lunes, 23 de febrero de 2009

PEÑA ORACADA Y TEJEDA DE TOSANDE (Palencia) 22-02-09

 


1ª TRAVESÍA A LA “TEJEDA DE TOSANDE” Y 1ª ASCENSIÓN A LA “PEÑA ORACADA”. (Palencia).

22-02-09               (Domingo)

Hemos realizado una nueva excursión a otra provincia vecina como es Palencia. Nos hemos acercado a la zona de Cervera de Pisuerga para recorrer un bonito bosque de Tejos ampliado con la ascensión a una cumbre cercana, la Oracada, con unas espectaculares vistas de toda la comarca. Exactamente hace un año visitamos otro bosque similar, la Tejeda de Requejo, en Sanabria.
En esta ocasión 8 fuimos los animados a participar: Adelino, Roberto, Nati, Piedad, Álvaro, Mª Jesús, José Antonio y yo. Poco después de las 8:00 horas nos recogieron a Mª Jesús y a mí en el Plus. En los coches de Adelino y de José Antonio emprendimos el viaje hacia la Dehesa de Montejo de donde partía la ruta. Decidimos ir por la autovía de Burgos en vez de por Guardo. Así fuimos recorriendo kilómetros hasta abandonarla en el desvío de Saldaña. Por una comarcal hicimos el resto del viaje atentos en los pueblos por si había algún bar abierto para tomar un café, el cual no encontramos.
Llegamos de esa forma a Cantoral de La Peña donde nos incorporamos a la carretera que viene de Guardo. Escasos dos kilómetros nos separaban del aparcamiento donde se comienza la ruta y situado a medio kilómetro de la Dehesa. Eran las 9:40 horas y habíamos recorrido 150 Km.
Nos preparamos para la ruta que comenzamos a las 10:00 horas por un camino descendente hacia el norte. A la izquierda se alzaba el macizo con la Peña Cantoral en primer plano y la Oracada tras ella. Apenas se veían unos neveros en su cumbre estando el resto limpio de nieve. En el camino vimos una señal que indicaba 700 metros a la Dehesa de Montejo, situado al otro lado de la carretera.
Siguiendo aquel camino que descendía bastante llegamos a la línea de ferrocarril de FEVE que une León y Bilbao. Un corto túnel bajo la misma nos permitió atravesarla para continuar la marcha hacia el comienzo del valle. Entramos entonces en una zona de pastizales donde abandonamos el camino para atravesar por el medio de la ganadería que pastaba en ellos. Pudimos ver varios terneros que por su aspecto no tenían más que unos pocos días. Tras atravesar estas praderías nos encontramos con un antiguo cargadero de mineral al lado del cual había una fuente con pilón en el que el hielo formaba una capa de 30 cm. Colocados encima de ella no llegaba a romperse.
Continuamos la marcha pasando otro prado lleno de vacas y no tardamos en encontrarnos con un estrecho desfiladero cuya entrada estaba cerrada por maleza. Aquí nos entró la duda de si iríamos por buen camino o no. Realmente la ruta iba por el camino que, no sé porqué, habíamos abandonado y por el que había seguido José A. Alguien vio enseguida que se podía pasar bien por el pequeño cañón y que incluso había hasta un sendero marcado en él. Roberto también se había desviado e iba unos metros por encima de nosotros. Era bonito aquel angosto paso entre piedras y arbustos que nos metió luego a un bosque de altos robles donde enlazamos con el ancho camino que antes habíamos dejado.
Estábamos ya metidos de lleno en el valle de Tosande por el que bajaba el pequeño arroyo que le da nombre. Pocos metros después atravesamos una portilla de madera construida de no hacía mucho tiempo. Vimos por allí algunos restos de nieve en el camino. Entre robles transcurría este ancho camino entre las peñas Cantoral y Tres Cruces. No tardando llegamos a un puente, también de reciente construcción, que atravesaba sobre el arroyo, el cual se saltaba ahora de un salto. Nos hicimos una foto y pasamos al otro lado, aunque el camino no lo hacía. Seguimos por un sendero paralelo al mismo durante unos 200 metros antes de llegar a un punto donde de nuevo lo atravesamos esta vez sin puente alguno. Luego vimos que podíamos haber seguido por aquella margen ya que más adelante se volvía a pasar de nuevo a dicho lado.
Nos encontramos enseguida con unas formaciones rocosas al lado izquierdo del camino tras las cuales se abría el valle. Por detrás ya quedaban las cumbres mencionadas y el camino estaba cubierto de nieve. No tardamos en divisar el abrevadero que teníamos como referencia en la ruta y donde había que abandonar el camino ancho para subir a la tejeda. En el folleto que llevábamos marcaba la ruta siguiendo el valle y regresando por el bosque, pero mi opinión era ver antes la tejeda y luego ya se decidiría por donde bajar. Aquel punto era el inicio de la ruta circular y para ver la tejeda antes había que cambiar el sentido de la marcha que marcaba el folleto. El podómetro marcaba 3 Km. y eran las 11:30 horas.
Nos hicimos unas fotos allí con el valle rodeado de cumbres y bosques. A la izquierda veíamos un cartel hacia el que nos dirigimos viendo que se trataba de información sobre la tejeda. De allí partía el sendero que se internaba en el hayedo subiendo por una especie de escalinata formada por troncos atravesados que impiden el arrastre de la tierra por la lluvia. Algo similar habíamos encontrado en la ruta de la tejeda de Requejo. La nieve cubría el terreno de la estrecha vaguada por la que se ascendía. Al lado del sendero vimos algunos bancos de madera. En un determinado punto encontramos huellas que subían y bajaban por el lateral izquierdo. Comprobamos que se trataba de un atajo que no cogimos ya que la pendiente era pronunciada. Marcamos con ramas una flecha para Nati, que venía poco detrás, y continuamos ascendiendo hasta ver en la ladera el sendero delimitado por una estructura de madera que impide igualmente el desmoronamiento del mismo. Ya comenzamos a ver algunos tejos no muy grandes por aquella zona.
El sendero cambió de orientación y se suavizó la pendiente. No tardamos en llegar a la altura de dos enormes ejemplares de tronco retorcido donde nos sacamos unas fotos. Estábamos en la cara norte de las Peñas Oracada y Cantoral y la nieve cubría toda la ladera. Continuando la marcha llegamos enseguida a la zona del bosque donde se concentraba la mayor parte de los tejos. Para evitar en mayor medida el destrozo del entorno, entre ellos transcurre una pasarela de madera que los va rodeando y se bifurca entre ellos. Algunos incluso están rodeados con alambrada para evitar que los animales los dañen. Así encontramos el pequeño bosque de tejos en la zona de La Cervatina, en Puebla de Lillo. Aunque no tan gruesos como los que vimos en Sanabria, el número de ellos era muy superior a los de aquel bosque.
Apunto aquí que me he comprado un pequeño trípode articulado que se enrosca a cualquier rama y con el que nos sacamos varias fotos al lado de los tejos. Tengo que tener cuidado al enfocar la cámara para que no pille la zona borrosa de la lente encima de alguna cara. Estoy ya mirando cámaras para comprar otra ya que así no me sale ninguna foto decente.
Un buen rato estuvimos contemplando todo este rincón embellecido más aún si cabe con la nieve. En la pasarela de madera había que andarse con cuidado ya que estaba helada y se patinaba fácilmente.
Así fuimos atravesando la tejeda y salimos a cielo abierto por encima del valle por el que habíamos subido. Podíamos incluso ver los coches en el aparcamiento cercano a la carretera. Por encima de nosotros teníamos la peña Cantoral y decidimos comenzar el ascenso hacia ella. Eran entonces las 13:15 horas. A José Antonio y a Piedad no les veíamos desde casi el comienzo de la ruta y supusimos que iban a subir a la Peña Redonda, situada al final del macizo aquel.
Nosotros nos sacamos una foto con el valle de fondo y emprendimos la subida por la ladera nevada. En ella vimos un gran tejo caído con las raíces medio arrancadas pero que se mantenía vivo. Poco a poco fuimos cogiendo altura precedidos por otra pareja a la que seguíamos las huellas. La pendiente no era muy pronunciada y se ascendía bien. La nieve tampoco estaba muy blanda y no era muy abundante. No tardamos en ver la cumbre de la Oracada frente a nosotros. La peña Cantoral era más baja y la fuimos dejando a la izquierda. El paisaje era cada vez más amplio y comenzamos a ver el Espigüete y el Curavacas al norte. Nati se quedó en unas rocas del linde del bosque mientras el resto íbamos ganando altura hacia la collada de La Braña, entre las dos peñas.
A las 14:20 horas llegamos Roberto y yo a dicha collada mientras el resto ya estaba casi en la cumbre. El viento allí era fortísimo del norte, lo cual hizo baja la sensación térmica en varios grados. Estábamos a una altura de 1758 metros y teníamos una amplia panorámica de la llanura palentina hacia el sur. Bajo nosotros teníamos el pueblo de Cantoral de la Peña y La Dehesa de Montejo.
Comenzamos a subir el último tramo hacia la cumbre azotados por ese viento que nos tumbaba. Nos daba por la derecha y había rachas que nos hacían desplazar el rumbo. La pendiente era considerable, pero se ascendía bien entre las rocas. De esa forma alcanzamos Roberto y yo la cumbre de la Peña Oracada a las 14:35 horas. En ella apenas se podía parar y había que meterse unos metros hacia la parte Sur. En una de las cumbres más al Oeste vimos a José Antonio y a Piedad bajando por la ladera. Nosotros decidimos comer allí mismo abrigados en la parte sur de la cumbre.
Pues bien, fue bajando esos pocos metros para acomodarse donde Adelino dio un traspiés y cayo sobre las rocas dándose un golpe en la cara y en la pierna que por suerte fue poco más que el susto. Por lo visto se le había trabado el alambre de la polaina con las rocas. Nos pusimos a comer mientras veíamos a los dos compañeros venir hacia nosotros.
Antes de emprender el descenso nos sacamos una foto en la cumbre y dejamos una tarjeta en un bote entre el montón de rocas del hito. Desde aquella altitud de 1821 metros la vista era amplia contemplando numerosas cumbres de la zona limítrofe de Palencia y León así como de Palencia y Cantabria, entre ellas Peña Labra, que apenas se veía entre las nubes que cubrían esa cordillera. También se podía ver el embalse de Requejada y el de Aguilar de Campoo con esta población a la vera. No se veía sin embargo Cervera de Pisuerga, oculto tras el pico Tres Cruces que se alzaba al otro lado del valle de Tosande. Destacaban entre todas las cumbres la del Espigüete y el Curavacas así como el Arbillos, Murcia o Peña Redonda en primer plano.
A las 15:35 horas emprendimos el descenso. Habíamos comentado la posibilidad de bajar directamente por la cara sur, pero yo quería aprovechar para pasar de nuevo por el bosque de tejos. De esa forma emprendimos la bajada por la misma ladera hacia el collado de La Braña. José Antonio lo hizo por la parte contraria bordeando luego la cima por el norte.
Tras dejar atrás el collado entramos en las laderas nevadas por las que habíamos subido. Pues bien, aquí aproveché para sacar el plástico que llevo conmigo y nos pusimos a hacer “culoskí” con él. Estuvimos un buen rato en una ladera subiendo y bajando por ella mientras yo grababa los deslizamientos. En la última bajada nos tiramos Piedad, Mª Jesús, Álvaro y yo juntos. A media ladera nos dimos la vuelta y bajamos de espaldas retorciéndose Piedad un poco la pierna sin mayores consecuencias.
Así fuimos llegando a la linde del bosque en el que entramos a las 16:40 horas. Poco a poco fuimos encontrándonos de nuevo los tejos atravesando entre ellos hacia el camino marcado. A mí se me terminó la tarjeta y la cambié. Pues bien, tras recorrer casi un kilómetro me di cuenta que no llevaba los bastones. Los había dejado en aquel momento apoyados en un tronco. Mientras el resto continuaba, Mª Jesús y yo retrocedimos en su busca. La suerte hizo que viéramos una especie de jineta o parecido que los demás habían visto antes por delante. Todavía me dio tiempo a grabarla unos segundos. Justo allí había dejado los bastones en el tronco y sin más emprendimos el regreso. Había dejado la mochila para no cargar con ella y la recogí.
Poco después llegamos donde estaban los dos últimos tejos grandes. Allí había un grupo de personas. En vez de bajar por el sendero, decidimos hacerlo por el atajo. Era pendiente y tenía rocas en medio de la nieve, por lo que había que ir con cuidado. En poco tiempo llegamos a la vaguada que bajaba directa al fondo del valle y en ella nos reunimos con el resto de compañeros.
A las 17:30 horas llegamos al valle principal. Unos tres kilómetros nos restaban hasta el coche. La nieve del camino apenas se había quitado ya que el sol no le da en muchos tramos. Dejamos atrás el tramo de rocas y entramos en el robledal. Unos íbamos por un lado del arroyo y otros por el contrario. En el puente nos reunimos y enseguida atravesamos la cancilla de madera. Una vez más abandonamos el camino ancho para meternos hacia los prados y el desfiladero. Hacia atrás se elevaba ahora la silueta a contraluz de la peña Cantoral.
Tras pasar el desfiladero llegamos al pilón de agua que seguía helado. Dejamos atrás el cargadero de carbón y entramos en los prados donde continuaban las vacas y terneros pastando. Íbamos por la sombra y ya se notaba la bajada de temperatura. Entramos de nuevo en el camino antes de llegar al túnel bajo la vía férrea. Una vez pasada ésta ya se veía la cumbre de La Oracada. Nos quedaba ahora el tramo empinado hasta el aparcamiento, que aunque no muy largo, al final de la ruta siempre se siente más. A las 18:50 horas llegamos al aparcamiento. Justo en esos momentos se metía allí el sol tras la ladera de la peña formando un bello contraluz.
Mientras nos cambiábamos alguien encontró unas llaves sobre un zócalo de piedra. Decidimos dejarlas allí por si volvían a por ellas. Álvaro, Nati y Piedad, que se habían adelantado, habían cogido otro camino que les llevó hacia Cantoral, teniendo que retroceder para coger el bueno.
Tras cambiarnos optamos por acercarnos hasta Cervera a tomar un refrigerio antes de regresar. Aparcamos en el centro y entramos en un bar de la plaza donde estaba la verbena el día que acampamos para hacer Peña Labra. Allí estuvimos un buen rato antes de emprender el regreso a las 19:45 horas.
El viaje lo hicimos por el mismo trayecto que a la ida. Pasamos Saldaña y entramos en la autovía de Burgos a la altura de Ledigos. Poco después se entra en la provincia leonesa y se deja Sahagún a un lado. Sin novedades avanzamos hacia la capital y salimos en Cembranos a la nacional. A las 21:40 horas bajamos Mª Jesús y yo en Armunia.
Conocimos de esta manera otra bonita zona de la provincia palentina y disfrutamos de una jornada realmente inmejorable. A ver si este invierno nos da algo de tregua en adelante.


















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