XIV TRAVESÍA NOCTURNA.
SANTIAGO DE LAS VILLAS- 4º ASCENSIÓN A “LOS LLAMARGONES” (NOCTURNO) - 1ª ASCENSIÓN AL “FELICIANO” Y “SANTIAGO” (DIURNOS).
20/21-06-09
Como ya es tradición en nuestro club, hemos realizado la primera excursión nocturna de este año. Una tradición que está en peligro por la falta de participantes animados a realizar estas actividades tan especiales y que se salen un poco de lo habitual. Tan solo dos personas nos hemos atrevido en esta ocasión, Álvaro y yo, con un resultado casi inmejorable, y lo de “casi” solo lo apunto por las inclemencias térmicas que sufrimos pasando de un frío intenso al amanecer a un calor sofocante por el día.
Visto que nadie más se había apuntado para hacer la misma, el sábado por la tarde estuvimos decidiendo si hacerla o no nosotros solos. Cómo ya he anotado en más ocasiones, el problema de ir dos personas solas por la noche puede surgir si ocurre algún incidente o accidente durante la marcha. Al final decidimos que, cómo la ruta era cerca y además la zona bastante conocida, no deberíamos de tener problema alguno. Sí que acordamos variar la ruta programada que subía por el Norte desde Los Barrios de Gordón, cómo la habíamos hecho hace un mes, y hacerla esta vez desde Santiago de las Villas, por el Sur. Tanto una como otra ya las conocíamos y no entrañaban dificultad alguna. Aparte de los Llamargones, que era lo programado, improvisaríamos alguna cumbre más sobre la marcha.
SÁBADO 20
A las 23:00 horas recogí a Álvaro en Villaobispo dirigiéndonos luego hacia la salida de León por la carretera de Caboalles. Durante el trayecto decidimos acercarnos a La Magdalena y tomar un refrigerio para hacer algo de tiempo antes de emprender la marcha. Habíamos calculado tardar tres horas a la cumbre, y teniendo en cuenta que empezaba a amanecer sobre las 5:30 horas, con salir a la 1:30 horas nos daría tiempo de sobra para luego tampoco estar mucho tiempo en la cumbre esperando.
En un bar de La Magdalena nos acomodamos en la terraza, donde tuvimos que ponernos ya la sudadera, y allí estuvimos tomando una cerveza mientras hacíamos tiempo.
DOMINGO 21
Sobre las 00:45 horas nos pusimos en marcha hacia Santiago de las Villas, 1100 m, donde llegamos poco después. Aparcamos la furgoneta al final del pueblo y antes de comenzar la marcha fuimos a reconocer el camino de salida. De regreso nos encontramos con dos lugareños que nos confirmaron la ruta a seguir. Al lado de la fuente “La Senara” nos hicimos una foto y a la 1:20 horas emprendimos la marcha. Aunque de día volvimos por el mismo valle, voy a redactar la parte nocturna según lo vimos por la noche sin añadir detalles que luego se nos mostraron.
Al poco de salir del pueblo vimos por encima de nosotros varias máquinas en un descampado. No tardando llegamos a un puente sobre el río Torre pasando a la margen contraria quedando ahora éste a la izquierda. Por la derecha teníamos una pared rocosa que desapareció al poco rato. Atravesamos luego una arboleda y el río se nos puso al lado y a nivel. En el camino encontramos varios tramos embarrados que sorteamos como pudimos. Más adelante estuve intentado sacar una foto de un peñasco iluminándolo con las linternas y con la exposición larga, pero no salía nada.
Al otro lado del río vimos una acequia que partía de una pequeña presa hecha con tierra en el cauce. Un puente de tablas daba paso a la margen contraria pero la ruta no. Al lado del camino encontramos árboles con bonitas formas en sus copas algunas con flores. Atravesamos un paso canadiense para el ganado y por fin llegamos a unas cabañas que nos habían comentado abajo. Eran las 2:25 horas. Se trataba de un refugio y una gran nave ganadera a su lado. En el primero había una mesa con bancos y una chimenea con varias velas encima. Allí estuvimos diez minutos aprovechando lo cálido que estaba dentro.
De regreso al camino atravesamos uno de los varios pasos estrechos entre rocas del valle. Tras el mismo entramos en otra zona boscosa que nos condujo al segundo desfiladero, aunque no es muy apropiada la palabra ya que se trataba de un acceso entre dos paredes que se alargaban por los laterales perpendiculares al camino. Aquí nos encontramos con que el río abnegaba parte del mismo y había que sortearlo pisando la gran cantidad de piedras que lo recubría. A la derecha vimos otra cabaña, ésta bastante derruida. Entramos una vez más entre arboleda y no tardando llegamos a un cruce del río sin puente alguno. Cómo el caudal no era significativo lo pudimos pasar bien llegando a otro refugio muy pequeño y en el que vimos volar un murciélago. Tras él estaban los restos de un chozo conoidal de troncos de madera.
Dejamos este lugar y continuamos por el camino que ahora apenas era visible. Aquí fue donde comenzamos a dudar un poco si nos habríamos equivocado en algún punto ya que incluso no veíamos ni oíamos el río. Luego parece que volvió el camino a verse claro y nos animó un poco. Pasamos entre matorral alto y ya fuera de él me pareció ver una luz en la ladera. Enseguida comprobamos que se trataba de algún animal que nos observaba y le brillaban los ojos al iluminarle. No supimos que podía ser, pero estuvo al acecho un buen rato hasta dejarlo atrás.
Algo que nos hizo confiar del buen camino fue encontrarnos una señal de coto al lado del mismo. Luego por fin vimos de nuevo el arroyo y tuvimos que atravesarlo. El tramo siguiente de nuevo estaba poco definido y algunas veces era la intuición lo que nos guiaba. Así llegamos a otro cruce del arroyo tras el cual se veía una fuerte pendiente. En la ladera vimos una plantación de árboles con sus respectivos tubos plásticos protectores. El camino subía excavado en el terreno casi un metro haciendo canal por el que corrían algunos regatos de agua. A las 4:12 horas salimos a una ancha pista.
Por ella nos encaminamos hacia la izquierda siguiendo la dirección del valle. Si no me equivocaba poco más adelante tenía que haber una fuente con pilón y efectivamente, en cinco minutos llegamos a ella. Echando la vista atrás vimos algunas luces de pueblos alejados. Más adelante pasamos una alambrada para el ganado y por fin, a las 4:45 horas, alcanzamos el collado del Fito, 1672 m.
Según los cálculos hechos, no íbamos muy bien de tiempo para ver amanecer arriba. A mí se me había quedado que en Peña Corada hace dos años el sol había salido sobre las seis y por eso creía que no nos daría tiempo. Además ya veíamos cómo el cielo iba aclarándose por el Este tras Los Llamargones.
Emprendimos la subida por la ladera directamente sin darnos cuenta que el camino seguía con esa dirección. Esta parte de la ruta la tengo poco clara y la resumiré. Por aquella parte han hecho varias pistas para repoblar, por lo que cogimos algunos tramos de ellas, otros los hicimos por cortafuegos y alguno más por la misma ladera en la que nos encontramos con el terreno movido para las plantas teniendo que sortear los huecos, terrones, arbustos, etc. Al menos sabíamos que no íbamos mal encaminados hacia arriba siempre salvo un tramo de pista que bajaba y que abandonamos enseguida.
Por fin nos encontramos con los típicos pedreros de esta cumbre y nos animó un poco más. Por ellos subimos más cómodos evitando las zonas de matojos. De esa forma alcanzamos la cresta viendo por primera vez la línea del horizonte ya rojiza. Vimos varios de los huecos de trincheras que hay en esta zona y descubrí que estaba totalmente desorientado respecto a la zona por la que habíamos subido. Mientras que estábamos creídos que subíamos por la falda Oeste, lo estábamos haciendo por el Norte. Sabíamos que la cumbre estaba en el punto más occidental del macizo, por lo que nos encaminamos hacia nuestra izquierda. En pocos minutos divisamos el punto geodésico llegando a él cuando eran las 5:37 horas. La altitud de Los Llamargones es de 1905 m.
El viento frío era intenso y nos tuvimos que abrigar aún más. Yo iba empapado de sudor y aún con la sudadera y la cazadora me quedaba helado. Prefería tener puesta la mochila que me hacía de cortavientos. Tengo que tener en cuenta meter otro polo en ella para cambiarme en estas ocasiones. Nos metimos un poco a la abrigada mientras el horizonte se aclaraba cada vez más. En la lejanía, al Sur, veíamos el mosaico de luces de León así como de varios pueblos más. Hacia el Oeste se veían cinco luces parpadeantes muy luminosas y no supimos que podía ser. Nos acercamos un poco al borde sur desde donde pudimos ver parte del valle por el que habíamos subido así como la collada y la ladera.
Antes de que amaneciera nos sacamos una foto en la cumbre con el banderín del club. Poco a poco iban perfilándose las siluetas de Peña Ubiña, Tres Marías, Brañilín, Brañacaballo, Fontún, etc. También veíamos muy clara la pirámide del Espigüete. Desde que llegamos a la cumbre hasta que salió el sol a las 6:46 horas saqué 52 fotos. Impresionante era el contraluz de la cumbre con el anaranjado cielo del amanecer. Además, cómo en la cima hay tres monolitos de piedras amontonadas, la silueta de ellas sobre dicho fondo quedó espectacular. Después de salir el sol tampoco era despreciable el paisaje. La cumbre iluminada por el tono rojizo me dio pie a sacar varias instantáneas más, algunas con nosotros. Según fue subiendo el sol se fue iluminando La Vega del Palomar al Oeste de la cumbre. Por encima de ella, algo más bajo que éste, se encuentra el pico Feliciano, al que algunos subieron la vez anterior. En esta ocasión también nosotros teníamos la intención de ir hasta él. En un bote dejamos nuestra tarjeta de cumbres recogiendo otra de un grupo de Asturias.
A las 7:15 horas emprendimos el descenso hacia el Noroeste también por una ladera de canchales y matojos bajos, hacia la collada de Llamargones, 1776 m. Desde este punto hasta el Feliciano se suben y bajan varios picachos intermedios por los que transcurre una alambrada. El sol ya comenzaba a pegar fuerte y de momento se agradecía. En el fondo de la vega vimos una lagunilla y un corral donde nos pareció ver una persona. Con el zoom de la cámara comprobamos que era un plástico colgado de la cerca.
Poco a poco fuimos dejando atrás estas pequeñas cimas, unas cresteándolas y otras bordeándolas, hasta llegar a la última pendiente. No era ni muy pronunciada ni muy larga, por lo que subimos cómodamente. Subiendo el último tramo me dio la impresión de que al norte podía haber una caída impresionante, por el aspecto de las rocas. Cuando llegué arriba comprobé que era todo lo contrario, una ladera de escasa pendiente.
A las 8:45 horas alcanzábamos esta segunda cumbre de la mañana, el Feliciano con 1822 metros de altitud. En la misma había un buzón con una placa debajo en memoria de un montañero llamado también Feliciano. Aparte de las cumbres divisadas desde Los Llamargones, ahora teníamos una bella vista del valle de Arbás con Las Tres Marías. También podíamos ver parte de la ruta de Los Puertos de Verano bajo nosotros al Este.
Sin más nos dispusimos a desayunar. Yo decidí calentar un poco los batidos y para ello me dejó Álvaro un vaso metálico y utilicé unas pastillas de fuego que llevaba en la mochila desde hace años. Lo cierto es que apetecía algo caliente y eso que el sol ya nos había templado bastante. Pues bien, cuando quise sacar una foto no encontré el trípode por ningún sitio. Deshice la mochila completamente y no apareció. La última foto que había sacado de los dos había sido en un picacho que pasamos y no estaba seguro si lo había utilizado o no.
Decidimos dejarlo todo allí y bajar siguiendo el trayecto realizado en su busca. Atentos al terreno fuimos desandando la ruta hasta llegar al lugar donde había sacado dicha foto comprobando que no estaba allí. Además, donde coloqué la cámara había unas piedras pequeñas, lo cual me hizo suponer que no había usado el trípode. También viendo la foto salían unas ramas que con él no lo habrían hecho. Lo más probable es que me hubiese quedado en Los Llamargones, salvo que se me saliese del bolso de la cazadora. Sin más retrocedimos otra vez subiendo de nuevo la cumbre. Habíamos tardado casi 45 minutos.
De regreso en la cima nos sacamos unas fotos y dejamos nuestra tarjeta. De allí recogimos otra del mismo grupo asturiano, pero de otros componentes y diferente día. A las 11:25 horas emprendimos el descenso directamente hacia la Vega del Palomar. Decidimos que era buena hora para hacer una llamada a Roberto y darle un poco de envidia. Antes de nada le dijimos que fuese llamando al 112, que no sabíamos donde estábamos. Nos habíamos despistado por la noche y estábamos perdidos en medio de la nada. No coló.
Bajando la ladera nos fuimos desviando hacia el norte y nos acercamos a una caída sobre el valle de Meleros por el que hicimos una ruta en diciembre pasado. Campo a través llegamos al camino que atraviesa la vega, que se encuentra a unos 1650 metros de altitud en su parte baja y que sube hacia la collada Oeste de Los Llamargones. Pasamos al lado del corral que veíamos desde la cima y algo más alejado vimos un pilón.
Camino de la collada subimos suavemente alcanzando la misma a las 12:25 horas. Su altitud es de 1762 metros y da paso al valle de Pernaliega que baja al encuentro de los Calderones del Diablo. Desde allí tampoco es difícil subir a Los Llamargones. Sí hubiésemos sabido de fijo que el trípode estaba allí lo hubiésemos hecho. Álvaro estaba más dispuesto que yo. Nos tumbamos un rato a descansar en la pradera con la bella vista de la vega de fondo. De la collada al Oeste subía la ladera hacia el Alto del Palomar. Como dato curioso apunto que estábamos casi a la misma altura que el pico Santiago al que íbamos, 1792 m, pero teníamos que bajar 100 metros a la collada del Fito. Cómo ya apunté al comienzo, sólo Los Llamargones estaban en el plan inicial, las otras dos ascensiones las habíamos añadido sobre la marcha.
A las 12:45 horas retomamos la marcha por una pista ancha que nacía allí mismo y que bordeaba la cumbre bajando suavemente hacia el collado del Fito. Poco a poco fuimos viendo totalmente el valle de Pernaliega por el que suben varias pistas. Al lado del camino vimos una curiosa formación rocosa que semejaba la figura de un hombre sentado. Antes de llegar al collado dejamos atrás varios desvíos de la pista por los que habíamos subido por la noche. Sinceramente no supimos decir cual de ellos era el que habíamos tomado. Sólo aproximadamente calculamos por qué zona lo habíamos hecho.
A las 13:00 horas alcanzamos el collado del Fito, 1672 m, cerrando un circuito circular que comenzamos a las 4:45 horas de la mañana. En este collado nos encontramos con un montañero que subía desde Piedrasecha y que formaba parte de un grupo coruñés que hacían una ruta por la zona. Con él charlamos un rato antes de proseguir nuestra marcha ahora subiendo al sur por un camino entre plantaciones recientes. En este tramo se cumplieron las doce horas de marcha.
En una hondonada vimos un gran rebaño de vacas pastando. Poco después llegamos a otro collado que daba paso al valle de Cuevas de Viñayo. Estábamos entre el pico Santiago al Este y Peña La Rueda al Oeste. Por la loma sur del primero comenzamos a subir suavemente casi sin desnivel. El terreno era pedregoso y el calor irradiaba de él. En el valle de Cuevas vimos una manada de caballos. Llegamos luego a una collada desde la que vimos la cabecera del valle de Torre bajo nosotros. En ella distinguimos el enlace del camino con la pista ancha.
Nos quedaba ahora la última pendiente a la cima. Hacia el valle caían los riscos bastante verticales. De hecho Álvaro se metió y tuvo que retroceder unos metros porque no tenía salida. Por la parte alta no había dificultad alguna y solo el calor era el enemigo. El paisaje se fue haciendo más amplio y vimos la caseta en el Altico.
A las 13:55 horas alcanzamos esta singular cumbre en forma de gran explanada y sin ninguna señal a la vista. Nos acercamos hasta un montón de piedras más destacado en el que tampoco había nada en particular. Como ya apunté, la altitud de esta cima es de 1793 metros tratándose de una importante atalaya sobre la llanura sur ya que no tiene ninguna cumbre delante. La calima impedía ver con claridad esta meseta de varios kilómetros. En esta cumbre también existen restos de trincheras de piedras de la guerra civil. Varios metros por debajo transcurría el camino por el que habíamos subido por la noche. En la parte contraria la sierra se dividía en dos en el alto de la Miezca o Roberto. Por un lado sube hacia el Fontañán y otro ramal es el que divide el valle de Torre de Santiago de las Villas del San Martín de Olleros de Alba.
Con un calor sofocante nos acomodamos para comer sentados en unas rocas. Luego preparamos un poco mejor el monolito para dejar allí nuestra tarjeta. Colocamos un palo vertical para hacerlo más visible y nos hicimos unas fotos. Antes de emprender el descenso estudiamos la fiabilidad de hacerlo por el sur. La pendiente era muy fuerte, pero no se veían cortes peligrosos. Había que procurar no meterse en unas zonas de robles y matojo alto que había en esta parte.
A las 15:00 horas comenzamos el descenso por dicha ladera sur. En ella nos encontramos con varias zonas donde las piedras eran lajas afiladas que parecían clavadas a propósito en el terreno. De caer sobre ellas el corte podía ser serio. Llegamos a sí al linde del bosque que rodeamos por la izquierda metiéndonos aún algún tramo en él. Según íbamos perdiendo altura corría menos aire y el calor era sofocante. En la parte baja encontramos numerosos pedreros en los que las placas de piedra se deslizaban al pisarlas con el peligro constante de caídas. A pocos metros ya del camino encontramos una gran roca que daba sombra y nos detuvimos unos minutos.
Una hora después de comenzar el descenso llegamos por fin al camino del valle. Allí el arroyo apenas era visible y aplazamos el remojón que íbamos pensando en darnos. Aún nos quedaba algo de agua ya que previniendo habíamos llevado bastante liquido entre refrescos, zumos y batidos. Ahora cerrábamos otro pequeño circulo en la ruta al salir a este camino por el que habíamos subido de noche. En él distinguimos algunos detalles como las raíces que lo atravesaban en un tramo del mismo o el desfiladero con algo más de longitud que los posteriores. El camino serpenteaba siguiendo la orografía del valle donde roca y verde se confundían en las laderas. El arroyo se había ocultado en este tramo sin posibilidad de darnos el esperado remojón. Llegamos así a la caseta con el chozo derruido tras ella. Nos sorprendió un poco para mal ya que pensábamos que quedaba ya por encima del punto donde nos habíamos incorporado al valle. Sabíamos que hasta allí habíamos tardado bastante por la noche. La pradera y el bosque cercano formaban una bonita postal con las rocas. Aprovechamos la sombra de unos arbustos para detenernos unos minutos. Eran las 16:20 horas.
Retomamos la marcha pasando el arroyo que volvía a aparecer ahora. El siguiente tramo lo hicimos entre matorral alto que nos daba algo de sombra de vez en cuando. Vimos varios helechos a la vera del arroyo en el que por fin encontramos un lugar donde refrescarnos. Nos acercamos a él y zambullimos las viseras que colocamos sobre las cabezas ardientes. Realmente fue un cambio espectacular de ánimos tras este momento.
Sin más retrasos continuamos caminando por el camino paralelo al arroyo llegando poco después donde éste y el camino era uno solo. Se trataba del tramo entre paredes con pliegues retorcidos donde habíamos pasado por las piedras. O era nuestra imaginación, o ahora bajaba menos agua. El sol también había secado mucho las piedras y aumentaba esa impresión.
Dejando ese tramo atrás se abrió un poco el valle habiendo más verde a continuación. Por fin divisamos el estrecho tras el cual vimos la cabaña y la nave ganadera. Aprovechando otra cercanía del arroyo metimos a remojar las gorras de nuevo. A las 17:10 horas dejamos atrás estos edificios sin acercarnos a ellos. Enseguida atravesamos el paso canadiense del ganado y la última angostura del desfiladero. Tras ella vimos el puente de madera y la presa de la acequia. No lejos estaban las rocas a las que quise fotografiar con la exposición larga.
Ahora el camino subía durante un tramo y nos acordamos de cuando lo pasamos de noche pensando que no nos hacía gracia perder altura después de haber ido subiendo. Desde el punto alto tuvimos una bonita vista del valle hacia ambos lados. Nos dirigíamos hacia la zona de arboleda donde el valle describía una curva de casi 360 grados bordeando el pico Sierro Calvo. El río se desvió del camino y bajaba por la derecha nuestra unos metros por debajo. El sol nos dio durante un rato por la izquierda mientras bordeábamos dicha cima.
De esa manera llegamos al puente sobre el río ya con “civilización” a la vista. Pasamos al lado del recinto con las máquinas y a las 17:45 horas entrábamos por fin en Santiago de las Villas de donde habíamos salido hacía 16:30 horas.
Allí mismo teníamos la furgoneta aparcada cerca de la fuente de la que apenas salía un pequeño chorro y de la que no me atreví a beber. Nos cambiamos el calzado y ropa sudada y un vecino nos indicó otra fuente a la entrada del pueblo. A ella nos dirigimos con ánimo de secarla. Inexplicable fue la sensación de beber aquel agua fresca en ese momento. Antes de emprender el regreso decidimos acercarnos al bar donde nos tomamos unas cervezas fresquitas.
Poco antes de las 18:30 horas nos pusimos en camino hacia León donde entramos 40 minutos después. En Villaobispo dejé a Álvaro y a las 19:20 horas terminaba yo en casa esta “aventura”.
Fue todo un acierto no suspenderla y estudiaremos lo que hacer en la de agosto a Las Puentes de Mal Paso en Molinaseca. Aquí el problema es que queda bastante más lejos.
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