2ª ASCENSIÓN A “PEÑA TREVINCA”.
10-07-05 (Domingo)
Tras dos meses sin realizar una salida propiamente organizada por el club, hemos vuelto a seguir el calendario programado dentro del cual, para este mes de julio, estaba prevista la ascensión a Peña Trevinca desde Sanabria. Tras estudiar la ruta, que en principio hubiese partido de la Laguna de los Peces, y después de una proposición más factible por parte de José Antonio, optamos por variar el punto de partida. La ruta propuesta por él partía de Porto, un pueblo de la provincia de Zamora limítrofe con Orense, y de la que ya tenía algún conocimiento in situ de otras veces.
Tras haber concretado la fecha semanas antes, tan solo tres fuimos los osados a realizarla: José Antonio, Álvaro y yo. Los dos se acercaron hasta mi casa de donde salimos en mi furgoneta pasadas las 8:00 horas. En Ribaseca cogimos la nueva autovía a Benavente que seguidamente dio paso a la de Orense. Así pasamos Puebla de Sanabria pendientes del desvío a Porto. Pues bien, tras el despiste de pasarnos dicha salida, llegamos a A Gudiña, 10 Km más adelante. Aquí cambiamos el sentido y retrocedimos por la nacional hacia A Canda donde se encuentra dicho desvío a Porto. Antes de entrar hacia éste paramos y llené el depósito de gasoil.
La carretera de 28 Km hasta este pueblo es estrecha y llena de curvas, lo cual nos retrasó aún más el viaje. Bordeamos un par de embalses y atravesamos en dos o tres ocasiones el límite provincial de Zamora y Orense antes de avistar por fin el pueblo. A entrada, en un alto, paramos y saqué una bonita foto del mismo. Se encuentra emplazado en el valle del Bibey, cuyo caudal forma los embalses anteriores. Eran las diez y media cuando paramos cerca de una fuente a coger agua. Llevábamos 240 Km a los que había que restar 20 del error cometido para el cálculo de distancias.
Tras informarnos de la posibilidad de avanzar por una pista que salía valle arriba y afirmarnos que era posible, reemprendimos la marcha con la furgoneta y atravesamos el pueblo para subir por la misma. La fuerte pendiente inicial se compensaba por el cementado del camino. Así nos fuimos alejando de Porto y la subida se suavizó mientras nos encontramos con numerosos tramos así mismo cementados allí donde el agua podía estropear el firme o la pendiente era más pronunciada. Poco a poco fuimos avanzando por el valle de Bibey hasta que el camino fue girando a la derecha y nos lo encontramos cerrado por la maleza. Sin querer habíamos avanzado 8 Km desde el pueblo, lo que nos evitó una larga caminata y permitió cumplir con el objetivo que llevábamos, ya que el retraso que traíamos era de por sí considerable. En principio habíamos hablado de salir a las 7:00 horas, lo que hubiese sido ideal, pero concretamos las 8:00 horas más tarde teniendo en cuenta que el trayecto era casi todo por autovía.
Tras dar la vuelta a la furgoneta y aparcarla, nos preparamos para la larga ascensión. Estábamos a unos 1400 m, justo debajo del Montonto, una cima a la izquierda del valle del Bibey, que en ese ramal también se llamaba Piornales. Eran ya 11:20 horas cuando emprendimos la marcha. Teníamos que retroceder hasta la confluencia de los dos ramales del valle, el de Piornales y el de Vedul por el que íbamos a subir. Para ello nos metimos por la ladera entre numeroso matorral y bajando hacia el arroyo. Nos dimos cuenta enseguida que teníamos que haber dejado el coche más abajo ya que volvimos a salir a la pista por donde habíamos subido antes. De ella salía un camino hacia una finca cerca de la que había un puente por el que franquear el arroyo. La misma estaba alambrada y había varias edificaciones dentro. Para evitar todo el rodeo de la misma, y como la puerta estaba abierta, pasamos por los prados con ligera pendiente hacia el norte en busca de una salida. Mientras José Antonio iba por una lado, Álvaro y yo nos dirigimos hacia un par de cabañas cercanas a la alambrada para ver si tenía salida por aquella parte. Dentro de una de las majadas había varias ovejas y un perro que salieron al oír nuestros ruidos. Nos encontramos que no había salida alguna por allí salvo levantando la alambrada y haciendo algunos números por debajo de ella. Así la atravesamos mientras José A. lo hacía unos metros mas abajo.
Ya metidos en la ladera de la cumbre del Montonto comenzamos a bordearlo hacia el valle de Vedul. Pues bien, no habíamos caminado 100 metros cuando vi como se me rompía uno de los bastones que llevaba. Había partido uno de los tornillos que sirven para regular la altura y hacer el tope. Lo metí en la mochila y continué con uno solo, que por cierto también me comenzó a dar problemas al pasarse una de las roscas. Parecía estar gafado con ellos en esta salida.
Poco a poco entramos en el valle del arroyo Vedul y echando la vista atrás disfrutamos de una gran panorámica del valle de Bibey y del ramal de Piornales. A media altura, con el arroyo por la izquierda, ascendimos suavemente por ladera de aquella amplia vaguada. Por la parte contraria se veían algunas veredas también usadas por el ganado. Teníamos dos alternativas, seguir valle arriba hasta el final, o cruzar el arroyo para dirigirnos hacia una collada que daba paso al valle de Jares y desde la que se podía incluso ver la laguna de la Serpiente. Optamos por esto último y tras atravesar el cauce escaso del arroyo Vedul comenzamos a ascender por la ladera del Alto Turriero. Aquí, mientras José Antonio se dirigía a la collada, nosotros comenzamos a subir más directamente hacia la cresta de la cima aquella. Mientras él llegaba a este paso, nosotros alcanzamos un punto por encima de la misma. Desde allí vimos la laguna muy poco por debajo de la collada y el amplio valle de Jares, cuyo arroyo del mismo nombre, vierte sus aguas hacia Orense, en cuya provincia nos encontrábamos desde que atravesamos el arroyo Vedul. Igualmente contemplamos por primera vez la cumbre, aún muy lejana, de Peña Trevinca y la de Peñas Negras.
Tras un rato de espera sin que José Antonio diese señales de vida, comencé a enfadarme. Tras el retraso que ya llevábamos, todavía se rezagaba él aún más. Era ya la una pasada y nos quedaba mucho más de la mitad por ascender aún. Por ello optamos Álvaro y yo por continuar el ascenso sin más esperas. Por la cresta continuamos el ascenso hacia la parte más alta de aquel macizo y no tardamos en alcanzar el Alto de Turriero, cumbre con unos 1805 metros de altitud en la que no había ningún vértice pero si unas rocas apiladas entre las que encontramos un bote oxidado y vacío. Eran las 13:41 horas y llevábamos según mi podómetro 4,110 Km.
Allí nos sacamos una foto y dejamos nuestra tarjeta de cumbres, aunque no consideraré una ascensión en sí esta cima. Desde allí pudimos ver con claridad lo que aún nos quedaba hasta la cumbre de Trevinca, que no era poco, pero sin dificultad. Lo malo es que teníamos que bajar hasta una vega que era el final del valle de Vedul a la que hubiésemos llegado de haber seguido vaguada arriba sin desviarnos. Como vimos que José Antonio todavía estaba muy abajo, decidimos comenzar a descender nosotros por la parte contraria hacia aquella vega de verde intenso.
Perdimos allí unos 90 metros hasta llegar a dicha vega de la que nace el arroyo Vedul. En el mismo vimos saltar algunas ranas en el escaso agua que llevaba. Bordeamos lo que en época de invierno es una laguna y comenzamos a ascender una pequeña ladera hasta la cresta. Desde ella vimos de frente, mirando atrás, parte del valle de Vedul que bajaba al encuentro con el de Bibey y cuya bifurcación no se podía ver desde allí.
En la cima del Turriero vimos una persona que supusimos era José Antonio. Nosotros comenzamos a ascender por la ladera siguiendo un sendero medio marcado entre la hierba y las rocas. Esta estribación dividía el arroyo de Vedul del de Piornales, en el que habíamos dejado el coche. Siguiendo dicho valle habríamos llegado hasta allí, pero por lo visto la dificultad era mayor por la vegetación existente, como luego a la bajada comprobamos. Poco a poco fuimos cambiando de vertiente y optamos de primero por seguir por la ladera hasta el final del valle para subir desde allí al Peñas Negras y luego a Trevinca. No tardamos en comprobar que la ladera no era continua y que teníamos que bajar al valle más adelante, por lo que decidimos hacerlo ya. De esa forma atravesamos una de las cabeceras del arroyo de Piornales y entramos de lleno en la falda de Peña Trevinca.
Atravesamos un pequeño regato y emprendimos el último tramo a la cima, que aún se encontraba lejana y en esos momentos oculta. De pronto vimos aparecer a José Antonio por la ladera contraria, por lo que dedujimos que no podía ser él el que habíamos visto hacía escasos minutos en la cumbre del Turriero. Por su parte decidió seguir por el valle, que en ese punto se unía al de Jares a través de una pequeña colladina. Nosotros continuamos falda arriba cómodamente ya que la pendiente era bastante llevadera a pesar de lo que llevábamos encima. Eran las 14:45 horas.
El resto de aquel tramo se hizo monótono aunque las vistas eran cada vez más amplias. No tardamos en comenzar a ver de nuevo el valle de Jares y las amplias tierras orensanas por las que incluso nosotros estábamos caminando. De esa forma, a las 15:20 horas, alcanzamos por fin la parte alta de aquella sierra, la de Segundera. El Turriero es el final de la Sierra Calva, que junto con la Segundera, cierran el valle de Bibey y sus bifurcaciones del Vedul y Piornales.
Para llegar a la cumbre aún nos quedaba el último tramo de pendiente algo mas pronunciada pero corta. Enseguida pudimos disfrutar de una amplia panorámica de la cabecera del río Tera y su largo valle. Hacia él comprobamos que las pendientes eran abruptas y casi verticales. El sol formaba en ellas curiosas sombras al pegarle casi vertical desde arriba. Antes de comenzar aquel trecho se nos unió por fin José Antonio. Por allí vimos bastante genciana florecida que daba un colorido especial a la ladera.
Eran ya las 15:45 horas cuando, tras 8,400 Km, alcanzamos finalmente la deseada cumbre de Peña Trevinca con sus 2124 metros de altitud. Una de las primeras cosas que vimos fue un belén de cumbres metido entre las piedras. A modo de hito había un montón de rocas entre las cuales se encontraba un bote vacío. Como ya recordaba yo de la anterior vez que había ascendido, en el suelo había una gran cruz de cemento. Hacía ocho años que la había subido, en aquella ocasión con Carlos Gil y su padre Manolo, haciéndolo por la parte leonesa desde La Baña y por los picos Surbia, Trevinca Norte y Peñas Negras, los cuales teníamos a escasos metros hacia el norte. Abajo, la cabecera del Tera con su largo valle en forma de U y el paso hacia la zona del lago de La Baña a través de la Portilla de Morena Cavada. Tras ella, las cimas del Vidulante y el Picón, esta última ascendida también por mí hace cinco años. En la lejanía también podemos añadir a esta lista las cumbres del Teleno, Vizcodillo o Silla de Yegua. No era menos amplio el paisaje hacia Galicia con los valles y montes orensanos y las cumbres cercanas por las que habíamos pasado o bordeado.
Como bien nos merecíamos, nos acomodamos a la escasa sombra de las rocas para comer. Aunque el sol calentaba, una brisa fresca que corría y algunas nubes pasajeras refrescaban el ambiente. Hacia la parte de Ponferrada vimos una gran humareda de un incendio que al día siguiente salió en la prensa. Al poco rato llegó un joven gallego que subía desde la zona orensana y al que pedimos que nos sacase unas fotos, cosa que se presto a hacer con profesionalidad teniendo en cuenta que era fotógrafo. En una piedra de la cima vi un bonito insecto de un color verde fosforito al que conseguí sacar una foto bastante clara.
En el bote dejamos nuestra tarjeta de cumbres y ya pasadas las 17:30 horas emprendimos el descenso. Nuestra intención ahora era seguir, más o menos, las cumbres de la sierra hasta llegar frente al valle de Piornales en el que teníamos la furgoneta. Por ello, tras bajar el tramo mas empinado, no continuamos ladera abajo si no que comenzamos a bordear y serrear el macizo. José Antonio iba de continuo colocando piedras a forma de hito a pesar de lo bien señalado que estaba el sendero. La sierra aquella no es rocosa sino con aspecto de monte.
De pronto dimos con un par de lagunillas que aunque secas, formaban una bonita postal con la cumbre de Trevinca al fondo y allí sacamos una foto. Siguiendo el sendero bastante marcado avanzamos por la parte oeste de la sierra dejando arriba el alto del Xurbial y el Piatorta. El límite provincial de Orense y Zamora transcurre por la parte alta de la sierra de Segundera desde el Surbia hasta justo la collada a la que luego llegamos y sigue valle abajo un trecho antes de comenzar a atravesar algunas cimas y bajar por el valle de Vedul y la sierra Calva.
Caminando por la senda nos situamos por encima de otras bonitas lagunas, estas con agua, situadas en una pequeña collada. De frente se alzaba la cumbre del Moncalvo, 2044 metros, para la que quedaba un buen trecho aunque sin dificultad y de no mucha pendiente. José Antonio estaba dispuesto a subir, pero teniendo en cuanta que eran ya las 18:30 horas, no convenía hacerlo. Desde las lagunas ya se podía bajar siguiendo el valle principal del Piornales, pero decidimos ascender una ladera de la parte contraria para ver otra parte del valle del Tera. Subiendo esta falda pasó un pequeño avión escasos metros por encima de nosotros.
En media hora alcanzamos la cima de aquella loma donde pastaba una manada de caballos que se espantaron a nuestra llegada. La vista mereció la pena. Contemplamos en el valle el embalse de Presa Rota y por encima, bajo el Moncalvo, la laguna de Lacillo. También allí sacamos una foto con esta guapa vista. Sin entretenerse continuamos entonces por la loma bordeando el alto de Torno hacia otra collada desde la que ya teníamos pensado descender.
De nuevo aquí tuve motivos para enfadarme. José Antonio se adelantó y en vez de parar en la collada continuó por la ladera sin contar con nadie. Álvaro y yo llegamos a la collada y paramos para esperarle. Viendo que no venía, le seguí los pasos unos metros para ver que hacía, pero no había rastro de él. Pues bien tras un rato de espera le vemos asomarse por encima de nosotros en la ladera hacia el Moncalvo. Aquí ya me mosqueé y le pedí que bajase para continuar todos juntos.
Ya marcaban las 20:00 horas cuando comenzamos a descender por el valle directamente hacia el coche. Llevábamos 13 Km largos y nos quedaba un buen trecho aún. La parte alta de aquella vaguada estaba bastante limpia y bajamos cómodamente. Tras bajar unos 500 metros llegamos frente a la vaguada que bajaba directamente de la laguna. La vegetación se hizo más abundante y pasamos entre algunas escobas y bonitos helechales. Nos encontramos y atravesamos algunos pequeños arroyos que serpenteaban ladera abajo formando surcos profundos. Así alcanzamos una planicie donde pastaban un centenar de vacas y algunos toros de temible aspecto. Por la derecha se incorporaba ahora, bordeando el Montonto, el ramal del arroyo Piornales que habíamos atravesado subiendo tras bajar del Turriero, pasar el Vedul y la loma intermedia.
El Montonto nos comenzó a dar sombra en aquel punto y nos acompañaría hasta casi abajo. De nuevo atravesamos numerosos arroyos como pudimos y por la parte baja de la falda de dicho pico fuimos recorriendo los últimos metros. Aún tuvimos que pasar entre algunos piornales y atravesar pequeños muros de piedra entre prados antes de divisar por fin la furgoneta en el camino. Eran las 21:30 horas.
Para llegar a ella nos quedaba todavía que pasar el arroyo Piornales que hicimos saltando por una piedras. Tras él partía un camino en un prado que yo seguí antes de salir directamente donde estaba la furgoneta. Álvaro había hecho otro tanto, pero José Antonio se metió entre la maleza que le magulló a última hora. Eran las 21:40 horas y habíamos recorrido nada menos que 16,940 Km.
Sin más retrasos nos cambiamos de ropa y calzado y 20 minutos más tarde emprendimos el regreso. La peña se veía ahora de un bello color rojizo por el sol del atardecer. Nos restaban 8 kilómetros por la pista aquella antes de llegar al pueblo. Como íbamos descendiendo y el morro de la furgoneta tiende a bajarse, tuve que reducir al mínimo la velocidad en varios tramos. Con esa precaución entramos en Porto y paramos cerca de la fuente a beber agua, que se nos había terminado bajando. Aproveché que ya teníamos cobertura para llamar a casa y avisar que llegaríamos algo tarde.
Sin más retrasos salimos del pueblo por la estrecha carretera en la que no nos cruzamos con ningún vehículo en los 28 kilómetros hasta la salida a la nacional. Allí decidimos acercarnos hasta un pueblo cercano, de cuyo nombre no me acuerdo, a tomar algo antes de proseguir. En un bar estuvimos unos diez minutos y por otra carretera empalmamos con la autovía hacia Puebla de Sanabria. Del viaje de regreso no hay novedades que contar. Antes de Benavente cambiamos de autovía y entramos en la de León. Por cierto que en ella han dejado bastante mal los empalmes de la calzada en los viaductos y la furgoneta pegaba unos buenos botes en ellos.
De esa forma llegamos a Ribaseca donde abandonamos esta vía para entrar hacia León. Era la 1:15 horas cuando llegamos a mi calle donde tenía Álvaro su coche aparcado. Tras pasar sus mochilas al mismo me despedí de ellos y metí la furgoneta en el garaje. Habíamos hecho de vuelta 220 Km, justo los 20 menos del despiste a la ida.
Con ello cumplimos otro de los objetivos programados para este año y ya pendiente de otros anteriores. Ojalá continuemos en esta línea durante el resto del año tras los cambios del mes anterior.
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