domingo, 30 de septiembre de 2012

BURÓN - MIRVA - RABANAL - BURÓN 30-09-12

 


1ª TRAVESÍA “BURÓN – VALLE DE MIRVA – VALLE DE RABANAL – BURÓN”.

30-09-12                (Domingo)

Dentro de las actividades programadas para este mes teníamos la denominada como “Los Hayedos de Riaño”, travesía muy genérica que había que concretar llegado el momento. Tras una búsqueda en Internet de las posibles alternativas, encontré esta ruta marcada y señalizada como “PR LE-21 MIRVA - RABANAL” en Burón. La misma recorre los valles con dicho nombre dando amplias vistas desde los collados intermedios.
Nos animamos a participar 9 socios del club y una pareja de amigos de Tiquio. A las 8:30 horas nos reunimos en Guzmán los 11: Tiquio, Nati, Alex, Juan, José A., Marcial, Álvaro, Cundi, Sergio, Diana y yo, saliendo poco después en los coches de Tiquio, Alex y el de la pareja. El viaje lo hicimos por Puente Villarente a Boñar pasando luego a la carretera de Riaño, localidad en la que paramos, aunque no estaba previsto. Allí me encontré con Moro y otro amigo que también iban de ruta.
Retomamos la marcha hacia Burón, 1095 m, donde aparcamos cerca de las 10:30 horas. Nos preparamos para la marcha y a las 10:45 horas emprendimos la misma saliendo a la carretera principal con dirección Norte hacia el comienzo de la ruta en sí un kilómetro más adelante, en un área recreativa cercana a esta vía. En ella nos sacamos una foto de grupo, todos menos José Antonio, que por no variar ya había marchado a su bola.
La ruta tiene 13 kilómetros de largo, mas el de la carretera, y parte de ese merendero por un amplio camino hacia el Nordeste paralelo al arroyo de Mirva. Dejamos atrás este área recreativa y cruzamos enseguida un paso canadiense para el ganado. Por encima vimos una cavidad en las rocas a la que Álvaro se acercó. Enseguida nos metimos entre praderías y comenzamos a ver los hayedos en la parte alta de las laderas. Comprobamos entonces lo pronto que habíamos programado esta salida al encontrarlos aún totalmente verdes y no con los bellos colores otoñales que esperábamos. Aún así mereció la pena como luego constatamos al meternos entre ellos.
El arroyo era tan solo un regato tras la fuerte sequía que hemos sufrido durante casi todo este año y especialmente primavera y verano. Lo cruzamos por un puente entubado más adelante dejando luego una bifurcación a la izquierda señalada con un aspa. El grupo ya se había disgregado por completo y por detrás quedábamos tranquilamente a nuestro paso los rezagados. Teníamos tiempo de sobra para hacerla cómodamente sin apuros.
Llegamos así a la altura de una fuente de piedra marcada en el mapa y de la que salía aún un chorro de agua fresca. Más adelante, y unos metros por encima, vimos un refugio en la ladera. Al lado del arroyo había un corral cercado. Una señal prohibía el paso a los vehículos desde aquel punto. El camino estaba desde allí menos marcado en la pradera aunque luego volvió a definirse con algo de piedra molida.
No tardamos en meternos al hayedo encontrando algunos ejemplares de gran altura y grosor en los que nos fuimos deteniendo para sacar varias fotos con ellos. También comenzamos a encontrar zarzamoras cargadas de frutos en su punto de maduración. El valle se estrechó en aquel punto con las laderas cargadas de arboleda. Encontramos un gran número de mojones de piedra con la inscripción “CHD” grabada. Mas adelante cruzamos una explanada en la que también nos sacamos unas fotos panorámicas. Tras la misma entramos en la parte cerrada del hayedo con los árboles cubriéndolo todo salvo el camino. La pendiente se hizo más pronunciada y bajamos el ritmo. Los helechos crecían en numerosos corros entre las hayas, algunas de las cuales se retorcían creando esculturas de gran belleza. El camino describía varias curvas mientras ganaba altura visiblemente. Llegamos a un punto donde se concentraban varios de estos ejemplares de troncos enormes y retorcidos con los que nos fotografiamos.
Enseguida salimos a una explanada donde estaba el resto de compañeros adelantados sentados en la pradera. Allí cerca había un tronco quemado y hueco en el que también nos sacamos unas fotos a modo de “olla caníbal”. Tras unos minutos allí detenidos retomamos la marcha hacia el collado ya cercano. Cerca del mismo había una caseta de vigilancia forestal a la que subió Marcial. Al ver que dentro había alguien bajó sin más. Luego resultó que era José Antonio el que estaba allí metido.
A las 13:30 horas alcanzábamos el collado de Prao Llano con una altitud de 1450 metros y vistas espectaculares. Bajo nosotros teníamos el pueblo de Retuerto mientras que por la izquierda subía el cordal del pico Parme hasta el Pozúa. De fondo, los macizos Central o Occidental de Picos de Europa con Torre Santa cubierta parcialmente de nieblas. También el Gildar, Corcadas y algunas cumbres más de la zona de San Glorio y La Reina.
Antes de ponernos a comer, algunos volvimos a la caseta de nuevo a la que subimos por la empinada escalera de maderos. Es una gran atalaya de vigilancia de los bosques y laderas del contorno. De regreso al collado nos acomodamos para comer disfrutando de la vista y el buen tiempo reinante. No estaba para manga corta, pero con poco más se aguantaba la brisa que corría.
Eran las 15:00 horas cuando nos incorporamos para retomar la marcha. La ruta ahora comenzaba un largo descenso hacia el valle de Retuerto entre otro hayedo con aspecto más otoñal. Cruzamos una cancilla para el ganado y en algunos troncos sacamos más fotos subidos en sus ramas de gran grosor. Tras haber perdido bastante altura llegamos a la bifurcación de Retuerto. Una señal nos informó que estábamos a mitad de la ruta quedando 6,500 Km. a Burón en ambas direcciones. A Retuerto sólo teníamos 0,600 Km.
Comenzamos a subir desde aquel punto por el camino en el que vimos una pequeña seta. También nos encontramos con un curioso haya cuyo tronco estaba cubierto totalmente por una corteza llena de bultos. Salimos a cielo abierto viendo en la parte baja la carretera del Pontón y tras ella el pico Redondo. El camino dio varias curvas por la ladera subiendo suavemente a tramos entre arboleda hasta alcanzar así el Collado de la Giesa con 1354 metros. Eran las 15:55 horas.
En este collado encontramos unas marcas de pintura verde y amarilla diferentes a las de la ruta y que nos indicaban seguir hacia el valle de Rabanal por el que bajaríamos a Burón. Por otro lado, el camino seguía por la collada adelante y por allí había ido el resto. Yo había quedado atrás con alguno más y vi un sendero que bajaba desde allí y a los pocos metros una estaca de la ruta a la que faltaba la placa y de ahí que hubiesen usado pintura para marcar aquel tramo. Pues bien, a voces indicamos al resto de compañeros que volviesen a aquel punto desde el que nosotros ya comenzamos a descender metidos de nuevo en un bonito hayedo entre el cual se colaba ahora el sol del atardecer formando un bello mosaico de luces y sombras.
Con fuerte pendiente perdimos altura rápidamente hasta salir a unas praderías del valle donde cruzamos el escaso regato de Rabanal. En otros prados más abajo encontramos ganado pastando. Desde allí se ensanchó el camino que fue descendiendo por el estrecho valle con las laderas llenas de hayedos entre los cuales vimos también una manada de caballos. Poco a poco fue asomando delante de nosotros y al fondo la cumbre del Yordas, aunque yo dudada en ese momento si era ella por su forma.
Dejamos atrás más vacas y terneros a la orilla del arroyo y así llegamos a otra pradería en medio de la cual hay un enorme cepo de tronco hueco que ya había visto en Internet. Tiene unos tres metros de largo y por dentro pasa una persona “a gatas”. Tal como había visto en alguna foto, imitamos la misma sacándonos nosotros más con medio cuerpo de uno saliendo por una parte y las piernas de otro en la de atrás. Resulta curioso y divertido el efecto.
Estuvimos allí media hora, hasta las 17:15 horas que retomamos la ruta por el valle que seguía descendiendo y abriéndose poco a poco. De nuevo encontramos moras maduras y gordas para comer y en ello nos fuimos entreteniendo algunos. En otra fuente de piedra bebimos agua y poco después vimos ya la carretera al fondo del valle.
Pasamos luego una amplia zona de pastos dónde el camino atravesaba el arroyo pedregoso totalmente seco. Una cancilla con otro paso canadiense nos sacó al asfalto a las 17:50 horas. Cerca vimos una nave ganadera con varios cerdos en ella. Unos metros más adelante abandonamos la carretera por un sendero que nos bajó a la calle principal dónde ya teníamos los coches. Antes de llegar a ellos, Álvaro y yo nos acercamos hasta la iglesia emplazada en un bonito entorno ajardinado. No lejos se emplaza el ayuntamiento también de bonita fachada. Preguntamos a un lugareño que nos sacó de dudas sobre la cumbre que veníamos viendo, confirmando que era el Yordas.
Ya donde los coches, a las seis de la tarde, nos cambiamos el calzado y ropa sudada. Luego entramos al cercano bar a tomarnos un refrigerio e hicimos las cuentas. Media hora después nos poníamos en marcha hacia León.
Enseguida atravesamos los viaductos sobre el pantano de Riaño que en muchas de sus lenguas se encuentra seco. En alguna se ve la antigua carretera que atravesaba los bonitos valles ahora abnegados. Fuimos bordeando el mismo hasta dejar atrás Riaño y poco después el mismo embalse en la presa. De nuevo giramos hacia Boñar y esta vez optamos por coger el desvío a Santovenia del Monte para entrar por Villaobispo a la capital. A las 20:05 horas llegábamos a Guzmán donde terminábamos este trayecto de 115 Km. Con la furgoneta volvía a casa minutos más tarde.
Sin duda resultó una grata jornada con una bonita ruta a la vez que sencilla. Una pena no haberla programado para dentro de unos 20 días cuando el bosque hubiese adquirido los intensos colores del otoño, pero aún así, no podemos pedir más.





























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