lunes, 2 de mayo de 2011

FOLLEDO - GERAS DE GORDÓN 01-05-11

 


1ª TRAVESÍA “FOLLEDO – GERAS DE GORDÓN”.

01-05-11          (Domingo)

En esta ocasión la climatología nos ha jugado una mala pasada haciéndonos modificar los planes previstos para este fin de semana, los cuales no eran otros que la ascensión a Peña Beza y el Canto Cabronero, en Picos de Europa. La mala previsión del tiempo, que se cumplió a rajatabla, nos aconsejó aplazar esta salida y en su lugar hacer otra ruta más sencilla y cercana para aprovechar la jornada. Decidimos acercarnos hasta Folledo, pueblo de la comarca de Gordón en el que yo nunca había estado, y desde allí realizar una ascensión a las cumbres cercanas limítrofes con el cercano Valle de Arbás. Al final no compensó ni realizar la misma y sí una travesía entre dicho pueblo y Geras de Gordón que, aunque pasada por agua, mereció la pena por los paisajes de la zona.
A las 8:00 horas nos reunimos en Guzmán los cinco participantes: Nati, José Antonio, Álvaro, Mª Jesús y yo. En mi furgoneta emprendimos el viaje hacia Folledo, pueblo situado en el valle que sube al puerto de Aralla y unos seis kilómetros desviado de la carretera principal. En menos de una hora llegamos a dicho pueblo donde aparcamos la furgoneta en un camino de la parte alta. La niebla se cerraba por encima de nosotros y la lluvia caía unos ratos mas fuerte que otros.
Nos preparamos para la marcha emprendiendo la misma a las 9:10 horas por un ancho camino que ya subía zigzagueando por la ladera con dirección Oeste. Enseguida tuvimos una bonita panorámica del pueblo que por poco se libraba de las nieblas. Nos metimos entre altos matorrales y algo de arboleda que franqueaba el camino a ambos lados. Tras otra cerrada curva cambió un poco el paisaje y el matorral se hizo más bajo desapareciendo prácticamente los árboles. La niebla ya apenas nos dejaba ver el paisaje en pocos metros. José Antonio ya nos había abandonado mientras que Nati había quedado abajo. La lluvia ahora era arreciante y no tenía visos de parar. Yo no tenía pantalón impermeable y el trozo de las rodillas, entre la cazadora y las polainas, estaba empapado por completo, lo cual era realmente molesto.
Llegamos así a un punto donde desaparecía el camino. Hacia arriba se veía una especie de cortafuegos por donde vimos volver a José Antonio. Reunidos todos decidimos emprender el regreso y ver que otra ruta hacer y que mereciera la pena. José Antonio era de la opinión de volver directamente para casa, lo cual no nos parecía lógico tras habernos mojado ya y siendo las diez de la mañana aún. Al menos podíamos hacer algo de medio día.
Volvimos a bajar por el mismo camino desviándonos unos metros por un ramal que enseguida se cerró también. Allí encontramos un punto geodésico pintado de blanco y franjas de colores y con un tornillo incrustado en la parte alta para sujetar las herramientas de medición de alturas, lo cual no había visto en ningún otro de las numerosas cumbres que lo tienen. De regreso al camino principal seguimos descendiendo hacia el coche tras haber avisado a Nati para que estuviese por allí cerca y decidir que hacer.
A las 10:45 horas llegamos a éste con la lluvia aún acompañándonos. Entre las opciones que teníamos más plausibles estaba la ruta del Faedo, alguna por la zona de Geras o un bosque que había en Nocedo de Gordón que proponía José A. Por su parte Mª Jesús también comentaba la posibilidad de irnos desde allí mismo hasta Geras por una ruta que ella ya había hecho. La ventaja de ésta era no tener que mover los coches. José A. seguía también con la idea de no hacer nada más y a Nati la daba igual, pero no iba a hacer la ruta. Preguntamos a un vecino lo que se podía tardar al otro pueblo, diciéndonos que alrededor de una hora. Yo dejé la llave de la furgoneta a Nati y a las 10:55 horas emprendimos Álvaro, Mª Jesús y yo la marcha hacía dicho pueblo. Poco después pensamos que si José quisiera podía irnos a buscar a Geras y así no teníamos que hacer la ruta inversa. Le llamamos por teléfono y se comprometió a ello.
Entre praderías transcurría este otro camino que encontramos totalmente embarrado. El mismo lo atravesaba una canalización de gas natural señalizada por postes metálicos amarillos que ya habíamos visto en la parte alta. Las escobas se encontraban totalmente floridas con colores amarillos que destacaban entre el verdor primaveral. Pasamos un alambre electrificado para el ganado, aunque sin conectar, y seguimos ascendiendo suavemente hacia la collada entre ambos pueblos y sin nombre en el mapa. Así llegamos a la pradería donde se difuminaba el camino y donde había dos ramales poco marcados. Según nos había comentado abajo el vecino, había que seguir el de la derecha ya que el otro iba a una cabaña cerrada que ya habíamos visto allí cerca, al igual que una fuente. Decidimos acercarnos aún así a ella viendo que se trataba de un refugio de piedra con buen aspecto externo y con chimenea. Adyacente había un pequeño chamizo que aproveché de refugio para cambiar las pilas de la cámara de fotos. Eran las 11:30 horas y seguía lloviendo.
Decidimos no volver al otro ramal y atajar directamente a la collada de la que nos separaban escasos 100 metros. Un sendero entre escobas nos llevó a la misma en pocos minutos contemplando el valle contiguo que ya bajaba a Geras y por el que transcurre el arroyo Ardagüelo. Por la izquierda subían las laderas de Peña Rubia.
Enseguida vimos el ancho camino unos metros por debajo y a su encuentro fuimos entre el matorral que más no nos podía mojar. Por este camino bajaban verdaderos regueros de agua que agrandaban los surcos deformando el firme del mismo. El arroyo lo teníamos varios metros por debajo y a nuestra derecha, transcurriendo el camino por la ladera izquierda del valle según nuestra marcha. Frente a nosotros, difuminadas entre la niebla, salían varias cumbres de la zona del puerto de Aralla y entre ellas creímos adivinar la del Meloita en un momento que incluso vimos algo de cielo azul en esa zona. En la parte baja del valle se veían verdes prados con ganado pastando y perros que enseguida nos comenzaron a ladrar según perdíamos altura.
A las 12:20 horas llegamos a la confluencia de valles en la parte baja. Ahora no llovía e incluso por el sur se abrían algunos claros. Tras pasar un puente enlazamos con otro camino que bajaba del norte hacia Geras paralelo al río Casares que nace en el embalse del mismo nombre. Como aún era pronto, y había dejado de llover, decidimos subir por aquel camino para ver si nos llevaba a dar vista a este embalse en el Valle de Arbás.
Encontramos en él verdaderas piscinas que sorteamos como pudimos. Por aquel valle bajaba también una línea de alta tensión marcada en el mapa. Al otro lado del río vimos el ganado pastando y el mastín que seguía ladrándonos incansablemente. Menos mal que teníamos el cauce en medio.....
Atravesamos un puente sobre dicho río cerca del cual había un corral cercado con maderas para el ganado. También cerca del camino había tapiales bajos de rocas delimitando algunas fincas. Paralelos al río subimos suavemente por aquel camino que poco a poco se difuminaba en el terreno. Llegamos a la confluencia con el valle del arroyo de Matasiete donde otros dos mastines bajaban ladrando hacia nosotros quedando luego a una distancia prudente. Desde allí el camino ya se convertía en sendero que nos llevó al lado de una pared rocosa de bonitas formaciones de aspecto oval. En una roca encontramos una colorida salamandra que ni se inmutaba al tocarla con el bastón. Estaba “de domingo”.
No tardando comenzó a cerrarse este sendero entre escobas que antes habíamos visto desbrozadas. Intentamos encontrar salida sin éxito. Ni cerca del río ni por la parte alta donde se elevaba un picacho piramidal. Según el mapa estábamos enfrente del pico del Canto de la Arenera, situado a la parte contraria del río. La referencia más fiable era el paso de la línea eléctrica sobre éste.
Con las mismas, a las 13:00 horas, decidimos emprender el regreso desde allí. Vimos cómo la salamandra se había movido unos centímetros y se había cambiado de roca. Enlazamos con el ancho camino en la confluencia de valles y atravesamos el puente minutos más tarde. Se me había olvidado apuntar que había otro desvío de este camino y que el ramal se internaba por la ladera del valle de La Collada, que sale casi enfrente al de Matasiete tras pasar este puente, viniendo de arriba.
De nuevo hablamos con Nati, que ya estaba en Geras, y nos dijo que José Antonio había salido a nuestro encuentro. Al llegar al cruce con el camino de Folledo vimos algunas huellas recientes en esa dirección. Cuando iba a llamarle por el móvil le vio bajar Mª Jesús ya a pocos metros de donde estábamos. Ya juntos pasamos un tramo estrecho entre dos picachos y muy cerca del río Casares, que bajaba con bastante caudal. En este último trayecto antes del pueblo había algo de arboleda.
Por fin divisamos Geras cuando comenzaba a cerrarse de nuevo por encima de nosotros. A las 13:45 horas entrábamos en el pueblo deteniéndonos en una fuente con pilón a lavar un poco las botas y polainas. Estando allí comenzó de nuevo a pintear y sin demoras nos encaminamos hacia el bar donde estaba Nati y hacia el que ya había ido José. A las 14:00 horas terminamos la ruta en este lugar donde tenía la furgoneta.
En los servicios nos cambiamos y luego tomamos un refrigerio. Para comer decidimos también los tres acercarnos hasta el pórtico de la ermita del Cristo, a la entrada del pueblo, en la que ya otra vez habíamos estado. Allí tranquilamente comimos y sacamos unas fotos en secuencia a las que ya puse una música acorde en el videomontaje. Ah!, como tengo la cámara aún estropeada, tengo que sujetar el botón de encendido para que se mantenga, así que le pongo un celo con una pequeña piedra o similar haciendo presión. Como con el agua no me pegaba el celo, no podía hacer fotos con el automático, así que con la punta de un imperdible metido entre el botón me lo sujetaba. Con el móvil saqué una foto de la cámara. Mañoso que es uno. Estando allí comenzamos a escuchar los truenos de tormenta.
Terminada la comida regresamos al bar, abarrotado de gente que también va a comer, y allí tomamos un café relajadamente. Luego hicimos las cuentas de la salida y a las 15:50 horas emprendimos el regreso a la capital. La lluvia seguía cayendo y nos acompañó casi todo el camino de vuelta. Hacia León se veía más abierto, aunque no despejado. Era curioso ver grandes columnas de agua caer sobre el valle de Lorenzana, Cuadros, etc. A las 16:30 horas llegamos al punto de salida de la mañana. Allí quedaron los compañeros y acerqué a Mª Jesús a casa antes de terminar el viaje en la mía minutos más tarde.
Sin duda un día pasado por agua como pocos, pero que al final, y hablo personalmente, fue aprovechado al máximo y disfrutado todo lo que nosotros quisimos, al menos algunos. A ver si en las próximas semanas podemos hacer la de Peña Beza, siempre y cuando aseguremos buen tiempo.











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