lunes, 16 de mayo de 2011

LLERENES - CASTAÑO - LOS CANTOS (Ciguera) - 15-05-11

 


(Nota Aclaratoria: El pico considerado "Castaño" en esta ruta realmente se denomina "Las Peñeras" y la cumbre de "Los Cantos" sería el pico "Castaño"

1ª ASCENSIÓN A LOS PICOS “LLERENES”, “CASTAÑO” Y “LOS CANTOS”.

15-05-11                (Domingo)

Un domingo más hemos tenido que aplazar la ascensión a las cumbres de Peña Beza y el Canto Cabronero por la climatología tan irregular de esta primavera. Aunque en la zona sur de la Cordillera Cantábrica se preveía buen tiempo, como así sucedió, en la parte central y norte las nubes y nieblas podían cubrir el cielo y las cimas de toda esa zona. Así lo comprobamos desde las cumbres a las que ascendimos y desde las que eran visibles Los Picos de Europa.
Improvisamos una vez más la actividad de este domingo y elegí para ello la ascensión al pico Llerenes, cumbre no ascendida aún por el club. Tras el aviso a los socios, nos animamos 8 componentes a participar en la misma: Tiquio, Mª Jesús, José A., Álvaro, Nati, Antonio, Cundi y yo. Nos acompañaba Rex, el perro de Tiquio.
A las 8:00 horas nos reunimos en Guzmán de donde partimos en los coches de Tiquio y el mío por la nacional hacia Mansilla. Allí cambiamos de vía para enfocarnos con dirección a Riaño. Antes de éste se encuentra el desvío a Lois por el que giramos entrando en la estrecha carretera del valle. Sin darme cuenta entré a Ciguera cuando en realidad la ruta comenzaba en la misma carretera algo más adelante. Tras coger agua retrocedimos y pocos metros más adelante del cruce, y justo antes de un puente sobre el río Dueñas, aparcamos los coches a la sombra de unos árboles.
Nos preparamos para la ruta y a las 10:00 h. de la mañana emprendimos la marcha por el valle que partía de allí mismo hacia saliente. Pasamos una cerca de madera y entramos en un camino casi cegado por la hierba alta. Transcurría paralelo a un arroyo sin nombre en el mapa y a ambos lados crecían árboles y arbustos ya brotados por la primavera. Por la derecha ascendían las laderas de las Peñas del Castro y el Palombar por la parte contraria. Poco a poco nos fuimos metiendo bajo un hermoso y verde hayedo de ejemplares jóvenes. No tardamos en atravesar una parte del mismo donde algunas peñas contrastaban con el frondoso follaje formando bellos rincones. Allí sí había algunos troncos más gruesos y retorcidos. En el camino vimos varias alcantarillas de paso de agua no muy antiguas.
Salimos a las cercanías de un pilón con fuente por debajo del pico de Los Escobalines. El camino transcurría ahora por las praderías empinadas de este bonito valle moteado por miles de flores amarillas de las escobas. A ratos se nos perdía, o más bien lo perdíamos, al desviarnos de él en tramos en los que apenas era visible en la pradera. Atravesamos una amplia zona verde desde donde teníamos una verdadera postal del pico Escobalines con el bosque en su falda y las praderías como base. Nos sacamos allí una foto de grupo, o al menos algunos, con él de fondo. José Antonio y Antonio ya se habían adelantado mientras que Nati y Cundi quedaban por detrás.
Por los prados seguimos subiendo ahora siguiendo un sendero más o menos visible. Nos íbamos echando hacia la derecha del valle al final del cual se encontraba el pico. En otra terraza veíamos a los dos compañeros en una roca cercana a un árbol solitario. Antes de llegar a este lugar encontramos otra fuente con un pilón redondo.
A las 11:15 horas nos reunimos en este punto cercano de nuevo al hayedo al que nos acercamos avisados por Mª Jesús para ver unos bonitos rincones en su interior. Un tronco caído formaba un arco bajo el cual nos sacamos unas fotos. A través de otro hueco “nos veíamos las caras”. En algunos vimos algunas diminutas setas pegadas.
Retomamos la ascensión por la ladera que se empinaba cada vez más visiblemente. El paisaje se hacía más amplio hacia atrás contemplándose varias cumbres que luego enumeraré. El contraste de roca, bosque, hierba verde y flores era realmente espectacular. Ya me salía humo de la cámara de fotos.
Poco a poco nos fuimos situando por debajo del Pico Las Fuentes. Mientras unos decidían subir por encima del arroyo, Mª Jesús y yo optamos por seguir su cauce. Vimos unas pequeñas pero bonitas cascadas en el mismo antes de que desapareciese como por arte de magia. Parecía el Guadiana y los famosos “ojos”. Más arriba se abría un poco la vaguada ya con la collada a la vista. De nuevo José y Antonio se adelantaron y ya no les vimos más hasta la cumbre.
Nosotros cuatro seguimos a nuestro ritmo tranquilo disfrutando del día tan espléndido que teníamos. Al comenzar hacía bastante frío, pero se había ido suavizando algo. Así alcanzamos la collada de Los Colladrines, (1761 m), a las 12:30 horas. Habíamos partido de una altitud de 1120 metros.
Desde allí tuvimos una amplia panorámica del pantano de Riaño con parte del pueblo así como varias cumbres de la zona. Frente a nosotros se elevaba el pico Yordas y a nuestra derecha vimos la doble cumbre del pico Llerenes por cuyas laderas subían ya los dos compañeros. Al fondo destacaba también la pirámide del Espigüete con los relativamente cercanos Peña Prieta y Tres Provincias entre otros. Nos detuvimos a contemplar todo ello unos minutos y de paso reponer fuerzas con un tentempié.
Enfilamos el último tramo a la cumbre para la cual aún quedaba un desnivel de 130 metros. El sendero seguía la cara Noroeste de la sierra ya que la contraria, hacia el valle de Anciles, eran paredes casi verticales. Pasamos al lado de un picacho puntiagudo con caída vertical de varios metros y además haciendo algo de techo al vacío. Subiendo este tramo vimos un grupo de varias personas acercarse a todo meter por el cresteo desde atrás. Una de las cimas anteriores a la principal tenía una destrepada un tanto complicada y desde arriba los compañeros nos indicaron que la rodeásemos. Al poco de llegar a la parte contraria vimos aparecer al grupo anterior en la parte alta de esta pequeña cima. Pues bien, no tardé en identificarlos como compañeros nuestros del club que habían ido por su cuenta desde Lois, como luego supimos. Estaba Ramón, Corín, Ricardo, Amador y Fernando. Les acompañaba otro amigo suyo al que no reconocí, Tomas. En pocos minutos destreparon aquella bajada y nos alcanzaron ya subiendo los últimos metros a la cumbre. Encontramos en él algún paso de trepada que pasamos más o menos bien. La pendiente sí era pronunciada por la roca moteada con césped.
A las 13:25 horas alcanzamos nosotros la cumbre más occidental del pico Llerenes, 1892 m. La vista no podía ser más dilatada en cualquier dirección siendo imposible enumerar las cumbres visibles desde allí. Por nombrar algunas apuntaré Espigüete, Ubiña, Torres, Bodón, Peña Galicia, Valdorria o Teleno, entre las más lejanas. Mas cercanas teníamos, Mampodres, Yordas, Corral de los Diablos, Redondo, Cerroso o Las Pintas al alcance de la mano. En los valles veíamos los pueblos de Ciguera, Valbuena del Roblo, Salamón o Riaño así como el pantano de éste y el del Porma. Hacia los picos de Europa se veía completamente cerrado por nubes que apenas dejaban ver alguna pequeña cúspide que bien podía ser Torre Santa.
Aprovechando la estancia del grupo sacamos una foto de todos en la cima y además aproveché para ir sacando algunas individuales para la orla anual de los socios a los que menos se “les ve el pelo”. Mientras nosotros quedábamos a comer allí, ellos decidieron emprender el descenso. Luego les veríamos en el valle de Anciles. No sobraba la cazadora, pero se estaba bien allí. Algunos se tumbaron a intentar dormir la siesta un poco, aunque yo creo que sin éxito. Por encima de nosotros vimos volar unas rapaces de alas negras y blancas similares a las de las cigüeñas. En un tarro del que recogimos una tarjeta dejamos la nuestra entre el montón de rocas a modo de hito de la cumbre.
A las 15:25 horas emprendimos el descenso siguiendo la misma senda de subida. Destrepamos varios tramos con precaución y esta vez algunos decidimos subir a la cima que antes habíamos bordeado. Había que gatear por la roca, pero no era muy complicado. Arriba había que pasar un pequeño trozo algo estrecho y luego ya volvía a ser cómoda la marcha de bajada a la collada.
La idea era hacer ahora el cresteo y bajar hacia Lois. La siguiente cima era Las Peñeras, una pequeña cumbre que yo decidí bordear al ver que no era más que un cerro. El resto pasó por la parte alta y nos reunimos en la collada siguiente, una bonita pradera moteada con pequeñas escobas en corros. La loma de esta cumbre era terrosa y con piedra suelta. Yo me metí en una canaleta que no tenía buena salida y tuve que retroceder para coger la buena subida. En pocos minutos alcancé la cima cuando eran las 16:40 horas.
En ella nos encontramos un curioso buzón con una veleta de cubiletes que en su momento pudo haber girado perfectamente. Ahora le faltaban los rodamientos y por si sola era imposible. En el buzón en sí estaba grabado el nombre del pico, Castaño, y su altitud de 1861 m. Desde allí veíamos ahora Lois y su gran iglesia conocida como La Catedral de la Montaña. También del buzón recogimos otra tarjeta y dejamos una nuestra. Nos sacamos una foto de grupo en la cima y varias más al paisaje, que aunque parecido, no se veía igual que desde los Llerenes. Ahora se veían algunas cúspides más de los Picos de Europa, aunque la parte baja seguía cerrada de nieblas. Era curioso ver como las dos cumbres de los Llerenes se mimetizaban delante de Peñas Pintas confundiéndose con ellas totalmente.
Apenas media hora después retomamos la marcha para bajar hacia el Norte a otra cima cercana, Los Cantos. Al igual que la anterior, la ladera era pedregosa. Esta vez Antonio decidió no subir y quedar abajo un rato el solo. En pocos minutos alcanzamos esta cumbre de unos 1700 metros de altitud desde la que veíamos por detrás las que habíamos pasado. Por debajo de nosotros destacaba un verde bosque en el valle que ya bajaba a Lois. Entre un hito de piedras dejamos y recogimos otra tarjeta.
Apenas estuvimos unos minutos en ella y a las 18:00 horas emprendimos el descenso definitivo. La pendiente era pronunciada y había que bajar con cuidado. Llamamos a Antonio y no obtuvimos respuesta, por lo que supusimos que ya había comenzado a bajar también. Luego le vimos a contraluz en una cresta frente a nosotros
Desde allí podíamos bajar por dos valles, uno hacia Lois, pero dando más rodeo, y otro más directo a la carretera entre este pueblo y los coches. Decidimos hacerlo por este último ya que la tarde ya estaba bastante avanzada. Siguiendo un sendero llegamos a una colladina donde podíamos bifurcar las rutas. Entramos en la vaguada de la izquierda entre zonas verdes y rocas. No tardamos en ver un rebaño de rebecos en las laderas de nuestra izquierda. Uno de ellos salió “disparado” hacia abajo y pasó a velocidad realmente espectacular hacia la parte contraria unos metros por delante de nosotros. En la hierba vimos algunos corros de setas con pequeños ejemplares. Fuimos perdiendo altura por este precioso valle en el que las flores amarillas contrastaban entre la verde pradera y las rocas formando bonitos cuadros. Atravesamos una zona de arbustos en la que el sendero se perdía entre ellos, pero enseguida lo recuperamos.
Ya bastante abajo comenzó a verse Lois de nuevo. La arboleda en el fondo del valle formaba una hilera paralela al río Dueñas y a la carretera también visible. Algunos árboles tenían un curioso color ocre en sus hojas que contrastaban con el verde de la mayoría. Entramos entre ellos ya muy cerca de esta carretera a la que salimos cuando eran las 19:45 horas. Un momento antes habíamos visto pasar a los compañeros del otro grupo en los coches ya de regreso.
Estábamos a la mitad entre los coches y Lois. Antonio y Álvaro se habían adelantado. En esos momentos pasó un todoterreno hacia abajo y José Antonio le paró. Le pedimos si nos podía bajar a Tiquio y a mí hasta los coches, que estaban poco más de un kilómetro hacia abajo. Dejamos atrás a Antonio y a Álvaro ya cerca de los mismos y a su lado bajamos nosotros. Tiquio salió enseguida y yo esperé a por ellos dos. Nos dirigimos hacia Lois donde nos cambiamos tranquilamente cerca de la fuente.
Saque varias fotos de la iglesia de Lois a la que aún le daba el sol de frente, y fuimos hacia el bar donde estaban también Nati y Cundi. Allí tomamos un refrigerio y a la salida pudimos contemplar una bonita postal de la luna llena saliendo detrás de las cumbres por las que antes habíamos andado.
Sin más retrasos nos pusimos de regreso a León cuando eran las 21:10 horas. El regreso lo hemos hecho por Boñar, La Vecilla y Robles de la Valcueva llegando por el Torío a la capital a las 22:30 horas.
Buena jornada y muy completa la de este domingo primaveral. Acertamos una vez más no yendo a los Picos de Europa, que nos sigue quedando retrasado a la espera de mejores condiciones climáticas.

















No hay comentarios:

Publicar un comentario