I ENCUENTRO “CUMBRES DE LEÓN”.
1ª TRAVESÍA “VALDETEJA-VALDORRIA”.
19-09-04 (Domingo)
A la hora de hacer el calendario de actividades de este año se nos ocurrió la idea de organizar una actividad a la que invitar a todos los socios del club con el fin de conocernos cara a cara. Basándonos un poco en el funcionamiento de los encuentros de montañeros a nivel provincial, consistiría en una ruta con un final gastronómico. Por ello, y llegado el momento, nos decidimos por realizar una sencilla y corta travesía con una comida conjunta al termino de la misma.
En una reunión anterior se concretó que la travesía sería desde Valdeteja por Valdorria y final en Nocedo donde tendríamos la comida. Luego hubo que modificar el lugar de esta última y la determinamos en Carmenes así como el final de la ruta, que se alteró durante la marcha quedando en Valdorria por la larga duración de la misma.
A los socios que habitualmente no participan con el club se les avisó por correo y al resto por vía telefónica. Con los primeros hubo un total fracaso al no tener ninguna participación por su parte, cosa que ya nos lleva ocurriendo en otras ocasiones en las que se ha terminado por suspender dicha actividad. No fue así con los que frecuentemente solemos salir, ya que nos llegamos a reunir un total de 19 participantes en esta actividad. Por ello, y tras concretar días antes la comida en el hostal-restaurante “Las Nieves” de Carmenes, llegó el domingo acordado.
A las 9:00 horas habíamos quedado para salir de Guzmán. Allí nos reunimos los 18 participantes siguientes: Luis, Mercedes, José A., Antelmo, Carlos, Merce, Guiomar, José F., Juan R., Antonio, Sonia, Jorge, José L., Francisco, Álvaro, Antonio, Carmen y yo. Solo faltaba Toño, un compañero que solo iba a acompañarnos en la comida ya que está recién operado de una pierna.
En cinco coches nos repartimos y no tardamos en emprender el viaje hacia Valdeteja. Por la carretera del Torío salimos de León hasta Robles de la Valcueva donde cogimos el desvío hacia La Vecilla. En ésta giramos hacia el puerto de Vegarada desviándonos antes en el cruce de Valdeteja. En este pueblo nos juntamos de nuevo todos para comenzar la ruta. Antes de la misma, y aprovechando la reunión, les comenté algunos avisos de próximas salidas y algún tema más de interés. Por su parte, y como ya habíamos hablado, Antelmo iba a volver con su coche hasta Valdorria donde haría parte de la ruta al contrario y luego sería él el que bajase al resto de conductores a por los coches.
Con el cielo alternado de nubes y claros, pero con buena previsión, comenzamos la travesía a las 10:30 horas. La ruta está más o menos señalizada, aunque cabe la posibilidad de error, como luego pudimos comprobar. Nuestra intención era alcanzar la collada de Bucioso por la que pasaríamos al valle del arroyo Valdecesar que llega a Valdorria. Por ello salimos de Valdeteja por un ancho camino al comienzo del cual una flecha nos indicaba la distancia a Valdorria, 7,6 Km. La pendiente era pronunciada, pero sin exageración, por lo que se llevaba la marcha con comodidad. Poco a poco se fueron distanciando los mas “alocados” mientras algunos quedábamos detrás sosegados. Echando la vista hacia atrás disfrutamos de una bella panorámica del Bodón de Lugueros y Valdeteja en el valle. El contraste del sol y las sobras de las nubes ampliaban la lindeza de dicha vista.
La pista zigzagueaba ladera arriba por la parte derecha del arroyo prácticamente seco que transcurría vaguada abajo. Algunos tramos de la misma eran de piedras sueltas con las que fácilmente se podía resbalar. En ciertos llanos de pradera verde pastaban numerosas vacas con un número elevado de pequeños terneros. Varios perros que las custodiaban nos ladraban al pasar cerca de ellas. Eran bonitas estampas campestres dentro de la amplitud del valle por el que subíamos.
Ya bastante arriba nos juntamos casi todos de nuevo. Aquí el camino cambiaba de dirección completamente y se dirigía hacia la izquierda. Por otro lado, y consultando el mapa que yo llevaba, me parecía que no teníamos que irnos tan hacia dicho lugar. En mi opinión había que seguir subiendo por la vaguada en la que íbamos, aunque no se veía camino alguno hacia ella. Una de dos, o nos habíamos pasado algún cruce, o muy equivocado estaba yo en la orientación. También podía ser que la pista diese un rodeo grande por otra parte, por lo que decidieron seguir el camino aquel hasta ver donde nos llevaba. Por su parte, y como ya es habitual en él, José Antonio se había ido por otro lado sin consultarlo con nadie, cosa que me mosquea mucho.
Atravesamos algunos prados y seguimos subiendo por la pista hacia otro collado que veíamos a nuestra izquierda. La pendiente se suavizaba a la vez que ganábamos altura. La vista hacia atrás seguía siendo verdaderamente espectacular.
Sobre las 12:00 horas alcanzamos dicho alto que daba paso a otro valle. Lo primero que me sorprendió fue ver la situación de los picos que lo bordeaban. Hacia la parte derecha se veían las cumbres más altas mientras que hacia el lado contrario solo algunos bajos cerros, cuando tenía que estar el macizo de Valdorria. Carlos también se había dado cuenta del detalle y vimos entonces el error cometido. Fiándonos del camino aquel habíamos bordeado demasiado las cimas y estábamos en otro valle contiguo al que debíamos. La peña Valdorria era la de nuestra derecha y tras ella estaba el valle al el que teníamos que haber llegado.
Ahora cabían dos posibilidades, bajar por aquel valle que nos llevaría directamente hasta la carretera del Curueño algo más arriba de Nocedo, o subir por la ladera de la derecha hasta otro collado más alto cercano a la cumbre de Valdorria y bajar por la otra parte a coger el camino auténtico hacia el pueblo. Rápidamente optamos por esta última opción y sin más nos encaminamos ladera arriba. Desperdigados por la misma fuimos ganando altura hacia el paso aquel. Como curiosidad anotaré que en una piedra vimos una especie de escarabajo que ponía huevos en ese momento. Con el zoom de la cámara pude sacar una nítida foto de él.
Según íbamos ascendiendo nos dimos cuenta que había merecido la pena dicho error. Desde aquella altitud contemplábamos una amplísima vista de todas las cimas medianamente cercanas. Comenzando por el ya nombrado Bodón, teníamos además las cumbres de la Peña Verde y el Cueto Aucino. Algo más alejados se contemplaban también Peña Corada, Moro, Susarón y varias más que no pudimos concretar. Aprovechando de nuevo las cualidades de la cámara digital saqué una panorámica de todo ello.
Disfrutando de todo ello alcanzamos la collada desde la que avistamos la parte contraria. Igualmente pudimos recrearnos de la vista que hacia ella se nos ofrecía. Por el fondo del valle transcurría el camino que venía de la collada Bucioso por el que teníamos que haber bajado nosotros. Este terminaba en el pueblo de Valdorria, algunos de cuyos tejados se veían tras unas peñas. De frente contemplábamos Peña Galicia y más a la derecha la cumbre del Correcillas. Hacia la derecha nuestra, en el mismo macizo, se situaba el alto de La Braña, de 1873 metros. Por la izquierda, no lejana, la cumbre de Peña Valdorria con sus 1927 m. De no ser por lo apurados que ya íbamos, hubiese sido una alternativa buena la ascensión a la misma. Nosotros estábamos a unos 1800 metros. En el camino de abajo estaba Antelmo con quien conseguimos hablar a voces para indicarle nuestra situación. No sabíamos si José Antonio iba o no por él o no.
De nuevo el grupo se dispersó, y mientras unos bajaban a todo meter, otros como Carmen, lo hacían despacio. También ella estaba convaleciente de una lesión en el pie e iba con sumo cuidado, más incluso en esta bajada larga y pendiente. Ella y alguno más, como Merce, Jorge, etc. iban pidiendo la dimisión del presidente del club por dicho error cometido. Yo llevaba la conciencia tranquila del todo y “el miedo no me llegaba al cuerpo”.
Como bajaban bastante despacio, me quedé un buen rato en una rocas sentado disfrutando del paisaje. Lo que me iba preocupando era el retraso que teníamos para la hora concretada de la comida. Había quedado que llegaríamos entre las dos y media y las tres; eran entonces las dos y media y nos quedaba mas de media hora hasta el pueblo, más luego ir por los coches, volver a recogernos y bajar hasta Carmenes. Para colmo no había llevado apuntado el teléfono del restaurante, y eso que había pensado en ello al salir. Por suerte teníamos cobertura y pude llamar a casa e indicarle a mi hermana que me lo diese, lo cual la costó ya que encima había tirado el apunte a la papelera. Llamé entonces al restaurante y les comuniqué el retraso que tendríamos de una hora aproximadamente sin que hubiese problema alguno ya que la comida acordada no era de las que se pasase.
Así fuimos descendiendo poco a poco entre rocas y tojos con los que había que tener cuidado, de no pincharse y de no meter el pie en algún hueco tapado por ellos. Hasta el camino bajamos un desnivel considerable de casi 500 metros. Hacia el fondo del valle se veía la collada de Bucioso con el pico del mismo nombre a su izquierda. El contraste de sol y sombras seguía dando al paisaje un tono destacado.
Al lado de la pista vi un cardo con un matorral de frutos rojos detrás que formaban entre los dos una bonita postal. Algo mas adelante también vimos un carretillo con el que dijimos a Carmen que la íbamos a llevar hasta el pueblo. Antes de entrar en este había un burro echado a la margen izquierda del camino.
A las 15:15 horas entramos los últimos en Valdorria. En una fachada de una casa vimos un indicador similar al de Valdeteja, pero indicando la ruta contraria. Encima de éste, en una ventana, un gato nos miraba con unos ojos abiertos desorbitadamente. De ello saqué también otra foto.
Como ya habíamos concretado, Antelmo ya había llevado a los conductores, salvo a Merce que llegó también de las últimas, a por los coches a Valdeteja. No tardaron en llegar con ellos y nos encaminamos hacia Carmenes. Antes de salir recibí la llamada de Toño, que hacía hora y pico que esperaba en dicho pueblo por nosotros. Tras bajar la fuerte pendiente hacia la general llegamos de nuevo al desvío de Valdeteja. Aquí paramos unos minutos a reunirnos y sin más continuamos hacia Carmenes. Tras subir la collada de Valdeteja, desde la que en un principio pensé que comenzaba la ruta, llegamos a la carretera del Torío. Girando hacia el puerto de Piedrafita, y a dos kilómetros del cruce, se encuentra Carmenes. Allí estaba Toño y fuimos llegando el resto en los demás coches. Faltaba poco para las cuatro. Tras unos minutos más para cambiarnos de ropa entramos al comedor donde nos acomodamos en la mesa ya reservada para los 19.
El menú elegido, y que por cierto resultó muy suculento, era: menestra de verduras, ternera guisada con guarnición de patatas y pimientos, vino, postre y café. El precio, 10´00 €. Durante más de dos horas estuvimos tranquilamente allí comiendo antes de “levantar anclas”. Como ya había pensado, aprovechando la masiva participación en esta actividad, se optó por sacar la foto anual para exponer en la sala del club. Así, tras colocarnos al lado de la carretera con el Bodón de Carmenes de fondo, nos sacaron dicha instantánea para la posteridad.
Con la satisfacción de haber pasado una grata jornada nos fuimos despidiendo unos de otros antes de comenzar el regreso a León. Sobre las siete emprendimos este retorno que nos llevó poco más de media hora. Yo venía en el coche de José Luis y en Guzmán dejamos a Álvaro, a mí me acercaron hasta las proximidades de Agrónomos desde donde caminé los doscientos metros hasta llegar a casa poco antes de las 20:00 horas.
Realmente fue esta una jornada para recordar y destacar dentro de las actividades del club. Espero, así como el resto de los compañeros, que esta experiencia se convierta en tradición como lo son ya las marchas nocturnas, las cenas de Navidad o el Belén de Cumbres, que por cierto este año está previsto se coloque en el Bodón de Carmenes.
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