lunes, 8 de febrero de 2010

LA MORALA (Canseco) - 07-02-10

 


2ª ASCENSIÓN A “LA MORALA”.

07-02-10     (Domingo)

Seguimos el calendario del club con la ascensión al pico La Morala, actividad programada para este primer domingo de febrero. Un total de 17 participantes salimos para realizar esta excursión: Mateo, Álvaro, José Luis, José Antonio, Adelino, Vicente, Alejandro, César, Ricardo, Arancha, Gabriela, Javi F., Rubén, Ramón, Corín, Cundi y yo.
En Guzmán nos reunimos a las 8:30 horas la mayoría de participantes uniéndose el resto más adelante. En los coches de Adelino, Vicente, José Luis, Ramón y Javi hicimos el viaje hasta Canseco, 1280 m, donde aparcamos en las calles con bastante nieve aún. El cielo nublado amenazaba lluvia o nieve ya que el frío era intenso. Por suerte no se cumplieron estas previsiones.
A las 10:00 horas comenzamos la marcha saliendo por un camino hacia la collada de Canseco (1539 m), tras la cual se emplaza Redilluera, pueblo situado a 2 horas 45 minutos de allí, según un indicador. Atravesamos el arroyo Cansequillo por un puente de piedra y seguimos por una larga calle que se dirigía hacia el valle de Palomera por el que subiríamos. El camino se encontraba embarrado y lleno de estiércol del ganado que abunda en la zona y que vimos en algunas granjas. Echando la vista atrás tuvimos una bella vista del largo pueblo rodeado por cumbres y valles nevados; era una auténtica postal.
Enseguida nos metimos en el valle por el que subía el camino paralelo al arroyo Palomera que bajaba por nuestra derecha. La pendiente era apenas perceptible y se subía cómodamente. Tras una zona algo más angosta salimos a otra más abierta con prados cubiertos de nieve. En un punto determinado se bifurcaba el camino atravesando uno de los ramales al otro lado del río por un puente. Estudiando el mapa vimos que cualquiera de los dos se dirigía a la collada, así que decidí que era mejor seguir de frente ya que parecía ir más por la parte alta. Por el otro ramal vimos subir a alguien. Luego comprobamos que hubiese sido mejor seguirles a ellos.
En medio de este ramal que cogimos encontramos un zorro abatido por disparos de cazadores. En las laderas de la parte contraria vimos varios caballos pastando en los corros limpios de nieve. Poco a poco el camino se fue difuminando por la nieve que ya lo cubría todo. Los de atrás seguíamos a los que se habían adelantando que subían por el mejor lugar que se podía. Frente a nosotros se alzaba la Peña Costante, situada a la derecha de la collada de Canseco que vimos enseguida. Atravesamos algunos arroyos en medio del blanco manto mientras íbamos cogiendo altura algo más notoriamente.
Como apunto, ya no había rastro de camino alguno, aunque delante de nosotros teníamos la majada de Busticena por la que teníamos que pasar, pero los que iban delante decidieron meterse hacia la vaguada lateral y subir por ella y evitar tener que bajar unos metros a esta caseta. Alcanzamos el alto de una zona rocosa al comienzo del valle de Cáscaro, haciendo el hincapié que en el mapa también llama así al arroyo que baja directamente a Canseco.
Nos fuimos metiendo en dicho valle por la ladera izquierda del mismo, justo en la contraria en la que se emplaza el pico Canales por el que teníamos que pasar de haber llegado a la collada de Canseco. Disfrutamos de una bella estampa formada por la peña Costante y el circulo solar bien definido entre las nubes sobre ella. Era un contraste realmente bonito.
Hago aquí el inciso de cómo se había ido dividiendo el grupo durante la marcha. Ramón, Javi y Rubén llevaban esquís e iban hacia la collada. Mateo, que era el que se había adelantado por el ramal derecho, también se dirigía a ella. José Luis subía por su cuenta por otro lado y con él me comunicaba con un walkie que me había dejado y que no tardó en perder la cobertura. Cundi iba por detrás y decidió darse la vuelta en aquel punto. Adelino, Álvaro y yo íbamos siguiendo al resto del grupo que nos sacaban unos metros de delantera.
La niebla comenzaba a meterse por la cabecera del valle y cubría algunas cimas. Por la izquierda nuestra, en una pequeña hondonada, vimos un pequeño refugio que según el mapa era La Majada del Madriñero. La nieve no estaba en muy malas condiciones y se caminaba bien, aunque íbamos siguiendo las huellas ya dejadas por los compañeros. Poco a poco nos fuimos metiendo también nosotros en la niebla, que iba y venía, y subimos algunos tramos de fuerte pendiente. Por encima de nosotros íbamos dejando atrás el Alto de Ventaneras y nos dirigíamos hacia la collada entre éste y el pico Morala, del cual ya se veía ya el hito, lo cual lo confirmé con el zoom de la cámara.
Subiendo este tramo vimos bajar a Vicente, al que le iba molestando un tirón en la pierna. Adelino también iba “tocado” por lo mismo y yo tenía también algún síntoma de los puntazos que a veces me dan. Pues bien, al llegar a nuestra altura decidió, viendo que íbamos muy tranquilos subiendo, acompañarnos subiendo con nosotros. La niebla abrió y nos permitió ver la cumbre relativamente cercana y a la hilera de compañeros subiendo el último tramo a la misma.
La pendiente final al collado tenía una inclinación desmesurada y nos costaba avanzar hacia él. A las dos de la tarde alcanzamos éste alto desde donde tuvimos una amplia y bonita vista hacia la parte contraria. En el suelo pudimos ver cómo los pequeños matorrales estaban cubiertos por hielo en forma de bolas moldeadas por el viento.
Comenzamos a subir la última pendiente hacia la cumbre siembre siguiendo las huellas ya que fuera de ellas, al haber matorral, nos hundíamos entre él. Subiendo esta pendiente pudimos ver un bello mar de nubes hacia la parte de los puertos de Piedrafita y Pajares. Algo por debajo de la misma cima había unas rocas que teníamos que rodear. Antes de llegar a ellas vimos bajar a Javi con los esquís y poco después a Ramón y Rubén. Nos comentaron que el resto ya estaba arriba y que comenzaban a bajar por la otra ladera ya que el viento y el frío era intenso. Nosotros continuamos subiendo bordeando estas rocas y metidos ahora en una cerrada niebla que apenas nos dejaba ver unos metros por delante.
A las 15:10 horas alcanzamos por fin esta cumbre de 2144 metros en la que estaba el hito de cemento con hielo adherido y una cruz con buzón vacío. El viento era fuerte y frío, lo cual favoreció el que la niebla despejase a los pocos minutos. Un impresionante mar de nubes se extendía alrededor nuestro en todas las direcciones. No sé cuantas fotos saqué de esta maravilla visual de la que disfrutamos. Sin perder tiempo nos sacamos una foto y dejamos tarjeta en el buzón. En la cima era imposible comer con ese panorama y optamos por bajar un poco para evitar el viento cortante.
Veinte minutos estuvimos en la cima antes de emprender el descenso por la loma hacia el Canales. Estuvimos dudando sí bajar por el mismo lugar, por donde ya veíamos a los compañeros que habían reenganchado a la misma ruta de subida algo más abajo, o hacerlo por ésta del Canales. Al final decidimos esta última opción y bajamos por la pendiente nevada en la que nos hundíamos ya que no había más huellas que la de los esquís de los compañeros que habían subido por aquella parte. Llegamos así a unas rocas muy apropiadas para acomodarnos para comer. Eran casi las cuatro de la tarde cuando nos pusimos a ello y apenas dedicamos 15 minutos.
Retomamos la marcha hacia el collado anterior al pico Canales. Según nos íbamos acercando íbamos desistiendo en ascenderlo. No era mucho el desnivel, pero las fuerzas flaqueaban. Optamos por seguir las huellas de los esquís que lo bordeaban por el oeste y en ello estábamos cuando se volvió a cerrar la niebla por completo y a soplar el mismo viento frío que en la cumbre. pasamos una zona de grandes rocas y comenzamos a bajar más visiblemente. Fue entonces cuando comenzamos a sospechar algo raro ya que las huellas seguían bajando y sabíamos que los compañeros habían subido a la collada de Canseco que ya casi quedaba por encima de donde estábamos. Claro, lo que no se nos ocurrió es que esas huellas podían no ser de ellos al no haber visto a nadie más por allí y además con esquís.
Pues bien, continuamos bajando bruscamente siguiendo las mismas y cada vez encontrando más nieve blanda. Por fortuna dejamos la niebla arriba quedando la parte baja despejada, lo cual resultó una suerte por lo que luego encontraríamos. Poco a poco encontramos más matorral alto que se iba espesando según perdíamos altura. Lo que más temíamos era que el fondo del valle tuviese mucha nieve y se hiciera impracticable, lo cual se cumplió. Además ya no era pronto, casi las 17:30 horas, y al estar nublado oscurecía más rápidamente.
Nos fuimos metiendo a una estrecha vaguada donde se nos comenzó a complicar la cosa entre el ramaje, la nieve y el arroyo que bajaba por ella. No había donde agarrarse tras el arroyo y la nieve se hundía bajo nosotros, por lo que nos costó trabajo salir de allí. El siguiente tramo era mas o menos “normal” y bajamos al arroyo principal cruzándolo por un lugar bastante fácil. Lo peor vino luego. Nos metimos de nuevo entre matojos y nieve de donde era imposible salir. Ellos opinaban subir hasta las huellas dejadas en la subida, pero había varios metros de desnivel hasta ellas y las fuerzas flaqueaban. Peleando con las ramas y la nieve en la que ya era imposible avanzar, cada uno fue investigando la mejor opción para salir de allí. Yo estaba realmente desesperado. Apenas me quedaban fuerzas para “luchar” con todo ello, por lo que me tiré a la desesperada hacia el mismo arroyo. Aquello fue peor. Por él era imposible avanzar al encontrarme con algunas pozas infranqueables. Con los pies empapados salí hacia la parte contraria y separado del grupo que seguía entre la maleza. Subí unos metros para desviarme del matorral cercano al cauce y casi por inercia avancé a media ladera hacia otra zona rocosa tras la cual no sabía que me esperaba. Pregunté a voces a los compañeros quienes me indicaron que siguiese por allí unos metros hasta situarme frente a una zona más despejada por la que atravesar el arroyo. Hacia atrás se veía la cumbre del pico Morala.
De todo ello intenté dejar constancia con fotos y videos, aunque confieso que no me quedaban ganas ni fuerzas ni para eso. La nieve se me había metido en la funda y al meter la cámara se llenó esta también, por lo que algunas fotos y videos salen borrosos por el agua que tenía la lente. Para colmo se me terminó la tarjeta y tuve que cambiarla.
Por fin crucé de nuevo el arroyo y cogí el rastro de los compañeros que seguían avanzando ahora más cómodamente y ya cerca de la desembocadura con el valle principal. La nubes se habían ennegrecido por la noche que se nos echaba encima. Eran las 18:30 horas.
Por fin salimos de aquel “infierno” al valle por el que bajaba el camino de la collada. Atravesamos el arroyo Palomera y entramos en dicho camino cargado de nieve pero transitable al menos. Unos metros mas adelante cruzamos otro pequeño arroyo lateral y a la orilla del río vimos varios caballos que se nos cruzaron por delante de nosotros. Las fotos ya salían con flash por lo avanzado de la noche.
Así llegamos al puente tras el cual nos incorporamos al camino de ida. Pasamos una cuerda atravesada a modo de cierre para el ganado y no tardamos en ver las primeras luces de Canseco. A las 19:25 horas entrábamos en uno de los dos barrios del mismo. Ambos están separados unos 300 metros. Fue curiosa la imagen que tuvimos de una vaca asomando por el hueco de una puerta de un edificio en ruinas. Parecía estar diciendo: ¡ya es hora!
A las 19:30 horas, ya noche cerrada, llegamos por fin al lugar donde teníamos aparcados los coches. En uno encontramos una nota que se nos indicaba que el resto había bajado a Cármenes. Sin más tardanza nos cambiamos la ropa y calzado húmedo y nos pusimos en camino. Antes de salir a la general nos encontramos de frente a José Luis. La carretera era tan estrecha que tuvo que retroceder para poder cruzarnos y dar la vuelta.
Ya en Cármenes entramos en el bar donde estaban casi todos los compañeros algo preocupados ya por la tardanza. Les explicamos las incidencias del descenso y cómo las huellas de los esquís que encontramos nos habían hecho errar éste. Para colmo algunos habían visto pasar un helicóptero bajo hacia esa zona, lo que les inquietaba más. Tomamos un refrigerio e hicimos las cuentas antes de emprender el viaje de regreso a León. Eran las 20:20 horas cuando lo hicimos y una hora después terminábamos esta excursión en la capital.


















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