IX ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES.
MEMORIAL “FERNANDO ALGORRI”.
1ª ASCENSIÓN A “PEÑA LASA” (RODIEZMO).
22-05-05 (Domingo)
Un año más llegó el mes en el que tradicionalmente se celebra una de las principales actividades montañeras de la provincia, el Encuentro de Montañeros Leoneses, que en esta ocasión cumplía su 9º aniversario. Esta vez el club organizador fue el Yordas, que junto con la Delegación Leonesa de Montañismo, nos preparó una grata jornada en la bonita zona de Villamanín, concretamente en Rodiezmo y la ascensión a la cercana Peña Lasa.
A las 8:30 horas estaba prevista la salida de León desde Guzmán, hasta donde me acerqué en la moto. Allí nos fuimos reuniendo los aproximadamente 100 participantes que íbamos desde la ciudad en dos autocares. De nuestro grupo fuimos al final 8 socios los que asistimos: José F., Jorge, Sonia, José L., Ricardo, Luis, Carmen y yo. Por otro lado, Antonio estaba apuntado y no se presentó en la salida.
Algo pasada la hora emprendimos el corto trayecto hacia Rodiezmo. Por la carretera de Asturias salimos de León y tras pasar por La Robla llegamos a Villamanín donde giramos hacia el Valle de Arbás. El primer pueblo que nos encontramos fue Rodiezmo donde llegamos sobre las 9:30 horas. En una campa nos apeamos de los autocares mientras el día se presentaba algo incierto con nubes y claros.
Hacia la parte norte se alzaba la cumbre de Peña Lasa hacia la que nos dirigiríamos. Al fondo del valle se veían claramente los tres piquillos de Las Tres Marías mientras que hacia el Este destacaba la mole del Fontún.
A las 10:00 horas emprendimos la marcha por un camino entre praderas verdes de gran belleza. Cerca del mismo se veía un bonito pinar que destacaba en medio del verdor primaveral. Con dirección noroeste avanzamos hacia la entrada de un barranco por el que discurre el arroyo Gorgolla o Espino. A los lados de la pista comenzaban a verse numerosos matorrales y arbustos que hacía si cabe más bella la vista de la peña hacia la que íbamos. Yo iba parando para fotografiar y grabar con la videocámara todo ello y por eso fui quedando por detrás de casi todos. Merecía la pena disfrutar de todo aquel maravilloso entorno sin prisa, ya que daba tiempo de sobra hasta las cinco de la tarde que no estaba previsto el comienzo de la fiesta. Al contrario que suele suceder habitualmente en esta actividad, no había ninguna alternativa a la ascensión con alguna travesía.
Tras un kilómetro largo y ya bajo la falda de la peña, encontramos un abrevadero en una abertura del valle con un comedero metálico para el ganado a su lado. La pista moría allí y la serpiente de participantes subía ahora por una ladera algo más empinada moteada de amarillas flores. El sendero nos condujo hacia un estrecho paso entre dos moles, el Cerro de los Fontanales, tras el que se abría otra gran pradera. Allí me uní con José F. y Carmen ya que el resto si no habían parado estaba ya en el pico.
Echando la vista atrás vimos como nos alcanzaba un gran grupo que había llegado con retraso por culpa de una incidencia que comento. Se trataba del club Laciana, de Villablino, que venían por la parte de Luna y se encontraron con que el autocar no pasaba por el túnel que une el valle de Aralla y el de Arbás, por lo que tras hacer una serie de maniobras complicadas, tuvieron que pasar por la collada de Aralla a Pola de Gordón para llegar a Rodiezmo. Eso sí traían un paso que el retraso no les iba afectar lo más mínimo.
A través de la empinada ladera fuimos ganando altura hasta meternos en la roca. En ella encontramos algunos tramos que, sin ser difíciles, no eran apropiados para una actividad en la que habitualmente van niños y personas que sencillamente hacen senderismo. En la ladera vi un bonito manantial que paré a fotografiar.
Así alcanzamos una curiosa zona de gran belleza donde las formaciones rocosas abundaban por doquier entre los trozos verdes de pradera. Salvando con creces la diferencia, se podía ver una ligera similitud al paisaje laberíntico que no hace tanto contemplamos en Las Tuerces palentinas. Como digo, es difícil de describir dicho contraste “pétreo-verdoso” entre el que fuimos pasando teniendo a la vista la cumbre de Peña Lasa.
Así llegamos a un punto desde donde cabían dos posibilidades, seguir el ascenso hacia la cumbre o comenzar el descenso por la ruta marcada para el mismo. José F., aún convaleciente de una reciente operación, optó por la segunda opción mientras que Carmen y yo continuamos hacia la cercana cumbre. Eran entonces las 12:20 horas
Antes de alcanzar ésta encontramos otra terraza de pradera en la que se acomodaba numeroso personal que, o bien ya había subido o no tenía intención de hacerlo. Allí vi a mi amigo Constantino que ya estaba de regreso y se sentaba bajo la sombra de una roca. Le dejé para continuar subiendo el último tramo a la cumbre. En él me crucé con varios participantes que ya bajaban, entre ellos a Mari Cruz, vecina de Armunia con la que ya había estado antes. Antes de llegar a la cima paré para ponerme la cazadora, ya que soplaba un fresco y molesto vientecillo.
A las 12:45 horas alcanzaba la cima de Peña Lasa o Laza, como también se la conoce. Algo por debajo de ella estaban todos mis compañeros ya “aburridos” de estar allí. Antes de nada subimos todos a la cumbre para hacernos una foto al lado de la cruz y el buzón en el que dejamos nuestra tarjeta junto con la de algún grupo más. Mientras ellos volvían a bajar para comer, yo quedé unos minutos a grabar y fotografiar la amplia vista de la que se podía disfrutar desde allí.
Haciendo un recorrido circular enumero lo más destacado del entorno. Comenzando en Rodiezmo, Villamanín, pico y pueblo de Fontún, Bodón de Lugueros y de Cármenes, Collada de Cármenes, los Currillines, Brañacaballo, Estorvín, Tres Concejos, Cellón, Puerto de Pajares y la estación de ski tras la cual, y casi tapadas por la niebla, las Ubiñas. Ya en el Valle de Arbás, las Tres Marías, Ortigal, Barragana, y varios pueblos del valle. También la cumbre del Cerro Pedroso y del Vega Cercada, ascendidos en el último Encuentro de Montañeros así como otras muchas más.
Tras varios minutos recreándome con todo ello bajé esos pocos metros hasta donde estaba el resto comiendo para unirme a ellos. Allí estaban también Cundi e Irene, quienes nos habían acompañado a principio de año en la travesía de Pobladura de la Sierra, junto con alguna compañera más. Por su parte, Carmen había bajado enseguida hacia donde había quedado José. A las 14:15 horas, tras la comida emprendieron el descenso rápidamente, por lo que decidí tomarlo con calma. El podómetro marcaba en la cumbre 3,700 Km.
Bajaba con Eulogio, un socio del club organizador, cuando vimos subir a un joven de la Guardia Civil que controlaba la marcha. Había perdido el móvil no sabía dónde y volvía en su busca. Tras comprobar que no estaba por allí bajamos juntos un tramo fijándonos a ver si por casualidad lo veíamos o lo oíamos sonar, ya que con otro iban haciendo llamadas. Así llegamos a la campa y poco después al punto donde se bifurcaba la ruta de ascenso y la de descenso. Allí me rezagué un poco mientras ellos iban cada uno por un ramal en busca del teléfono. Aproveché el disparador automático de la cámara para sacarme algunas fotos en aquel entorno idílico.
La ruta de descenso era más pendiente en aquel primer tramo. Igualmente transcurría entre numerosas moles calizas con formas y tamaños diversos. Al personal se le veía bajando por el sendero bien marcado en la ladera formando una hilera multicolor. Llevábamos ahora la dirección de un valle que desembocaba frente a Villamanín, aunque abajo se veía el camino que lo ladeaba y pasaba un colladín con dirección a Rodiezmo.
Tras dejar atrás la parte rocosa entré en una ladera verde en cuya parte baja vi a Carmen y a José. No tardé en unirme a ellos y le pedí a Carmen que me grabase un poco bajando corriendo ladera abajo y en el sendero, por salir algo yo en el vídeo. Por la parte derecha vimos llegar un numeroso grupo que pasaba del valle contiguo, por el que habíamos subido. Tras bordear unas rocas pasamos a otra vaguada en la que había unas cuadras ganaderas. Por el sendero o campo a través llegamos a ellas donde comenzaba el camino ancho hacia el pueblo. Hacia atrás contemplamos una panorámica del murallón de rocas por el que habíamos bajado. Siguiendo el camino zigzagueante entre las praderías altas fuimos a salir al camino de ascenso en el punto del abrevadero. Por encima vimos ahora un rebaño de ovejas y un par de caballos. Eran las 16:20 horas.
Allí sacamos algunas fotos antes de seguir la pista cercana al arroyo Espino cerca del cual volvimos a ver bonitos rincones de flora. Por detrás nos alcanzó Eulogio que había bajado por la ruta de ascenso en busca, sin éxito, del móvil comentado. Algo más adelante había otro abrevadero de ganado al lado del cual pasamos.
Poco a poco nos fuimos acercando al pueblo ya visible al igual que los autocares y el personal en una pradera. A las 16:50 horas nos unimos nosotros al numeroso grupo, este año algo mermado por causa de un cambio de fechas a última hora. Un grupo folclórico del Bierzo amenizaba con su música y sus bailes mientras se repartía embutido, pan y refrescos para todos. Como es habitual, Buzzi, el delegado leonés, entregó una placa conmemorativa al club organizador, en este caso el Yordas, anunciando a su vez que el próximo año será preparado por el club Laciana.
Tras este acto también se repartió mistela y pastas mientras se bailaba al son del grupo tradicional. Poco a poco vimos como por el noroeste se iba ennegreciendo el cielo e incluso caían cuatro gotas. Las nieblas tapaban ya las cumbres de los Currillines y las Tres Marías. Por fortuna no pasó de eso y dejó continuar la fiesta un rato más. Algunos de nosotros decidimos acercarnos hasta una bar del pueblo para tomar un café. Yo me había tomado dos o tres vasos de mistela e iba un pelín “alegre”. Como días antes había sido mi cumpleaños, el 18, les invité en el bar.
Tras un rato en él regresamos hacia la campa donde ya el personal iba recogiéndose a los autocares. De pronto me di cuenta de que había dejado la cartera en el mostrador del bar. Ya iba a echar a correr cuando Jorge me dijo que preguntase a ver si alguien me lo había cogido. Si no es por Luis que “metió las patas” y se le escapó, me hacen ir hasta el bar a por ella, y eso que decían que me lo iban a decir antes de que echase a correr.
Cinco minutos antes de las siete emprendimos el regreso a León. En esos momentos la cumbre de Peña Lasa estaba cerrada de niebla. En Villamanín salimos a la nacional por la que sin novedades entramos en León en una hora escasa. De nuevo en Guzmán terminamos el viaje y tras despedirme de los compañeros cogí la moto para regresar a casa.
Un año más finalizó este evento provincial que pretende reunir en una actividad de convivencia a todos los montañeros de los clubes leoneses. En esta ocasión, como ya apunté, la incidencia del cambio de fecha hizo algo escasa la participación, que se suplió con la belleza de la zona escogida y la suerte del tiempo reinante tras las malas previsiones anunciadas.
Esperemos que nunca termine esta bonita tradición instituida por el que fuera delegado de montañismo en León, ya fallecido, Fernando Algorri, en cuya memoria se realiza.
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