XIII ENCUENTRO DE MONTAÑEROS LEONESES.
MEMORIAL “FERNANDO ALGORRI”.
1ª TRAVESÍA “CAMPOSOLILLO- PICO SUSARÓN (3ª ASCENSIÓN)- PUEBLA DE LILLO”.
24-05-09 (Domingo)
Un año más nos hemos reunido todos los clubes de León para celebrar la 13ª edición del Encuentro de Montañeros Leoneses, organizado en esa ocasión por el club Susarón y la Delegación Leonesa de Montañismo. Haciendo honor a su nombre, la ruta escogida transcurría desde Camposolillo a Puebla de Lillo con la alternativa de ascender al pico Susarón que da nombre al grupo. Como ediciones anteriores, el número de participantes ronda los 300, viniendo autocares y microbuses de toda la provincia.
Guzmán era uno de los puntos de salida en el que varios componentes de nuestro club emprendimos el viaje a las 8:30 horas. Hasta allí me había acercado con la furgoneta tras recoger a Mª Jesús. De nuestro grupo fuimos un total de trece socios que enumero: Adelino, Álvaro, Antonio, Elvira, Juan, Toñi, Mª Jesús, Merce, Miguel Ángel, Nati, Piedad, Roberto y yo.
Tras recoger a los socios de Sahagún en Puente Villarente, nos dirigimos hacia Boñar y luego bordeamos el pantano del Porma hasta llegar a su final donde terminamos el viaje sobre las 10:00 horas. Al comienzo de la carretera que entra hacia Camposolillo, 1103 m, pueblo deshabitado y en parte abnegado por el pantano, aparcaron los autocares y nos preparamos para la ruta. El GREIM, que suele colaborar en esos eventos, velaba por la señalización del tráfico y está atento a cualquier incidente que pueda ocurrir durante el resto de la marcha.
Tras sacarnos una foto de grupo emprendimos la marcha sobre las 10:15 horas. Por la estrecha carretera nos encaminamos hacia dicho pueblo distante aproximadamente 1 Km. Antes del mismo vimos unas naves ganaderas y corrales. Entre prados transcurre esta carretera rectilínea que en pocos minutos nos metió en Camposolillo. Era impresionante ver parte del pueblo medio inundado por el embalse con plena capacidad. Por la derecha se pueden ver las viviendas a las que no les llega el agua así como la iglesia derruida de la que solo queda en pie la torre y parte de los muros. En la misma vimos un nido de cigüeñas con un ejemplar en él. Dejamos atrás este lugar siguiendo el “PR-LE 15 Embalse del Porma” disfrutando de una bella vista del mismo con las praderías y cumbres a su vera. Poco a poco cambiamos de dirección bordeando el Susarón por el sur. Desde allí tuvimos una amplia panorámica de dicha peña con sus canales. Por el camino transcurría la hilera multicolor de los participantes. En los prados vimos ganado pastando y unos corrales.
El camino serpenteaba siguiendo la orografía del terreno cambiando de continuo la dirección hasta estabilizarse poco a poco hacia el norte. Enseguida nos colocamos paralelos al arroyo Barbadillo estrechándose el valle. En las laderas se veían multitud de escobas con las flores amarillas típicas de la primavera. También los espinos estaban cargados con sus flores blancas. Encontramos trechos embarrados que sorteamos como mejor pudimos. Aprovechando una estrechez de rocas habían colocado una barrera para el ganado. En lo alto de la loma, frente a nosotros, se veía destacando una silueta que a mí me parecía un árbol y a Mª Jesús una caseta. Con el zoom de la cámara salimos de dudas teniendo ella razón, era una caseta de vigilancia forestal elevada sobre una estructura.
Así llegamos al final de la parte baja del valle donde se concentraba numeroso personal tomando un tentempié. Eran las 11:40 horas. Hasta allí llevábamos según la ruta casi 6 Km. Ahora tocaba comenzar lo más empinado por una vereda que serpenteaba por la loma derecha del valle hasta situarnos en pocos minutos en la Majada Cimera, punto desde el cual se veía la cumbre del Susarón tras otra loma cercana. Desde este collado seguía el sendero entre algo de matorral subiendo hasta otro alto-llano desde donde se veía la loma por la que subía la hilera de senderistas camino de la collada de Barbadillo. Dejamos atrás un pequeño tejo de copa muy simétrica y no tardamos en alcanzar un sendero más ancho que subía mucho más suave hacia la collada. En esos momentos caían algunas gotas de lluvia.
Atravesamos enseguida un pequeño bosque de robles y a las 12:30 horas, tras 7 Km. recorridos, llegamos a la collada de Barbadillo cuya altitud es de 1468 metros. Desde allí vimos cómo varios participantes subían por la derecha hacia un cerro cercano, Los Curriellos, tras el cual se emplazaba la collada del Pradico desde la que se podía ascender a la cumbre. La ruta sin embargo continuaba bordeando este cerro por el norte evitando la subida del mismo y la bajada a la collada siguiente, aunque luego comprobamos que hubiese sido mejor subirlo ya que el descenso posterior era menor que el que se hacía por la ruta, siempre que la opción fuese subir al Susarón y no hacer solo la travesía.
Nos encaminamos por la ruta señalada entrando enseguida en un bonito bosque de hayas reluciente con los rayos de sol. No fue mucho el trayecto por el mismo y salimos a un ancho camino que era el punto de inflexión entre las dos opciones, ruta o ascensión. Por un lado el camino bajaba por el valle hacia el encuentro con la pista de la ruta de La Cervatina que parte de Puebla de Lillo. Hacia el lado contrario se subía suavemente con dirección a la collada del Pradico llegando poco después a una fuente con pilón cerca de la cual se concentraban varios participantes. Eran las 13:00 horas en esos momentos.
Numeroso personal ascendía por la loma del Susarón para el cual nos quedaban unos 500 metros de desnivel. Por esa misma parte ascendimos hace tres años nosotros a dicha cumbre. Tras cargar agua en la cantimplora emprendimos la subida siguiendo más o menos el sendero. Éste se dirigía hacia la collada, pero cada uno fuimos cogiéndolo por donde mejor nos parecía. Hasta allí íbamos juntos Álvaro, Roberto, Adelino, Mª Jesús y yo. La pendiente se las traía y había que zigzaguear de continuo. Con todo ello, el punto común era alcanzar la cresta del Noroeste por la que se veía la hilera de personas subiendo y algunos ya bajando. La vista era cada vez más amplia y bonita. Las nubes se alternaban con los claros dejando escapar algunas gotas de lluvia de vez en cuando.
A las 13:30 horas alcancé la cresta desde la cual se tiene ya una bella panorámica de Puebla de Lillo y Cofiñal. De fondo emergían las cumbres de la Rapaona y aledañas por las que anduvimos hace poco más de un mes así como la zona de Tronisco a primeros de año. También destacaban las cumbres del Mampodre y las de San Isidro.
El tramo que quedaba era un poco menos duro, pero no menos largo. El sendero sigue la misma cresta sorteando las rocas grandes. Nos cruzamos con varios participantes que ya descendían y alcanzamos a Toñi y Merche que no sabían si continuar o no. Poco a poco fui avanzando y por fin alcancé la cumbre a las 14:20 horas. En la misma se reunía numeroso personal comiendo y disfrutando del amplísimo paisaje que se nos ofrecía. Por allí andaban Mateo y también Luis y Marisa así como alguno socio más de nuestro club. Aprovecho para apuntar que también había visto por la ruta a Constantino, José Fernández, Antelmo, que era parte de la organización, así como a algunos clientes del supermercado que no sabía que también hiciesen montaña.
Nos acomodamos para comer tranquilamente viendo cómo por el Norte se metía la niebla cubriendo ya toda la zona de San Isidro. No voy a enumerar las cumbres que desde allí se veían porque me dejaría unas cuantas. La vista del pantano bajo nosotros era espectacular, así como los varios pueblos contemplados, entre ellos Solle, el de Álvaro. La altitud de esta cumbre es de 1878 metros y según la ruta llevábamos 9,800 Km recorridos.
Nos sacamos una foto de grupo en torno al hito y dejamos una tarjeta en el buzón recientemente colocado por el club Susarón. Casi los últimos comenzamos a bajar a las 15:30 horas. Siguiendo la misma senda fuimos perdiendo altura mientras llovió de nuevo un rato. Por la cumbre vimos pasar algunas nieblas que la tapaban temporalmente. Algo más de media hora tardamos en alcanzar la zona de la fuente donde apenas quedaba ya personal. Nos sacamos una foto con la cumbre de fondo y emprendimos el descenso por una vaguada más directa al camino del valle, por la que habíamos ascendido nosotros la última vez.
Por detrás sólo quedaban dos personas a las que iba esperando unos de los organizadores. Por la estrecha vaguada íbamos perdiendo altura ya con el camino de La Cervatina a la vista y Puebla de Lillo al fondo. Al llegar a unas praderías, en las que había una cuadra de ganado, nos detuvimos Antonio y yo junto con el organizador y otro joven compañero de uno de los que venía detrás a esperar por ellos. A mí me parecía conocido este chico y resultó ser también un cliente del supermercado donde estoy. También él cayó en la cuenta al comentárselo.
Escasos metros nos separaban del ancho camino que enseguida enlazó con el de ruta de La Cervatina, hecha por nosotros el pasado año. Una vez más llovió durante unos minutos camino del pueblo. Atravesamos un paso canadiense para el ganado y dejamos atrás un cartel indicador de la ruta mencionada. A las 17:20 horas entrábamos en Puebla de Lillo atravesando todo el pueblo para salir de nuevo por la ruta de la Cervatina en el tramo contrario. Paralelos al río Silván caminamos casi otro kilómetro hasta la zona del polígono industrial donde estaban los autocares y el que se celebraría la fiesta. En un prado vimos dos bonitas yeguas blancas con sendos potros marrones, lo cual nos llamó la atención. A las 17:30 horas, tras 16 Km recorridos, terminamos la ruta en dicho paraje industrial de Puebla de Lillo, 1200 m.
Sin más dilaciones me cambié y nos sacamos una foto delante del autocar. La cumbre del Susarón estaba totalmente cerrada de nieblas cada vez más bajas. Nos acercamos al recinto cubierto donde ya se reunía la mayor parte de los participantes. Un pinchadiscos ponía música variada con la que ya bailaba el gentío. No tardando se fue formando la fila para recoger el refrigerio que nos daban, esta vez individual. En un plato venía embutido, pan, un bollo preñao y pastas acompañado luego por vino o refresco. Fuimos de los primeros en recogerlo y “pillamos” buen sitio para sentarnos cómodamente.
Tras dar tiempo a degustar este pincho se procedió a entregar la placa conmemorativa al club Susarón por la organización del evento. Como es tradición, ésta es entregada por un representante del próximo organizador, en este caso La Sección de Montaña de la Casa de Asturias en León. Luego se hizo entrega a cada club de un lote de libros sobre León y seguidamente a cada participante de otro libro, que por cierto no sé que hice con él, y de un sombrero con referencia al encuentro celebrado. Con él nos sacamos una foto de grupo luego. En esos momentos descargaba una fuerte tormenta de agua y granizo en el exterior anulando la vista del paisaje casi totalmente.
La gente se fue animando y comenzó, o mas bien comenzamos, a bailar al ritmo de la música festiva que pinchaba el Dj Jorge. Con la cámara dejé constancia de todo ello en fotos y videos. Realmente pasamos un estupendo rato festivo como colofón a este tradicional evento anual.
A las 19:30 horas, y aún descargando el aguacero, corrimos hacia los autocares cercanos al recinto. En ellos emprendimos el regreso minutos después. Ahora el pico estaba despejado de nieblas y saqué alguna foto, pero quedó borrosa por el agua de la ventanilla. Sin novedades fuimos bordeando el pantano mientras Buzzi nos dirigía unas palabras enfocado por una cámara que le proyectaba en los monitores interiores. Otra cámara recogió la imagen delantera de la carretera el resto del trayecto como a la ida.
Con ese panorama hicimos el viaje hasta Puente Villarente donde nos despedimos de los compañeros de Sahagún antes de continuar hacia la capital. Poco antes de las 21:00 horas llegamos a Guzmán donde continuaba lloviendo con ímpetu. Nos despedimos mutuamente y en la furgoneta acerqué a Mª Jesús a casa antes de llegar yo a la mía minutos después.
Un año más celebramos esta memorable actividad que intenta reunir a la mayor parte de montañeros de León y provincia en una jornada de convivencia y de recuerdo al que fuera su fundador Fernando Algorri. Particularmente tengo que destacar en esta ocasión el perfecto cálculo de tiempos que permitió disfrutar sin correr de toda la ruta, corta o larga, cosa que pocas veces ocurre. Un diez.
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