lunes, 6 de junio de 2005

IV DÍA NACIONAL DE LA MONTAÑA Y EL SENDERISMO. “LAS SALAS- REMOLINA- TEJERINA- PRIORO”. 05-06-05

 


IV DÍA NACIONAL DE LA MONTAÑA Y EL SENDERISMO.

1ª TRAVESÍA “LAS SALAS- REMOLINA- TEJERINA- PRIORO”.

05-06-05          (Domingo)

Por tercera vez en este año, nos hemos unido a la Delegación Leonesa de Montañismo para realizar otra actividad conjunta de todos los clubes de León y en esta ocasión, alguno asturiano.
Tras aplazar una nuestra por Picos de Europa, donde aún podíamos encontrar nieve en varios lugares, optamos como digo por aprovechar esta bonita travesía por la zona de Riaño, aunque sin pasar por éste. Al final, y tras la baja a última hora de José Luis, 8 fuimos los participantes de nuestro club en la misma: Antonio, Luis, Jorge, Sonia, José F., Ricardo, José Antonio y yo. José Antonio era además parte de los que habían ido a señalizar el recorrido y uno de los que organizaba el evento.
En el bus me acerqué hasta Guzmán donde no había llegado aún nadie. Poco a poco fue apareciendo el personal y los tres autocares que salían de la ciudad. Yo no sabía ni el autocar ni las plazas que teníamos, y de nuevo nos tocó atrás del todo del primero de ellos. Con 15 minutos de retraso emprendimos el viaje parando en Santa Ana a recoger más participantes. Por la carretera llegamos a Mansilla donde nos desviamos hacia Cistierna. Así pasamos éste y tras dejar atrás Las Salas, donde los autocares lo tenían complicado para aparcar, llegamos al comienzo de la subida a la presa de Riaño donde se metieron en un camino de un descampado amplio. Allí nos apeamos y fuimos preparándonos para la ruta. (1050 m).
Poco a poco fueron comenzando la caminata mientras yo sacaba algunas fotos y grababa con la videocámara que volvía llevar esta vez. Así quedé de nuevo de los últimos y separado del grupo mío. A las 10:00 horas emprendí la ruta por la carretera que sube hacia la parte alta de la presa. A unos 200 metros se encuentra el desvío a Remolina y poco después un puente sobre el río Esla que “nace” tras la salida de un gran chorro de agua en la parte baja del muro de contención. Era curioso ver el bello espectáculo de la formación de nubes de gotas de agua vaporizada que se formaba en el lugar y los efectos con los rayos solares de la mañana.
En esos momentos llegaba otro autocar con participantes que bajaron en el cruce de las dos carreteras. Yo ya iba solo pero disfrutando del maravilloso entorno del valle que entra hacia Remolina. Por la estrecha carretera llena de curvas se va ascendiendo suavemente sin apenas desnivel. Por la parte izquierda se cerraba la ladera de maleza mientras que por la derecha se encontraba el río Remolina tras el cual se alzaban las cumbres de la sierra de los Villares. Aprovechando el auto-disparador de la cámara me saqué alguna foto a mismo.
En tres cuarto de hora recorrí los dos kilómetros largos hasta entrar en Remolina, 1100 m. Allí se congregaba todo el personal y me uní a los compañeros de club. Dentro de la travesía estaba previsto la ascensión al Pico Loto, de 1805 metros, situado al norte de la ruta marcada. Según el mapa, se ascendía desde la collada de Tejerían, hacia la que nos dirigiríamos ahora, pero optaron por modificarlo y lo ascenderían desde allí. Por ello se hicieron dos grupos, los que subirían al pico y los que harían la ruta en sí. Yo iba con la intención de subir al mismo, pero visto como llevaban el ritmo y que la ruta tenía ya en sí mas de 15 kilómetros, cambié de parecer allí mismo. Además, para llegar arriba, y como suele suceder, bajar rápido sin poder disfrutar tranquilamente, pasé de ello. También Jorge, Sonia y José F. optaron por la ruta mientras el resto seguían a José Antonio, el guía que iba hacia arriba. El resto atravesamos el pueblo al lado de la iglesia de estilo algo moderno para comenzar a ascender por una pista hacia el collado. Eran las 11:10 horas.
Por el ancho camino comenzamos ascender más pronunciadamente hacia la collada de Tejerina o Mostagerosa. De nuevo fui parándome a grabar y sacar fotos del bello entorno que nos rodeaba. Por la parte derecha bajaba ahora el arroyo de Barrio tras el cual se elevaban las cimas de la sierra de los Verones y por detrás de ellas Peña Blanca con sus cortados a plomo. Una bonita vista tuvimos también al ver remolina bajo las peñas de toda esta sierra.
Yo seguía sacándome fotos con el disparador automático cuando veía un lugar apropiado para ello. La vegetación entre la que ascendíamos era realmente espectacular. Diferentes árboles y arbustos formaban bellos rincones difíciles de describir en palabras. No faltaban numerosos troncos secos y solitarios que recordaban a los que se ven en las películas del Oeste como “el árbol del ahorcado”.
Poco apoco fui ascendiendo seguido por un pequeño grupo en el que venía Eulogio y a los que me unía de vez en cuando. Ya bastante arriba pasamos una cerca y luego al lado de un gran peñón caído en el camino. El bosque fue desapareciendo dando paso a las laderas floridas y verdes con algunos árboles aislados. El paisaje ya era amplio contemplando ahora Peñas Pintas con Las Salas en su base y a lo lejos, como supe por uno de los guardias civiles del G.R.E.I.M. que controlaban la marcha, la estación invernal de San Isidro con el Torres, Ausente, Toneo y Agujas entre otros.
De esa forma alcance la collada de Tejerina o Mostagerosa, 1583 m. a las 12:55 horas. Según el podómetro llevaba 6,100 Km. Allí se encontraba uno de los guardias civiles con una niña y el quad con el que se desplazaban. La vista hacia la parte contraria fue otro aliciente al llegar a aquel punto. Por la izquierda subía el cordal que llegaba a la cumbre visible del pico Loto en la que se veía ya a los que a ella había subido. La previsión era ascenderlo desde allí, pero como dije, lo habían hecho por una canal en la que anteriormente les habíamos visto cuando subíamos. De frente todo el valle de Tejerina y al fondo la pirámide del Espigüete con el Curavacas aún moteado de nieve a su izquierda y el Arbillos por su derecha entre otros.
No era ese el punto más alto al que había que llegar, si no que teníamos que ascender unos metros bordeando una loma hasta alcanzar el Cerro del Gallo, 1601 metros. En esta collada de gran belleza por su verdor y colorido floral, tenía pensado parar a comer. Poco antes de llegar a ella recibí la llamada de Sonia, la cual me dijo que estaban poco más abajo comiendo a la sombra. Por ello decidí no detenerme allí y comenzar el descenso siguiendo la pista hacia el valle. Si no es porque me dicen algo me paso. Estaban metidos los tres, Sonia, José y Jorge, entre los arbustos. Eran las 13:40 horas. Allí me acomodé con ellos, que ya habían comido, para hacerlo yo.
Una media hora después continuamos juntos la marcha. El camino bajaba por la ladera con algunos zigzag entre terrenos repoblados de árboles protegidos en tubos de plástico. Las laderas eran un espectáculo multicolor con toda clase de flores y pequeños arbustos. Hacia atrás contemplábamos las colladas y la cumbre del pico Loto. En el valle se emplazaba Tejerina y no tardamos en ver también la cima del pico Piedra del Agua, ascendida en uno de los Encuentros de Montañeros.
Así salimos a un camino que venía de la parte alta y en el que vimos unas cintas señalando esa dirección. Nos pareció raro que hubiese que subir cuando el pueblo estaba abajo y el camino se dirigía a él, por lo que optamos por coger el ramal de descenso. Luego supimos que era el otro y que tras un pequeño rodeo, entraba directamente al pueblo. Por el que seguimos nosotros salió poco después a la carretera pero a las afueras de Tejerina, 1260 m. La ruta continuaba por una senda que partía algo más debajo de donde estábamos, pero yo quería entrar a ver el pueblo un poco antes de proseguir. Eran las 15:00 horas y llevábamos 11,400 Km.
Mientras nosotros íbamos hacia éste, vimos como varios participantes se cruzaban con nosotros extrañados. Así entramos en el pueblo y en una fuente paramos a beber agua. Mientras los tres compañeros quedaban allí, yo decidí subir por las calles hasta la iglesia para ver algo más del mismo. En él se pueden contemplar rincones de gran belleza. Antiguas casas con balconadas de madera, el arroyo que pasa por bajo parte de una vivienda, fachadas decoradas con objetos típicos de labranza etc. En la plaza de la iglesia se congregaban bastantes montañeros, entre ellos Antonio y José Antonio.
Alguien me dijo que más arriba estaba el monumento al pastor, por lo que continué subiendo por las calles hasta el mismo. Tres figuras en piedra: el pastor, la oveja merina y el mastín leonés, recuerdan que Prioro y toda la zona es una de las más importantes de la provincia en las rutas de la trashumancia. Tras sacar unas fotos volví sobre mis pasos hacia la iglesia. Con los dos compañeros bajamos hacia donde habían quedado Jorge, Sonia y José, pero ya no estaban.
A las 15:30 horas emprendimos el último tramo de la travesía. Salimos de Tejerina por la única vía de acceso asfaltada que tiene el pueblo y tras recorrer unos 200 metros entramos en un sendero hacia la ladera. En él, y como ya habíamos visto en anteriores puntos de la ruta, había una señal indicativa de GR-1, ya que toda la travesía que estábamos haciendo transcurre por un tramo del Sendero de Gran Recorrido Nº 1 “Ampurias-Finisterre”.
Este tramo de la travesía hasta la collada del Corral de los Lobos lo habíamos hecho en el Encuentro de Montañeros del año 2001, día en el que sufrimos un calor realmente sofocante. En esta ocasión también calentaba lo suyo, pero era llevadero.
Por debajo de nosotros, y casi paralela, transcurría la carretera hacia el pueblo. No tardamos en comenzar a ver la cumbre de Peña Corada tras las lomas de la parte contraria del valle. Igualmente más al norte podíamos ver las colladas por las que habíamos pasado antes, el pico Loto y Piedra del Agua así como todo el valle de descenso.
Subiendo este tramo me llamó Luis para preguntarme dónde andaba y decirme que estaban en la collada a la sombra de los árboles. No habían visto pasar a los demás compañeros, por lo que, o estaban poco por delante, o habían quedado detrás, lo cual me extrañaba. No tardamos nosotros en divisar El Corral de los Lobos, última collada de la ruta. Al lado del camino vimos un árbol en cuyo tronco se habían formado, natural o artificialmente, dos cavidades pasantes con forma rectangular.
A las 16:00 horas alcanzamos esta collada de 1297 metros de altitud tras haber recorrido 13,800 Km. Allí nos encontramos con Luis y Ricardo tumbados en la verde hierba en la que algunos participantes más les imitaban. José Antonio quedó allí sentado con otro compañero que le acompañaba y Antonio también se desvió un poco. Yo me uní entonces a los otros dos para continuar la ruta. En vez de seguir el camino que bajaba directamente desde la collada al valle de Prioro como el día del Encuentro, continuamos por otra pista que seguía por la misma ladera del valle de Tejerina casi rozando la parte más alta. El bosque dominaba el entorno, lo que se agradecía de cara al sol que calentaba lo suyo. Ascendimos suavemente mientras girábamos hasta alcanzar la parte alta de la loma antes de comenzar el descenso hacia Prioro, 1090 m.
El paisaje era similar y caminábamos entre un bonito bosque. Varios participantes que hacían ese tramo nos pasaban o les dejábamos atrás. Así perdimos altura hasta llegar al fondo del valle y vimos por fin el pueblo, anteriormente oculto por la arboleda. El camino, ya fuera de ésta, nos llevó hasta un reciente puente de madera sobre el arroyo Repenera de escaso de caudal. A escasos metros enlazamos con la pista que bajaba directamente del Corral de los Lobos siguiendo el GR-1, único tramo del mismo que no habíamos seguido a pesar de que en el mapa lo indicaba. También coincide con el sendero de pequeño recorrido PR-LE 35 “Corral de los Lobos”.
A las 17:15 horas, tras 18,500 Km, entramos en Prioro y nos dirigimos hacia la parte baja, a la entrada, donde estaban los autocares. Allí nos reunimos con el trío que me había “abandonado” en Tejerina. En el autocar dejamos las mochilas y demás antes de subir hacia las escuelas donde estaba preparada la fiesta. En el mismo lugar donde se había celebrado el Encuentro de Montañeros aquel año tenían las mesas donde repartían el refrigerio. Con un vale que en el viaje de ida nos habían dado a cada uno repartían un plato de cerámica grabado con un trozo de empanada, un bollo “preñao” y un refresco. En el patio, y a la sombra de un hinchable con forma de arco, tocaba un grupo folklórico. Nosotros nos pusimos en la parte trasera del edificio sentados a la sombra de éste. Luego estuvimos en un bar un rato mientras entregaban unas medallas conmemorativas a los clubes participantes. José Antonio nos recogió la nuestra así como un libro de rutas de obsequio. No faltó tampoco la mistela y las pastas que circulaban entre todos los asistentes, unos 300 más o menos, aunque no todos estaban allí reunidos. El grupo folclórico fue reemplazado por un músico que tocaba el órgano eléctrico y que continuó amenizando la fiesta. Estando allí sentados vi pasar a un tocayo mío con quien trabajé hace años y al que saludé tras bastante tiempo sin verle.
Así fue pasando el tiempo y ya pasadas las ocho nos fuimos dirigiendo a los autocares partiendo de Prioro sobre las 20:30 horas. En el autocar nos repartió José Antonio unos folletos con la historia de la trashumancia en la zona, el cual leí durante parte del viaje. Así pasamos Almanza y en Sahechores salimos a la nacional. Por ella llegamos a Mansilla y pasado el Puente Villarente encontramos retenciones en la carretera. Sobre las 21:45 horas entramos en León y tras hacer una parada en Santa Ana, llegó a Guzmán donde terminó el viaje. Allí me despedí del resto de compañeros y regresé a casa con mi hermana que había ido con la furgoneta a buscarme.
Con ello di por finalizada otra jornada más de montaña en la que personalmente pude disfrutar de unas vistas espectaculares y unos entornos dignos de las mejores postales.





























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