1ª ASCENSIÓN AL “SENTILES” Y 2ª ASCENSIÓN AL “AUSENTE”.
25-04-04 (Domingo)
Aplazado de hace dos meses por las inclemencias del tiempo, salimos este domingo a ascender a esa sencilla cima del puerto San Isidro. La previsión inicial era ampliar dichos ascensos con una travesía por Isoba hasta Cofiñal, al igual que hiciéramos hace unos años con la Concejalía de Juventud de San Andrés, pero como se verá, y debido a algunas incidencias que iré relatando a lo largo del resumen, quedó reducida a dichas ascensiones.
En Guzmán quedamos en reunirnos los diez componentes que nos habíamos animado a ello y que éramos: José F., Carlos, Toño, Luis, Guiomar, Antonio, Roberto, José A., José Luis, que era nuevo en club, y yo. Hasta aquí llegamos todos excepto Antonio, que tras llamarle a casa sin respuesta, no apareció. Tras quince minutos de retraso emprendimos el viaje en los coches de Luis, José Luis y el mío.
Por la nacional llegamos a El Puente Villarente donde giramos hacia Boñar. Antes de llegar a éste recibí la llamada de Antonio diciendo que se había dormido y que salía con su coche a nuestro encuentro. A pesar de decirnos que no le esperásemos, decidimos hacerlo en Boñar, ya que de no ser así hubiese hecho la ruta solo. Esta primera incidencia nos retrasó casi una hora.
A su llegada, aparcó su coche allí y con los tres que llevábamos continuamos hacia Cofiñal. Tras bordear el pantano del Porma llegamos a Puebla de Lillo donde giramos hacia éste. A las afueras se encuentra un merendero a cuya orilla dejó José Luis su coche. Los diez nos acomodamos como pudimos en los otros dos para subir hasta la estación de ski. Subimos el puerto San Isidro y en la estación nos desviamos hacia la zona del Cebolledo. Aquella era la única zona donde se acumulaba algo de nieve y el personal abundaba en las pistas, las cuales cerraban temporada ese día.
En el aparcamiento dejamos los coches y nos preparamos para la ascensión. Otra de las demoras con la que nos encontramos fue la siguiente. La vez anterior habíamos subido suavemente por una de las pistas hasta casi alcanzar la cresta por la que continuaba un sendero. Pues bien, ahora al estar en uso dichas pistas, no nos quedaba más remedio que cogerlo más directamente. Este circo del Cebolledo está rodeado por varias cimas. A la derecha teníamos el pico Toneo y de frente el Agujas, los dos ya ascendidos por mi parte. A la izquierda, hacia donde nos dirigíamos, se encuentra la sierra de Sentiles.
A las 11:00 horas aproximadamente emprendimos la marcha metiéndonos en la ladera de dicho macizo. Algunos neveros pisamos en esta parte baja, pero eran escasos. El primer tramo lo hicimos ladeando bastante suavemente hacia el fondo del valle. Poco a poco fuimos derivando el rumbo más directamente hacia la cima del cresteo y la pendiente se fue pronunciando de forma bastante brusca. En ella encontramos el suelo de matojo bajo con poca roca. A pesar de la fuerte pendiente, se ascendía cómodamente.
Lo contrario le ocurría a Guiomar que, sin ningún ánimo de reproche por mi parte, nos retrasó la ascensión por su vértigo en dicha ladera. Llegó un momento que se bloqueó de tal manera, que no era capaz a seguir y quería bajar, lo que para ella sola hubiese sido incluso peor. Con ánimos por parte del resto, diciéndole que llegando al cresteo ya era mucho más fácil, logramos convencerla. Ya casi arriba nos dividimos. Mientras todos se metían por una canal a la izquierda, José F. y yo optamos por seguir un poco a la derecha para alcanzar antes la parte alta del macizo y luego serrear. Para ello tuvimos que pasar un pequeño nevero algo helado, que era el motivo por el que los que iban algo por delante no se hubiesen atrevido, pero que a mi parecer era más sencillo y rápido que la otra opción.
Por debajo veíamos los innumerables coches estacionados en el aparcamiento y la enorme cantidad de personal en las pistas de la estación. El día del que disfrutábamos era casi veraniego. Ni una nube ni bruma aparecía en el cielo.
De esa forma alcanzamos José y yo la cresta por la que iba un sendero que seguimos para unirnos al resto, que habían llegado a un punto más avanzado de la misma. Al lado contrario de la sierra vimos una mina a cielo abierto en el fondo del valle. Siguiendo la línea de cumbres nos encontramos con un repecho hacia la cumbre del pico Sentiles que no tardamos en alcanzar. Eran las 12:30 horas. Esta cima tiene la peculiaridad de tener el buzón en un pequeño picacho que sale de la cumbre en sí y al que se accede por entre unas rocas. La mayoría no pasamos a esta parte descansando un rato en la primera. Aquí nos hicimos unas fotos y la tarjeta de cumbres para depositarla en el buzón, del cual recogimos otra.
De nuevo en marcha nos encaminamos por el mismo sendero hacia la cumbre del Ausente visible desde allí. Aún nos quedaba un trecho bueno para alcanzarla, pero no tenía dificultad alguna. Durante un tramo el sendero se mantuvo unos metros por debajo de la cresta e incluso bajamos unos metros hasta llegar a una collada.
Guiomar ya iba más calmada viendo que no le habíamos mentido al decirle que lo que quedaba era más suave. Por otro lado, José Luis iba y venía haciendo el doble de camino que el resto. Antes del pico Ausente se encuentra la cumbre del Requejines, por debajo de la cual pasamos sin alcanzarla. Algo más adelante, y asomándonos por la parte izquierda hacia el nordeste, divisamos el lago Ausente completamente helado. Igualmente, entre las cumbres del Toneo y el Agujas y muy lejana, la cima de Peña Ubiña.
A las dos de la tarde alcancé la cumbre del pico Ausente, con 2046 metros de altitud. Algunos ya habían llegado antes y otros quedaban algo por detrás. En la misma hay un buzón del que había cogido ya una tarjeta del mismo grupo anterior. La vista desde allí creo que se puede decir que es de las más amplias que hay en la cordillera. Haciendo un recorrido circular se pueden divisar, entre otros, parte de los Picos de Europa, con Torre Santa destacando en medio. El Espigüete de Palencia, Peña Corada, el Susarón, Correcillas, Bodón de Carmenes, muy lejana, por supuesto, el macizo del Teleno así como varias cimas de la parte del Curueño. Como no, las cercanas cumbres del Agujas, Toneo o Torres, allí mismo en San Isidro.
Acomodados en las rocas de la cima estuvimos comiendo mientras disfrutábamos del excepcional tiempo que hacía. Antes de comenzar el descenso, sobre las 15:20 horas, sacamos unas fotos y dejamos igualmente nuestra tarjeta de cumbres. Como la intención era seguir la ruta, la bajada la hicimos hacia la parte contraria, donde estaba el lago. Dejando éste al lado izquierdo perdimos altura por la ladera del pico hasta un punto donde terminaba un gran nevero y nos tiramos directamente hacia el lago. De nuevo la fuerte pendiente bloqueó a nuestra compañera y bajó el ritmo. A pesar de estar la nieve blanda, sin peligro alguno de resbalar, bajaba a paso lento. Yo, a media ladera, saqué un plástico y me tiré resbalando por el nevero hasta casi abajo. Por allí había un par de parejas disfrutando de la nieve.
Desde el lago había que continuar bajando por las vaguadas con dirección a la carretera y a Isoba, para el que aún quedaba un buen trecho. Algunos se adelantaron y estaban ya en una colladina del valle. Al llegar todos a la misma se decidió otro cambio en los planes. Eran entonces las 16:30 horas y aún quedaba un trecho bueno para llegar a Isoba y otro más hasta Cofiñal. Carlos y Toño propusieron olvidarse del resto de la ruta y dirigirse desde allí directamente a la estación. Por mi parte, y la de alguno más, opinábamos que daba tiempo a hacerlo todo aunque se terminase algo tarde, dado que ya la duración día lo permitía, pero por votación se decidió lo otro.
Algo decepcionado por ello, pero aceptando la decisión, nos encaminamos para coger la pista que sale del lago hacia la estación y hacia la cual había que subir de nuevo. Ya en ella encontramos algo de nieve acumulada. Por aquí vieron, no me acuerdo quien, una víbora.
Poco a poco nos fuimos acercando a la zona donde teníamos los coches. Las instalaciones acababan de cerrar y una hilera de coches desfilaba por la carretera. Antes de llegar abajo pudimos disfrutar de un bello contraluz con los picos Toneo y Agujas.
Poco después de las cinco llegamos al aparcamiento. Aquí nos cambiamos el calzado y demás. Yo traía la cazadora y la sudadera en la mochila ya que la temperatura había permitido caminar en camiseta desde media mañana.
No tardamos en ponernos en marcha hacia Cofiñal para recoger el coche de José Luis. Bajamos el puerto y llegamos Puebla de Lillo donde de nuevo nos desviamos a dicho pueblo. Mientras el resto quedaba en un bar, yo acerqué a José a por su coche a las afueras. Luego tomamos todos juntos unas consumiciones e hicimos las cuentas de gastos. Sobre las 18:30 horas emprendimos el regreso a León.
Bordeamos el pantano y no tardamos en llegar a Boñar. Aquí paré a dejar a Antonio, que tenía que recoger su coche. De nuevo en marcha, y sin novedades, llegamos a Puente Villarente donde giramos hacia la capital. Sobre las 19:30 horas entramos en ella y en Guzmán coincidimos de nuevo todos y nos despedimos.
Y con ello finalizo este relato de lo acontecido en esta agradable jornada de montaña. Salvo las incidencias ya comentadas, y que no merecen especial realce, podemos confirmar plenamente un resultado positivo.
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