MARTES 4
1ª TRAVESÍA “OJO GUAREÑA - PICO CUERNO - VILLAMARTÍN DE SOTOSCUEVA - VENTANÓN - OJO GUAREÑA”. (Las Merindades).
Nos levantamos y desayunamos en el salón de la casa rural.
Nos preparamos y poco antes de las 9:00 horas nos pusimos en marcha hacia el
inicio de la ruta de ese día en Ojo Guareña. Salimos de Espinosa cruzando la
línea de FEVE “Bilbao-La Robla” y avanzamos por la carretera hacia Quisicedo,
localidad en la que paramos a hacer unas fotos de la iglesia y una fuente en la
que cargamos agua.
A las 9:25 horas, tras 14 km hechos, llegamos al paraje de
Ojo Guareña, dejando la furgoneta en un pequeño aparcamiento habilitado para
ello a 719 metros de altitud. No vimos a nadie por el entorno y nos encaminamos
hacia el Sumidero del Guareña bajando por otro tramo asfaltado hasta el área
recreativa “Los Nogales” con merendero y una fuente. Por unas escaleras y rampas
de piedra con barandilla de maderos seguimos el descenso hasta llegar casi al
cauce del río donde se puede ver como éste desaparece entre piedras hacia el
sumidero en sí. La arboleda rodea todo este entorno del que se sale por el
mismo itinerario anterior. Escasos 400 metros hay desde el aparcamiento a dicho
lugar emplazado a 700 m de altitud.
Volvimos hasta el merendero para desviarnos ahora hacia la
Cueva / Ermita de San Bernabé. A través de un paseo de rampas y escalones de
cemento y piedra se va ganando altura mientras la vista del valle se abre al
Norte. Llegados a un punto comienza el descenso ya con parte del paraje rocoso
a la vista. La Cueva / Ermita de San Bernabé se emplaza en una pared rocosa con
una pequeña cornisa por encima a modo de visera. Lo primero que nos encontramos
fue con la entrada a la cueva con las taquillas, todo ello cerrado, como ya
avancé anteriormente. En la parte baja se encuentra el rincón más conocido y
bonito de este lugar. En la misma roca pueden verse cuatro fachadas con sus
respectivas puertas de acceso hacia las cuevas. Una de ellas es similar a una
iglesia con su campanario y todo, suponemos que sea la ermita. Desde allí se
tiene también otra amplia vista del valle a través de la vaguada en la que se
ubica este lugar. Desde el aparcamiento habíamos hecho algo menos de un
kilómetro incluyendo la bajada al sumidero. Eran las 10:20 horas y estábamos a
745 metros de altitud.
Volvimos sobre nuestros pasos unos pocos metros antes de
desviarnos por otro paseo pendiente que nos sacó a una carretera cerca de la
cual vimos una especie de pequeño refugio de piedra. Desde allí iniciamos la
subida al Pico Cuerno por una vereda en una pradera al borde mismo de la
vaguada en la que se emplazada el espacio protegido anterior. No tardamos en
entrar al bosque de encinas que puebla buena parte del páramo que íbamos a
recorrer. Entre ellas recorrimos algunos tramos y otros a cielo abierto antes
de pasar cerca de las antenas que coronan esta “cumbre” cuya parte más alta, a
pocos metros de ellas, se sitúa al borde de las verticales paredes que caen al
valle. A este punto llegamos cuando eran las 10:40 horas y tras 2,000 km
hechos.
La cima del Pico del Cuerno está a una altitud de 843
metros y desde la misma hay una amplia y bella panorámica del valle de
Sotoscueva al Norte con innumerables pueblos esparcidos entre los verdes
prados. Cierran este valle por la parte contraria las sierras montanas de Rozas
y Monteros, pobladas también por bosque y vegetación y con ausencia aparente de
roca. Por debajo de nosotros vimos volar numerosas aves rapaces de gran
envergadura.
Comimos un poco de chocolate en ese lugar antes de retomar
la marcha. Volvimos sobre nuestros pasos unos metros antes de decidir que
variante tomar hacia el Ventanón, distante unos 4,000 km desde allí por la ruta
más corta. Al final optamos por hacerla por la parte baja y volver por el alto
del páramo, así que volvimos a descender por un camino paralelo al sendero
anterior hasta casi el cruce de la carretera donde tomamos un sendero que nos
metió de lleno entre las encinas y los quejigos, árbol de la familia del roble
y similar a éste.
A media ladera fuimos avanzando entre este bosque siguiendo
la senda que de vez en cuando se perdía, pero sin suponer mayor problema. En un
momento determinado vi correr entre el ramaje un animal de un tamaño
considerable, aunque no llegué a identificarlo. En algunos lugares podían verse
bellos rincones con los troncos cubiertos por musgo y líquenes formando túneles
naturales. En el terreno encontramos algunas setas y champiñones.
Poco a poco fuimos perdiendo altura y comenzamos a divisar
Villamartín de Sotoscueva en el fondo del valle por donde teníamos que pasar.
Cruzamos una verja metálica y entramos en dicha localidad justamente al
mediodía. No tardando nos encontramos con la ermita de Santa Marina, pequeña
construcción de cantos de piedra y teja y campanario. Nos metimos por las
calles viendo un parque infantil, el lavadero y la bolera, entre otros lugares.
A la salida del pueblo se encuentra la iglesia de San Esteban, de piedra y con
torre del campanario con reloj. Un joven nos indicó la distancia que nos
quedaba y algún detalle más. Era la única persona que habíamos visto en toda la
ruta. Hasta ese pueblo llevábamos 5,000 km y estábamos a unos 500 metros de
altitud.
Eran las 12:20 horas cuando abandonamos Villamartín de
Sotoscueva por una pista de tierra ascendente que pasaba al lado del cementerio
de la localidad y que seguía un tramo común del “PRC BU 32” y del “PRC BU 33”.
Entre el camino y los cerros al Sur teníamos numerosas tierras labradas con
cereal de verdor espectacular. Al Norte subía la ladera hacia el páramo por el
que luego volveríamos. Cruzamos un paso canadiense para el ganado y llegamos a
una bifurcación con varios indicadores de distancias, entre ellas la del
Ventanón a 1,000 km.
Por dicho ramal nos encaminamos hacia ese paraje subiendo
muy suavemente por un camino entre praderías en las que no tardamos en
encontrarnos con varios caballos, yeguas y algunos potrines. De nuevo entramos
entre encinas y una nueva señal marcaba 300 metros al Ventanón. Un cartel unos
metros más adelante informaba del proceso de formación de esta abertura natural
a la que llegamos cuando eran las 13:05 horas y tras un trayecto total de 8,400
km. En línea recta a la furgoneta teníamos 4,020 Km.
Intentaré describir este insólito lugar visible únicamente
cuando llegas casi a su vera. En un enorme muro de roca de entre 3 y 5 metros
de grosor aproximado, el paso continuo del agua durante siglos ha horadado un
enorme hueco irregular de unos 30 metros de ancho por unos 20 metros de alto.
El situarse al final de una pequeña bajada es la causa por la que no se ve
hasta estar casi encima. A través del mismo puede verse otra parte del valle de
Sotoscueva, más al Oeste que desde el pico Cuerno, con el pueblo de Las Rozas
300 metros más abajo y la sierra de la parte contraria. Resumido, es un mirador
como el del pico Cuerno, pero a través de esa gran ventana. La altitud en ese
punto es de 975 metros.
Nos sentamos en unas rocas allí mismo para comer
disfrutando de la amplia vista a través de ese gran ojo, sacamos varias fotos y
a las 14:15 horas iniciamos el regreso. El track volvía sobre los pasos hasta
el último desvío que habíamos visto, pero decidimos coger un atajo por el
encinar siguiendo un sendero medio marcado entre la arboleda. En el GPS vi
señalado un punto como “Cueva Nejuelos” de nuevo hacia el borde del precipicio
y me picó la curiosidad. Nos encaminamos hacia dicho punto comprobando que solo
se trataba de un lugar con muchas rocas pero sin señal de cueva o sima que
viésemos. Sí nos acercamos hasta el mismo borde desde el cual volvimos a tener
otra amplia panorámica hacia el valle. Retrocedimos para enlazar con el camino
ya de vuelta cruzando entre las encinas y otros matorrales antes de salir a
campo abierto. Por algunas praderías aún caminamos un tramo antes de encontrar
dicho camino ancho al que nos incorporamos.
Este páramo alto transcurre entre los dos valles ya
mencionados, el de Sotoscueva y el de Villamartín de Sotoscueva por el que
habíamos hecho a la ida. En el suelo se intercala el terreno rocoso y el de
tierra, siendo bastante llano en general. En esa parte alta el bosque está
mucho más diseminado y la altura de la arboleda es más baja. En el GPS tenía
marcados algunos puntos en los que podían verse huecos y simas en el suelo, y
así las encontramos más adelante. Algunas estaban cercadas, pero otras no
tenían protección alguna. De una de ellas crecía un árbol, otra cercana entraba
un poco más horizontalmente en el suelo y se veía como luz al final de ella,
creemos que de la anterior. Una tercera más adelante tenía incluso un pequeño
murete de piedra y cerca de madera como protección.
El sol primaveral se hacía notar en esa altiplanicie desde
la que no tardamos en divisar Villamartín en el valle al Sur. Dejamos atrás un
gran hueco y seguidamente otra sima protegida con maderas y zócalo de piedra.
Cruzamos una cancilla de alambrada y a las 15:40 horas cerrábamos el lazo en el
enlace con el Pico Cuerno y la bajada a Ojo Guareña. Nos echamos por este
último ramal por segunda vez hacia la carretera que volvimos a cruzar para
meternos en el paseo cementado hacia la ermita. En una roca al inicio del mismo
vimos ahora el escudo de la comunidad y la inscripción “Complejo Kárstico Ojo
Guareña” todo ello grabado en la misma.
Llegamos a la zona de las cuevas y ermita y saqué algunas
fotos más sin entrar ya hacia ellas. El sol seguía sin iluminarlas directamente
y no estoy seguro de que llegue a hacerlo por la orientación que tiene mirando
al Norte. Una pena por que saldría una postal impresionante con dicha luz. Al
lado del paseo también puede verse una gran roca con arboleda y matojos en su
parte alta. Vista desde un determinado ángulo parece una cabeza con el pelo de
punta.......
Poco nos restaba ya al aparcamiento que vimos desde un
tramo antes. En uno de los merenderos vimos a una joven, la segunda y última
persona que habíamos encontrado en toda la ruta. A las 16:25 horas
finalizábamos esta completa ruta con una longitud de 14,300 km y un desnivel
acumulado de 465 m.
Nos cambiamos e iniciamos el regreso minutos después. Entre
Cuevas y Villabascones vimos un bar en cuya terraza nos acomodamos a tomar un
merecido refrigerio. Mirando detenidamente se podía ver la pared de piedra en
el que se ubica la ermita y cuevas de Ojo Guareña e incluso las mismas con el
zoom de la cámara. Una media hora estuvimos en ese lugar antes de retomar el
regreso a Espinosa. 20 minutos después entrábamos en el mismo parando a ver el
gran torreón de Los Velasco, monumento medieval del siglo XV de planta
rectangular y con altura considerable al que entramos para ver el interior en
ruinas y sin techumbre. Una gran enredadera cubre la pared Oeste del mismo y en
las almenas superiores vimos numerosas piedras en equilibrio un tanto
inestable.
Antes de ir al alojamiento fui a revisar la presión de la
ruedas a una gasolinera por que me parecía que estaban algo bajas. A las 17:50
horas llegamos a la casa rural en la que nos duchamos y cambiamos para salir luego a dar otro paseo
por el pueblo. En un bar estuvimos tomando un refrigerio acompañados por un
amigo de Ana que vive por la zona y con quien habíamos quedado. Yo no tenía
ganas de volver tan pronto a la casa rural y me fui solo a dar otra vuelta.
Marché por otra zona del pueblo que no conocía viendo más edificios y
monumentos de esta villa. Pasé por delante de la iglesia de San Nicolás, del
siglo XII pero reconstruida en el XVII y del Palacio de los Cuevas Velasco, del
siglo XVII. La Torre de las Herradoras, otro caserón aislado en medio de un
altozano con praderías y la Torre Chica, una casona de 1932 reconvertida en
residencia de mayores, ahora ya cerrada.
Más tarde quedamos Ana y yo en la plaza para cenar un poco
en el mismo bar que la noche anterior. Esta vez lo hicimos en el interior ya
que fuera refrescaba bastante. Al terminar volvimos al alojamiento donde
estuvimos un rato viendo la tele y demás.
Segunda jornada muy bien aprovechada, con una bonita ruta y turismo por Espinosa.
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