domingo, 7 de diciembre de 2008

ARROYO DE MELEROS (Geras de Gordón) 06-12-08

 


1ª TRAVESÍA “ARROYO DE MELEROS”.

06-12-08           (Sábado)

Aunque no programada dentro del calendario del club, hemos aprovechado este día festivo para hacer una sencilla travesía por la zona de Gordón, concretamente en Geras. Avisados todos los socios, solo cinco nos animamos a realizar la misma: Mateo, Cundi, Nati, Mª Jesús y yo. Tras unos días despejados, se cumplieron las previsiones de mal tiempo y la lluvia incesante no nos dio apenas tregua esta jornada. La ruta fue propuesta por Mateo y realmente me gustó a pesar de las condiciones en las que la hicimos. De todo ello doy cuenta en el siguiente resumen.
Tras recoger a Mª Jesús nos dirigimos a Guzmán de donde salimos a las 9:00 horas. Cerca del puente de San Marcos se nos unió Mateo saliendo poco después por la carretera de Asturias con la lluvia ya acompañándonos. Sin novedades llegamos a La Pola de Gordón donde nos desviamos por la carretera del puerto Aralla hasta llegar a un kilómetro antes de Geras de Gordón donde hay un puente sobre el río Casares. La nieve acumulada y la estrechez del puente me hizo extremar la precaución al pasarlo sin que se fuese la furgoneta hacia la barandilla. Entramos en el valle del arroyo Meleros y subimos unos 100 metros por un camino nevado hasta aparcar la furgoneta en una pequeña pradera con nieve y hielo. Eran las 9:50 horas y estábamos a unos 1100 metros de altitud.
Nos preparamos para la ruta que emprendimos diez minutos más tarde por el mismo camino paralelo al arroyo. No tardamos en meternos en un pequeño pero bonito desfiladero de enormes paredones y canales casi verticales. El camino se veía labrado en la misma roca y con armadura de piedras sobre el cauce. No tardamos en dejarlo atrás y se abrió el valle contemplando las laderas llenas de hayas apenas moteadas por las últimas hojas marrones del otoño. Preciosa también era la estampa que formaban los jirones de niebla que atravesaban delante de estos bosques.
Llegamos así a una bifurcación del camino. Por una parte cruzaba el arroyo Meleros y por otra subía paralelo a él. Mateo, que era el guía, nos dijo que había que atravesarlo para hacer la ruta larga. Por su parte, Nati y Cundi optaron por seguir de frente y hacer la corta qua pasaba un collado cercano y bajaba hacia Geras. Como luego supimos, dieron la vuelta sin terminar la circular.
Mª Jesús, Mateo y yo atravesamos el arroyo por unas piedras y comenzamos a subir por un ancho camino de fuerte pendiente con dirección Este. El paisaje era cada vez más amplio viendo varias cumbres de la Sierra de Arniza, dato que he sabido tras ver otro mapa en casa, ya que llevaba uno de escala grande poco detallado. Abundaban los robles en la ladera Sur por la que subía este camino hacia la collada del Pozo de La Fuente, al Norte del pico Colancho, que también situamos mal durante la ruta. A las 10:40 horas alcanzamos este collado de altitud 1275 metros, desde el cual pudimos ver el valle que baja hacia Cabornera y al fondo el Cueto San Mateo difuminado entre la neblina.
Cambiamos de dirección siguiendo un sendero entre escobas y cargado de nieve por la ladera del Colancho. Enseguida entramos en el bosque de hayas. En el mismo vimos rincones realmente bellos donde se conjuntaban las rocas cargadas de musgo, los árboles con ramas llenas de líquenes, troncos de grosor considerable y la nieve blanca tapizando todo ello. El sendero subía con apenas pendiente a través del mismo hasta que alcanzamos una zona de rocas a modo de mirador natural. El acceso era un tanto complicado en el sentido de que se podía patinar con las rocas húmedas y meter el pie en los huecos entre ellas. Desde allí se podía ver el valle y el camino por el que habíamos subido así como parte de Geras tras una loma.
Continuaba la senda por el medio del bosque que poco a poco fue difuminándose mientras nos metíamos a otra vaguada donde la nieve se acumulaba aún más en el sendero. Dejamos atrás la arboleda y comenzamos a subir con más inclinación por aquel estrecho valle entre el Colancho y el Cueto Melloza. La niebla ya nos envolvía aunque no muy espesa. Entre ella veíamos aislados árboles que crecían entre las rocas de las laderas en un paisaje totalmente invernal.
Pues bien, de pronto me llegó un fuerte olor nauseabundo cuya procedencia no tardamos en comprobar. En medio de la nieve había un gran animal muerto recientemente y medio comido. Se encontraba medio enterrado en la nieve y, aunque nos parecía muy grande, dimos por sentado que era una jabalí. Alrededor del mismo se veían restos desperdigados y multitud de huellas de lo que bien podrían ser lobos.
Continuamos subiendo por la vaguada hacia los puertos de Meleros y el Pico Feliciano, aunque abandonamos la misma para comenzar a subir por la ladera de la derecha con dirección a otra collada invisible tras la niebla. Un poco en zigzag fuimos tomando altura hacia la misma mientras la nieve era cada vez más abundante y blanda, ya que seguía lloviendo débilmente. De esa forma alcanzamos la collada situada al Sur del Cueto Melloza con una altitud de 1509 metros. Allí encontramos un bonito caballo marrón y blanco solitario en la pradera. Eran las 12:00 del mediodía.
Este alto daba paso de nuevo al arroyo de Meleros que habíamos abandonado al cruzarlo en el fondo del primer valle. La razón de no haberle seguido en su totalidad era el paso impracticable que había en el valle que lo seguía. Al otro lado de ese valle se entreveían las cumbres de la sierra de Arniza con altitudes en torno a los 1600 y 1700 metros. El panorama era totalmente invernal.
Intuyendo un sendero por lo que sería la parte baja de la ladera del Pico Feliciano, fuimos bordeando éste por su cara Norte con dirección a la cabecera del valle de Meleros. Volvimos a atravesar entre escobas antes de alcanzar otro pequeño collado cargado de nieve cerca del cual nos dijo Mateo que había varios acebos. Nos desviamos del sendero hacia la derecha y enseguida vimos varios ejemplares cargados de frutos rojos entre las verdes hojas puntiagudas. Eran las 12:30 horas.
Retornamos enseguida a la collada para seguir un sendero que habíamos visto entre la nieve desde los acebos. Por lo que fuera, no dimos con él y nos fuimos metiendo entre ramaje que sorteamos como mejor podía cada uno. Desde la collada fuimos perdiendo un poco de altura por esta ladera cargada de nieve. En la parte baja del valle se veía el angosto paso del arroyo entre rocas por la que según Mateo era imposible el acceso. Por esa parte se veía subir también la niebla.
Nos dirigimos hacia la cabecera donde se veían varias pequeñas cascadas en el arroyo Meleros. Hasta ellas nos acercamos para subir luego unos metros y situarnos en la vega alta donde nace este arroyo bajo las Paredes del Feliciano y el Alto de la Ensancha. El sendero atravesaba el arroyo para continuar valle arriba con dirección Oeste hacia la Sierra de Arniza. Por detrás de la misma se puede cerrar la ruta a través del arroyo Polanco que baja a Geras de Gordón. Decidimos allí mismo que, visto el panorama que teníamos, con niebla, lluvia y demás, no merecía la pena hacer este siguiente tramo de la ruta, máxime cuando era aún más largo del que llevábamos.
Mateo nos comentó entonces que más arriba, bajo unas paredes verticales, nacía el principal ramal del arroyo Meleros saliendo de la misma roca. Le convencimos para acercarnos hasta allí aunque para ello teníamos que subir una loma cargada de nieve entre la que serpenteaban varios arroyos que formaban el principal. En pocos minutos, cuando eran las 13:30 horas, alcanzamos este punto situado bajo el pico Feliciano y el Alto de la Ensancha, aunque no salía más agua que un pequeño regato que se metía enseguida bajo la nieve. Eso sí, el rincón tenía su encanto ya que alrededor del manantial se acumulaba el verde musgo que contrastaba con la roca y la nieve.
A las 13:45 horas comenzamos el regreso desde aquel punto bajando por las mismas huellas de ascenso hasta el paso sobre el arroyo. Desde allí intentamos buscar el sendero hacia la collada, cosa imposible entre el manto blanco. Mateo se fue hacia abajo, a las huellas anteriores, mientras Mª Jesús y yo lo hacíamos más arriba intentando no meternos entre las escobas. Al final tuvimos que bajar también unos metros antes de alcanzar esta primera collada, en la que se me había quedado que estaba el caballo, cuando no era así. Eran las 14:20 horas entonces.
Nos hicimos una foto de grupo con las cumbres ahora aún más cerradas por la niebla pero con un encanto invernal insuperable. De este paso al siguiente era más fácil el acceso y en diez minutos alcanzamos esta collada bajo el Cueto Melloza donde vimos el caballo. Nos acercamos a él unos minutos y le saqué alguna foto.
Allí abandonábamos el valle del Meleros y pasamos al paralelo. Bajamos la pendiente ladera hasta el fondo de la vaguada donde nos encontramos de nuevo con los restos del animal muerto. Pues bien, tras mirarlo detenidamente decidimos que era una vaca y no un jabalí. Con el palo de Mateo y los bastones escarbamos para intentar ver la cabeza, pero estaba tan cubierta de nieve que no era fácil. Sí que sacamos la cola a la luz y definitivamente vimos que se trataba de un caballo negro.
Continuamos bajando por la estrecha vaguada entre algunos arbustos pelados y procurando no meter mucho la pierna en la nieve blanda. Por encima se veían grandes formaciones rocosas en ambas laderas, las del Colancho de la derecha y el Cueto Melloza de la izquierda. Antes de llegar a la parte baja se desvía el sendero por la ladera del Colancho metiéndose enseguida en el bosque de hayas. La lluvia era más insistente mientras atravesábamos este paraje. Desde las piedras del mirador ahora apenas si se veía una pequeña parte del valle. A continuación bajamos un pequeño trozo de fuerte pendiente con roca a la derecha y la ladera por la izquierda.
A las 15:20 horas llegamos al último collado donde se enlazaba con el ancho camino. Tampoco desde allí era visible el valle contrario. Por la pista comenzamos el descenso hacia el arroyo Meleros. Mª Jesús nos dejó detrás y nos dijo que si llegaba antes seguiría hacia el pueblo, cosa que no entendimos ni Mateo ni yo. La niebla cubría todas las laderas sin dejar ver nada más que una mínima parte de la zona baja. Así llegamos al arroyo atravesándolo por las piedras.
Ya paralelos al mismo nos encaminamos hacia el estrecho desfiladero con las gargantas verticales surcando las paredes. Al lado del camino vimos una estrecha cueva que entraba en la roca. Con la lluvia como acompañante llegamos los dos a la furgoneta cuando eran las 15:40 horas. Pues bien, no vimos a Mª Jesús por lado alguno y nos extrañó que hubiese seguido hacia el pueblo sin dejar una nota o algo. Como digo, no la habíamos oído cuando nos lo comentó al dejarnos atrás. Algo mosqueados decidimos retroceder en su busca atentos a los márgenes del camino y río por si la hubiese ocurrido algo. Así desandamos unos 500 metros hasta la confluencia con el arroyo y decidimos volver a la furgoneta e ir hacia Geras sin más. En el pueblo la encontramos ya y fue cuando deshicimos el enredo. Pasaban unos minutos de las cuatro de la tarde.
Allí cerca se encontraba el bar en el que ya habían comido Cundi y Nati, que habían regresado por el mismo camino al encontrarse también mucha nieve. Nosotros nos cambiamos y allí mismo comimos lo que llevábamos con unas consumiciones que pedimos. Mateo dio cuenta al del bar la existencia de los dos caballos acordando éste avisar al dueño en cuanto le viese. A las 17:20 horas, y con la lluvia incesante, nos pusimos de regreso a León. Durante el trayecto anocheció del todo llegando a la capital una hora más tarde.
Entrando por el paseo de Salamanca, donde dejamos a Mateo, encontramos retenciones por un atropello que había en dicha calle. Minutos después dejaba a Mª Jesús en casa y seguidamente llegué a la mía, terminando así esta penúltima salida de montaña de este año a falta del Belén de Cumbres del día 14.



















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