domingo, 31 de octubre de 2010

LA CERVATINA - (Puebla de Lillo) 31-10-10

 


2ª TRAVESÍA “LA CERVATINA”.

31-10-10          (Domingo)

La climatología nos ha obligado en esta ocasión a cambiar los planes previstos para esta jornada. La ruta programada era “Los Beyos – Tolivia”, en la comarca de Sajambre. La lluvia constante y el pésimo tiempo nos aconsejó quedarnos más cerca y decidimos repetir esta ruta cercana a Puebla de Lillo y con paisajes realmente espectaculares en esta época otoñal. Nos apuntamos a la misma ocho personas: Mª Jesús, Mateo, Nati, José Antonio, Álvaro, Alejandro, Esteban y yo.
A las 7:30 horas partimos de León en los coches de Esteban y mío. En un despiste que tuve me iba por la carretera de Asturias y rectifiqué pasando a la del Torío desde el polígono de Villaquilambre. El otro coche al final fue por el Portillín mientras nosotros íbamos por Robles de la Valcueva y La Vecilla a Boñar. Así llegamos a Puebla de Lillo donde tomamos un café en uno de los bares de la localidad.
A las 9:25 horas, tras una foto del grupo con el Susarón de fondo, ya moteado de nieve en su cima, emprendimos la marcha saliendo por el camino del valle de Patina hacia la falda de dicho pico. Paralelos al río Celorno caminamos unos metros antes de encontrar un cartel de la ruta marcada como “PR-LE 28”. Atravesamos el río por un puente para seguir por la margen izquierda del mismo encontrando ya los primeros ejemplares de árboles con el colorido otoñal. En esos momentos salía un poco el sol y se reflejaba en las verdes praderas contrastando con el cielo gris del fondo del valle. Hacia atrás contemplamos las cumbres de la zona del Mampodre y cercanas ya moteadas e igualmente manchadas por la primera nieve caída días pasados.
Suavemente íbamos ascendiendo por aquella pista que nos metía bajo la falda del pico Susarón. Atravesamos un paso canadiense para el ganado mientras comenzaba a cerrarse el cielo y a llover. En media hora llegamos a la Fuente del Obispo cerca de la cual hay un banco de madera. Siguiendo la ruta nos encontramos con algunas postales realmente bellas. En las laderas podían verse los bosques de hayas marrones y los verdes pinares formando franjas definidas que contrastaban de manera fotogénica. Una de las vistas más bonitas de ese tramo fue contemplar ese efecto óptico con la cumbre del Susarón de fondo. Indescriptible. Con ello nos intentamos sacar una foto de grupo, pero no había perspectiva para sacarla bien.
Enseguida llegamos a una bifurcación de la ruta en la que se divide la opción corta de la larga. Hacia la derecha salía un camino que, tras pasar por el medio de la sierra, enlazaba de nuevo con la ruta larga a la altura de la zona recreativa de Pegarúas. Hasta allí llevábamos unos tres kilómetros recorridos y eran las 10:35 horas.
Dimos entonces un giro hacia el sur subiendo un repecho con dirección a la vega de Ternillo. Las hayas comenzaban a escoltar el camino a ambos lados y el entorno era si cabe más bello. Por la derecha teníamos la Peña de La Solana bajo la cual se extendía la verde vega por en medio de la cual pasamos. Allí mismo hicimos una parada que aprovechamos para esperar a Nati y reunirnos todos. De allí partía otro camino menos marcado hacia las colladas de enfrente.
Retomamos la marcha y nos internamos de lleno en el hayedo. Intentar describir el paisaje aquel es prácticamente imposible con palabras. Sin duda las fotos son un soporte imprescindible para mostrar toda aquella maravilla de contrastes. En medio de la arboleda encontrábamos algunos tocones de troncos cubiertos de musgos y líquenes que hacían de los mismos auténticas obras de arte. Durante un tramo caminamos entre las hayas totalmente marrones y echando la vista atrás veíamos emerger la cumbre del Susarón. De esa forma llegamos a un mirador natural sobre el valle de Ruidosos pudiendo contemplar las laderas cubiertas de bosque, la roca de la peña Solana y las cumbres lejanas que bien podían la de San Justo entre otras. Casi “quemo” la cámara de fotos.
Bajamos ahora suavemente al encuentro del arroyo que da nombre a dicho valle. Por la izquierda bajaban algunos arroyos más entre la arboleda y se perdían monte abajo. El camino iba siguiendo la orografía del terreno con curvas y recurvas siempre entre el hayedo. Así llegamos al arroyo de Ruidosos, corriente con algo más de caudal que los anteriores. Eran las 11:30 horas y llevábamos unos 4,5 Km.
Un poco por debajo del mismo vimos algunas cascadas no muy grandes pero de gran belleza a las que Álvaro, Mª Jesús y yo decidimos bajar. No era fácil ya que la pendiente era pronunciada y resbaladiza. Con tiento llegamos a esta parte baja donde nos sacamos varias fotos realmente bonitas. Subimos por la ladera contraria de la vaguada de nuevo al camino y retomamos la marcha ascendiendo suavemente bajo la lluvia que nos seguía acompañando a ratos.
Poco antes de llegar al mirador que en el mapa de la ruta marca como Canto del Oso vimos un enorme ejemplar de roble cercano al camino. Mateo, que se había adelantado, nos comentó que algo más arriba se podían ver algunos similares. De nuevo Mª Jesús, Álvaro y yo nos encaramamos ladera arriba para disfrutar de su vista. Mereció la pena el esfuerzo. En poco espacio encontramos unos 8 ó 10 ejemplares, tanto hayas como robles, de gran envergadura troncal. Nos sacamos varias fotos con los mismos y disfrutamos realmente en este rincón que merece la pena resaltar y recomendar para futuras visitas.
Bajamos al camino donde ya no quedaba ningún compañero. La vista sobre el valle de Támbado era espectacular teniendo de frente la sierra de Arveyal. El camino dio un brusco giro hacia la cabecera de este valle y enseguida llegamos al indicador del Monte de La Cervatina situado a 400 metros de dicho punto. Nos encaminamos por este ramal encontrando otro bello rincón en un arroyo que bajaba entre la arboleda. En pocos minutos llegamos al recinto vallado en el que pueden verse una docena de tojos centenarios de retorcidos troncos y ahora con sus frutos rojos. El motivo del vallado es impedir la entrada de animales que destrocen dichos ejemplares. Viendo este lugar llegaron Mateo y Nati que habían subido hasta una collada cercana siguiendo aquel camino. Mª Jesús se quedaba con las ganas de subir también y junto con Mateo remontaron dicho camino. Si hubiese estado mejor el tiempo yo me hubiera animado, pero tanto Álvaro como yo desistimos y junto con Nati retrocedimos al encuentro con la ruta circular. Eran las 13:20 horas. De José Antonio no sabíamos nada y Esteban y Alex ni se habían desviado a ver esto ya que tenían intención de bajar a comer a Lillo. Sin comentarios.
Nosotros tres continuamos bajando entre el hermoso hayedo cuyo contraste de colores nos sorprendía a cada paso con nuevas estampas. Aún a riesgo de ser pesado, es imposible describir aquel espectáculo natural. Ya fuera del bosque, echando la vista atrás, a la cabecera del valle, emergía una cumbre que bien podía ser el Mahón, aunque no lo aseguro. La vista de toda esta cabecera con las laderas marrones y verdes era toda una postal de lujo.
A las 14:00 horas, y tras unos 8 Km. recorridos, llegamos a la confluencia del valle de Támbado con el de Rebueno donde se unían los dos arroyos. Paralelo al arroyo que tomaba el segundo nombre transcurría el ancho camino que bajaba imperceptiblemente por dicho valle. Tras el arroyo vimos unos corrales y atravesamos una cancilla metálica para prohibir el paso de vehículos. En la ladera contraria seguíamos viendo los hayedos por encima de praderas en las que pastaba el ganado. Dejamos atrás el Caserío y la Fuente Fonbea y un tramo más adelante llegamos a la altura del área recreativa de Pegarúas con merendero, barbacoas, etc. Un desvío indicado nos marcaba la dirección a la ermita del mismo nombre y hacia ella nos dirigimos en busca de un resguardo donde comer.
A uno 500 metros encontramos esta ermita de construcción sencilla, parecida a una vivienda de piedra, sin ningún techo saliente. Adyacente a la misma estaban los restos de unos corrales con techo de uralita medio desvencijada ya pero que nos sirvió como refugio contra la lluvia que seguía cayendo. Allí nos aposentamos cuando eran las 14:30 horas y habiendo recorrido unos 10 Km.
Por el móvil habíamos sabido que José Antonio estaba en una de las colladas de la parte alta y que Esteban y Alex ya habían comido en el pueblo. Sorteando las goteras del techo nos acomodamos para comer tranquilamente en aquel recinto abandonado de ganado. Al cabo de un buen rato llegaron Mateo y Mª Jesús y más tarde José Antonio.
Poco más de una hora estuvimos allí antes de abandonar el lugar. En aquellos momentos llovía copiosamente y así se mantuvo el resto de la ruta. En este tramo el camino estaba cubierto de grava para evitar el deterioro para el paso de vehículos. José Antonio comentó la posibilidad de atajar por un sendero que subía por una collada más directamente al pueblo. Como Nati y Álvaro no iban a hacerlo yo decidí acompañarles, por ese y otro motivo que no reflejaré y que a ellos sí les comenté.
Entre praderías avanzamos por aquel camino que más adelante estaba asfaltado y que sirve de acceso para unas minas de talco situadas en otro valle cercano. Escasos metros más adelante abandonamos de nuevo el asfalto y entramos a otro camino ya paralelo a la carretera que sube de Lillo a San Isidro, pero varios metros separada de ésta. La lluvia y la neblina impedía ver el paisaje claro en la lejanía. No tardamos en encontrarnos con las lagunas de la ruta. El camino estaba encharcado hasta el punto de tener que salirse de él a los prados en varios tramos. Por la derecha seguíamos contemplando los hayedos en las laderas. Aunque en general íbamos bajando, de vez en cuando había un pequeño vaivén en el camino.
Dejamos atrás el desvío a la plaza de ganados de Puebla de Lillo y pasamos al lado de una zona rocosa. Poco antes de entrar en el pueblo había otro cartel de la ruta y en la parte posterior una descripción de la tejeda. A las cinco en punto entrábamos en Puebla de Lillo encontrando un curioso asiento hecho con un tronco de árbol y otro de una roca. Dejamos atrás el torreón y en una fuente nos lavamos las botas y polainas embarradas. Cercano estaba el bar al que acababan de llegar también los compañeros y donde estaban Esteban y Alex. Habíamos hecho unos 15 Km. mas o menos.
En el pórtico del mismo nos cambiamos cómodamente y dentro tomamos unas consumiciones. Poco antes de las 18:00 horas emprendimos el regreso a León con la lluvia igual de arreciante. Esta vez nos desviamos en barrio de Nuestra Señora por la carretera hacia Villanueva del Árbol entrando en León sobre las 19:15 horas. En Guzmán quedaron algunos compañeros y traje a Mª Jesús hasta casa.
Sin duda resultó una jornada inolvidable por los paisajes vistos, quedando la lluvia para mí en un plano secundario. No nos equivocamos con el cambio





















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