1ª ASCENSIÓN A LA “PENOUTA”.
28-09-08 (Domingo)
Este último domingo de septiembre hemos realizado la actividad programada dentro del calendario del club, la ascensión al pico Penouta, en la comarca de Babia. A la misma nos hemos apuntado 12 participantes, varios de ellos no socios del club. Entre los miembros del mismo nos encontrábamos: Nati, Javi B., Roberto, Adelino y yo. Además nos acompañaban Macrina, Irene, Elicio, Angeles, Mari, David y Alfonso.
A las 8:00 h de la mañana acordamos la salida de Guzmán donde nos reunimos todos. En los coches de Elicio, Adelino y el mío salimos de León minutos después por la carretera hacia La Magdalena mientras iba apareciendo un rojo sol por la parte trasera. En esta población entramos en la autopista para evitar el tramo serpenteante del pantano abandonándola tras el puente colgante. Escasos minutos después llegamos a Huergas de Babia donde giramos hacia Riolago, (1240 m), llegando a éste tras una hora escasa de viaje. En una de sus calles aparcamos los tres vehículos y nos preparamos para la ruta con una temperatura ya casi invernal.
Tras sacarnos una foto de grupo comenzamos la marcha sobre las 9:20 horas. Un poco a la aventura buscamos salida hacia el valle del arroyo Riolago por el que trascurría la ruta de ascenso. Dimos con ella sin mucha dificultad y abandonamos el pueblo por un ancho camino entre prados blancos de la helada. Aún nos daba la sombra y no sobraba el abrigo que llevábamos. A la izquierda dejamos un camino que entraba hacia una casa.
Más adelante había otro similar que sí nos metió en dudas. Según el mapa había que atravesar el arroyo por esa zona, así que lo hicimos por un estrecho puente que nos llevó a los prados por los que apenas si se diferenciaba un sendero que enseguida se difuminó. Tras unos minutos de investigación decidimos regresar al camino principal para seguir por él valle arriba. Nuestro primer objetivo era La Casa de la Braña, una cabaña a la que yo estaba convencido que tenía que llegar dicho camino, aunque el mapa no estuviese claro.
Sin novedades fuimos avanzando por la ancha pista subiendo muy suavemente y dejando a la derecha las laderas del valle por las que se desplomaban numerosos pedregales. Enseguida encontramos otra bifurcación que nos puso en un compromiso. Mientras el camino principal se alejaba del arroyo y subía por la ladera unos metros sin verse hacia donde se dirigía, otro menos marcado continuaba paralelo al cauce. El grupo se metió por este segundo mientras yo decidí avanzar unos metros por el otro para ver que rumbo seguía. Enseguida comprobé que daba un brusco giro hacia la misma dirección que llevábamos y se lo hice saber a Roberto y Adelino, que eran los únicos que no habían seguido al resto, los cuales iban saliendo más adelante al mismo camino tras subir un tramo con más pendiente.
Ahora ya nos comenzaba a dar el sol al estar a mas altura. Al lado del camino vimos algunos avellanos con frutos aún verdes y servales con los suyos de color rojo chillón. Al fondo del valle ya se veían varias cumbres e intuíamos que alguna podía ser la del Penouta, aunque no se podía ver desde allí como luego comprobaríamos.
Por fin divisamos la braña en un sombrío prado al otro lado del arroyo. En otro cercano vimos numerosas reses de raza albina pastando. El camino se bifurcaba de nuevo y un ramal atravesaba el cauce sin puente alguno, aunque unos metros antes había uno estrecho peatonal por el que algunos lo pasamos. Otros lo hicieron por encima de las piedras. El otro camino continuaba valle arriba siguiendo el arroyo de las Veigas hacia el alto de La Cañada.
Las 10:40 horas eran cuando llegamos a La Casa de La Braña, (1465 m). Se trataba de una cabaña de piedra bien conservada y restaurada que se encontraba cerrada. A su vera nos sentamos un rato y probamos la quesada que Mari había llevado.
Diez minutos más tarde retomamos la marcha paralelos al arroyo de la Señal, segundo de los dos ramales principales que convergían para formar el arroyo de Riolago. El ancho camino se fue convirtiendo en sendero según ascendíamos por él. Pasamos al lado de algunos cercados bajos de piedra y luego atravesamos el arroyo que bajaba por nuestra izquierda. El sendero fue inclinándose según avanzábamos hacia una estrecha canal por la que ya subían los que se habían adelantado. La senda estaba cubierta de piedras sueltas que había que evitar mover y que cayesen sobre los que venían detrás. Nos llevó esta canal a una horcada tras la cual encontramos un amplio hoyo por el que seguía el sendero entre escobas. Algunos se dirigieron hacia la derecha del mismo mientras la mayoría nos echamos a la izquierda por lo menos pendiente. Alcanzamos una loma por la que continuamos subiendo teniendo el arroyo de la Señal ahora a nuestra izquierda varios metros por debajo. De frente veíamos un circo de rocas bajo el que pensábamos que estaría la Laguna del Lago Chao, siguiente punto de referencia de la ascensión.
En esta loma nos reagrupamos de nuevo avanzando por la misma hacia dicho circo. Seguíamos el sendero que se intuía entre el matorral no tardando en comprobar que la laguna no se encontraba en dicho punto. Volvimos a atravesar el arroyo y dejándolo a la derecha ahora nos encontramos una vez más en otra loma similar a la anterior. Subiendo por ella vimos que el sendero se bifurcaba. Un ramal se metía a una garganta por la que bajaba el arroyo y otro, por el que algunos continuaron, seguía loma arriba. Yo me decidí por el del cauce que no se veía difícil y que nos tenía que llevar a la laguna sin error según el mapa.
En dicha garganta atravesamos varias veces el escaso caudal del arroyo saliendo por fin a la vega donde se emplazaba la Laguna del Lago Chao cerca de la cual ya estaban los más adelantados del grupo. Eran entonces las doce del mediodía y estábamos a unos 1750 metros de altitud.
La laguna tenía una especie de isla central con árboles en medio rodeados de hierbas acuáticas que formaban una bonita postal. Por su derecha la rodeamos para comenzar a subir por una vaguada hacia el collado Cifuentes. El sendero apenas era perceptible, pero se subía cómodamente entre pedreros y matorral bajo. Poco a poco nos fuimos dividiendo en grupos habiendo gran distancia entre unos y otros.
Según íbamos ganando altura teníamos una vista más amplia de la vega y de la laguna con la isla en medio. Al fondo ya se comenzaba a ver de nuevo las cumbres del alto de La Cañada, máxima altura de aquel macizo y que ya ascendí en otra ocasión hace varios años.
Atravesamos como digo varios pedreros bajo la cumbre que creíamos se trataba de la Penouta al ser la más alta que teníamos allí. Reconozco ya que no había estudiado el mapa a fondo, si no me hubiese dado cuenta que esta cumbre no era la de mayor altura, aparte de La Cañada como apunté, y no hubiésemos tenido el error que luego cometimos.
Antes de alcanzar el collado Cifuentes pasamos al lado de los restos de una oveja. En la ladera de la parte contraria de la cumbre vimos un grupo de personas y alguien dijo que eran los que ya iban por delante. A mí me parecía que no, ya que no hacía tanto les había visto en la cresta bastante alejados de dicho punto.
A las 13:05 horas alcanzamos algunos el collado Cifuentes con una altitud de 1947 metros. Dicho paso se encuentra entre la cumbre del Peñeirón y el cordal del Penouta al que se asciende perpendicularmente desde dicho punto. Poco a poco fuimos ganando altura por esta loma viendo enseguida al resto sentados en la cresta de la parte alta. En 15 minutos llegamos a su nivel en la cresta a 2104 metros.
Aquí cometí el error que antes apunté. Sin mirar el mapa di por descontado que la cumbre mas alta, la de nuestra derecha, era el Penouta. A ella ya habían llegado algunos y habían vuelto sin encontrar ningún vestigio de placas, nombres, etc. Por el contrario, a nuestra izquierda teníamos una cumbre más baja con un gran hito de piedras que enseguida pensé que era la cima del Churros. Bien, mientras algunos de los que ya habían subido optaron por comenzar a bajar hacia el lago para comer allí, el resto nos encaminamos hacia la cumbre más alta con la duda encima.
Según avanzábamos y revisaba el mapa más a fondo, menos me convencía de que fuese esa la Penouta. El mapa que llevaba no tenía buena escala y el de cordales no estaba muy claro. El último trozo lo hicimos mi tocayo y yo solos hasta la cima donde confirmamos la falta total de señales de cumbre. Además ya nos convencimos que la Penouta era un poco más baja que aquella cumbre situada encima del lago y que no tenía nombre en ninguno de los mapas, en los que sí figuraba su altura, 2131 metros. Eran las 13:30 horas.
Retrocedimos entonces hacia donde había quedado el resto del grupo con la intención de dirigirnos hacia la cima de nuestro objetivo principal. El grupo lo componíamos ahora 7 personas: Javi B., Adelino, Roberto, Mary, Angeles, Macrina y yo. Descendimos unos metros pasando por el punto donde habíamos dejado a los que ya bajaban hacia el lago y continuamos por la cresta hacia el collado Penouta, mínima altura por la que teníamos que pasar con 2061 metros. A partir del mismo ya comenzamos a subir la corta loma de la cumbre que alcanzamos cuando eran las 14:15 horas.
En esta cima de 2108 metros había un gran hito formado por un montón de piedras apiladas no encontrando buzón alguno, ni placa, ni cruz. Corría un viento frío que nos hizo abrigar. Nos acomodamos un poco por debajo de la cumbre a comer tranquilamente disfrutando del amplio paisaje que teníamos. En la parte baja del sur corría el valle hacia Abelgas por el que vimos bajar unos motoristas por los caminos. De frente se alzaba un cadena de cumbres entre las que destacaban la de Peña Correa. Hacia el noreste se elevaba no muy lejana Peña Ubiña y mas al norte todas las cumbres de Somiedo. Bajo la primera podíamos distinguir los pueblos de Torrebarrio, Pinos, Candemuela y San Emiliano entre otros. Por el Oeste corría el macizo hacia el alto de La Cañada y el Valgrán. Por debajo de la cumbre, al norte, veíamos la laguna de Bustagil en el valle que se unía con el de Riolago.
Tras la comida nos hicimos una foto en la cumbre y dejamos la tarjeta en un bote bajo las piedras del hito. A las 15:30 horas emprendimos el descenso mientras iban apareciendo algunas nubes por el sureste. Por la misma loma nos dirigimos hacia el collado Penouta. Las mujeres se habían adelantado y se fueron metiendo muy abajo yendo hacia unos cortes malos de pasar. Les indicamos que subiesen a la cresta para ir mas cómodo. Sí que fuimos atajando un poco tras llegar al collado y en vez de subir por la ladera de la otra cumbre, nos dirigimos directamente a la loma que bajaba perpendicular por la que habíamos subido. Desde ella tuvimos una bonita vista de la vega del lago con bellos contrastes de luces y sombras y las cumbres de La Cañada de fondo.
Llegamos así al collado Cifuentes y comenzamos a descender por la vaguada hacia el lago. Allí abajo veíamos al grupo que había comido en la vega. En un momento determinado vimos cruzar por la parte alta un pequeño grupo de rebecos o animal similar. No bajamos siguiendo el mismo sendero que de ascenso y nos metimos entre matorral alto que nos complicó un poco la marcha un tramo. Por detrás quedábamos Roberto y yo. Atravesamos también varios pedreros antes de llegar a la parte baja donde se emplazaba el lago a la orilla del cual vimos un grupo de jóvenes.
Volvimos a rodear la laguna pasando entre un numeroso grupo de vacas. Atravesamos la vega para salir de ella por la garganta que formaba el mismo arroyo de la Señal. Bajamos sorteando el mismo y lo abandonamos hacia la ladera derecha entrando enseguida entre las escobas donde los de atrás nos despistamos del sendero teniendo que “luchar” con la maleza hasta encontrarlo de nuevo. Volvimos a cruzar el cauce y de nuevo nos fuimos desviando de la ruta de ascenso sin darnos cuenta. Yo subí hasta una atalaya desde la cual tuve una amplia y bonita vista de la Casa de La Braña. También pude ver unas naves ganaderas hacia la cabecera del otro valle que subía hacia La Cañada. Para regresar al sendero bueno volvimos a pelearnos con el matorral alto que se cerraba de forma impenetrable. Ya por el mismo fuimos perdiendo altura hasta situarnos justo encima de la vega de la braña, pero no en la canal por la que habíamos subido, que nos quedaba a nuestra izquierda.
Como digo, íbamos en dos grupos y el primero ya estaba tan adelantado que no les veíamos. De frente bajaba una vaguada de fuerte pendiente pero factible de bajar. Solo yo me decidí a hacerlo por ella mientras el resto se dirigía hacia la canal de subida. Zigzagueando por la ladera entre pedreros y camperas llegué a la parte baja por la que trascurría la senda que venía de la braña. Al resto les vi bajando la canal aún y de los primeros me encontré con Javi.
Atravesé el arroyo de nuevo y un prado rasurado de maleza antes de llegar a La Casa de la Braña a las 17:40 horas. Allí estaban ya los primeros del grupo sentados a la vera de la casa. Al poco rato llegó el resto de compañeros y apenas unos minutos después retomamos la marcha valle abajo hacia Riolago. Atravesamos una vez mas el arroyo para entrar en el ancho camino. Echando la vista atrás veíamos gran parte de las laderas y canales por las que habíamos subido desde la braña hacia la laguna.
Habiendo caminado un buen trozo nos cruzamos con un todoterreno que subía pista arriba. No tardando llegamos a la recurva en la que se perdía un buen desnivel. En la parte baja comenzamos a ver numerosos arbustos de andrinos y brunos que algunas pararon a recolectar. Hacia nuestra izquierda comenzamos a divisar la cumbre de Peña Ubiña y los Fontanes. En los prados que lindaban con el camino vimos algunas balas de hierba plastificadas. Algo no tan agradable fue la escombrera y basurero que había ya no lejos del pueblo en un trozo excavado en el terreno. Yo había quedado solo y por detrás venían Irene, Macrina y Angeles que habían quedado cogiendo los frutos para hacer pacharán.
A las 18:50 horas entré en Riolago. En la plaza de la iglesia se reunía un grupo de hombres jugando a los bolos. Algo más adelante estaba parte del grupo sentado frente a una fuente. Escasos metros nos separaban de la calle donde teníamos los coches aparcados. Aquí terminamos la marcha a las 19:00 horas.
En el parabrisas de la furgoneta había una nota de Nati avisándonos de que estaba viendo el pueblo. Ella no había subido con nosotros quedando por el valle. La iba a llamar al móvil cuando apareció. Estando todos emprendimos el viaje de regreso a León. Al pasar por delante del palacio de Los Quiñónes nos detuvimos y saqué unas fotos del mismo. Ya en Huergas volvimos a parar en el bar a tomar un refrigerio e hicimos las cuentas de gastos retomando la marcha minutos más tarde.
Avanzamos por la comarca de Babia hasta entrar en Luna encontrando el pantano completamente seco hasta después del puente colgante. Paré a sacar unas fotos del mismo antes de entrar en la autopista para salvar este tramo del embalse y abandonarla en La Magdalena. Ya anochecido entramos en la capital terminando el viaje en Guzmán a las nueve de la noche.
Fue la primera salida de este otoño del que nos restan otras cinco programadas por el club hasta final de año.
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