARDAMAZA -PRIMOUT" 25-09-05

 

II ENCUENTRO “CUMBRES DE LEÓN”.

1ª TRAVESÍA “PARDAMAZA- PRIMOUT- PARDAMAZA”.

25-09-05        (Domingo)

Por segundo año consecutivo realizamos esta actividad que pretende, sin apenas conseguirlo, reunir a la mayor parte de los socios del club para pasar una jornada en la que agrupamos una parte montañera y otra gastronómica. Al contrario que el pasado año, en el que participamos 19 personas, en esta ocasión no llegamos ni a la mitad, quedamos en 8. Con todo ello continuamos adelante con el programa y concertamos una merienda en un restaurante de Toreno, "Casa Salomé”, donde terminaríamos la jornada.
Como digo, 8 fuimos tan solo los animados a participar en esta actividad: Luis, Antonio, José Antonio, Álvaro, Toño, José Luis, Irma y yo. En Guzmán nos reunimos todos a las 9:00 h de la mañana para emprender el viaje de 115 Km hasta Pardamaza. Como Irma no está federada, fue con José Luis, su pareja, en su coche a parte. El resto nos dividimos en el mío y el de Luis emprendiendo el trayecto poco después de la hora en punto. Avanzamos por la nacional hasta Astorga, donde no sé por qué se metió Luis siguiendo las instrucciones de José Antonio. Perdimos tiempo en atravesar esta localidad para volver luego a entrar, en esta ocasión en la autovía. Poco antes de Bembibre la abandonamos para recorrer unos pocos kilómetros por la nacional antes de meternos en la comarcal a Toreno. En dicho pueblo hicimos el desvío a Librán, donde para coger la carretera a Pardamaza hay que hacer maniobras en una pequeña plazoleta debido a la curva cerradísima que une los dos tramos. Ya de camino a éste nos detuvimos en un mirador sobre el cañón del río Primout mientras el cielo nublado amenazaba lluvia en cualquier momento. Sin mas continuamos por aquella estrecha carretera sobre el río, que poco después se bifurca para entrar en un brazo donde se emplaza Pardamaza (990 m), al que llegamos sobre las 10:45 horas.
A la entrada del pueblo aparcamos los coches y nos dispusimos para la ruta. En esta ocasión llevamos los walkies del club para probarlos, a ver si van o no bien. José Luis cogió uno y yo el otro. A las 10:25 horas emprendimos la marcha saliendo del barrio de abajo por un camino que descendía hacia el arroyo de La Braña. Pasamos cerca de un merendero bien acondicionado escasos metros antes del puente sobre el arroyo. A partir de él se comienza a ascender por la ladera contraria del valle entre arboleda y matorral bajo. El cielo se había ennegrecido y la fina lluvia había hecho acto de presencia obligándonos a poner los chubasqueros o sacar el paraguas, como hizo Álvaro. Hacia atrás contemplamos los dos barrios de Pardamaza poco por debajo de la niebla que se cerraba en las cumbres.
Poco a poco fuimos girando siguiendo la orografía del terreno para meternos de lleno en el valle del río Primout. Por debajo vimos algunos postes eléctricos hacia los que bajaba otro tramo de camino. El grupo se comenzó a dividir y por detrás quedamos Álvaro, Antonio y yo. A pesar del pésimo tiempo, el paisaje no tenía desperdicio. Aparte de la vista sobre el valle, al lado del sendero pudimos contemplar numerosos helechales con diferentes tonalidades en las hojas, algunos verdosos del todo y otros ya amarillos en el comienzo del otoño. Igualmente numerosos árboles esparcidos contribuían a dar al entorno un aspecto realmente bello. Avanzo ya que el día despejó y a la vuelta pudimos disfrutar de todo ello con la esplendorosa luz del sol.
Gradualmente fuimos ascendiendo hasta alcanzar una cota a media ladera que mantuvimos durante un buen rato. De continuo íbamos probando José Luis y yo los walkies, que de momento iba bien. Ya nos sacaban bastante ventaja cuando les vimos al dar una gran curva del sendero. Enseguida comenzamos a descender también nosotros hasta llegar al nivel del río sobre el que había un puente de madera con barandilla por uno de sus lados. En el río vimos un bello rincón con varias vacas en su orilla. Un indicador señalaba a Pardamaza 2,5 Km mientras en mi podómetro marcaba 2,650 Km. Eran las 12:23 horas.
Caminamos ahora por la margen contraria del río, teniendo éste a nuestra derecha. No tardamos en pasar otra zona de helechales realmente preciosa con algunas rocas llenas de hierbas y musgos entre arboleda. Unos metros más adelante ésta formaba casi un túnel sobre nuestras cabezas. Había dejado de llover aunque se mantenía nublado. Yo iba sacando fotos de todo ello y de vez en cuando colocaba la cámara para salir caminando Antonio y yo, que ahora éramos los que quedábamos por detrás. De vez en cuando pasábamos alguna zona de praderas entre arboleda donde el sendero estaba menos marcado pero sin pérdida alguna. Remontamos luego un pequeño tramo y cogimos algo de altura sobre el cauce. Justo en ese trecho había una bifurcación en el camino que nos metía en un dilema. Como casi siempre, la señalización deja mucho que desear, por no haberla colocado o por que alguien la haya quitado.
Esta ruta transcurre por un tramo del PR- LE 43 y unos postes de madera con franjas amarillas y blancas lo van señalando. Pues bien, antes de esta bifurcación vimos una de estas estacas, pero ninguna luego, cuando tenía que haber otra justo después, en el sendero correcto. Antonio subió por la izquierda mientras yo continuaba por el que parecía el más lógico. Con José Luis, para colmo, no tenía comunicación ninguna ahora. Subí entonces unos metros por unas rocas y conseguí hablar con él, indicándome que había que seguir de frente paralelos al río. Se lo comuniqué a Antonio que no andaba lejos y retomamos de nuevo la ruta. No tardamos en ver una señal que ahora no servía de nada en absoluto.
En escasos 10 minutos avistamos a la Braña de Santa Cruz donde estaba el resto esperando. Atravesamos un puente para llegar a esta edificación consistente en unas cuadras y un pequeño refugio con chimenea, bancos, etc. Estábamos a una altitud de 1100 metros, eran las 13:00 horas y llevábamos 4,400 Km. La lluvia caía a ratos, lo cual me incordiaba bastante, ya que llevaba un poncho que no sabía si quitar o poner.
Unos minutos estuvimos allí antes de emprender la marcha de nuevo. El sendero continuaba al lado del río confundiéndose a veces la parte del lecho seco con él. Inesperadamente vimos como salía el sol entre las nubes dando al paisaje una belleza espectacular. Varias fotos saqué aprovechando este momento luminoso. El ramaje abundante relucía a la viva luz del sol y se filtraba entre él hasta el cauce del río.
De nuevo nos encontramos un punto mal señalado. En una pequeña pradera se bifurcaba el sendero hacia un puente de troncos sobre el torrente de agua mientras que otro, lo cierto es que más trillado, continuaba de frente. Aún así, al igual que anteriormente, vimos la señal bastantes metros más delante de este desvío, cuando no hacía falta alguna.
Por nuestra izquierda bajaban de continuo pequeños regatos que cruzaban el sendero embarrándolo. Uno de ellos formaba una pequeña pero bonita cascada en la ladera. Paralelos al río fuimos avanzando entre la arboleda y algún tramo donde la roca delimitaba la parte izquierda del sendero. En el agua vimos unas curiosas hierbas de color rojo que nos llamaron la atención.
Lentamente se fue abriendo el valle y nos encontramos con cada vez más praderías. Al lado del sendero vimos encontramos una fuente que manaba de debajo de una roca. El río se fue alejando del camino y ganamos algo de altura sobre él. Los claros en el cielo eran cada vez más amplios y pudimos disfrutar del paisaje iluminado por fin. Tras una zona abierta entramos de nuevo entre arboleda viendo en las praderas por debajo de nosotros varios caballos pastando.
A las 14:10 horas nos encontramos a la puerta del cementerio de Primout, un recinto de paredes de piedras. Allí encontramos una bala de fusil sin disparar. Un indicador señalaba la distancia a Pardamaza, 7,200 Km mientras que mi podómetro marcaba 7,270 Km. Por otro lado, una segunda señal marcaba la dirección al pueblo por una ancha pista, que optamos por no coger y sí en cambio seguir por un sendero entre los prados, al lado del río donde pastaban algunas vacas.
A las 14:30 horas llegamos a Primout, (1200 m), entrando en él a través de una portilla de hierro. Este pueblo deshabitado desde los años 70, se ha ido recuperando gracias a la ocupación de varias familias que pasan el verano o los fines de semana en él y han ido restaurando varias viviendas aunque la mayoría del pueblo se encuentra derruido. La piedra y la pizarra eran los elementos básicos en la construcción de dichas viviendas. El sol lucía espléndido y realmente daba un aspecto inimaginable a todo el entorno. El río atraviesa el pueblo por la mitad y a su vera se emplaza la iglesia bien conservada e igualmente de piedra y pizarra.
Tras unos minutos sentados en un puente de cemento sobre el río, nos dirigimos hacia el final del pueblo donde había un merendero en el cual nos sentamos a comer. José Antonio se había separado y andaba por el pueblo de ruta. Nosotros nos sentamos en unas mesas de cemento y piedras para comer tranquilamente. Teniendo en cuenta lo que habíamos tardado en llegar hasta allí, y que la merienda la teníamos concertada a las 19:00 horas, no nos sobraba mucho tiempo. Les apuré para emprender el regreso y tener unos minutos para dar una vuelta por el pueblo. La mayoría emprendió la marcha directamente, mientras que Luis, Álvaro y yo dimos un paseo entre aquel contraste de casas habitables y restos de muros a medio derruir. En una fachada vimos el esqueleto de la cabeza de una vaca. Por supuesto, las calles estaban sin asfaltar siendo bastante estrechas. Lo cierto es que es un pueblo de lo más típico que se puede encontrar con la salvedad de la abundancia de ruinas existentes.
A las 15:30 horas y con el podómetro marcando 8,500 Km salimos del pueblo. Ahora, con el sol radiante, el paisaje cambiaba completamente. Los colores resaltaban favorecidos por la humedad de la lluvia anterior. Atravesamos de nuevo por los prados y salimos al camino cercano al río. Me quedaban pocas fotos y no pude sacar las que quise. Una cerca para el ganado cerraba el camino y abrimos para pasar. El río lo cruzaban algunos troncos que cumplían la misma misión. Por detrás nos alcanzó Antonio mientras que José Antonio era el único que se retrasaba. Íbamos apurando el paso a ver si llegábamos antes de las 18:30 horas para tener tiempo de bajar a Toreno a las siete. Lo malo es que así no se podía disfrutar del paisaje como se debía.
En una hora llegamos a la Braña de Santa Cruz. Con sol tenía un aspecto totalmente diferente. No entramos esta vez en ella y continuamos camino adelante subiendo un tramo hasta la bifurcación conflictiva. Allí me sacó Luis una foto con el valle de fondo, que por cierto, al verla ahora en el ordenador me he percatado de que tiene unos fallos de color en medio. Más adelante, ya cerca del puente, varias vacas estaban tumbadas al lado del río rumiando plácidamente.
A las 17:00 horas llegamos a dicho puente por el que cambiamos de margen y comenzamos a subir la pendiente hacia la mitad de la ladera del valle. Aunque suene repetitivo, el sol iluminando los helechales y la arboleda era un espectáculo impresionante. Lastima lo ajustado del tiempo que teníamos, aunque ahora vimos que nos podía sobrar algo ya que veníamos apurando el paso de forma exagerada. Desde lo alto tuvimos una amplia vista del valle con la cima del Vallelargo y sus 1565 metros en la parte contraria. Por la mañana habían estado cerradas de niebla y lluvia.
Poco a poco fuimos girando para meternos en el valle de Pardamaza, pueblo que no tardamos en ver destacando en la verde ladera. A través del walkie contactamos con José Luis, que con alguno mas hacía un buen rato que habían llegado al pueblo. Bajando hacia éste volvimos a ver un gran castaño de tronco desgarrado al lado del sendero. José Antonio se nos unió entonces apareciendo por la parte alta de la ladera. Ya cerca del arroyo de la Braña había un antiguo molino medio derruido con parte del mecanismo moledor dentro.
Poco antes de las 18:00 horas entramos en Pardamaza tras 15,350 Km recorridos según mi podómetro. Los primeros habían llegado casi una hora antes. Nos cambiamos de ropa y calzado y con un lugareño, conocido de José Antonio, nos acercamos hasta su casa donde, en el patio, nos invitó a unos refrescos. Allí nos enteramos de que unos vecinos habían celebrado una pequeña fiesta y habían invitado a comer a todo el pueblo. Unos músicos paseaban por las calles animando el final de la jornada.
Ya sobre las 18:30 horas emprendimos el viaje hasta Toreno, a unos 8 kilómetros, donde teníamos la merienda media hora después. Paramos de nuevo en el mirador desde el cual pudimos ahora deleitarnos con la panorámica del cañón del río Primout, Librán, etc. Justo antes de llegar me di cuenta de algo en lo que no había caído antes. Cuando hicimos la ruta por la sierra de Gistredo hace dos años y medio, aparecimos en la carretera entre Pardamaza y este mirador, donde también paramos un rato antes de bajar andando a Librán.
Sin más retrasos continuamos el descenso hacia Librán y de éste a Toreno. Siguiendo a Luis, con el que iba con José Antonio, que sabía donde estaba el restaurante “Casa Salomé”, llegamos justo a la hora convenida a este lugar. En el salón ya nos tenían la mesa preparada para los ocho y nos acomodamos en ella.
Como habíamos hablado, el menú fue diverso y servido en fuentes de donde cada uno se sirvió lo que quiso. El mismo consistió en: paella, alubias blancas, cocido con botillo, caldo, chipirones fritos y caldereta de cabra. De postre: flan de huevo, natillas y otra crema muy rica de la que no me acuerdo el nombre. Por último, café y chupito. Todo ello, y el grato servicio de la señora Salomé, por 10 €. Lo cierto es que quedamos bastante satisfechos por todo y con intención de volver en otra ocasión si cuadra.
A las 21:00 horas emprendimos el regreso a León. Por la estrecha carretera de 12 kilómetros salimos a la nacional por la que recorrimos otro tramo más para coger la autovía más adelante. Sin novedades llegamos a Astorga, que en esta ocasión dejamos a un lado para salir poco después a la nacional con dirección a la capital. En esta entramos pasadas las 22:30 horas y en Guzmán dejé a Antonio y Álvaro. Minutos antes de las once llegué yo casa finalizando esta grata jornada de montaña con un buen resultado general a pesar de la escasa participación y del comienzo de la misma con tiempo irregular.




























lunes, 12 de septiembre de 2005

"LLAMARGONES", "ALTICO" "CALDERONES DEL DIABLO" (Piedrasecha) 11-09-05

 


NOTA: (En el relato y fotos figura el nombre de Santiago de las Viñas, siendo realmente Santiago de las Villas)

1ª TRAVESÍA “PIEDRASECHA- CALDERONES DEL DIABLO (5ª Travesía)-PICO LLAMARGONES (2ª Ascensión)- PICO ALTICO (1ª Ascensión)-SANTIAGO DE LAS VIÑAS- CUEVAS DE VIÑAYO- PIEDRASECHA”.

11-09-05         (Domingo)

Una vez más hemos salido a realzar una actividad totalmente particular y además en esta ocasión como alternativa a otra organizada por el club. Dentro del mismo estaba programada la ascensión al Curavacas, cumbre palentina con fama de complicada y de no demasiado fácil acceso. Como yo prefiero evitar los riesgos innecesarios propuse a otros compañeros, que por esas mismas u otras razones no querían hacerla, una alternativa más sencilla y cercana. Se trataba de la fácil ascensión a Los Llamargones, cumbre sita entre La Magdalena y Pola de Gordón, muy cercana a León. Concretado ello nos animamos de nuevo Álvaro, Luis y yo, suficientes para pasar una grata jornada que estuvo marcada por la improvisación y el buen transcurso de la marcha.
Avanzo que, lo que en principio iba a ser una ascensión de ida y vuelta por el mismo lugar, se convirtió en una travesía circular de 22 kilómetros y dos ascensiones, la de Los Llamargones (1905 m) y la del cercano pico Altico (1800 m), cuyo transcurso relato seguidamente.
Sobre las 9:00 horas nos juntamos cerca de mi casa los tres participantes. En el coche de Luis emprendimos el corto viaje de 30 kilómetros hasta Otero de las Dueñas donde nos desviamos hacia Piedrasecha, (1175 m), por la estrecha y curvada carretera que entra a este pueblo. Tras atravesarlo salimos por el camino que se dirige a los Calderones del Diablo y a pocos metros, en una pradera, aparcamos el coche. El sol lucía aunque por la parte norte se veían negros nubarrones.
Tras prepararnos para la marcha, comenzamos la misma a las 10:00 horas. Estábamos un poco por encima del pueblo y el sol de la mañana hacía resaltar a éste con un bonito color. Por un camino de tierra y pizarra avanzamos con dirección al desfiladero de los Calderones del Diablo. De momento el valle era mas o menos abierto y abundaban las arboledas no muy espesas. Por nuestra izquierda baja el arroyo de los Calderones formando algunas pequeñas pero bonitas cascadas. Algunos regueros cruzan el camino para precipitarse en el cauce principal.
No tardamos en divisar la abierta cavidad en la que se ubica la Virgen del Manadero, la cual pudimos contemplar colgada del techo dentro de una urna de cristal. Como nuestra intención era volver por el mismo lugar, les indico que es mejor parar a verla mejor de regreso, ya que hay que subir un pequeño tramo de escaleras hasta la misma y nos conviene no entretenernos ahora.
Allí mismo se encuentra el comienzo del desfiladero, a escasos 700 metros del pueblo. Yo ya le he recorrido varias veces, pero ellos nunca lo habían hecho. Al contrario de lo que suele ser habitual, las paredes no son lisas, si no que están formadas por miles de estratos orientados en infinidad de direcciones, lo que da cuenta de la antigüedad de toda esa parte del macizo. Estrechos pasos se suceden unos tras otros y el suelo es un mosaico de rocas bajo el cual circula el arroyo que abajo y más arriba se puede ver.
Unos 700 metros puede tener de largo este cañón hasta que se abre de nuevo en forma de valle con vegetación y cumbres más visibles. Por las laderas, bajo los riscos, vimos un rebaño de ovejas algunas de las cuales bajaban al camino y entre ellas pasamos poco después. Escasos metros más adelante nos encontramos con varias vacas que con nuestra presencia echaron a correr camino adelante atravesando el arroyo que también nosotros tuvimos que hacer. En el mismo contemplamos de nuevo bellos saltos de agua en el cauce.
Una hora después de emprender la ruta llegamos a la bifurcación del valle donde se encuentra la majada de Santas Martas (1400 m). Por la izquierda se pasaría hacia el valle de Portilla de Luna, mientras que hacia la derecha se encuentra el collado del Fito. Hacia ésta nos dirigimos por un camino ascendente entre vegetación y praderías. El arroyo de Pernalienga baja ahora por nuestra derecha ya que anteriormente le hemos pasado en la confluencia con el de Calderones. La pendiente se acentúa un poco más de camino hacia el collado. No en vano, en escaso kilómetro y medio subiremos casi 300 metros.
En este tramo paramos a hacer alguna foto y otros experimentos con las cámaras. Dejándolas fijas y con temporizador, nos grabamos subiendo un tramo de pendiente. Echando la vista atrás vimos como las nubes cubrían ya las cimas de los Cadabones, cumbres sobre el valle de los Calderones. Por debajo de las mismas contemplamos la collada que da paso al valle de Portilla de Luna.
Por detrás oímos voces y no tardaron en alcanzarnos dos jóvenes que subían hacia la collada también. Escasos metros nos restaban ya hacia la misma y la pista zigzagueó hasta llegar a dicho collado del Fito (1672 m). Eran las doce del mediodía y llevábamos 3,340 Km. Desde allí vimos ampliamente el valle por el que subíamos y el contrario, por el que luego bajaríamos. Por nuestra derecha ascendía la ladera de la peña La Rueda y el pico Santiago, mientras que por la izquierda eran las de Los Llamargones. Vimos en el collado algunas maquinas que están utilizando en la repoblación de las laderas, las cuales están limpiando de matorral. Los dos jóvenes que nos habían adelantado estaban allí y nos comentaron que habían estado otra vez en el pico Altico, situado a continuación de Los Llamargones y que en él había una pequeña cabaña.
Sin más reemprendimos la marcha por otra pista por debajo del pico hacia el collado Llamargones, (1750 m). Por ella, al contrario, habíamos hecho parte de la ruta realizada en el Encuentro de Montañeros del 2004 desde el Collado de Aralla a Pola de Gordón. En este tramo nos cruzamos con un todoterreno. Alcanzamos en pocos minutos dicha collada desde la que tuvimos una panorámica de la Vega del Palomar, que aquel día atravesamos, y el pico Feliciano, al que algunos ascendieron. Las nieblas se cerraban en las cumbres y temíamos que nos envolvieran a nosotros, lo que por fortuna no sucedió en todo el día.
A las 12:30 horas abandonamos la pista en el collado para coger un sendero ladera arriba entre escobas y matojo bajo. La pendiente se acentuó, aunque no era exagerada. Cómodamente alcanzamos la cumbre de Los Llamargones a las 12:50 horas y tras 4,670 Km. recorridos. En esos momentos la niebla se cerraba por el noroeste a pasos agigantados, pero como digo, no llegó a envolvernos en ningún momento. La vista que desde allí teníamos era realmente extensa. Haciendo un giro circular podemos enumerar algunas cimas conocidas como la del Correcillas, y Valdorria detrás, Las Tres Marías y el Valle de Arbás o los cercanos Miezca y Fontañán, a los que ascendimos a finales del pasado año. En los valles contemplamos los pueblos de Gordón y los del Valle de Arbás así como varios de la zona de Rioseco de Tapia con la autopista entre ellos y más lejana la ciudad de León.
En la cumbre había un hito geodésico y un mojón de piedras cercano. No encontramos buzón alguno, por lo que decidimos habilitar uno allí. A mí me bastaba con dejarlo entre las piedras del montón que había, pero Luis se puso en serio y al final hicimos otro hito con una abertura para dejar un bote y la tarjeta de cumbres. En una piedra señalamos con un rotulador el emplazamiento.
Tras sacar unas fotos decidimos acercarnos hasta el Altico siguiendo el cordal. Hicimos una pequeña apuesta a ver quien acertaba el tiempo a invertir hasta él. Uno dijo media hora, otro hora y pico y yo 45 minutos. A las 13:30 horas emprendimos la marcha hacia dicha cumbre distante unos 900 metros o un kilómetro. Entre las dos pasamos pequeños altos y colladas pedregosas en las que vimos varias trincheras de piedras, no sabemos si recientes o restos de la guerra civil. Recordar que en el cercano Fontañan se conservan varios atrincheramientos bien construidos con cemento y demás.
Exactamente 45 minutos tardamos en alcanzar la cima del Pico Altico con una altitud de 1800 metros. Si cima extensa está completamente cubierta de rocas sueltas y como nos habían dicho, en ella vimos una pequeña choza también de piedras con techo de madera cubierto con escobas y piedras como sujeción. A su lado se encontraba otra pareja de chicos que habían subido desde Los Barrios de Gordón. Tras el chozo había un gran hito de rocas y una cruz con buzón dentro del cual encontramos una libreta con relatos de montañeros que nos habían precedido. Lo cierto es que en conjunto me gustó mucho esta cumbre. Abajo teníamos los Barrios de Gordón y Pola de Gordón. Antes de ponernos a comer a la abrigada nos sacaron unas fotos a los tres en torno a la cruz. La niebla dejaba escapar algunas gotas de vez en cuando sin mayores consecuencias.
De nuevo improvisamos sobre la marcha para ver que ruta seguíamos. Para bajar por el valle de Santiago nos parecía un poco larga ya que teníamos unos cinco kilómetros hasta Santiago de las Viñas y otros ocho por carretera hasta Piedrasecha. Tampoco queríamos subir de nuevo por los Llamargones, así que teníamos la opción de atajar hasta la collada de Fito y bajar desde ella por el mismo valle de subida. Entonces nos sugirieron que podíamos desde la collada ascender por la loma del pico Santiago y pasar a Cuevas de Viñayo y desde él a Piedrasecha. Optamos entonces por esa opción y emprendimos el descenso directamente hacia la collada por la ladera del pico sobre las 15:30 horas.
Ahora el sol lucía y daba a la cumbre un bello tono en la piedra. Por el medio de los matojos bajamos hasta llegar a una especie de pista de las varias que hacen los de la repoblación. Por ella continuamos unas veces horizontalmente y otras directamente hacia el valle. Lo que vimos es que bajábamos demasiado y la collada ya nos quedaba bastante por encima. Tampoco el haber ido ladeando paralelos a la parte alta hubiese sido fácil debido a la maleza de varios trozos. Tras deliberar el tema, y con el ánimo sobre todo de Álvaro, optamos por meternos de lleno en el valle de Santiago, lo que nos suponía aún unos 13 Km., 9 más que subiendo al collado. Lo que yo más temía era el trayecto por carretera y la posibilidad de la lluvia amenazante. Así llegamos al fondo del valle donde encontramos una fuente con pilón y entramos en el sendero por el que yo había hecho esta ruta al contrario sin la ascensión a los picos. Llevábamos poco más de 8 kilómetros y eran las cuatro de la tarde.
Al lado del sendero vimos un pequeño topillo muerto cerca del arroyo Torre. El valle era amplio en esa parte y con vegetación dispersa. El sendero muy pedregoso y en ocasiones coincidente con el cauce del arroyo, que se había metido bajo roca haciéndose invisible. El cielo se fue cubriendo por el norte y no tardó en lloviznar, aunque el sol pudo al cabo de un rato. Siguiendo valle abajo llegamos a un pequeño paso angosto entre rocas tras el cual se volvió a abrir el mismo. En la roca mojada se reflejaba el sol dándole un tono algo extraño.
Tras una de las varias curvas que describe este valle encontramos un chozo de paja al lado de otro de bloques de hormigón. Allí había un todoterreno aparcado cerca de un corral de ganado vacío. El contraste de la roca y la vegetación formaba allí un rincón digno de postal que no dejé de fotografiar. Mas allá el camino se embutía entre verdes arbustos y un poco de arboleda todo ello resplandeciente al sol y húmedo de la lluvia caída. Lo cierto es que se trata de un valle bonito y lleno de rincones de postal.
No tardamos en llegar a otra zona de desfiladero. Era apenas un paso entre enormes rocas, pero al igual que en el paralelo de los Calderones, los estratos formaban figuras y formas de lo mas intrincado. En un manantial cargué la cantimplora con agua fresca. En el camino vimos los restos de un ave del que quedaban las alas y las patas solamente. También pasamos al lado de unas naves ganaderas cerca de las cuales vimos numerosas vacas. Dejando atrás ello cambió el paisaje del todo y por la derecha aparecieron verdes prados y arboledas bajo las laderas del Alto de las Forcadas. El intenso verdor volvía a ofrecer vistas de postal.
Ya cercanos a Santiago de las Viñas encontramos unos zarzales cargados exageradamente de moras grandes y maduras que no pudimos por menos de probar durante un rato. A las 17:50 horas, y tras largos 15 Km., entramos en el pueblo, (1000 m). A un vecino le preguntamos por el camino más corto para Viñayo, ya que yo sabía que había alguno sin necesidad de ir por la carretera. Nos indicó entonces que teníamos que salir del pueblo por un sendero, atravesar la carretera que subía a Cuevas de Viñayo y subir una vaguada que daba paso a dicho pueblo. Desde él no restarían 3 Km. hasta Piedrasecha.
Pues bien, tras subir calle arriba y ver la iglesia del pueblo, retrocedimos unos metros hasta coger la senda que subía unos metros hasta lo alto de una loma desde la que vimos la totalidad del pueblo con el arco iris por encima de él. Desde allí vimos también la carretera que sube a Cuevas y la collada por la que teníamos que pasar. Para asegurarnos, pregunté de nuevo a lugareño que paseaba por aquel alto por la vaguada que teníamos que coger. Fue entonces cuando al decirle que el final de la ruta lo teníamos en Piedrasecha nos comentó otra posibilidad que según él era mejor y más corta. Sería subir a Cuevas y pasar por otra vaguada directamente a dicho pueblo.
Por no sé cuanta vez volvíamos a cambiar los planes previstos e hicimos caso a este vecino. Bajamos entonces unos metros por la ladera hasta la carretera a la altura del final del pueblo de Carrocera. Nos encaminamos hacia Cuevas de Viñayo, (1150 m), mientras el cansancio ya hacía acto de presencia en nuestros cuerpos. Para colmo nos cruzamos con un hombre al que preguntamos por la distancia al pueblo y el paso al otro, respondiéndonos que la subida a la vaguada era considerable, lo cual nos desmoralizó aún más. En las laderas de la parte izquierda vimos una cantera al otro lado del arroyo de Cuevas.
Sobre las 18:40 horas vimos el indicador del pueblo y cuatro casas, aunque para lo que era el pueblo en sí tuvimos que andar otros 500 metros. A la entrada se dividía la carretera en dos calles, optando por tirar por la que llevaba más dirección al oeste. Eran las 18:50 horas y llevábamos 18,800 Km.
A una pareja que encontramos cogiendo moras les preguntamos por la salida hacia Piedrasecha, indicándonos que el camino salía cerca de la bifurcación que habíamos pasado, pero que desde allí mismo podíamos atajar por la ladera para alcanzarlo más arriba. Aunque las fuerzas por mi parte ya estaban bastante mermadas, emprendimos el ascenso por dicha campera. Pasamos al lado de la iglesia de bonita torre pétrea con escalera exterior y poco a poco fuimos ganando altura en busca del camino ancho que nos habían indicado. De nuevo tuvimos otra guapa vista de este otro pueblo desde la parte alta e iluminado por los últimos rayos de sol que le daban antes de ocultarse tras las cimas cercanas.
Tras atravesar un pequeño trozo de bosque de roble salimos por fin al camino en otra vaguada paralela. Se suavizó entonces la cuesta mientras ascendíamos entre ralos robledales con algunas bellotas aún verdes. Con ellas, mas bien con el caperuzo, nos enseñó Luis a silbar cogiendolo entre los dedos. Álvaro sí lo consiguió, yo no. A las 19:10 horas alcanzamos el collado de Piedrasecha con una altitud de 1250 metros aproximadamente. Llevábamos 19,530 Km. andados.
Por la izquierda salía una medio pista hacia el alto de la Cerra, pequeña cumbre de 1326 metros. Nosotros continuamos adelante pensando que íbamos a descender ya, pero resultó que continuaba a media altura ahora entre bosque algo más cerrado. De pronto nos cruzamos con un todoterreno que subía hacia la collada.
Descendiendo casi imperceptiblemente fuimos bordeando por la parte alta el valle por el que sube la carretera a Piedrasecha. Al fondo veíamos otra collada por la que pasaba el camino que traíamos y a la que no tardamos en llegar. Eran las 19:34 horas. A partir de ella bajamos más bruscamente y no tardamos en divisar el pueblo a escasos 300 metros. Hacia arriba subió una moto y un par de caballos.
A las ocho de la tarde entramos en Piedrasecha habiendo recorrido un total exacto de 22 kilómetros. Justo lo hicimos de frente al bar y sin dudarlo entramos a pedir unos refrescos que tomamos sentados tranquilamente en la terraza. Unos 15 minutos después levantamos anclas y nos encaminamos hacia el coche, situado a unos 200 metros, en la pradera a las afueras del pueblo. Tras cambiarnos la ropa húmeda emprendimos sin más el regreso a León donde entramos poco antes de las 21:00 horas. Ya en Armunia nos bajamos Álvaro, que tenía el coche aquí mismo, y yo a la puerta de casa, dando por concluida otra actividad montañera más.
Como se ve, nada tuvo que ver el resultado final con los planes iniciales. Lo que propiamente iba a ser una sencilla ascensión, se convirtió en una larga travesía y dos ascensiones, lo cual, no habiendo nada que lamentar, resulta todo un logro.