lunes, 29 de octubre de 2007

IV ENCUENTRO "CUMBRES DE LEÓN" "PEÑA TERRIONDA" Y "PEÑA JOYA" (Reyero) - 28-10-07

 


IV ENCUENTRO “CUMBRES DE LEÓN”.

1ª ASCENSIÓN A “PEÑA TERRIONDA” Y “PEÑA JOYA”. (REYERO).

28-10-07                (Domingo)

Por cuarto año consecutivo hemos celebrado el que se va consolidando como Encuentro “Cumbres de León”, una actividad que pretende reunir a la mayor parte de los socios del club para compartir una jornada en la que se conjunta la parte montañera con otra gastronómica. En esta ocasión hemos elegido la misma zona que el pasado año variando la ruta en sí. Se trataba de recorrer una pequeña parte del conocido Camino de los Frailes, una antigua ruta por la que los religiosos de los conventos de la meseta iban a los pastos que tenían en la montaña leonesa.
Días antes de la misma acordamos la comida en el bar de Pallide, cercano a Reyero donde comenzaba y finalizaba la ruta. Poco a poco se fueron inscribiendo los participantes hasta llegar a un total de once, de los cuales tres no eran socios del club. El nombre de los mismos era: Juan, Luis, Ramón, Corín, José Antonio, José Luis, Álvaro y yo por parte del club, mas luego Marisa y Luis Miguel, amigos de Luis y Tomás, por parte de Corín y Ramón.
A las ocho de la mañana, del horario recién cambiado, nos reunimos parte de nosotros en Guzmán. En Villaobispo esperaba otra parte de los componentes y en los coches de Ramón, José Luis y Luis emprendimos la marcha por la carretera de Santander hacia Boñar donde recogieron a Tomás. Ya en el desvío a Reyero se nos unió Álvaro, que estaba en el pueblo, Solle.
Poco después de las 9:00 horas llegamos a Reyero, (1154 m), aparcando los coches en la plaza de la iglesia. Nos preparamos para la marcha que comenzamos tras sacar una foto de grupo con la iglesia de fondo. A las 9:25 horas salimos del pueblo por un camino hacia el Este por el que apenas recorrimos unos metros antes de abandonarlo hacia la ladera por encima de unos corrales con ganado. En las sombrías el terreno estaba duro y blanquecino por la fuerte helada caída. El sol, que había salido una hora antes que otros días, ya nos daba de lleno aunque con poca fuerza aún.
Echando la vista atrás tuvimos una amplia y bonita vista de Reyero con la luz del amanecer. Los altos y delgados chopos que lo rodean y las cumbres que ya se iban viendo al fondo formaban un conjunto de postal. La pendiente no era muy pronunciada de momento y se llevaba bien la marcha, aunque algunos más rápido que otros. Algo más arriba nos metimos entre una zona de matorral alto y bosque de roble. El sendero se difuminaba en algunos trechos, pero no había pérdida alguna. Durante un tramo transcurrió a la vera de una alambrada. Por delante ya veíamos la mole de Peña Terrionda.
No tardando nos encontramos con una vaguada que tuvimos que atravesar hacia la parte contraria entre tojos y matorral bajo. Por esta ladera nos volvió a dar el sol de pleno comenzando a sobrar la ropa. La pendiente se hizo un poco más pronunciada hasta alcanzar una pista que pasaba por la falda del pico. Aquí nos disgregamos un poco más, ya que algunos lo habían hecho mucho antes. Mientras que unos optaron por continuar por la pista hacia la collada de Los Riberos, Álvaro y yo decidimos que era mejor comenzar a subir por la ladera más suavemente hacia la cumbre. Por la pista se subía muy poco hasta el collado pero luego se inclinaba de forma encarecida.
Los dos solos nos metimos, como digo, en la falda de Peña Terrionda pasando un tramo de tojos molestos antes de alcanzar la zona rocosa por la que se sube más cómodamente. Por detrás de la collada de Los Riberos comenzó a asomar la cumbre de Peñas Pintas. En esos momentos pasaban por la misma un par de vacas componiendo a contraluz una bella postal. En la cumbre ya estaban los primeros que se habían adelantado: José Luis, Ramón, Corín y Tomás. Al resto les veíamos subir collada arriba. A las 10:50 horas alcanzamos Álvaro y yo la cumbre de Peña Terrionda con 1611 metros de altitud. Unos diez minutos después lo hicieron los que subían por la collada.
La vista desde allí era espectacular. Por nombrar solo algunas cumbres apuntaré las de Las Pintas, Moro, Peña Corada, Valdorria, Correcillas, Bodón de Lugueros, Brañacaballo, Torres, Susarón, Peña San Pedro, La Polinosa en el Mampodre, Corral de los Diablos, al que el año pasado en esta actividad nos impidió ascender la climatología, Picos de Europa y allí al lado peña Joya entre otras muchas más. En el valle del que subíamos se encontraban los pueblos de Reyero, Pallide, Viego y Primajas. También veíamos parte del pantano del Porma del que se había disipado la niebla que encontramos durante el viaje. Entre un montón de piedras había un bote con tarjeta que recogimos antes de dejar la nuestra y nos sacamos también una foto de grupo en la cumbre.
A las 11:10 horas emprendimos el paso hacia Peña Joya, para la que nos quedaba un trecho mas o menos considerable. Al poco de comenzar a bajar por la parte contraria vimos bajo Peñas Pintas el pueblo de Ciguera. En el primer collado entre las dos peñas encontramos matorral alto entre el que iba la senda bien marcada. Por la ladera de lo que pensábamos era Peña Joya subían ya algunos compañeros y vimos bajar a dos personas con las que luego conversamos ya que además conocían a Álvaro. Eran cazadores como los que luego encontraríamos más.
Comenzamos a subir aquella loma con la creencia de que era el pico, encontrándonos arriba con que no solo no lo era, si no que aún nos quedaba otra ladera buena y lo peor, bajar unos cuantos metros de otro collado. Cerca de la cumbre ya estaba ahora el resto. Nosotros comenzamos a descender de nuevo entre escobas atravesando luego una zona pedregosa en la parte más baja. La ladera no era muy pendiente y se subía bastante bien. En la parte alta encontramos una mancha verde de tojos que bordeamos antes de alcanzar la cima de Peña Joya a las 12:05 horas.
Bajo esta cumbre de 1687 metros por la parte nordeste se encuentra Lois, cuya enorme iglesia, conocida como la Catedral de La Montaña, se veía a simple vista. Por encima de éste se veía un bonito hayedo donde el otoño ya había hecho efecto dándole un colorido espectacular. Como para algunos todavía era poco lo realizado, querían ir hasta el Corral de los Diablos. Sacamos una foto de grupo y dejamos nuestra tarjeta tras recoger otra del mismo grupo que la anterior, el de Vetusta. Les dejé bien claro que hicieran lo que hicieran, tenían que estar abajo como muy tarde a las 15:30 horas ya que la comida estaba prevista a mas tardar a las cuatro. Salvo Luis, Marisa, Juan, Álvaro y yo, el resto se encaminó hacia esta cumbre para la que sí que distaban unos cuantos metros y desniveles. Nosotros decidimos estar un rato más allí disfrutando del paisaje y del día casi veraniego que teníamos.

A la una de la tarde nos encaminamos hacia abajo siguiendo la ladera hacia la collada de Reyero. Nos metimos entre altas escobas viendo luego que se iba mejor al lado de una alambrada de espinos donde también había que tener cuidado con algunas alambres sueltas por el suelo. Iba yo delante cuando de pronto vi a pocos metros un par de rebecos que salieron escopetados al verme. Aún me dio tiempo para grabar la huida con la cámara.
Poco por debajo de la collada de Reyero, 1530 metros, pasa un camino señalizado como “PR LE 18” Collada de Lois. Este camino sube desde el pueblo hacia otra collada, la de Linares dando luego paso a Solle tras otro valle en medio. Nosotros subimos por él hacia esta segunda collada de 1565 metros de altitud, a la cual llegamos cuando eran las 13:40 horas. Allí abandonamos el camino para coger una senda por el mismo alto de la loma en la que encontramos de nuevo algún cazador y escuchamos numerosos disparos en otras lomas cercanas. En ese momento se nos unió José Luis, que había abandonado al resto a medio camino al darle la “pájara”. Ahora ya íbamos de bajada hacia Reyero, oculto por la misma colina en la que estábamos. Al otro lado del valle del arroyo Valdearriero se situaban las cimas ascendidas. Frente a nosotros venía una pareja de mediana edad que estaba dando un paseo desde el pueblo y que iban a regresar ya que los cazadores nos les daban confianza.
Algo más adelante había una serie de penachos de roca en hilera creando una curiosa formación. Nos asomamos entre dos de ellas dando vista a Pallide y al valle por el que hace años hicimos una travesía desde éste al puerto de Linares, Orones y regreso. Allí mismo en unas camperas pastaban numerosas vacas y caballos y en las que había algunos pilones de agua. Siguiendo el ancho camino que llegaba a aquellas camperas y que a partir de ahora se encontraba parcialmente cubierto de piedra blanca para evitar el embarrado del mismo, llegamos al final de la parte alta de la loma dando vista a Reyero. Vimos luego como el camino se desviaba hacia la loma derecha, con dirección a Pallide, y nos hizo dudar de su dirección correcta. Aún así no había otro y optamos por continuar por él. Todo lo más que podía pasar era que llegásemos a Pallide y tener que retroceder por la carretera a Reyero.
Por suerte no fue así y comprobamos que ya bastante abajo daba un brusco giro con dirección a Reyero, del que volvimos a tener una hermosa vista de postal con los chopos rodeándolo con las hojas amarillentas del otoño brillando al sol. Zigzagueando por este camino fuimos perdiendo altura hacia el mismo pasando un puente de madera sobre el arroyo Valdearriero pocos metros antes de entrar en el pueblo. Desde allí teníamos igualmente una amplia vista del valle hacia atrás con Peña Terrionda al fondo.
A las 15:05 horas, con el podómetro marcando 12 Km, entrábamos en Reyero por diferente calle a la de salida por la mañana. Poco después llegamos a la plaza de la iglesia donde teníamos los coches. Nos fuimos cambiando mientras hacíamos tiempo para que llegasen los demás, de los que no supimos nada hasta recibir poco después una llamada de Ramón diciendo que estaban ya entrando en el pueblo todos salvo José Antonio y Luis Miguel. Sobre las 15:40 horas llegaron éstos a la plaza pero del resto no sabían nada desde hacía un rato y por teléfono no era posible hablar con ellos. Me mosqueó esto ya que, y no quiero entrar en detalles, siempre pasa lo mismo con el mismo. Para una vez que hubiese dado tiempo de sobra para terminar la ruta bien, alguien lo estropea.
Total que, como se nos echaba el tiempo encima, marchamos en un coche algunos hacia Pallide para ir avisando en el bar de la comida. Casi las cuatro y media eran cuando aparecieron por fin todos y pudimos entrar al comedor, que apunto también, estaba decorado como el bar con numerosos relojes hechos artesanalmente y casi todos de madera con formas y tamaños diversos. Más tarde saqué alguna foto de los mismos.
El menú, elegido por mí en esta ocasión, fue; entremeses de embutido, ternera asada, postre de fruta o helado, café y chupito. El precio, 18´00 € por persona. Saboreando todo ello y charlando pasamos allí una hora y media mas o menos.
Tras una breve sobremesa y agradecer la atención y el buen menú degustado a la anfitriona del bar, nos dispusimos a emprender el regreso a León. Con el cambio de horario, la tarde ya era muy avanzada y el sol ya estaba oculto tras las cimas. Durante el trayecto fue oscureciendo y ya era noche cerrada al llegar a la capital a las 19:40 horas.
Año tras año vamos consolidando esta actividad señalada del Club Cumbres de León que pretende reunir, consiguiéndolo o no, a la mayor parte de socios del mismo una vez al año.



























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