lunes, 23 de mayo de 2005

IX ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES. MEMORIAL “FERNANDO ALGORRI”. “PEÑA LASA” (RODIEZMO). 22-05-05

 


IX ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES.

MEMORIAL “FERNANDO ALGORRI”.

1ª ASCENSIÓN A “PEÑA LASA” (RODIEZMO).

22-05-05      (Domingo)

Un año más llegó el mes en el que tradicionalmente se celebra una de las principales actividades montañeras de la provincia, el Encuentro de Montañeros Leoneses, que en esta ocasión cumplía su 9º aniversario. Esta vez el club organizador fue el Yordas, que junto con la Delegación Leonesa de Montañismo, nos preparó una grata jornada en la bonita zona de Villamanín, concretamente en Rodiezmo y la ascensión a la cercana Peña Lasa.
A las 8:30 horas estaba prevista la salida de León desde Guzmán, hasta donde me acerqué en la moto. Allí nos fuimos reuniendo los aproximadamente 100 participantes que íbamos desde la ciudad en dos autocares. De nuestro grupo fuimos al final 8 socios los que asistimos: José F., Jorge, Sonia, José L., Ricardo, Luis, Carmen y yo. Por otro lado, Antonio estaba apuntado y no se presentó en la salida.
Algo pasada la hora emprendimos el corto trayecto hacia Rodiezmo. Por la carretera de Asturias salimos de León y tras pasar por La Robla llegamos a Villamanín donde giramos hacia el Valle de Arbás. El primer pueblo que nos encontramos fue Rodiezmo donde llegamos sobre las 9:30 horas. En una campa nos apeamos de los autocares mientras el día se presentaba algo incierto con nubes y claros.
Hacia la parte norte se alzaba la cumbre de Peña Lasa hacia la que nos dirigiríamos. Al fondo del valle se veían claramente los tres piquillos de Las Tres Marías mientras que hacia el Este destacaba la mole del Fontún.
A las 10:00 horas emprendimos la marcha por un camino entre praderas verdes de gran belleza. Cerca del mismo se veía un bonito pinar que destacaba en medio del verdor primaveral. Con dirección noroeste avanzamos hacia la entrada de un barranco por el que discurre el arroyo Gorgolla o Espino. A los lados de la pista comenzaban a verse numerosos matorrales y arbustos que hacía si cabe más bella la vista de la peña hacia la que íbamos. Yo iba parando para fotografiar y grabar con la videocámara todo ello y por eso fui quedando por detrás de casi todos. Merecía la pena disfrutar de todo aquel maravilloso entorno sin prisa, ya que daba tiempo de sobra hasta las cinco de la tarde que no estaba previsto el comienzo de la fiesta. Al contrario que suele suceder habitualmente en esta actividad, no había ninguna alternativa a la ascensión con alguna travesía.
Tras un kilómetro largo y ya bajo la falda de la peña, encontramos un abrevadero en una abertura del valle con un comedero metálico para el ganado a su lado. La pista moría allí y la serpiente de participantes subía ahora por una ladera algo más empinada moteada de amarillas flores. El sendero nos condujo hacia un estrecho paso entre dos moles, el Cerro de los Fontanales, tras el que se abría otra gran pradera. Allí me uní con José F. y Carmen ya que el resto si no habían parado estaba ya en el pico.
Echando la vista atrás vimos como nos alcanzaba un gran grupo que había llegado con retraso por culpa de una incidencia que comento. Se trataba del club Laciana, de Villablino, que venían por la parte de Luna y se encontraron con que el autocar no pasaba por el túnel que une el valle de Aralla y el de Arbás, por lo que tras hacer una serie de maniobras complicadas, tuvieron que pasar por la collada de Aralla a Pola de Gordón para llegar a Rodiezmo. Eso sí traían un paso que el retraso no les iba afectar lo más mínimo.
A través de la empinada ladera fuimos ganando altura hasta meternos en la roca. En ella encontramos algunos tramos que, sin ser difíciles, no eran apropiados para una actividad en la que habitualmente van niños y personas que sencillamente hacen senderismo. En la ladera vi un bonito manantial que paré a fotografiar.
Así alcanzamos una curiosa zona de gran belleza donde las formaciones rocosas abundaban por doquier entre los trozos verdes de pradera. Salvando con creces la diferencia, se podía ver una ligera similitud al paisaje laberíntico que no hace tanto contemplamos en Las Tuerces palentinas. Como digo, es difícil de describir dicho contraste “pétreo-verdoso” entre el que fuimos pasando teniendo a la vista la cumbre de Peña Lasa.
Así llegamos a un punto desde donde cabían dos posibilidades, seguir el ascenso hacia la cumbre o comenzar el descenso por la ruta marcada para el mismo. José F., aún convaleciente de una reciente operación, optó por la segunda opción mientras que Carmen y yo continuamos hacia la cercana cumbre. Eran entonces las 12:20 horas
Antes de alcanzar ésta encontramos otra terraza de pradera en la que se acomodaba numeroso personal que, o bien ya había subido o no tenía intención de hacerlo. Allí vi a mi amigo Constantino que ya estaba de regreso y se sentaba bajo la sombra de una roca. Le dejé para continuar subiendo el último tramo a la cumbre. En él me crucé con varios participantes que ya bajaban, entre ellos a Mari Cruz, vecina de Armunia con la que ya había estado antes. Antes de llegar a la cima paré para ponerme la cazadora, ya que soplaba un fresco y molesto vientecillo.
A las 12:45 horas alcanzaba la cima de Peña Lasa o Laza, como también se la conoce. Algo por debajo de ella estaban todos mis compañeros ya “aburridos” de estar allí. Antes de nada subimos todos a la cumbre para hacernos una foto al lado de la cruz y el buzón en el que dejamos nuestra tarjeta junto con la de algún grupo más. Mientras ellos volvían a bajar para comer, yo quedé unos minutos a grabar y fotografiar la amplia vista de la que se podía disfrutar desde allí.
Haciendo un recorrido circular enumero lo más destacado del entorno. Comenzando en Rodiezmo, Villamanín, pico y pueblo de Fontún, Bodón de Lugueros y de Cármenes, Collada de Cármenes, los Currillines, Brañacaballo, Estorvín, Tres Concejos, Cellón, Puerto de Pajares y la estación de ski tras la cual, y casi tapadas por la niebla, las Ubiñas. Ya en el Valle de Arbás, las Tres Marías, Ortigal, Barragana, y varios pueblos del valle. También la cumbre del Cerro Pedroso y del Vega Cercada, ascendidos en el último Encuentro de Montañeros así como otras muchas más.
Tras varios minutos recreándome con todo ello bajé esos pocos metros hasta donde estaba el resto comiendo para unirme a ellos. Allí estaban también Cundi e Irene, quienes nos habían acompañado a principio de año en la travesía de Pobladura de la Sierra, junto con alguna compañera más. Por su parte, Carmen había bajado enseguida hacia donde había quedado José. A las 14:15 horas, tras la comida emprendieron el descenso rápidamente, por lo que decidí tomarlo con calma. El podómetro marcaba en la cumbre 3,700 Km.
Bajaba con Eulogio, un socio del club organizador, cuando vimos subir a un joven de la Guardia Civil que controlaba la marcha. Había perdido el móvil no sabía dónde y volvía en su busca. Tras comprobar que no estaba por allí bajamos juntos un tramo fijándonos a ver si por casualidad lo veíamos o lo oíamos sonar, ya que con otro iban haciendo llamadas. Así llegamos a la campa y poco después al punto donde se bifurcaba la ruta de ascenso y la de descenso. Allí me rezagué un poco mientras ellos iban cada uno por un ramal en busca del teléfono. Aproveché el disparador automático de la cámara para sacarme algunas fotos en aquel entorno idílico.
La ruta de descenso era más pendiente en aquel primer tramo. Igualmente transcurría entre numerosas moles calizas con formas y tamaños diversos. Al personal se le veía bajando por el sendero bien marcado en la ladera formando una hilera multicolor. Llevábamos ahora la dirección de un valle que desembocaba frente a Villamanín, aunque abajo se veía el camino que lo ladeaba y pasaba un colladín con dirección a Rodiezmo.
Tras dejar atrás la parte rocosa entré en una ladera verde en cuya parte baja vi a Carmen y a José. No tardé en unirme a ellos y le pedí a Carmen que me grabase un poco bajando corriendo ladera abajo y en el sendero, por salir algo yo en el vídeo. Por la parte derecha vimos llegar un numeroso grupo que pasaba del valle contiguo, por el que habíamos subido. Tras bordear unas rocas pasamos a otra vaguada en la que había unas cuadras ganaderas. Por el sendero o campo a través llegamos a ellas donde comenzaba el camino ancho hacia el pueblo. Hacia atrás contemplamos una panorámica del murallón de rocas por el que habíamos bajado. Siguiendo el camino zigzagueante entre las praderías altas fuimos a salir al camino de ascenso en el punto del abrevadero. Por encima vimos ahora un rebaño de ovejas y un par de caballos. Eran las 16:20 horas.
Allí sacamos algunas fotos antes de seguir la pista cercana al arroyo Espino cerca del cual volvimos a ver bonitos rincones de flora. Por detrás nos alcanzó Eulogio que había bajado por la ruta de ascenso en busca, sin éxito, del móvil comentado. Algo más adelante había otro abrevadero de ganado al lado del cual pasamos.
Poco a poco nos fuimos acercando al pueblo ya visible al igual que los autocares y el personal en una pradera. A las 16:50 horas nos unimos nosotros al numeroso grupo, este año algo mermado por causa de un cambio de fechas a última hora. Un grupo folclórico del Bierzo amenizaba con su música y sus bailes mientras se repartía embutido, pan y refrescos para todos. Como es habitual, Buzzi, el delegado leonés, entregó una placa conmemorativa al club organizador, en este caso el Yordas, anunciando a su vez que el próximo año será preparado por el club Laciana.
Tras este acto también se repartió mistela y pastas mientras se bailaba al son del grupo tradicional. Poco a poco vimos como por el noroeste se iba ennegreciendo el cielo e incluso caían cuatro gotas. Las nieblas tapaban ya las cumbres de los Currillines y las Tres Marías. Por fortuna no pasó de eso y dejó continuar la fiesta un rato más. Algunos de nosotros decidimos acercarnos hasta una bar del pueblo para tomar un café. Yo me había tomado dos o tres vasos de mistela e iba un pelín “alegre”. Como días antes había sido mi cumpleaños, el 18, les invité en el bar.
Tras un rato en él regresamos hacia la campa donde ya el personal iba recogiéndose a los autocares. De pronto me di cuenta de que había dejado la cartera en el mostrador del bar. Ya iba a echar a correr cuando Jorge me dijo que preguntase a ver si alguien me lo había cogido. Si no es por Luis que “metió las patas” y se le escapó, me hacen ir hasta el bar a por ella, y eso que decían que me lo iban a decir antes de que echase a correr.
Cinco minutos antes de las siete emprendimos el regreso a León. En esos momentos la cumbre de Peña Lasa estaba cerrada de niebla. En Villamanín salimos a la nacional por la que sin novedades entramos en León en una hora escasa. De nuevo en Guzmán terminamos el viaje y tras despedirme de los compañeros cogí la moto para regresar a casa.
Un año más finalizó este evento provincial que pretende reunir en una actividad de convivencia a todos los montañeros de los clubes leoneses. En esta ocasión, como ya apunté, la incidencia del cambio de fecha hizo algo escasa la participación, que se suplió con la belleza de la zona escogida y la suerte del tiempo reinante tras las malas previsiones anunciadas.
Esperemos que nunca termine esta bonita tradición instituida por el que fuera delegado de montañismo en León, ya fallecido, Fernando Algorri, en cuya memoria se realiza.























lunes, 9 de mayo de 2005

"PICOS ALBOS" Y "LAGOS DE SOMIEDO" 08-05-05

 


6ª TRAVESÍA POR LOS “LAGOS DE SOMIEDO".

1ª ASCENSIÓN AL “ALBO OCCIDENTAL” Y 2ª ASCENSIÓN AL "ALBO ORIENTAL".

08-05-05           (Domingo)

Segunda salida mía en una misma semana tras la anterior del lunes a los Ancares. En esta ocasión se trataba de una excursión oficial del club de montaña ya prevista en el calendario de actividades. Tras unas bajas de última hora, el grupo quedó reducido a tan solo cuatro personas: Luis, Antonio, José Antonio y yo.
A las 8:00 horas nos reunimos los cuatro en Guzmán para salir en el coche de Luis por la carretera de Caboalles. Al llegar a La Magdalena optamos por entrar en la autopista para evitar el tramo del pantano de Luna. Ya fuera de ella entramos pasamos el último tramo del valle de Luna antes de entrar en la comarca de Babia. En el desvío a San Emiliano giramos hacia éste por una carretera en obras de ensanchamiento. Tras pasar por el mismo nos dirigimos hacia el puerto de Ventana con las Ubiñas por nuestra derecha. Antes de subir el último tramo del mismo se encuentra el cruce hacia Torrestío al que llegamos poco después. Para aguantar un poco más decidimos avanzar por la pista hasta donde se pudiese y así continuamos el ascenso por ella hacia la collada de La Farrapona, limite con Asturias. Por el valle de Sañedo sube dicho camino que se encontraba en bastante mejor estado que otras veces que había ido.
Ya cerca de la collada vi como un par de corzos subían ladera arriba y paramos a verlos. No era la única fauna que veríamos durante la jornada. A la vez aproveché para sacar unas fotos de aquel precioso valle verde iluminado por el sol matinal y rodeado de cimas moteadas de nieve. Continuamos sin más hacia la collada situada a cuatro kilómetros del pueblo y a una altitud de 1709 m. Allí se bifurca el camino bajando un ramal hacia el fondo del valle asturiano y otro hacia la izquierda hacia los lagos. En este tramo tuvimos que apartar algunas piedras del camino para pasar bien con el coche. Tras un kilómetro de descenso se alcanza la collada de La Caranga (1590 m), desde donde se divisa el lago de La Cueva en el fondo de un circo tras el cual aparecían las cumbres de los Albos hacia los que nos dirigíamos. Eran las 9:50 horas. Allí aparcamos el coche y nos preparamos para la ruta. El día no podía presentarse más espléndido, lo que allí es un lujo, ya que es una zona donde la niebla entra con facilidad. Estando preparándonos vimos como un par de perdices atravesaban el camino corriendo.
A las 10:10 horas emprendimos la caminata por una pista zigzagueante que sube por bordeando el lago hacia las bocas de unas antiguas minas de hierro. Antonio se había adelantado y ya se le veía bastante arriba. La vista del lago era realmente bonita con las cumbres reflejadas en él. Algunos tramos los atajamos entre curvas y así llegamos a la doble entrada de la mina. Tras una parada para inspeccionarla continuamos ascendiendo hacia el collado que da paso a la vega de Camayor donde se sitúa el lago Cerveriz bajo la cumbre de los Albos. Llevábamos 1 Km aproximadamente y habíamos tardado poco más de media hora.
De nuevo pudimos llenarnos de la grandeza del lugar con una vista impresionante. Aproveché para sacar una foto panorámica del lugar que luego insertaré en el libro. Ahora había que perder un poco de altura hacia la vega para alcanzar la ladera de los picos. Cabían dos posibilidades, atacarlo por el medio de ellos, como lo había hecho yo la vez que ascendí hace 11 años, o cogerlo mas tendido yéndonos hacia la derecha por debajo de La Llábana, opción que al final decidimos. Para ello descendimos unos metros hasta llegar a un pequeño refugio cerrado. A partir de él comenzamos a subir por la ladera de los picos siguiendo en todo momento un sendero bastante marcado. Atravesamos algunos neveros que salpicaban la falda de La Llábana y tras un último tramo un poco pendiente llegamos al collado entre este pico y el Albo Oriental. Eran las 11:30 horas y llevábamos 2,900 Km relativos, ya que en las ascensiones no es muy fiable el podómetro. Desde aquella altitud ya contemplamos la vega donde se sitúa el Lago del Valle, aún no visible aunque sí divisamos el pueblo de Valle de Lago.
Nos encaminamos ahora por una ladera divisoria entre los dos valles hacia la cima del pico. La pendiente era acentuada aunque sin demasía. Arriba se veía la peña bastante abrupta y Antonio lo advirtió según nos acercábamos. Yo le dije que no me parecía tanto y continuamos hacia ella.
Así nos fuimos metiendo y yo me desvié un poco del resto encontrándome de pronto con que no podía continuar. Tuve que retroceder unos metros bastante pendientes que no me resultaron fáciles de descender. Me reuní de nuevo con ellos que estaban dilucidando por donde seguir. Le tuve que dar la razón a Antonio por la advertencia anterior.
Fue José Antonio quien se decidió a seguir por las rocas mientras veíamos como iba respondiendo. Al ver que subía pero con bastantes dudas y retrocesos, optamos nosotros por descender unos metros y bordear el peñón por la parte derecha, la del Valle del Lago. Por allí fue un paseo la subida y pudimos ver por primera vez el bonito Lago del Valle con su islita en el centro.
A las 12:35 horas alcanzamos la cumbre del pico Albo Occidental con una altitud de 2075 m. El podómetro marcaba 4´300 Km. En él había un grupo de Asturias con quienes estuvimos un rato. Del buzón recogimos una tarjeta de otro grupo asturiano, “Oxigeno” y dejamos la nuestra. Como luego alcanzamos la cumbre más alta, dejaré para ese momento la relación de cumbres visibles desde aquellas altitudes. Lo que desde la otra no veríamos sería el Lago del Valle, que quedaba justo a “los pies” de este Albo.
Tras sacar unas fotos y cuando era la una de la tarde, emprendimos el paso hacia el Albo Oriental, al que yo había ascendido la vez anterior. Estos dos, junto con otro pico más bajo, cuyo nombre no me acuerdo, y que forma un triángulo, son los Picos Albos.
Descendimos hacia la collada entre los dos más altos dejando el tercero a la derecha. Hacia él se dirigía el otro grupo. Por debajo del mismo pudimos ver varias simas y rocas de formas puntiagudas cerca de las cuales pasamos. En poco tiempo alcanzamos la collada desde la que comenzamos a ascender hacia el Oriental a cuya cima llegamos a las 13:30 horas. El podómetro marcaba 5,600 Km.
Esta cumbre de 2190 metros es la mas alta de los tres picos principales que forman los Albos. Como dije, ya la había ascendido en otra ocasión con el anterior grupo “Don Bosco”. La relación de cumbres visibles desde ella es innumerable, siendo las mas conocidas Las Ubiñas, Cornón, Muxiven, Peña Chana, Montigüero o la cercanísima Peña Orniz, a la cual se accedía tras otra collada y un fuerte repecho. En la parte baja se situaba los lagos Calabazosa y Cerveriz así como la collada donde teníamos el coche.
En las rocas nos acomodamos para comer llegando al poco rato el grupo asturiano. Por la parte contraria subieron también cinco o seis personas que pertenecían al club ponferradino “Peñambolias”, varios de los cuales habían participado como nosotros en la marcha regional del mes pasado. Llegaban haciendo la ruta desde Torrestío por el valle de Valverde. Con ellos charlamos un rato y nos hicimos fotos mutuamente. En el buzón dejamos otra tarjeta y recogimos una similar a la del pico anterior.
A las 15:10 horas emprendimos el descenso. Después de dudar entre bajar y ascender a la tercera cumbre, la más pequeña con 2062 m, o hacerlo hacia la parte contraria, optamos por esto último. Por algunas canales de fuerte pendiente llegamos a la collada que nos separaba de Peña Orniz. Unos por un lado y otros por otro continuamos la bajada por la ladera norte con dirección al lago Calabazosa. Los pedregales se alternaban con los neveros de nieve blanda. En uno de ellos se golpeó Antonio la pierna con una roca puntiaguda bajo la misma. Tras descender lo más pendiente llegamos a una curiosa zona de altibajos con formas onduladas. A través de ella fuimos perdiendo altitud y nos encontramos con otro pequeño lago emplazado en un entorno idílico. Rodeado de pradera y con nieve alrededor destacándole la silueta, era una visión de postal. Se alimentaba de varias cascadas que caían por las laderas que lo circundaban.
Desde esa misma posición teníamos otra vista espectacular hacia la parte contraria. Podíamos ver el pico con el lago Calabazosa, el Cerveríz y la vega de Camayor en una misma panorámica. De ello saque varias fotos con las que luego hago montajes. Hacia el sur sobresalía por detrás de las lomas cercanas Peña Orniz, que destacaba ahora sobre un cielo ennegrecido con nubes de tormenta.
De nuevo en marcha tras un rato disfrutando de estas vistas pudimos ver otro numeroso grupo de rebecos subiendo por las laderas. Tras atravesar un reguero que comunicaba la laguna anterior con el lago de la Calabazosa continuamos bordeando éste por la parte alta hasta alcanzar un collado que da paso al hoyo del lago de La Cueva.
Desde allí veíamos ya la zona donde teníamos el coche aparcado. Ahora podíamos bajar hasta el lago directamente y bordearlo por la su orilla o hacerlo por la superior por la que iba el sendero. Decidimos esto último y seguimos aquel sendero que contorneaba el circo. Hacia la parte alta de aquel ascendía otro sendero que comunicaba a través de una collada con el valle de Torrestío. Al lado de este collado emergía un gran peñón en el que con poca imaginación se podía ver una gran cara de un hombre.
Poco a poco fuimos bajando mientras iban desapareciendo tras las lomas del circo los picos Albos. Antes de llegar a la collada pasamos al lado de una caseta y los restos de otra. De esa forma, a las 17:50 horas y tras 11,230 Km., según el podómetro, terminamos esta ruta. Por la pista que habíamos subido por la mañana bajaban ahora varios grupos de personas. José Antonio se unió a uno de ellos para ir caminando hacia La Farrapona. Poco después emprendimos nosotros la marcha en el coche. Con cuidado debido al firme del camino avanzamos hacia este alto. Poco antes del mismo recogimos a José Antonio y ya en él comenzamos el descenso por el valle de Sañedo que estaba igualmente espectacular que por la mañana.
En una fuente al lado de la pista nos detuvimos a beber y coger agua. Al fondo del valle ya se veía Torrestío con Peña Ubiña presidiendo el paisaje. Sin más llegamos al pueblo y paramos en el bar del mismo. A Antonio se le antojó comer algo y pedimos unas raciones de albóndigas caseras de bonito y cecina, las cuales estaban “de muerte”. Al poco llegaron los del club ponferradino “Peñambolias”.
Eran ya las ocho de la tarde cuando emprendimos el regreso a León ahora disfrutando de los valles y las cumbres con el sol del atardecer. Tras dos kilómetros recorridos salimos a la carretera del puerto de Ventana. Giramos nosotros hacia el lado contrario pasando poco después por Torrebarrio y San Emiliano. Allí paramos un minuto y pregunté por Ricardo, el cual no estaba. Sin mas continuamos hasta la entrada de la autopista donde nos desviamos. Por ella circulamos hasta La Magdalena en la que abandonamos esta vía para seguir por la carretera dirección León. Aquí me esperaba mi hermana con la furgoneta y en pocos minutos llegamos a casa cuando eran las 21:55 horas.
Con ello cumplimos otra actividad programada dentro del calendario del club para este 2005. La próxima, salvo cambios repentinos, será el día 22 con el Encuentro de Montañeros Leoneses, que este año cumple su 9ª edición.























martes, 3 de mayo de 2005

"LAGOS DE BURBIA" Y PICO "MUSTALLAR". 02-05-05

 


4ª TRAVESÍA POR LOS "VALLES DE BURBIA" (Ancares)

2ª TRAVESÍA A LOS "LAGOS DE BURBIA" Y 2ª ASCENSIÓN AL "MUSTALLAR".

02-05-05           (Lunes)

Aprovechando este largo fin de semana en el que la fiesta del 1º de Mayo se trasladó al día siguiente por caer en domingo, me decidí a realizar una salida de montaña en plan particular invitando a la misma a los compañeros del club que lo deseasen. Tras estudiar varias opciones me incliné por repetir una bonita experiencia de hacía cinco años en los Ancares Leoneses en la que recorrimos los dos valles cercanos a Burbia a la vez que conocí los lagos de la zona y ascendí al pico Mustallar. Como digo, se lo propuse a los colegas del club y cualquier otro acompañante que se animase, ya que al ser una excursión ajena al club, no había limitación alguna para ello. Al fin sumamos 8 personas, dos de las cuales, Roberto y un amigo de José R., fallaron a última hora, quedando en 6 los participantes en la misma: Luis, Javi V., José A., José R., Álvaro y yo.
Tras levantarme a las 6:30 horas acerqué a mi hermana al trabajo para tener la furgoneta libre luego e ir hasta Guzmán, punto de salida habitual. Allí nos fuimos reuniendo todos los que habíamos quedado allí salvo Roberto, que tras esperarle un rato e incluso llamarle sin éxito por teléfono, no apareció. En los coches de José R. y Luis emprendimos la marcha ya pasadas las 8:00 horas.
Salimos de León por la carretera de circunvalación, por lo que no hubiese sido necesario que fuera yo hasta León ni haberme levantado tan pronto, ya que pasamos a 300 metros de mi casa. Avanzamos por la nacional hasta Villadangos donde José Ramón dejó su coche aparcado para ir los cinco desde allí en el de Luis. Lo dejó allí ya que para volver le quedaba más cerca del pueblo en el que vive. Continuamos sin más hasta Astorga donde entramos en la autovía. Rodando por esta recibí la llamada de Roberto diciendo que se había quedado dormido y por eso no había aparecido. Las nubes y los claros se alternaban en el cielo, aunque hacia la montaña se veía cerrado.
De esa forma llegamos a Bembibre donde cogimos la carretera hacia Toreno. Al comienzo de la misma nos detuvimos unos minutos hasta que llegó Javi con su coche, el cual venía de Noceda. Nos repartimos entonces en los dos vehículos para continuar el viaje hacia Toreno, Vega de Espinareda y Burbia tras recorrer bonitos valles de esta zona del Bierzo Alto.
Antes de bajar a Burbia se divisa todo el valle y comprobamos como el Mustallar estaba completamente cerrado de nieblas. Ya en éste pueblo nos dirigimos al camping-albergue donde habíamos pasado la noche la vez anterior que había estado. Aquí estuvimos un rato mientras José Ramón compraba un bocata para la comida. De nuevo con los coches decidimos entrar por el camino estrecho y no muy buen firme hasta la confluencia de los dos valles que forman la cabecera del río Burbia, La Grandela y Villouso, y así avanzar un kilómetro y medio. En la misma bifurcación de caminos aparcamos los coches como pudimos sin que estorbasen demasiado. Desde León llevábamos 147 Km.
Con bastante retraso ya por las paradas y demoras sufridas, comenzamos la ruta sobre las 11:20 horas. El camino de la derecha llevaba al Mustallar y Cuiña, mientras nosotros seguimos el de la izquierda hacia el valle de Villouso y los lagos. A los pocos metros se encuentra el edificio de una antigua central eléctrica al lado del cual hay un merendero con mesas y asientos de piedra. A su lado he acampado un par de veces anteriormente. Allí sacamos una foto de grupo antes de continuar por el camino que ascendía por encima de este lugar y meternos de lleno en el valle antes indicado.
Mientras el resto cogía un ritmo de vértigo, yo me lo tomé con calma. Quedaba mucho trayecto y un desnivel de 1000 metros hasta la cumbre del Mustallar. Los valles estaban preciosos con unas tonalidades verdes de impresión y había que disfrutar de ello. Al poco de caminar por este valle encontramos una bifurcación hacia la izquierda que entraba hacia una vaguada conocida como Morteira. En los cruces, como ya habíamos visto, unos indicadores de madera señalaban la dirección de dichos lugares.
El río bajaba por nuestra izquierda unos metros por debajo del camino. La flora del lugar era realmente variada y exuberante. Como no soy conocedor de la misma me abstengo de enumerar las diferentes variedades de árboles, arbustos y demás especies botánicas que allí se concentraban. Las sobras y luces formadas por las nubes pasajeras acentuaban enormemente este efecto embellecedor. Echando la vista adelante se podía contemplar entre ella la cumbre del Mustallar, aunque en ese momento no estaba seguro si lo era. Entre las raíces de un árbol manaba uno chorro de agua creando un rincón típico de un belén navideño.
Por detrás de nosotros vimos aparecer un grupo de cuatro personas que por lo que les oí se dirigían a los lagos. Seguidos por ellos llegamos al final del camino ancho. Por un estrecho puente de troncos atravesamos el arroyo hacia la parte contraria entrando en la zona que el mapa marcaba como Teixedal, debido a los tejos que por allí deben de abundar. Hasta allí, según mi podómetro, habíamos recorrido 3,450 Km. y eran las 12:20 horas.
A partir de ese punto la pendiente se acentuaba a través del bosque por un sendero bastante mas marcado que la última vez que había estado allí. El entorno se hizo si cabe más bonito. De nuevo me quedé retrasado y de vez en cuando paraba a sacar fotos del paisaje y alguna con el disparador a mí mismo. El musgo formaba una manta casi uniforme por todo el suelo y las piedras. Los árboles estaban todo a punto de brotar llenos de tallos y pequeñas hojas. A veces el sendero se metía entre verdaderos laberintos de vegetación mientras que otros tramos habían sido invadidos por pequeños arroyos que bajaban en busca del principal.
De esa forma llegué a El Corral, una pradera escampada de la que bien me acordaba yo que había que atravesar. Allí se encontraba el resto y sacamos unas fotos con el valle de fondo. Hacia la parte trasera se alzaba la cumbre del Cuerno Maldito, cima de 1848 m. Eran las 13:00 horas y llevábamos 4´300 Km.
De nuevo nos metimos entre el matorral siguiendo el estrecho sendero de fuerte pendiente y en diez minutos llegamos a la cabaña Acebalín en la zona de O Posadoiro. En la misma encontramos algunos bancos de madera, una chimenea y varias estanterías con conservas. En la parte exterior, sobre una ventana, habían colgado la calavera de una vaca. La edificación era de piedra con techo de pizarra. Echando una hojeada a las fotos de hace cinco años puedo ver que de aquella estaba sin arreglar, con las paredes y el techo solamente.
Continuando la ascensión atravesando un arroyo por unos troncos sobre éste. La vegetación alta dejó paso a las escobas y matorral bajo. El sendero seguía muy marcado, sin pérdida alguna y con pendiente pronunciada. De la hoya donde se encuentran caía una pequeña cascada de agua por los riscos. A las 13:40 horas alcanzamos dicho altiplano en el cual se emplazan cuatro o cinco lagos de pequeñas dimensiones. En unas rocas al lado del mayor de ellos ya se habían acomodado todos para comer. Yo decidí no hacerlo hasta no llegar a la cumbre, ya que sé que si como antes no me muevo más hacia arriba. Estando allí llegó el grupo al que habíamos dejado atrás mucho antes.
Para subir a la cumbre teníamos dos opciones, hacerlo directamente, como yo la vez anterior, o rodear un poco y alcanzar la cresta para serrear la parte alta. Optamos por lo segundo y nos dirigimos hacia el final de la hondonada para cogerlo más tirado. Yo me entretuve un rato ya que quería sacar el pico y el lago juntos y esperaba a que las nubes me dejasen hacer una buena toma.
Tras haber recorrido 5,200 Km hasta allí, comenzamos a ascender la loma del circo que rodeaba los lagos. Estos se encuentran entre las cimas del Ortigal, Dos Lagos y Mustallar. Hacia la vaguada entre los dos primeros nos dirigimos subiendo más o menos suavemente. Yo me quedé atrás y a media ladera opté por dirigirme más directamente hacia la segunda vaguada entre Dos Lagos y Mustallar. El sendero se veía marcado y no había dificultad alguna. Enseguida vi como alguno más que ya estaba en la cresta optaba por no subir por la cima del Dos Lagos y bordearlo por la parte baja. Se trataba de una cumbre pequeña, 1876 m, que no merecía la pena ascender sin motivo.
Sin dificultad, como digo, fuimos subiendo por la ladra hasta alcanzar por fin la cresta. Estábamos ahora en el límite provincial de León y Lugo, del cual se veían bonitos valles. Desde aquella altura contemplamos con más nitidez todo el circo con los lagos en él. De la cima nos separaban unos 500 metros sin apenas desnivel. La cresta no era apenas rocosa, sin no más bien térrea. Poco antes de alcanzar la cumbre pudimos ver hacia la parte gallega como una cierva y su cría atravesaban un nevero. Con el zoom de la cámara pude sacar una foto más o menos visible.
Sin más, a las 15:10 horas llegué a la cumbre del Mustallar con 1924 metros de altitud habiendo partido de 900 metros. Llevábamos 8 Km. Poco a poco habíamos visto como se cubría cada vez más el cielo y como si hubiese estado esperando a que llegásemos, no tardó en comenzar a llover. Yo, que no había comido aún, tuve que hacerlo a la carrera. Sacamos unas fotos y dejamos una tarjeta del club aunque no fuese salida oficial. Entre las cimas que contemplábamos estaban las del cercano Peñalomga, Cuiña y Dos Hermanitos en el mismo cordal así como la del Miravalles cercana al puerto de Ancares tampoco lejano. Por otra parte, muy alejada se veía la parte alta de Peña Ubiña o el Tambarón entre otras. En el fondo del valle se distinguía Burbia y de la cumbre partía el cordal que dividía el valle de subida, Villouso, y el de descenso, La Grandela.
Sin más retrasos y unos 30 minutos después de llegar, comenzamos la bajada. Como digo, la íbamos a hacer por la parte contraria. Siguiendo una alambrada bajamos muy bruscamente 200 metros hasta la collada Da Pedra entre el Mustallar y Peñalonga. Por ella pasa el sendero que une Burbia con Piornedo, en Lugo. Por detrás quedamos José Antonio y yo mientras al resto ya se les veía por la vaguada abajo. La lluvia ahora casi arreciaba y los valles se habían oscurecido de manera brusca. Dicho sendero baja ésta en continuo zigzag ya que la pendiente continuaba siendo desmesurada. Algunos tramos eran pedregales por los que bajé casi corriendo. Otros trechos se metían entre las escobas altas que ayudaban nos empapaban incluso más, si era posible.
Ya bastante abajo encontramos los restos de unos corrales de piedra donde se perdía un poco el sendero. Algo más adelante se atravesaba un arroyo tras el cual había un pedrero. Al otro lado de él estaba Luis que se había quedado descolgado del resto y no encontraba lugar para bajar debido a lo agreste del terreno. Por su parte, José Antonio también me había abandonado bajando por donde mejor pudo, por lo que me uní a Luis para continuar el descenso.
Optamos por seguir el curso de aquel arroyo encontrándonos con varias cascadas llenas de belleza hasta que por fin vimos un sendero. Por éste descendimos entre el bosque tapizado como antes de verde musgo. De esa forma llegamos a la confluencia de dos arroyos donde la senda atravesaba uno de ellos para entrar en un ancho camino. Eran las 17:20 horas y llevábamos 11,800 Km.
Ahora estábamos ya en el valle principal, el de La Grandela, con el arroyo bajando por nuestra derecha. La vegetación no destacaba demasiado debido a lo cerrado del día y la lluvia que estaba cayendo, pero también tenía su encanto. Al poco rato dimos con un arroyo que atravesaba el camino y sobre el que había otro puente de troncos. El rincón era bonito y se prestaba a sacar alguna foto. No tardando llegamos a la cabaña de El Carqueixal, donde un indicador avisaba que era propiedad privada. Metros mas adelante una bifurcación del camino ascendía hacia la zona de Murias, señalada con los indicadores de madera que veníamos viendo. Igualmente vimos tras otro rato de camino otra cabaña más pequeña, la de Prao das Fontes.
Numerosos arroyos continuaban atravesando el camino hacia el río principal. Ya muy cerca de la unión de los dos valles se encuentra otra edificación, la de Pena da Folgueira, en la que la primera vez que visité aquellos valles, y una de las noches de acampada, cogimos un murciélago. Pocos metros nos separaban ya del coche. Al otro lado del arroyo divisamos ya la antigua central eléctrica y el comienzo del valle por el que habíamos subido.
A las 18:20 horas, y tras haber recorrido 15,700 Km. aproximados, ya que el terreno no era muy propicio para que el podómetro calculase bien los pasos, llegamos al coche. En él teníamos una nota de los compañeros indicándonos que nos esperaban en el bar del camping. Aprovechando que en esos momentos apenas pinteaba, nos cambiamos de ropa y calzado antes de ponernos en camino hacia el pueblo. En un descuido que tuvo Luis dio un pequeño golpe en los bajos del coche con unas piedras grandes del camino. Al lado del camino, y ya cerca del pueblo, se pueden contemplan numerosos castaños de tronco descomunal. Esta vez sí que vi uno de ellos en el que anteriormente había sacado alguna foto y paramos a hacer lo mismo. Echando la vista atrás pudimos ver entre la niebla la cumbre del Mustallar antes de que se cerrase de nuevo.
Sin más entramos en Burbia y nos dirigimos al camping. En el bar tomamos una consumición e hicimos las cuentas de la gasolina. Mientras, se había echado a llover de nuevo y ahora sí que se había cerrado la niebla en los valles. Así estaba el panorama cuando emprendimos el regreso a las 19:45 horas.
Subiendo el pequeño puerto del valle vimos como apenas si se veía el pueblo en el fondo de éste. Tras pasar una loma bajamos por el valle contiguo, el de Ancares y seguidamente al de Vega de Espinareda. Optamos entonces por hacer el regreso por Ponferrada y así cogimos la carretera hacia éste hasta llegar a Columbrianos donde entramos en la autovía. Después de haber subido el puerto Manzanal comenzamos a ver hacia la parte de León unos nubarrones con colorido espectacular. Entre ellos destacaba un trozo del arco iris y con la cámara saque varias fotos. Así llegamos a Astorga donde abandonamos esta vía y entramos en la nacional a León. Ya en Hospital de Orbigo pudimos ver otro bonito cielo con nubes coloreadas de tonos amarillos y rojizos del que volví a sacar varias fotos desde el coche.
En Villadangos paramos a dejar a José Ramón, que tenía el coche allí aparcado. Nosotros continuamos el viaje hacia la ciudad desviándonos en el cruce de Armunia para dejarme a mí en casa a las 21:50 horas. Si no hubiese llovido me habría bastado con bajarme a la altura de Agrícolas.
Y de esta manera finalizamos una marcha más por la montaña leonesa. En esta ocasión de forma particular, lo que no incide para nada en el buen transcurso de la misma y su resultado final.