4ª TRAVESÍA POR LOS "VALLES DE BURBIA" (Ancares)
2ª TRAVESÍA A LOS "LAGOS DE BURBIA" Y 2ª ASCENSIÓN AL "MUSTALLAR".
02-05-05 (Lunes)
Aprovechando este largo fin de semana en el que la fiesta del 1º de Mayo se trasladó al día siguiente por caer en domingo, me decidí a realizar una salida de montaña en plan particular invitando a la misma a los compañeros del club que lo deseasen. Tras estudiar varias opciones me incliné por repetir una bonita experiencia de hacía cinco años en los Ancares Leoneses en la que recorrimos los dos valles cercanos a Burbia a la vez que conocí los lagos de la zona y ascendí al pico Mustallar. Como digo, se lo propuse a los colegas del club y cualquier otro acompañante que se animase, ya que al ser una excursión ajena al club, no había limitación alguna para ello. Al fin sumamos 8 personas, dos de las cuales, Roberto y un amigo de José R., fallaron a última hora, quedando en 6 los participantes en la misma: Luis, Javi V., José A., José R., Álvaro y yo.
Tras levantarme a las 6:30 horas acerqué a mi hermana al trabajo para tener la furgoneta libre luego e ir hasta Guzmán, punto de salida habitual. Allí nos fuimos reuniendo todos los que habíamos quedado allí salvo Roberto, que tras esperarle un rato e incluso llamarle sin éxito por teléfono, no apareció. En los coches de José R. y Luis emprendimos la marcha ya pasadas las 8:00 horas.
Salimos de León por la carretera de circunvalación, por lo que no hubiese sido necesario que fuera yo hasta León ni haberme levantado tan pronto, ya que pasamos a 300 metros de mi casa. Avanzamos por la nacional hasta Villadangos donde José Ramón dejó su coche aparcado para ir los cinco desde allí en el de Luis. Lo dejó allí ya que para volver le quedaba más cerca del pueblo en el que vive. Continuamos sin más hasta Astorga donde entramos en la autovía. Rodando por esta recibí la llamada de Roberto diciendo que se había quedado dormido y por eso no había aparecido. Las nubes y los claros se alternaban en el cielo, aunque hacia la montaña se veía cerrado.
De esa forma llegamos a Bembibre donde cogimos la carretera hacia Toreno. Al comienzo de la misma nos detuvimos unos minutos hasta que llegó Javi con su coche, el cual venía de Noceda. Nos repartimos entonces en los dos vehículos para continuar el viaje hacia Toreno, Vega de Espinareda y Burbia tras recorrer bonitos valles de esta zona del Bierzo Alto.
Antes de bajar a Burbia se divisa todo el valle y comprobamos como el Mustallar estaba completamente cerrado de nieblas. Ya en éste pueblo nos dirigimos al camping-albergue donde habíamos pasado la noche la vez anterior que había estado. Aquí estuvimos un rato mientras José Ramón compraba un bocata para la comida. De nuevo con los coches decidimos entrar por el camino estrecho y no muy buen firme hasta la confluencia de los dos valles que forman la cabecera del río Burbia, La Grandela y Villouso, y así avanzar un kilómetro y medio. En la misma bifurcación de caminos aparcamos los coches como pudimos sin que estorbasen demasiado. Desde León llevábamos 147 Km.
Con bastante retraso ya por las paradas y demoras sufridas, comenzamos la ruta sobre las 11:20 horas. El camino de la derecha llevaba al Mustallar y Cuiña, mientras nosotros seguimos el de la izquierda hacia el valle de Villouso y los lagos. A los pocos metros se encuentra el edificio de una antigua central eléctrica al lado del cual hay un merendero con mesas y asientos de piedra. A su lado he acampado un par de veces anteriormente. Allí sacamos una foto de grupo antes de continuar por el camino que ascendía por encima de este lugar y meternos de lleno en el valle antes indicado.
Mientras el resto cogía un ritmo de vértigo, yo me lo tomé con calma. Quedaba mucho trayecto y un desnivel de 1000 metros hasta la cumbre del Mustallar. Los valles estaban preciosos con unas tonalidades verdes de impresión y había que disfrutar de ello. Al poco de caminar por este valle encontramos una bifurcación hacia la izquierda que entraba hacia una vaguada conocida como Morteira. En los cruces, como ya habíamos visto, unos indicadores de madera señalaban la dirección de dichos lugares.
El río bajaba por nuestra izquierda unos metros por debajo del camino. La flora del lugar era realmente variada y exuberante. Como no soy conocedor de la misma me abstengo de enumerar las diferentes variedades de árboles, arbustos y demás especies botánicas que allí se concentraban. Las sobras y luces formadas por las nubes pasajeras acentuaban enormemente este efecto embellecedor. Echando la vista adelante se podía contemplar entre ella la cumbre del Mustallar, aunque en ese momento no estaba seguro si lo era. Entre las raíces de un árbol manaba uno chorro de agua creando un rincón típico de un belén navideño.
Por detrás de nosotros vimos aparecer un grupo de cuatro personas que por lo que les oí se dirigían a los lagos. Seguidos por ellos llegamos al final del camino ancho. Por un estrecho puente de troncos atravesamos el arroyo hacia la parte contraria entrando en la zona que el mapa marcaba como Teixedal, debido a los tejos que por allí deben de abundar. Hasta allí, según mi podómetro, habíamos recorrido 3,450 Km. y eran las 12:20 horas.
A partir de ese punto la pendiente se acentuaba a través del bosque por un sendero bastante mas marcado que la última vez que había estado allí. El entorno se hizo si cabe más bonito. De nuevo me quedé retrasado y de vez en cuando paraba a sacar fotos del paisaje y alguna con el disparador a mí mismo. El musgo formaba una manta casi uniforme por todo el suelo y las piedras. Los árboles estaban todo a punto de brotar llenos de tallos y pequeñas hojas. A veces el sendero se metía entre verdaderos laberintos de vegetación mientras que otros tramos habían sido invadidos por pequeños arroyos que bajaban en busca del principal.
De esa forma llegué a El Corral, una pradera escampada de la que bien me acordaba yo que había que atravesar. Allí se encontraba el resto y sacamos unas fotos con el valle de fondo. Hacia la parte trasera se alzaba la cumbre del Cuerno Maldito, cima de 1848 m. Eran las 13:00 horas y llevábamos 4´300 Km.
De nuevo nos metimos entre el matorral siguiendo el estrecho sendero de fuerte pendiente y en diez minutos llegamos a la cabaña Acebalín en la zona de O Posadoiro. En la misma encontramos algunos bancos de madera, una chimenea y varias estanterías con conservas. En la parte exterior, sobre una ventana, habían colgado la calavera de una vaca. La edificación era de piedra con techo de pizarra. Echando una hojeada a las fotos de hace cinco años puedo ver que de aquella estaba sin arreglar, con las paredes y el techo solamente.
Continuando la ascensión atravesando un arroyo por unos troncos sobre éste. La vegetación alta dejó paso a las escobas y matorral bajo. El sendero seguía muy marcado, sin pérdida alguna y con pendiente pronunciada. De la hoya donde se encuentran caía una pequeña cascada de agua por los riscos. A las 13:40 horas alcanzamos dicho altiplano en el cual se emplazan cuatro o cinco lagos de pequeñas dimensiones. En unas rocas al lado del mayor de ellos ya se habían acomodado todos para comer. Yo decidí no hacerlo hasta no llegar a la cumbre, ya que sé que si como antes no me muevo más hacia arriba. Estando allí llegó el grupo al que habíamos dejado atrás mucho antes.
Para subir a la cumbre teníamos dos opciones, hacerlo directamente, como yo la vez anterior, o rodear un poco y alcanzar la cresta para serrear la parte alta. Optamos por lo segundo y nos dirigimos hacia el final de la hondonada para cogerlo más tirado. Yo me entretuve un rato ya que quería sacar el pico y el lago juntos y esperaba a que las nubes me dejasen hacer una buena toma.
Tras haber recorrido 5,200 Km hasta allí, comenzamos a ascender la loma del circo que rodeaba los lagos. Estos se encuentran entre las cimas del Ortigal, Dos Lagos y Mustallar. Hacia la vaguada entre los dos primeros nos dirigimos subiendo más o menos suavemente. Yo me quedé atrás y a media ladera opté por dirigirme más directamente hacia la segunda vaguada entre Dos Lagos y Mustallar. El sendero se veía marcado y no había dificultad alguna. Enseguida vi como alguno más que ya estaba en la cresta optaba por no subir por la cima del Dos Lagos y bordearlo por la parte baja. Se trataba de una cumbre pequeña, 1876 m, que no merecía la pena ascender sin motivo.
Sin dificultad, como digo, fuimos subiendo por la ladra hasta alcanzar por fin la cresta. Estábamos ahora en el límite provincial de León y Lugo, del cual se veían bonitos valles. Desde aquella altura contemplamos con más nitidez todo el circo con los lagos en él. De la cima nos separaban unos 500 metros sin apenas desnivel. La cresta no era apenas rocosa, sin no más bien térrea. Poco antes de alcanzar la cumbre pudimos ver hacia la parte gallega como una cierva y su cría atravesaban un nevero. Con el zoom de la cámara pude sacar una foto más o menos visible.
Sin más, a las 15:10 horas llegué a la cumbre del Mustallar con 1924 metros de altitud habiendo partido de 900 metros. Llevábamos 8 Km. Poco a poco habíamos visto como se cubría cada vez más el cielo y como si hubiese estado esperando a que llegásemos, no tardó en comenzar a llover. Yo, que no había comido aún, tuve que hacerlo a la carrera. Sacamos unas fotos y dejamos una tarjeta del club aunque no fuese salida oficial. Entre las cimas que contemplábamos estaban las del cercano Peñalomga, Cuiña y Dos Hermanitos en el mismo cordal así como la del Miravalles cercana al puerto de Ancares tampoco lejano. Por otra parte, muy alejada se veía la parte alta de Peña Ubiña o el Tambarón entre otras. En el fondo del valle se distinguía Burbia y de la cumbre partía el cordal que dividía el valle de subida, Villouso, y el de descenso, La Grandela.
Sin más retrasos y unos 30 minutos después de llegar, comenzamos la bajada. Como digo, la íbamos a hacer por la parte contraria. Siguiendo una alambrada bajamos muy bruscamente 200 metros hasta la collada Da Pedra entre el Mustallar y Peñalonga. Por ella pasa el sendero que une Burbia con Piornedo, en Lugo. Por detrás quedamos José Antonio y yo mientras al resto ya se les veía por la vaguada abajo. La lluvia ahora casi arreciaba y los valles se habían oscurecido de manera brusca. Dicho sendero baja ésta en continuo zigzag ya que la pendiente continuaba siendo desmesurada. Algunos tramos eran pedregales por los que bajé casi corriendo. Otros trechos se metían entre las escobas altas que ayudaban nos empapaban incluso más, si era posible.
Ya bastante abajo encontramos los restos de unos corrales de piedra donde se perdía un poco el sendero. Algo más adelante se atravesaba un arroyo tras el cual había un pedrero. Al otro lado de él estaba Luis que se había quedado descolgado del resto y no encontraba lugar para bajar debido a lo agreste del terreno. Por su parte, José Antonio también me había abandonado bajando por donde mejor pudo, por lo que me uní a Luis para continuar el descenso.
Optamos por seguir el curso de aquel arroyo encontrándonos con varias cascadas llenas de belleza hasta que por fin vimos un sendero. Por éste descendimos entre el bosque tapizado como antes de verde musgo. De esa forma llegamos a la confluencia de dos arroyos donde la senda atravesaba uno de ellos para entrar en un ancho camino. Eran las 17:20 horas y llevábamos 11,800 Km.
Ahora estábamos ya en el valle principal, el de La Grandela, con el arroyo bajando por nuestra derecha. La vegetación no destacaba demasiado debido a lo cerrado del día y la lluvia que estaba cayendo, pero también tenía su encanto. Al poco rato dimos con un arroyo que atravesaba el camino y sobre el que había otro puente de troncos. El rincón era bonito y se prestaba a sacar alguna foto. No tardando llegamos a la cabaña de El Carqueixal, donde un indicador avisaba que era propiedad privada. Metros mas adelante una bifurcación del camino ascendía hacia la zona de Murias, señalada con los indicadores de madera que veníamos viendo. Igualmente vimos tras otro rato de camino otra cabaña más pequeña, la de Prao das Fontes.
Numerosos arroyos continuaban atravesando el camino hacia el río principal. Ya muy cerca de la unión de los dos valles se encuentra otra edificación, la de Pena da Folgueira, en la que la primera vez que visité aquellos valles, y una de las noches de acampada, cogimos un murciélago. Pocos metros nos separaban ya del coche. Al otro lado del arroyo divisamos ya la antigua central eléctrica y el comienzo del valle por el que habíamos subido.
A las 18:20 horas, y tras haber recorrido 15,700 Km. aproximados, ya que el terreno no era muy propicio para que el podómetro calculase bien los pasos, llegamos al coche. En él teníamos una nota de los compañeros indicándonos que nos esperaban en el bar del camping. Aprovechando que en esos momentos apenas pinteaba, nos cambiamos de ropa y calzado antes de ponernos en camino hacia el pueblo. En un descuido que tuvo Luis dio un pequeño golpe en los bajos del coche con unas piedras grandes del camino. Al lado del camino, y ya cerca del pueblo, se pueden contemplan numerosos castaños de tronco descomunal. Esta vez sí que vi uno de ellos en el que anteriormente había sacado alguna foto y paramos a hacer lo mismo. Echando la vista atrás pudimos ver entre la niebla la cumbre del Mustallar antes de que se cerrase de nuevo.
Sin más entramos en Burbia y nos dirigimos al camping. En el bar tomamos una consumición e hicimos las cuentas de la gasolina. Mientras, se había echado a llover de nuevo y ahora sí que se había cerrado la niebla en los valles. Así estaba el panorama cuando emprendimos el regreso a las 19:45 horas.
Subiendo el pequeño puerto del valle vimos como apenas si se veía el pueblo en el fondo de éste. Tras pasar una loma bajamos por el valle contiguo, el de Ancares y seguidamente al de Vega de Espinareda. Optamos entonces por hacer el regreso por Ponferrada y así cogimos la carretera hacia éste hasta llegar a Columbrianos donde entramos en la autovía. Después de haber subido el puerto Manzanal comenzamos a ver hacia la parte de León unos nubarrones con colorido espectacular. Entre ellos destacaba un trozo del arco iris y con la cámara saque varias fotos. Así llegamos a Astorga donde abandonamos esta vía y entramos en la nacional a León. Ya en Hospital de Orbigo pudimos ver otro bonito cielo con nubes coloreadas de tonos amarillos y rojizos del que volví a sacar varias fotos desde el coche.
En Villadangos paramos a dejar a José Ramón, que tenía el coche allí aparcado. Nosotros continuamos el viaje hacia la ciudad desviándonos en el cruce de Armunia para dejarme a mí en casa a las 21:50 horas. Si no hubiese llovido me habría bastado con bajarme a la altura de Agrícolas.
Y de esta manera finalizamos una marcha más por la montaña leonesa. En esta ocasión de forma particular, lo que no incide para nada en el buen transcurso de la misma y su resultado final.
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