2ª TRAVESÍA POR “LAS FUENTES MEDICINALES DE NOCEDA”.
01-03-09 (Domingo)
Siguiendo el calendario programado, hemos hecho esta travesía en la zona berciana de Noceda para recorrer la ruta de las Fuentes Medicinales, la cual hace tres años hicimos coincidiendo con un magosto celebrado por la delegación.
Con una mala previsión del tiempo, que se cumplió, nos reunimos los diez participantes en Guzmán a las 8:30 horas. La lluvia arreciante caía cuando salimos de la ciudad por la nacional hacia Astorga. En los coches de José Antonio y el mío iban además Piedad, Nati, Roberto, Adelino, Álvaro, Mateo, Mª Jesús y Merce. En Astorga entramos en la autovía para continuar por ella hasta salir en Bembibre. En un bar del centro paramos unos minutos a tomar un café antes de proseguir por la carretera secundaria hacia Noceda. La cumbres estaban totalmente cubiertas de nieblas y la lluvia, aunque más suave, seguía cayendo. Avanzo aquí que durante el resto de la jornada tuvimos algún rato que cesó ésta, pero la mayoría del tiempo se mantuvo presente aunque no muy fuerte.
Ya eran las 10:30 pasadas cuando llegamos a Noceda, (850 m), atravesando los numerosos barrios que tiene hasta llegar al más alto. Por una estrecha calle subimos unos metros hasta el comienzo de la ruta aparcando allí mismo los coches. Nos preparamos para comenzar la caminata, pero antes quise sacar una foto de grupo. Pues bien, en ese momento se me terminaron las pilas y otras que puse recargables también estaban agotadas, lo cual me dio mala espina. Ya me ha pasado más veces y no sé si están mal las pilas o el cargador, pero tengo que comprobarlo. Total que no pude sacar esa primera foto. Menos mal que llevo más de repuesto.
Poco antes de las 11:00 horas comenzamos la ruta subiendo por un camino entre enormes castaños. La pista zigzagueaba por la ladera derecha del valle y por encima del pueblo. Esta ruta está señalizada como “PRC-LE 44” y tiene una longitud completa de unos 10 Km. con 523 metros de desnivel. Atrás dejamos un edificio en construcción que parecía ser un depósito de aguas.
No tardamos en encontrar la primera fuente de la ruta, la de “Juan Álvarez”, situada a 1002 metros de altitud. Esta fuente consistía en un chorro entre helechos y roca con dos tubos metálicos por encima de ella. Siguiendo la marcha fuimos dejando atrás los castaños y entramos en zona de robles y hayas. Llegamos así al final del ancho camino en un punto cercano al arroyo, uno de los varios que abastecen más abajo al ya río Noceda. Allí había un colector de recogida de aguas que rebosaba por todas las juntas.
La ruta seguía ahora por un sendero que subía serpenteando ladera arriba hasta coger un buen desnivel con el cauce. Luego se suavizó la pendiente e incluso bajamos ligeramente hasta situarnos de nuevo al nivel del arroyo, el cual también subía más alto ya que íbamos en su contra. En el cauce vimos algunas bonitas cascadas presagio de las más grandes que luego encontraríamos.
Tras atravesar un puente de madera sobre el arroyo nos encontramos una zona rocosa donde podía resbalarse uno con la piedra mojada. No tardamos en llegar a la segunda fuente, ésta unos metros desviada del sendero, pero bien señalizada. Allí nos encontramos con varios de los compañeros adelantados. Para acceder a esta fuente, la del “Azufre”, hay que bajar unos metros hacia el nivel del arroyo encontrándonos con un bello rincón. Una pasarela metálica nos acercó al manantial que sale de la roca y resbala por ella dejando un reguero naranjado hasta fundirse con el arroyo principal. En una placa de granito se inscribe el nombre y las propiedades del agua: “Ferruginosa y Bicarbonatada Mixta”. Allí mismo cae otro bello salto en el arroyo principal. Eran las 12:20 horas y llevábamos 4,200 Km.
Abandonamos este enclave y seguimos subiendo ahora más bruscamente entre escobas y roble bajo llegando enseguida a otro desvío a la “Fuente de La Salud”. Alguno de los que iban delante, no digo quien pero todos los sospechamos, había cubierto con ramas la indicación a esta fuente y en el suelo escribió la palabra “NO”. Como ellos iban más deprisa y nosotros lo tomamos con calma, querían que no nos retrasásemos entrando a este fuente, pero no coló.
Para llegar a ella había que bajar de nuevo unos 50 metros hacia otro pequeño ramal del arroyo. Sin duda, y de ello me acordaba, era la más bonita de todas. Esta fuente se emplaza en un pequeño hueco donde cae además otro salto del arroyo. Rodeada de helechos y otros vegetales, forma una bella estampa. Al contrario que las anteriores, ésta sale por un tubo aunque también a su alrededor está la roca amarillenta del óxido. Sus propiedades eran “Clorurada Oligomineral Sulfatada Mixta”. De esta sí que bebimos un poco y el sabor era fortísimo a óxido.
Tras unos minutos en este lugar retomamos la marcha subiendo entre matorral alto y entrando de nuevo en el bosque. Ahora la niebla yo nos envolvía totalmente y en una ladera enfrente vimos unos pequeños neveros. Llegamos así a otro puente de madera con solo una balaustrada. Escasos metros más arriba salimos al ancho camino que nos llevaría al mirador de la Gualta. Sí que se me quedó grabada de la vez anterior lo pesado y largo de este tramo. La pista es “fea” y además ahora no se veía apenas paisaje alguno. La misma transcurre bajo las peñas de La Gualta que forman parte de la Sierra de Gistredo, en cuyo límite estábamos. En varios tramos se ve la roca mellada por las máquinas que hicieron la pista.
Al llegar a un determinado punto, un indicador nos señalaba a la izquierda la cascada y el mirador. Abandonamos el ancho camino para dirigirnos hacia el mirador situado a no mas de 300 metros. En este tramo está el desvío a la cascada. Para alcanzar el mirador hay que subir un trecho rocoso tras el cual se encuentra este enclave. Allí nos reunimos todo el grupo, y aunque llovía suavemente, optamos por comer. Eran las 13:20 horas y llevábamos unos 5 Km. recorridos. Allí la altitud es de mas o menos 1400 metros.
Antes de nada nos sacamos una foto de grupo en torno a un banderín metálico con las siglas CIT, una organización turística de la zona. Acomodados en las rocas nos dispusimos a comer mientras seguía lloviendo. La vista era nula, lo cual era una pena ya que desde allí se veía todo el valle y el pueblo al fondo. Como postre algunos tomamos un chupito de café que llevaba Adelino, lo cual nos animó aún más y soltamos algún que otro desafine cantando. Tres jóvenes habían llegado allí también y estaba comiendo igualmente.
A las 14:15 horas emprendimos el descenso. Al llegar al desvío de la catarata comenzamos a bajar hacia ésta. Como ya sabíamos, este tramo tiene una fuerte pendiente y por ello han colocado unas estacas con una cuerda para ayudarse. Con lluvia aún es más peligroso en algunos tramos por lo resbaladizo del sendero. Unos escalones con maderas cruzadas impiden el desmoronamiento del mismo. En un punto hay un desvío hacia la cascada y nos metimos a él. Llegamos a un lugar desde donde se podía ver, pero no completamente. Adelino y Roberto bajaron unos metros más, pero comprobaron que era mejor seguir el sendero y verla desde la parte baja. Así lo hicimos y nos desviamos otra vez para llegar al lugar donde cae el salto. Con la gran cantidad de agua que bajaba era realmente impresionante. Esta cascada la forman dos saltos seguidos visibles desde aquel punto. Nos sacamos algunas fotos en ella, aunque con la lluvia se empaña la lente y se llena de gotas, por lo que salen borrosas.
De nuevo en marcha seguimos el sendero que bajaba por el medio del bosque paralelo al arroyo. En él seguíamos viendo muchos más saltos de pequeño desnivel pero aún así de belleza destacada. Llegamos a un puente de madera similar al último atravesado, con una sola barandilla. Entre robles seguía la senda bien marcada que transcurría por un valle paralelo al de subida del que nos separaba una loma. En este tramo encontramos la fuente del “Canalijo”, un chorro de agua sin mucho interés visual. Marcaba la señal 1050 metros de altitud. Dejamos atrás esta fuente y avanzamos por el sendero cubierto de hojas. Era curioso ver los troncos de los robles tapizados totalmente por líquenes y musgo.
La ruta atravesaba luego otro puente sobre un arroyo. Este último tramo lo tengo muy embarullado en la mente. Siguiendo siempre las indicaciones, cambiamos de vaguada y de arroyo. Encontramos una señal que indicaba la cascada y el mirador por otro camino. Nos quedaba por ver la última fuente, la del “Rubio”, que la vez anterior no vi tampoco.
Siguiendo la flecha que nos indicaba su dirección llegamos a la Fuente “Mía” situada al otro lado del arroyo más adelante y en un plantío de chopos. Pues bien, en el mismo cartel nos indicaba la del Rubio hacia atrás, por lo que dedujimos que nos la habíamos pasado en ese medio tramo. Retrocedimos entonces unos 200 metros viendo ahora un cartel con su dirección. Siguiendo el sendero unos metros llegamos a una canal de agua imposible de atravesar. Con las mismas volvimos a desandar el sendero en la creencia de que el canal, que parecía no muy antiguo, había cortado el acceso a la misma.
Siguiendo la ruta de nuevo pasamos al lado de una pequeña presa de la que se abastecía una acequia. Entramos luego a un ancho camino que en pocos minutos nos llevó a la piscifactoría ya cercana al pueblo. Al lado había un viejo tractor al que no pudo por menos de subirse Álvaro. Al otro lado del valle se veía el camino por el que habíamos subido por la mañana y el depósito en construcción.
Antes de entrar en el pueblo encontramos un desvío con una señal que indicaba la dirección de la fuente del “Rubio” situada a 1 Km. Ahora que veo mejor el mapa sí que sale del mismo pueblo el ramal hacia ella. Creemos que el otro desvío que vimos pudo quedar cortado por el canal que abastece a la piscifactoría. Algunos decidieron subir a verla mientras otros optamos por seguir la marcha. A las 16:15 horas entramos en el pueblo tras unos 10,5 Km. recorridos.
Por un lado José Antonio, Merche y Piedad ya hacía un rato que habían llegado y estaban en un bar de la casa rural. Álvaro, María Jesús y Mateo se habían ido a la fuente y Roberto, Adelino, Nati y yo nos dirigíamos al coche. En una ermita quedaron Adelino y Roberto mientras Nati y yo subíamos a por éste. José Antonio ya había bajado el suyo al pueblo.
Tras recoger luego a los dos compañeros bajamos hacia donde estaban los otros tres. Por lo visto en el bar aquel no dejaban comer nada que fuese de fuera. Esto no nos hizo gracia y decidimos irnos a otro cercano a la ermita. Allí estuvimos tomando unas consumiciones y nos cambiamos. Yo estaba totalmente empapado, pero no de la lluvia, si no de no transpirar. Llevaba los pantalones impermeables y estaba más mojado que si nos los llevase.
Después de un rato llegaron los tres compañeros, a los que tuve que indicar por móvil donde estábamos. En el bar estuvimos unos minutos más y poco después de las 18:00 horas emprendimos el regreso a León. En esos momentos no caía ni una gota y hasta casi llegar a la capital no llovió. En el centro dejé a las compañeras que venían conmigo y unos minutos antes de las 20:00 horas llegaba yo a casa.
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