lunes, 24 de mayo de 2010

PEÑA PORTILLA (Portilla de Luna) - 23-05-10

 


1ª ASCENSIÓN A “PEÑA PORTILLA”.

23-05-10       (Domingo)

Tras recibir la llamada de Luis Antonio, antiguo compañero del club de montaña, para ver si me animaba a hacer algo este domingo, acordamos hacer una ruta de medio día a la zona de Piedrasecha y Luna. Decidimos ir después de comer, lo cual fue un error dado el día caluroso que tuvimos y que resultó agotador, en especial para mí.
Sobre las 15:00 horas vino a buscarme y salimos hacia La Magdalena con intención de ascender a la Peña Portilla. Dejamos atrás esta localidad y nos desviamos poco después hacia Portilla de Luna, 1180 m. Allí aparcamos el coche y echamos las mochilas al hombro con agua y poco más. El sol pegaba lo suyo y yo no iba convencido de subir la peña hasta arriba a esas horas.
Sobre las 16:30 horas emprendimos la marcha acompañados por un joven del pueblo y también montañero que nos indicó desde allí la mejor ruta para subirla. Luis ya lo había hecho en otras ocasiones, pero éste nos señaló otra opción mejor, según él. Desde la salida del pueblo se podía ver un hito de piedras en la misma cumbre.
Salimos por un sendero entre roca y praderas que nos fue metiendo en el valle del arroyo del Collado Tijeras que enseguida atravesamos. Frente a nosotros teníamos todo el cordal de la peña. Por la parte derecha de este arroyo fuimos ganando altura siguiendo un sendero entre matorral. El calor era casi sofocante y yo iba en muy baja forma. Las escobas floridas tapizaban las laderas formando bellas estampas que fotografié. Así nos situamos por encima de la vaguada en la que nacía el arroyo que en ocasiones transcurría bajo las piedras.
Según avanzábamos íbamos viendo el mejor lugar para atacar la peña. Por la izquierda teníamos un pedrero y por la derecha una pequeña canal que no se veía mal. Hacia ella nos dirigimos mientras la pendiente se acentuaba. Por suerte las nubes nos dieron una tregua unos minutos en este tramo. Hacia el noroeste se veía completamente oscuro de tormenta que no tardamos en escuchar. Yo seguía avanzando muy despacio por aquella loma interminable deseando llegar ya a la roca. Echando la vista atrás pudimos ver el pueblo al fondo del valle.
Algo más de una hora nos llevó llegar a la falda rocosa de la peña. Luego comprobamos que el tramo siguiente tampoco transcurría por ella si no que tuvimos que bordearla hacia el sur para seguir subiendo ladera similar a la anterior. Allí encontramos algunos pedreros y comenzamos a ver lo que parecía una caseta de rocas en lo alto. Al sur podíamos ver la ciudad de León difuminada entre la calima.
A las 18:15 horas alcanzamos la cumbre sur del macizo. En ella había restos de trincheras que tanto abundan en toda esa zona como anteriormente hemos comprobado en el Fontañán, Altico, Llamargones, etc. Precisamente lo que nos había parecido una caseta era parte de los muros de estas construcciones.
Al norte se emplaza la cumbre principal hacia la que nos dirigimos bajando unos pocos metros a una collada entre escobas muy espesas que nos llegaron a ralentizar el avance durante unos metros. Cómodamente, sin apenas pendiente, hicimos el último tramo a la cima principal que alcanzamos a las 18:25 horas.
En la misma vimos el gran hito de piedras que ya desde el pueblo se distingue. También en esta cumbre había numerosos restos de trincheras. La altura de la Peña Portilla, también llamada Biseca o Rucias, es de 1828 metros y entre unas piedras encontramos un bote con una tarjeta de cumbres dejada hace dos años largos por el Collado Jermoso de León. Allí dejamos nosotros la nuestra y nos sacamos una fotos. La vista era amplia, aunque hacia el oeste estaba totalmente cerrado y vimos incluso varios rayos. De momento se mantenía alejada la tormenta, pero estábamos pendientes que no se acercase y nos pillase allí arriba. Por otro lado, los efectos luminosos que formaba la misma eran realmente de postales. Saqué fotos de todo ello y lo grabé con la cámara.
Destacaba justo a una orilla de la masa ennegrecida la cumbre de Peña Ubiña. Muy cerca de nosotros se alzaban las cumbres de Llamargones, Altico, Santiago o Feliciano y las numerosas pistas que transcurren por sus laderas. Por ellas subimos el año pasado Álvaro y yo en la ruta nocturna que hicimos. Además se veían varios tramos de la autopista de Asturias por la zona de Luna y de Rioseco de Tapia.
A las siete de la tarde emprendimos el descenso, esta vez directamente al valle. El primer tramo era ladera con algunos pedreros y lo bajamos cómodamente. Poco a poco nos fuimos metiendo en la roca y allí encontramos los pasos complicados. En algunos lugares no había salida por los cortes que teníamos delante y tuvimos que rodearlos subiendo unos metros. La zona era totalmente abrupta con estratos de formas retorcidas y afiladas. En varias ocasiones tuvimos que echar el culo al suelo hasta que por fin dejamos atrás aquel tramo. De nuevo por ladera fuimos perdiendo altura por la parte contraria de la vaguada por la que habíamos subido. Hacia el oeste seguíamos viendo y disfrutando de unos efectos luminosos espectaculares.
Ya bastante abajo atravesamos la vaguada hacia el sendero de subida. Por el otro lado también habíamos visto otra senda, pero no vimos el comienzo de la misma y no nos arriesgamos ya que podíamos meternos entre la maleza. Ya por dicho sendero entramos entre las escobas descendiendo entre ellas. Con el sol del atardecer que a ratos aparecía entre los nubarrones el valle relucía con colores vivos. Así llegamos a la confluencia con el arroyo que atravesamos para recorrer los últimos metros hacia Portilla de Luna. En el valle que sube hacia la collada que pasa a Piedrasecha se alzaba una solitaria peña con forma piramidal que encuadraba en otra bella foto.
A las 20:25 horas entramos en el pueblo donde nos fijamos en una enorme piedra desprendida del terreno sobre el que se asentaba una vivienda. Dejamos atrás la iglesia, en la que hace años nos sacamos una foto en la ruta circular que hicimos desde allí a Sagüera, y en pocos minutos llegamos a la plaza donde habíamos dejado el coche.
Sin más retrasos emprendimos el viaje de regreso a León. Recorrimos los tres kilómetros largos hasta salir a la carretera general y por ella llegamos a La Magdalena. Tras subir el pequeño puerto antes de Camposagrado pudimos ver otro efecto de luces incluso más espectacular que los anteriores. Los rayos solares se colaban entre los nubarrones creando un cuadro digno de exposición. Desde el coche pude hacer varias fotos del mismo. A la entrada de la ciudad encontramos algunas retenciones y poco antes de las 21:30 horas me dejo Luis en casa.
De esta forma finalizamos esta improvisada excursión de medio día en la que ascendimos a esta peña con amplias vistas, un tanto empañadas por unas nubes que a la vez formaron verdaderas postales que lo compensaron.















No hay comentarios:

Publicar un comentario