lunes, 24 de noviembre de 2008

CASCADA DEL XIBLU (Puerto de Ventana - Asturias) 23-11-08

 



1ª TRAVESÍA “CASCADA DEL XIBLU”. (Asturias).

23-11-08            (Domingo)

Por tercera semana consecutiva realizamos otra salida del club de montaña. En esta ocasión hicimos una corta pero bonita travesía en la vecina comunidad asturiana, la Cascada del Xiblu, en el puerto de Ventana. En el calendario estaba programada esta ruta, pero en la última reunión se comentó la posibilidad de ascender al Ferreirúa por la mañana y por la tarde hacer la misma, incluso se podían unir las dos bajando de la cumbre por las cercanías de dicho salto. La climatología nos impidió la ascensión, pero no la travesía a la cascada, cuyo transcurso es como sigue.
Nueve éramos los animados para esta ocasión: Adelino, Javi B., Nati, Macrina, Irene, Mateo, Isidoro, Mª Jesús y yo. Tras recoger a Mª Jesús nos dirigimos a Guzmán donde esperaba otra parte del grupo. En El Crucero recogimos a Mateo y su amigo Isidoro y en los coches de Adelino y el mío emprendimos el viaje hacia el puerto de Ventana. Se veía muy cubierto el cielo hacia toda la parte de la montaña y no tardó en ponerse a llover. En La Magdalena entramos a la autopista para evitar las curvas del pantano abandonándola tras el puente colgante.
No tardamos en llegar al desvío hacia San Emiliano donde decidimos parar a tomar un café encontrándonos los bares cerrados. Igual nos ocurrió en Torrebarrio, por lo que sin más continuamos avanzando hacia el puerto mientras llovía y se cerraba la niebla. En el alto paramos y rápidamente decidimos abandonar la idea de subir al Ferreirúa, cuyo comienzo era allí mismo, y bajar los seis kilómetros hacia la parte asturiana. Por la estrecha carretera bajamos este tramo fijándonos a la izquierda para no pasarnos el aparcamiento donde comenzaba la ruta a la cascada. Sin problemas dimos con él y allí mismo dejamos los coches antes de prepararnos para la marcha. Unos carteles informaban de la ruta por el Hayedo de Montegrande así como de su fauna, flora, etc.
A las 9:40 horas comenzamos a caminar por una pista ancha entre arboleda y prados. No tardamos en encontrar un enorme haya de tronco descomunal. En numerosos tramos estaba el suelo tapizado por las hojas caídas. La lluvia era incesante aunque no arreciaba demasiado. Encontramos varios saltos en arroyos que bajaban por nuestra izquierda de las laderas del monte. Varios carteles informaban de las especies arbóreas que se veían y de la fauna que podía encontrarse en el lugar. Al lado del camino dejamos una casa de piedra en ruina. La niebla impedía ver paisaje alguno hacia el valle.
No tardamos en distanciarnos unos de otros en varios grupos. En el camino encontramos numerosos árboles caídos, muchos de ellos al irse excavando el terreno cercano al camino por causa de la lluvia. Vimos también bonitos rincones en los que contrastaban los verdes helechos entre la hojarasca marrón. También el musgo se adueñaba de los troncos de los árboles así como las enredaderas. En algunos tramos eran las paredes pétreas las que escoltaban el camino.
A las 10:40 horas llegamos al final de la pista donde dos carteles señalaban la cascada y unas brañas. Pues bien, para llegar a ambas había que atravesar el arroyo del Barranco sin puente alguno y con un caudal considerable. La opinión general era la misma, cómo se puede señalar una ruta tan bien y luego no tener los accesos en condiciones. El arroyo era el que más arriba, a un kilómetro, formaba la cascada del Xiblu. Hasta allí había 4 Km.
Buscamos lugares para atravesarlo y en el sitio más estrecho había que dar un buen salto y luego subir agarrados a las ramas y demás. Sólo mi tocayo se atrevió a ello mientras el resto estudiábamos las alternativas. La única viable era seguir por la misma margen del arroyo sin sendero alguno y entre el bosque de la ladera. Macrina y Nati abandonaron allí mismo y decidieron regresar tranquilamente.
El resto comenzamos a subir por fuerte pendiente y por donde mejor nos parecía. Cada uno fue viendo el mejor lugar para avanzar y mientras algunos subíamos hacia la parte alta, otros lo hacían más a la vera del arroyo. Nosotros nos pegamos a una pared de roca bajo la cual parecía transcurrir un sendero. Dejamos atrás este paso y tuvimos que bajar a una campa verde cercana al arroyo. Por su parte, Adelino, Mª Jesús y Mateo se atrevieron a pasar por unos troncos mientras Irene y yo íbamos por la parte alta. El terreno era pésimo para andar ya que bajo las hojas caídas había roca sobre la que se resbalaba como una pista de hielo.
A todo ello se unía otro detalle no muy alentador. Aquella zona tiene una concentración elevada de víboras, de hecho en época estival no recomiendan visitar aquel paraje. Ahora, aunque no estamos en verano, siempre puede quedar alguna “despierta” que nos pusiera en apuros. Por lo pronto procurábamos no echar mucho la mano al suelo, troncos o rocas por si acaso.
Peleando con el terreno, sorteando arroyos, pendientes resbaladizas etc., vimos por fin la cascada Irene y yo. Nos quedaba un tramo de similar trazado a los anteriores que poco a poco fuimos atravesando hasta situarnos por fin bajo ella. De los tres grandes saltos que tiene, veíamos los dos seguidos de abajo. Era realmente impresionante por la enorme cantidad de caudal que bajaba y que formaba una columna de vapor en la parte donde caía el chorro. El ruido también era elevado allí al lado. Sacamos varias fotos en dos lugares diferentes. Yo hice una panorámica vertical que al unirla me ha quedado perfecta. Al otro lado veíamos a Adelino, Javi e Isidoro. Por lo visto el sendero se complicaba subiendo hacia el salto superior, así que daban la vuelta. Nosotros ya ni lo intentamos porque por aquella parte sí se ponía realmente complicado sin sendero alguno. Allí estuvimos unos 20 minutos antes de emprender el descenso a las 12 del mediodía.
Intentamos seguir la misma ruta de ida, pero tampoco sabíamos exactamente por donde habíamos pasado, por lo que buscamos de nuevo los mejores pasos entre la arboleda. Como digo, el mayor peligro era la pendiente resbaladiza con las hojas y rocas húmedas. La niebla se había disipado un poco en lo alto e incluso se veían algunos trozos de cielo azul. Ahora se veía la cascada más claramente entre la arboleda. A Irene le había dejado uno de los bastones para que se ayudase con él. Aún así se iba resbalando a cada paso.
De esa forma fuimos avanzando atravesando el bosque y los arroyos que lo cruzaban. Encontramos algunos troncos de formas caprichosas que fotografié. Cerca del arroyo vimos un hito de piedra en el que estaban grabadas las siglas “MP”. Allí comenzaba la pequeña vega que atravesamos. En vez de subir hasta las paredes de rocas, decidimos ir hacia el paso por el que lo habían hecho los compañeros a la ida al lado del arroyo. Continuábamos viendo la cascada echando la vista atrás entre las ramas. Yo estuve sacando varias fotos del caudal de agua que bajaba a su mismo nivel.
Pegados al cauce atravesamos un tramo entre troncos y piedras hasta llegar a un paso un “pelín” complicado. Había que apoyarse en un resbaladizo tronco que además no era muy estable. Yo lo intenté con éxito, pero Irene no se decidió. Optó por retroceder unos metros y subir para pasar por la parte alta cerca de la pared por la que habíamos ido anteriormente.
Nos restaban pocos metros hasta el camino por el medio del bosque a través del cual veíamos a los compañeros cerca de los paneles de la pista. Pasamos un pequeño arroyo antes de salir a la misma cuando eran las 13:10 horas. Allí estaban Mateo, Adelino, Isidoro, Mª Jesús y Javier. Tanto había abierto la niebla que se seguía viendo la cascada a lo lejos. Con ella de fondo nos sacamos unas fotos antes de emprender el regreso. Mª Jesús cargaba con una enorme cornamenta de ciervo que había encontrado.
Con el aliciente del cese de la lluvia fuimos recorriendo los cuatro kilómetros de pista hacia la carretera. Durante un buen trecho continuamos viendo los saltos del arroyo, incluso los tres. Delante de ellos se metían algunas nieblas que los ocultaban parcialmente. Entre la arboleda se veía ahora también parte del valle e incluso el sendero que se dirige a las brañas de Fociecha desde el mismo desvío a la cascada. Por debajo del camino vimos una braña en buen estado. Mas adelante comenzaron a verse cumbres de la otra parte de la carretera. En ese tramo nos cruzamos con una pareja que subía.
Poco a poco nos fuimos acercando al final de la ruta y vimos el pueblo de Páramo al pié de la carretera. El camino serpenteaba por la loma sin apenas desnivel. Éste estaba todo desde la pista a la cascada subiendo unos 250 metros. Dejamos atrás los varios arroyos laterales y la braña derruida. En el enorme haya nos sacamos unas fotos y no tardamos en divisar el aparcamiento al que llegamos los últimos a las 14:45 horas.
Ahora teníamos una bonita vista del valle dando el sol incluso en algunos puntos. La mayoría de las cumbres se mantenían cerradas de nieblas pero otras eran visibles. Con ellas de fondo sacamos una foto de todo el grupo. Allí nos cambiamos antes de emprender el viaje de regreso.
No teníamos claro dónde para a comer, si en Torrestío o Torrebarrio. Subiendo el puerto paré a sacar una foto del valle asturiano y en la cumbre otra del leonés. Descartamos entrar a Torrestío y en Torrebarrio seguía cerrado el bar. Continuamos hacia San Emiliano donde aparcamos al lado de la iglesia. Eran las 15:35 horas.
En uno de los laterales en los que daba un poco el sol nos acomodamos la mayoría para comer, otros se acercaron al bar próximo. Allí aparecieron varios licores por aquello de hacer bien la digestión. Claro, los conductores tuvimos que abstenernos.
Tras la comida nos acercamos hasta el bar a tomar un café. Allí hicimos las cuentas de la salida y sin mas retrasos emprendimos el regreso a León. Según avanzábamos se abrían más claros y lucía el sol. Volvimos a entrar en la autopista el tramo del pantano y abandonamos la misma en La Magdalena. En pocos minutos entramos en León cuando eran las 18:00 horas. Fueron bajando los ocupantes de los vehículos y al lado de su casa dejé a Mª Jesús por último antes de llegar a la mía.
Según lo previsto, solo nos queda el Belén de Cumbres el día 14 de diciembre para terminar las actividades del año como club. Sí que comentamos la posibilidad de hacer una salida aparte el día 6 si el tiempo acompaña. Ya se verá.















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