lunes, 30 de mayo de 2011

XV ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES - "EL PEÑÓN - VIZCODILLO -LAGO DE TRUCHILLAS - TRUCHAS" - 29-05-11

 


XV ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES.

MEMORIAL “FERNANDO ALGORRI”.

3ª ASCENSIÓN AL PICO “VIZCODILLO” Y 4ª TRAVESÍA AL “LAGO DE TRUCHILLAS”.

29-05-11       (Domingo)

Un año después del último Encuentro de Montañeros Leoneses, nos hemos vuelto a reunir la mayoría de los clubes provinciales para celebrar su decimoquinta edición. En esta ocasión el club anfitrión fue el Teleno, de La Bañeza, quien preparó la ruta y posterior fiesta que celebramos en Truchas. Ya avanzo que para mí ha sido de los peores encuentros a los que he ido, y no he faltado a ninguno. Si bien es cierto que algunas circunstancias fueron fortuitas, como la climatología o la avería de dos autocares, en cuanto a otros temas que más adelante resaltaré, dejó mucho que desear.
En Guzmán nos reunimos los participantes de la capital y entre ellos los 8 de nuestro club Cumbres de León: Mª Jesús, Pedro, Álvaro, Roberto, Adelino, Cundi, Juan y yo. Salimos de la ciudad por la nacional hacia Astorga. En Hospital de Orbigo cambiamos de dirección hacia La Bañeza y ya en Castrocontrigo nos detuvimos unos minutos a tomar café, chocolate o lo que cuadrase. Algunos lo tuvieron que tomar a carreras.
De nuevo en marcha nos dirigimos hacia Truchas y de éste a Truchillas donde comenzamos con los incidentes. El primer autocar se metió al pueblo llegando a una curva cerrada en la que no se atrevía a pasar. Con las mismas, todos marcha atrás hacia el desvío de una variante exterior medio asfaltada. Pues bien, ese mismo autocar se averío retrocediendo este tramo y los que en él iban tuvieron que distribuirse en el resto que no estaban llenos. Ya subiendo el puerto Peñón, otro de los autocares consiguió llegar arriba por lo visto ya traqueteando y allí “murió”. Íbamos unos 6 vehículos en total.
En este punto divisorio de León y Zamora comenzaríamos la marcha con dirección al pico Vizcodillo, al que siempre he subido desde Truchillas. El panorama hacia Zamora era invernal con nieblas y cielo oscuro. El viento fuerte además nos lo acercaba hacia nosotros.
Nos preparamos para la marcha mientras comenzaban a escaparse las primeras gotas de lluvia. Nos sacamos una foto de grupo los compañeros del club y a las 10:50 horas emprendimos la subida por la loma con dirección Este. Entre matorral florido de amarillos y morados fuimos ganando altura tras haber partido de una altitud de 1841 metros. Algunos enseguida cogieron carrerilla y nos les vimos casi hasta el final de la marcha. Según ganábamos altura el viento se hacía notar y la lluvia era más arreciante. Poco a poco la niebla nos fue cubriendo pasando entre nosotros con buena velocidad. Yo, que sigo sin pantalón impermeable, me estaba mojando el de montaña y además quedándome helado por el frío que además se notaba. Realmente parecía más un día invernal que de finales de mayo.
Bordeamos el Alto de Alamicos y siguiendo un sendero con vaivenes, pasamos varias colladas siempre por la parte alta o muy próximos a la misma por el lado norte, que al menos estaba un poco más resguardado. A partir de uno de los collados ya comenzamos a subir más notoriamente mientras se abrían algunos claros en la zona baja, dejando a la vista los valles circundantes. Ya con la cumbre a la vista, el matorral se hizo más bajo en el paraje de Valdelabraña.
Por delante se veía entre la niebla, que ahora no parecía tan espesa, la hilera de participantes. Los últimos metros antes de esta cima están totalmente cubiertos por grandes rocas que ahora mojadas eran un peligro real. Muchos eran los que decidían bordear esta cumbre sin subir a la misma. Lo cierto es que estaba bastante complicado con esa climatología.
Ya de los últimos alcanzamos la misma Mª Jesús, Álvaro y yo acompañados por un amigo de ésta con el que hicimos el resto de la travesía. Los demás habían marchado por delante, unos subiendo y otros bordeándola, como Cundi que hasta allí había ido con nosotros. Apenas estuvimos unos minutos allí y nos sacaron una foto a los cuatro. Uno de los miembros de GREIM, que iba cerrando, ya nos iba apurando. Eran las 12:25 horas.
El paisaje eran amplio por debajo de la negra capa de nubarrones que por suerte no nos envolvía en esos momentos. Al otro lado del puerto podíamos ver varias de las cumbres a las que hace ya unos años ascendimos en una marcha por Santa Eulalia de Cabrera. En esta cumbre de 2121 metros había un punto geodésico y un buzón en el que ni nos entretuvimos a dejar tarjeta.
Emprendimos sin más el descenso por la loma sur en la que se veía una vez más la serpiente de participantes. De nuevo mucho cuidado en la parte rocosa donde además del peligro de resbalar estaba el de las piedras que se movían. Era una verdadera postal todo el paisaje completamente cubierto de flores. Y una lástima que la lluvia lo desluciera y que con ella no pudiera sacar fotos bonitas del mismo. Había cambiado la cámara para evitar que se mojase la más nueva, que por cierto, va bien cuando le parece.
Bajamos entre las escobas abandonando luego la cresta y con ella el límite provincial por el que veníamos desde el mismo puerto. Poco a poco nos fuimos metiendo en la pendiente ladera que desciende hacia el Lago de Truchillas. Atravesamos algunos pedreros más bajando este tramo por el que ya se veía sendero más o menos claro. Poco a poco íbamos dando un giro de 180 grados que nos metía en el valle que baja hacia Truchillas y en cuya cabecera se encuentra dicho lago glaciar. Frente a nosotros teníamos la sierra que lo cierra por su parte Este.
En medio de un pedrero vimos numerosos huesos de un animal. Ya habiendo perdido bastante altura vimos el lago encajonado entre las faldas del pico Vizcodillo que formaba allí un cerrado circo glaciar. Este último tramo hasta él era también empinado por una pequeña vaguada por la que bajaba un arroyo. Al otro lado del embalse se podía ver una pequeña cascada precipitándose por las rocosas paredes. A las 14:00 horas llegamos nosotros al lago cuya altitud es de algo menos de 1800 metros.
Pocos eran ya los participantes que allí quedaban, algunos comiendo aprovechando que había dejado de llover. A eso mismo nos dispusimos nosotros cuando ya comenzaron a meternos prisas los organizadores. Ahora que ya no llovía y que podíamos disfrutar un poco, ya venían dando caña. Con todo ello decidimos comer, aunque a “tragalaperra”, y enseguida retomamos la marcha para recorrer los 12 kilómetros que nos quedaban hasta Truchas. Hasta allí llevábamos 7,5 Km.
El sendero pedregoso bajaba suavemente por la loma izquierda del valle entre más escobas cargadas de flores. En las laderas se comenzaba a ver también numerosos árboles de gran verdor que destacaban entre el multicolor mosaico. Atravesamos luego una zona de verdes praderías y entre unos matorrales vimos una especie de refugio de piedras. Poco a poco se fueron abriendo claros y cuando apareció el sol el paisaje dio un cambió impresionante. El contraste de colores que se ofrecía a la vista era simplemente indescriptible. Cambié la cámara de fotos y allí si que empezó a salir humo de ella. Varios riscos en la parte alta destacaban en las cresta de ambos lados.
Llegamos así a un puente de madera sobre un arroyo detrás del cual se cerraba más la maleza en torno al sendero. Los organizadores seguían detrás de nosotros cerrando la marcha, por lo que no podíamos ir parando mucho a disfrutar del entorno. Yo hacía comentarios como: “vamos, a ver si terminamos esta maratón” o “venga, que terminamos la segunda parte de la carrera del Lago Truchillas del otro día”. Más adelante pasamos otro puente similar cerca del cual comía personal a la sombra......tan campantes. Según el mapa llevábamos 12 Km y nos quedaban 7.
Sin detenernos dejamos atrás este lugar en el que había un panel explicativo del origen del valle y seguimos perdiendo altura ahora más a cielo abierto donde el sol incluso calentaba y “picaba”. Seguíamos los cuatro juntos, Álvaro, Mª Jesús, su amigo y yo. En el valle se seguían conjugando los colores de forma espectacular y yo no dejaba de dejarlo plasmado en fotos. En el lado derecho del camino encontramos unas formaciones rocosas de curiosas formas.
Por fin divisamos la carretera que sube al puerto y en la que había un autocar aparcado. En las cercanías del mismo había un merendero en el que se reunían numerosos montañeros comiendo a la sombra, o sol. Allí nos encontramos con nuestros compañeros. Eran las 16:00 horas y nos quedaban unos 5 Km.
Aunque cabía la posibilidad de aprovechar el autocar para hacer este último tramo, lo lógico era terminarlo a pie. Retomamos entonces la marcha casi todos por un camino paralelo a la carretera durante un trecho antes de salir a ésta poco antes de entrar en Truchillas a las 16:30 horas. En esta localidad vimos algunos rincones bonitos y pasamos por delante de la iglesia y una fuente. En el asfalto vimos un bache con una perfecta forma de corazón. Salimos por la misma carretera y caminamos por ella hasta un desvío curiosamente señalizado. Unas flechas hechas con pétalos de flores nos indicaban la dirección a seguir entrando en un camino entre arboleda y matorral alto durante los primeros metros. A la orilla de un árbol vimos una pequeña silla metálica a propósito para descansar a la sombra. Desde allí se salía a pleno sol, que de nuevo comenzaba a cubrirse de negros nubarrones. Por la carretera paralela vimos pasar el autocar hacia Truchas. También paralelo bajaba el río Truchillas entre nosotros y el asfalto.
Por fin vimos las primeras casas de Truchas aunque aún nos restaba un buen trecho. Por detrás, los nubarrones ganaban terreno al cielo despejado. En la loma vimos dos edificios similares, dos depósitos de agua. Uno estaba ya en desuso y el otro en buen estado por encima. Más arriba vimos un gran pinar.
A las 17:20 horas entrábamos en Truchas pasando delante de la biblioteca y el cuartel de la Guardia Civil. También más alejada vimos la iglesia. En la lejanía vimos el Cristo de Valdavido encaramado en lo alto de un peñasco de esa localidad. A las 17:30 horas, justo para la fiesta, llegábamos a los autocares aparcados en la travesía que sale hacia Corporales. Según el mapa habíamos recorrido 19 Km.
Sin más nos cambiamos y nos dirigimos hacia donde se suponía que estaba la fiesta de este encuentro. Al momento comenzó a descargar una fuerte tormenta de granizo, truenos y relámpagos que nos hizo resguardar en los aleros de las casas y el bar acordado para el evento. Unos minutos más tarde remitió y pudimos abandonar el resguardo. Un grupo de tamboriteros amenizaba el evento que no llegó a cuajar. Apenas se juntaba el personal, y como “merienda”, unas pocas pastas, cuatro refrescos y un poco de vino en un prado cercano. Nada de entrega de placas, palabras del delegado, etc, etc. Salvo que lo hubiesen hecho antes de la hora prevista, que tampoco me extraña. Eso no quitó para que nosotros lo pasásemos bien. Sacamos una secuencia de fotos que luego he montado con la música de los tamboriteros y Álvaro hizo de las suyas encima de un caballito de columbio del prado aquel. A las 18:30 horas, una hora antes de lo previsto, ya avisaron para emprender el regreso.
En los autocares restantes se acomodaron los participantes de los dos averiados. Durante el trayecto pasamos algunos ratos de risas en la parte trasera del nuestro. Con nosotros iba Constantino, que muy serio no es. Tras meternos en ganas parando en Castrocontrigo, emprendió la marcha sin apenas detenerse, por lo que hicimos una protesta general al grito de “Chocolate - chocolate”. Según nos acercábamos a la capital se veía una fuerte tormenta hacia el Este de la misma con buenos rayos. Entramos por la ronda sur atravesando el valle y Jano. A las 20:20 horas llegábamos a Guzmán donde terminaba esta actividad. En la furgoneta acerqué a María Jesús a casa y poco después llegaba yo a la mía.
Ya lo apunté al comienzo y lo reitero. Aparte de la climatología, contra la que nada cabe, el apremio durante algunos tramos de la marcha para no quedar rezagados y la fiesta final me hacen clasificar este XV Encuentro de Montañeros Leoneses como uno de los peores, y no he faltado a ninguno. Espero que sea una excepción y no comience a ser una constante en el futuro.


















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