1ª TRAVESÍA POR EL “VALLE DE VEGAPUJÍN”.
24-01-10 (Domingo)
La segunda actividad programada por el club de montaña no salió como esperábamos. En esta ocasión nos lo impidió la gran cantidad de nieve blanda que encontramos y que nos ralentizaba la marcha. El objetivo era llegar a las lagunas de Baucín, en la base de Peña Cefera y el Arcos de Agua, que se podían ascender como complemento a la ruta. Por lo demás, lo poco o mucho que hicimos lo disfrutamos viendo paisajes que merecieron la pena.
Ocho fuimos los animados a esta excursión: Arancha, Gabriela, José Antonio, Álvaro, Ricardo, Cesar, Antonio y yo. Tras recoger a Arancha nos acercamos a Guzmán donde nos reunimos con el resto. En los coches de Gabriela y el de José Antonio nos acomodamos saliendo de León poco después de las 8:30 horas por la carretera de Caboalles.
En poco más de una hora llegamos a Vegapujín, pueblo situado en el Valle Gordo. La gran cantidad de nieve acumulada en sus calles nos complicaba el aparcamiento. Al final lo hicimos en las cercanías de la iglesia. Allí nos preparamos para la ruta mientras el cielo se mantenía azulado pero con nubarrones al norte.
A las 10:00 horas comenzamos la marcha por las calles del pueblo saliendo luego de él tras atravesar un puente sobre el río Vallegordo. Enseguida nos metimos en un camino cargado de nieve paralelo al río y con sentido contrario. Nos sacamos una foto de grupo allí mismo antes de retomar la marcha ascendiendo suavemente pisando 30 ó 40 cm de nieve. A ambos lados se veían tapias bajas de piedras delimitando algunas fincas. Por la izquierda subían las laderas y algunos riscos rocosos elevados. Poco antes de comenzar a girar hacia una vaguada lateral vislumbramos Fasgar al final del Valle Gordo y unos 3 Km. por encima de Vegapujín.
Ya metimos en el valle lateral continuaba el camino lleno de nieve blanda con algunos tramos limpios por un pequeño reguero que bajaba por el lado izquierdo y que se desbordaba al camino. Para evitar la nieve subimos varios trozos metidos por el arroyuelo, aunque numerosas ramas se interponían en la marcha. Por la margen derecha, abajo, transcurría otro arroyo del que en ningún mapa viene nombre. Como referencia apunto que baja desde la misma base norte de Peña Cefera.
El paisaje era realmente bonito con el sol iluminando las laderas nevadas por completo. Por el norte seguían apareciendo nubarrones que no tardaron en tapar el cielo casi totalmente. De pronto apareció por delante de nosotros, al final del valle, la piramidal cumbre de Peña Cefera. La nieve era cada vez más abundante y no estaba nada dura, por lo que nos hundíamos varios cm en ella. Los de delante que abrían camino eran los que más se cansaban.
Así llegamos al punto donde el camino atravesaba el arroyo sin puente alguno. Por piedras lo saltamos para meternos en una explanada donde no era visible ya el camino. Durante un rato dilucidamos por donde seguir hasta que siguiendo a José Antonio nos metimos en un bosque de abedules por donde parecía seguir este camino. La pendiente era algo más pronunciada, aunque encontramos trozos limpios de nieve que se agradecían. Poco a poco fuimos ganando bastante altura hasta alcanzar la parte alta donde de nuevo tuvimos que atravesar el cauce. Desde allí se veía la ladera nevada hacia una collada a la izquierda de Peña Cefera a la que se podía llegar poco a poco. Por el contrario, José Antonio decidió retroceder unos metros para comenzar a subir de nuevo entre el bosque. Aquí fue donde se comenzó a fraguar el abandono.
A lo tonto fueron comentando lo bien que sería bajar a comer un cabrito en algún bar del valle. Lo cierto es que la nieve no daba tregua y cada vez había más y más blanda. Las nubes del norte no llegaban a cerrarse del todo, pero dejaban escapar chispas de nieve. José Antonio seguía a su bola por delante sin detenerse. Al final decidimos seguirle por la ladera unos metros hasta alcanzar la cima de un cerro cercano. Las lagunas a las que íbamos suponíamos que aún estaban a un buen trecho de allí por detrás de otro cresteo que bajaba de la Peña Cefera.
Tras alcanzar este alto comprobamos que José Antonio seguía adelante sin parar a deliberar entre todos las opciones. Tras unos minutos decidiendo que hacer, decidimos abandonar la ascensión y bajar de nuevo tranquilamente dejando que él hiciese lo que le pareciera, teniendo en cuenta que uno de los coches era el suyo.
A las 13:15 horas emprendimos el regreso mientras Antonio quedaba esperando por José que no sabíamos que iba a hacer. Bajamos siguiendo las huellas dejadas anteriormente hasta el arroyo que atravesamos. Nos metimos luego en el bosque de abedules aún deshojados donde el camino estaba encajonado. Pasamos después la explanada donde este desaparecía para volver a reaparecer tras pasar el arroyo más adelante. A mí se me había despegado la base de uno de los bastones y al intentar arreglarlo se me soltó uno de los tramos que tardé en poder apretar al resbalar las piezas entre sí.
Echando la vista atrás vi aún en la parte alta a los dos compañeros que bajaban por el camino entre el bosque. Nosotros continuamos bajando por el mismo camino de ascenso cuya nieve estaba aún más reblandecida colándose por entre polainas, botas, etc. Llegamos de esa forma al final de la vaguada comenzando a girar hacia Vegapujín por el valle principal. Una vez más contemplamos Fasgar a la parte contraria. El valle iluminado por el sol que se colaba entre las nubes tenía un bonito tono moteado por la nieve de las laderas del sur algo menos cargadas de ésta.
Así nos fuimos acercando al pueblo que también formaba una bella postal en el valle. Un poco por encima de éste podía verse un pequeño corro de pinos en el que antes no había reparado. Atravesamos el puente sobre el río y entramos en Vegapujín cuando eran las 14:30 horas. Nos dirigimos hacia los coches donde Álvaro y yo tuvimos que esperar a que llegasen Antonio y José que lo hicieron 15 minutos más tarde.
Al final decidimos bajar a comer en un bar de camino de vuelta. En Vegarienza nos detuvimos y tras cambiarnos entramos en el “Mesón Maxi” donde decidimos hacerlo. Allí degustamos un rico y abundante menú casero mientras charlábamos relajadamente. Así de a gusto nos dieron las 18:15 horas cuando nos pusimos en marcha de regreso a León. Durante el viaje pudimos disfrutar de una bonita puesta de sol con vivos colores rojizos. Poco después de las 19:00 horas terminamos el viaje en Guzmán y poco después, tras dejar a Arancha en casa, llegué la mía.
Así finalizamos esta segunda excursión del año. No fue todo lo bien que deseábamos, pero nos dejó disfrutar de bonitos paisajes y la ruta tampoco fue tan corta, tres horas hacia arriba y otra hacia abajo con nieve blanda. Ya se intentará en mejor época.
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