1ª ASCENSIÓN AL “REMELENDE”.
01-05-03 (Jueves)
De nuevo voy a incluir en la lista de actividades una salida totalmente improvisada e inusual realizada particularmente e incluso en solitario, lo que nunca había ocurrido. Además de ello transcurrió en una tarde escasamente. Pero bueno, como al fin y al cabo está dentro del entorno de la montaña y alcancé la cumbre de un sencillo pico, creo que tiene que estar contenida en esta recopilación de excursiones por montaña.
No teniendo nada que hacer esta tarde del primero de mayo, me decidí a coger la furgoneta y marchar a dar una vuelta no sabía dónde. Empecé a pensar en irme hasta la cascada de Mangayo, de la cual he oído que es muy bonita y que no conocía. Me decidí entonces por ello a pesar de situarse en el puerto de Tarna, a casi 100 kilómetros.
Tras llenar el depósito de la furgoneta, y ya a las 16:15 horas, emprendí el viaje por la carretera de Santander en Villaobispo. Seguía pensando que estaba muy lejos para ir a esas horas ya y todavía paré en el cruce de la carretera hacia La Vecilla sopesando el quedarme por allí cerca. De nuevo me incliné por la primera opción y llegué al empalme con la carretera de Boñar por el cual pasé poco después. De esa forma alcancé la altura de la presa del pantano del Porma y paré. Éste se encuentra a rebosar cayendo un gran chorro de agua que realmente impresionaba verlo desde justo encima. La vista del mismo era espectacular al igual que el paisaje del entorno destacando al fondo el pico Susarón. La tarde estaba apacible y había varias personas disfrutando de la misma por allí.
Unos 15 minutos después emprendí de nuevo la marcha bordeando el pantano hasta llegar a Puebla de Lillo donde me desvié hacia el puerto de Las Señales. Poco más tarde alcancé la cima del mismo situada a 1625 metros. Allí paré de nuevo y subí hasta un pequeño alto desde el que pude disfrutar de otra panorámica admirable. Hacia el sur se destacaba una cumbre que luego en casa vi que se trataba del pico Lago cuya ascensión tenemos prevista para este año dentro del club. Pero la que a mí me tentaba era otra situada al norte, dentro de la Sierra de Mangayo. La veía muy fácil para subir desde allí, pero claro, eran ya las seis de la tarde. Opté entonces por continuar hasta el puerto de Tarna, situado a unos tres kilómetros y algo más bajo que éste. A una pareja que estaba allí les pregunté por la cascada, pero no me supieron decir la situación.
Me dispuse entonces a bajar hasta este puerto y emprendí la marcha. Según avanzaba iba viendo más fácil la subida a dicho pico a pesar de ir como digo descendiendo. Terminé por parar al lado de la carretera y estudiar el terreno. Lo que me cortaba un poco era la hora y que iba yo solo, lo que pienso que no conviene en la práctica de este deporte. Al final pudo más la idea de subir que el sentido común y comencé el ascenso.
A las 18:15 horas, con los prismáticos y la cámara de fotos encima, me metí en la ladera llena de matojos bajos que de momento no me dificultaron la subida. Claro, iba en zapatillas y no llevaba tampoco nada de agua. Sí que había cogido el móvil como siempre que salgo fuera. Lo que se me olvidó en la furgoneta fue el mapa de León que quise haber cogido para situar desde allí las zonas cercanas.
A media ladera comencé a meterme entre grandes escobas, lo que estuvo a punto de echarme para atrás debido a la dificultad que encontré para avanzar. Con una de ellas me hice una herida en la palma de la mano izquierda que aún hoy, cuatro días después, no me ha cerrado y me molesta.
Tardé un rato bueno en salir de aquel laberinto encontrándome de pronto ante la vista de un grupo de tres o cuatro grandes rebecos pasando a pocos metros de mí. Fue verdaderamente bello este momento y pensé que ya por ello había merecido la pena la subida.
El resto de la ladera estaba despejada y tranquilamente alcancé la cumbre a las siete de la tarde. En ella había un hito y un buzón del que saqué una tarjeta de un grupo asturiano donde ponía el nombre de la cima de forma poco inteligible. Luego supe que se llamaba “Remelende” y su altitud era de 1889 m. Yo había partido de unos 1600 metros. El viento soplaba de forma exagerada allí y tuve que resguardarme un poco para poder escribir un papel a modo de tarjeta mía. Para sacarme una foto con el disparador automático tuve que colocar la cámara en el suelo ya que me la llevaba de encima de las rocas.
La panorámica desde aquella altitud mereció la pena el esfuerzo. Hacia el norte contemplaba todos los valles asturianos con la carretera del puerto de Tarna cuya cima también veía. Igualmente, hacia el sur, aparte del pico Lago, se alzaba todo el macizo del Mampodre con sus altas cimas de la peña Convento, ya ascendida por nosotros, o La Cruz, cumbre máxima de la sierra. Más al este incluso divisé una de las colas del pantano de Riaño. Como digo, toda una grandeza paisajística.
Antes de emprender el descenso recorrí unos metros por la cumbre pisando uno de los últimos neveros que van quedando. A las 19:20 horas comencé a bajar mientras se iba cubriendo el cielo de negros nubarrones. Me desvié un tanto de la subida y me metí en un arroyo que me llenó las zapatillas de barro. Por él llegué a la carretera en veinte minutos.
Con la furgoneta bajé hasta el puerto de Tarna a 1490 metros, límite de León y Asturias. Aquí hay unos bares y en uno de ellos tomé un refresco que me supo a gloria. En él me sacaron de la duda del nombre del pico y su altitud. Ya cerca de las 20:00 horas me dispuse a regresar a casa. Tras dudar en volver por el mismo sitio o hacerlo por Riaño, me decidí por este último a pesar del rodeo que se da. Al llegar a un mirador del pantano paré a disfrutar del contraste de luces y sombras de los rayos de sol entre las cimas y en el agua. Siempre me han encantado estos efectos en los embalses y lagos.
Sin más continué el retorno pasando por Riaño y llegando a la presa poco después. Ya sin dejar la carretera y tras atravesar Cistierna, llegué a Mansilla donde me desvié hacia León. Antes de entrar en él cogí la nueva ronda sur, abierta hace unos meses, y por la que llegué a Armunia en escasos minutos. Eran las 21:45 horas cuando paré en casa.
Y de esta manera terminé una salida tan improvisada y satisfactoria como la que acabo de resumir. No descarto realizar más durante el verano, aunque como ya dije, preferentemente acompañado por alguien.
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