MIÉRCOLES 5
1ª TRAVESÍA “PASARELAS DE LOS HOCINOS”. (Puente del Aire -Las Merindades).
Para esta última jornada por las Merindades teníamos
prevista la ruta a la cascada de Salceda, en Quisicedo, pero como ya adelanté
al inicio, la posibilidad de encontrárnosla seca, o con escaso caudal que
restase interés a su visita, nos decantamos por otra recomendada por el amigo
de Ana el día antes, El Desfiladero o Pasarelas de Los Hocinos, algo más al Sur
y ya en el trayecto regreso.
Nos levantamos, desayunamos un poco y recogimos todo a la
furgoneta. Hemos ido hasta la plaza donde compramos unos dulces típicos de la
zona en una pastelería. En un bar tomamos un café, ya que al ir a desayunar en
la casa nos encontramos con que faltaba leche, y me apetecía tomarlo. A las
10:40 horas iniciamos el viaje hacia Rioseco, lugar de inicio de la ruta, al
que llegamos en 35 minutos y tras 37,000 km hechos. Rioseco y Bailera de
Rioseco son dos emplazamientos casi juntos al lado de la carretera, que como se
puede ver en los mapas, solo constan de algunas naves y viviendas de una quesería.
Por encima se emplazan los restos de monasterio de Santa María de Rioseco.
Nos preparamos para la ruta, que había descargado al móvil
ya que no era de las programadas, y a las 11:25 horas, a una altitud de 603
metros, iniciamos la marcha por la carretera hacia el Oeste hacia un puente que
teníamos que cruzar sobre el Ebro 200 metros más adelante. Pues bien, llegamos
al mismo, cerca de lo que parecía una pequeña central hidroeléctrica, y al
comenzar a cruzarlo nos percatamos de que una valla lo cerraba en el otro
extremo con un cartel indicando “Propiedad Privada”. Con las mismas
retrocedimos para intentarlo por otro ramal, que se unía a éste tras pasar el
río más adelante. Pasamos de nuevo al lado de la furgoneta para seguir por la
carretera dejando un desvío a San Martín de Rojo por el Norte. Según
caminábamos, y estudiando este tramo de la ruta, me di cuenta de que aún nos
quedaba un trozo bueno por el asfalto hasta abandonarlo, y que luego, al no
poder volver por el otro lado, tendríamos que repetir. Volvimos sobre nuestros
pasos y montamos a la furgoneta para acercarnos hasta dicho desvío en ella, lo
cual fue un acierto al final.
Tras casi 2,000 kilómetros nos desviamos por un camino por
el que iba la ruta pensando en avanzar por él el tramo menos atractivo con la
misma furgoneta hasta donde se pudiera. De nuevo sorpresa la nuestra al
encontrarnos una nueva cancilla cerrada a cal y canto en este segundo puente
sobre el Ebro. Ya un poco mosqueados retrocedimos hasta la carretera por la que
enseguida llegamos a Incinillas, pueblo situado en el cruce de la carretera que
baja de Espinosa y ésta por la que llegábamos. En dicho pueblo preguntamos el
motivo del cierre de ambos accesos a la ruta de Los Hocinos, teniendo por
contestación que era cosa de los propietarios de algunas fincas que querían
evitar el paso por las mismas. Lo que no me ha quedado claro es si esos caminos
eran o no privados o apropiados, por lo que luego he leído en Internet.
Total que eran ya las 12:00 h cuando retomamos la marcha
hacia el Sur para iniciar la travesía en el extremo opuesto, si era posible.
Más o menos 5 minutos nos llevó el trayecto de 4,400 km hasta el Puente del
Aire en el que se iniciaba la ruta por el lado Sur. En este puente, como
adelanté al inicio, habíamos parado a sacar unas fotos dos días antes en el
viaje de ida. Bajamos con la furgoneta por un camino hasta la vera del Ebro y
allí aparcamos al lado de las mesas de un merendero. 392 km marcaba el
cuentakilómetros de la furgoneta.
Mochilas al hombro de nuevo, iniciamos por fin la ruta a
las 12:10 horas a una altitud de 585 metros. Un indicador múltiple señalaba las
direcciones de algunas rutas y localizaciones de la zona. Nosotros íbamos a
seguir el GR 99 - Camino del Ebro, que en este tramo se conoce como Desfiladero
de Los Hocinos o Las Pasarelas de Los Hocinos. El sendero se encamina hacia el
Norte por la vera del río no tardando en internarse en un bosque de ribera. Por
encima se elevaban altas agujas rocosas del cañón por el que transcurre dicha
ruta. Al otro lado del río teníamos la carretera por la que habíamos llegado al
inicio y las paredes igualmente verticales del cañón.
Enseguida llegamos a la primera pasarela metálica sobre un
arroyo que mana allí mismo en la Fuente Marfil. Este manantial brota por varios
tubos de una especie de canal o depósito, no tengo muy claro que es, aunque por
lo leído en varios sitios, recoge el agua de diversos arroyos que bajan de la
sierra de Tudanca. Continua la senda entre arboleda y algo de roca por la
izquierda con el Ebro bajando en contra por la derecha. Una de esas zonas
rocosas estaba cargada de musgo y otras hierbas y entre ellas encontramos una
pequeña fuente manando por un tubito desde un recipiente plástico incrustado en
el terreno a modo de pilón.
No tengo mucha idea del tipo de arboleda que nos íbamos
encontrando, pero tirando de nuevo de Internet puedo anotar que veíamos
encinas, madroños, enebros, acebos o robles, entre otras especies más. La
mayoría de los troncos estaban cubiertos por enredaderas que los abrazaban. De
vez en cuando encontrábamos las estacas que iban marcando el GR 99. Llegamos a
un determinado punto en el que un sendero bajaba hacia la vera del río y hacia
allí bajamos. Enormes rocas obstaculizan el caudal del Ebro entre las cuales
pueden verse numerosos vestigios de las riadas con troncos, ramas y otros
materiales acumulados entre esas grandes moles de piedra. Nos encaramamos a
unas pequeñas piedras en el río para sacarnos unas fotos, aunque había que
hacer equilibrio para no caer al agua. Tras unos pocos metros por el sendero
volvimos a bajar de nuevo unos minutos a la orilla.
En uno de los árboles con tronco retorcido y arqueado nos
subimos para hacernos unas fotos. Caminaba Ana por delante de mi cuando de
pronto la vi dar un respingo. En medio del sendero había una culebrilla que
intentaba subir el pequeño talud lateral y resbalaba, algo muy raro. Lo cierto
es que a mi también me dan “cosa” las culebras, aunque sean pequeñas, y
esperamos a que se metiese entre las hierbas para pasar y seguir la caminata.
Subimos poco después unos escalones de madera enterrados en
el suelo y bordeamos algunas rocas de gran tamaño antes de llegar a la segunda
pasarela metálica, ésta ya de las destacadas de la ruta. La misma está anclada
en la roca vertical de la vera del río y sobrevuela el cauce a unos 3 metros
sobre el mismo a lo largo de unos 4 ó 5 metros pegada a dicha pared. El suelo
de rejilla contribuye a provocar algo de vértigo a quien pueda sufrirlo viendo
el agua bajo él. Una barandilla protege de la caída por el lado del cauce
mientras la roca hace de parapeto en el lado contrario. Sendas escaleras
metálicas dan acceso a este paso. Hasta esta primera pasarela voladiza habíamos
hecho 2,200 km y eran las 13:35 horas.
Ya en el otro lado, y a pocos metros, nos encontramos con
más escalones metálicos alternados con otros de roca que ascendían bastante
verticalmente hacia una especie de balcón sobre el río para bajar seguidamente
igual de brusco. El bosque se abrió un poco en el siguiente tramo mientras las
nubes se despejaban dejando paso al sol. Durante la jornada habíamos tenido
alternancia de nubes y claros, aunque las primeras estaban en ventaja, por eso
cuando salía el sol era un respiro por el esplendor que daba al paisaje.
Un pequeño tramo más entre arboleda y llegamos a la segunda
pasarela voladiza tras 2,600 km desde el inicio y siendo las 14:00 horas.
Nuevos escalones metálicos daban paso a esta pasarela más larga que la anterior
y con varias curvas siguiendo la forma de la roca a la que se adhería. Le
calculo que podía tener unos 20 metros de largo, quizás un poco más.
Impresionaba más que la anterior ya que desde la parte central no se veían los
finales. Además, tenía un ligero “balanceo” si te arrimabas al borde externo
sobre el río, lo que contribuía a cierto vértigo. Lo cierto es que no dejaban
de resultar atractivas en la ruta, siendo por ello la mayor “atracción” de la
misma, además del paisaje, claro.
Una vez más en el sendero y entre bosque avanzamos viendo
algunos troncos en los que las gruesas ramas de las enredaderas cubrían por
completo su superficie. Al otro lado del río vimos una pequeña granja o corral
con algo de ganado. Travesamos otra pasarela, ésta de madera, sobre un
arroyuelo y nos salimos un poco del sendero marcado, que subía un poco, para ir
por otro más pegado al río, uniéndose luego de nuevo.
A las 14:25 horas llegamos a un punto en el que un poste
con varias señales indicaba diferentes direcciones y distancias. La senda
continuaba por la vera del río, aunque ya con paisaje mucho más abierto con
praderas como la que comenzaba allí mismo y que rodeaba dicho sendero. Poco más
adelante, y en la otra margen del río, se emplaza la granja Hocina, según el
mapa. Hasta ese sitio llevábamos 3,300 km hechos y la altitud era de 595 m.
Viendo que el resto de la ruta hasta Rioseco, donde
habíamos pensado comenzarla anteriormente, no tenía mayor interés paisajístico,
o al menos mucho menos que el tramo hecho, optamos por emprender el regreso
allí mismo. Ahora seguimos el sendero “oficial” en este tramo hasta la primera
pasarela en la que nos cruzamos con tres personas, de una cierta edad ya.
Atravesamos la misma y llegamos al balcón cerca del cual está la ultima de
ellas y más corta. En este regreso avanzamos algo más rápido ya que solo entramos
hacia el río en un punto que antes no lo habíamos hecho y aprovechando que el
sol lucia en esos momentos.
El bosque presentaba otro color con la luz solar y todo se
acentuaba de forma diferente. Cruzamos de nuevo la pasarela frente a la Fuente
Marfil y salimos a cielo abierto en el último tramo antes de finalizar la ruta
en el merendero del Puente del Aire a las 15:35 horas. El GPS nos marcaba 6,200
km hechos con un desnivel tan insignificante que cualquier pequeño error lo
falsearía.
Nos cambiamos y estuvimos decidiendo si comer allí lo que
nos quedaba para ello o buscar algún sitio ya de regreso. Optamos por esta
última opción ya que nos apetecía algo “fuerte” después de tanto bocata,
pinchos y similar.
A las 15:55 horas iniciamos el viaje de vuelta hacia
Burgos. En la subida al puerto de La Mazorra volvimos a detenernos como a la
ida para sacar una panorámica del valle de Valdivielso, esta vez más soleado que
dos días atrás. Cruzamos los grandes páramos del Norte burgalés mientras
avanzábamos hacia la capital. Llevábamos 55 km hechos cuando llegamos a
Sotopalacios donde vimos un restaurante a la vera de la travesía. Entramos al
mismo, aunque en vano, ya que a esas horas, las 16:45 horas, y con todo el tema
de las restricciones, ya no daban comidas.
Estábamos al lado de Burgos, así que ya decidimos buscar
por allí donde comer en algún centro comercial. Diez minutos después
aparcábamos en uno de ellos, y en una de las terrazas externas de un local de
comidas del mismo nos acomodamos para degustar un buen plato combinado cada
uno.
El bus de Ana no salía para Aranda hasta las 20:00 horas,
así que decidimos acercarnos hasta “una gran tienda deportiva” a ver algunas
cosillas que terminamos comprando. Con algo de margen salimos para ir ya hacia
la estación de autobuses de Burgos cerca de la cual aparqué. Un termómetro
marcaba allí 23º C a las 19:15 horas. La furgoneta me marcaba 467 km hechos.
Aún nos quedaba unos minutos de margen y en la cafetería de
la misma tomamos un café. Pasó rápido ese rato y a la hora prevista me despedía
de mi compañera de “aventuras” durante estas tres gratas jornadas por las
Merindades burgalesas. Cuando salí de la estación, y pensando que aguantaba más
para llegar a la furgoneta yendo en dirección contraria a la de llegada, terminé
por dar un buen rodeo hasta la misma.
A las 20:10 horas emprendía el regreso saliendo de Burgos
por la ronda Sur del mismo y enlazando con la Autovía Camino de Santiago A-231
hacia León. Durante es trayecto de vuelta pude disfrutar de una espectacular
puesta de sol con algunas nubes que crearon verdaderas postales. A 30
kilómetros de León se conecta con la A-60 que entra a la capital. Sin novedades
hice los 180 km entre ambas ciudades llegando a casa cuando eran las 21:55
horas y con un total de 652 km hechos en la furgoneta.
Poco se puede añadir para terminar este relato de estos
tres días por tierras burgalesas. Acertamos con las rutas programadas, la
climatología nos respetó mucho mejor de lo esperado, hicimos algo de turismo y
por mi parte, la compañía que tuve, Ana, fue la ideal para disfrutar al máximo
de todo ello.
Ha sido la segunda actividad de varios días que hacemos
este año tras la realizada en Soria, y por supuesto espero y haré lo posible
para hacer varias más durante lo que queda de año.
CIELOS NUBLADOS DESDE LA CASA RURAL
https://es.wikiloc.com/rutas-senderismo/desfiladero-de-los-hocinos-05-05-21-72377591
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