lunes, 5 de noviembre de 2007

"CANALES ROMANOS" (Ermita Virgen del Carmen- Llamas de Cabrera) - 04-11-07

 


1ª TRAVESÍA POR “LOS CANALES ROMANOS EN LA CABRERA”.

04-11-07                (Domingo)

Por parte de José Antonio se me propuso este domingo para acercarnos hasta la zona leonesa de La Cabrera para investigar una ruta de cara al próximo año. Se trataba de estudiar el estado de varios tramos de los canales que usaban los romanos para llevar el agua hasta las Médulas y que transcurren por las laderas de algunas montañas de dicha zona. Tras proponérselo a algunos compañeros más, fue Luis el que se nos unió en esta aventura a la que íbamos sin planes muy definidos.
A las 7:00 horas nos reunimos los tres en Guzmán de donde partimos en mi furgoneta saliendo luego por la carretera de La Bañeza. Mientras iba amaneciendo fuimos avanzando kilómetros dejando atrás Santa María del Páramo, La Bañeza o Castrocontrigo. A Luis le afectó el mareo y tuvimos que detenernos en alguna ocasión en la que vomitó.
A las 9:15 horas, tras 131 Km recorridos, llegamos a Noceda de Cabrera donde hicimos la primera parada. En este pueblo pudimos ver un gran tejo milenario a la vera de la iglesia cuyo tronco mide más de cinco metros de diámetro y la altura supera los 18 metros. La iglesia es típica de la zona construida con piedra y pizarra en su totalidad. Anduvimos por sus cercanías unos minutos y de regreso fuimos “abordados” por una vecina que nos vendía nueces y miel. José Antonio sí que la cogió medio saco de ellas y un tarro de miel junto con una bolsa de pimientos. Por las calles de cemento convivían gallinas, gallos, perros y gatos de todos los tamaños. Cuando emprendimos el viaje de nuevo casi una hora más tarde comenzaba a lucir el sol en el pueblo.
Volvimos a salir a la carretera general del valle pasando poco después por Castrillo de Cabrera donde saqué una foto de la iglesia cercana a la calzada. Al llegar a Odollo nos detuvimos de nuevo y José estuvo consultando unos minutos con un vecino del pueblo por los canales romanos. Total que dimos la vuelta y nos dirigimos ahora sí hacia la Ermita de la Virgen del Valle de donde partía una ruta de estos canales.
152 km marcaba el contador de la furgoneta cuando paramos a la entrada del recinto de dicha ermita cercana a la carretera. En esta ermita se encuentra la imagen de una virgen del siglo XVII encontrada en una gruta cercana y que se procesiona el primer domingo después de Pascua. En torno al edificio crecen numerosos nogales y otros árboles de hojas ya amarillentas del otoño. Una fuente empedrada se sitúa frente a la fachada y tras el edificio se pueden ver otro par de ellos de bloques de cemento que destrozan por completo el entorno.
Un indicador nos señalaba la dirección del “Canal Romano de la Ermita de la Virgen del Valle” que partía por encima del templo. A las 10:50 horas nos pusimos en marcha sin mas equipamiento que lo puesto y la cámara de fotos por un sendero a media ladera donde vimos pastando un rebaño de ovejas. Pasamos cerca de una caseta de cemento, suponemos que de recogida de agua, y atravesamos luego un arroyo. No tardando se nos perdió la senda y bajando unos metros dimos de lleno con una alambrada por debajo de la cual se veía el antiguo canal. Tuvimos que retroceder un pequeño trecho hasta el comienzo del canal y sortear como pudimos la alambrada de rejilla para meternos de lleno en la ruta. Atravesamos zonas de bosque y otras donde la caída por la derecha era de unos cuantos metros casi en vertical. Por debajo de nosotros veíamos la carretera por la que habíamos llegado y que se mantenía paralela a la ruta siguiendo igualmente la orografía del terreno. Solo en algunos tramos se podía ver claramente los restos de que aquello había sido usado hace 2000 años como canal de agua. En ellos se veía parcialmente la caja del mismo y la armadura de piedras como base de los mismos. En algunos lugares la maleza nos cubría teniendo que pelear con ella, aunque la senda se veía claramente. En uno de esos tramos volví a hacer un “siete” al pantalón como el otro día.
La vista era amplia pudiendo contemplar los pueblos de Sigüella o Lomba en otro valle lateral de la parte contraria. Por encima y por debajo se podían ver también formaciones rocosas de aspecto bastante “viejo” con estratos en forma de losa. No en vano estábamos en una de las zonas más pizarrosas de la provincia con varias fabricas como la que enseguida vimos y al lado de la que habíamos pasado con el coche. Dejamos atrás la zona más rocosa y salimos a una ladera más o menos limpia donde del canal solo quedaba el nombre ya que era un sendero de lo más corriente.
Dejamos atrás un tendido eléctrico y llegamos a la revuelta de otra vaguada, la del arroyo Villarino, en la que se volvían a ver más claramente las armaduras de los canales. Como ya eran las 12:30 horas y lo que quedaba por ver allí no nos parecía demasiado interesante, decidimos volver.
Desandamos el camino viendo el valle desde otro punto de vista. Ya con la ermita a la vista, José Antonio y yo, que habíamos quedado por detrás, nos salimos del sendero sin darnos cuenta de que bajábamos hacia la carretera. El problema era que hacia esta caía un talud considerable. Mientras él decidió comenzar a subir hacia la senda buena, por la que veíamos a Luis, yo bajé unos metros en busca de una salida a la calzada. Al final di con ella no sin antes tener que sujetarme a las escobas para no resbalar por la gravilla y aún así tuve que dar un salto final no muy recomendable.
De la ermita me separaban unos 300 metros de suave pendiente. Antes de ella vi un alto chopo de colorido espectacular y a contraluz al que saqué una serie de fotos panorámicas hacia arriba que luego he unido quedando una bonita foto de todo él. Entré al recinto por otro sendero lateral pegado a los edificios “feos” de cemento. Recogí algunas nueces caídas y al llegar al pórtico de la ermita ya estaba Luis cascando algunas más. Eran pequeñas y muchas salían malas, por lo que no merecía la pena recoger más. Eran las 13:35 horas y el podómetro marcaba 7,900 Km. Los 6 de la ruta del canal más lo caminado por el pueblo anterior y demás.
Sin más fuimos cogiendo la comida del coche mientras llegaba José Antonio. A la poca sombra de unos árboles, y sentados en la fuente, comimos tranquilamente. Al Este, en las laderas del Cruz Mayor, oíamos a los cazadores hablar y disparar. Allí estuvimos hasta las 14:40 horas que retomamos el viaje valle arriba. A pocos metros hay un mirador con una cruz y un cartel informativo sobre el canal que habíamos recorrido.
La siguiente parada fue en Llamas de Cabrera, a 4 kilómetros de la ermita, donde llegamos sobre las tres de la tarde. Entramos al pueblo por unas calles estrechas entre balconadas de madera y tejados de pizarra que nos quedaban a nivel de ventanilla y casi rozando los espejos. A velocidad casi cero pasamos estas angostas calles hasta aparcar cerca de una casa medio derruida. En un cartel que antes habíamos visto a la entrada se indicaba la existencia de una ruta por otro canal que según las fotos estaba en bastante mejor estado que el anterior.
Unas estacas de madera con distintivo azul nos señalaban la ruta hacia el canal para el cual nos dijeron que se tardaban unos 20 minutos. Este canal, “Valle del Airoso”, tiene una longitud total de 67 Km desde el río Cabrera hasta su final en Las Medulas. El mayor de ellos tiene 82 Km con un desnivel de 360 metros y una pendiente media del 4,4 %.
A las 15:10 horas Salimos del pueblo por un camino ascendente entre enormes castaños. Unos 300 metros después, donde se encontraba otro cartel informativo, comenzamos a descender mientras nos metíamos en el valle del arroyo Valdecorrales. Por la mitad de la ladera íbamos perdiendo altura siguiendo las estacas azules y encontrándonos varios carteles donde se iba indicando un poco la historia de los canales y su construcción. Pasamos algunos tramos de bosque y otros donde los arroyos invadían el camino embarrándolo.
Así llegamos al comienzo del canal indicado con otro cartel y una estaca amarilla. En ella estaba inscrito “Canal D – 67 Km – A Las médulas 33,4 Km”. Más adelante vimos alguno donde esta última distancia se iba reduciendo. Los primeros metros no eran muy diferentas a lo andado hasta allí, pero luego cambió la cosa. Comenzamos a encontrarnos tramos en los que realmente quedaba la caja del canal intacta ya que estaba excavada en la misma roca. En algunos lugares había señales que advertían de peligro de caída ya que se estrechaba mucho la ruta al haberse desprendido parte de la estructura. A lo curioso de todo ello se unía la belleza del valle por el que transcurría y por el que veíamos otro camino en la ladera contraria.
Disfrutamos de todo ello y saqué numerosas fotos en estos tramos tan conservados antes de llegar a un punto donde finalizaba el canal como tal metiéndose el camino por un estrecho y bajo túnel de unos 5 metros de longitud que nos dio paso al valle del arroyo de la Paladina. Lo primero que notamos al pasar el túnel y también en el lado contrario, fue una bajada considerable de la temperatura. Veníamos del sol y este otro valle se encontraba totalmente en sombra casi todo el día, por su orientación NE. A pocos metros por la derecha vimos en la pared otra cavidad a la que se accedía bajando unos escalones de madera dando paso al valle del que veníamos anteriormente y justo por debajo del otro túnel. Hacia abajo no había salida pero sí se podía subir al canal por un estrecho sendero de escasos. Al parecer este segundo túnel servía de aliviadero de agua al valle.
A las 16:20 horas, tras tres Km recorridos, pasamos de nuevo al valle de La Paladina y a lo tonto comenzamos a subir ahora por un sendero paralelo al arroyo. Encontramos otra caseta de recogida de aguas y tras dejarla atrás viramos el rumbo para remontar más bruscamente por la ladera entre los dos valles. Por detrás, en la cabecera del valle, se alzaba la cumbre del Cruz Mayor, por cuya parte contraria baja el arroyo Villarino al que habíamos llegado desde la ermita de la Virgen del Valle.
Alcanzamos la parte alta de la loma en unos 15 minutos y tuvimos una bonita y amplia vista del valle de Valdecorrales con el sol del atardecer. De allí salía un camino, poco marcado en principio, por la ladera Oeste del valle a varios metros por encima del canal “D”. Nos encaminamos por él con dirección al pueblo atravesando de nuevo zonas boscosas y otras donde en la roca del suelo se veían las marcas de las ruedas de los carros que durante siglos pasaron por allí. Por lo visto en los carteles anteriores y lo explicado en ellos, bien podía tratarse también de canales superpuestos en el mismo valle. Según iban avanzando las obras en Las Médulas, iban necesitando variar la altura de los canales para llevar el agua a ellas.
Algo más adelante, y graduando la entrada de luz en la cámara de fotos, saqué varias instantáneas de contraluces realmente interesantes. En alguna de ellas parecía ser de noche y el sol la luna asomando tras las lomas. Pasamos luego más zona boscosa con el camino algo encharcado de agua y no tardando comenzamos a ver la carretera en el fondo del valle principal. Una fuerte pendiente de bajada nos llevó al camino de ida muy cerca de los enormes castaños. Escasos metros nos separaban del pueblo en el que entramos a las 17:35 horas y tras otros 7 Km recorridos.
Ya en con la furgoneta salimos de Llamas de Cabrera por sus estrechas calles donde en algunas curvas apenas si giraba la misma. Nuestro último destino era Santalavilla, 8 kilómetros valle adelante. Un cuarto de hora tardamos en llegar a este pueblo donde lo primero que vimos fueron unas cuevas con puertas de madera en las paredes rojizas al lado de la carretera. Dejamos atrás un barrio y subimos por la estrecha carretera hacia el superior donde aparcamos al lado de la iglesia. Eran las seis de la tarde.
Un indicador señalaba la dirección al Campo de las Danzas con 4 horas de duración de ruta. Caminando por las calles del pueblo comprobamos el estado ruinoso de gran parte de las antiguas viviendas del mismo. El material común de las mismas era la piedra y pizarra junto con la madera. En una gran plaza había una fuente con lavaderos. Unos jóvenes, con quien José Antonio entabló conversación, estaban levantando una casa. Luego estuvimos un buen rato conversando con unos de los pocos, si no el único, vecino permanente del pueblo. Nos comentó que las castañas eran abundantes allí y de hecho él se dedicaba a su comercio. También nos indicó la situación de un alcornocal, que fue la razón principal de entrar en dicho pueblo. Desde allí se podían ver algunos ejemplares en lo alto de una loma.
Ya eran casi las siete cuando nos despedimos de él y nos encaminamos hacia la iglesia para emprender el regreso a León. Prácticamente con noche cerrada nos pusimos en marcha con el cuentakilómetros marcando 164 Km y el podómetro con casi 15 Km.
Hasta Puente de Domingo Florez nos restaban 14 kilómetros de carretera serpenteante pero de buen firme. En lo alto de una loma de la parte contraria del valle vimos un fuego cuyo humo ya habíamos estando observando desde Santalavilla. En una gasolinera de Puente de Domingo Florez llené el depósito de la furgoneta y entramos en un bar cercano a tomar un refrigerio.
Sobre las ocho de la noche nos pusimos definitivamente en camino hacia León. Por la nacional nos dirigimos hacia Carucedo. Antes de éste teníamos que desviarnos hacia Lago de Carucedo, pero me pasé la glorieta y tuvimos que retroceder un poco. Por una secundaria recorrimos unos kilómetros hasta que en La Barosa cogimos la N-120 hacia en enlace con la autovía a Ponferrada. Sin novedades avanzamos por ella dejando atrás dicha población y ya en Astorga tuve un despiste y no me salí a la nacional entrando en la autopista de peaje a León. Por ella circulamos hasta salir en Hospital de Orbigo tras abonar 1´35 € del tramo. Ya por la nacional transitamos los últimos kilómetros hasta entrar en León poco antes de las 22:00 horas. Aquí me despedí de los dos compañeros llegando a casa minutos después.
En definitiva, una agradable jornada improvisada por completo pero con un resultado bastante aceptable. Sobre todo por la segunda ruta hecha mereció la pena el viaje de 342 kilómetros. Incluso para ruta nocturna no estaría mal, aunque perdería el encanto del paisaje diurno.




























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