1ª ASCENSIÓN A LOS PICOS “PIALDA”, “MORRONEGRO” Y “LA LOMA”.
16-05-10 (Domingo)
Este fin de semana, libre en el calendario del club, hemos decidido intentar la ascensión al Morronegro, la cual quedó pendiente del mes de marzo por la climatología de aquel día. En esta ocasión resultó un éxito y alcanzamos el objetivo así cómo otras cimas del mismo macizo. Participamos en la misma 12 personas que enumero: Miguel Ángel, Toño, Gabriela, Arancha, Álvaro, Mª Jesús, Mateo, José Antonio, Roberto, Adelino, Félix y yo.
Poco después de las ocho pasó Toño a recogernos a Mª Jesús, Arancha y a mí. En Guzmán estaba el resto de participantes salvo Miguel al que recogeríamos de camino. En los coches de Toño, Adelino y José Antonio salimos por la carretera de Caboalles hacia La Magdalena donde entramos en la autopista para evitar el tramo del pantano. A la salida estaba Miguel Ángel al que recogimos para continuar el viaje hacia Torrestío, 1350 m, donde llegamos poco antes de las 10:00 horas.
Allí nos preparamos y ya cerca de las 10:30 horas emprendimos la marcha por las calles del pueblo desde las que ya se veía la cumbre nevada hacia el oeste. Al poco de dejar el asfalto encontramos la bifurcación que se mete hacia el valle de Valverde dejando el camino que sube a los lagos de Saliencia. Por éste comenzamos a ascender suavemente entre verdes prados cercados con pequeñas tapias de piedras. Hacía dos años que habíamos subido por allí a la Calabazosa con un panorama climatológico totalmente diferente. Ahora no se veía nube alguna aunque la nieve acumulada en las cimas no nos daba mucha confianza. El mismo día anterior había estado nevando en casi toda la montaña leonesa.
La vista del valle era espectacular y por él fuimos avanzando siguiendo el camino que subía por la parte derecha del arroyo. Frente a nosotros, además del Morronegro, podíamos ver varias cumbres más cómo la de Peña Redonda, Solarco, Congosto o Pialda. Por la izquierda, al otro lado del arroyo, se bifurcaba una vallina que subía hacia el cordal Este del Morronegro y por el que en principio habíamos comentado subir. Luego habíamos optado por llegar a la collada Quexeiro y subir por la loma Norte y hacia allí nos dirigíamos. José Antonio se fue a su aire por esta primera vaguada mientras el resto dejábamos atrás unos corrales y nos encaminábamos hacia dicho collado.
Poco a poco la ropa iba sobrando y de ella nos libramos al llegar a otra caseta de piedra emplazada más arriba. El camino terminaba en la misma y ahora avanzamos por la ladera moteada de nieve y ya con un poco mas de pendiente. Atravesamos varios neveros bajo las paredes de las peñas Corros y Redonda y por encima del arroyo Valverde hacia el cual caían algunos cortados en varios tramos. Fue en este tramo donde se dividió el grupo. Algunos decidieron no seguir hacia el pico, que realmente se veía pendiente, y hacer una travesía por el valle de la Majúa hacia la base de Peña Orniz.
Mientras ellos se dirigían a la collada de Quexeiro, el resto optamos por subir un poco mas directamente hacia otra collada más alta por debajo de La Pialda. Allí llegamos Adelino, Roberto, Gabriela, Álvaro, Mª Jesús y yo, Miguel Ángel ya estaba unos metros por encima. Estando allí parados, a las 12:30 horas, llegó otro joven con un perro que iba hacia Peña Orniz, pero que visto donde quedaba, decidió acompañarnos al Morronegro.
Nos pusimos en marcha por la cresta hacia el pico Pialda subiendo una pendiente más o menos pronunciada entre el valle de La Majúa y el de Valverde. Poco a poco fuimos disgregándonos y quedamos algunos más rezagados. A las 13:00 horas alcanzamos la cima del pico Pialda con 1965 metros de altitud. En él no había señal alguna de cima y sólo nos sacamos una foto los cuatro que íbamos juntos. Desde allí se veía la última pendiente al Morronegro, y esa sí que impresionaba. Además había que perder unos metros hasta otra collada, por lo que nos quedaban unos 250 metros de desnivel a la cima. En la cresta veíamos a los compañeros avanzar ya hacia la misma. Por la ladera oeste se veían grandes neveros con algunas terrazas.
Descendimos hasta la collada y comenzamos a subir aquella falda llena de rocas entre matojos bajos y con algo nieve. En ella había que tener precaución para no patinar en las piedras húmedas. Aunque la pendiente era realmente considerable, fuimos superándola cómodamente. El paisaje era amplio y bonito contemplando numerosas cimas de la zona, entre ellas la Calabazosa. En la parte alta comenzamos a ver el hito y algunos compañeros a su lado. Antes de ella atravesamos una zona de grandes rocas por las que subimos con cuidado ya que algunas se movían al pisar en ellas.
A las 13:50 horas llegamos los últimos a cima del Morronegro. La vista era espectacular viéndose infinidad de cumbres en cualquier dirección. Todo el macizo de Ubiña al Este, así como el Ferreirúa y Peña Rueda. Al Norte podíamos ver varias cimas de la zona de Saliencia: Torre Orniz, Calabazosa, Albos, etc. Por el Oeste el Montigüero y la laguna de Las Verdes bajo él y hacia el Sur teníamos las cumbres de Omaña. Bajo nosotros el valle por el que habíamos subido y Torrestío al fondo.
Allí nos encontrábamos Adelino, Roberto, Mª Jesús, José Antonio, Gabriela, Miguel Ángel, Álvaro, el joven que se nos había unido y yo. Nos sacamos una foto de grupo y nos acomodamos para comer disfrutando de las maravillosas vistas que se nos ofrecían. Por el norte iban apareciendo nubes que se cerraban sobre las cumbres más alejadas. Como no había buzón, colocamos unas rocas en torno al punto geodésico bajo las cuales dejamos la tarjeta en un bote.
Poco después de las tres de la tarde emprendimos el descenso tras despedirnos del joven que bajaba por el mismo lugar. Nosotros lo hicimos hacia la cumbre sur por una suave loma hasta llegar a la misma desde donde vimos La Majúa y algunos valles de esta zona. Desde allí partía otro cordal perpendicular hacia el que bajamos por una ladera rocosa de gran inclinación hasta que ésta se suavizó en medio de neveros. De nuevo se dividió el grupo quedando por detrás Roberto, Álvaro, Adelino, Mª Jesús y yo. El cordal era estrecho y a ambos lados caían fuertes desniveles hacia los valles. Pasamos una zona rocosa donde tuvimos que destrepar unos metros y comenzamos a subir entonces hacia el pico La Loma. Por allí encontramos algunas terrazas de nieve de las que había que separarse prudentemente.
Una hora después alcanzamos la cima de esta cumbre con 2062 metros de altitud en la que no había señal alguna. Desde allí podía verse gran parte del valle de Torrebarrio con todo el macizo de Ubiña detrás. Comenzamos a descender hacia el norte por una ladera pronunciada y cargada de nieve algo dura. Siguiendo las huellas de los compañeros, a los que ya no veíamos, fuimos descendiendo con cuidado de no resbalar. Antes de llegar a un collado nos separamos de las mismas para dirigirnos directamente al valle. En este tramo, un poco menos peligroso, disfrutamos haciendo culoskí por los largos neveros que seguíamos encontrando. Estábamos bajando por la cabecera del arroyo Morronegro que en el valle se une al de Valverde. En algunos lugares nos hundíamos un poco al pasar por encima de los arroyos que nacían allí mismo. Frente a nosotros teníamos una bonita estampa de Peña Redonda con forma casi piramidal y rasgada por canales llenas de nieve que contrastaban con la negra roca. A mitad de vaguada se suavizó la cuesta y atravesamos praderas por las que serpenteaban infinidad de arroyos de agua clara. En algunos de ellos vimos pequeños pero bonitos saltos.
Así llegamos a una especie de terraza sobre el fondo del valle atravesado por el camino por el que habíamos subido. Recibí la llamada de José Antonio diciendo que ellos habían seguido cresteando y estaban bajando directamente hacia el pueblo, pero que el terreno era malo. Por otro lado, no tardamos en ver en el camino a los compañeros que habían hecho la ruta por el valle de La Majúa. Estuvimos un rato allí tumbados disfrutando del paisaje antes de comenzar a bajar y unirnos poco después a ellos ya en dicho camino tras pasar el arroyo Valverde. Eran las 17:45 horas.
De nuevo tuvimos una amplia vista del Morronegro y todo el cordal por el que habíamos subido y bajado. Dejamos atrás la caseta de piedras y luego el corral. Hacia atrás teníamos una vista a contraluz de las cumbres que cerraban el valle y el collado Quexeiro. Enseguida entramos entre las cercas de piedras de los prados ya cercanos al pueblo que no tardamos en divisar bajo nosotros. Ahora con la luz de la tarde destacaba todo él con un tono totalmente distinto que por la mañana. El último tramo antes de enlazar con el camino de los lagos es pendiente y está cementado para evitar erosiones del agua.
A las 18:20 horas entramos en Torrestío parando en una fuente a lavar las botas y polainas embarradas. Escasos metros nos separaban de los coches donde terminamos la ruta. Allí nos cambiamos y nos dirigimos al bar cercano donde estaban los compañeros que hacía un rato habían llegado. En la terraza nos acomodamos a tomar un refrigerio y charlar un rato. Yo había agotado casi todas las tarjetas de fotos y al meter la última, una pequeña, vi que estaba bloqueada. Pues bien, se le había roto la palanca de bloqueo y no podía liberarla. Al final la desarmé al ver que no tenía arreglo alguno.
Una hora estuvimos allí sentados antes de emprender el viaje hacia León. Atravesamos el valle de Torrebarrio con las Ubiñas presidiendo el mismo y tras bordear parte del pantano de Luna cogimos de nuevo la autopista hasta La Magdalena. Por la comarcal hicimos el último trayecto a la capital donde llegamos sobre las 20:40 horas.
Con dos meses de retraso conseguimos alcanzar esta cumbre en un día realmente inmejorable. Las vistas desde ella merecieron el esfuerzo, como lo son en todas las hasta ahora ascendidas. La próxima actividad prevista es el día 30 de este mes cuando se celebra el Encuentro de Montañeros Leoneses, que este año ya sabemos que consiste en la ascensión al Correcillas y la travestía por la Vía Vardaya a Matallana.
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