VII ENCUENTRO “CUMBRES DE LEÓN”. HOMENAJE A ROBERTO PÉREZ.
1ª TRAVESÍA “TORREBARRIO- REFUGIO DE LAS ARGAXADAS- TORREBARRIO”.
03-10-10 (Domingo)
Como ya es habitual en torno a estas primeras semanas del otoño, hemos celebrado el encuentro del club de montaña. El mismo pretender reunir a la mayor parte de los socios del club para realizar una marcha por montaña y terminar la jornada con una comida o merienda en algún establecimiento hostelero cercano. No me olvido que igualmente es un pequeño homenaje a Roberto Pérez, nuestro compañero fallecido hace tres años por estas fechas también.
En esta ocasión se programó la ascensión a Peña Ubiña Pequeña, lo cual no pudo ser por la pésima climatología que tuvimos este día. La lluvia, viento y niebla nos impidió alcanzar el objetivo al que incluso ya desde abajo desistimos de llegar. Aún con esa previsión meteorológica decidimos realizar la actividad ya que teníamos reservada la comida en Villasecino, en “Casa García”.
Tras la baja de última hora de Arancha, 14 fuimos los finalmente animados a participar en esta salida: Mateo, Alejandro, José Antonio, Antonio, Toño, Piedad, Nati, Ricardo, Macrina, Irene, Álvaro, José Luis, Cundi y yo. En Guzmán nos reunimos todos excepto Ricardo que estaba en el pueblo. En los coches de Toño, José Antonio y Alejandro nos repartimos para emprender el viaje poco después de las 8:00 horas. El cielo estaba cubierto por completo y no tardó en echarse a llover. El viento soplaba con fuerza, de hecho estaba en alerta la provincia este día.
En La Magdalena entramos a la autopista para pasar el tramo del pantano abandonándola tras el puente colgante de Luna. Así llegamos a San Emiliano donde estaba esperando Ricardo que se nos unió para recorrer el último tramo a Torrebarrio. Subimos hasta la iglesia y allí aparcamos los coches. El viento soplaba fuerte en aquel paraje y la lluvia seguía insistente. Las cumbres estaban totalmente ocultas por la niebla que se cerraba desde media altura. Visto este panorama decidimos abandonar la idea de la ascensión y ver si al menos podíamos hacer la ruta por el Ronzón a Casa Mieres y bajar a Pinos y San Emiliano. Allí tenía el coche Ricardo con el que podíamos subir a por los otros. Algunos decidieron no ascender por la ladera y hacer una ruta por la carretera hacia San Emiliano de nuevo e incluso si podían llegar a Villasecino.
A las 9:45 horas emprendimos la ascensión los demás por el sendero que partía de la misma iglesia y pasando al lado del cementerio adyacente. Comenzamos ya saltando la primera alambrada para meternos en la loma por la que subimos buena parte de la ladera. La hierba ya amarillenta se tumbaba por la fuerza de viento que venía de suroeste y que en las cimas hacía pasar las nieblas a velocidad de vértigo.
Poco a poco íbamos ganando altura por el medio de la loma que dividía dos vallinas. Por la izquierda veíamos el barrio alto de Torrebarrio, Cubiechas. El sendero subía un poco por debajo de la parte alta de la loma bordeando zonas rocosas en la misma. Así salimos a un ancho camino más arriba por el que transcurre la ruta de Cuatro Valles “El Entorno de Ubiña”. Por él caminamos un pequeño tramo antes de abandonarlo siguiendo otro sendero por el que también transcurre la ruta que se dirige hacia la collada del Ronzón. La pendiente se hizo pronunciada camino de la misma por la pradera amarillenta. En ella nos encontramos con una manada de caballos a los que nos acercamos sin que se asustasen.
Atravesamos una zona de grandes rocas y algunas hondonadas por debajo de Peña Ubiña Grande. Enseguida comenzamos una subida directa hacia la collada oculta tras la niebla ya cercana. A media altura estaban algunos compañeros más adelantados esperando. Por el walkie me había comentado José Luis, que había llegado a la collada, que el viento era exagerado y un grupo que había intentado la ascensión a Ubiña Pequeña había desistido.
A las 11:15 horas nos reunimos en aquel punto donde dilucidamos qué hacer. Algunos decidieron abandonar la idea de seguir y optaban por dirigirse hacia el refugio de las Argaxadas, en la falda de Ubiña Pequeña. Yo opinaba seguir a la collada aguantando lo que fuese ya que hacia la parte contraria podía soplar menos al venir el viento de ésta en la que estábamos. Lo que no me parecía lógico era seguir solo por llegar a la collada cuando allí no se veía nada. Total que nos dividimos en dos grupos y nosotros nos dirigimos hacia arriba para hacer la ruta.
Enseguida Mateo y José Antonio, que iban algo por delante, cambiaron de opinión viendo que la cosa se ponía fea. Entonces cambiamos de dirección para seguir al resto del grupo hacia el refugio. Bajamos unos metros y pasamos una vaguada antes de meternos bajo las paredes de Ubiña Pequeña. Atravesamos un pequeño arroyo y más adelante encontramos un grupo de vacas pastando. De nuevo cruzamos una zona de grandes rocas ya con el refugio a la vista. Íbamos Álvaro y yo juntos mientras Mateo y José habían quedado por detrás.
A las 12:00 del mediodía llegamos nosotros al refugio de Las Argaxadas. Se trataba de un pequeño edificio de piedra con unos camastros dentro y chimenea. En él estaban los compañeros que habían llegado poco antes y al poco llegaron los dos restantes. El viento se oía silbar entre las ventanas y nos abría la puerta. Los que habían llegado primero decidieron emprender ya la bajada mientras el resto esperábamos un poco más. Tras una media hora en él retomamos nosotros también el descenso.
Siguiendo los senderos con dirección al pueblo atravesamos algunas vaguadas. La niebla se mantenía en la parte alta formando una línea bien definida a media altura en todo el paisaje que contemplábamos. El viento seguía azotándonos a pesar de ir perdiendo altura. Atravesamos numerosas alambradas que surcaban la ladera delimitando praderías para el ganado. Había que tener cuidado con ellas ya que los pinchos nos podían romper la ropa o mochilas. En uno de esos prados había varias vacas pintas, que no son muy habituales en la montaña. Se ven más las pardas.
Nos fuimos metiendo en una vaguada con vegetación alta que decidimos abandonar temiendo que se nos cerrase más abajo. Cambiamos de dirección paralelos a la ladera y en otra vaguada atravesamos un arroyo para salir luego a un sendero. En dicha vaguada vimos numerosos árboles cuyo verdor destacaba entre la hierba amarilla.
Dicho sendero nos fue subiendo suavemente hacia la iglesia ya que habíamos bajado unos metros por debajo de la misma. A las 13:30 horas llegábamos nosotros al final de la ruta. Los primero ya habían marchado en el coche de Toño. Seguía lloviendo copiosamente y solo nos quitamos la ropa de encima para no empapar el coche. Enseguida emprendimos el trayecto hacia San Emiliano donde llegamos en pocos minutos.
En casa de Ricardo nos cambiamos y sin más nos dirigimos hacia Villasecino donde teníamos la comida reservada. Sin un ápice de mejoría en el tiempo llegamos a dicho pueblo distante escasos 5 Km a las 14:15 horas. Sin más entramos al restaurante donde enseguida nos atendieron. Como ya estaba reservada, y a pesar de llegar antes de la hora acordada, nos acomodamos en el comedor, en el que se juntaba numeroso personal en las demás mesas. En el menú teníamos varios platos de primero, de segundo y postres a elegir, por lo que cada uno pidió lo que mejor le pareció. El precio de todo ello supuso 18 €.
Allí estuvimos hasta poco antes de las cinco de la tarde que emprendimos el regreso a León. Durante el mismo volvimos a sufrir los envites de la lluvia y el viento que parecía incrementarse cada vez más. Los limpiaparabrisas del coche de Toño no daban abasto a limpiar la lluvia. Tuvimos una pequeña incidencia en la autopista al entregarle mal el billete en uno de los peajes. Entendieron que íbamos con dirección a Asturias en vez de León, pero no pasó de ahí la cosa.
Ya por la carretera comarcal hicimos los últimos kilómetros a la capital donde llegamos a las 18:00 horas. Al poco de dejar en Guzmán a los compañeros y ya de camino a casa en el coche de Toño me llamó José Antonio para decirme que había olvidados los bastones en su coche. Justamente íbamos a pasar por delante de su calle en ese momento y nos detuvimos a recogerlos. Pues bien, al salir corriendo del coche, ya que seguía lloviendo, se me cayó la cámara de fotos al suelo golpeándose una esquina. Resulta que durante toda la ruta había usado la vieja, que como ya he comentado en otras ocasiones, está un poco rayado el objetivo pero así no arriesgo la nueva con la lluvia, ya que además las fotos han salido borrosas por ese motivo al mojarse la lente. Pues bien, ya en el restaurante usé la nueva y la metí en otra funda ya que la anterior estaba mojada. El problema es que ésta no cierra bien y por eso se me escapó cayéndose. En principio no he visto luego que tenga ningún fallo de funcionamiento.
En pocos minutos me dejó Toño en casa terminando así esta jornada pasada por agua. Al poco rato apareció aquí en Armunia el primer rayo de sol que vimos en toda la jornada y que no tardó en desaparecer. Estos siguientes días estoy comiendo a base de truchas...........................
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